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La península italiana nunca se había visto implicada íntimamente con la corriente internacional del Gótico. Sus
manifestaciones góticas tienen un carácter muy particular, siempre más ligado a su propia tradición románica y
clásica que a las evoluciones estilísticas de Francia, el gran eje rector del estilo gótico. Durante el Trecento la
inquietud diferenciadora había ido planteando las bases de una renovación del arte que conmocionó sus
cimientos hasta llegar a preguntarse por la esencia misma de este arte y de sus artífices, en especial por el papel
de los pintores como agentes intelectuales que deseaban ser incluidos en la élite de la cultura y la alta sociedad.
La ruptura hunde sus raíces en la elaboración teórica de personajes como Francisco de Asís, los frescos de
Giotto y las esculturas de los Pisano. Los grandes pilares de la ruptura, o de la renovación si se quiere, son
varios. El eje más llamativo es el Humanismo como nuevo enfoque de la visión teocrática de la sociedad y el
cosmos hacia el papel central del hombre y sus actos. La anatomía del hombre fue objeto de cuidadoso estudio
por parte de científicos, que dibujan uno a uno sus descubrimientos. La maestría necesaria para estos dibujos
confundió con frecuencia el papel del científico con el del pintor, que adquiere por eso una relevancia inusitada
hasta ese momento. Un pintor, además, debía de tener hondos conocimientos de mitología, historia y teología
para estar capacitado en la representación decorosa de las historias que había de narrar. Este volver a centrarse
en lo humano no significa en absoluto un abandono de lo divino, sino que lo divino es revisado desde la
perspectiva humana para dotarlo de una mayor significación: Dios trata de hacerse inteligible a la razón humana,
en vez de limitarlo a la emoción de la fe. El mecanismo de la recuperación de la razón tuvo sus apoyos en la
reintroducción de la sabiduría clásica: los textos de la Antigüedad que se conservaban se traducen. La caída de
Constantinopla en manos sarracenas provocó un éxodo masivo de artistas e intelectuales bizantinos, que se
instalan en Italia y llevan con ellos nuevos manuscritos clásicos, conservados por los árabes, la sabiduría
helenística, los conocimientos de cábala y astrología oriental, etc. Del helenismo proviene la enorme influencia
de las Escuelas neoplatónicas, filtradas por el Cristianismo, que proponen una adaptación del demiurgo y el
orden cosmológico platónico y aristotélico, equiparandolo a la figura de Dios y Jesucristo. El peso de la
tradición clásica indujo a denominar la pintura de este estilo como pintura alla antiqua, puesto que la
modernidad, entendida como avance y desarrollo de los presupuestos góticos, se centra en la pintura flamenca,
la pintura alla moderna. El patrocinio de la Iglesia sobre las artes sigue siendo mayoritario pero abandona el
monopolio; así, las florecientes repúblicas mercantiles se llenan de familias de comerciantes que establecen
auténticas dinastías, como los Médicis, que apoyan su poder en la Banca internacional, el control de las rutas
marítimas y el prestigio que les otorga ser mecenas de artistas y científicos. Gracias a esta entrada en escena de
un nuevo mecenazgo se produjo un aumento de los géneros, que hasta ese momento se habían limitado a la
pintura religiosa. Se inicia con fuerza el esplendor del retrato, puesto que los mismos que pagan el arte desean
contemplarse en él. Se introducen mitologías, frecuentemente con trasfondos religiosos, incluso mistéricos, de
difícil interpretación excepto para círculos restringidos: es el caso de la sofisticada obra de Botticelli el Triunfo
de la Primavera. El Renacimiento es además uno de los primeros movimientos en tener consciencia de época, es
decir, sus integrantes se autodenominan como hombres del Renacimiento, como inauguradores de una nueva
Edad, la Edad Moderna, por oposición a la que identifican ya como Edad Media, nexo de transición entre el
esplendor de la Antigüedad clásica y el nuevo esplendor de su propia época. Es en este período cuando los
artistas empiezan a firmar sus obras, sus datos biográficos son recogidos por los especialistas en arte, sus teorías
pictóricas componen tratados de gran elaboración intelectual... El mito del genio moderno inicia su proceso en
estos años, con destellos como Rafael o Leonardo.
