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HISTORIA DE AFRICA Y TRABAJOS PRÁCTICOS

PRÁCTICO DE FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

Nombre y Apellido: Martín Ferraiolo

Comisión y Turno: 3B T.V

Fecha de entrega:12/11

Antes de realizar el práctico tenga en cuenta:

a) Fecha máxima de entrega: 13 de noviembre a las 10.hs


b) Responda en este mismo documento de Word
c) Lea detenidamente cada consigna. Intente realizarlo con sus conocimientos y consulte
la bibliografía. La bibliografía es el soporte pero no contiene los análisis.
d) Todo el parcial es elaboración personal, como cualquier trabajo o documento
académico. Como tal, puede contener citas (textuales o paráfrasis), debidamente
consignadas, pero de ninguna manera puede estar “plagado” de ellas, pues el trabajo
pierde originalidad y valor académico. Cuando cite, use siempre el mismo sistema de
citado (normas APA o cualquier sistema de citado reconocido). Mantenga una
redacción académica. No opine; argumente y sostenga empíricamente sus
afirmaciones.
e) Recuerde que no está permitido: Cortar y pegar, o copiar textualmente de la
bibliografía o de cualquier contenido incluyendo internet. Cite el contenido que no es
suyo y agregue las referencias bibliográficas al final.
f) Considere que en la calificación final se tendrá en cuenta el nivel de conocimientos
demostrado a partir del análisis bibliográfico y la argumentación histórica de cada
respuesta.
g) Extensión máxima: 8 carillas. Elija el contenido y aproveche el espacio. No agregue
contenido que no se solicita en la consigna, no suma.

1) Analice la siguiente fuente. Para hacerlo tenga en cuenta:

a) Origen de la fuente (Autor, cuando fue escrita, dónde, de qué trata en general)
b) Contenido de la fuente. Señale además que puede deducir o inferir de la fuente
según la bibliografía que haya leído.
c) Contextualización: compare estos conceptos con el Congo de Leopoldo

The Earl of Cromer, Modern Egypt. , 2 Vols., (1908) New York. Macmillan. Traducción: Luis
César Bou
“Puede decirse que ahora Egipto casi forma parte de Europa. Está en la principal ruta
hacia el lejano Oriente. Nunca dejó de ser un objeto de interés para todas las potencias de
Europa, y especialmente para Inglaterra. Un numeroso e inteligente grupo de europeos y de
orientales no egipcios han hecho de Egipto su hogar. Ha sido invertido capital europeo en una
gran cantidad en el país. Los derechos y privilegios de los europeos son guardados
celosamente, y, sin embargo, han dado lugar a cuestiones complejas, que requieren para su
resolución un monto nada pequeño de ingenio y conocimiento técnico. Las instituciones
extranjeras han arraigado y hecho raíces en el país. Las capitulaciones amparan esos derechos
de soberanía interna que son gozados por los gobernantes o legislaturas de la mayoría de los
estados. La población es heterogénea y cosmopolita en un grado casi desconocido en parte
alguna. A pesar de que la fe predominante es el Islam, en ningún país del mundo hay una
variedad más grande de credos religiosos que los que se encuentran en importantes sectores
de la comunidad.

En adición a estas peculiaridades, que son de un carácter normal, tiene que tenerse en
mente que en 1882 el ejército egipcio estaba en estado de motín; la tesorería estaba en
bancarrota; cada rama de la administración había sido dislocada; el antiguo y arbitrario
método, bajo el cual el país había sido administrado por siglos, había recibido un severo
golpe, mientras, al mismo tiempo, no había sido instrumentado ningún orden ni ley nuevo
que tomara su lugar. ¿Es probable que un gobierno compuesto por los rústicos elementos
descritos más arriba, y liderado por hombres de tan pobre capacidad como Arabi y sus
adjuntos, hubiera sido capaz de controlar una máquina compleja de esta índole? ¿Habrían
triunfado los sheiks de la mezquita de Al Azhar donde Tewfik Pashá y sus ministros, que
eran hombres de relativa educación e ilustración, actuando bajo la guía e inspiración de una
potencia europea de primera clase, sólo habían alcanzado un mediocre éxito luego de años de
paciente labor? Sólo puede haber una respuesta a estas preguntas. Ni está en la naturaleza de
las cosas que cualquier movimiento similar pudiera, bajo las condiciones presentes de la
sociedad egipcia, encontrarse con ningún éxito mejor. La completa e inmediata ejecución de
una política de “Egipto para los egipcios”, tal como fue concebida por los seguidores de
Arabi en 1882, era, y todavía es, imposible.

