Está en la página 1de 12

Lic. José Luis Castillo Incio.

3° de Secundaria

LAS REFORMAS BORBÓNICAS EN EL VIRREINATO DEL PERÚ Y SUS PRIMERAS


REPERCUSIONES

1.1. La decadencia económica de España y la venta de cargos (s. XVI y XVII)


Durante los siglos XVI y XVII, España atravesaba un momento difícil en su economía fiscal, problema que tuvo
mucho que ver con su actuación política y administrativa con respecto a sus colonias americanas. Cuando llegó la
plata americana en cantidades que nunca antes se habían visto, se incrementaron los precios de muchos
productos españoles, originando una gran inflación. La situación se fue volviendo cada vez más precaria, teniendo
la metrópoli que recurrir a préstamos a otros estados europeos, endeudándose siempre más. De otro lado,
España no pudo abastecer a los mercados de sus colonias con sus propios productos manufacturados, razón por
la que también dependió de los otros estados europeos en este aspecto.
Mientras esto ocurría en España en el siglo XVII, América se recuperaba poco a poco de su caída
demográfica. La economía americana se fue diversificando haciéndose menos dependiente de la metrópoli.
Surgieron los obrajes, las haciendas, las fábricas de vino y aguardiente, las industrias del vidrio, de los relojes, de
la construcción. La extensión de América hispana, por otra parte, imposibilitaba un control absoluto desde la
metrópoli en todos los aspectos: defensivo, mercantil, administrativo, etc. En este contexto lejano para España,
paulatinamente los naturales en América fueron estrechando lazos sumamente fuertes con las autoridades
enviadas desde la península, y fueron construyendo relaciones económicas que les beneficiaban
significativamente, como fue, por ejemplo, el contrabando.
Este comercio ilegal no sólo lo llevaron a cabo las potencias enemigas de la Corona (corsarios o piratas);
también fue un asunto aceptado y fomentado por los comerciantes más importantes de la capital del virreinato
peruano, así como por comerciantes del interior. El contrabando aumentó tanto que a 1700 la mayor parte del
comercio hispanoamericano beneficiaba a los enemigos de España, principalmente Inglaterra, Francia y Holanda.
En conclusión, el poder de España se reflejaba debilitado en los siglos XVI y XVII, en lo político y en lo económico.
Pero lo que más urgía era dinero A fines del siglo XVII, la monarquía española tomó una amplia serie de medidas
extraordinarias para tratar de juntar fondos y así financiar sus conflictos con la Francia de Luis XIV. Entre estas
medidas se contaba ya con la venta de nombramientos públicos.1
Carlos II en 1687 rompió con la tradición y dio inicio a una época de frecuentes ventas de nombramientos
para ocupar cargos en las audiencias de América, sistema que fue aplicado hasta mediados del siglo XVIII. La
corona no vendía el “puesto”, sino el nombramiento, es decir, la posesión del cargo por un periodo determinado.
En el caso de que la persona falleciera al poco tiempo de haber sido designada, el puesto regresaba a manos de la
corona. Si el rey decidía prescindir de sus servicios –no mediando en la decisión ninguna causa de
comportamiento ilícito– se le tenía que rembolsar el precio de la compra más un interés anual del cinco por
ciento. El nombramiento se le concedía al mejor postor.
Como se ha visto, América se encontraba en mejor posición económica que la metrópoli. Criollos y
peninsulares afincados aquí eran quienes manejaban grandes capitales, fruto de sus actividades sobre todo
comerciales. Al ponerse en venta los nombramientos de oidores, alcaldes del crimen y demás de las audiencias de
América, fueron ellos los aspirantes con mayores recursos –y con mayor interés también– y a quienes más les
convenía sumar a su poder económico, el poder político que estos nombramientos suponían. 2 Pero la Corona
nunca quiso, por ejemplo, que un limeño formara parte de la Audiencia de Lima, debido a que existían muchos
vínculos creados con anterioridad por el hecho de ser originario de esta ciudad, asunto que dificultaría aplicar
justicia con imparcialidad. Sin embargo, ante las necesidades económicas que cada vez eran más hondas, la
Corona dejó de resistirse a vender directamente cargos en las principales audiencias a los nativos (americanos-
criollos) de la misma jurisdicción. Así, entre 1687 y 1712, los criollos lograron entrar por primera vez a formar

1
“La venta de cargos públicos, fenómeno general en los siglos XVI y XVII, fue una de las consecuencias derivadas de la
incapacidad del Estado renacentista para hacer frente a sus elevados gastos con los recursos ordinarios” . DOMÍNGUEZ ORTIZ,
Antonio, “Un virreinato en venta”, Mercurio Peruano, año XXIX, vol. XLIX, núm. 453, Lima, (enero-febrero) 1965, p. 43.
2
HERNÁNDEZ GARCÍA, Elizabeth, El pensamiento filosófico y político del “Elogio al Virrey Jáuregui” de José Baquíjano y
Carrillo, Tesis de Maestría (Inédita), Universidad de Piura, Piura, 1999, p. 55.
2

parte de las cortes de justicia de las mismas jurisdicciones de las que eran originarios. Esta concesión perjudicó
enormemente la autoridad ejercida por España en sus colonias.
Esto significó también el que se obstaculizara el funcionamiento del sistema de ascensos, ya que las
promociones por vías normales se hicieron cada vez más difíciles. Ascendía a un puesto ya no el que poseyera
mejores cualidades o el que hubiera hecho méritos para ello, sino el “mejor postor”. 3 De manera que, a tan
grande distancia de la península, con la lentitud de los medios de comunicación propios de la época y con la
autonomía económica que ya se había conseguido en Ultramar, a los americanos sólo les faltaba conseguir el
poder político. Éste vino concedido con estos nombramientos. Fueron éstas las elites que controlaron todos los
aspectos de la vida americana a partir de este momento. La dependencia hacia la metrópoli fue voluntaria. Como
afirma John Lynch, ésta fue la primera independencia americana.