QUATTROCENTO- PINTURA
Un periodo de transición donde todavía hay elementos góticos. Las técnicas más utilizadas serán la pintura al
fresco y temple sobre tabla e incorporados al óleo en el s.15. Los temas serán de carácter religioso pero más
mundializada. Comienza el retrato, pintura mitológica, denota la preocupación por el volumen perspectiva, luz
más natural. En el s.15 notamos el predominio del dibujo, aunque menos lineal, hay una primacía del interés del
artista por el cuerpo humano y de representarlo bien. Predomina la parte sobre el todo. Armonía descansa sobre
las matemáticas (número dorado), relación entre ciencia y creación imaginativa.
-FRA ANGELICO (1400-1455): Pintor italiano. No se le atribuye ninguna obra hasta 1420 (relicarios para
Santa Maria Novella). Se orientó hacia un arte expresivo, instalado en el espacio y bañado por la dulce luz
florentina, que no atenúa en absoluto la solidez de la composición y la firmeza de los volúmenes. Todas estas
cualidades aparecen con gran evidencia en sus obras fundamentales: Descendimiento (c. 1440), Lamentación
sobre el cuerpo de Cristo (1440-1445), La coronación de la Virgen (antes de 1445), la serie de pinturas
realizadas para las celdas del convento de San Marcos de Florencia y La Anunciación del Museo del Prado. Las
virtudes espirituales del pintor armonizan con la frescura y la delicadeza de sus coloridos, con la elegancia del
dibujo y con esa manera tan suya de ocupar el espacio con el mínimo de medios y de efectos.
La pintura del beato Angélico sorprende tanto por su calidad técnica como por la profunda devoción religiosa
que inspira. Como escribiera Giorgio Vasari, «habiendo sido excelente pintor y miniaturista y óptimo religioso,
merece por ambas razones que de él se haga honradísima memoria». Guido o Guidolino di Pietro fue conocido
como Fra Giovanni di Fiésole, nombre que adoptó al tomar el hábito de Santo Domingo; sin embargo, se le
conoce más popularmente como Fra Angélico o el beato Angélico por su religiosidad y la serena espiritualidad
de sus obras, pese a que la iglesia nunca le concedió el título. Poco se sabe de su formación en pintura, aunque
elementos de temática decimonónica o gótica (fondos dorados, figuras alargadas, gusto por dibujar curvas en la
ropa) y las más características transiciones entre aspectos innovadores. El arte del Quattrocento: una sensación
de volumen, un intento de profundizar la perspectiva y, sobre todo, la luminosidad atmosférica, esta última con
una poderosa presencia en las obras de los maestros. Progresiva madurez artística se aprecia en los frescos
(Adoración de los Magos, Beso de Judas) realizados entre 1420 y 1436 para el Convento de San Marcos de
Florencia, en las dos versiones de la Anunciación y la Anunciación Alcanza el mejor nivel Coronación de los
Virgen. En el retablo del Juicio Final, que constituye el colofón de esta serie, se aprecia el cuidadoso estudio de
la perspectiva y el fuerte contraste entre la intensidad expresiva de la alegría de los elegidos y la tradicional y
lúgubre representación del castigo del infierno. En 1436 Fra Angélico inicia una serie de frescos en el citado
Convento de San Marcos, donde su arte adquiere un mayor sentido volumétrico, probablemente por influencia
de Masaccio. Entre estos frescos destacan las escenas de la Anunciación, San Pedro Mártir, la Virgen y el Niño
con Ocho Santos, la Coronación de la Virgen y el Cristo Peregrino. Su evolución estilística también se puede ver
en los frescos de la Capilla Nicolina del Vaticano. Fra Angélico, que nunca abandonó su labor artística, fue abad
del monasterio dominico de Fiesole desde 1450 hasta 1452.