La historia, de hecho, registra algunos cambios radicales en las formas de gobierno a


las que un estado ha sido sujeto sin que sus intereses naufragaran absoluta y
permanentemente. Pero sería dudoso que pudiera citarse una instancia de una súbita
transferencia de poder en cualquier comunidad civilizada o semi-civilizada hacia una clase
tan ignorante como los egipcios puros, tal como eran en el año de 1882. Estos últimos han
sido, por siglos, una raza sometida. Han dominado sucesivamente Egipto los persas, griegos,
romanos, árabes de Arabia y Bagdad, circasianos, y finalmente turcos otomanos, pero
tenemos que retroceder hacia los dudosos y oscuros precedentes de los tiempos faraónicos
para encontrar una época en que, posiblemente, Egipto fue gobernado por egipcios. Tampoco,
en el presente, parecen poseer la cualidades que harían deseable, en su propio interés o en el
de el mundo civilizado en general, elevarlos a la categoría de gobernantes autónomos con
todos los derechos de soberanía interna.
Si, en consecuencia, era inevitable o casi inevitable una ocupación extranjera, debe ser
considerado hasta qué punto era preferible una ocupación británica a cualquier otra. Desde el
punto de vista puramente egipcio, la respuesta a esta pregunta no puede ser dudosa. La
intervención de cualquier potencia europea era preferible a la de Turquía. La intervención de
una potencia europea era preferible a la intervención internacional. La especial aptitud
mostrada por los ingleses en el gobierno de las razas orientales señalaba a Inglaterra como el
instrumento más efectivo y benéfico para la introducción gradual de la civilización europea
en Egipto. Una ocupación anglo-francesa o una anglo-italiana, de las que escapamos estrecha
y también accidentalmente, habría sido en detrimento de los intereses egipcios y habría
finalmente causado fricción, sino seria disensión, entre Inglaterra por una parte y Francia o
Italia por la otra. La única cosa que puede decirse a favor de una intervención turca es que
habría relevado a Inglaterra de la responsabilidad de intervenir.

Mediante el proceso de agotar todos los otros expedientes, arribamos a la conclusión de que la
intervención armada británica era, bajo las especiales circunstancias del caso, la única solución posible de las
dificultades que existían en 1882. Probablemente también era la mejor solución. Los argumentos en contra de
la intervención británica, de hecho, eran bastante obvios. Era fácil prever que, con una guarnición
británica en Egipto, sería dificultoso que las relaciones de Inglaterra tanto con Francia como con
Turquía fueran cordiales. Con Francia, especialmente, existía el peligro deque nuestras relaciones se volvieran
muy tirantes. Además, perdíamos las ventajas de nuestra posición insular. La ocupación de Egipto empujó a
Inglaterra hasta cierto punto dentro de la arena de la política continental. En caso de guerra, la presencia de una
guarnición británica en Egipto sería posiblemente una fuente de debilidad más que de fuerza. Nuestra posición
en Egipto nos ubicaba en una posición diplomática desventajosa. Cualquier potencia con la que tuviéramos
una diferencia de opinión acerca de alguna cuestión no-egipcia, era ahora capaz de venganza mediante la
oposición a nuestra política egipcia. Los complicados derechos y privilegios poseídos por las variadas
potencias de Europa en Egipto facilitaban acciones de esta naturaleza. No puede haber duda de la fuerza de
estos argumentos. La respuesta a ellos es que era imposible para Gran Bretaña permitir a las tropas de
cualquier otra potencia ocupar Egipto. Cuando se volvió claro que alguna ocupación extranjera era necesaria,
que el Sultán no actuaría ano ser bajo condiciones que eran imposibles de aceptar, y que ni la cooperación de
Francia ni la de Italia serían aseguradas, el gobierno británico actuó con prontitud y vigor. Una gran nación
no puede dejar de lado las responsabilidades que su historia y su lugar en el mundo han impuesto sobre ella.
La historia inglesa muestra otros ejemplos del pueblo y gobierno inglés llevados por accidente a hacer lo
que no solamente era correcto, sino que era también más acorde a los intereses británicos.”

