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Terapia racional-emotiva de conducta

Historia La terapia racional-emotiva de conducta (TREC) es propuesta por Albert Ellis,


nacido en Pensilvania en 1913 de padres judíos. Ellis tiene una infancia difícil, con unos
padres distantes y enfermedades que hicieron que pasara hospitalizado largas
temporadas. Él mismo relata que tiene que superar sus sentimientos de inferioridad sin la
ayuda de sus progenitores. Intenta ser novelista, pero fracasa y se dedica a escribir sobre
temas de sexualidad con cierto éxito. A partir de ahí, se gradúa en Psicología Clínica, se
interesa por el psicoanálisis, completa su formación en el Instituto de Karen Horney y llega
a ejercer como psicoanalista.
En ese campo reconoce las influencias de autores como Alfred Adler, Erich Fromm o Harry
S. Sullivan. Pronto se mostrará insatisfecho con la lentitud de los progresos de la técnica
analítica y se vuelve más activo y directivo. Interesado por la filosofía (Epicteto, Marco
Aurelio, Spinoza y Bertrand Russell) empieza a utilizar la idea de que lo que trastorna al
hombre no es la situación, sino la interpretación que tiene de esta. Triunfa en su clínica
privada y sigue escribiendo sobre sexualidad, defendiendo una visión más liberal de esta
(Sexo sin culpa, 1958). A partir de 1953 comienza a abandonar el psicoanálisis y el salto
hacia lo que en un primer momento llama terapia racional se produce en 1955 (Ellis,
1996); más adelante se convierte en terapia racional emotiva (1962); y, por último,
incorpora las técnicas de la terapia de conducta y revisa el nombre de su tratamiento para
denominarlo definitivamente terapia racional-emotiva de conducta (1999). Además, Ellis
nunca abandona su faceta de escritor divulgativo y buena prueba de ello son sus libros de
autoayuda (Ellis, 1988).

Visión de la Persona
Los seres humanos están en continua lucha para alcanzar sus metas. Para ello, en el
ambiente en el que se desenvuelven, tienen que enfrentarse a situaciones ante las que
deben responder. Nuestra experiencia enfrentando situaciones y resolviendo problemas se
concreta en una serie de creencias aprendidas. Ante cada nueva situación, las personas
activan algunas de estas creencias para poder entenderla y tomar decisiones. Si las
creencias están adaptadas a la realidad, son lógicas y están basadas en un buen análisis de
los hechos, tendrán consecuencias positivas: permitirán actuar adecuadamente, ayudando
a conseguir metas y provocando reacciones emocionales ajustadas.
La idea básica de la personalidad que tiene Ellis se resume en el conocido esquema a-b-c
(Ellis y Dryden, 1994):
(a) Acontecimientos activadores. Situaciones ante las que el individuo debe dar respuesta.
Pueden ser hechos externos o también experiencias internas (emociones, pensamientos).
(b) Creencias. Se activan para interpretar el acontecimiento activador. Pueden ser
racionales o irracionales.
(c) Consecuencias. Son el resultado de la visión del mundo (creencias) que se activan ante
la situación concreta. Pueden ser de tres tipos: emociones, conductas o creencias. Cuando
las creencias son racionales («esto que ha sucedido es malo, pero puedo afrontarlo») se
activarán conductas adaptadas y emociones adecuadas (ya sean positivas: felicidad; o
negativas: frustración, pesar, desilusión) que permitirán afrontar adecuadamente la
situación.
Si las creencias son irracionales («le estoy fallando a todo el mundo»), las conductas que
se pondrán en marcha para afrontar la situación (A) serán inapropiadas (derrotistas, poco
consistentes) y las emociones que se suscitarán serán inadecuadas (ya sean negativas:
tristeza, ansiedad; o positivas: manía). Además de las creencias que evalúan la situación
(B), puede haber un segundo tipo de cogniciones, llamadas secundarias, que aparecen
como consecuencia de tomar consciencia de las propias creencias o emociones («otra vez
estoy pensando en negativo», «vuelvo a sentirme muy deprimido, esto nunca va a
terminar»).
Ellis entiende que todos estos elementos son interaccionales, esto es, que las creencias
generan emociones y conductas, pero que también las conductas activan cogniciones y
emociones. En definitiva, que A, B y C están en interacción y no se puede concebir uno sin
tener en cuenta a los otros. Las personas piensan que las emociones son desencadenadas
automáticamente por los acontecimientos («me pongo triste cada vez que veo a mi tía») y
la idea de Ellis es que estas no se activarían sin las cogniciones («me pongo triste porque
cada vez que veo a mi tía recuerdo que está enferma»).
De forma que son las personas las que se hacen así mismas felices o infelices a través de
los pensamientos que se permiten tener. El punto de partida de Ellis es que todas las
personas pueden pensar racional o irracionalmente, y que el terapeuta puede enseñarles a
elegir hacerlo racionalmente. Lo interesante de esta visión es que devuelve a las personas
la responsabilidad sobre sus vidas, sus conductas y emociones. Porque siempre se puede
buscar interpretaciones lógicas para la realidad que nos hagan más felices.