ANUNCIACIÓN:
Es una de las obras más bellas del Quattrocento en Florencia. Fue pintado entre 1425 y 1426 por el fraile
dominico Guido di Pietro, más conocido como Fra Angelico. En realidad es un retablo, no un cuadro. Forma
parte de la iglesia del convento de Santo Domingo en el pueblo de Fiesole en las afueras de Florencia.
El templo fue consagrado en 1435 y tiene tres altares. A la derecha del coro se encuentra el retablo de la
Anunciación de Fra Angelico.
Otros dos retablos son la Coronación de la Virgen (hoy en el Museo del Louvre) y un tríptico con la Virgen y el
Niño y ángeles en el panel central (todavía en una capilla de Florencia). En 1611, el monasterio de Santo
Domingo de Fiesole vendió la mesa para pagar la construcción de un nuevo campanario. Fue adquirida por el
Duque de Lerma, quien la donó a la Iglesia Dominicana de Valladolid. La precisión en los detalles es una de las
señas de identidad de la influencia europea. En el caso de la Anunciación, lo podemos ver en el cuidado con el
que se dibujan las flores del Edén o las alas de San Gabriel. Proclamación
El Jardín del Edén describe las flores en detalle.
Por otro lado, la percepción del espacio (error de perspectiva) y las grandes figuras (retablo de dimensiones
190,3 x 191,5 cm) recuerdan obras anteriores del Renacimiento italiano.
Fra Angelico sigue la tradición medieval de presentar una declaración con un claro propósito educativo. Adán y
Eva rompieron el pacto entre Dios y el hombre, pero el nacimiento de Jesucristo redimirá a la humanidad. El
lado izquierdo de la tabla muestra el momento exacto en que el ángel expulsó a Adán y Eva del Paraíso. Para
evitar dudas, Fra Angelico también los lleva por nombre: son conscientes de su desnudez. Para enfatizar el
futuro que les esperaba fuera del Jardín del Edén, Fra Angelico ató espinas alrededor de su ropa como un
cinturón. Adam parecía miserable y preocupado por las consecuencias de sus acciones. Eva, por su parte, cruza
las manos en oración. Sin embargo, encontramos un indicio de salvación. A los pies de Adam y Evan no vemos
una manzana, sino una rosa. La rosa se refiere al rosario, la oración que Nuestra Señora le dio a St. Domingo.
Esto indica una forma de expiación por los pecados cometidos. Pero también lo encontramos en la golondrina
situada en el soporte del arco. El color blanco del pecho simboliza la alegría del nacimiento de Jesús, mientras
que sus plumas negras simbolizan la crucifixión con la que pagará por los pecados de todos.Por el contrario, la
escena principal ocupa dos tercios de la tabla. En ella se representa al Arcángel San Gabriel en el momento en el
que transmite su mensaje a la Virgen.Como en tantas otras obras, la Virgen está en un interior doméstico y ,en
este caso, leyendo. Ante la llegada de San Gabriel deja por un instante su actividad. Y como sierva del Señor,
muestra un gesto con el que asume la misión a la que ha sido encomendada.En el ángulo superior izquierdo
coloca una fuente de luz, en la que dibuja las manos de Dios Padre. De ella, sale un rayo que baja hasta María.
En él sitúa la paloma, símbolo del Espíritu Santo, y cuya venida hará que María conciba al Mesías. El Mesías o
Jesús lo encontramos representado en la junta central de la logia.
-MASACCIO (1401-1428): el verdadero fundador de la pintura moderna, el primer artista que construye con el
color, preocupándose por el volumen, sus contemporáneos valoraban sus creaciones por el gran relieve y escasa
decoración. Modelado severo. Desaparición de fondos dorados, sin paisajes inventados, sin exotismo en las
indumentarias, se recupera el valor de la monumentalidad, rostros y miradas con profundidad psicológica.
Figuras macizas, contundentes, espacio histórico, espacios que podrían ser reconstruibles. Transferencia de la
escultura en sus obras, toma de la escultura antigua referencias.