1.2. El objetivo de las reformas borbónicas


Tal como se presentaban las cosas, la corona española necesitaba un giro radical en su política en relación a
América para, a su vez, fomentar su propio fortalecimiento. Con el cambio de siglo y el cambio de dinastía, la
situación se modificó sustancialmente. Cuando subieron al trono los Borbones franceses 4, advirtieron esta
necesidad y se abocaron a una paulatina modificación del sistema establecido: a esto se le conoce como
“reformas borbónicas”, en alusión a los monarcas que llevaron a cabo el cambio.
El objetivo general que se planteó la Corona con estas medidas fue restaurar el poder, el prestigio y la
prosperidad de España para volver a convertirla en uno de los grandes estados de Europa. Es decir, el objetivo
apuntó exclusivamente a la metrópoli. Pero para ello, era indispensable contar con América. Se debía terminar
con los privilegios particulares y centralizar en la metrópoli los beneficios de las colonias, modificando muchos
aspectos de la vida de aquellas.5 El proyecto, por tanto, buscaba hacer de España y América una sola entidad, una
unidad económica, obviamente con España a la cabeza, y no a la inversa, como había estado ocurriendo en los
dos siglos anteriores. Esto significaba que España explotaría con extraordinario cuidado América en su beneficio
propio6. Al final de este periodo –1808– comercio, minería, vida intelectual y división política, etc., todo fue
totalmente diferente.
¿Qué tratamiento recibieron las provincias americanas en este macro-proyecto? Se recomendaba que a las
posesiones del Nuevo Mundo se les asignase el papel de “colonias7 clásicas”. Esto significaba que serían
productoras de materias primas y compradoras de artículos manufacturados que no le hicieran competencia a
España. Se estaba limitando, como se ve, la producción económica americana, se le estaba recortando su
autosuficiencia. Al tratar de convertir América en una colonia clásica, entre otros aspectos, lo que se quería era
restarle poder a las oligarquías coloniales, a la elite poderosa de cada región que se había hecho con el poder
económico y político local.
Si bien es cierto que tenemos reformas borbónicas desde inicios del siglo XVIII, la etapa de mayor apogeo de
estas medidas será a partir del gobierno del monarca español Carlos III. Se realizaron reformas en todos los
ámbitos de la vida política, económica y administrativa de América. Quien impulsó enormemente estas medidas
3
BURKHOLDER, Mark y CHANDLER, D.S., De la impotencia a la autoridad. La Corona española y las audiencias en América,
1687-1808, FCE, México, 1984, p. 55.
4
En los siglos XVI y XVII, en España regía la dinastía de los Austrias, denominada también la dinastía de los Habsburgo. A
consecuencia de que el último monarca, el archiduque Carlos, murió sin dejar descendencia, se dio inicio a un conflicto por el
trono español entre las monarquías europeas, conocida como la Guerra de Sucesión (1702-1712). Ésta culminó con el triunfo
de Felipe de Anjou, (nieto del rey de Francia y perteneciente a la dinastía de los Borbones) que pasó a ser Felipe V. Con éste,
los Borbones franceses gobernaron España desde el siglo XVIII, dinastía que rige hasta la actualidad.
5
MAZZEO DE VIVÓ, Cristina, El Comercio Libre en el Perú. Las estrategias de un comerciante criollo. José Antonio de Lavalle y
Cortés, 1777-1815, PUCP, Lima, 1994, p. 40.
6
“De mediados del siglo XVIII a 1808 la piedra fundamental del gobierno español fue el “poder”, la “autoridad”, el
restablecimiento y expansión de la autoridad real en menoscabo de los derechos adquiridos por las sociedades coloniales,
atrincheradas en sus privilegios desde mucho tiempo atrás.” BURKHOLDER, Mark y CHANDLER, D.S.; De la impotencia a la
autoridad..., p. 119.
7
Se quería que América solamente fuera –en el sentido económico- un territorio dominado y administrado por España, a
pesar de que en el sentido político, las colonias americanas tenían la condición de reinos de España, a la manera de Castilla,
Aragón, León, Navarra, entre otros.
3

fue José de Gálvez, Secretario de Indias entre los años 1775 y 1787. Fue Visitador General del Virreinato de Nueva
España (1765-1771), habiendo adquirido, por esto, una amplia experiencia en la administración americana. Las
reformas incluían específicamente a todos aquellos grupos de poder que pudieran hacer frente a la persona del
rey. El virreinato del Perú era uno de ellos.

1.3. La visita de Antonio de Areche al Perú


El programa de las reformas borbónicas en América comprendía como uno de sus primeros puntos a las
Visitas Generales. El objetivo que cumplieron éstas fue determinar cuál era la verdadera situación de la provincia
americana en la que se pensaba implantar alguna medida reformadora. José Antonio de Areche, nacido en el
norte de la península –Vizcaya–, llegó al Perú como Visitador General el año 1776. 8 Tuvo como misión instaurar en
el virreinato peruano las consabidas modificaciones estructurales de inspiración borbónica en el que estaba tan
empeñado el monarca español.9
Areche tenía que incidir en puntos básicos, como: conseguir una mejor administración de justicia; reordenar
la administración de la Hacienda Pública; organizar los impuestos y tributos para conseguir una recaudación de
rentas reales más efectiva; y estudiar las deficiencias que aquejaban a la minería peruana 10; en este último punto,
desde España se le asignó la misión de reflotar la mina de Huancavelica. Todos estos aspectos representaban una
labor difícil para el visitador, por las particulares características del Virreinato, lugar donde la administración de
justicia –Audiencia de Lima– se encontraba en manos de una elite peninsular y criolla vinculada estrechamente
entre sí por lazos de parentesco y económicos predominantemente. Este grupo privilegiado fue el que se enfrentó
al Visitador, al advertir que, de tener éxito la Visita, repentinamente podrían perder determinadas prerrogativas
de que habían gozado hasta entonces.11 La visita de Areche, entonces, encontró férrea oposición entre las filas del
grupo con el que debía llevarse mejor, recurriendo la elite a uno de sus mejores aliados, aquel que tenía similar
jerarquía que el visitador: el virrey.
En ese entonces era virrey del Perú Manuel de Guirior, más conocido como el “virrey peruano” por la buena
relación que tenía con la elite. Para Guirior la visita de Areche también fue motivo de recelo. Si bien es cierto el
visitador venía al Perú a implantar reformas, no debe dejarse de lado el detalle de que también su misión
comprendía investigar el funcionamiento de los diversos aspectos del gobierno aquí, 12 razón de más para que
Guirior se sintiese puesto a prueba. Entonces, el virrey empezó también a obstaculizar la aplicación de las
reformas establecidas por Areche, con la intención expresa de no perjudicar al “grupo peruano” con las nuevas
cargas tributarias; inclusive llegó Guirior a solicitar que la metrópoli limitase las atribuciones del visitador. Areche,
que se percataba de todas las intromisiones que Guirior realizaba en el cumplimiento de su labor, informó a
España reiteradamente que este virrey no era para mandar en Perú 13. Consecuencia de estos informes, Guirior
fue sustituido en año 1780. Areche había triunfado, pero sólo momentáneamente.