Patología
La causa de los problemas psicológicos estaría en la forma en que el sujeto interpreta sus
circunstancias y las creencias que tiene sobre sí mismo, sobre los otros y sobre el mundo
en general. El sistema de creencias de las personas con trastornos psicológicos se
caracteriza por patrones de pensamientos irracionales: ideas que son falsas porque
distorsionan la realidad, disfuncionales porque nos impiden alcanzar nuestras metas, y
muchas veces automáticas, de manera que la persona no conoce ni su existencia ni cómo
están influyendo en sus conductas y emociones. Si la irracionalidad es la causa de los
trastornos, ser capaz de diferenciar entre lo que es racional y lo que no constituirá un
elemento básico de la intervención.
¿Cómo diferenciar creencias racionales e irracionales? (Dryden y Ellis, 2001). Las creencias
racionales:

 Están basadas en un correcto análisis de los datos de realidad.


 Son probabilísticas y relativas, mantienen las cosas en perspectiva y no son
radicales.
 Se expresan en términos de deseos y preferencia: «me gustaría», «preferiría». No
incluyen críticas hacia la persona, los otros o la vida.
 Implican una buena tolerancia de la frustración, de manera que cuando la persona
no consigue lo que desea, se generan emociones saludables (preocupación,
tristeza) que no impiden el logro de objetivos.
Por el contrario, las creencias irracionales no están basadas en evidencias sólidas y son
ilógicas porque provienen de algún razonamiento erróneo. Son absolutistas y se expresan
en términos de obligación, necesidad o exigencia: «tengo que», «estoy obligado». Incluyen
juicios y críticas. Llevan a una baja tolerancia de la frustración cuando no se consiguen los
objetivos esperados, lo que se asocia a emociones negativas inadecuadas (depresión,
culpa, ira…) y conductas inapropiadas como aislamiento, evitación o abuso de sustancias.
Además, la persona no suele ser consciente del trastorno que sus visiones de mundo le
producen, se cree adaptado a la realidad.
Ellis llega a proponer un listado de las ideas irracionales básicas entre las que se
encuentran las siguientes (Ellis, 1973):
Tengo que ser amado y aprobado por todos.
Para considerarme valioso, tengo que ser siempre competente y conseguir lo que me
propongo. Las personas malas deben ser culpabilizadas y castigadas por su maldad.
Es terrible y catastrófico que las cosas no salgan como uno quiere. Las desgracias
humanas se originan por causas externas y la gente no puedo hacer nada para controlar la
pena y los trastornos que les producen.
Si algo peligroso puede suceder, debo preocuparme y pensar constantemente en ello. Es
más fácil evitar que afrontar las responsabilidades y dificultades de la vida.
Debo depender de personas más fuertes y poderosas en las que pueda apoyarme.
La historia pasada determina el presente y el futuro, lo que ocurrió una vez me marcará el
resto de mis días. Debo asumir los problemas de los demás y preocuparme por ellos como
si fueran míos. Cada problema tiene una solución acertada y perfecta y si no el encuentro
ocurrirá algo horrible y catastrófico.
Lo que otros hacen condiciona mi vida y es muy importante que trate de controlarlo a toda
costa. Lo común a todas estas ideas es que en ellas se hacen peticiones dirigidas a la
propia persona, a los otros o al mundo.
Estas peticiones tienen un carácter absoluto, obligatorio y son inflexibles. Ellis las llama los
«debos» (Ellis, 1962):
1. Tengo que actuar bien y conseguir la aprobación de todos, y si no lo consigo soy un
inútil. La emoción asociada al fracaso es tristeza, ansiedad, culpa, vergüenza y auto
depreciación.
2. Todas las personas deben ser amables y justas conmigo; si no lo hacen, son
despreciables y malos y merecen ser castigados. La emoción asociada es furia y rabia.
3. Las condiciones de mi vida deben ser absolutamente confortables y fáciles para que
pueda conseguir lo que quiero sin mucho esfuerzo e incomodidad. Si no, el mundo es
terrible y no podré resistirlo. Las emociones, en este caso, serían pena, sensación de
deficiencia, cólera o auto depreciación.
Estas exigencias absolutas y dogmáticas generan unas distorsiones cognitivas que están en
la base de las creencias irracionales (Dryden y Ellis, 2001):
1. Dramatización. Enfatizar en exceso lo negativo de un acontecimiento («es terrible que
no consiga un trabajo, no imagino nada peor») descalificando lo positivo («y ya he acudido
