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1
Véase Farrando, Ismael (h.), Martínez Patricia R., Manual de derecho administrativo, Buenos Aires, Depalma,
2000, pp. 69/70.
2. Codificación del Derecho Administrativo2
2
Véase Farrando, Ismael (h.), Martínez Patricia R., Manual de derecho administrativo, Buenos Aires, Depalma,
2000, pp. 100/101.
su avance desmedido, controvierte el sistema de unificación legislativa que existe
para todo el país con relación a las otras ramas jurídicas (artículo 75 inciso 12 de la
Constitución Nacional).
3
Sánchez Viamonte, Carlos: “Manual de Derecho Constitucional”, Bs.As. 1958, pág. 247 y ss.
4
Bidart Campos, German J.: “Derecho Constitucional”, Bs.As.1964,t.I, pág. 705 y ss.
5
Lascano, David: “Jurisdicción y competencia”, Bs.As. 1941, pág. 31 y ss
6
Lascano David: ob. cit. pág. 29 y ss
7
Gordillo, Agustín: “ob.cit. ,5ta. Ed. t.1, Parte General, IX-16 sostiene que la función legislativa en estricto sentido
jurídico, es únicamente realizada por el Poder Legislativo, ya que la define como “El dictado de normas jurídicas
generales hecho por el Congreso.”
Y por último, es función jurisdiccional cuando cualquiera de los tres órganos
debe juzgar la conducta de sus empleados a los fines de aplicar una sanción, previo
sumario con posibilidad de audiencia y prueba por parte del imputado, o la
actividad que realiza el Tribunal Fiscal de la Nación, o los Juzgados Municipales de
Faltas8. Debo aclarar que la resolución que se dicta con motivo del ejercicio de esta
función puede ser revisada por el órgano judicial mediante la acción contencioso
administrativa que interponga el afectado.
En esta línea de pensamiento encontramos a Cassagne quien dice: “...Los
tribunales que integran el Poder Judicial deben conservar la atribución final de
revisar las decisiones de naturaleza jurisdiccional...” 9.
Es indudable entonces que cada uno de estos órganos del Estado puede ser
considerado como una institución distinta de los otros, que tiene cierta autonomía,
y tiene atribuciones constitucionales para actuar en lo interior con el objeto de
satisfacer sus propios fines10.
Esta teoría ha sido desarrollada por Duguit 11 quien considera que para
diferenciar las distintas funciones del Estado, es necesario analizar el contenido de
los actos y, por ello, el Estado ejerce la función legislativa, cualquiera sea el órgano
que interviene, todas las veces que produce actos – reglas, todas las veces que
formula una disposición normativa o constructiva, modificando sobre un punto
cualquiera el derecho objetivo. El Estado en cambio ejerce función administrativa
cuando realiza un acto condición, o un acto subjetivo, o cuando sus agentes
proceden, para asegurar el funcionamiento de un servicio público, a cumplir actos
puramente materiales. Finalmente, el Estado ejerce la función jurisdiccional toda
vez que resuelve una cuestión de derecho y le ha sido planteada decidiendo una
situación de acuerdo a derecho12.
Desde el punto de vista orgánico o subjetivo , la distinción se hace teniendo
en cuenta el órgano del que emana la función, y para esta teoría, la función
administrativa, sólo la realiza el órgano ejecutivo, la función legislativa: el Congreso
de la Nación, la Legislatura Provincial, y el Concejo Deliberante Municipal. A su vez
la función jurisdiccional está a cargo del órgano judicial.
Esta teoría tuvo gran desarrollo en virtud de la doctrina sustentada por
Montesquieu en su conocida obra “El espíritu de las leyes” que sostenía que el que
hace las leyes no sea el mismo que las aplique, ni el que las ejecute; el que las
ejecute, no pueda hacerla ni juzgar acerca de su aplicación; y el que las juzgue, no
las cree ni las ejecute.
En otras palabras, se desarrolló el principio de la separación de los poderes,
con el objeto de evitar abusos y arbitrariedades, pues en un comienzo, el Monarca
tenía las tres funciones, y con el transcurso del tiempo se separa primero la función
jurisdiccional, y con posterioridad la función legislativa. Por eso se sostuvo que la
función administrativa, era sinónimo de la función ejecutiva. Que la función
ejecutiva es esencialmente administrativa; que Poder Ejecutivo y Poder
Administrador tiene la misma significación jurídica; que todo acto de ejecución es
acto de administración13.
También a la función administrativa se la conoció como actividad residual 14,
porque era la función estatal que no era legislación ni justicia 15. Esta teoría surgió
para oponerse a la que sostenía que “Administración es la actividad total del Estado”
y fue defendida principalmente por Stein16.
