Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
a- La herencia de la Ilustración.
Unidad 1.-
Bibliografía: Romero, José Luis. Latinoamérica, las ciudades y las ideas. Siglo XXI.
Buenos Aires.
Resumen.
El siglo XVIII se inicia en Europa con una serie de guerras que implican un nuevo
equilibrio de poderes. En efecto, desde la guerra de la Sucesión Española en adelante,
se producirá una alianza entre Francia y España que enfrentará a la alianza entre
Gran Bretaña y Portugal, estos conflictos tendrán un perdurable efecto sobre los
territorios coloniales de esas potencias. A medida que el siglo avanza, el poder inglés
se volverá cada vez más dominante, dependiendo, especialmente de su superioridad
naval.
El más exitoso en este sentido fue el reinado de Carlos III, quien se rodeó de ministros
consustanciados con sus proyectos y capacitados para ponerlos en práctica. Se
trataba, básicamente, de poner fin a la pervivencia de las pautas medievales, muchas
de las cuales aún subsistían. Quizás el más acabado símbolo de esta decisión, fue la
abolición de la mesta, que puso fin a privilegios feudales de larga data, y abrió
posibilidades para una economía agrícola más acorde con las innovaciones en la
agricultura que se estaban desarrollando a partir de los conocimientos científicos
aportados por la Ilustración.
Por otra parte, durante el siglo XVIII, en América del Sur se había producido un
fenómeno de disminución de los rendimientos de las minas de Potosí, que, con sus
seculares métodos de extracción, basados en la sobre explotación de la mano de obra
indígena, no habían invertido en mejorar el sistema. Además, también disminuía el
esencial mercurio de Huancavelica, por lo que los españoles que planeaban venir a
América, elegían México, donde la minería de la plata era todavía exitosa.
El avance portugués sobre la cuenca del Plata significó una amenaza para los
intereses coloniales españoles, ya que a lo largo del siglo, en las guerras europeas,
que tenían sus ecos en los ámbitos coloniales, Portugal, aliado de Gran Bretaña era
enemigo de España aliada de Francia. Esta situación inspiró a la corona española a
crear, por motivos estratégicos, el Virreinato del Rio de la Plata, con capital en Buenos
Aires. Anteriormente, por motivos de racionalidad geográfica, se había creado el
virreinato de Nueva Granada.
Más allá de las situaciones particulares de los diversos países, el siglo XVIII europeo
es un período de gran agitación cultural, que se ha resumido bajo la denominación de
“Ilustración”. Este movimiento protagonizado por intelectuales, inspiraría cambios
profundos en todos los campos del conocimiento, introduciendo nuevos abordajes
para comprender las complejas cuestiones que desde siempre habían desvelado a la
humanidad.
Estas resistencias no cuestionaban la autoridad legítima del rey, sino que, en general,
repudiaban a los funcionarios coloniales, que imponían las nuevas medidas. Hay
varios casos, siendo, quizás, los más emblemáticos la resistencia al monopolio
otorgado a la Compañía Guipuzcoana, en Caracas, y la revuelta de los Comuneros del
Paraguay, fundamentalmente dirigida contra el poder acumulado por la Compañía de
Jesús. Por otra parte, podemos mencionar dos rebeliones en gran escala que
cuestionaban el sistema colonial en su conjunto
La rebelión indígena
La primera tuvo lugar en el Virreinato del Perú, en 1780 y se trató de una insurrección
indígena que tuvo en vilo a las autoridades durante un tiempo prudencial hasta que fue
ferozmente reprimida. Esta revuelta fue liderada por Tupac Amaru, y podríamos
establecer una conexión con las condiciones de deterioro secular de la minería
potosina, que al disminuir las ganancias, afectaba a todos los innumerables grupos
que dependían de ella, y por consiguiente, la mano de obra indígena veía mermar sus
ya escasos ingresos.
Tupac Amaru, en el mundo español, era José Gabriel Condorcanqui, había podido
estudiar, fue educado por jesuitas, y no sufría las consecuencias del deterioro
generalizado de la economía potosina en la misma medida que la mayoría de los
indígenas. Sin embargo, a pesar de sus privilegios, reaccionó violentamente ante las
exacciones a que eran sometidos los nativos e inició una rebelión que en un principio,
sorprendió a las autoridades coloniales. Incluso tiene un fuerte contenido simbólico el
hecho que renunció a su nombre español, reivindicando su herencia tribal.
Podemos suponer que los españoles no contaban con la posibilidad de una
insurrección indígena, ya que a lo largo de tres siglos se habían establecido pautas de
acatamiento que parecían bien firmes, pero esta rebelión mostró corrientes
subterráneas de resentimiento acumulado que explotó en una orgía de violencia, que
no discriminaba entre españoles y criollos, sino que atacaba indiscriminadamente a los
blancos, cualquiera fuera su origen, claramente considerados enemigos en conjunto.
Otra insurrección con claros ingredientes de violencia étnica, esta vez exitosa, la
encontramos en Haití. El tercio occidental de la isla de Santo Domingo fue cedido por
España a Francia en 1697 por el tratado de Ryswick. El mayor interés económico del
área provenía de las plantaciones de azúcar, con mano de obra de esclavos
provenientes de variados orígenes, ya que para prevenir rebeliones, los traficantes
mezclaban personas originarias de diversas regiones africanas.
Este enfrentamiento llevó a la división del país en un Haití del norte, bajo Christophe,
que fue coronado rey, y Haití del sur, cuyo presidente fue Pétion, quien le dio en su
momento apoyo a Simón Bolívar. Después del suicidio de Christophe y la muerte de
Pétion, en 1820, el general mulato Jean Pierre Boyer logró la reunificación del país
bajo la tutela de la élite mulata, promoviendo la invasión de Santo Domingo, que fue
anexada a Haití hasta 1844 cuando logró recuperar su independencia bajo el nombre
de República Dominicana.
La mano de obra esclava predominaba en las plantaciones que producían bienes para
el mercado externo y estaban situadas en las áreas tropicales, mientras que la mano
de obra indígena, jurídicamente libre pero sometida a muchas imposiciones, se
concentraba en las áreas de clima semi-tropical y templado donde se encontraban las
haciendas de actividad agrícola y ganadera como así también la minería, cuya
producción se enviaba a la metrópolis.
Las actividades que constituían la base de las economías coloniales tenían un atraso
muy significativo con respecto a los avances que a lo largo del siglo XVIII se estaban
produciendo en algunas regiones europeas. La agricultura y la minería continuaban
aplicando procedimientos anticuados, basados esencialmente en la sobre explotación
de la mano de obra servil, con rendimientos decrecientes, y sin capitales disponibles
para invertir en innovaciones productivas, que se conocían en las metrópolis pero que
no se habían trasladado a los espacios coloniales.
Las reformas borbónicas, que en España promovieron una serie de innovaciones que
lograron el crecimiento de la productividad agrícola, mejorando sustancialmente las
condiciones de la actividad rural, y permitiendo una mayor diversidad social, al brindar
oportunidades a sectores medios que prosperaron como consecuencia de esas
mejoras, en las colonias no fueron más allá de cambios en la división administrativa.
Sin embargo, una concepción más racional del espacio americano no podía superar la
misérrima infraestructura de comunicaciones, que hacía imposible toda integración de
las diversas comunidades que constituían los ámbitos autosuficientes del esquema
colonial, los que, una vez iniciado el proceso independentista, promovieron un proceso
centrífugo que multiplicó el número de nuevos países tan pronto como los firmes lazos
de las burocracias virreinales fueron destruidos en la vorágine revolucionaria.