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Un acto de habla es hacer una pregunta, una afirmación, prometer algo, pedir disculpas… Al estudiar un idioma
extranjero, el alumno aprende una serie de fórmulas que le permiten hablar, es decir, realizar actos de habla, e
interactuar con otras personas para lograr una finalidad. Desde acciones sencillas del día a día —como pedir un
café en un bar o comprar un billete de tren— hasta abordar situaciones más complejas que puedan surgir en la
relación con una persona que habla un idioma distinto.
Es este enfoque pragmático de la comunicación el que hace que el objetivo al enseñar un idioma
extranjero sea impulsar la competencia comunicativa del alumno. Por eso es importante que los
profesores trabajen con los alumnos para que sean capaces de asimilar y utilizar estructuras
gramaticales en el idioma de destino, al tiempo que comprenden su complejidad como herramienta
comunicativa para desenvolverse en circunstancias reales.
Representativos o asertivos: el hablante acepta, niega o expresa su opinión sobre algo; también cuando realiza una
descripción de objetos, personas, entornos…
Directivos: el emisor utiliza enunciados elaborados para dar consejos, para obligar o persuadir al oyente a realizar una
acción.
Compromisivos: expresan certezas y evidencias, asume una obligación, compromiso o propósito.
Declarativos: cuando el hablante busca que con su acto de habla cambie una situación. Para que esta declaración tenga
valor, debe tener la potestad adecuada, por ejemplo, un juez para dictar sentencia.