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UNIDAD 1

Conquista y colonización:
continuidad, ruptura y asimilación 3
En el sector del continente americano que fuera conquistado por el imperio espa-
ñol se encontraba una extraordinaria multiplicidad étnico-cultural distribuida en su
inmensidad territorial. Si bien a primera vista lograban sobresalir tres culturas -azte-
cas, mayas e incas– otras realidades tan importantes como la guaranítica coexis-
tían en una diversidad aun no del todo develada. La actitud del Imperio español
fue la de incorporar estas tierras a sus dominios bajo la impronta de la cristiandad
y, en ese sentido, la cosmovisión hispano católica fue trasladada a América a tra-
vés de instituciones estaduales y eclesiásticas.

Con el surgimiento de la modernidad, la literatura iluminista que privilegiaba cier-


tos aspectos de la cultura europea se empecinó en demostrar que el "nuevo con-
tinente" carecía de historia, de cultura, de filosofía. No obstante los habitantes del
territorio americano gozaban de una historia manifiesta que se expresaba en sus
logros culturales, científicos, filosóficos y sus modos de organización. Si bien las
culturas dominantes americanas habían creado formaciones político-instituciona-
les, la región nunca había logrado una unificación política y administrativa. Ella se
concretará a partir de la conquista.

Pero antes de continuar conviene repasar algunas características de este período


que conocemos como la “modernidad”:

La modernidad surge en los ahora llamados "países centrales" -Europa


occidental y, más tarde, Estados Unidos- luego, con el tiempo, se
expande hasta volverse mundial y establecer con los países llamados
"periféricos" una relación de dominación, de explotación y de inter-
cambio desigual, donde el centro desempeña el papel activo, impone
el Modo de Producción Capitalista (MPC) y destruye o íntegra, pero
vaciándolas de su contenido y despojándolas de su significado, las

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estructuras precapitalistas autóctonas y tradicionales. Este proceso,


que atraviesa por diversas etapas, desemboca en la actual generaliza-
ción del mundo de la mercancía y en la consolidación de los Estados
modernos.
La modernidad reviste características tales que, sin lugar a dudas,
representa una ruptura con respecto a las formas anteriores. Las for-
maciones precapitalistas eran sociedades predominantemente agra-
rias, en las que prevalecía el valor de uso y la economía natural y los
objetos producidos eran concretos y variados, concebidos para durar.
El hecho de que se tratara de sociedades más bien cerradas, aisladas
y con escasas comunicaciones facilitó la formación de culturas muy
diversas. Las relaciones sociales eran personales, directas e inmedia-
tas, lo que evidentemente no excluía la explotación y la sujeción,
inherentes a toda sociedad estatal, pues se trataba de sociedades
jerarquizadas, cuya base de legitimidad política y social era religiosa
y el poder sacralizado y absoluto.
El advenimiento del capitalismo significa el momento de ruptura y
negación, en el que se privilegia el valor de cambio (mercantil) en
detrimento del valor de uso, y la uniformización homogeneizante en
menoscabo de la diversidad cultural. Con él surge un cambio del eje
de actividades, de sociedades fundamentalmente agrarias a socieda-
des urbanas; el producto elaborado, al transformarse en mercancía,
adquiere una significación abstracta, al mismo tiempo que pierde su
condición de objeto durable y variado.1

Mientras tanto, España hubo de sujetarse a una nueva realidad en donde el reco-
nocimiento apareció como factor determinante. Si España decide lanzar una forma
de conquista, ésta supuso no solo la utilización de la fuerza militar, sino también
la necesidad de establecer algunas modalidades de acuerdos que le permitiese
una permanencia más o menos tranquila en esas tierras.

Esta mirada sobre la conquista no desconoce que la llegada de los españoles al


"nuevo" continente presupondrá una metodología cruenta2. Pero la conquista supu-
so que ya nada será lo mismo entre europeos y americanos, y comienza a construir-
se una historia original a partir de este encuentro traumático a todas luces.

En términos productivos, la América previa a la expansión europea gozaba de una


prolífica actividad comercial en mercados formados bajo el sistema de trueque u
otras formas de intercambio de excedentes. Sin embargo, estas lógicas de intercam-

1 . Fuente de consulta: http://biblioteca.itam.mx/estudios/estudio/letras23/notas/sec_2.html

2 . RAMOS, JORGE ABELARDO: Historia de la Nación Latinoamericana. Ediciones Peña


Lillo/Continente. p. 62.

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bio no concebían a la moneda como objeto de acumulación. Resulta difícil compa-


rar esta situación con el desarrollo de una economía como ocurría en Europa.

