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Historia de América II – 2021

a- La herencia de la Ilustración.

Unidad 1.-

Los Borbones en España. Situación europea. Equilibrio de poderes. Cambios en la


estrategia imperial. Reorganización administrativa. La Ilustración en España y en
América. Reacciones coloniales.

Bibliografía: Romero, José Luis. Latinoamérica, las ciudades y las ideas. Siglo XXI.
Buenos Aires.

Resumen.

El siglo XVIII se inicia en Europa con una serie de guerras que implican un nuevo
equilibrio de poderes. En efecto, desde la guerra de la Sucesión Española en adelante,
se producirá una alianza entre Francia y España que enfrentará a la alianza entre
Gran Bretaña y Portugal, estos conflictos tendrán un perdurable efecto sobre los
territorios coloniales de esas potencias. A medida que el siglo avanza, el poder inglés
se volverá cada vez más dominante, dependiendo, especialmente de su superioridad
naval.

En España, la nueva dinastía de los Borbones va a introducir cambios institucionales y


culturales con el objetivo de modernizar la estructura político administrativa heredada
de la dinastía Habsburgo. Muchas innovaciones se realizarán teniendo en cuenta el
ejemplo del orden burocrático dominante en Francia, y para ello los reyes dependían
de una importante cantidad de funcionarios capacitados para poner en marcha las
innovaciones que intentaban llevar a cabo.

El más exitoso en este sentido fue el reinado de Carlos III, quien se rodeó de ministros
consustanciados con sus proyectos y capacitados para ponerlos en práctica. Se
trataba, básicamente, de poner fin a la pervivencia de las pautas medievales, muchas
de las cuales aún subsistían. Quizás el más acabado símbolo de esta decisión, fue la
abolición de la mesta, que puso fin a privilegios feudales de larga data, y abrió
posibilidades para una economía agrícola más acorde con las innovaciones en la
agricultura que se estaban desarrollando a partir de los conocimientos científicos
aportados por la Ilustración.

En España las nuevas políticas ofrecieron oportunidades de inversión y desarrollo de


actividades de inspiración “capitalista”, lo que produjo una oportunidad de ascenso
económico, y por lo tanto social, para sectores que no habían tenido tales
posibilidades anteriormente. Sin embargo, para las colonias americanas, esto significó
una merma en la cantidad de españoles dispuestos a tentar fortuna en América, y
asimismo una limitación en la oferta de capitales disponibles.

Por otra parte, durante el siglo XVIII, en América del Sur se había producido un
fenómeno de disminución de los rendimientos de las minas de Potosí, que, con sus
seculares métodos de extracción, basados en la sobre explotación de la mano de obra
indígena, no habían invertido en mejorar el sistema. Además, también disminuía el
esencial mercurio de Huancavelica, por lo que los españoles que planeaban venir a
América, elegían México, donde la minería de la plata era todavía exitosa.

La colonia portuguesa de Brasil, en el siglo XVII se había concentrado en la región


caribeña donde la producción azucarera de plantación ofrecía importantes ganancias;
en el curso del siglo XVIII, se descubrió oro aluvional en la meseta central brasileña, lo
que atrajo gran cantidad de portugueses deseosos de enriquecerse sin necesidad de
realizar grandes inversiones, estos mineros necesitaban toda clase de insumos, y
pagaban con oro, por lo que se creó una oferta para sus demandas en la región de la
cuenca del Plata, donde se producían alimentos, mulas, y otros bienes.

El avance portugués sobre la cuenca del Plata significó una amenaza para los
intereses coloniales españoles, ya que a lo largo del siglo, en las guerras europeas,
que tenían sus ecos en los ámbitos coloniales, Portugal, aliado de Gran Bretaña era
enemigo de España aliada de Francia. Esta situación inspiró a la corona española a
crear, por motivos estratégicos, el Virreinato del Rio de la Plata, con capital en Buenos
Aires. Anteriormente, por motivos de racionalidad geográfica, se había creado el
virreinato de Nueva Granada.

Más allá de las situaciones particulares de los diversos países, el siglo XVIII europeo
es un período de gran agitación cultural, que se ha resumido bajo la denominación de
“Ilustración”. Este movimiento protagonizado por intelectuales, inspiraría cambios
profundos en todos los campos del conocimiento, introduciendo nuevos abordajes
para comprender las complejas cuestiones que desde siempre habían desvelado a la
humanidad.

La incesante actividad intelectual del período introdujo cambios profundos en la


manera de entender la realidad, hubo avances significativos en las ciencias pero
también se pusieron en duda muchas teorías que habían dominado el pensamiento
político, tales como la doctrina del derecho divino de los reyes. Las nuevas propuestas
científicas se tradujeron en tecnología, dando lugar a la primera revolución industrial,
que tuvo lugar en Gran Bretaña, mientras que las propuestas de cambio político,
inspirarían la revolución francesa.
Las innovaciones administrativas que los Borbones promovieron en sus colonias,
tuvieron por finalidad establecer mejores y más efectivos controles de las mismas,
pero, como sucedió también en las colonias inglesas de América del Norte, mayores
controles eran resistidos y rechazados por los españoles de ultramar. Así se
produjeron una serie de movimientos de oposición a las nuevas decisiones, que, en
alguna bibliografía tradicional solían presentarse como precursores del movimiento
independentista.

