Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
3° de Secundaria
1
“La venta de cargos públicos, fenómeno general en los siglos XVI y XVII, fue una de las consecuencias derivadas de la
incapacidad del Estado renacentista para hacer frente a sus elevados gastos con los recursos ordinarios” . DOMÍNGUEZ ORTIZ,
Antonio, “Un virreinato en venta”, Mercurio Peruano, año XXIX, vol. XLIX, núm. 453, Lima, (enero-febrero) 1965, p. 43.
2
HERNÁNDEZ GARCÍA, Elizabeth, El pensamiento filosófico y político del “Elogio al Virrey Jáuregui” de José Baquíjano y
Carrillo, Tesis de Maestría (Inédita), Universidad de Piura, Piura, 1999, p. 55.
2
parte de las cortes de justicia de las mismas jurisdicciones de las que eran originarios. Esta concesión perjudicó
enormemente la autoridad ejercida por España en sus colonias.
Esto significó también el que se obstaculizara el funcionamiento del sistema de ascensos, ya que las
promociones por vías normales se hicieron cada vez más difíciles. Ascendía a un puesto ya no el que poseyera
mejores cualidades o el que hubiera hecho méritos para ello, sino el “mejor postor”. 3 De manera que, a tan
grande distancia de la península, con la lentitud de los medios de comunicación propios de la época y con la
autonomía económica que ya se había conseguido en Ultramar, a los americanos sólo les faltaba conseguir el
poder político. Éste vino concedido con estos nombramientos. Fueron éstas las elites que controlaron todos los
aspectos de la vida americana a partir de este momento. La dependencia hacia la metrópoli fue voluntaria. Como
afirma John Lynch, ésta fue la primera independencia americana.
fue José de Gálvez, Secretario de Indias entre los años 1775 y 1787. Fue Visitador General del Virreinato de Nueva
España (1765-1771), habiendo adquirido, por esto, una amplia experiencia en la administración americana. Las
reformas incluían específicamente a todos aquellos grupos de poder que pudieran hacer frente a la persona del
rey. El virreinato del Perú era uno de ellos.
8
“Areche había servido al Rey como oidor de la Audiencia de Manila, para cuyo cargo le destinó Carlos III en 1765, sin que
llegara a desempeñarlo, pues estando de tránsito en México –en 1766- se le hizo Fiscal del Crimen en aquella capital; en 1768
pasó a encargarse de la Fiscalía de lo Civil en la misma Audiencia. Colaboró así en la visita de Gálvez al virreinato de Nueva
España. Y allí permaneció hasta que en 1766 se le promovió a Visitador General del Virreinato del Perú, Intendente del
ejército, con plaza en el Consejo de Indias y Cruz pensionada de Carlos III.” PALACIO ATARD, Vicente, “Areche y Guirior.
Observaciones sobre el fracaso de una visita al Perú”, en Anuario de Estudios Americanos, nº12, Sevilla, 1946, p. 277.
9
PUENTE BRUNKE, José de la, José Baquíjano y Carrillo, Editorial Brasa, Lima, 1995, p. 40.
10
DEUSTUA PIMENTEL, Carlos, “El Visitador Areche y el “Elogio” de José Baquíjano y Carrillo”, en Boletín del Instituto Riva
Agüero, núm. 8, Lima, (1969-1971), p. 126.
11
Así tenemos, por ejemplo, la visita que realizó Areche a la Audiencia de Lima. Ésta sirvió para remover los ánimos y para
descubrir la unida oposición que había de encontrar todo intento reformador en determinados núcleos del virreinato
peruano. “... núcleos que integraban los ricos hacendados, los nobles poderosos, los comerciantes y todos cuantos se
beneficiaban con la situación establecida. Las voces contra la Visita fueron elevándose poco a poco de tono, y lo que comenzó
siendo murmuración sorda, acabó por decirse en público a gritos.” PALACIO ATARD, Vicente, “Areche y Guirior...”, p. 292.
12
PUENTE BRUNKE, José de la, José Baquíjano y Carrillo, p. 40.
13
AGI, Carta de Areche a Gálvez, 12 de abril de 1780, Audiencia de Lima, 1084, en Ibídem, p. 316.