Continuando con la clasificación de las funciones estatales desde el punto de
vista formal, destacaré que la función legislativa puede ser tanto en el sentido
formal como en el material y, por ello, los reglamentos internos que dictan las
distintas Comisiones del Congreso de la Nación son ejemplos de funciones
legislativas.
8
Gordillo, Agustín: ob.cit., t.1, IX-18, dice: “...que la administración no ejerce en ningún caso función
jurisdiccional, y que si sus actos se parecen en alguna hipótesis, por su contenido, a los de aquella función, no
tienen sin embargo el mismo régimen jurídico; esto es, que la administración no realiza función jurisdiccional.”
9
Cassagne, Juan Carlos: “Derecho Administrativo”, Bs. As. 5ta. Ed. t.I, pág.91.
10
Romano, Santi: “Principii di Diritto Costituzionale Generale”, Milano 1946, pág. 175 y ss.
11
Duguit, Leon: “Traitée de Droit Constitutionel”, Paris 1928, Tomo I, pág. 106 y ss.
12
Duguit, Leon: ob. Cit. Tomo I. Pág. 328.
13
Ducrocq, Th.: “Cours de Droit Administratif”, Paris 1897, T. I, pág. 29 y ss.
14
Fleiner, Fritz: “Instituciones de Derecho Administrativo”, Barcelona 1933, pág. 7 y ss.
15
Merkl, Adolfo: “Teoría General del Derecho Administrativo”, Madrid 1935, pág. 16 y ss.
16
Stein, L.: “La Scienza de la Pubblica Amministrazione”, Torino 1897, págs. 3 y ss..
Considero de interés destacar que Merkl 17 distingue entre legislación en sentido
formal y administración, teniendo en cuenta que la primera es la ejecución
inmediata de la Constitución, en cambio, la administración, es una ejecución
mediata, y por lo tanto, si bien, la función legislativa como la administrativa deben
respetar la Constitución y ser consecuente con ella, la diferencia está dada por la
distancia que existe entre una función y la Constitución, ya que la función
legislativa – repito- está inmediatamente vinculada a la Constitución, en cambio, la
administrativa, la vinculación es mediata o más distante.
Sostiene también, que la función administrativa en muchos casos, es ejecución
de la legislación, en cambio, la legislativa, es ejecución de la Constitución.
Esta distinción entre ley en sentido formal y ley en sentido material, también la
realiza Bielsa18, y la considera importante porque la primera es propia de la función
legislativa y la segunda, como los reglamentos, son actos administrativos, dictados
en ejercicio de la función administrativa. Esta teoría es también aceptada por
Marienhoff19 quien sostiene que el acto administrativo puede ser individual o
concreto, o puede ser general, como es el reglamento.
La función estatal desde el punto de vista formal tiene en cuenta el
procedimiento para su dictado y la forma propiamente dicha del acto con
prescindencia del órgano del que emane, y por ello, para esta teoría, todo acto que
tenga forma de ley, será actividad legislativa aunque se trate de un acto individual y
concreto como es la aprobación de un contrato suscripto por el Presidente de la
República, por ejemplo. En este caso, considero que estamos en presencia de una
función administrativa, y no de una actividad legislativa, y se trata de un acto
administrativo que tiene forma de ley, ya que soy de opinión que el acto
administrativo puede emanar de cualquiera de los tres órganos del Estado, y por lo
tanto, está sujeto al control del órgano judicial por la vía contencioso administrativa.
Para esta teoría lo importante y trascendente es la forma del acto, sin
necesidad de analizar el órgano del que emanó ni la naturaleza o sustancia de dicho
acto.
Esta teoría puede inducirnos en error al analizar la función estatal, porque
como bien destaca Villegas Basavilbaso 20 la forma con que se revisten los actos
dependen, en principio, del órgano productor. Por ello participo de sus enseñanzas
cuando sostiene que en caso de duda sobre la naturaleza jurídica de un acto estatal,
es decir, si se trata de un acto legislativo, administrativo, o jurisdiccional, ha de
estarse a su contenido y no al carácter del órgano que lo ha producido, o a la forma
que reviste, puesto que jurídicamente, la sustancia ha de predominar sobre lo
orgánico y lo formal21.
De lo expresado se deduce sin hesitación alguna que el poder es un solo y
radica en el Estado; que los órganos son tres: el ejecutivo, el legislativo y el judicial,
y las funciones son también tres: la administrativa, la legislativa o normativa, y la
jurisdiccional.
