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VIDAL MORALES EUNICE


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Introducción

Los antibióticos han desempeñado un papel revolucionario en el campo de la medicina, salvando


millones de vidas desde su descubrimiento. Su historia se remonta a miles de años atrás, cuando
las civilizaciones antiguas observaron ciertos fenómenos que podrían considerarse los primeros
indicios de las propiedades antibióticas.

En la antigua Babilonia, Egipto, India y China, se utilizaban remedios a base de hongos y mohos
para tratar infecciones cutáneas y enfermedades como la disentería. Estos pueblos también
empleaban plantas medicinales con propiedades antimicrobianas, como el ajo y la cebolla, que se
han utilizado a lo largo de la historia por sus efectos beneficiosos sobre la salud.

Sin embargo, fue en el siglo XIX cuando se realizaron avances significativos en la comprensión y
desarrollo de los antibióticos modernos. En 1877, Louis Pasteur descubrió que ciertas bacterias
producían sustancias capaces de matar a otras bacterias, y las llamó "microbios asesinos".
Posteriormente, en 1928, Alexander Fleming, un científico escocés, hizo uno de los
descubrimientos más importantes en la historia de los antibióticos. Observó que un moho del
género Penicillium había contaminado una placa de cultivo bacteriano y que el crecimiento
bacteriano había sido inhibido alrededor del moho. Este hallazgo llevó al desarrollo de la
penicilina, el primer antibiótico moderno.

Después de la penicilina, se realizaron importantes descubrimientos en la década de 1940 y 1950


que condujeron al desarrollo de otros antibióticos, como la estreptomicina y la tetraciclina. Estos
avances abrieron las puertas a una nueva era en el tratamiento de las enfermedades infecciosas, ya
que los médicos ahora tenían herramientas efectivas para combatir una amplia gama de bacterias.

Marco teórico

Descubrimiento de nuevos antibióticos: El proceso comienza con la búsqueda de nuevos


compuestos con actividad antimicrobiana. Esto implica explorar fuentes naturales, como
microorganismos, plantas y otros organismos, así como utilizar técnicas de síntesis química para
diseñar moléculas con propiedades antibacterianas.

Investigación de la actividad y mecanismo de acción: Una vez descubiertos los candidatos a


antibióticos, se lleva a cabo una investigación exhaustiva para comprender su actividad y
mecanismo de acción.

Desarrollo de procesos de producción: Una vez que se ha identificado un candidato prometedor, se


desarrollan los procesos de producción para obtener el antibiótico a gran escala. Esto implica la
selección de un microorganismo productor adecuado y la optimización de las condiciones de
cultivo, como el medio de cultivo, la temperatura, el pH y la agitación.

Fermentación y producción a gran escala: La fermentación es una etapa crucial en la producción de


antibióticos. Los microorganismos productores se cultivan en grandes fermentadores bajo
condiciones controladas para maximizar la producción del antibiótico. Durante esta etapa, se
monitorean y ajustan los parámetros de fermentación para optimizar el crecimiento del
microorganismo y la producción del antibiótico.

Extracción y purificación del antibiótico: Una vez finalizada la fermentación, se realiza la extracción
del antibiótico del medio de cultivo. Esto se logra mediante técnicas de extracción, precipitación o
separación, para obtener una fracción rica en el compuesto deseado. Luego, se lleva a cabo la
purificación mediante técnicas de cromatografía, filtración y cristalización, con el objetivo de
obtener un antibiótico puro y de alta calidad.

Formulación y desarrollo de formas farmacéuticas: Después de la purificación, el antibiótico se


formula en diferentes formas farmacéuticas, como tabletas, cápsulas, líquidos orales o soluciones
inyectables. Durante esta etapa, se seleccionan los excipientes adecuados, se optimiza la
estabilidad y se evalúa la biodisponibilidad del antibiótico en la forma farmacéutica seleccionada.

Control de calidad y ensayos de eficacia: Todos los procesos de producción de antibióticos están
respaldados por rigurosos controles de calidad. Se realizan pruebas físicas, químicas y
microbiológicas para asegurar la calidad, la pureza y la estabilidad del producto final.

Metodología

Selección del biorreactor: El primer paso es seleccionar el tipo de biorreactor adecuado para la
fermentación. Existen diferentes tipos de biorreactores, como biorreactores de tanque agitado,
biorreactores de lecho fijo, biorreactores de membrana, entre otros. La elección depende de las
características del microorganismo productor, las condiciones de cultivo requeridas y los objetivos
de producción.

Preparación del cultivo: Se prepara un cultivo inicial del microorganismo productor en un medio de
cultivo adecuado. Esto puede implicar la esterilización del medio, la inoculación del cultivo inicial y
la optimización de las condiciones de crecimiento previas a la fermentación.
Inoculación del biorreactor: El cultivo inicial se inocula en el biorreactor, proporcionando la
cantidad adecuada de células microbianas para iniciar la fermentación. La inoculación puede
realizarse mediante técnicas asépticas para garantizar la ausencia de contaminantes.

Control de condiciones de cultivo: Durante la fermentación, es crucial mantener condiciones


óptimas de cultivo. Esto incluye controlar la temperatura, el pH, la agitación y la concentración de
oxígeno disuelto dentro del biorreactor. Estos parámetros pueden ajustarse y controlarse
automáticamente utilizando sensores y sistemas de control.

Suministro de nutrientes: Durante la fermentación, es necesario suministrar los nutrientes


necesarios para el crecimiento y la producción del microorganismo. Esto puede implicar la adición
de fuentes de carbono, nitrógeno, fósforo y otros nutrientes esenciales según las necesidades del
microorganismo y el proceso de fermentación.

Monitoreo del crecimiento y la producción: Durante la fermentación, se realiza un monitoreo


regular del crecimiento celular y la producción del producto deseado. Esto se puede lograr
mediante la toma de muestras periódicas del contenido del biorreactor y la realización de análisis
microbiológicos, bioquímicos y moleculares para evaluar el progreso de la fermentación.

Control de contaminaciones: Durante la fermentación, es importante prevenir y controlar cualquier


contaminación microbiana no deseada. Se deben implementar prácticas adecuadas de
esterilización, limpieza y mantenimiento del biorreactor para minimizar el riesgo de
contaminación.

Recolección del producto: Una vez que se alcanza la fase de producción óptima, se procede a la
recolección del producto deseado. Esto puede implicar la interrupción de la fermentación, la
separación de las células microbianas del producto o la extracción directa del producto del medio
de cultivo.

Análisis y caracterización del producto: El producto recolectado se somete a análisis y


caracterización para evaluar su calidad, pureza y actividad biológica. Esto puede incluir pruebas
físicas, químicas y biológicas para determinar la concentración, la actividad antimicrobiana y otras
propiedades del producto final.

Escalamiento del proceso: Si el proceso de fermentación es exitoso a pequeña escala, se puede


considerar su escalamiento a niveles de producción industrial. Esto implica reproducir y optimizar
las condiciones de cultivo en biorreactores de mayor capacidad, asegurando la eficiencia y la
reproducibilidad del proceso a gran escala.

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