4
Agustín de Jáuregui y Aldecoa, natural de Navarra, también al norte de la península, fue designado nuevo
virrey del Perú. Los grupos limeños perdieron a su anterior aliado, sin embargo la reticencia contra el visitador y
las medidas que seguía implantando no cesaron. Esta actitud junto con algunos errores que cometían Areche, y
otros que le son atribuidos, determinaron, también, la caída del visitador. Los levantamientos indígenas del
interior, la cruenta debelación de la rebelión de Túpac Amaru II –atribución que no le correspondía al visitador–,
el derrumbe de la mina de Huancavelica, así como el inicio de informes negativos sobre el virrey Jáuregui ante la
corona –similar sistema que había empleado con Guirior–, hicieron pensar al Consejo de Indias que el error
estaba en la persona del visitador. Su actuación fue puesta en tela de juicio en las esferas gubernamentales y se
tomó una decisión: sustituir a José Antonio de Areche. Estamos ya en el año 1782.
Jorge Escobedo y Alarcón, nacido en Jaén, provincia española, fue nombrado nuevo visitador del Perú. Con él
continuó la aplicación de las medidas reformadoras. Estaba claro desde el comienzo que la misión de Areche no
iba a ser nada fácil, sólo que de todas maneras se esperaban mejores resultados en el orden social. Así terminó el
primer intento de la corona por llevar a cabo su plan reformador.
Perú el puerto legal para el comercio directo con España era el Callao. El libre comercio modificó este sistema,
aunque no de modo absoluto. Libre comercio, en este contexto, significó la apertura de mayor número de
puertos españoles en el comercio con mayor número de puertos americanos; de ninguna manera significó libre
comercio con otras naciones; en este sentido, este sistema fue también un comercio “protegido”.
En cuanto a las repercusiones que este “libre comercio” tuvo en el Perú, John Fisher sustenta que el
virreinato sufrió por la expansión del comercio español en el recién creado virreinato del Río de la Plata, pero que
los comerciantes limeños mantuvieron el control de la exportación del cacao de Guayaquil y la producción de la
plata del virreinato, compensando Cerro de Pasco la pérdida de Potosí. En cuanto a la industria textil, si bien es
cierto que los obrajes cusqueños experimentaron una disminución a fines del s. XVIII por la competencia de
productos manufacturados importados, hubo también factores internos que llevaron a esta situación, como la
rebelión de Túpac Amaru II, así como el reemplazo de los obrajes por los chorrillos, que brindaban una
manufactura doméstica a las zonas mineras.
El libre comercio, por tanto, no supuso la decadencia absoluta del comercio limeño frente al comercio
bonaerense o al chileno, como se ha venido afirmando desde hace algún tiempo. Si bien es cierto supuso un
desequilibrio inicial, los resultados no fueron desfavorables, y por el contrario, los comerciantes limeños gestaron
otros “mecanismos de supervivencia”, que no detuvieron el giro comercial establecido desde el comienzo.
Pero la reforma de la economía americana también se centró en el ámbito fiscal. El 30 de marzo de 1772 una
real cédula dispuso un incremento general del impuesto de alcabala del 2% al 4% sobre los artículos coloniales e
importados en el virreinato peruano. Sin embargo, había muchos intereses que se veían perjudicados con este
incremento; y así, en octubre de 1773 algunas autoridades no hicieron efectivo el cobro argumentando que no
habían sido informadas claramente sobre qué mercancías estaban afectas al nuevo arancel. 14
El incremento de la alcabala así como la creación de las aduanas al interior para la fiscalización de las
mercancías, dejaron descontentos no sólo a los comerciantes criollos o peninsulares, sino también a los indígenas.
Éstos últimos “estaban recelosos de los nuevos dispositivos y se mostraban reacios a someter sus productos al
control aduanero, porque sospechaban que se les obligaría al pago de la alcabala sin considerar las exenciones
legales existentes. La ley estipulaba que los indios gozaban del privilegio de no pagar alcabala sobre los productos
de la tierra que cultivaban en sus chacras o que elaboraban por sí mismos. Sin embargo, debían pagarla sobre los
bienes de Castilla que producían o comerciaban.” 15 Todas estas modificaciones tributarias fueron potenciales de
descontento y frustración al interior de los diferentes sectores de la población colonial. Los hacendados, obrajeros
y comerciantes debieron haberse visto afectados por el incremento de la alcabala al 6%, especialmente cuando
ésta comenzó a cobrarse sistemáticamente.