Al respecto, son claras las enseñanzas de Villegas Basavilbaso 22 que, siguiendo
a Jellinek23 sostiene que el poder en si mismo no puede ser objeto de división ni de
partición; su desmembración no podría cambiar su sustancia, y es por ello que la
denominación del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial lleva
necesariamente a una confusión. Las funciones del poder y no el poder pueden
distinguirse por su naturaleza, y por ello pueden ser diferenciadas en legislativas,
ejecutivas y judiciales.
En nuestro país con posterioridad al año 1989, en que se dictó de la Ley de
Reforma del Estado Nro. 23.696, se crearon –algunos por ley y otros por decreto- los
Entes Reguladores de los servicios públicos, quienes realizan función
administrativa, y las resoluciones que dictan son actos administrativos que pueden
ser controlados por el órgano judicial mediante la acción contencioso
administrativa.
También realizan función administrativa las personas jurídicas públicas no
estatales, como los distintos Colegios Profesionales, cuando otorgan o cancelan la
17
Merkl, Adolfo:, ob., cit., págs. 184 y ss.
18
Bielsa, Rafael: “Derecho Administrativo”, Bs.As. 1947, t.I, pags. 115 y ss.
19
Marienhoff, Miguel S.: “Tratado de Derecho Administrativo”, Bs.As. 1966, Tomo II, pág. 406.
20
Villegas Basavilbaso, Benjamín: “Derecho Administrativo”, Bs.As. 1949, Tomo I, pág. 34 y ss.
21
Villegas Basavilbaso, Benjamín, ob.cit. Tomo I, pág. 38.
22
Villegas Basavilbaso, Benjamín, ob. cit. Tomo I, pág. 7.
23
Jellinek, G.: “Teoría General del Estado”, Madrid 1914, Tomo II, pág. 299 y ss
matrícula o cuando aplican sanciones a sus afiliados, y esas resoluciones son
también actos administrativos que pueden ser impugnados judicialmente por el
afectado por la vía contencioso administrativa.
La función administrativa también la pueden realizar las personas jurídicas
privadas: por ejemplo los concesionarios o licenciatarios de un servicio público
cuando realizan función administrativa, y las resoluciones que adoptan son también
actos administrativos, que pueden ser controlados por el órgano judicial por la vía
contencioso administrativa.
El Sistema de Derecho Público contiene, como rasgo típico, una compleja gama
de poderes o potestades jurídicas administrativas 24 que integran el denominado
régimen exorbitante del Derecho Privado.
¿Qué configura el régimen exorbitante? Señala el Dr. Juan Carlos Cassagne
que tal expresión constituye un término convencional, un valor entendido sólo
utilizable en sentido técnico por cuanto, en realidad, no puede sostenerse que el
Derecho Administrativo se encuentre en una situación de exorbitancia respecto del
Derecho Privado. En todo caso, el Derecho Público regula contenidos que le atañen
exclusivamente, que no entran en conflicto con el Derecho Privado. El origen de la
expresión es probable que obedezca a la circunstancia de que el Derecho Privado se
aplicaba, en los comienzos de este proceso, en forma residual y directa, a un
Derecho Administrativo escasamente desarrollado, pero el concepto adquiere un
nuevo sentido a partir de los sistemas que reconocen la existencia de prerrogativas
de poder público a favor de la Administración.
De ese modo, el Derecho Público como categoría histórica determina la
configuración de un régimen administrativo como característica peculiar.
El contenido del régimen exorbitante, incluye no sólo las potestades que
reflejan el imperium estatal sino aquellos otros poderes que configuran las garantías
que el Derecho Público consagra a favor de los particulares 25. Y esta ecuación o
equilibrio entre las prerrogativas de la Administración y las garantías de los
administrados es la base fundamental de la armonía y justicia del sistema
administrativo.
Como el bien común constituye el fin del Estado y el beneficiario del mismo es
el sujeto particular componente de la comunidad mediante la distribución que de él
se hace, el régimen exorbitante sólo se concibe, en definitiva, al servicio de ese fin de
bien común, a través del cual se alcanza el bien individual.
Mientras la figura de la prerrogativa se fundamenta en los requerimientos del
bien común, porque las exigencias de la comunidad se basan en la idea de servicio
para satisfacer en forma directa el bien de cada uno de los componentes, la
presencia de las garantías tiende a asegurar la realización del bien común mediante
el reconocimiento de la posición que los individuos tienen en la comunidad, dándole
la participación a cada uno en la distribución del bien común.
CONTENIDOS DEL RÉGIMEN EXORBITANTE:
La prerrogativa, que es en definitiva, una potestad, un poder, caracterizada por
el imperium estatal.