a varias entrevistas de trabajo»).
2. Exagerar lo insoportable de la situación («no voy a poder soportar mucho tiempo estar
así»).
3. Inutilidad. Tendencia a criticarse o criticar a las personas o al mundo en general, si estos
no proporcionan al individuo lo que cree merecer («soy un inútil, incapaz de ganarme la
vida por mí mismo»).
4. Sobre generalización. Tendencia a hacer generalizaciones excesivas a partir de unos
pocos datos («fui a una entrevista de trabajo y no me cogieron, ¡encontrar trabajo es
imposible!»).
5. Pensamiento absolutista. Del tipo «todo o nada», «siempre o nunca» («la vida nunca me
ha dado una oportunidad, todo me sale mal»).
6. Perfeccionismo. Búsqueda constante de la perfección en todas las tareas («lo he hecho
bien, pero debería haber sido perfecto»).
7. Adivinar el porvenir. La persona está segura de que conoce lo que va a suceder y de que
no será positivo («no conseguí el trabajo, nunca más me darán una oportunidad»).
Estas demandas absolutas generan en la persona una tensión emocional que da lugar a
dos tipos de perturbación psicológica:
a. La ansiedad del Yo. Se produce cuando la persona se autocritica por no satisfacer las
peticiones absolutas que se hace a sí mismo. Ello suele llevarla a evitar situaciones en las
que pueda fracasar o pueda recibir la desaprobación de los demás.
b. La ansiedad perturbadora. Se da cuando las peticiones de bienestar que se le exigen a
la vida no son satisfechas. Tiene que ver con las demandas que el individuo dirige a los
otros o al mundo. Esta ansiedad está asociada a una baja tolerancia a la frustración y el
malestar. Dado que cada tipo de ansiedad se acompaña de creencias irracionales
diferentes, es importante identificar cada una de ellas y buscar el tratamiento adecuado.

Tratamiento
Objetivos: Desarrollar un pensamiento racional, que sea flexible y probabilístico, que no
invalide a la persona ante los fracasos y le permita alcanzar sus metas. En su última
formulación Ellis propone que la estabilidad emocional está asociada a la aceptación
incondicional de uno mismo, los otros y la vida (Ellis y Joe Ellis, 2011). Así que alcanzar
estos tres estados se convierte también en objetivo de la TREC.
Terapeuta: Un terapeuta racional emotivo es un terapeuta empático que asume muchos
de los postulados rogerianos de ser genuino y aceptar incondicionalmente a sus clientes.
Pero al tiempo es activo, dirige las sesiones para que las personas se enfrenten a las ideas
irracionales. Actúa como un modelo de racionalidad y es muy didáctico a la hora de
explicar a las personas cómo funciona su mente y el efecto de sus creencias.
Proceso terapéutico
En primer lugar, a través de entrevistas de evaluación, el terapeuta averigua el tipo de
problemas que presenta el cliente. Los problemas pueden clasificarse en:
Externos. Los provocados por situaciones ambientales, como problemas laborales o
relacionales. En el esquema A-B-C serían la A (Acontecimientos activadores)
Internos. Síntomas del cliente más relacionados con sus procesos mentales, como pueden
ser la ansiedad, la depresión o la culpa, y que en el esquema de Ellis estarían en la C
(consecuencias).
Diferencia también entre los problemas en sí mismos (síntomas primarios) y las reacciones
que la persona tiene ante los síntomas (problemas secundarios). Por ejemplo: «La
posibilidad de perder el trabajo me entristece porque siento que todo el esfuerzo que hice
para ser un buen profesional no ha servido para nada». Pero, además: «Me avergüenzo de
mi tristeza, debería ser capaz de enfrentar la situación con mucho más ánimo». En el inicio
del tratamiento se explica al usuario la forma de trabajar. Se le ayudará a modificar las
interpretaciones de la realidad incorrectas que está haciendo y a eliminar los sesgos
cognitivos subyacentes.
Se explica que esas ideas y creencias han sido aprendidas y son responsables de sus
problemas de conducta y emocionales. Y, por último, y en resumen, se le hace entender
que A conduce a C solo si el cliente aporta las creencias irracionales (B). El cambio de
puntos de vista se promueve a través de un debate (D), en el que el terapeuta enseña a
localizar las ideas irracionales, para luego ponerlas en duda hasta que surjan
interpretaciones alternativas más efectivas y racionales (E). El último paso del tratamiento
está dirigido a ampliar y avanzar la nueva filosofía racional.

