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1) La política económica consistió en aumentar el desarrollo de la industria dependiente ligada al

capital extranjero, donde las inversiones extranjeras llegaron a comprar los activos nacionales, es
decir, se dio un proceso de desnacionalización que encontró posteriormente la posibilidad de forjar
una alianza entre la CGE y el sindicalismo peronista para hacer frente a la política
desnacionalizadora del gobierno.

Al analizar el impacto de las políticas económicas del gobierno se puede distinguir un momento
ofensivo en el marco del plan de racionalización económica desplegado por el ministro Krieger
Vasena que profundizó la represión hacia los trabajadores y la alteración en los movimientos
redistributivos que si bien “no fueron bruscos en promedio, la evidencia empírica indica que
durante la gestión de Krieger se redujo el ingreso de los asalariados, al tiempo que crecieron las
ganancias empresariales” (Rapoport, 2000, p.657). En este sentido, los levantamientos de 1969,
particularmente el Cordobazo, pusieron fin a una etapa del plan del gobierno que “resulta difícil
desligar por completo de los resultados del programa económico, tanto en materia de distribución
de los ingresos desde el punto de vista estático, como en la percepción de diversos sectores de los
efectos negativos que les provocaba el quiebre de una tendencia dinámica de varios años en los que
la redistribución había tenido un sesgo progresivo” (Rapoport, 2000, p.658).

Caído el onagniato se vislumbró un nuevo rumbo económico más ligado al nacionalismo producto
del “fortalecimiento de las organizaciones sindicales y la aparición de grupos guerrilleros que
habían generado una escalada de conflictos que se traducían en demandas contrarias a la
extranjerización de la economía argentina” (Rapoport, 2000, p.660). Los gobiernos sucesivos de
Levingston y Lanusse se vieron inmersos en esta coyuntura y tuvieron que replegarse frente a la
ofensiva obrera que imposibilitó la continuidad del plan económico de la dictadura teniendo que
convocar a elecciones en 1973.

La crisis hegemónica producto del ejercicio sostenido de la violencia quedo en evidencia luego de
los acontecimientos de 1969 cuando esa misma violencia engendró su réplica, es decir, la ofensiva
de las políticas económicas llevaron a los damnificados a contrarrestar esa violencia. En este
sentido Portantiero sostiene que se dio una situación de empate hegemónico donde “cada uno de los
grupos tiene suficiente energía como para vetar los proyectos elaborados por los otros, pero ninguno
logra reunir las fuerzas necesarias para dirigir el país como le agradaría” (Portantiero, 1973, p.40).
Efectivamente lo que provocó esta situación fue el fortalecimiento en las bases del movimiento
obrero y un distanciamiento mayor con respecto a la burocracia sindical que sostenía ciertos
alineamientos con las fuerzas armadas y el “establishment”. Por otra parte, O´donnell plantea en el
marco de la disputa hegemónica, una alianza defensiva entre la pequeña burguesía urbana y un
sector del movimiento obrero que detuvo la ofensiva pero no logró imponer con suficiente fuerza su
hegemonía por sobre la alianza conformada por la burguesía superior aliada al capital monopolista,
lo cual empoderó en cierta medida al movimiento obrero ya que la alianza “les dio acceso a
recursos y medios de difusión con los que de otra manera difícilmente hubieran contado” (O
´donnell, 1977, p.548).

La ofensiva de las políticas económicas encontró una resistencia en los damnificados que debe
leerse en sintonía con los acontecimientos internacionales de la década del sesenta, partiendo de la
enorme influencia de la Revolución cubana como así también el proceso de Mao en China y el
debate que abrió en el campo popular sobre la vía hacia la Revolución si debía plantearse en
términos insurreccionales o de manera pacífica. Por otra parte hacia 1968 la experiencia del Mayo
Francés marcó un salto en las luchas obreras y populares donde obreros y estudiantes cuestionar el
sistema capitalista. En este sentido “la unidad obrero-estudiantil fue parte de un contexto mundial
de radicalización” (Nassif, 2016, p.94) que efectivamente tuvo una notable influencia en los hechos
acaecidos en 1969 en la Argentina.