En el ejercicio de las funciones estatales para el cumplimiento de sus
cometidos, los órganos del estado se encuentran dotados de poderes jurídicos (v.gr.
que implican limitaciones a la actividad individual), porque para poder cumplir
dichos cometidos resulta necesario que el órgano público disponga de poderes o
prerrogativas, denominados en el lenguaje técnico “potestades” y su concepto se
logra por medio de una limitación al ejercicio de los derechos subjetivos de los
particulares por razones de interés público26.
Las principales prerrogativas, según el Dr. Juan Carlos Cassagne, son:
a) LA CREACIÓN UNILATERAL DE DEBERES Y VÍNCULOS JURÍDICOS: A
diferencia de lo que acontece en el Derecho Privado, una de las partes de la relación
jurídica administrativa posee la facultad de crear unilateralmente vínculos
obligacionales y deberes a cargo de los administrados, que se constituyen en
24
Ver Marienhoff, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, T. I, pág. 603 y sigs., Bs. As., 1977; García de
Enterría, Eduardo-Fernández, Tomás Ramón, Curso de Derecho Administrativo, T I, pág. 277, Madrid, 1974.
25
Barra, Rodolfo C., Principios de Derecho Administrativo, pág. 152 y sigs., Bs. As., 1980)
26
Farrando, Ismael (h) – Martínez, Patricia R., Manual de Derecho Administrativo, reimpresión, Ediciones Depalma,
Bs. As., 2000, pág. 49
deudores u obligados de las respectivas prestaciones. Esta prerrogativa, que se
funda en la presunción de legitimidad, por cuyo mérito la Administración resuelve
de manera previa a la decisión judicial. Su ejercicio requiere siempre de una norma
atributiva de la potestad y de la competencia necesaria para la actuación del órgano
o ente administrativo.
b) LA PRESUNCIÓN DE VALIDEZ O LEGITIMIDAD DE LOS ACTOS
ADMINISTRATIVOS: Es una presunción legal 27 impuesta por el legislador por
razones de conveniencia y suele fundarse en una circunstancia fáctica: de que “si no
existiera tal principio, toda la actividad estatal podría ser cuestionada ante la
posibilidad de justificar la desobediencia como regla normal en el cumplimiento de
los actos administrativos, obstaculizando el cumplimiento de los fines públicos al
anteponer el interés individual y privado al bien común”28.
Los fundamentos de la presunción de legitimidad se pueden agrupar en:
De orden sustancial: Para algunos, la presunción de legitimidad de los actos
administrativos radica en la presunción de validez que acompaña a todos los actos
estatales. Así dice Fiorini29, que todos los actos de Derecho Público, de cualquier
clase que fueren, tienen presunción de validez inmediata. Toda ley se considera
constitucional, toda sentencia se considera válida y todo acto administrativo se
presume legítimo. Ello es así porque tanto la ley, como la sentencia o el acto
constituyen una expresión del poder soberano del Estado.
De orden formal: Las motivaciones de orden formal para justificar tal
presunción están dadas por las garantías subjetivas y objetivas que preceden a la
emanación de los actos administrativos.
Este principio aparece así como necesario, pues se argumenta que, si no
existiera, toda la actividad de la Administración sería cuestionable ab inicio, lo que
obstaculizaría el cumplimiento del interés general30.
Es una presunción legal relativa, provisional, transitoria, calificada como
presunción iuris tantum, que puede desvirtuar el interesado demostrando que el
acto controvierte el orden jurídico. Tal presunción no es un valor consagrado,
absoluto, iuris et de iure, sino un juicio hipotético, que puede invertirse acreditando
que el acto tiene alguna ilegitimidad31.
Es decir, el órgano del estado que ejerce función administrativa, no necesita
declarar ni probar con anticipación que su actividad es legítima; la presunción de
legitimidad de que gozan sus actos administrativos significa que ellos deben
considerarse legítimos hasta la declaración en contrario. El particular, en cambio,
necesita alegar y en muchos casos probar la ilegitimidad y logar que el mismo
órgano administrativo u otro superior o el judicial declare su ilegitimidad. Mientras
ello no ocurra, el acto sigue presumiéndose legítimo 32.
Los actos administrativos son válidos mientras no se declare lo contrario.
Alguno podrían decir que no es así, que la ley lo que dice es que se presume
legítimo, no que no son válidos, lo que parece muy distinto.
34
Salomoni Jorge Luis, “La Ejecutoriedad del Acto Administrativo” correspondiente a su ponencia en la Jornada sobre Acto Administrativo y
Reglamento, organizada por la Universidad de Austral, con. Libro de la Jornada año 2001, Ediciones RAP, pág. 167/178.