Pronto, el “nuevo” continente se vería


atravesado por dos lógicas de conquista.
Por un lado, la impulsada por Gran Bre-
taña en el norte donde no existió el con-
tacto entre los europeos y las poblacio-
nes nativas; mientras que a través de un
largo período de conquista que duró tres
siglos, la América hispánica generó un
proceso de fusión que tuvo como resul-
tado el fenómeno socio-cultural de
mayor originalidad del período: la emer-
gencia del mestizaje. Al respecto, dice
Jorge Abelardo Ramos: "El español venía
de su patria generalmente sin su mujer.
Cortés y la Malinche (1926) mural Su vaga hidalguía, su total pobreza, su
del mejicano José Clemente Orozco hambre devoradora, la exaltada ambi-
Se expone en el Colegio San ción (....) Era un español sin regreso. Así
Idelfonso - Méjico con la india, y la prodigiosa naturaleza,
echó linaje nuevo".3

Tiempo después mestizos, criollos e indios serán actores fundamentales en los


procesos independentistas de siglo XIX.

A.1. Actividad de lectura sugerida

Quienes estén interesados en profundizar conocimientos sobre


este fenómeno de fusión socio-cultural que caracterizó a la
Conquista de la América hispánica, sugerimos la lectura del
libro de Jorge Abelardo Ramos, Historia de la Nación Latinoamericana,
citado a pie de página.

3 . Ibídem p. 77

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1. Proceso independentista

Según el historiador Eric Hobsbawm, el proceso independentista en América latina


coincide con el período de revoluciones burguesas que se operaran fundamental-
mente en Europa, a raíz de cambios, tanto socioeconómicos -desencadenados por
la revolución industrial inglesa- como políticos -que comenzaron en Inglaterra en el
siglo anterior y tuvieron luego sus focos más potentes con la independencia de Esta-
dos Unidos y la Revolución Francesa-. Y a pesar de que el autor inglés no logra salir
del esquema británico-céntrico, en términos fácticos no parece tan desacertado.4

Las noticias de la invasión napoleónica a España no tardaron en llegar al Virreina-


to del Río de La Plata: con ellas también llegaba desde Europa la influencia de las
ideas liberales que, en rigor de verdad, ya habían sido introducidas en las décadas
anteriores. Es de destacar que costará identificar los límites ideológicos de los acto-
res en disputa, ya que los procesos independentistas del continente duplicarán las
tensiones a las cuales España se encontraba sometida en ese momento, es decir,
la división entre reformistas y conservadores -Godos- del antiguo régimen.

El resultado de la guerra hispano/francesa demostró que si bien España vencerá


a Francia, no logrará modernizar la estructura social que los tiempos de revolución
burguesa demandaban en el viejo continente. España traslada el conflicto irresuel-
to a posesiones americanas. De esta manera, vemos cómo aquellos criollos que
lucharon por España contra los franceses, ahora formarán parte de los ejércitos de
liberación contra los españoles y cómo algunas realidades indígenas, desconoce-
dores de la realidad europea formarán parte de ejércitos españoles que intentarán
sostener el estatus colonial. La complejidad social al interior de las posesiones his-
pánicas radicará, además, en la existencia de sectores vinculados comercialmen-
te con Inglaterra, mientras España se encontraba en guerra, quienes intentarán
sacar provecho de la situación.

Según Abelardo Ramos, la guerra perseguirá un doble objetivo en aquellos secto-


res más avanzados políticamente: por un lado, impedir que América Latina reca-
yera bajo el yugo absolutista y, por el otro, conservar la unidad política del sistema
virreinal bajo la forma de una Confederación de los nuevos grandes estados.5

Las guerras por la Independencia, influenciadas por los cambios operados a esca-
la mundial, presentarán particularidades según la región, pero encontrarán tam-
bién algunos rasgos en común. Por ejemplo, detrás de este proceso, algunos sec-
tores que levantaron los ideales independentistas serán defensores de los antiguos
límites de las regiones virreinales. De aquí comenzarán a surgir interrogantes tales
como: cómo constituir una Nación.

4 . HOBSMAWM, ERIC: La era de la revolución, 1789-1848, Editorial Crítica, 2001.

5 . RAMOS, JORGE ABELARDO, op.cit., p. 61.

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Algunas definiciones sostienen que ese concepto supone el establecimiento de un


conjunto de individuos en torno a una comunidad original que se constituye a tra-
vés de expresiones materiales y espirituales que le otorgan una representación en
el tiempo. El idioma funciona como manifestación que otorga carácter de perma-
nencia a una Nación y permite desarrollarse como tal, a través de una comunica-
ción compartida al interior de la comunidad.

