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Cuerpo Facultativo de Conservadores de Museos.

Bloque B. Temas Específicos


Patrimonio artístico y científico-técnico

TEMA 12.
El Greco. Formación pictórica y teórica, la experiencia italiana, su etapa de madurez en España. El
Greco y el manierismo. Su descubrimiento en el siglo XX.

1. Introducción:
Doménikos Theotokópoulos (1541-1614), conocido como el Greco fue un pintor nacido en Creta, tiene una
producción muy concentrada y aislada pues desarrolla la mayoría de su carrera en Toledo donde llega a
convertirse en un pintor local debido al alto número de órdenes religiosas y de intelectuales que en ese
momento vivían allí y entre los que se integró muy bien. Su interpretación de la naturaleza a través de sus
principios subjetivos le llevan a enfrentarse con la tradición realista de los teóricos renacentistas. El Greco
antepone sus juicios estéticos para buscar el dramatismo deseado.

La figura del artista ha provocado numerosas interpretaciones cambiando la apreciación sobre su pintura
formada en los dos siglos y medio que siguieron a su muerte, en que llegó a considerarse un pintor
excéntrico y marginal en la historia del arte de academia y recuperándolo como ejemplo de la espiritualidad
castellana.

2. Etapa de formación
El Greco nació en 1541 en la ciudad de Candía capital de la isla de Creta, entonces dependiente de la
Serenísima República de Venecia. Doménico pertenecía a una familia griega de comerciantes. En Candía se
formó en las dos vías existentes en la pintura cretense de la segunda mitad del siglo XVI: la tradicional "alla
greca" siguiendo los modelos bizantinos y la moderna "alla latina" según los modelos llegados del
Renacimiento italiano, y su virtuosismo en la pintura hicieron que se desempeñaba como “maestro pintor”
hacia 1563.

Entre los trabajos de esta época se encuentra la Muerte de la Virgen, conservada en la iglesia de la
Dormición, en Siros. También de esta etapa se han identificado otros dos iconos, solo con la firma de
"Doménikos": San Lucas pintando a la Virgen y La Adoración de los Reyes Magos. En estas obras se ve un
incipiente interés del artista por introducir los motivos formales del arte occidental, todo ello conocido por
los grabados y las pinturas italianas que llegaban a Creta. El Tríptico de Módena de la Galería Estense de
Módena, situado entre los periodos de Creta y Venecia, representa el paulatino abandono del artista de los
códigos del arte oriental y el progresivo dominio de los recursos del arte occidental

4. Experiencia italiana
Doménikos es un hombre de buena educación, espíritu inquieto, grandes ambiciones y altas aspiraciones,
tanto económicas como sociales o profesionales. Candía se quedó pequeña y decidió abandonar la isla para
continuar su aprendizaje. Al estar Creta bajo el dominio de Venecia, parece lógico que fuera ése el primer
destino del joven pintor.

En la ciudad veneciana se sintió atraído por Tintoretto y Tiziano, en cuyo taller permaneció durante algún
tiempo. Junto a ellos, Veronés y Bassano formaban el grupo de los grandes pintores de la Escuela
Veneciana. La formación profesional de El Greco fue acompañada de una instrucción humanística. El Greco
aprenderá de ellos el uso de colores cálidos y la importancia de la luz. Durante su estancia de tres años en
Venecia, el Greco pinto una serie de obras, que tienen un punto en común: el esfuerzo por aprender el modo
de trabajar de los artistas autóctonos. El artista renuncia ahora a los fondos dorados y se esfuerza por colocar
sus figuras en un espacio sometido a las leyes de la perspectiva. En lugar de pintar al temple comienza a
trabajar con la técnica al óleo. La elección de los colores y la configuración de la luz, su principal medio de
expresión, adquirirá una importancia decisiva.

En esta ciudad aprendió los principios básicos de su arte pictórico que estuvieron presentes a lo largo de su
trayectoria artística. El pintar sin dibujo previo, fijando la composición en la tela con sintéticas pinceladas
con pigmento negro, y el convertir el color en uno de los recursos más importantes de su estilo artístico. En
este periodo, el Greco utilizó grabados para solucionar sus composiciones. Entre las obras más conocidas de
su periodo veneciano se encuentra la Curación del nacido ciego en la que se percibe la influencia de Tiziano
en el tratamiento del color y la de Tintoretto en la composición de figuras y la utilización del espacio.