35
CSJN, fallos: 115:111; 132:410; 205:701, entre otros muchos.
La inobservancia a este principio, al dictarse un acto administrativo, de alcance
particular o en el dictado de un reglamento, como así también la utilización de un
mismo precedente del órgano administrativo para arribar a soluciones
contradictorias, ocasionan agravio a la garantía constitucional de la igualdad.
- El principio de legalidad36: Los órganos públicos actúan sometidos al
ordenamiento jurídico y solo pueden realizar los actos, funciones o servicios que
autorice dicho ordenamiento; se considera autorizado el acto aún no regulado
totalmente, cuando al menos lo esté en cuanto a motivo y contenido aunque sea en
forma imprecisa.
El denominado principio de legalidad administrativa, implica que el que
cumple función administrativa, debe actuar con arreglo al ordenamiento jurídico,
que comprende no sólo la ley en sentido formal –es decir la ley dictada por el
Congreso o la Legislatura local de acuerdo al procedimiento previsto para la
formación y sanción de las leyes- sino también, al sistema jurídico entendido como
unidad37.
Desde esta perspectiva, señalaba el Dr. Julio Comadira, que pareciera mas
preciso terminológica y conceptualmente referirse no a la legalidad sino a la
juridicidad, porque describe de mejor manera el concepto.
En ese marco, el principio de juridicidad implica que el que ejerce función
administrativa debe actuar con sujeción a los principios generales del derecho, a la
Constitución Nacional, a los principios que surgen de ella, a los tratados
internacionales –que gozan de jerarquía normativa superior a las leyes luego de la
reforma del año 2004-, a la ley formal, a los reglamentos e incluso a los precedentes
administrativos, en la medida en que en su seguimiento esté comprometida la
garantía de igualdad.
La sujeción a la legalidad no se agota en el respeto irrestricto a la norma
objetiva, sino que se extiende a: la obligación del órgano que ejerce función
administrativa de asegurar la razonabilidad de su obrar, es decir que el resultado de
este obrar debe ser justo, proporcionado, equitativo 38. La imposibilidad de que una
norma de rango inferior modifique a una de rango superior 39. El respeto a la
igualdad de oportunidades que debe garantizar el órgano o ente que ejerce función
administrativa, al conjunto de particulares que se encuentren en igualdad de
condiciones40 y que las decisiones se adecuen siempre a la satisfacción del interés
público.
La Constitución Nacional consagra la garantía de legalidad en su art. 19,
arts. 16, 17, 18 y 28, principios que reposa en un fundamento de seguridad y de
justicia, por cuanto se objetivan las competencias y los fines de la actividad de la
Administración no quedan librados al arbitrio subjetivo del gobernante o del
funcionario.
36
Ver Casaro Lodoli, Guillermo A., El Acto administrativo en la Provincia de Corrientes, MAVE Editora, 2010, pág.
29/30.
37
Comadira Julio R. “Derecho Administrativo. Acto Administrativo. Procedimiento Administrativo. Otros estudios”
Segunda Edición Actualizada y Ampliada, Lexis-Nexis (Abeledo-Perrot), Bs. As. 2003, pág. 494,
38
Linares, Juan P, Razonabilidad de las leyes, Buenos Aires, 1970; PTN, dict del 3/06/85, Dictámenes, t 173, p.
224
39
Hutchinson, Tomás, Ley Nacional de Procedimientos Administrativos, Buenos Aires, 1985, T 1, p. 26.
40
Dromi, José R., El acto Administrativo, Madrid, 1985, p. 64.
involucra y los fines que lo orientan, trasuntan una aplicación del principio de
razonabilidad o justicia de los actos estatales.
- Concepto amplio de legitimidad: No obstante que en nuestra Constitución
la regla de la razonabilidad aparece referida genéricamente al Poder Legislativo en el
art. 28, el principio también resulta aplicable al órgano con competencia normativas
reglamentaria, como es el caso del Poder Ejecutivo, el cual, conforme al artículo 99
inc. 2 de la Constitución Nacional, tiene el deber de no alterar el espíritu o esencia
de la letra de las leyes con excepciones reglamentarias.
- La garantía de la propiedad frente a los actos de los poderes públicos: La
Constitución reconoce la existencia del derecho de propiedad privada, pero al propio
tiempo autoriza a disponer su sacrificio para satisfacer las necesidades propias de la
comunidad o el bien común (artículo 17 de la Constitución Nacional) mediante el
procedimiento de expropiación por causas de utilidad pública.