Por su parte, suele sostenerse que la comunidad nacional debe albergarse dentro
de un mismo límite territorial, con lo cual el territorio pasa a formar parte de la
segunda expresión material de la nacionalidad. Así, la cuestión en los territorios
bajo hegemonía española, tanto los límites territoriales como el idioma, son lega-
dos adquiridos por la conquista.

Para algunos revisionistas el hecho que atentará contra el proceso de unificación


será la variable económica, ya que para mantener la unidad era necesaria la cons-
titución de un solo mercado económico. Es así que las oligarquías portuarias avan-
zaron, luego de la década de 1820, en la formación de alrededor de veinte mer-
cados económicos independientes.

Pero antes de continuar con el tema que venimos desarrollando suge-


rimos que vean el siguiente video: “La Nación Sudamericana - una
mirada de Alberto Methol Ferré” que les permitirá integrar contenidos
analizados, a la vez de facilitar la entrada a los que siguen. En el
mencionado video, Methol Ferré, (Montevideo, 1929-2009) fecundo
pensador uruguayo ofrece un relato original de la historia sudamerica-
na, desde la perspectiva de la “periferia” y haciendo de la “periferia”
un centro. Por otro lado cuando se define así mismo no lo hace como
uruguayista sino como hombre del Uruguay en América Latina y con
un enfoque integracionista.

Encontrarán este video en:


https://www.youtube.com/watch?v=z5TsM7widjU

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2. La balcanización

Pero la construcción de una gran nación, aspirada por algunos protagonistas de


la épica independentista sudamericana, encontraba límites materiales, como las
inmensas extensiones territoriales, ciudades separadas por miles de kilómetros y
centros administrativos alejados. Ello sumado a un sistema de comunicaciones
poco perfeccionado, tanto a nivel terrestre como marítimo, y con un desigual desa-
rrollo de la estructura económica en comparación a Europa. Todos estos serán fac-
tores debilitadores del sueño de los libertadores.

El escaso desarrollo de las fuerzas productivas permitirá explicar –entre otros fac-
tores– la imposibilidad de establecer amplios límites constitutivos de un único esta-
do nación. España trazó un vínculo colonial en términos económicos con sus domi-
nios americanos sostenido a partir de la instalación de una economía mercantil.
Existía un intenso tráfico comercial que surgía desde las colonias, pero que supo-
nía además un extendido régimen de contrabando y otras maneras informales de
intercambio con las potencias europeas. Esta relación, que se fue consolidando
con el paso del tiempo, entre sectores ligados al comercio en los incipientes puer-
tos coloniales con naciones como Inglaterra, fue fundamental para entender la
creación de nuevas repúblicas que mutilaron la posibilidad de una nación única.

Una vez abierto el proceso de la independencia, las distancias entre los débiles
centros económicos americanos se profundizó y los sectores del comercio, viendo
una España definitivamente inestable para la práctica mercantil, decidieron volcar-
se hacia Inglaterra como principal socia. Esta última consideró más apropiado para
sus intereses negociar con veinte repúblicas que con un solo centro económico
fuerte y unificado, y para debilitar la unificación continental, recurrió a un extraor-
dinario un engranaje diplomático y financiero. A este proceso de desmembramien-
to territorial –operado por Inglaterra en convivencia con los sectores comerciales
de las antiguas colonias– se lo llama balcanización.

A partir de una acción diplomática que generaba tratados de libre comercio y ali-
mentaba antiguas disputas territoriales entre las elites locales, Inglaterra operará a
nivel continental. Prontamente se desarmará la "Gran Colombia" (Venezuela, Pana-
má, Colombia, Ecuador), se promoverá la independencia de la Banda Oriental for-
mando el estado uruguayo (luego de un curioso arbitraje inglés en un conflicto que
involucraba a la Confederación Argentina y al Imperio del Brasil), se despedazará
la República Centroamericana. Este proceso coincidirá con el exilio de San Martín,
la muerte de Bolívar, los asesinatos de Sucre y Monteagudo, todos ellos promoto-
res de la unidad continental.