Estas resistencias no cuestionaban la autoridad legítima del rey, sino que, en general,
repudiaban a los funcionarios coloniales, que imponían las nuevas medidas. Hay
varios casos, siendo, quizás, los más emblemáticos la resistencia al monopolio
otorgado a la Compañía Guipuzcoana, en Caracas, y la revuelta de los Comuneros del
Paraguay, fundamentalmente dirigida contra el poder acumulado por la Compañía de
Jesús. Por otra parte, podemos mencionar dos rebeliones en gran escala que
cuestionaban el sistema colonial en su conjunto

La rebelión indígena

La primera tuvo lugar en el Virreinato del Perú, en 1780 y se trató de una insurrección
indígena que tuvo en vilo a las autoridades durante un tiempo prudencial hasta que fue
ferozmente reprimida. Esta revuelta fue liderada por Tupac Amaru, y podríamos
establecer una conexión con las condiciones de deterioro secular de la minería
potosina, que al disminuir las ganancias, afectaba a todos los innumerables grupos
que dependían de ella, y por consiguiente, la mano de obra indígena veía mermar sus
ya escasos ingresos.

Tupac Amaru pertenecía a una familia indígena privilegiada, a los descendientes de


caciques, como en su caso, los conquistadores les habían otorgado desde siempre un
status especial, confiando en que actuaran como intermediarios entre los indígenas y
los nuevos gobernantes, asumiendo que, a través de este operativo de cooptación la
lealtad hacia los líderes tradicionales fuera transferida a los representantes de la
autoridad española.

Tupac Amaru, en el mundo español, era José Gabriel Condorcanqui, había podido
estudiar, fue educado por jesuitas, y no sufría las consecuencias del deterioro
generalizado de la economía potosina en la misma medida que la mayoría de los
indígenas. Sin embargo, a pesar de sus privilegios, reaccionó violentamente ante las
exacciones a que eran sometidos los nativos e inició una rebelión que en un principio,
sorprendió a las autoridades coloniales. Incluso tiene un fuerte contenido simbólico el
hecho que renunció a su nombre español, reivindicando su herencia tribal.
Podemos suponer que los españoles no contaban con la posibilidad de una
insurrección indígena, ya que a lo largo de tres siglos se habían establecido pautas de
acatamiento que parecían bien firmes, pero esta rebelión mostró corrientes
subterráneas de resentimiento acumulado que explotó en una orgía de violencia, que
no discriminaba entre españoles y criollos, sino que atacaba indiscriminadamente a los
blancos, cualquiera fuera su origen, claramente considerados enemigos en conjunto.

La crueldad del castigo a los rebeldes, fue simbolizada por el descuartizamiento de su


líder, que tuvo como objetivo alertar sobre los peligros de desafiar el poder español,
pero, asimismo, podemos pensar que estuvo inspirado por la sensación de que Tupac
Amaru había traicionado la confianza que en él había depositado la dirigencia colonial
al brindarle un rol social y político que, con su accionar, claramente había despreciado.

La rebelión de los esclavos

Otra insurrección con claros ingredientes de violencia étnica, esta vez exitosa, la
encontramos en Haití. El tercio occidental de la isla de Santo Domingo fue cedido por
España a Francia en 1697 por el tratado de Ryswick. El mayor interés económico del
área provenía de las plantaciones de azúcar, con mano de obra de esclavos
provenientes de variados orígenes, ya que para prevenir rebeliones, los traficantes
mezclaban personas originarias de diversas regiones africanas.

La variedad de etnías y una superficial evangelización, ya que los plantadores


franceses no se preocuparon demasiado por la salud espiritual de sus esclavos, dio
lugar a un culto sincrético, el vudú, que se convirtió en el vehículo de integración
cultural. Por otra parte, y como resultado de las influencias de la Ilustración, algunos
plantadores comenzaron a cuestionar la institución de la esclavitud, liberando a los
suyos y educándolos en las nuevas ideas predominantes en la metrópolis. Tal es el
caso del líder de la revolución independentista, Toussaint l’Ouverture.

Al producirse la revolución francesa, y radicalizarse en sus propuestas, los plantadores


en Haití pensaron que el experimento político republicano iba a decidir el fin de la
esclavitud, por lo que decidieron no reconocer al nuevo régimen, intentando mantener
la situación anterior, pero esta fue la oportunidad para un levantamiento generalizado
de esclavos que con gran ferocidad atacó las plantaciones desguarnecidas y forzó a
los plantadores sobrevivientes a refugiarse en la capital Port au’Prince. Los rebeldes
se apoderaron de las zonas rurales, organizando un ejército independentista.