8
“Areche había servido al Rey como oidor de la Audiencia de Manila, para cuyo cargo le destinó Carlos III en 1765, sin que
llegara a desempeñarlo, pues estando de tránsito en México –en 1766- se le hizo Fiscal del Crimen en aquella capital; en 1768
pasó a encargarse de la Fiscalía de lo Civil en la misma Audiencia. Colaboró así en la visita de Gálvez al virreinato de Nueva
España. Y allí permaneció hasta que en 1766 se le promovió a Visitador General del Virreinato del Perú, Intendente del
ejército, con plaza en el Consejo de Indias y Cruz pensionada de Carlos III.” PALACIO ATARD, Vicente, “Areche y Guirior.
Observaciones sobre el fracaso de una visita al Perú”, en Anuario de Estudios Americanos, nº12, Sevilla, 1946, p. 277.
9
PUENTE BRUNKE, José de la, José Baquíjano y Carrillo, Editorial Brasa, Lima, 1995, p. 40.
10
DEUSTUA PIMENTEL, Carlos, “El Visitador Areche y el “Elogio” de José Baquíjano y Carrillo”, en Boletín del Instituto Riva
Agüero, núm. 8, Lima, (1969-1971), p. 126.
11
Así tenemos, por ejemplo, la visita que realizó Areche a la Audiencia de Lima. Ésta sirvió para remover los ánimos y para
descubrir la unida oposición que había de encontrar todo intento reformador en determinados núcleos del virreinato
peruano. “... núcleos que integraban los ricos hacendados, los nobles poderosos, los comerciantes y todos cuantos se
beneficiaban con la situación establecida. Las voces contra la Visita fueron elevándose poco a poco de tono, y lo que comenzó
siendo murmuración sorda, acabó por decirse en público a gritos.” PALACIO ATARD, Vicente, “Areche y Guirior...”, p. 292.
12
PUENTE BRUNKE, José de la, José Baquíjano y Carrillo, p. 40.
13
AGI, Carta de Areche a Gálvez, 12 de abril de 1780, Audiencia de Lima, 1084, en Ibídem, p. 316.
4

Agustín de Jáuregui y Aldecoa, natural de Navarra, también al norte de la península, fue designado nuevo
virrey del Perú. Los grupos limeños perdieron a su anterior aliado, sin embargo la reticencia contra el visitador y
las medidas que seguía implantando no cesaron. Esta actitud junto con algunos errores que cometían Areche, y
otros que le son atribuidos, determinaron, también, la caída del visitador. Los levantamientos indígenas del
interior, la cruenta debelación de la rebelión de Túpac Amaru II –atribución que no le correspondía al visitador–,
el derrumbe de la mina de Huancavelica, así como el inicio de informes negativos sobre el virrey Jáuregui ante la
corona –similar sistema que había empleado con Guirior–, hicieron pensar al Consejo de Indias que el error
estaba en la persona del visitador. Su actuación fue puesta en tela de juicio en las esferas gubernamentales y se
tomó una decisión: sustituir a José Antonio de Areche. Estamos ya en el año 1782.
Jorge Escobedo y Alarcón, nacido en Jaén, provincia española, fue nombrado nuevo visitador del Perú. Con él
continuó la aplicación de las medidas reformadoras. Estaba claro desde el comienzo que la misión de Areche no
iba a ser nada fácil, sólo que de todas maneras se esperaban mejores resultados en el orden social. Así terminó el
primer intento de la corona por llevar a cabo su plan reformador.

1.4. Nueva organización territorial del virreinato


Fueron muchas las reformas que se pusieron en ejecución en
América con el objetivo expreso de mantener un mayor control de
las colonias, teniendo lugar los siguientes cambios:
a. La creación de dos nuevos virreinatos en Sudamérica: el
Virreinato del Río de la Plata (1776) y el Virreinato de Nueva
Granada (1739). También tuvo lugar la creación de dos
Capitanías Generales: la de Chile (1778) y la de Venezuela.
b. Instauración del sistema de intendencias sustituyendo a los
corregimientos. Hay que señalar –aunque se verá más
adelante– que las intendencias en el Perú no fueron
propiamente un triunfo de la rebelión de Túpac Amaru, debido
a que era un proyecto que tenía la Corona desde décadas
anteriores.
La división de Sudamérica en más virreinatos –cosa que no pasó en
otras partes del continente– podría indicar que la autoridad de la
Corona peligraba más en esta realidad que en otras similares, pues la
atención de los monarcas se centró aquí. El único virreinato que existía
antes era el del Perú. Enorme extensión territorial. Demasiado para el
control de un sólo virrey y demasiada realidad para poder ser conocida
totalmente por la Corona. Así que se consideró que dividiendo se controlaría mejor todo el territorio, cosa que
era cierta, pero que trajo otras consecuencias indirectas.
Por ejemplo, la creación del virreinato del Río de la Plata motivó el recelo de los grupos de poder limeños. En
primer lugar, por la adjudicación de la provincia minera de Potosí al recién estrenado virreinato. Y en segundo
lugar porque suponía la apertura de un puerto importante en el Atlántico que le hizo competencia al monopolio
del puerto del Callao. Se creó, entonces, una rivalidad entre Lima-Buenos Aires. Estos dos focos económicos
entraron en un conflicto de intereses que dio lugar a dos tipos de rivalidades: rivalidad del Atlántico contra el
Pacífico y rivalidad del antiguo contra el nuevo régimen. Buenos Aires era una salida importante hacia el Atlántico,
entonces, consiguió arrastrar las economías regionales que comenzaron a moverse hacia la ciudad-puerto. La
corona consiguió con este virreinato, además de la agilización comercial, restar influencia a las elites peruanas.
Ambos intentos se completaron con la legalización del comercio libre.