Con todo, Inglaterra no pudo haber triunfado en esta empresa sin el apoyo de aque-
llos sectores locales que, vinculados al comercio, se insertaron en las estructuras
de decisión de los nuevos estados surgidos al calor de la independencia. La Bal-
canización, es decir, la forma en que irán surgiendo nuevos estados amparados
sutilmente por Inglaterra, no puede explicarse sin considerar el afán separatista de

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políticos vinculados estrechamente con el imperio británico. A partir de este


momento, surgirá la necesidad de ir desmontando la idea de Nación Latinoameri-
cana. Los impulsores de esta propuesta serán conocidos como "cultores del Patria
Chica". Para los revisionistas clásicos serán expresiones latentes de este tipo de
política Bernardino Rivadavia, en Argentina, y Francisco de Paula Santander, en
Colombia.

El localismo de estos sectores radicará en la instalación de un modelo económico


de corte exportador, en donde los grandes centros portuarios gozaban de las ven-
tajas de las rentas aduaneras que no deseaban distribuir con otras regiones de la
misma zona menos favorecidas en términos de recursos. La Balcanización favore-
cerá un tipo de capitalismo dependiente en donde los estados practicarán el mono-
cultivo que necesita la metrópoli para sostener su proceso de industrialización.

Sostuvo Jorge Abelardo Ramos en su libro La Nación Latinoamericana: "El capita-


lismo mundial se fundó en la creación de grandes estados nacionales y se conso-
lidó por la fragmentación del poder de las semicolonias, a las que transformó en
Estados monocultores sometidos a la política mundial de precios regulados por la
Europa capitalista”.6

América invertida (1943) del pintor uruguayo Joaquín Torres García.


Actualmente en el Museo Torres García. Montevideo, Uruguay

6 . RAMOS, JORGE ABELARDO, op.cit. p. 271.

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3. Movimientos Nacionales

Los proyectos balcanizadores, si bien fueron efectivos, no fueron asimilados armo-


niosamente en las comunidades locales. Muy por el contrario, aquellos sectores
populares desfavorecidos en este escenario, se enfrentarán con aquellos gobiernos
instituidos a partir de la estrategia divisionista. A pesar de la disputas, las iniciati-
vas separatistas triunfarán y con ellas un modelo de continente dependiente que
orientaba su producción a Europa y daba la espalada a la integración regional. La
consolidación de este proyecto se dará en el marco del desarrollo del Imperialismo
como modelo económico y el liberalismo como orden político que desarrollamos en
las unidades anteriores.

"La Nación Latinoamericana había sido vencida por las armas y sus partes enfren-
tadas entre sí, Estados Unidos e Inglaterra le habían arrebatado territorios inmen-
sos a México y Belice, había visto crear nuevas soberanías en sus grandes Estados,
había experimentado guerras fratricidas y suicidas: la guerra chilena contra la Con-
federación Perú-Boliviana, el genocidio de la Triple Alianza contra el Paraguay y
finalmente se había establecido en sus sistemas educativos la idea absoluta de
una destrono nacional particular”7, agregará el mismo Abelardo Ramos.

Ante esta situación, la alternativa será un autoconocimiento detallado de nuestra


situación periférica, la denuncia ante la dominación fomentando el desarrollo
reflexivo a partir de varias categorías que dieran cuenta de la realidad latinoame-
ricana. De esto se desprendería un reconocimiento a nuestro pasado en común
en los miembros de una nación mutilada a partir de la Balcanización. Surgirá, así,
una autoestima hacia lo propio, influenciada por la cuota historicista. A consecuen-
cia, emergerá un período de autoafirmación de una región denigrada por el proyec-
to económico y político de los cultores de la Patria chica.

La debilidad política y la enajenación económica del continente americano queda-


ran al descubierto a partir de finales de siglo XIX. La respuesta popular a este esce-
nario radicará en que no solo se visibilizará a las oligarquías exportadoras como
los enemigos de la autonomía y de la justicia, sino que reconocerá un nuevo sec-
tor antagónico que completa las caras de la moneda: el imperialismo. En conse-
cuencia, ya a partir de fines del siglo XIX comenzará a difundirse una profusa y
certera literatura anticolonialista.

Detrás de este diagnóstico subyacen una serie de conceptos fundamentales para


entender la constitución de los movimientos nacionales en Latinoamérica. Así, las
nociones de Patria, Nación y la cuestión nacional adquieren un rol fundamental. La
larga resistencia impulsada por los pueblos más golpeados por el imperialismo se
consolidará –según los revisionistas– a partir del reconocimiento de la situación de
dependencia, en la que se establece que la patria grande había sido desmembra-
da no solo en términos territoriales, sino también, en términos económicos y cul-
turales. Avanzar en posiciones que busquen revertir y que promuevan en los movi-

7. RAMOS, JORGE ABELARDO, op.cit. p. 310.

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mientos nacionales un rol central de cambio, formará parte de este momento.