Los factores que inciden en el surgimiento de las corrientes clasistas en los sindicatos fueron
principalmente, los descontentos obreros con respecto a la nueva racionalización económica y
pérdida de conquistas sociales que no tuvo su canalización por la rama sindical, por eso se
produjeron los movimientos masivos “azos”. Sumado a este vacío de representación, se tiene que
contemplar la represión empresarial (despidos, lock outs) y gubernamental que llevaron a los
obreros a la salida violenta para conseguir sus reclamos. “La división de los trabajadores en
diferentes sindicatos serviría para fragmentar sus peticiones.”(Ortiz, 2019, pp-203)

En el caso de las conducciones nacionales sindicales se dividen en dos momentos: 66-69 de


confusión y repliegue de fuerzas populares (se conforma la CGT de los Argentinos 68’, opositor de
la dictadura). El segundo momento surge con el Cordobazo en el 69’, inaugurando el período de
luchas populares con carácter obrero-estudiantil, y culmina en el 73’ con la llegada de Perón. Nassif
determina que por el contexto internacional hay una agudización de las luchas obreras en los 60’,
por los hitos revolucionarios y el debate de reforma o revolución de dentro de la izquierda. (Nassif,
2016, pp-95)

La autora contrapone el Cordobazo y el tucumanazo porque en el primero el conflicto surge de parte


de los obreros mejores pagos y en el otro es inverso al ser lo más carenciados por el cierre de
ingenios azucareros.

Con respecto a las organizaciones armadas, Gordillo plantea que el autoritarismo del gobierno llevó
a las organizaciones a usar esos métodos clandestinos, además de la influencia guerrillera por el
caso cubano. Tanto Montoneros como el ERP, utilizaban el accionar armado como una forma de
captación popular, además de haber tenido su furor después del Cordobazo, como posibilidad para
alcanzar el poder. (Gordillo, 2003, pp-341)
En el Viborazo, una vez ya establecido el gran acuerdo de Lanusse, es donde se ve reflejado
fuertemente el accionar de estas organizaciones armadas, acompañando al movimiento obrero en su
lucha, ya en el 72’ se empezaron a vincular más con la vía política, especialmente Montoneros que
buscaban la llegada de Perón del exilio, quien a su vez fomentaba su accionar, aunque una vez
regresado él los rechaza y persigue con la AAA y Lopez Rega.

2) La primer etapa que identifica Svampa es la que transcurre durante la presidencia de Cámpora y
se caracteriza por la centralidad de la juventud peronista y de una sociedad civil completamente
movilizada conviviente con un intento de llevar a cabo una concertación social que posibilite el
modelo populista, y un intento normalización institucional que resuelva la relación entre Perón y las
organizaciones armadas, marcando el inicio de una separación entre esta sociedad movilizada y un
sistema político en recomposición. Esto tradujo, según los planteos de Torre (1989), una situación
donde la movilización que llevo a Perón al gobierno, de carácter contestataria, poco comprometida
con el sistema institucional y con ansias de reparación, chocaba con la propuesta conciliatoria y de
reconstrucción política del líder (pp. 42-45). Según este autor, esta construcción del orden político
tenía dos pilares, el acuerdo con el radicalismo conseguido posteriormente en el parlamento, y el
Pacto Social entre empresarios y sindicatos, lo cual exigía una redefinición de las alianzas sociales y
políticas en pos de una política de ingresos, implicando la incompatibilidad con la vertiente
representada por los sectores juveniles y políticos que apuntaban a la quiebra del orden a partir de
una revolución (Torre, 1989).

Este Pacto Social establecía un compromiso de congelamiento de precios y alza de sueldos, tras el
cual se suspendían las negociaciones colectivas por dos años, lo cual permitiría establecer las
condiciones para el crecimiento, la redistribución, el fortalecimiento del mercado interno y las
restricciones a la operatoria del capital extranjero y la industrialización (Rapoport, 2007).