Su llegada a Roma está documentada en una carta de presentación del miniaturista Giulio Clovio al cardenal
Alejandro Farnesio, fechada el 16 de noviembre de 1570, donde le solicitaba que acogiese al pintor en su
palacio por poco tiempo hasta que encontrase otro acomodo. A través del bibliotecario del cardenal, el
erudito Fulvio Orsini, entró en contacto con la élite intelectual de la ciudad. Orsini llegó a poseer siete
pinturas del artista (Vista del Monte Sinaí y un retrato de Clovio).

El periodo italiano se considera como un tiempo de estudio y preparación, pues su genialidad no surgió hasta
sus primeras obras de Toledo en 1577. En Italia, no recibió ningún encargo de importancia, ya que era
extranjero, y Roma estaba dominada por pintores como Federico Zuccaro, Scipione Pulzone y Girolamo
Siciolante, de menor calidad artística pero más conocidos y mejor situados. En Venecia fue mucho más
difícil, porque los tres grandes de la pintura veneciana, Tiziano, Tintoretto y Veronés, estaban en su apogeo.

Entre las principales obras de su período romano se encuentran: la Purificación del Templo; varios retratos
—como el Retrato de Giulio Clovio (1570-1575, Nápoles) o del gobernador de Malta Vincentio Anastagi (h.
1575, Nueva York, Colección Frick)—; también ejecutó una serie de obras profundamente marcadas por su
aprendizaje veneciano, como El soplón y la Anunciación.

5. Madurez en España
Primeros años
Su llegada a España se produce en 1577. Tras una breve estancia en Madrid su asentamiento en Toledo se
confirma cuando el cabildo catedralicio le encarga El Expolio sumándose al encargo de las pinturas de Santo
Domingo El Antiguo. Este encargo aún son muy patentes ecos de Miguel Ángel y Tiziano, es el primero de
los realizados en España. Y el del Expolio para la catedral fue el primero que marco la carrera de pleitos tan
característica del pintor. Sorprende el tratamiento anatómico y humano a figuras de carácter divino, como
Cristo o los ángeles. Los colores son ácidos, incandescentes y mórbidos y, junto con un juego de luces en
contraste, dotan a la obra de un aire místico y dinámico. El giro hacia un estilo personal, diferenciándose de
sus maestros, comienza a surgir en su trabajo, utilizando colores menos convencionales, agrupamientos más
heterodoxos de personajes y proporciones anatómicas únicas.

El Greco no planeaba establecerse en Toledo, pues su objetivo era obtener el favor de Felipe II y hacer
carrera en la corte. De hecho, consiguió dos importantes encargos del monarca: La Alegoría de la Liga Santa
o y El martirio de San Mauricio y la legión tebana, ambos aún hoy en el monasterio del Escorial. En la
Alegoría mostró su capacidad para combinar complejas iconografías políticas con motivos ortodoxos
medievales. Ninguna de estas dos obras gustó al rey, por lo que no le hizo más encargos
Faltándole el favor real, el Greco decidió permanecer en Toledo. El rechazo de su San Mauricio y el pleito
del Expolio son indicios de la peculiaridad del artista, consciente de su individualidad en un medio
dominado por la contrarreformista idea del decoro asi como de la funcionalidad devota que se exigía a la
imagen religiosa. Su obra configura un mundo muy personal y se manifiesta mediante unas licencias sin
límites en el tratamiento de la forma y unos criterios lumínicos y cromáticos muy novedosos. Por tanto, no
es extraño que una concepción tan radical de la imagen religiosa planteara ciertos problemas para ser
aceptada por la sociedad española del siglo XVI.

Durante estos años no recibiría ningún gran encargo en Toledo hasta 1586 momento de mayor equilibrio de
toda su producción con una de sus obras más importantes El Entierro del señor de Orgaz que supuso un gran
éxito y le abrió las puertas de la fama y el éxito, logrando representar la relación entre el mundo real y el
más allá. Durante estos años el Greco amplió su taller, iniciando la producción de retablos -no solo de
lienzos- para conventos y parroquias de la ciudad y del arzobispado toledano, así como de cuadros de
dimensiones reducidas para una clientela de carácter privado más que institucional. y los correspondientes
lienzos de los retablos que fue levantando. Efectivamente, la galería de personajes retratados fue abundante.
En algunos, la pintura es algo más, pues llega a captar el trasfondo psicológico que cada uno tenía. Así, está
patente la arrogancia del cardenal Niño de Guevara, inquisidor general en 1600, la serenidad del trinitario
Paravicino o la profundidad de los diversos rostros de caballeros renacentistas donde destacara El caballero
de la mano en el pecho.

Fin de siglo (1586-1596)


Desde 1596 se produjo un gran aumento de encargos que se mantuvo hasta su muerte. Las razones son
varias: la reputación alcanzada por el artista en los años anteriores, el prestigio y amistad con un grupo de
mecenas locales que le proporcionaron con regularidad encargos. La última década del siglo XVI d. C. fue
un periodo crucial en su arte pues en él se desarrolló su estilo tardío.