1.5. El “libre” comercio y la reforma fiscal


El sistema anterior era el denominado “monopolio comercial”. Éste consistía en el comercio establecido
únicamente entre los puertos de Cádiz y Sevilla con determinados puertos de las provincias americanas. En el
5

Perú el puerto legal para el comercio directo con España era el Callao. El libre comercio modificó este sistema,
aunque no de modo absoluto. Libre comercio, en este contexto, significó la apertura de mayor número de
puertos españoles en el comercio con mayor número de puertos americanos; de ninguna manera significó libre
comercio con otras naciones; en este sentido, este sistema fue también un comercio “protegido”.
En cuanto a las repercusiones que este “libre comercio” tuvo en el Perú, John Fisher sustenta que el
virreinato sufrió por la expansión del comercio español en el recién creado virreinato del Río de la Plata, pero que
los comerciantes limeños mantuvieron el control de la exportación del cacao de Guayaquil y la producción de la
plata del virreinato, compensando Cerro de Pasco la pérdida de Potosí. En cuanto a la industria textil, si bien es
cierto que los obrajes cusqueños experimentaron una disminución a fines del s. XVIII por la competencia de
productos manufacturados importados, hubo también factores internos que llevaron a esta situación, como la
rebelión de Túpac Amaru II, así como el reemplazo de los obrajes por los chorrillos, que brindaban una
manufactura doméstica a las zonas mineras.
El libre comercio, por tanto, no supuso la decadencia absoluta del comercio limeño frente al comercio
bonaerense o al chileno, como se ha venido afirmando desde hace algún tiempo. Si bien es cierto supuso un
desequilibrio inicial, los resultados no fueron desfavorables, y por el contrario, los comerciantes limeños gestaron
otros “mecanismos de supervivencia”, que no detuvieron el giro comercial establecido desde el comienzo.
Pero la reforma de la economía americana también se centró en el ámbito fiscal. El 30 de marzo de 1772 una
real cédula dispuso un incremento general del impuesto de alcabala del 2% al 4% sobre los artículos coloniales e
importados en el virreinato peruano. Sin embargo, había muchos intereses que se veían perjudicados con este
incremento; y así, en octubre de 1773 algunas autoridades no hicieron efectivo el cobro argumentando que no
habían sido informadas claramente sobre qué mercancías estaban afectas al nuevo arancel. 14
El incremento de la alcabala así como la creación de las aduanas al interior para la fiscalización de las
mercancías, dejaron descontentos no sólo a los comerciantes criollos o peninsulares, sino también a los indígenas.
Éstos últimos “estaban recelosos de los nuevos dispositivos y se mostraban reacios a someter sus productos al
control aduanero, porque sospechaban que se les obligaría al pago de la alcabala sin considerar las exenciones
legales existentes. La ley estipulaba que los indios gozaban del privilegio de no pagar alcabala sobre los productos
de la tierra que cultivaban en sus chacras o que elaboraban por sí mismos. Sin embargo, debían pagarla sobre los
bienes de Castilla que producían o comerciaban.” 15 Todas estas modificaciones tributarias fueron potenciales de
descontento y frustración al interior de los diferentes sectores de la población colonial. Los hacendados, obrajeros
y comerciantes debieron haberse visto afectados por el incremento de la alcabala al 6%, especialmente cuando
ésta comenzó a cobrarse sistemáticamente.
De igual modo la reforma fiscal generó descontento entre la población del virreinato. Alcabalas y aduanas
fueron de la mano en el espíritu de rechazo que se experimentó hacia las reformas borbónicas en la segunda
mitad del siglo XVIII. La población del sur andino, especialmente, llevó a cabo algunos levantamientos de
importancia, como por ejemplo: a) la rebelión de Urubamba (Cusco, 1777); b) Movimientos contra la aduana de
La Paz (Alto Perú, 1777 y 1780); c) La revuelta contra la aduana de Arequipa (1780); d) La conspiración de plateros
(Cusco, 1780).16 Hay que dejar claro que estos movimientos son contrarios al nuevo sistema fiscal, y no a la
corona; es decir, no buscan la separación respecto a España.
No fue nada fácil implantar en el Perú el programa reformador borbónico. El costo social fue bastante alto.
Con esta parte del virreinato peruano en movimiento constante, surgió la figura de Túpac Amaru II, aquel que
realmente remeció las estructuras de esta parte del continente americano.

1.6. La rebelión de Túpac Amaru II


La rebelión de Túpac Amaru II fue el acontecimiento que puso en mayor riesgo la estabilidad política del
virreinato peruano a lo largo de toda la historia colonial. El personaje de esta escena ha sido mitificado por
14

15

16
6

algunos autores, con el objetivo de incentivar el amor a lo propio y resaltar la importancia de los peruanos en el
proceso de independencia nacional. Sin embargo, la interpretación histórica tiene algunos matices que no han
sido suficientemente considerados.

1.6.1. Quién era Túpac Amaru


Descendiente de los incas de Vilcabamba, los que ofrecieron resistencia ante el avance español en el siglo
XVI, se denominó como su antecesor más remoto: Túpac Amaru I, el último de los incas de las montañas del
Cusco. Su nombre era José Gabriel Condorcanqui Noguera. Mestizo, hijo de padre indígena y de madre criolla.
Cursó sus estudios, como correspondía a su alta alcurnia, en el Colegio de Caciques San Francisco de Borja
del Cusco, institución creada para educar a la nobleza indígena. Se afirma que aquí coincidió con otros alumnos
que, pasado el tiempo, serían sus más fuertes aliados en la lucha contra la Corona. 17 Luego de estudiar en el
Colegio de Caciques, volvió a Surimana –aproximadamente en 1758– para encargarse de las labores de curaca,
dado que su padre había fallecido ya para ese entonces. El 25 de mayo de 1760 contrajo matrimonio con Micaela
Bastidas Puyacahua, en la iglesia del pueblo de Surimana. De esta unión, nacieron tres hijos: Hipólito (1761),
Mariano (1762) y Fernando (1768).
José Gabriel se dedicó al comercio. Sus mulas realizaban el recorrido Cusco-Potosí. Era “dueño de recua”
como se conocía a quienes tenían en propiedad personal estos animales de carga para el transporte de
mercancías al interior del virreinato. Es decir, a la posición económica que por ser cacique ya tenía, se añadían las
ganancias que sus actividades comerciales le dejaban. Por tanto hablar de Túpac Amaru II es referirse a una
persona adinerada, imagen bastante lejana de la propiciada en el siglo XX que nos hizo ver en Condorcanqui a un
indígena (primer error porque él era mestizo) pobre, sojuzgado por los españoles. Él era una autoridad, era un
funcionario colonial adinerado que servía a la Corona española. Efectivamente, su condición no impidió que se
diese cuenta de las cosas que se debían cambiar.
El reconocimiento de ser descendiente de Túpac Amaru I no le fue dado sólo por tradición. Era necesario
hacerlo legal, y por ello tuvo que entrar en juicio con la familia Betancourt, que también se consideraba
descendiente de aquél inca. Fue reconocido finalmente como descendiente legítimo, así que pudo continuar
como cacique de Tungasuca, Pampamarca y Surimana. Pero lo más importante para nuestro estudio es que –se
afirma– este litigio le permitió advertir la venalidad de la administración pública limeña, así como necesaria
posición económica para solventar el gasto que demandaba un proceso tan largo, la lentitud de la justicia y la
necesidad de otra audiencia en el Perú (sólo existía la de Lima), cosas que, entre otras, le movieron a levantarse.