Dichos movimientos se erigieron como los gestores de las tareas democráticas
inconclusas, fundamentalmente la constitución de mercado interno. Para tal logro
debieron desmantelar los principios de la Nación balcanizada, sostenida por las
oligarquías locales.

4. Experiencias de movimientos nacionales a lo largo del


siglo XX en nuestra América

Hasta entrado el siglo XX, el imperialismo a través de la construcción de formas de


intercambio comercial y de divisas aparecía como el único modo de crecimiento
posible. Dicho fenómeno, junto con las democracias liberales en términos políti-
cos, eran los dos pilares de una geopolítica desigual en términos de intercambio
entre los "jóvenes" países de los continentes periféricos y las naciones centrales.
Si bien estos postulados comienzan a desgastarse a partir de la irrupción de la Pri-
mera Guerra Mundial, los intercambios desiguales y la influencia de los imperios
seguirán vigentes hasta entrada la década del ‘30.

A partir de este momento, una serie de eventos modificarán el tablero de las rela-
ciones a nivel mundial. Por un lado, la crisis del ‘30 modificará los regímenes de
intercambio propiciando, en un primer momento, un duro golpe a las naciones
proveedoras de materias primas, ya que el valor de este tipo de bienes había sido
poderosamente erosionado a partir de la crisis. Esta situación será acompañada
por el aumento de los niveles de proteccionismo económico por parte de los paí-
ses imperiales. Las jóvenes estados del continente deberán ingeniárselas para
poder sustituir los productos a los que anteriormente accedían a partir del inter-
cambio desigual, en un contexto donde el intercambio se interrumpe o pasa a ser
aún más desfavorable.

Otro de los elementos que comenzará a ponerse en tela de juicio serán las demo-
cracias parlamentarias, no desde el punto de vista de la legitimidad, sino desde la
cierta incapacidad de estas democracias para derribar los supuestos liberales que
fueron condición de su emergencia, con lo cual estaban limitadas a la hora de
emprender reformas sociales en las sociedades americanas.

Al mismo tiempo, Estados Unidos irá paulatinamente adquiriendo mayor influen-


cia en las decisiones de los estados suramericanos, mientras que en el caso argen-
tino, Inglaterra seguía manteniendo primacía hasta entrada la década del ‘30. Este
mapa de relaciones políticas y económicas comenzará a cuestionarse a partir de
los movimientos de carácter nacional y popular que se dan a lo largo del continen-
te. Detallaremos a continuación algunos de estos casos:

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4.1. Brasil y el varguismo

Con el ascenso del Getulio Vargas en


Brasil comenzará a discutirse un modo
de producción que hasta ese momento
era centralmente agrícola y cuyo actor
central era la oligarquía cafetera de las
facendas. El nuevo período iniciado con
Vargas apunta hacia una política indus-
trialista donde el estado debía reorientar
su perfil económico y erigirse como actor
fundamental. Para entender el creci-
miento económico del período, la cons-
trucción de un estado fuerte y único que
Getulio Vargas (1882-1954) garantiza y fomenta el mercado interno
–un pilar ausente en el antiguo esquema
semicolonial– era una difícil tarea en un inmenso país organizado federativamente,
cargado del particularismo que le imprimían los estados provinciales gobernado
por las oligarquías locales. Vargas, en la búsqueda por la unificación, debió enfren-
tarse a estos sectores que retardaban la posibilidad de modernización de las estruc-
turas productivas, ya que el modelo económico sobre el cual se montan las oligar-
quías locales era el de atraso y consumo de bienes suntuarios, rasgo típico a nivel
continental.

Avanzar en esa línea suponía un conocimiento de las debilidades y fortalezas del


país. En este sentido, una política industrial requería la construcción de un mer-
cado interno, para lo que fue necesaria la edificación de una legislación de carác-
ter social que reconociera los derechos del trabajador. De todos modos, Vargas
debía conducir un estado con años de régimen agroexportador. Dentro del frente
nacional que lo lleva al poder no todos los actores tenían los mismos intereses. De
ahí que será fundamental la cintura política del brasilero para conducir en la hete-
rogeneidad, elemento constitutivo de los frentes antiimperialistas surgidos en Amé-
rica Latina a partir del ‘30.