En 1596 firmó el primer encargo importante de este periodo, el retablo para la iglesia de un seminario
agustino de Madrid, el Colegio de doña María de Aragón, pagado con fondos que esta señora especificó en
su testamento. Donde los estudios cromáticos y luminosos le llevan a una exagerada deformación de las
figuras que alcanzara su apogeo en los tondos para el Hospital de la Caridad de Illescas. En ellos aprovecha
el formato del cuadro para concebir la obra casi como si estuviera pintada en una esfera. En 1597 se
comprometió con otro importante trabajo, tres retablos para una capilla privada de Toledo dedicada a san
José. A estos retablos pertenecen los cuadros San José con el Niño Jesús, San Martín y el mendigo y la
Virgen con el Niño y las santas Inés y Martina.

Últimos años
A partir de 1600 el taller realiza Apostolados un conjunto de cuadros de los doce apóstoles en los que cada
apóstol ocupa un lienzo a modo de retrato (de tres cuartos y también cuerpo entero) presididos a veces, por
la imagen del Salvador. Repetidos por El Greco y su taller para iglesias y comunidades religiosas, se
conservan más o menos completos: el de la Catedral de Toledo o el procedente del Museo y Casa del Greco.

En este periodo en el que la subjetividad es llevada al extremo dando lugar a obras fuertemente sintéticas es
sorprendente la exactitud documental de Vista y Plano de Toledo seguramente fruto de un encargo que
parece contradecir la evolución natural del pintor si la comparamos con la Vista pintada años atrás donde
realiza una interpretación subjetiva de la naturaleza.

Los siguientes veinticinco años del pintor hasta su muerte, constituyen el momento en que realiza el grueso
de su producción artística; retratos, temas religiosos y los correspondientes lienzos de los retablos que fue
levantando. Efectivamente, la galería de personajes retratados fue abundante. En algunos, la pintura es algo
más, pues llega a captar el trasfondo psicológico que cada uno tenía. Como el Fray Hortensio Paravicino,
En este retrato de gran naturalidad el pintor refleja el carácter, el estado de ánimo y la cultura del fraile por
medio de sus rasgos faciales y sus gestos.

A medida que los años van pasando para el Greco, su pintura va perdiendo colorido, a veces las figuras son
monócromas para acentuar el dramatismo que quieren comunicar y sus actitudes enlazan lo místico con lo
trágico, llevando sus osadías pictóricas a lí mites insospechados. Como ejemplo de ello caen citarse dos
obras de sus últimos años, el Quinto sello del Apocalipsis y el Laocoonte. Ambos lienzos muestran unos
espíritus, más que cd: ‘ros, atormentados, aunque sus actitudes sean ampulosas, casi teatrales. Como señala
Wethey, cuando el Greco decide pintar un tema mitológico, el Laocoonte, se aleja de la temática más
puramente pagana y toma un momento trágico que bien podría pasar por un castigo bíblico. Tal era la
incidencia que la temática religiosa había causado en la pintura del cretense.

A su muerte deja numerosos dibujos (150 en testamento, hoy solo conservamos 6, San Juan Bautista en BN)
y numerosos libros de arquitectura anotados (intelectual).

2. Manierismo y Contrarreforma
Cuando el Greco vivió en Roma, Miguel Ángel y Rafael habían muerto, pero su enorme influencia seguía
vigente. La herencia de estos grandes maestros dominaba el escenario artístico de Roma. Los pintores
romanos de la década de 1550 habían establecido un estilo llamado manierismo pleno o maniera basado en
las obras de Rafael y Miguel Ángel, donde las figuras se fueron exagerando y complicando hasta convertirse
en artificiales, buscando un virtuosismo preciosista. Por otro lado, las reformas de la doctrina y de las
prácticas católicas iniciadas en el Concilio de Trento empezaban a condicionar el arte religioso. La
formación del Greco le permitió lograr una conjunción entre el diseño manierista y el color veneciano

En los treinta y siete años que el Greco vivió en Toledo, su estilo se transformó profundamente. Pasó de un
estilo italianizante en 1577 a evolucionar en 1600 a uno muy dramático, propio y original, intensificando
sistemáticamente los elementos artificiales e irreales: cabezas pequeñas descansando en cuerpos cada vez
más largos; la luz cada vez más fuerte y estridente, blanqueando los colores de los ropajes, y un espacio
poco profundo con superpoblación de figuras, que dan la sensación de una superficie plana. En sus últimos
quince años, el Greco llevó la abstracción de su estilo hasta límites insospechados. Consiguió imprimir a sus
obras un fuerte impacto espiritual alcanzando el objetivo de la pintura religiosa: inspirar emoción y también
reflexión.

