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El artículo 1345 del nuevo Código Civil y Comercial establece que “hay contrato
de corretaje cuando una persona, denominada corredor, se obliga ante otra, a
mediar en la negociación y conclusión de uno o varios negocios, sin tener
relación de dependencia o representación con ninguna de las partes”. De la
definición legal transcripta podemos extraer que son dos los sujetos del contrato
de corretaje: el corredor y el comitente.
Se trata de obligaciones de medio, que deben ser cumplidas con buena fe,
lealtad, probidad y sobre todo con profesionalismo. Tal como ha sido
puntualizado por la doctrina el artículo en cuestión no reproduce la totalidad del
art. 36 del Decreto ley 20.266/1973 de Martilleros, por lo cual algunos autores
han señalado que se debilitan los deberes que se exigen al corredor, con
perjuicio para la seguridad del tráfico negociador. Una de las obligaciones que
no ha sido incluida era la contenida en el art. 36 inciso c), que imponía al
intermediario comprobar la existencia de los instrumentos de los que surgiera el
titulo invocado por el enajenante y, cuando se tratara de bienes registrables,
pedir los informes de dominio e inhibición e interdicciones del transmitente.
Se ha señalado en igual sentido que estas exigencias son inherentes a las tareas
que todo corredor inmobiliario ejecuta, a poco que se reflexione en que
difícilmente se puede pretender intermediar en cuestiones que involucran la
transferencia de una propiedad inmueble, si no se cuida con especial celo los
aspectos vinculados a la legitimación para obrar de parte de quienes aspiran a
concretar negocios de esta índole (CNCom, Sala A, «Nigro, Carlos Hernán c.
Tambone Amalia María Cristina y otros», 26/02/2010).