El antiguo modelo oligárquico brasilero garantizaba un orden regulado por el mer-


cado, donde el estado solo actuaba para reprimir el conflicto social. La necesidad
de sostener una economía de ampliación del mercado interno supuso una plani-
ficación de la economía diferente
a la del estado oligárquico, y es así
que una de las características de
los movimientos nacionales, en
especial el brasilero, sea la plani-
ficación en torno a un plan a largo
plazo que supone la construcción
de obras y equipamiento capaces
de enterrar el modelo de atraso de
la antigua elite gobernante.

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En ese sentido, la reformulación de un nuevo sistema escolar que acompañe los


cambios operados en la estructura económica se tornará indispensable. Precisa-
mente, la educación es uno de los rasgos vitales de los nuevos movimientos. Tal es
así que Vargas instala el Servicio Nacional de Aprendizaje Industrial como estrate-
gia hacia el futuro y con el objetivo de desmontar un esqueleto pedagógico que
reforzaba los niveles de dependencia y formaba jóvenes para desarrollar profesio-
nes liberales, dejando de lado la formación de los sectores populares y su futura
inclusión en el mundo del trabajo.

Durante su presidencia, Vargas logrará nacionalizar el petróleo, pues en economías


con un fuerte componente extranjero era indispensable marchar hacia la naciona-
lización de los principales recursos naturales.

4.2. El cardenismo en México

El gobierno de Cárdenas en México


es contemporáneo al de Vargas en
Brasil. Si algo caracteriza a los
movimientos nacionales es la
impronta modernizadora con capa-
cidad de transformar las estructuras
antiguas. De ahí que se buscara
terminar con las formas de produc-
ción y organización fundadas en el
latifundio y la explotación de los
recursos minerales en manos
extranjeras.

Uno de los problemas más acu-


ciantes en el caso mexicano era la
presencia de empresas extranjeras
Lázaro Cárdenas del Río (1895-1970), gene- que manejaban la economía del
ral y estadista, Presidente de Méjico desde país. El 60% del petróleo, uno de
1934 a 1940. los principales recursos económi-
cos, estaba en manos de compa-
ñías inglesas mientras que el 39.2% pertenecía a compañías norteamericanas.
Esto se explicaba también por el elevado nivel de extranjerización de la tierra.

Hay que destacar un elemento central en el proceso mexicano: Cárdenas es hijo de


la revolución mexicana, la cual realizó cambios profundos en la sociedad. El car-
denismo vino a institucionalizar esos cambios. Nuevamente se vuelve indispensa-
ble la conformación de un mercado interno y, para esto, era necesaria la obtención
de recursos materiales de los cuales México gozaba, pero que al estar en manos
de compañías extranjeras los beneficios de estos recursos eran destinados a las
casas matrices de los países imperiales.

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Por esta razón se torna fundamental la nacionalización de la industria petrolera,


ya que al manejar los ingresos de este recurso era posible avanzar hacia una
modernidad inclusiva. Para tal fin, será necesario el apoyo de los sectores popu-
lares: este fue un rasgo fundante de estos procesos de liberación. Sin apoyo popu-
lar ni capacidad de movilización no se hubieran podido tomar medidas estructu-
rales como las llevadas a cabo por Cárdenas.

Gobiernos como éste cuestionarán y modificarán esquemas de crecimiento que


no contemplaban la imitación de los modelos europeos. Los gobiernos de nuestro
continente –a partir de un conocimiento de la realidad que no replicaba esquemas
europeos– debieron pensar modelos de crecimiento que incorporasen a los dife-
rentes sectores de la comunidad. Esta cuota creativa bien pude observarse en un
período de la historia atravesada por bloques hegemónicos de ideas como eran el
comunismo y el fascismo: la originalidad radica en pensar un modelo de creci-
miento autónomo. En el caso de México, para tales fines fue necesario crear una
red de bancos propios, como el Banco de México, controlar las exportaciones de
oro y plata y tener intervención directa sobre la reserva nacional de divisas.

La expropiación de los recursos natu-


rales implicará, además, la construc-
ción de un andamiaje de relaciones
internacionales, ya que de nada sirve
expropiar cuando los principales poten-
cias se ponen de acuerdo para realizar
un boicot comercial. En este punto
también debemos observar la capaci-
dad de conducción y la habilidad para
establecer acuerdos: en ese sentido, el
gobierno de Cárdenas fue también lo
suficientemente creativo como para
avanzar en la nacionalización de los
recursos.

Mural en honor de Lázaro Cárdenas Cárdenas también aporto cambios en


la formación educativa a partir de un
sistema que garantizaba la educación
como un derecho universal. La creación de nuevas escuelas en todo el país fue
un rasgo típico de su gestión.