2) Revise la bibliografía pertinente y haga un balance de las unidades políticas africanas


que estaban presentes en el continente al momento de la carrera colonial y la
colonización, excluyendo Africa del Sur.

3) Sudáfrica: analice las relaciones de los diversos pueblos de África del Sur con los
británicos durante el siglo XIX. Argumente y sostenga empíricamente.

4) Analice las diversas formas de penetración colonial y conquista en el terreno


implementadas por los estados europeos en África. Elija tres resistencias africanas de
diferente carácter y analícelas.
1)A)- Evelyn Baring (1841-1917) es el autor de esta fuente, fue el primer conde de Cromer,
Inglaterra. Este diplomático fue trasladado a Egipto con labores consulares, depsués de haber
sido virrey en la India en 1876. en 1883 consigue plenos poderes consulares y empieza a
injerir en la comunicación, política exterior y en los movimientos financieros egipcios. En la
época que fue redactada la fuente, Egipto ingresaba en su estadio de modernidad por el
estrecho contacto que poseía con los países europeos, la misma se encuentra en la obra de
Baring, llamada “Modern Egypt”, de principios del siglo XX. Como escribe desde un lugar
tan influyente en ese momento de la historia egipcia es importante su análisis para
comprender el lugar que ocupa Egipto en dicho siglo.

B)-el autor toca dos sucesos en la fuente: el primero es el motín de 1882, llevado por los
militares egipcios, debido principalmente a la caída del antiguo sistema arbitrario dando un
contexto de caos propicio para la manifestación. Esto sucede por las acciones del nieto de
Muhamad Ali, de tomar créditos europeos de muy altos intereses con el fin de llevar a cabo el
desarrollo e inserción de Egipto en el plano europeo, esto no hubiese ocurrido con su abuelo,
ya que él se hubiese negado debido al inminente estado de estar a merced de la potencias
(Olivier & Atmore, 1997)

Sumado a las costosas expediciones realizadas hacía el sur del país, el tesoro egipcio se vio
gravemente disminuido, haciendo que el jedive vendiera sus acciones de la compañía del
Canal de Suez en forma de pago, de esta forma el comite europeo tenía libertad para manejar
las finanzas del país, en consecuencia se redujeron los gastos, es decir los sueldos de los
oficiales militares disminuyeron, por eso el motín se vio como la salida más apropiada por
ellos. El gobierno quedaba en control militar con un rechazo al pago de la deuda en 1881, al
año siguiente Inglaterra interviene sin ayuda francesa debido al problema interno que poseía.

El autor realiza un análisis de la incapacidad de gobernabilidad que poseía el pueblo egipcio,


ya que solo en la época faraonica hubo un “Egipto para egipcios”, posterior a ese estadio
siempre estuvo sometida a algún poder extranjero. Esto coincide con el aspecto paternalista y
de superioridad que se ve a lo largo del colonialismo, y en el caso del autor, este aspecto que
remarca, justificaría la invasión extranjera, el mismo hace hincapié en que la intervención
armada británica era, bajo las especiales circunstancias del caso, la única solución posible
de las dificultades que existían en 1882., sin embargo es un gran gasto militar para la
potencia, lo cual sería el único aspecto negativo de la campaña.

El anterior punto sobre la presencia extranjera en Egipto, el autor lo contrasta con que el
“lider” de esa época en la zona, es decir, el moribundo Imperio Otomano, no actuaba ante
este clima caótico y por eso Inglaterra por su rol como nación responsable históricamente y
sumado al gran interés que tenía en la zona por la posibilidad del canal y el ferrocarril a lo
largo del Nilo, ella se vio “obligada” a actuar y solucionar el problema.

C)- en 1879 ocurre el ingreso de un nuevo actor internacional en la expansión europea en el


continente africano, sería el de Leopoldo II, quien por las exploraciones de Stanley reclamaba
las zonas de la cuenca del Congo, que anteriormente Inglaterra había despreciado. Él empezó
a competir con Inglaterra y Francia por la representación de sus pretensiones en el continente
para la instauración de ferrocarriles y buques fluviales (Olivier & Atmore, 1997), él solo
buscaba estas facilidades comunicativas de caracter comercial en la zona, por eso no había
entablado relaciones con los nativos que le habilitasen un reclamo de la soberanía en la zona,
esto posteriormente es buscado y apoyado por potencias como Alemania y Estados Unidos,
debido a la presión anglo-francesa en la zona del Bajo Congo.