EL TRIBUTO
Obligado a renunciar a la idea de unidad de acción, que constituye un principio fundamental del nuevo lenguaje,
representa en el mismo escenario tres acciones que suceden en tiempos distintos, aunque las organiza como si
se produjeran en un solo instante. La figura de Cristo, cuya cabeza se encuentra en el centro de la composición,
en el punto de fuga, establece una referencia que crea un punto de acción aparentemente único que determina los
gestos, actitudes y la tensión de los diferentes personajes que forman parte del relato.
Masaccio utiliza para sus composiciones los elementos de la perspectiva, apoyada en la escenografía
proporcionada por los elementos arquitectónicos. Y también otras soluciones específicas de la pintura,
variaciones del color predominio de la paleta cálida en los primeros planos y colores fríos para la lejanía
del paisaje; progresivo desenfoque e imprecisión de los contornos paralelo a la disminución de la escala de las
figuras; utilización de los escorzos para reforzar la idea de profundidad. Por supuesto, tratamiento de la luz, que
incide sobre las figuras modelándolas y realzando los volúmenes, de una monumentalidad y solemnidad clásica.
Con un plasticismo simple y majestuoso a la vez, logra una total integración entre figuras y paisaje, entendidas
ambas realidades en una unidad de perspectiva.
LA TRINIDAD (1426-28)
PIERO DELLA FRANCESCA: (1420-1492): a pesar de superar la herencia de Masaccio, combinando la luz y
el color en la construcción del volumen, su pintura tuvo muy poca resonancia hasta el siglo XX. Sólo el gusto
estético de nuestro siglo, amante de la geometría y de la abstracción, rescató del olvido sus obras, consideradas
por sus contemporáneos como "fuera de toda realidad“. Su pasión por las matemáticas le llevaría a dejar la
pintura y a escribir tratados teóricos sobre geometría y perspectiva.
Presbiterio de la basílica de San Francisco, de Arezzo. "HISTORIA DE LA VERA CRUZ“ (1452 - 1460).
LA FLAGELACIÓN ↙️
CIUDAD IDEAL
VIRGEN DE SENIGALLIA
BAUTISMO DE CRISTO
Los contemporáneos hablaban de las obras de Piero como "fuera de toda realidad", y, efectivamente, este
alejamiento de la realidad o de la búsqueda del naturalismo, entonces tan característico del arte florentino, es un
rasgo definitorio de su arte. Más que pintar, "construía la pintura", creando "un clasicismo espontáneamente
arcaico".
SANDRO BOTTICELLI (1447-1510): la obra de Botticelli introduce factores que desestabilizan los modelos
vigentes en Florencia hasta la segunda mitad del siglo XV.
La búsqueda de soluciones plásticas propias del naturalismo que observamos en la importancia que pintores
como Masaccio y Piero della Francesca dieron al volumen de la figura y a la integración de ésta en un espacio
racional trazado de acuerdo con las leyes de la perspectiva lineal dejan de interesar a Botticelli. Tratamiento
lineal de la figura humana, a la que añadió más vigor y fuerza. Los rostros ovalados con amplias frentes. A partir
de esta relación, el intelectualismo y el idealismo neoplatónico del círculo mediceo, penetraron profundamente
en el pensamiento y la obra de nuestro artista, que pasará a desarrollar un arte profano, una pintura básicamente
mitológica y de contenido moralizante. Para Lorenzo de Pierfrancesco, sobrino de Lorenzo el Magnífico, realiza
tres cuadros singulares donde su estilo alcanza la madurez, caracterizado por la delicadeza y elegancia de las
figuras, la transparencia de las luces, sin apenas sombras, la suavidad del modelado y los sutiles ritmos
conseguidos con manos, cuerpos y velos.