La ley establece las condiciones inherentes al ejercicio del derecho de
propiedad o puede afirmarse que se trata de un derecho absoluto, sino sometido a
los límites y condiciones propias de su reglamentación, que será válida en tanto sea
razonable y justa y no desnaturalice o desvirtúe la esencia del derecho.
Esta garantía se refleja en el derecho atribuido al particular para obtener el
respeto y observancia de principios fundamentales de muchos institutos de Derecho
Público, tales como: a) la previa declaración formal de utilidad pública y previa y
justa indemnización para la procedencia de la expropiación; b) el derecho a
demandar la retrocesión del bien expropiado cuando no se cumplió la finalidad que
motivó la expropiación; c) la facultad de accionar judicialmente demandando la
expropiación irregular; d) el mantenimiento de la ecuación económica financiera del
contrato que incluye la intangibilidad de la remuneración del contratista particular
en el contrato de obra pública; e) el principio según el cual toda ejecución coactiva
sobre los bienes del administrado ha de ser dispuesta por los órganos judiciales; f)
la estabilidad de los actos administrativos que impide la revocación en sede
administrativa de los actos administrativos que hubieran generado derecho
subjetivos a favor del administrado; g) La obligación de indemnizar al administrado
los perjuicios provocados por la revocación de una acto administrativo por razones
de oportunidad dispuesta por la Administración.
B) GARANTÍAS ADJETIVAS:
El procedimiento administrativo no solamente no debe ser analizado solamente
desde el punto de vista de los poderes jurídicos que se le confiere a los órganos
públicos, otorgados en función del interés público o bien común que ella tiende a
satisfacer, sino también como garantía de los derechos e intereses de los
particulares.
Los recursos administrativos constituyen sin dudas una garantía a favor de los
administrados (particulares), que no existe en el plano de las relaciones jurídicas
entre particulares, donde sólo rigen las garantías judiciales.
Sin embargo, tal garantía funciona también como una prerrogativa estatal, en
aquellos supuestos en los cuales el ordenamiento jurídico consagra la existencia de
agotar la instancia administrativa a través de la vía recursiva, antes de promover
una demanda judicial.
A su vez, dentro del procedimiento administrativo existen determinados
principios que desempeñan el papel de garantías a favor del particular, integrando
el cuadro de garantías del denominado régimen exorbitante. Entre ellos se destacan:
- El informalismo a favor del administrado 41: a cuya virtud los interesados
no verán afectados sus derechos por la inobservancia de exigencias no esenciales,
siempre que ellas puedan ser cumplidas posteriormente, sin afectar derechos de
terceros, ni los otros principios establecidos en esta ley, y que en efecto, se cumplan
en el plazo para que ellos se les otorgue.
Este principio es propio del procedimiento administrativo y tiene su razón de
ser, en que intenta brindar una garantía más al particular que participa o requiere
de un trámite ante los órganos que ejercen función administrativa, a efectos de
permitirle subsanar errores que se cometan al no ser conocedores de todos y cada
uno de los tecnicismos, recaudos y trámites técnicos que llevan adelante los órganos
del estado, y a su vez al coadyuvar a la persecución de la verdad material.
Este principio reconoce sus orígenes en la Jurisprudencia de la Procuración del
Tesoro de la Nación y fue recogido por nuestra ley de procedimiento administrativo.
41
Casaro Lodoli, Guillermo A., El acto administrativo en la Provincia de Corrientes, MAVE Editora, 2010, pág.
33/35
El informalismo es la aplicación del principio in dubio pro actione, debe
prevalecer la interpretación más favorable al ejercicio de la acción y de suerte tal
que una mera deficiencia formal no impida llegar a la decisión final 42.
A su vez, cabe dejar bien aclarado, que sólo el particular podrá prevalecerse del
informalismo y nunca el órgano que ejerce función administrativa, que como ya se
dejó señalado, se encuentran sometido al principio de la legalidad.
También es dable aclarar que, si bien el término informalismo es entendido,
como una garantía a favor del particular, nada obsta para que lo podamos entender
en el sentido de que en el procedimiento administrativo no se utilizan las formas
sacramentales que son de rigor en la actuación ante los órganos judiciales 43.
Este principio contempla las siguientes situaciones, entre otras: a) la obligación
del órgano de señalar, antes de dar trámite a cualquier petición, los defectos de que
adolezca, ordenando que se subsanen; b) la obligación del órgano de disponer que
se efectúen las diligencias que fueren necesarias para evitar nulidades; c) la
obligación del órgano para intimar al particular a que constituya domicilio, en caso
de omisión de tal recaudo; d) la posibilidad, por parte de los interesados o sus
representantes, de hacer peticiones mediante simples anotaciones en el expediente y
el modo de solicitar las vistas.