Las posturas del gobernante hacía los nativos vario en la severidad y las tácticas empleadas
por los agentes del mismo. Ocurrieron asesinatos masivos y amputaciones en forma de
castigos de forma regular, en pos de conseguir mejoras en la producción del caucho, lo cual
obligaba al nativo a subyugarse a la esclavitud de la plantación, o a meterse en la jungla
salvaje para conseguir el total de la cuota que era pedida por el europeo, el incumplimiento
fue la principal causa de las reprimendas previamente nombradas. (Hochschild, 2017) .

Esta nueva presencia en el continente africano desestabilizó los planes coloniales ingleses,
haciendo que se viera en desventaja con las demás potencias, por eso mismo el aumento de
interés sobre controlar y expandir su joya egipcia, que hasta ese entonces gozaba de cierta
autonomía, ya que las colonias inglesas de esa época (Natal y del Cabo) no le daban el
suficiente poder colonial, por eso al asentarse en Egipto pudo encaminar su carrera expansiva
con el fin de construir un ferrocarril el cabo- el cairo. Todo esto se dio gracias a la dirección
de Salisbury, quien fue el que encaminó la visión colonial inglesa.

2)- para mas comodidad y facilidad de lectura iré separando por regiones las distintas
unidades políticas.

África Sudánica: tenemos tres exponentes en esta zona, el país Hausa,el cual poseía las
ciudades comerciales más activas y con un desarrollo manufacturero muy avanzado para la
época. El declive del comercio marítimo del Mar Rojo y las constantes invasiones de pueblos
vecinos había debilitado a Etiopía al punto de estar atravesando una gran crisis política. El
más estable de la zona sería Kánem-Bornú, que poseía un gobierno islámico de carácter
expansivo y con proyección a la zona baja del Magreb que poseía reinos débiles nacidos de
la desintegración de los reinos previos.

La sábana arbolada: siempre habían mantenido buenas relaciones comerciales con los
países al norte, siendo el caso de Malí, Songhay y los estados Mandé, por parte de los estados
Akan,y con el País Hausa por parte de por los estados del actual Nigeria, Edo y Yoruba.
(Olivier & Atmore, 1997). había una relación inversa entre los pueblos internos y los
costeros, los primeros fueron más avanzados y centralizados en comparación con los
pescadores costeros, hecho que revirtió con el ingreso de armas de fuego por parte del
comercio portugués.

África Septentrional: en esta zona se estableció el comercio caravanero por parte de los
pueblos bereberes y árabes a lo largo del gran desierto del Sahara, uniéndolos con el
mediterraneo al norte y las zonas negras al sur a través del vínculo comercial primeramente y
posteriormente por el ideológico con la penetración del Islam en los comerciantes una vez
que se estableció firmemente en Egipto. Posteriormente toda la zona quedó bajo la influencia
del Imperio Otomano, a excepción de Marruecos, que como muchas de las provincias del
imperio en el momento de su mayor debilidad política gozaban de autonomía con respecto a
sus decisiones políticas

Egipto fue el más avanzado por su gran capacidad militar y la presencia fuerte de un Emir el
cual manejaba los aspectos civiles y sociales de la zona, a su vez limitaba con El Magreb
conformado por las unidades políticas de Tripoli, Tunicia, Argelia y Marruecos que la
principal diferencia era que poseían menos control de sus territorios, el cual estaba plagado
de poblaciones libres de bereberes y beduinos, y su control por lo general se limitaba a las
principales ciudades.

África Central: las mejores condiciones ambientales y los abundantes recursos provocaron
una atraso en la conformación de unidades políticas centralizadas y organizadas. Eran por lo
general parlantes de la lengua Bantú, que diversificaron sus actividades económicas en dos
vertientes: el pastoreo y obtención de recursos animales como el marfil; y la manufactura
primitiva de metales y artesanías, por lo general vinculados con las costas en vínculos
comerciales incipientes, ya que carecían de una moneda o medida regularizadora, era por
regateo. En el siglo XV un movimiento bantú conformó un gran estado en la actual Angola,
que pereció poco después de la penetración portuguesa.

