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Número de cuenta:
61821023
Sede de estudio:
Ceutec San Pedro Sula
Docente:
Leida Ninosca Polanco
Sección:
V5119
Fecha de entrega:
06 de Marzo de 2023
Hershey se vuelve sano
En los años 90 los costos de los gastos médicos se dispararon, crecieron durante varios años a un
ritmo anual superior al 15 %. Las compañías cargaron con buena parte de ese peso, en razón de los
paquetes de prestaciones que ofrecían a los empleados. Aunque muchas compañías probaron una
serie de estrategias para reducir los costos en esa década, los costos de los gastos médicos de las
corporaciones siguieron subiendo. ¿Qué debe hacer una empresa? En el caso de Hershey Foods
Corporation, la respuesta fue un programa de incentivos para la salud.
Hershey tomó la decisión de concentrarse en la salud de los empleados en 1991, después de que una
empresa de asesoría externa atribuyó entre 25 % y 35 % de los costos de gastos médicos de Hershey
al estilo de vida de los empleados. Así, Hershey se dedicó a crear incentivos para fomentar la salud
“de los empleados”.
En abril de 1991, Hershey lanzó un programa piloto de incentivos para la salud, para sus 624
empleados asalariados de la oficina central de Pennsylvania. El programa fue diseñado para reducir
los factores de riesgo para la salud que se pueden modificar, por ejemplo el fumar y la presión
sanguínea alta, con el propósito de disminuir las erogaciones de la empresa para gastos médicos y de
acuerdo con la filosofía de Hershey, que establece “una clara preocupación por las personas y un
gran interés por cada empleado”, para mejorar la salud y la moral de los empleados.
“Llevamos muchos años interesándonos por la salud y el bienestar de los empleados” comenta Rick
Dreyfuss, director de remuneración para ejecutivos y prestaciones para empleados de Hershey.
Ahora, hemos dado un paso más, ligando la salud de los empleados a los costos anuales de los gastos
médicos.
Con el programa experimental que, de tener éxito, se extendería a los 11,000 empleados de Hershey,
la gente recibía débitos o créditos, de acuerdo con la calificación que obtenía en ciertos factores de
riesgo. Por ejemplo, en 1993, los empleados que no fumaban obtuvieron 48 dólares, que podían
tomar en efectivo o aplicar a las erogaciones de su programa de prestaciones. Sin embargo, ese año,
los empleados que fumaban grueso tuvieron que pagar hasta 444 dólares. Otras categorías
comprendían la presión sanguínea, la regularidad de ejercicio aeróbico, el peso y el nivel de
colesterol. Los empleados bajo atención médica, dentro de cualquiera de las categorías eran
considerados “neutrales en cuanto a costos” y no recibieron ni recompensa ni sanción. Aunque el
peso, la presión sanguínea y el nivel de colesterol fueron medidos, confidencialmente, por el
departamento Médico de la empresa, Hershey confió en un sistema de palabra de honor para
determinar si los empleados fumaban o hacían ejercicio en forma regular.
“Confiamos en nuestros empleados la responsabilidad de jugar limpio” dice Dreyfuss. “¿Son exactos
al 100 %? Estoy seguro que no”.
No obstante, Hershey decidió aplicar el sistema de palabra de honor por respeto a sus empleados.
El programa con base en incentivos arrojó resultados impresionantes en el primer año para los
empleados de Hershey, sobre todo a la luz del éxito limitado logrado por otros programas de salud y
estrategias para modificar los costos. Una encuesta de los participantes en el programa, en el primer
año, arrojó que la mitad de ellos habían cambiado su estilo de vida de alguna manera. Casi un 30 %
de los encuestados dijo que había empezado a hacer ejercicio con más regularidad y que había bajado
sus niveles de colesterol.
Sin embargo, el programa también se ha topado con bastante resistencia.
“Algunos empleados consideraron que se trataba de lo mejor que hubieran hecho jamás” señala
Dreyfuss. Otros eran de la opinión de que la empresa se estaba entrometiendo más de lo debido en su
vida personal.
Uno de ellos es Earl Light, gerente de negocios del local 464 del Sindicato de Trabajadores de
Panadería, Pastelería y Tabaco, el cual representa a 2,800 empleados de la fábrica de Hershey.
“No acabo de aceptar ningún programa que dicte un estilo de vida” explica. “No tengo problema
alguno con los programas que ofrecen incentivos para la salud, pero pienso que uno no debe
sancionar a quienes no cumplen con los parámetros de la empresa. Nuestro sindicato definitivamente
no aceptará este programa y creo que hablo por todos los sindicatos”.
No obstante, a pesar de las objeciones del sindicato, Hershey ha continuado con el programa.
“No opino que estemos dictando un estilo de vida ni entrometiéndonos en la intimidad” afirma
Dreyfuss-. Sencillamente, pensamos que los empleados se deben hacer cargo, en términos
financieros, del sistema de gastos médicos.