4.3. Paz Estenssoro y el Movimiento Nacionalista Revolucionario


boliviana

Los movimientos nacionales del siglo XX se caracterizaron por partir de un diag-


nóstico que se centraba en el hecho de que, los estados en donde acontecieron,
se encuentran gobernados por oligarquías que establecieron fuertes lazos con los

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imperios centrales. En la medida que el vínculo entre oligarquía local e imperio era
más estrecho, la dependencia se hacía más evidente y las condiciones de vida del
pueblo involucrado eran proporcionalmente peores. Tal es el caso de Bolivia, un
país vinculado asimétricamente a los estados centrales a través de la exportación
de estaño, actividad extractiva que generaba una ganancia cuantiosa para algunas
pocas familias y reducía a la miseria a los trabajadores. Dice Ramos: "Cincuenta
mil mineros recluidos en las montañas producían el valor de todas las exportacio-
nes de Bolivia que alimentaban su escuálido aparato estatal" 8. La alimentación de
los mineros consistía básicamente en importantes dosis de hoja de coca para miti-
gar el hambre y la sed.

A pesar de haber atravesado una experiencia de corte nacionalista con el ascenso


al poder del Coronel Busch, éste se vio limitado en su accionar debido a que el
entramado de sectores oligárquicos (compuesto por terratenientes, explotadores
de minas, burguesía comercial) logró frenar el proceso nacionalista impulsado por
éste impulsado.

Capítulo aparte merece la acción de RADEPA, bajo el mando de Gualberto Villaro-


el, con posterioridad a la guerra del pretróleo. El Movimiento Nacionalista Revolu-
cionario (MNR) será heredero de esta tradición y quien mejor entienda la realidad
de dependencia boliviana. Durante la década del ‘40, el MNR acumulará fuerzas
viendo cómo se suceden presidentes que, en principio, parecen impulsar un pro-
grama nacionalista, pero que al no profundizar en las medidas de gobierno pron-
tamente serán derrocados por los sectores oligárquicos al amparo Estados Unidos.

Recién en 1952 el MNR, conducido por Víctor Paz Estenssoro, llegará a La Paz
tras largas jornadas de insurrección. Con la llegada del MNR se resolverán las dos
principales demandas
que arrastraban al pueblo
boliviano a una condición
semicolonial: por un lado,
se nacionalizan las minas
–condición necesaria
para romper con el yugo
imperialista–, por el otro,
y se avanza en la reforma
agraria.

Paz Estenssoro había


construido su poder en
Víctor Paz Estenssoro. (Tarija, 1907-2001) Político boli- años y, como tantos otros
viano, presidente de la República de Bolivia en cuatro conductores de movi-
ocasiones. miento nacional, conocía
la realidad boliviana. Con
su triunfo, se abre un

8. RAMOS, JORGE ABELARDO, op.cit. p. 325.

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nuevo escenario donde es necesario mantener


los logros del proceso. Pero la conformación de
los movimientos nacionales se caracterizó por
albergar en su seno a sectores heterogéneos y a
veces opuestos. Algunas de esas contradiccio-
nes operaron en el seno del MNR.

4.4. Velazco Alvarado y la Revolución Peruana

La experiencia peruana es similar a la de los otros movimientos nacionales, donde


también el rol del ala nacionalista del ejército resultara clave para entender el perío-
do. Perú hasta 1968, cuando Alvarado llega al poder, fue gobernada por políticos
vinculados a los intereses del capital. Precisamente, el quiebre del 68´ implica en
primer lugar una revolución política, ya que surge una nueva clase gobernante
diferente a la antigua oligárquica y también debe ser visto como una revolución
social, pues se modifica el sistema productivo reorientándose a la mayoría de la
población.

Velazco responde a los patrones carac-


terísticos de los conductores naciona-
les, antiimperialista y nacionalista, pro-
motor de reformas estructurales en el
aparato estatal, modernizador ante esta-
mentos estatales burocratizados, y tam-
bién con un rol típico de los militares
nacionalistas. A pesar de las críticas
que recibirá de sectores liberales, estos
conductores intentarán respetar las
libertades individuales de manera más
efectiva.