De igual modo la reforma fiscal generó descontento entre la población del virreinato. Alcabalas y aduanas
fueron de la mano en el espíritu de rechazo que se experimentó hacia las reformas borbónicas en la segunda
mitad del siglo XVIII. La población del sur andino, especialmente, llevó a cabo algunos levantamientos de
importancia, como por ejemplo: a) la rebelión de Urubamba (Cusco, 1777); b) Movimientos contra la aduana de
La Paz (Alto Perú, 1777 y 1780); c) La revuelta contra la aduana de Arequipa (1780); d) La conspiración de plateros
(Cusco, 1780).16 Hay que dejar claro que estos movimientos son contrarios al nuevo sistema fiscal, y no a la
corona; es decir, no buscan la separación respecto a España.
No fue nada fácil implantar en el Perú el programa reformador borbónico. El costo social fue bastante alto.
Con esta parte del virreinato peruano en movimiento constante, surgió la figura de Túpac Amaru II, aquel que
realmente remeció las estructuras de esta parte del continente americano.
15
16
6
algunos autores, con el objetivo de incentivar el amor a lo propio y resaltar la importancia de los peruanos en el
proceso de independencia nacional. Sin embargo, la interpretación histórica tiene algunos matices que no han
sido suficientemente considerados.
19
7
20
21
22
LIC. JOSÉ LUIS CASTILLO INCIO. TERCERO DE SECUNDARIA
23
ANNA, Timothy E., España y la independencia de América, Fondo de Cultura Económica, México, 1986, p. 44-45.
24
“En la época de Napoleón, las vanas pretensiones de grandeza de Godoy llevaron a España al desastre nacional .”
Ibídem, p. 47-48.
25
Este hecho es muy importante en la historia de América, puesto que es la primera –y única- vez que un rey europeo
viene a residir a su colonia americana, estableciéndose en esta parte del mundo una corte imperial.
26
“La conspiración del príncipe contra sus padres se convierte, en la imaginación del pueblo, en conspiración de los
padres, embaucados por el traidor Godoy, contra el hijo mártir, al que se compara con San Hermenegildo...” ARTOLA
GALLEGO, Miguel, La España de Fernando VII, Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1999, p. 26. El pueblo español convierte a
Fernando en un símbolo, sobre todo porque esta conjura es descubierta.
LIC. JOSÉ LUIS CASTILLO INCIO. TERCERO DE SECUNDARIA
Entre diciembre de 1807 y marzo de 1808 tropas francesas –100.000 hombres– fueron ingresando a
territorio español. Al comienzo no se advirtió que se trataba de enemigos hasta que los franceses se
apoderaron de algunas fortalezas del norte.28 En marzo de 1808 Napoleón envió un ultimátum: España
cedería sus provincias norteñas –entre los Pirineos y el río Ebro–, concedería amplios privilegios comerciales
en la América española a Francia, y el príncipe Fernando se sometería al control de su padre; todo ello a
cambio de la región central de Portugal y del matrimonio de Fernando con una princesa francesa.
La familia real española pensó en huir a América como lo había hecho la corte portuguesa. Este
momento fue aprovechado por el príncipe Fernando. Sus agentes difundieron el rumor de que la familia real
estaba a punto de escapar hacia el sur llevándose consigo al príncipe heredero. La multitud que se agolpó en
las puertas del palacio de Aranjuez –hecho al que se denominó “El motín de Aranjuez” (17-03-1808)- atacó la
casa de Godoy y se amotinó en la residencia del rey exigiendo la abdicación de Carlos IV. Ante esta presión, el
rey aceptó, y el 19 de marzo de 1808 abdicó la corona española en su hijo, quien esa misma noche fue
proclamado rey de España: Fernando VII, “El Deseado”. Sin embargo, el nuevo rey no fue mejor que su
antecesor. Fernando cometió dos errores que le determinaron el futuro de la metrópoli: buscó el
reconocimiento oficial de Napoleón que le garantizara el trono; y, se encaminó a Bayona –ciudad francesa de
la frontera– cuando Napoleón le invitó a conferenciar, poniéndose así en sus manos.