1.6.2. Motivos de su levantamiento


Túpac Amaru II consideraba injusta la mita minera que tenían que cumplir los indios de Tinta en las minas de
Potosí. Realizó una serie de reclamaciones en la ciudad de Lima, pero no obtuvo respuesta satisfactoria. Ello,
unido a las razones antes expuestas, le movieron contra las autoridades coloniales. Efectivamente, una de las
banderas de su rebelión fue ir contra el “mal funcionario”, en concreto, contra los corregidores. Respecto a ellos
decía: “Mi deseo es que esta clase de funcionarios debe ser totalmente depuesta; que sus repartimientos deben
acabar... que en esta ciudad se funde una real audiencia... de manera que los indios tengan recursos de justicia
más cerca de ellos. Este es por ahora todo el objeto de mi acción... dejando el directo dominio al rey de España... y
manteniendo la obediencia debida a él...”18
Túpac Amaru explicaba que, como el indio más distinguido de sangre incaica, se sentía impelido a encabezar
el levantamiento debido “a las repetidas quejas que los habitantes de esta provincia me han hecho
incesantemente de los daños inflingidos a ellos por varias personas, como los corregidores y europeos. Aunque las
quejas fueron hechas a los varios tribunales, no se encontró remedio para evitarlos.” 19 Se fue gestando en su
mente la idea de encabezar una rebelión, la cual –al principio– no tuvo atisbos de rechazo a la monarquía
española, sino simplemente ir contra los funcionarios locales. Sin embargo, sobre este punto continúan las
controversias.
17
ALBI, Julio; La defensa de las Indias (1764-1799), Fondo de Cultura Económica, México, p. 173.
18

19
7

1.6.3. Mecanismos de propagación de la rebelión


Esta rebelión reclutó su dirigencia y grueso de hombres de Tinta (Canas y Canchis), Combapata, Tungasuca,
Surimana, Sicuani, Pitumarca, Condoroma, Pamapamarca y San Pedro de Cacha. Este apoyo local sugiere que
Túpac Amaru fue capaz de movilizar a su propia gente, tenía el apoyo total de su provincia. La propagación del
movimiento en el sur andino no fue labor tan difícil, considerando que participaron los caciques de las provincias
sujetas a la mita de Potosí, es decir de la zona sur andina por la que él se levantaba. Además, otro mecanismo de
difusión de la rebelión fue el parentesco con Túpac Amaru entre los propios caciques. Por ejemplo, de seis
arrieros20 que estuvieron implicados, cuatro eran parientes de Túpac Amaru. En este sentido, existió una
propagación geográfica del movimiento y el territorio del circuito comercial de Potosí (Alto y Bajo Perú).
No obstante, el hecho de que se contara con caciques de casi todo el centro y sur andino, ¿significó una
identificación absoluta con los postulados de Túpac Amaru? Al
parecer, no. En los juicios que se siguieron a los colaboradores de
Túpac Amaru, todos los caciques admitieron haber creído que
estaban poniendo en riesgo sus propios puestos si es que no
cooperaban activamente en la rebelión.21 No todos los caciques
apoyan la rebelión. Algunos de ellos no habían sido ratificados en
sus cargos por la Corona; quizás por esa razón se pusieron del lado
de las tropas españolas, esperanzados en la confirmación de sus
nombramientos.
También el grupo criollo fue convocado a esta sublevación.
Túpac Amaru tuvo como uno de sus objetivos conseguir la adhesión
de este estamento: representaban los criollos la elite comercial y
política del virreinato; conseguir su apoyo podía ser determinante
en el éxito del movimiento. En un edicto para la provincia de
Chichas, aseguraba a los criollos que no tenía ninguna intención de
dañarles, ni pensaba atentar contra la religión católica. Sin
embargo, los criollos no lo apoyaron. Conforme avanzaba la rebelión, se fueron retirando del lado del cacique. Las
razones se podrían sintetizar en el temor que les inspiraba la sublevación de un grupo numéricamente superior a
ellos, que podía volverse contra sus vidas y bienes 22; en la poca conveniencia económica que la liberación del
trabajo obligatorio de los indios traería consigo; y por último, Túpac Amaru decretó la libertad de los negros de
Tungasuca, cosa que terminó de alejar a los criollos. Éstos decidieron, entonces, apoyar a la Corona.
El desenvolvimiento de los hechos militares, es bastante conocido. La rebelión iniciada el 4 de noviembre de
1780 –onomástico del rey Carlos III– con la detención y ejecución del corregidor de Tinta Antonio de Arriaga,
finalizó con la traición en Langui de uno de los sublevados, el 6 de abril de 1781. Túpac Amaru, su esposa Micaela
Bastidas y uno de sus hijos, fueron entregados a las autoridades. El 15 de mayo se dictó sentencia contra los
principales dirigentes de la rebelión, y el 18 de mayo fueron ejecutados en el Cusco. Túpac Amaru II consiguió
movilizar el Alto y Bajo Perú, su movimiento tuvo repercusiones de gran dimensión, dentro y fuera del territorio
virreinal; por ello se puede afirmar que fue el levantamiento que en el siglo XVIII mayor preocupación y
desequilibrio inicial suscitó en el orden colonial peruano, pero en el que quedó evidente, también, el temor de los
grupos de poder ante una rebelión que sí pudiese triunfar. La rebelión de Túpac Amaru movió a los estamentos
privilegiados a afirmarse en el orden monárquico para preservar sus intereses.