La segunda etapa se inicia con el interinato de Lastiri hasta la muerte de Perón, y se caracteriza,
según Svampa, por las contradicciones del populismo en el poder y la guerra interna debido al giro
hacia la derecha de Perón, que se constituye como árbitro del periodo, a partir del apoyo al
sindicalismo burocrático a través de la represión al conflicto intrasindical, la construcción de la
figura del enemigo interno a través de la redefinición del campo político-ideológico, la exclusión de
la Tendencia a través de una purga, el intento de llevar a cabo leyes represivas y el inicio de una
política de reconciliación con el ejercito. Aquí se inician los cambios de condición política que
exigía el Pacto Social, con la reconstitución de la alianza de Perón con los sindicalistas y la ruptura
con los sectores juveniles radicalizados, los primeros, en condición de debilidad heredada del
proceso económico y social precedente intercambiaron moderación por reconocimiento y se
dispusieron a acatar el acuerdo y recuperar posiciones (Torre, 1989).
Sobre el trasfondo de este cambio de alianzas operado en el interior del movimiento, fueron
ganando espacios los sectores de derecha del peronismo. Durante esta etapa el plan económico
logro la estabilidad de precios, el mejoramiento de las cuentas externas y se produjo un significativo
crecimiento económico, sin embargo, el alto gasto, la falta de financiamiento, el declive de la
inversión, y el alza internacional del petróleo fueron generando problemas como el
desabastecimiento, la creación de un mercado negro y una conflictividad obrera que junto con
transgresión progresiva del pacto por parte de los empresarios, iba a poner en jaque al plan
(Rapoport, 2007). La tercera etapa que propone Svampa corresponde a la presidencia de Isabel y se
caracteriza por la agonía y disolución del modelo populista en una crisis social, política y
económica, bajo la acción gravitante del sindicalismo tradicional, sectores de extrema derecha, una
vacancia de autoridad, la opción por el militarismo de la guerrilla y el avance de los militares hacia
el poder. Se llevo a cabo el intento del exterminio del ala izquierda del movimiento lo que llevó a la
subordinación de las organizaciones armadas a la lógica militar.

También se intento la subordinación del poder sindical, mediante una fuerte represión, que tenía
como objetivo la disolución del modelo económico nacionalista y reformista, a partir de un fuerte
ajuste en alianza con los principales grupos económicos, lo que implicaba una exclusión del
sindicalismo y un acercamiento a los militares. Durante esta etapa va darse un gran crecimiento de
los precios de las importaciones, una recesión internacional, déficit en las reservas y una recesión
local que llevaron a la implementación del Rodrigazo, un plan de ajuste que llevo a la ruptura entre
el gobierno y su tradicional base política (Rapoport, 2007).

Aquí asistimos a la desintegración total del sistema de alianzas llevado a cabo por Perón, debido al
incumplimiento sistemático por parte del empresariado del Pacto Social, que llevaba a la
imposibililidad por parte del sindicalismo de hacerlo cumplir, superado por la disputa entre capital y
trabajo que se daba dentro de la empresa y por el acorralamiento a supeditarse a pactos que
socavaban sus bases frente a corrientes combativas (Torre, 1989). Con respecto a los factores
internos que incidieron en el gople del 76’, se contabilizaba el accionar creciente de la guerrilla en
el plano militar, el cual otorgaba al Ejercito la posibilidad de recuperar su papel como “salvador de
la Patria”, el creciente poder decisorio de las FFAA a partir del debilitamiento del gobierno de
Isabel, el cual dejaba un vacío de poder y el continuo plan de reconciliación con los militares
llevado a cabo por Perón, junto con la instalación de la idea del enemigo interno (Svampa, 2003).

A su vez, se relaciona con los factores internacionales, en sentido con la Doctrina de Seguridad
impulsada por EEUU y las tácticas de contrainsurgencia impartidas por los norteamericanos a las
FFAA locales, las cuales comenzaron a implementarse durante el gobierno de Isabel alcanzando su
cenit con el Golpe de Estado.
Bibliografía

 NASSIF, Silvia y Rupar, Brenda. “Las luchas de fines de la década de 1960 y principios de
la de 1970”. En Mateu, Cristina y Spiguel, Claudio (editores). Aspectos y momentos
históricos de la lucha política y sindical. Buenos Aires, Ediciones La Marea, 2016
 O´DONELL, Guillermo: “Estado y Alianzas en la Argentina, 1955-1976”, Desarrollo
Económico, vol. 16, Nº 64, enero-marzo 1977
 PORTANTIERO, Juan Carlos. “Clases dominantes y crisis política en la argentina actual”.
Revista Pasado y Presente, 2da época Nro. 1, Buenos. Aires. 1973
 RAPOPORT, Mario. Historia económica y social de la Argentina. Macchi, Buenos Aires, 2000

 Ortíz, María Laura, “Con los vientos del Cordobazo. Los trabajadores clasistas en tiempos
de represión y violencia” Editorial Universidad Nacional de Córdoba. 2019

 Gordillo, Monica, B. “Protesta, Rebelión y Movilización: de la resistencia a la lucha


armada” Editorial Colección Nueva Historia Argentina.2003

 Svampa, Maristella. “El populismo imposible y sus actores, 1973-1976”. Editorial


Sudamericana. 2003

 Torre, Juan Carlos. “Los sindicatos en el gobierno, 1973-1976”. Editorial Centro Editor de
América Latina. 1989

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