La situación cambió cuando Napoleón, después de imponer su dominación política


sobre el experimento revolucionario, decidió organizar una expedición para recuperar
la valiosa colonia caribeña. Aprovechó un momento de relativa calma europea,
consecuencia del Tratado de Amiens, y envió tropas para dominar la revuelta, tuvo
éxito en la captura de Toussaint L’Ouverture, quien fue encarcelado y murió en
Francia, pero otros líderes rebeldes aprovecharon la debilidad de las tropas francesas
debido a las fiebres tropicales que los diezmaban y para las que no tenían ninguna
inmunidad.

Finalmente, y a medida que la tregua en Europa se derrumbaba, Napoleón reconoció


la imposibilidad de recuperar Haití y repatrió sus tropas. El ejército revolucionario, al
mando de Jean-Jacques Dessalines, Henri Christophe y Alexandre Pétion, los
lugartenientes radicalizados de Toussaint l’Ouverture, entró triunfante a la capital,
proclamando la independencia, y así Haití se convirtió en el primer Estado
independiente de América Latina en 1804.

El gobierno revolucionario decidió la abolición de la esclavitud, y los veteranos del


ejército independentista fueron recompensados con tierras provenientes de la
subdivisión de las plantaciones originales. La nueva situación muy pronto derivó en
prácticas minifundistas, y el nuevo país fue sometido a severas restricciones, ya que
su independencia no fue reconocida, y en todas las colonias del Caribe se impidieron
los contactos debido al temor de que cundiera el ejemplo y se produjeran
levantamientos de esclavos.

Terminadas las luchas de independencia de América Latina, en 1825 hubo un


acercamiento diplomático con las autoridades francesas, las que, a cambio del
reconocimiento de Haití como república, demandaron un pago de 150 millones de
francos como compensación por los daños económicos infligidos a los antiguos
propietarios de las plantaciones. La negociación por la suma exorbitante continuó y en
el tratado de amistad de 1838 se redujo a 90 millones, que implicó un gigantesco
endeudamiento de la débil nación caribeña.

La situación política resultante de la independencia estuvo caracterizada por el


excesivo poder de los líderes militares, a semejanza de lo que ocurriría en el resto de
América Latina. Jean-Jacques Dessalines promulgó en 1805 la nueva constitución que
lo consagraba Emperador. Un año después fue asesinado por competidores militares.
El poder del ejército estaba dividido entre los grupos negros, liderados por el general
Henri Christophe y los mulatos, bajo el general Alexandre Pétion.

Este enfrentamiento llevó a la división del país en un Haití del norte, bajo Christophe,
que fue coronado rey, y Haití del sur, cuyo presidente fue Pétion, quien le dio en su
momento apoyo a Simón Bolívar. Después del suicidio de Christophe y la muerte de
Pétion, en 1820, el general mulato Jean Pierre Boyer logró la reunificación del país
bajo la tutela de la élite mulata, promoviendo la invasión de Santo Domingo, que fue
anexada a Haití hasta 1844 cuando logró recuperar su independencia bajo el nombre
de República Dominicana.

Estas rebeliones de indígenas y de esclavos, anteriores al proceso independentista,


ponen el acento en la situación social predominante en América Latina. Una minoría
de colonizadores españoles en un caso o franceses en el otro, dominaban sobre las
amplias mayorías que realizaban las tareas que eran la base de las economías de
estas regiones.

La mano de obra esclava predominaba en las plantaciones que producían bienes para
el mercado externo y estaban situadas en las áreas tropicales, mientras que la mano
de obra indígena, jurídicamente libre pero sometida a muchas imposiciones, se
concentraba en las áreas de clima semi-tropical y templado donde se encontraban las
haciendas de actividad agrícola y ganadera como así también la minería, cuya
producción se enviaba a la metrópolis.

Las actividades que constituían la base de las economías coloniales tenían un atraso
muy significativo con respecto a los avances que a lo largo del siglo XVIII se estaban
produciendo en algunas regiones europeas. La agricultura y la minería continuaban
aplicando procedimientos anticuados, basados esencialmente en la sobre explotación
de la mano de obra servil, con rendimientos decrecientes, y sin capitales disponibles
para invertir en innovaciones productivas, que se conocían en las metrópolis pero que
no se habían trasladado a los espacios coloniales.

Las reformas borbónicas, que en España promovieron una serie de innovaciones que
lograron el crecimiento de la productividad agrícola, mejorando sustancialmente las
condiciones de la actividad rural, y permitiendo una mayor diversidad social, al brindar
oportunidades a sectores medios que prosperaron como consecuencia de esas
mejoras, en las colonias no fueron más allá de cambios en la división administrativa.

Sin embargo, una concepción más racional del espacio americano no podía superar la
misérrima infraestructura de comunicaciones, que hacía imposible toda integración de
las diversas comunidades que constituían los ámbitos autosuficientes del esquema
colonial, los que, una vez iniciado el proceso independentista, promovieron un proceso
centrífugo que multiplicó el número de nuevos países tan pronto como los firmes lazos
de las burocracias virreinales fueron destruidos en la vorágine revolucionaria.

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