Napoleón mandó llamar a Bayona a los dos reyes –Carlos IV y Fernando VII–, que acudieron al
emperador como dos partes litigantes que quieren resolver un pleito. Estando en Bayona, Napoleón los tomó
cautivos e instó a Fernando VII a que abdicase en su padre; así lo hizo, luego Carlos IV abdicó en Napoleón, y
éste a su vez en su hermano José Bonaparte, nombrándose así al nuevo gobernante español. A primeros de
mayo de 1808, España parecía haber perdido definitivamente su independencia nacional. Fue el comienzo
del gobierno usurpador y afrancesado. Sin embargo, la población española se levantó en contra de Francia,
dando inicio a la guerra por su independencia, periodo que repercutió enormemente en el continente
americano.
27
RODRÍGUEZ CASADO, Vicente, Conversaciones de Historia de España, Tomo II, Editorial Planeta, Barcelona, 1965, p.
57.
28
ANNA, Timothy., España y la independencia de América, p. 51.
LIC. JOSÉ LUIS CASTILLO INCIO. TERCERO DE SECUNDARIA
El caso es que en toda América se formaron juntas que pretendieron gobernar en nombre de Fernando
VII. Sin embargo, en el Perú se vivió otro tipo de “fidelidad”.
29
Versos anónimos que circularon en Huánuco y Huamalíes en 1814, en MIRO QUESADA, Aurelio (recopilador),
Colección Documental de la Independencia del Perú, Tomo XXIV: La poesía de la emancipación, Comisión Nacional del
Sesquicentenario de la Independencia del Perú, Lima, 1971, p. 151.
30
DÍAZ VENTEO, Fernando, Campañas militares del virrey Abascal, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla,
1948, p. 18.
LIC. JOSÉ LUIS CASTILLO INCIO. TERCERO DE SECUNDARIA
El Perú que tuvo en sus manos había pasado por varias situaciones críticas, por no decir traumáticas. Las
reformas borbónicas habían dejado una configuración territorial distinta a la que se conoció una generación
atrás. Al Perú se le había cercenado la parte del Alto Perú (Potosí), asunto que redundó en perjuicios
económicos y rivalidades más evidentes. La rebelión de Túpac Amaru II aún persistía en el recuerdo y se
temía un levantamiento en masa como ocurrió con este curaca. Las nuevas tasas tributarias, las aduanas al
interior del virreinato, los nuevos funcionarios peninsulares, la pérdida del monopolio comercial... todo este
conjunto de novedades hizo que el Perú ingresara en el siglo XIX con el recuerdo de su opulencia y con
bastante desconcierto. Sin embargo, no había sistema que concediera mayor seguridad que el que se vivía.
De alguna u otra manera, la sociedad peruana se reunió en torno a su virrey –como había hecho siempre
a lo largo de la historia– por fidelidad al rey legítimo y también por intereses particulares. Abascal era
hombre de profundas convicciones monárquicas y arraigado amor a su soberano 32. Extraordinarias
cualidades de energía y habilidad. La clase dirigente peruana –criollos y peninsulares– se reunió en torno a su
figura por fidelidad e intereses.
La sociedad peruana conservaba una honda tradición española, estaba muy identificada con la metrópoli
¿Qué acciones realiza Abascal durante su gobierno? Las siguientes, entre las más importantes:
a. Proclamación de la fidelidad a Fernando VII, en acuerdo con el Cabildo de Lima el 13 de octubre de
1808.
b. En noviembre de 1808 se inició la propaganda de la infanta Carlota Joaquina (hermana de Fernando
VII, esposa del rey de Portugal) en el Perú. Afirmaba que su esposo don Pedro Carlos de Borbón y
Braganza iría a ocuparse del gobierno peruano en nombre de Carlos IV. Abascal contestó
enérgicamente a la infanta rechazándola.
c. No permitió la formación de juntas de gobierno en Perú y sofocó las que se formaron en
Sudamérica. ¿Por qué no hubo descontentos en el Perú en los primeros tiempos ante esta actitud?