Igualmente, resulta trascendente la aplicación de este principio en materia de
recursos administrativos, como ser: a) la obligación del órgano administrativo de
tener por presentado el recurso, aun cuando se advierta alguna deficiencia formal,
no obstante se deberá ordenar subsanarlo, bajo apercibimiento de tenerlo por no
presentado; b) obligación de considerar bien interpuesto el recurso, aunque tenga
un destinatario equivocado; c) obligación por parte del órgano administrativo de
proveer y resolver los recursos administrativos, cualquiera sea la denominación o
calificación que la haya dado el particular; d) Asimismo, el órgano administrativo
deberá dar trámite de recurso a cualquier escrito presentado por el interesado del
cual resulte indudable la intención de impugnar un acto administrativo; e) Se
tendrá por presentado un recurso en término cuando no conste o no surja clara la
fecha de notificación del acto a impugnar o la fecha de recepción del escrito; f)
también se tendrá por bien interpuesto, un recurso presentado ante un órgano
administrativo incompetente, porque no se puede cargar en el particular el error de
recepción de un escrito, consecuentemente se deberá remitir las actuaciones al
órgano competente para su tramitación correcta.
El concepto básico y esencial nos indica que las fuentes del Derecho son los
medios o formas que dan origen al ordenamiento jurídico.
5.1 LA CONSTITUCIÓN:
45
Ver Cassagne, Juan Carlos, Derecho Administrativo, T I, Lexis Nexis, séptima edición, Capítulo VI, desde la pág.
152 a la pág. 209.
La Constitución Nacional, sancionada en 1853-60, con las reformas de 1898,
1957 y 1994 contiene el preámbulo, que expresa los grandes objetivos y principios
que inspiraron a los constituyentes y el articulado que regula las reglas generales
que rigen la vida del Estado y los derechos y deberes de los habitantes.
Señala Cassagne46 que, del régimen que instituye la Constitución surge una
serie de principios y reglas que configuran las bases del Derecho Administrativo,
entre los que cabe mencionar:
- Los derechos y garantías de los particulares frente al Estado (arts. 14, 16, 17,
19 y 28 de la Constitución Nacional).
46
Ver Cassagne, Juan Carlos, Derecho Administrativo, T I, Lexis Nexis, séptima edición, pág. 154/155
Los tratados son fuentes de Derecho Administrativo cuando obligan a los
órganos o entidades administrativas a realizar determinada actividad o cuando
contienen disposiciones de Derecho Administrativo aplicables en el ámbito interno
del país.
En sentido material, se entiende por ley todo acto o norma jurídica que crea,
modifica o extingue un derecho de carácter general y obligatorio, mientras que de
acuerdo al criterio formal, la ley consiste en el acto emanado del órgano legislativo,
conforme a un procedimiento preestablecido.
47
Ver Cassagne, Juan Carlos, Derecho Administrativo…., op. Cit. pág. 162/168
La generalidad de la ley consiste en la circunstancia de regular mediante
normas jurídicas situaciones abstractas, impersonales y objetivas, que se aplican o
pueden aplicarse a toda la comunidad, un sector o conjunto de individuos.
Pero, como fuente del Derecho, la noción técnica de ley en sentido material
debe combinarse con el criterio formal, sin que ello implique desconocer la función
materialmente legislativa o normativa que cumple el Poder Ejecutivo a través de la
utilización de la potestad reglamentaria.
En principio, la ley formal sólo puede ser derogada o modificada por otra ley,
dictado por el órgano legislativo de acuerdo al procedimiento previsto salvo que el
texto expreso de la ley hubiera autorizado al Poder Ejecutivo a derogarla o
modificarla. Así lo exige el principio de paralelismo de las competencias y la llamada
preferencia de la ley, como fuente del Derecho.
En el segundo caso, las leyes posteriores derogan las leyes dictadas con
anterioridad, pero este principio reconoce una excepción importante cuando las
leyes anteriores hubieran sido dictadas para regir una situación especial. Las leyes
especiales subsisten, en consecuencia, en tanto no exista una repugnancia efectiva
o incompatibilidad con la ley general posterior. Son leyes especiales aquellas que
determinan un régimen particular para un caso determinado o para una serie de
casos determinados, mientras que son leyes generales aquellas que prescriben el
régimen aplicable a todos los supuestos que componen un determinado género de
relaciones jurídicas.
EL DECRETO LEY:
Clases de Reglamentos:
Son los que dicta el Poder Ejecutivo (art. 99 inc. 2 de la Constitución Nacional)
en ejercicio de facultades constitucionales propias, para asegurar o facilitar la
aplicación o ejecución de las leyes, llevando o regulando detalles necesarios para un
mejor cumplimiento de las leyes y de las finalidades que se propuso el legislador.