Con Velazco en el poder, en materia


económica se cumplirán los postulados
que son parte del programa de los
movimientos nacionales, el Estado
tomará un rol protagónico a la hora de
conducir la economía, desplazando los
Juan Francisco Velasco Alvarado (1910 antiguos intereses de las oligarquías,
1977), fue un militar y político peruano. se avanza en la cuestión de la tierra –
Ocupó la presidencia del Perú desde demanda esencial de la población
octubre 1968 y hasta agosto de 1975 peruana vinculada a la agricultura–, se

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fomenta los beneficios a la industria con el fin


de generar un modelo productivo que rompa
con la lógica de la división internacional del tra-
bajo, se llevará adelante un capitalismo de esta-
do donde éste debe suplir la ausencia de una
burguesía industrial y se establece también otro
tipo de intercambio comercial buscando nuevos
socios. De esta manera, escapa a las zancadillas
que puede llevar a cabo el imperio celoso por
las modificaciones en la estructura económica.

4.5. Jorge Gaitán, la revolución suspendida y el mal llamado Bogotazo

El 9 de abril de 1948, Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado con tres disparos: la muer-
te del conductor popular abría una de las páginas más sangrientas de la historia
de Colombia. Este hecho explica la
imposibilidad del acceso de un
movimiento nacional en Colombia
al poder. Gaitán representaba el per-
fil de político encuadrado en las
ideas antiimperialistas y nacionalis-
ta de todo conductor de un frente
nacional. De procedencia política y
no militar tuvo una agitada activi-
dad parlamentaria denunciando
desde su banca la inferencia impe-
rialista en la vida colombiana. La
denuncia por parte de los hombres
de los movimientos nacionales será
una práctica común fundamental-
mente durante la década del 30 de
Jorge Eliécer Gaitán (Bogotá, 1903 1948) siglo XX. La denuncia era acompa-
fue un político y jurista colombiano, alcalde ñada con la búsqueda de una vía
de Bogotá en 1936, ministro (Educación en democrática de desarrollo capitalis-
1940 y Trabajo en 1944), congresista (varios ta donde se pueda modificar el per-
períodos desde 1929 a 1948) y candidato fil productivo colombiano, ensayan-
disidente del Partido Liberal a la Presidencia do ensanchar un mercado interno
de la República para el período 1946-1950.3 raquítico producto de la asfixia que
Su asesinato en Bogotá produjo enormes ejecutaba Estados Unidos sobre la
protestas populares conocidas como El vida económica colombiana.
Bogotazo

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Gaitán, como en otros procesos descriptos, intentará convertirse en el garante de


mantener la cohesión del movimiento nacional en el confluyen diferentes sectores
sociales, y en donde el apoyo de la iglesia juega un rol fundamental como en todos
los movimientos nacionales. Colombia tuvo un escenario político en el que altera-
ron liberales y conservadores. Gaitán surgió del seno liberal, situación que le iba a
generar críticas de la izquierda colombiana. No obstante a esto, el caudillo lanza-
ba una línea interna dentro del liberalismo llamado Unión de Izquierda Revolucio-
naria. Gaitán representaba la única alternativa democrática popular capaz de
doblegar un siglo de sujeción.

Con el atentado a Gaitán quedó


trunco el acceso al poder de un
nuevo movimiento nacional en
nuestra América. Al acudir al
asesinato del adversario político,
la oligarquía colombiana daba
muestras de su impotencia polí-
tica incapaz de generar un can-
didato opositor. Las consecuen-
cias inmediatas del crimen políti-
El Bogotazo – escena en 1948 co fueron días de agitación social
en donde los sectores populares
clamaban por la venganza de su conductor: a esta situación se la conoce como
Bogotazo. Pero es un error histórico reducir la manifestación a la capital colombia-
na, ya que la lucha se extendió a lo largo de todo el país.

Carlos Piñeiro Iñiguez sintetiza una caracterización de los movimientos brevemen-


te presentados aquí del siguiente modo: serán esencialmente “modernizadores,
que impulsaron la industrialización sustitutiva de importaciones y la nacionaliza-
ción de recursos económicos básicos, se sustentaron en alianzas sociales intercla-
sistas y llevaron adelante proyectos de unidad nacional, adaptaron políticas socia-
les redistributivas y políticas exteriores independientes, de corte latinoamericanis-
ta. Finalmente, digamos que se propusieron a sí mismo ejerciendo las tareas de
gobernar el Estado como reemplazantes de las burguesías nacionales que nues-
tros países, en la inmadurez de su desarrollo, no habían alcanzado a generar. Lo
distintivo es el carácter de generalizada reacción antiliberal que implica este amplio
y fluido movimiento regional, dentro del cual se producen pequeños anacronismos
que hacen que ningún momento se encuentren todos o los principales naciona-
lismo en el poder”.9

Como cierre de esta clase proponemos la siguiente:

9. PIÑEIRO IÑIGUEZ, CARLOS: Perón la construcción de un ideario. Editorial Ariel. p. 373.

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