Porque quienes formaban las juntas eran los cabildos. En el resto de América había disparidad de
criterios entre los cabildantes y sus virreyes. El caso de Lima fue distinto: los limeños eran
conservadores y veían en Abascal la representación de su rey. Abascal aprovechó al máximo esta
actitud.33
d. Sofocó las sublevaciones de Chuquisaca y La Paz en 1809. La primera surgió porque se pensó que el
arzobispo y el presidente de la audiencia pretendían entregar el territorio del Alto Perú a la infanta
Carlota Joaquina. La segunda sublevación siguió a la primera.
e. Abascal envió expediciones al sur al mando de Goyeneche –peruano, arequipeño– y acabó con el
movimiento rebelde, que era separatista. “Se considera esta acción como el primer paso que realiza
Abascal contra la independencia americana; a partir de este momento no cesará ya de luchar
contra ella.”34 Importante destacar que Abascal consiguió la adhesión del ejército al colocar a un
peruano –Goyeneche– al mando de las tropas, y a otros americanos al mando de los distintos
ejércitos. “Todos estos oficiales, agradecidos a la persona del virrey, contentos de tener a su frente
a un americano de nacimiento, y viendo en el triunfo de la causa revolucionaria el total trastorno
del orden de cosas existentes en el Perú, se dedicaron con ardor a infundir sus ideas a los soldados,
31
“José Fernando de Abascal tenía el instinto del liderazgo y de la autoridad, que demostró ya desde su llegada a Lima
en 1806. En la crisis del gobierno imperial demostró su nervio y reaccionó ante la revolución con gran energía y
determinación, siendo un solitario defensor del imperio, pero lleno de confianza en sí mismo.” LYNCH, John, Las
revoluciones hispanoamericanas 1808-1826, Editorial Crítica, Barcelona, 1998, p. 162.
32
DÍAZ VENTEO, Fernando, Campañas militares del virrey Abascal, p. 19.
33
De todos modos, en la actualidad se viene revisando esta interpretación de la unidad entre el cabildo limeño y el
virrey Abascal. En realidad, las discrepancias entre éste y los miembros de los ayuntamientos en el Perú fueron grandes;
pero, todos asumieron la fidelidad al rey Fernando VII a través de Abascal. Ver producción bibliográfica de Víctor Peralta
Ruiz.
34
DÍAZ VENTEO, Fernando, Campañas militares del virrey Abascal, p. 23.
LIC. JOSÉ LUIS CASTILLO INCIO. TERCERO DE SECUNDARIA
todos americanos, y en gran parte cuzqueños, que tenían especial devoción a su presidente.”35
f. Sofocó la formación de la junta de gobierno de Quito.
g. Sofocar a los ejércitos enviados por la junta de gobierno de Buenos Aires.
h. Volvió a anexar el territorio de Charcas –que comprendía la mina de Potosí– al virreinato del Perú.
i. Proclamó la Constitución liberal de 1812, con la que él no estaba de acuerdo en absoluto, para
evitar desconcierto político. Pero, en cuanto retornó Fernando VII a la península en 1814, la derogó
inmediatamente.
Abascal había logrado el plan: contaba con el apoyo del ejército, de la aristocracia y con las simpatías en
general. Él era el único punto de apoyo que sostenía a América (palabras suyas). Su obra fue un verdadero
triunfo. Sin embargo, años después, Abascal dirá: “Aun pudiera decirse mucho: pero esto sobra para
convencer, que la guerra de América ha sido movida por el interés individual, aumentado después por los
incautos acostumbrados a ver las cosas por la superficie, por los indigentes que toman el partido de la
guerra, como medio de adquirir subsistencia, y finalmente por la muchedumbre ciega siempre y fácil de llevar
al precipicio.”36, palabras que sugieren mucho respecto a los vaivenes de “fidelidad” que tuvieron los
peruanos en los momentos más decisivos.
Abascal no fue un impedimento para la consecución de la independencia del Perú. En realidad, los
grupos de poder –que fueron los que en toda América proclamaron la libertad– lo vieron como el pilar del
conservadurismo que buscaban, como el representante férreo de un sistema político del cual aún se podía
esperar protección y seguridad social y económica, y como el baluarte de la adhesión a una monarquía que
formaba parte del imaginario de la población en el Perú.
La siguiente lectura incidirá en la importancia de Abascal en el Perú, así como en otras obras que realizó
durante su gobierno que, por coincidir con las guerras antes mencionadas, por lo general se pasan por alto.
35
Ibídem, p. 27-28.
36
RODRÍGUEZ CASADO, Vicente y CALDERÓN QUIJANO, José Antonio (Eds.), Memoria de gobierno: José Fernando de
Abascal y Sousa, Tomo I, Editorial Católica Española, Sevilla, 1944, p. 5.