Técnicas La TREC
Utiliza un amplio repertorio de técnicas que Ellis recoge de modelos como la terapia cognitiva de
Beck, la terapia adleriana o la terapia de conducta. Distingue entre técnicas para cambiar
cogniciones, para trabajar con emociones y para modificar conductas. A continuación, se exponen
algunas de las más importantes de cada uno de estos tipos (Ellis y Joe Ellis,

2011; Ellis y Dryden, 1994; Dryden y Ellis, 2001). Al final se explican también algunas de las tareas
para casa que se pueden derivar del trabajo en sesión.

I. Para trabajar los aspectos cognitivos se utilizan las siguientes técnicas:

a) El debate socrático o racional-emotivo es la técnica por excelencia de la TREC. El


objetivo de esta técnica es hacer que el cliente se haga consciente y entienda que su forma
de interpretar los hechos crea el problema, y asimismo ayudarle a desarrollar una nueva
filosofía más racional. Los pasos del debate son los cuatro siguientes:
1. Detectar con la ayuda del terapeuta las ideas que subyacen a las emociones y conductas
inadecuadas.
2. Discriminar entre creencias racionales e irracionales aplicando los criterios que se
explicaron anteriormente (racionales: basadas en datos, relativas, sin críticas, tolerancia a
la frustración).
3. Debatir las ideas irracionales con el objetivo de atacar los cuatro elementos que
conforman la irracionalidad: las ideas en sí mismas, las distorsiones cognitivas que están
en su base (dramatización, generalización, pensamiento dicotómico), los imperativos
absolutos que ocultan (los debo..., ellos tienen que..., o el mundo debería...) y la
valoración catastrofista de las consecuencias que traería su incumplimiento.
Para cuestionar las ideas irracionales el terapeuta hace tres tipos de preguntas dirigidas a
poner en duda diferentes aspectos de la creencia:
Valor de realidad. Se trata de debatir sobre las pruebas empíricas que demuestran la
veracidad de las ideas, los debos y las consecuencias desagradables que se supone
ocurrirán si no se hace caso a estos. ¿Qué evidencia tienes de que esa idea es cierta?, y
¿cómo sabes que las consecuencias serán tan terribles?, ¿tienes algún dato que
demuestre que no lo vas a poder soportar?
Valor lógico. Se trata, en este caso, de poner en duda la solidez del razonamiento que hay
detrás de la idea irracional. ¿Cómo llegaste a esa conclusión?, ¿es fruto de una reflexión
lógica o es que has decidido ver las cosas así?, ¿de dónde sale la idea de que si no eres
perfecto todo el mundo te criticará?
Valor pragmático. Hacer que el cliente reflexione sobre las consecuencias de sus creencias.
¿Dónde te lleva esta forma de ver las cosas?, ¿quieres esos resultados?
Para ayudar a debatir las creencias irracionales el terapeuta puede adoptar diferentes
posiciones en el debate:

 Socrática. El terapeuta es un facilitador que hace preguntas para que el cliente


saque sus propias conclusiones de por qué sus creencias no le ayudan y qué otras
formas alternativas existen para entender la situación.
 Didáctica. El terapeuta se convierte en un experto que explica la irracionalidad de
las ideas y cómo afectan a las personas; ofreciendo, cuando lo estime necesario,
visiones alternativas más racionales. Una parte fundamental de este trabajo es que
el terapeuta señale en la conversación todos los absolutos que encuentre en las
reflexiones de sus clientes y todas las referencias al «soy» en vez de «me
comporté» que detecte, para hacer a las personas más conscientes de su estilo de
pensamiento.
Hay además toda una serie de técnicas adicionales que el terapeuta puede usar para
ayudar al cliente a cuestionar sus ideas, resumo algunas:

 Juegos de roles. Consiste en hacer que el cliente analice sus ideas colocándose en
la posición de diferentes personajes. Por ejemplo, ¿cómo vería esta idea un juez?, o
un ¿maestro? u ¿otro padre?
 Inversión de roles. Se pide al cliente que haga de terapeuta mientras que este
expone ideas negativas para las que él debe buscar alternativas.
 Llevar al absurdo los argumentos.
Consiste en llevar al extremo los razonamientos o las consecuencias de las creencias
que tiene el usuario. Por ejemplo: ¿y qué puede ser lo peor que ocurra?, ¿y todavía
peor?, ¿y ya pensando en términos de catástrofe, lo más dañino que podría suceder
sería…?

 Usar el sentido del humor. Es otra característica definitoria de la terapia de Ellis,


porque conseguir que la gente bromee con su situación o se ría de sus propias
penas puede tener un gran efecto terapéutico. Para ello, y cuando el estilo del
cliente lo permita, el terapeuta hace chistes o usa imágenes llamativas para
provocar visiones del problema diferentes.
4. El objetivo del debate es cuestionar las viejas creencias para que surjan visiones
alternativas, nuevas filosofías más racionales que ayuden a interpretar las situaciones de
manera diferente. Para fortalecer las nuevas filosofías, una vez que aparecen, se pueden
usar las siguientes técnicas:

 Hacer que las personas reflexionen sobre las consecuencias positivas de las
nuevas ideas. Promover que los clientes se enfrenten a las situaciones que
activan las creencias irracionales para darse la oportunidad de pensar, actuar y
sentir de manera diferente.
 Usar autoafirmaciones con las alternativas racionales y hacer que las personas
las escriban y repitan.
b) Análisis coste-beneficio. En la línea de promover la aceptación, esta técnica ayuda a
replantear la vida de una persona. Consiste en analizar las actividades de trabajo y ocio
que conforman la vida de una persona, valorando las ventajas e inconvenientes que tiene
cada una de ellas para ayudar a tomar decisiones sobre qué cambiar y qué mantener.
c) Modelado. Consiste en animar a los usuarios a pensar en personas a las que admiran
por tener las actitudes ante la vida que a ellos les gustaría imitar. A partir de ahí, deben
investigar qué pensamientos suyos les gustaría asumir como filosofía de vida y qué
comportamientos básicos les gustaría copiar.
d) Biblioterapia. La TREC recomienda la lectura de libros de autoayuda para fomentar
nuevos puntos de vista en los clientes.
e) Además, se recomiendan métodos complementarios como el yoga, la meditación o el
uso de técnicas de relajación.
II. Para trabajar los aspectos emocionales se utiliza la imaginación racional- emotiva, los
ejercicios para la vergüenza, y el uso del humor y canciones.
a) Imaginación racional-emotiva. La TREC utiliza diversas técnicas basadas en el uso
de la imaginación. La más simple consiste en pedir a los pacientes que se imaginen
haciendo correctamente alguna tarea importante y se hagan conscientes de los
pensamientos y emociones que experimentan en ese momento. También usan la
imaginación para trabajar con las emociones. En este caso, el objetivo es que las
personas se den cuenta de cómo se activan las emociones ante determinados
recuerdos, de que algunas de ellas son inadecuadas (culpa, furia, depresión), y que
se pueden cambiar por otras que —aun siendo negativas— son más adecuadas al
contexto porque permiten afrontar positivamente la situación (enfado, desagrado,
tristeza). Los pasos de la técnica son los siguientes:
 Hacer que la persona imagine con mucho dramatismo un acontecimiento
activador.
 Preguntarle qué emociones tiene en ese momento y ayudarle a
experimentarlas al máximo: ¿qué imágenes, sonidos y sensaciones tiene?
 Se le pide que mantenga la imagen de la situación (acontecimiento activador),
pero que cambie la emoción por otra más adecuada, no importa que sea
negativa.
 Se le pregunta «cómo lo hizo» (nunca «qué se dijo») y se le ayuda a ver que
para cambiar una emoción necesitamos cambiar la valoración del
acontecimiento activador. La idea es que podemos sentirnos mal ante algunas
cosas que suceden y que eso solo es problemático cuando nuestras emociones
son desproporcionadas como consecuencia de las valoraciones que hacemos.
b) Ejercicios para vencer la vergüenza. Según Ellis, la vergüenza aparece porque la
persona se dice a sí misma que todo tiene que ser perfecto y que quedará como un
idiota si no es así. Cuando hacemos algo «vergonzoso» etiquetamos como tal el acto,
pero también a nosotros mismos («es una vergüenza que tenga que entregar
currículos por los restaurantes, me he convertido en un ser patético»). El terapeuta
elige con el cliente un ejercicio para realizar en la calle que él considere vergonzante,
pero que no pueda resultar dañino para nadie (tirar un vaso, o decir algo
inconveniente, vestir con algo ridículo). Se le entrena para identificar sus creencias
irracionales y para bloquear todo lo que suponga la autocrítica. El objetivo es que
asuma que el acto puede ser vergonzoso, pero que eso no lo convierte en un ser
patético. Para ello, debe usar creencias alternativas del tipo: «Estoy realizando un
ejercicio que es por mi bien», «sé lo que los otros están pensando, pero puedo
tolerarlo».
c) Utilización del humor y canciones racionales humorísticas. El objetivo es que las
personas se hagan conscientes de que exageran algunos aspectos de la realidad y se
rían de sí mismas. Para ello, puede ser útil usar canciones que se mofen de las propias
creencias, o imágenes humorísticas de uno mismo que ayuden a ver la parte graciosa
de la situación. Un joven que está todo el día quejándose de lo mal que están las cosas,
criticando a todos y a sí mismo, aprendió a imaginarse vestido de juez, con peluca y
toga, pero con nariz de payaso. Al mismo tiempo se cantaba la canción: «Soy un
litigante, muy poco elegante, con memoria de elefante, un auténtico payaso parlante».
III. Para trabajar los aspectos conductuales. Se pueden usar cualesquiera de las muchas
técnicas de modificación de conducta. Resumo algunas de las más utilizadas por la
TREC:
a) Solución de problemas. Para tratar de cambiar los «hechos activadores». Una
persona reacciona con ira (C) ante el desorden que organiza su compañera de piso (A),
porque piensa que lo hace para faltarle al respeto (B). Además de cuestionar la
creencia «lo hace para faltarme al respeto», se puede enseñar a la persona a buscar
soluciones eficaces para acabar con el mal hábito de la compañera.
b) Entrenamiento en habilidades sociales. Si el cliente no tiene las habilidades
específicas para afrontar un «acontecimiento desencadenante».
c) Exposición. Les pide a las personas que se metan en situaciones temidas para
favorecer que surjan las creencias negativas y tengan que debatirlas.
d) Uso de recompensas y castigos asociados a la realización de las tareas a veces
difíciles que implica la terapia. Por ejemplo, si se ha expuesto a una situación temida
puede concederse un capricho y si no lo logró tiene que hacer un donativo a una ONG.
IV. Tareas para casa. Para completar el trabajo que se hace en sesión el terapeuta
puede pedir tareas para casa. Algunas de las más habituales son:

 Autorregistros de creencias irracionales en los que se pide al cliente que


identifique y registre las creencias irracionales (B), en qué situaciones aparecen
(A), a qué consecuencias conductuales y emocionales negativas suelen llevar
(C), qué visiones alternativas son posibles (E) y a qué consecuencias llevarían.
 Tareas de comprobación de las evidencias de alguna creencia negativa:
«Investiga para averiguar cuántas personas han sido abandonadas por su pareja
por no ser perfectas».
 Tareas de exposición a situaciones vergonzosas o cualquiera de las que puede ir
asociada a las intervenciones más conductuales como práctica de habilidades
sociales.
 Recomendaciones de libros en la línea de la biblioterapia que antes señalé.
 Convertir al usuario en maestro de trec pidiéndole que explique a amigos y
familiares en qué consiste el trabajo que él está haciendo y ayudándoles a
localizar sus propias creencias irracionales.
 Grabar audios o vídeos debatiendo sus pensamientos irracionales.

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