Los mecenas del Greco eran en su mayoría eclesiásticos cultos y relacionados con el centro oficial del
catolicismo español, que era la Archidiócesis de Toledo. La carrera del Greco coincidió con el momento
culminante de la reafirmación católica contra el protestantismo, por lo que los cuadros que le encargaban sus
mecenas seguían las directivas artísticas de la Contrarreforma. El Greco estuvo al servicio de las tesis de la
Contrarreforma como se pone de manifiesto en su repertorio temático: gran parte de su obra está dedicada a
la representación de santos. Otra parte importante de su obra ensalza a la Virgen María, cuya maternidad
divina era negada por los protestantes y defendida en España, habida cuenta de la gran devoción que se le
tenía en el catolicismo español. Sin embargo, su fuerte personalidad y su gusto por las opciones más
emocionales y expresivas hicieron muy difícil la aceptación de la propuesta de El Greco en los ambientes
oficiales tal y como le sucedió a Berruguete incapaz de adoptar un estilo clasicista y utilizando en sus obras
un lenguaje patético y emocional.

6. Historiografía e interpretaciones
El arte del Greco ha sido apreciado de muy diferente manera a lo largo de la historia.
- Siglos XVII-XVIII: Los pocos contemporáneos que escribieron sobre el Greco admitían su dominio
técnico, pero su estilo singular los desconcertaba. Hacia finales del siglo xvii d. C. esta valoración ambigua
se tornó negativa: el pintor Jusepe Martínez, que conocía las obras de los mejores pintores barrocos
españoles e italianos, consideró su estilo caprichoso y extravagante; para Antonio Palomino, autor del
principal tratado sobre los pintores españoles hasta quedar superado en 1800, el Greco solo era un buen
pintor en las obras tempranas cuando imitaba a Tiziano. Fuera de España no había opinión sobre el Greco
pues toda su obra estaba en España.
- Romanticismo: formuló su importante revisión del valor del arte del Greco. Aceptó la opinión
generalizada de extravagante y un poco loco, pero dándole una connotación positiva, y no peyorativa como
hasta entonces. En la década de 1860 Eugene Delacroix y Jean-François Millet ya poseían obras auténticas
del Greco. Ejemplo perfecto de genio que se expresa a pesar de la sociedad. Símbolo del exotismo y la
excepcionalidad española
- Principios del Siglo XX: Cossío, mediatizado por las ideas nacionalistas del regeneracionismo español de
principios del siglo xx, mostró a un Greco imbuido e influenciado por el alma castellana. El libro de Cossío
adquirió un gran prestigio, durante décadas ha sido el libro de referencia, y es el causante de la
consideración general del Greco como intérprete del misticismo español
- Vanguardias: La fama del Greco comenzó a principios del siglo XX con los primeros reconocimientos de
organismos europeos y americanos, así como de las vanguardias artísticas. La idea del Greco como
precursor del arte moderno fue especialmente desarrollada por el crítico alemán Meier-Graefe en su libro
Spanische Reise, donde, analizando la obra del cretense, consideró que había similitudes con Paul Cézanne,
Manet, Pierre-Auguste Renoir y Edgar Degas, y también creyó ver en la obra del Greco que se anticipaban
todas las invenciones del arte moderno
- Actualidad: se erige en uno de los pintores antiguos más modernos e innovadores que hallamos en la
historia del arte universal, pues fue un esteta rupturista y revolucionario con el arte de su tiempo y un
impulsor y renovador de las formas y de la cromática.

7. Conclusión
El marqués de la Vega-Inclán fue uno de los mecenas españoles más importantes de la primera mitad del
siglo XX. Desde el punto de vista museístico, su personalidad supuso un importante paso hacia el desarrollo
del museo especializado. A él se deben la creación del Museo del Greco en Toledo En marzo de 2011 el
museo abrió de nuevo sus puertas al público en una sede renovada y con una nueva interpretación de sus
colecciones, respetando el pasado y apostando con fuerza por el rigor y la veracidad expositiva en su
discurso. Así buscamos superar la visión historicista de la “Casa del Greco” y favorecer la acogida y
comprensión de la figura del Greco y la historia de Toledo en su época En 2014 se celebra el 400 aniversario
de su muerte con muchas actividades como la exposición en el MNP. Greco y la pintura moderna, que ha
sido la más visitada de su historia. Además, tuvo lugar otras tres muestras en la ciudad que acogió al artista
desde 1577 hasta su muerte.

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