20

21

22
LIC. JOSÉ LUIS CASTILLO INCIO. TERCERO DE SECUNDARIA

EL VIRREINATO PERUANO Y LAS CORTES DE CÁDIZ

2.1. La invasión napoleónica a España (1808-1814)


Estamos a inicios del siglo XIX. En Europa, Napoleón Bonaparte
estaba decidido a ser el emperador de un imperio que comprendiera
casi todo el orbe. Su acérrima enemiga era Inglaterra, a la que se había
propuesto conquistar. Para conseguirlo debía aliarse a aquellos países
cercanos que pudieran bloquearla comercialmente. Entre estos países
estaban España y Portugal. Y en esta última, las circunstancias políticas
le fueron favorables al “emperador francés”.
En España gobernaba Carlos IV, quien no se caracterizaría
precisamente por sus dotes para el mando. Por otro lado, la corte
española era famosa por sus escándalos. El más grande de ellos era el
poder que se confirió a Manuel Godoy, primer ministro del rey y
supuesto amante de la reina María Luisa. El arrogante poder y la
autoridad de un favorito de la corte no eran novedad en la historia de
España, pero sí lo era la relación tan peculiar que existía en la “trinidad
terrenal” que era como la propia María Luisa denominaba a los tres. 23
Fue Godoy quien llevó a España a la guerra como aliada, en un
principio, de Francia.24 Al buscar granjearse la simpatía de Napoleón,
consiguió que España y Francia se hicieran aliadas, con lo cual España
tuvo que intervenir en una serie de enfrentamientos, ocasionando el
Napoleón Bonaparte.
malestar general.
En relación a Inglaterra, Napoleón se propuso bloquearla cerrándole el paso desde Portugal. Sin
embargo, Portugal se mostró reacio a cualquier intento de irse en contra de su aliado del norte; así que
Napoleón decidió invadir Portugal; para ello necesitaba de España. El año 1807 España y Francia firmaron el
Tratado de Fontainebleau, por el cual se determinó que Francia enviaría tropas para atacar Portugal, pero
pasando por territorio español. ¿Qué ganaba España con la aceptación de este tratado? Más claro, ¿qué
ganaba Godoy que era el promotor? Se determinó la repartición de Portugal en tres secciones: el sur para
Godoy, el centro para Napoleón, y el norte para María Luisa (hija de los reyes de España) y su hijo. Firmado el
tratado, las tropas francesas ingresaron a territorio español en dirección a Portugal, consiguiendo su
ocupación. Antes, los reyes portugueses consiguieron huir y se dirigieron a Brasil. 25 Con el triunfo sobre
Portugal se había cumplido una parte del plan.
Mientras tanto, en la península española se vivía una crisis política sumamente fuerte. El príncipe
heredero, Fernando, abrigaba resentimientos hacia el “favorito” Godoy. El mismo año de la ocupación de
Portugal, se descubrió que Fernando estaba conspirando contra los reyes, sus padres, para obtener el apoyo
de Napoleón y derrocar así a Godoy. Por el lugar donde se desarrolló, a este hecho se le conoce como “La
Conjura de El Escorial” (1807). El príncipe fue aprehendido, y tuvo que pedir perdón a sus padres, perdón que
le fue concedido el 5 de noviembre del mismo año. 26 Sin embargo, la población española, descontenta con la
corte de Carlos IV, al enterarse de este hecho, se puso del lado de Fernando por considerarlo la esperanza de
un mejor gobierno. Esta escisión en la familia real española aceleró la ejecución de la otra parte del plan de
Napoleón: invadir también España y sustituir a la dinastía borbónica por la dinastía Bonaparte.27

23
ANNA, Timothy E., España y la independencia de América, Fondo de Cultura Económica, México, 1986, p. 44-45.
24
“En la época de Napoleón, las vanas pretensiones de grandeza de Godoy llevaron a España al desastre nacional .”
Ibídem, p. 47-48.
25
Este hecho es muy importante en la historia de América, puesto que es la primera –y única- vez que un rey europeo
viene a residir a su colonia americana, estableciéndose en esta parte del mundo una corte imperial.
26
“La conspiración del príncipe contra sus padres se convierte, en la imaginación del pueblo, en conspiración de los
padres, embaucados por el traidor Godoy, contra el hijo mártir, al que se compara con San Hermenegildo...” ARTOLA
GALLEGO, Miguel, La España de Fernando VII, Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1999, p. 26. El pueblo español convierte a
Fernando en un símbolo, sobre todo porque esta conjura es descubierta.
LIC. JOSÉ LUIS CASTILLO INCIO. TERCERO DE SECUNDARIA

Entre diciembre de 1807 y marzo de 1808 tropas francesas –100.000 hombres– fueron ingresando a
territorio español. Al comienzo no se advirtió que se trataba de enemigos hasta que los franceses se
apoderaron de algunas fortalezas del norte.28 En marzo de 1808 Napoleón envió un ultimátum: España
cedería sus provincias norteñas –entre los Pirineos y el río Ebro–, concedería amplios privilegios comerciales
en la América española a Francia, y el príncipe Fernando se sometería al control de su padre; todo ello a
cambio de la región central de Portugal y del matrimonio de Fernando con una princesa francesa.
La familia real española pensó en huir a América como lo había hecho la corte portuguesa. Este
momento fue aprovechado por el príncipe Fernando. Sus agentes difundieron el rumor de que la familia real
estaba a punto de escapar hacia el sur llevándose consigo al príncipe heredero. La multitud que se agolpó en
las puertas del palacio de Aranjuez –hecho al que se denominó “El motín de Aranjuez” (17-03-1808)- atacó la
casa de Godoy y se amotinó en la residencia del rey exigiendo la abdicación de Carlos IV. Ante esta presión, el
rey aceptó, y el 19 de marzo de 1808 abdicó la corona española en su hijo, quien esa misma noche fue
proclamado rey de España: Fernando VII, “El Deseado”. Sin embargo, el nuevo rey no fue mejor que su
antecesor. Fernando cometió dos errores que le determinaron el futuro de la metrópoli: buscó el
reconocimiento oficial de Napoleón que le garantizara el trono; y, se encaminó a Bayona –ciudad francesa de
la frontera– cuando Napoleón le invitó a conferenciar, poniéndose así en sus manos.
Napoleón mandó llamar a Bayona a los dos reyes –Carlos IV y Fernando VII–, que acudieron al
emperador como dos partes litigantes que quieren resolver un pleito. Estando en Bayona, Napoleón los tomó
cautivos e instó a Fernando VII a que abdicase en su padre; así lo hizo, luego Carlos IV abdicó en Napoleón, y
éste a su vez en su hermano José Bonaparte, nombrándose así al nuevo gobernante español. A primeros de
mayo de 1808, España parecía haber perdido definitivamente su independencia nacional. Fue el comienzo
del gobierno usurpador y afrancesado. Sin embargo, la población española se levantó en contra de Francia,
dando inicio a la guerra por su independencia, periodo que repercutió enormemente en el continente
americano.

