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Agroalimentación Integrante:
701 Milexa Castillo CI: 28414877
Asly Velasquez CI: 30133992
Los límites coloniales de América Latina habían sido definidos vagamente durante siglos:
eran límites administrativos que organizaban la administración de un extenso territorio
(para los cánones europeos), ocupado efectivamente de manera dispersa e irregular, con
un archipiélago de enclaves urbanos conectados por el Camino Real. Desde las guerras
de independencia (1800 - 1860), muchos territorios nacionales quedaron definidos,
jurídicamente, a partir del principio de la aceptación de antiguas unidades administrativas
coloniales para los nuevos estados independientes pero, de facto, el establecimiento
efectivo de los límites territoriales se convirtió en uno de los problemas más difíciles de
resolver para los nuevos estados latinoamericanos, en primer lugar debido a los
constantes desacuerdos entre las partes y también debido la debilidad de los aparatos
institucionales burocráticos que no disponían de medios materiales, instrumentales y
recursos humanos para zanjar las disputas territoriales. Además, a lo largo del siglo XIX,
al mismo tiempo que se constituían los estados nuevos en América latina y configuraban
sus propios territorios se estaba reconceptualizando la propia idea de límite territorial,
tanto en el terreno de la jurisprudencia internacional como en la teoría política: mientras
que durante mucho tiempo los límites podían ser zonas o franjas de bordes difusos, los
procesos de formación territorial modernos requirieron límites que pudieran escribirse en
forma de líneas sobre los mapas. El origen de América Latina delimita la parte sur y
central del continente americano y comprende desde Tierra de Fuego en el sur, asciende
hasta el río Bravo en la frontera México-estadounidense e incluye las islas caribeñas. En
todos los casos, agrupa a países cuya lengua oficial es el español o el portugués
(Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador,
Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico,
República Dominicana, Uruguay y Venezuela). Cabe destacar que ciertas regiones
latinoamericanas dependen de ciertos países. Uno de ellos es Puerto Rico desde 1898,
que tras una guerra entre España y Estados Unidos pasó a depender de este
país norteamericano. Pues este país no logró encontrar su independencia, como lo
habían logrado Cuba y Filipinas, que también pertenecieron a la soberanía española y
que pasó también al dominio de los Estados Unidos.
La esclavitud, desde tiempos antiguos, fue la manera más común de adquirir mano de
obra barata para el desarrollo económico de las sociedades, Europa mantuvo legalmente
la esclavitud como forma de explotación del trabajo y ejercicio del derecho de propiedad
sobre las personas. El Rey Católico (España) concedía asientos de negros desde 1515 y
el Rey Cristianísimo (Francia) iba a la guerra para asegurarse el mercado africano, en
tanto que el león inglés, desencadenaba una guerra sin cuartel para expulsar del tráfico a
españoles, portugueses, holandeses, y franceses. Se trató del sistema de asientos que
duró hasta finales del siglo XVIII, ya que desde que el Reino Unido prohíbe el tráfico
desde África, no se podían importar. Las cifras iniciales son relativamente pequeñas;
75.000 personas a lo largo del siglo XVI y 125.000 entre 1600 y 1650. En 1501 los Reyes
Católicos dieron la primera licencia para trasladar esclavos negros desde África a
América. La organización del tráfico exigía la disponibilidad de puertos seguros y
permanentes en África desde donde proceder a embarcar los esclavos y desde el rio
Senegal al Norte y Benguela al Suroeste, se establecieron fuertes e instalaciones de
almacenaje en Senegambia, Sierra Leona, la Costa de los Esclavos, la Costa de Oro, el
Golfo de Benin, el Golfo de Biafra y África Central y Occidental. Toda esta
comercialización y exportación de esclavos africanos surge debido a la falta de los
mismos la sobre explotación de los ya esclavos por los europeos hacia que la resistencia
de estos fuese poca, haciendo grande la necesidad de más esclavos para seguirlos
explotando y utilizando en los nuevos proyectos, o los proyectos ya instalados por la
conquista.
Conclusión reflexiva