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La existencia de Dios

Podría parecer que el avance de la técnica y el triunfo de la ciencia hace inútil todo
debate sobre la existencia de Dios, pero nada más lejos de la realidad. A pesar de que
ahora conocemos el mundo con mayor exactitud, la gran pregunta acerca del sentido de
la vida sigue sin resolverse. Dentro de esta pregunta, Dios es una respuesta común.
los argumentos ateos cobran más fuerza con la Ilustración y su proyecto crítico-racional.
Con el avance de la técnica y la ciencia, además, el número de filósofos que niega la
existencia de Dios ha ido en aumento.
En la Ilustración destacan los argumentos ateos de David Hume. Para este filósofo
empirista, el conocimiento de Dios es imposible porque todo conocimiento nace de
nuestros sentidos y de nuestra experiencia. Para Hume, no puede existir aquello de lo
que no tenemos experiencia. Respecto a los milagros, Hume se sorprende de la facilidad
con la que aceptamos testimonios tan inverosímiles. Este argumento sostiene que, dado
que no hay pruebas suficientes para respaldar la existencia de Dios, no hay razón para
creer en su existencia. Según este punto de vista, la ausencia de evidencia suficiente es
razón para asumir que Dios no existe hasta que se presente evidencia convincente en su
favor. Las afirmaciones basadas en la fe o en experiencias personales no son
consideradas suficientes
Ludwig Feuerbach, teorizó sobre la procedencia de Dios y, por ende, de la religión. Para
este filósofo, los seres humanos hemos creado a Dios a nuestra imagen y semejanza. De
la aspiración a la perfección y a una vida sin dolor, de estas pulsiones, hemos creado un
Dios que represente estos anhelos. La creencia en la existencia de Dios es, en el fondo,
una creencia en el ser humano. Pero una creencia incompleta porque en la medida que
uno cree en Dios como ser superior, niega al ser humano.
Los atributos tradicionales de Dios, como la omnipotencia, la omnisciencia y la
omnibenevolencia, son inherentemente contradictorios entre sí. Por ejemplo, si Dios es
omnipotente, ¿puede crear una piedra tan pesada que no pueda levantarla? Si Dios es
omnisciente, ¿cómo puede existir el libre albedrío? Estas preguntas plantean problemas
lógicos y han llevado a algunos a cuestionar la posibilidad misma de la existencia de un
ser con tales atributos. La existencia del mal en el mundo es incompatible con la
existencia de un Dios omnipotente, omnisciente y benevolente. Si Dios es
todopoderoso, ¿por qué permite el sufrimiento y el mal? Si Dios es omnisciente, ¿por
qué no actúa para prevenirlo? Si Dios es benevolente, ¿por qué no elimina el mal? La
existencia del mal en el mundo ha llevado a algunos a concluir que Dios no puede
existir.
Freud lo hará desde una visión psicoanalítica. Detrás de la religión, dice Freud, nos
encontramos la culpabilidad originaria de la humanidad. «La religión —dice este autor
— es una neurosis». Una neurosis colectiva que muestra que Dios en caso de existir,
existe en nuestro inconsciente.

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