2.2. La formación de las juntas de gobierno en América


El pueblo español no fue tan sumiso como Carlos IV y Fernando
VII, manifestándose contrario a ser gobernado por otra corte que no
fuese la legítima de Fernando VII. Se dio inicio al proceso de formación
de las juntas de gobierno en la metrópoli. Cada provincia española
formó su propia junta que afirmó gobernar en nombre del “rey
cautivo”. El planteamiento político que fundamentaba esto era
sencillo: el pueblo había delegado la autoridad y soberanía al rey; ante
su ausencia, la soberanía retornaba al pueblo, el cual decidiría la mejor
manera de gobernarse. En este caso particular, la población española
decidió formar juntas al margen del gobierno Bonaparte.

Fernando VII A América fueron llegando noticias preocupantes de los


acontecimientos de la metrópoli. Desde la conjura de El Escorial hasta
los sucesos en Bayona y el nombramiento de un monarca ilegítimo para España y América, todo fue sabido
por los americanos –por la distancia– con detalles más alarmantes. Lo que se temía en este continente era la
caída de todo el imperio español en manos de los franceses. En España se había formado la Junta Suprema
Central para reemplazar a Fernando VII, asumiendo el derecho del pueblo español por recuperar el poder
político. La idea era conseguir que las colonias americanas reconocieran a esta Junta como la emanación de
Fernando VII en su imposibilidad de gobernar. Sin embargo, en América se manejó el mismo concepto de
soberanía que en España, por lo tanto también se formaron juntas de gobierno. Un verso nos ayudará a
comprender esta figura:

27
RODRÍGUEZ CASADO, Vicente, Conversaciones de Historia de España, Tomo II, Editorial Planeta, Barcelona, 1965, p.
57.
28
ANNA, Timothy., España y la independencia de América, p. 51.
LIC. JOSÉ LUIS CASTILLO INCIO. TERCERO DE SECUNDARIA

“Si los españoles deben


Luego que les faltan reyes,
Formar su Junta y sus leyes,
Los que en esta fuente beben
También a su ejemplo deben
Formarla, pues el poder
Es igual a mi entender.
Si el español forma junta
El de América pregunta:
¿por qué no la puede hacer?”29

El caso es que en toda América se formaron juntas que pretendieron gobernar en nombre de Fernando
VII. Sin embargo, en el Perú se vivió otro tipo de “fidelidad”.

2.3. El virrey Fernando de Abascal y el virreinato del Perú


Si bien en América las juntas de gobierno representaron la fidelidad al rey Fernando VII, en el Perú otra
figura –tal vez más importante en cuanto a eficacia política– lo representó más allá de cualquier recurso legal
tradicionalmente legítimo o de cualquier acuerdo tomado en la metrópoli. La figura de Abascal resulta ser la
pieza clave para entender el por qué la independencia en el Perú fue la que más tardó en producirse en el
continente sudamericano.

2.3.1. ¿Quién era Abascal?


José Fernando de Abascal y Sousa no era un advenedizo en la vida política de la metrópoli ni en la de
Hispanoamérica. Era un peninsular. Nació en Oviedo el 3 de junio de 1743. Su vida la había dedicado a la
carrera militar; intervino, por ejemplo, en la batalla de Argel en 1775 y en la ocupación de la colonia del
Sacramento.30 Su carrera militar en el nuevo continente la inició en Cuba, cuando fue destinado a esa colonia
como Teniente del Rey, periodo en el cual se dedicó a fortificar La Habana. Posteriormente pasó a
Guadalajara como presidente de la audiencia de esa jurisdicción.
Posteriormente se le nombró virrey del Río de la Plata. Sin embargo, fue un cargo que no llegó a ocupar
por ser nombrado virrey del Perú. Para poder llegar a nuestras tierras, pasó muchas peripecias, consecuencia
de la guerra que en esos momentos se producía entre España e Inglaterra. Detenido por los ingleses cuando
se dirigía al Perú, fue conducido a Lisboa donde consiguió ser canjeado. Vuelto a América, desembarcó en
Buenos Aires y desde allí se dirigió a Lima.
José Fernando de Abascal gobernó el Perú de 1806 a 1816. Diez años de gobierno considerando que el
periodo establecido era de cinco, era un gobierno bastante sui generis, aunque otros virreyes –en el siglo
XVII– ya habían sentado este precedente. Sin embargo, Abascal consiguió mantener al virreinato peruano al
margen de los movimientos independentistas que –en otras realidades americanas– fueron consecuencia de
la formación de juntas de gobierno.

2.3.2. Actuación de Abascal durante la invasión napoleónica


Ningún historiador hasta ahora ha puesto en tela de juicio la extraordinaria obra de Abascal en la
controvertida circunstancia que le tocó vivir. Mientras en el resto de América la etapa de invasión
napoleónica constituyó el inicio de los movimientos separatistas, en el virreinato peruano la relación fue
inversa, en buena medida en virtud de la habilidad del virrey que fue puesto en estas tierras. 31

29
Versos anónimos que circularon en Huánuco y Huamalíes en 1814, en MIRO QUESADA, Aurelio (recopilador),
Colección Documental de la Independencia del Perú, Tomo XXIV: La poesía de la emancipación, Comisión Nacional del
Sesquicentenario de la Independencia del Perú, Lima, 1971, p. 151.
30
DÍAZ VENTEO, Fernando, Campañas militares del virrey Abascal, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla,
1948, p. 18.
LIC. JOSÉ LUIS CASTILLO INCIO. TERCERO DE SECUNDARIA