Generalmente viene a completar o desarrollar lo establecido en las leyes.
Dado que se trata de una actividad subordinada a la ley, aparte de los límites
generales a la potestad reglamentaria, los reglamentos de ejecución poseen límites
propios. El citado artículo de la Constitución Nacional establece un primer límite al
prescribir que los reglamentos no pueden alterar el espíritu de las leyes, es decir,
que la reglamentación de una ley no puede prescribir cargas u obligaciones que por
su naturaleza sólo puedan ser dispuestas por la ley en sentido formal.
Requisitos
Recaudos
Para el dictado se deben cumplir dos pasos previos: que la decisión de dictarlo
se adopte en acuerdo general de ministros, y que tal decreto sea refrendado por
todos los ministros que intervienen en el acuerdo, juntamente con el Jefe de
Gabinete de Ministros.
48
Villegas Basavilbaso, Benjamín, Derecho Administrativo, T. I, p. 282 y sigs.
A posteriori de su dictado, el perfeccionamiento de la sanción del reglamento de
necesidad y urgencia requiere la observancia de los siguientes recaudos:
55
CSJN, Fallos: 172:21 —"Avico"—; 243:449 —"Nadur"—; 313:1638 —"Videla Cuello"—; 330:855; "Rinaldi", entre
muchos otros.
56
CSJN, Fallo, "Criminal c/ Ríos, Ramón y otro"; Fallos: 1:32
Los reglamentos delegados son diferentes a los decretos leyes, por la existencia
de una ley formal que autoriza su emisión. Razones que hace necesaria la
delegación legislativa, falta de tiempo del congreso, carácter técnico de algunos
asuntos.
Límites
Clases de delegación:
De ese modo, debe reconocerse que la fuerza vinculante del precedente debe
fundarse en una interpretación legítima de la ley o en la equidad, habiéndose
postulado su obligatoriedad en aquellos casos en que el particular haya podido
interpretar –por haberse creado una apariencia jurídica- que su conducta adecuada
al precedente era ajustada a Derecho.
JURISPRUDENCIA58:
58
Gordillo, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo, Parte General, Tomo I, 10° edición, Fundación de Derecho
Administrativo, pág. VII-44.
El Dr. Juan Carlos Cassagne 59, por su parte dice que, la jurisprudencia, en el
sentido más usual del término, es la forma habitual, uniforme o constante de
aplicar el Derecho por parte de los órganos que realizan la función jurisdiccional.
Se afirma que los jueces u órganos jurisdiccionales completan el ordenamiento
jurídico, con sus interpretaciones en los casos judiciales, puesto que el juez no
puede dejar de juzgar, bajo pretexto de silencio, oscuridad o insuficiencia de las
leyes, siendo por tanto la jurisprudencia fuente del derecho administrativo.
El derecho no sólo está constituido por normas jurídicas escritas, sino también
por los principios generales del derecho y las costumbres, los jueces pueden
interpretar el ordenamiento jurídico a fin de aplicarlo al caso concreto, sin estar
sujeto exclusivamente a las normas escritas o al precedente, pero siempre deben
decidir dentro del ámbito del derecho.
Cabe señalar la importancia para el derecho Administrativo, de la labor
jurisprudencial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en su rol de máximo
órgano de la Administración de Justicia Nacional. Instituciones como las de
contratos administrativos, responsabilidad del estado, cosa juzgada administrativa,
nulidades del acto administrativo, tuvieron su origen en la jurisprudencia 60.
También juega un papel preponderante en el Derecho Administrativo, la
doctrina expresada en los principios uniformes que surgen de los dictámenes de la
Procuración del Tesoro de la Nación, por tratarse del órgano superior de
asesoramiento jurídico del Estado que tiene a su cargo la Dirección del Cuerpo de
Abogados del Estado, en el ámbito Nacional. La doctrina que emana de sus
dictámenes debe ser seguida obligatoriamente por todos los abogados que asesoran
al Estado.
59
Ver Cassagne, Juan Carlos, Derecho Administrativo…., op. Cit. pág. 204/205
60
Sobre la importancia de la jurisprudencia como fuente en la génesis del Derecho Administrativo véase ABAD
HERNANDO, Jesús L. “La jurisprudencia como fuente del Derecho Administrativo y su trascendencia actual” LL,
1985-E, pág. 895.
61
Ver Cassagne, Juan Carlos, Derecho Administrativo…., op. Cit. pág. 204/205