EL REGRESO DE JUDITH A BETULIA
Según Hesíodo, el dios Cronos arrancó los genitales de su padre Urano y los lanzó al mar en un lugar cercano a
Citera o Citerea. De éstos y la espuma marina nació Afrodita (Venus), por lo que la obra de Botticelli, a pesar de
que desde muy pronto fuera conocida con este nombre en realidad representa el momento en el que la diosa está
llegando a la isla. El dios del viento, Céfiro, junto con la ninfa de la brisa Aura soplan haciendo que la concha
avance a través de olas hacia una bahía con naranjales, mientras llueven rosas. En la orilla una de las ninfas de
las estaciones que se identifica con Flora, porque su vestido y la túnica que lleva para cubrir a Venus están
adornados con flores primaverales. La ninfa lleva una guirnalda de mirto (la planta de Venus) al cuello y debajo
de ella un cinturón de rosas (la flor de Venus).
Composición cerrada y simétrica pero algo descentrada hacia nuestra derecha ya que la diosa y la venera
parecen desplazarse por efecto del viento. El esquema compositivo triangular con el vértice en la cabeza de la
diosa. A la izquierda, las figuras de Céfiro y Aura dibujan una diagonal o lado del triángulo y a la derecha el
manto de Flora, forma con una diagonal el otro lado de la figura compositiva. Venus aparece con ligero
contraposto en las piernas una de ellas más relajada y otra más asentada en la concha, cuello largo, hombros
caídos.
LA CALUMNIA DE
APELES (1495)
La Calumnia es la
última producción
mitológica de Botticelli.
Presenta a un buen
número de personajes
en el interior de un
palacete típicamente
renacentista, con una
arquería en el fondo en
la que apreciamos las
bóvedas de casetones
decorados con diversas
escenas que se repiten
en el friso. En la zona
de la izquierda
encontramos una figura
desnuda que se cubre el sexo con su larga cabellera y con la mano izquierda; se trata de la Verdad, que eleva su
brazo derecho al cielo como invocando a los dioses para que reparen esa injusticia: por su postura y su desnudez
recuerda al Nacimiento de Venus. Junto a ella se sitúa una anciana oculta bajo negros ropajes; es la Compunción
que dirige su mirada hacia la desnuda Verdad. En el grupo principal aparecen diversos personajes: un hombre
joven es la Víctima arrastrada por el suelo, desnuda porque no tiene nada que ocultar y en actitud implorante
para que se ponga fin a esta situación; la Calumnia le agarra por los cabellos, portando en su mano izquierda una
antorcha en relación a la manera de extenderse la calumnia como el humo del fuego; dos bellas jóvenes trenzan
los cabellos de la Calumnia con una blanca cinta: la Impostura y la Perfidia, inseparables compañeras de la
Calumnia, que bajo su apariencia dulce y serena destrozan a la víctima. Un hombre vestido de oscuro cierra el
grupo, agarrando con su mano derecha a la Calumnia; se trata del Odio, que mira al rey de manera acusadora y
le señala. En la zona de la derecha apreciamos al Rey, con orejas de burro en su elevado trono, escuchando los
consejos de la Ignorancia y la Sospecha, tendiendo su mano al Odio. Todos los personajes están ejecutados
soberbiamente, destacando el carácter escultórico con que han sido tratados por Botticelli, ciñendo sus ropajes
para resaltar su anatomía. La sensación de movimiento, las referencias a la Antigüedad en la arquitectura y las
expresiones de las figuras hacen de esta obra una de las más atractivas del catálogo del artista, dentro de un
marcado carácter renacentista. El nombre por el que conocemos esta pequeña tabla viene determinado por una
acusación por envidia del pintor griego Antifilos a su colega Apeles. Se le acusaba de provocar una revuelta
contra el rey egipcio Ptolomeo IV por lo que fue encarcelado, obteniendo la libertad cuando un auténtico líder
de la rebelión manifestó la inocencia del pintor. El rey rehabilitó a Apeles y le concedió a Antifilos como
esclavo, realizando el artista una obra en referencia a su caso. La historia se conoce gracias al poeta Luciano,
realizando Botticelli una nueva versión del asunto.