Sudáfrica: aquí convergieron tanto pueblos negros como los bantués, Koi Koi y Koisan, con
poblaciones blancas ya establecidas, los boers. Ellos eran de origen holandés que habían sido
establecidos allí para la manutención de su puerto de abastecimiento en El Cabo, que con el
pasar de las inmigraciones pasaron a ser ciudadanos de segunda clase a pequeños aventureros
y comerciantes que buscaban construir sus fortunas a costa de las poblaciones negras de allí.
Eran autónomos de Europa al no pagar tributos a la corona holandesa, y extremadamente
cerrados y racistas hacía los negros, por eso su método de expansión y obtención de recursos
consistía en desplazar a los Koi de sus tierras para usurpar sus recursos.

Por tal autonomía tuvieron conflictos con la corona inglesa cuando quiso proyectar sobre la
zona y tomar la colonia, establecer una propia y juntar blancos con negros, por esos motivos
ocurrieron las guerras anglo-boers con victoria inglesa, (Varela, 2000). otro factor conflictivo
para estas comunidades blancas fue el expansionismo Zulú, por su líder Shaka, que
provocaba que grandes movimientos negros penetrasen las zonas blancas.

La isla de Madagascar: se había mantenido deshabitada hasta que fue colonizada por
inmigrantes del sudeste de Asia, llegados por mar (Olivier & Atmore, 1997). No tenían
contacto directo con los países europeos hasta que portugueses y franceses les otorgaron un
papel importante en la provisión de esclavos. Por último, el corredor Swahili que había sido
controlado y administrado por los árabes en el siglo XV, pasó a manos de los portugueses.
4) la penetración en el continente africano se fue dando de diversas formas dependiendo de
las relaciones entre los europeos con los pueblos nativos que previamente se relacionaron,
Mwanzi da como ejemplo de que ante el trabajo forzado o la privación de derechos algunos
africanos reaccionaban de forma violenta y otros se conformaban con la situación impuesta.
Un factor fundamental para la penetración fue los medios de transporte y comunicación,
especialmente el ferrocarril, que reorganizaba un espacio que en el momento del contacto se
encontraba disperso y dislocado entre sí, Ranger, lo ve como la solución de estos problemas,
pero en realidad fueron los cimientos que permitieron la penetración constante de los
europeos.

El factor clave para comprender las reacciones africanas es el concepto de la soberanía y su


relación con los gobernantes de cada zona, ya que muchos los vieron como la salvación ante
el yugo de un líder despótico con lo cual fueron cooperativos con la penetración europea a
favor del cambio de gobernación, en muchos casos las relaciones de este estilo se daban con
pueblos que previamente habían sido propensos al comercio con el blanco, por eso sus
acercamiento no les pareció una amenaza como tal.

Las respuestas africanas consistieron en la confrontación militar y los esfuerzos diplomáticos


para conservar una cuota mínima de independencia, porque si bien todas las sociedades
estaban dispuestas a preservar su soberanía, la reacción a la invasión no fue uniforme sino
que estuvo determinada por la estructura, intereses y características de cada sociedad en su
tiempo.

La religión, vinculada a la soberanía y la legitimidad, también fue un arma con la que se


luchó porque dotaba de sentido la misión. Por esa razón, en las derrotas, el saqueo de los
santuarios y el robo de elementos religiosos eran habituales. Fue el caso de los ngoris de
Gaza (Ranger, 2000).

Los Nandi en Kenia, por ejemplo, resistieron militarmente la construcción del ferrocarril en
su territorio. Ellos pusieron la más larga y fuerte resistencia militar al imperialismo británico
y no terminó hasta que su líder fue asesinado por los europeos, cuando estaba en camino a
unas negociaciones traicioneramente arregladas.

Escenario diferente fue el de algunos gobernantes que no presentaron resistencia y prefirieron


los acuerdos diplomáticos con el fin de extraer beneficios de esas nuevas relaciones. El rey
Mumia de los Wanga vio a los británicos como potenciales aliados para expandir su
influencia en toda Kenia occidental y derrotar a sus adversarios. Para este gobernante, los
europeos eran un grupo para ser usados y lo mismo pensaban los ingleses de los africanos.

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