El Perú que tuvo en sus manos había pasado por varias situaciones críticas, por no decir traumáticas. Las
reformas borbónicas habían dejado una configuración territorial distinta a la que se conoció una generación
atrás. Al Perú se le había cercenado la parte del Alto Perú (Potosí), asunto que redundó en perjuicios
económicos y rivalidades más evidentes. La rebelión de Túpac Amaru II aún persistía en el recuerdo y se
temía un levantamiento en masa como ocurrió con este curaca. Las nuevas tasas tributarias, las aduanas al
interior del virreinato, los nuevos funcionarios peninsulares, la pérdida del monopolio comercial... todo este
conjunto de novedades hizo que el Perú ingresara en el siglo XIX con el recuerdo de su opulencia y con
bastante desconcierto. Sin embargo, no había sistema que concediera mayor seguridad que el que se vivía.
De alguna u otra manera, la sociedad peruana se reunió en torno a su virrey –como había hecho siempre
a lo largo de la historia– por fidelidad al rey legítimo y también por intereses particulares. Abascal era
hombre de profundas convicciones monárquicas y arraigado amor a su soberano 32. Extraordinarias
cualidades de energía y habilidad. La clase dirigente peruana –criollos y peninsulares– se reunió en torno a su
figura por fidelidad e intereses.
La sociedad peruana conservaba una honda tradición española, estaba muy identificada con la metrópoli

¿Qué acciones realiza Abascal durante su gobierno? Las siguientes, entre las más importantes:
a. Proclamación de la fidelidad a Fernando VII, en acuerdo con el Cabildo de Lima el 13 de octubre de
1808.
b. En noviembre de 1808 se inició la propaganda de la infanta Carlota Joaquina (hermana de Fernando
VII, esposa del rey de Portugal) en el Perú. Afirmaba que su esposo don Pedro Carlos de Borbón y
Braganza iría a ocuparse del gobierno peruano en nombre de Carlos IV. Abascal contestó
enérgicamente a la infanta rechazándola.
c. No permitió la formación de juntas de gobierno en Perú y sofocó las que se formaron en
Sudamérica. ¿Por qué no hubo descontentos en el Perú en los primeros tiempos ante esta actitud?
Porque quienes formaban las juntas eran los cabildos. En el resto de América había disparidad de
criterios entre los cabildantes y sus virreyes. El caso de Lima fue distinto: los limeños eran
conservadores y veían en Abascal la representación de su rey. Abascal aprovechó al máximo esta
actitud.33
d. Sofocó las sublevaciones de Chuquisaca y La Paz en 1809. La primera surgió porque se pensó que el
arzobispo y el presidente de la audiencia pretendían entregar el territorio del Alto Perú a la infanta
Carlota Joaquina. La segunda sublevación siguió a la primera.
e. Abascal envió expediciones al sur al mando de Goyeneche –peruano, arequipeño– y acabó con el
movimiento rebelde, que era separatista. “Se considera esta acción como el primer paso que realiza
Abascal contra la independencia americana; a partir de este momento no cesará ya de luchar
contra ella.”34 Importante destacar que Abascal consiguió la adhesión del ejército al colocar a un
peruano –Goyeneche– al mando de las tropas, y a otros americanos al mando de los distintos
ejércitos. “Todos estos oficiales, agradecidos a la persona del virrey, contentos de tener a su frente
a un americano de nacimiento, y viendo en el triunfo de la causa revolucionaria el total trastorno
del orden de cosas existentes en el Perú, se dedicaron con ardor a infundir sus ideas a los soldados,

31
“José Fernando de Abascal tenía el instinto del liderazgo y de la autoridad, que demostró ya desde su llegada a Lima
en 1806. En la crisis del gobierno imperial demostró su nervio y reaccionó ante la revolución con gran energía y
determinación, siendo un solitario defensor del imperio, pero lleno de confianza en sí mismo.” LYNCH, John, Las
revoluciones hispanoamericanas 1808-1826, Editorial Crítica, Barcelona, 1998, p. 162.
32
DÍAZ VENTEO, Fernando, Campañas militares del virrey Abascal, p. 19.
33
De todos modos, en la actualidad se viene revisando esta interpretación de la unidad entre el cabildo limeño y el
virrey Abascal. En realidad, las discrepancias entre éste y los miembros de los ayuntamientos en el Perú fueron grandes;
pero, todos asumieron la fidelidad al rey Fernando VII a través de Abascal. Ver producción bibliográfica de Víctor Peralta
Ruiz.
34
DÍAZ VENTEO, Fernando, Campañas militares del virrey Abascal, p. 23.
LIC. JOSÉ LUIS CASTILLO INCIO. TERCERO DE SECUNDARIA

todos americanos, y en gran parte cuzqueños, que tenían especial devoción a su presidente.”35
f. Sofocó la formación de la junta de gobierno de Quito.
g. Sofocar a los ejércitos enviados por la junta de gobierno de Buenos Aires.
h. Volvió a anexar el territorio de Charcas –que comprendía la mina de Potosí– al virreinato del Perú.
i. Proclamó la Constitución liberal de 1812, con la que él no estaba de acuerdo en absoluto, para
evitar desconcierto político. Pero, en cuanto retornó Fernando VII a la península en 1814, la derogó
inmediatamente.
Abascal había logrado el plan: contaba con el apoyo del ejército, de la aristocracia y con las simpatías en
general. Él era el único punto de apoyo que sostenía a América (palabras suyas). Su obra fue un verdadero
triunfo. Sin embargo, años después, Abascal dirá: “Aun pudiera decirse mucho: pero esto sobra para
convencer, que la guerra de América ha sido movida por el interés individual, aumentado después por los
incautos acostumbrados a ver las cosas por la superficie, por los indigentes que toman el partido de la
guerra, como medio de adquirir subsistencia, y finalmente por la muchedumbre ciega siempre y fácil de llevar
al precipicio.”36, palabras que sugieren mucho respecto a los vaivenes de “fidelidad” que tuvieron los
peruanos en los momentos más decisivos.
Abascal no fue un impedimento para la consecución de la independencia del Perú. En realidad, los
grupos de poder –que fueron los que en toda América proclamaron la libertad– lo vieron como el pilar del
conservadurismo que buscaban, como el representante férreo de un sistema político del cual aún se podía
esperar protección y seguridad social y económica, y como el baluarte de la adhesión a una monarquía que
formaba parte del imaginario de la población en el Perú.
La siguiente lectura incidirá en la importancia de Abascal en el Perú, así como en otras obras que realizó
durante su gobierno que, por coincidir con las guerras antes mencionadas, por lo general se pasan por alto.

35
Ibídem, p. 27-28.
36
RODRÍGUEZ CASADO, Vicente y CALDERÓN QUIJANO, José Antonio (Eds.), Memoria de gobierno: José Fernando de
Abascal y Sousa, Tomo I, Editorial Católica Española, Sevilla, 1944, p. 5.

También podría gustarte