Buenos Aires, Argentina

Viernes 21 de abril de 2023

AÑO LXXXVII Nº 75 TOMO LA LEY 2023-B ISSN: 0024-1636 - RNPI: 5074180

Doctrina

La supremacía constitucional y la situación

de los tratados internacionales
Félix V. Lonigro
Abogado (UBA). Premio de Honor (Año 1987) en el “XI Programa de Entrenamiento para Abogados” organizado anualmente por la Escuela de Abogacía de Buenos Aires (Revista
Jurídica LA LEY y el FORES). Autor de seis libros (entre ellos un “Manual de Derecho Constitucional”) y más de quinientas notas sobre temas de Derecho Constitucional y de Historia
en medios de difusión masiva. Su último libro, editado por Planeta, se titula “Claves para la Educación Cívica de los Argentinos”. Profesor Adjunto Regular de Derecho Constitucional
en la Facultad de Derecho (UBA). Profesor Adjunto Regular de Derecho Público Constitucional de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA).

SUMARIO: I. Introducción.— II. La supremacía de la Constitución y el control de la constitucionalidad de las normas.— III. La supremacía de la Constitución
Nacional.— IV. Supremacía del ordenamiento jurídico nacional por sobre el provincial.— V. Orden jerárquico de normas dentro del ordenamiento jurídico nacio-
nal.— VI. Control de la constitucionalidad de las normas en la Argentina.— VII. Conclusión.
I. Introducción
En al ámbito de la ciencia política suele en-
tenderse que un “Estado de derecho” es una
organización política que nace a partir de una
Ley fundamental o Constitución, así como
también que esa Ley fundamental es la que
determina la existencia de un régimen políti-
co (federalismo, unitarismo, democracia, re-
pública, parlamentarismo, presidencialismo,
etc.), establece cuáles serán los órganos de
gobierno del país cuya organización genera,
dispone cuáles son los requisitos que deben
cumplimentarse para poder acceder a dichos
órganos, sus potestades y a qué límites de fon-
do y temporales ajustarán sus acciones los fu-
turos gobernantes.
Significa entonces que una Constitución no
es otra cosa que el instrumento institucional
que sirve para organizar jurídica y política-
mente un país, para limitar el poder que ejer-
cen los gobernantes, y para brindar protección
a los derechos y libertades a los gobernados.
Es cierto que pueden existir Estados que no
se construyen desde una ley superior y cuyos
gobernantes, por lo tanto, no están sujetos a
límites constitucionales. Se trata de los deno-
minados Estados de hecho, pero se sabe que
este tipo de organizaciones estatales constitu-
yen una invitación a los excesos en el ejercicio
del poder; de allí la importancia de que la or-
ganización política se genere a través de una
Constitución.
La diferencia sustancial entre los Estados
de derecho y los Estados de hecho es que los
gobernantes que forman parte de los prime-
ros conducen los destinos de la comunidad
sujetándose a los límites que contempla una
Ley Superior, mientras que, en los segundos,
Especial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723)
(1) SÁNCHEZ VIAMONTE, Carlos, “El constitucionalismo
y sus problemas”, Bibliográfica Argentina, Buenos Aires,
1957.
las autoridades no reconocen límites ni nor-
mas superiores a ellos mismos, quienes se
consideran titulares del poder político que
ejercen. De allí la identificación de los Estados
de derecho con los regímenes democráticos,
y la de los Estados de hecho con los sistemas
autocráticos.
Como instrumento organizador de una
comunidad, una Constitución fija límites al
ejercicio del poder, que no solamente están
relacionados con el modo de ejercerlo, sino
también con el tiempo durante el cual los
gobernantes deben hacerlo. Podría decirse
que una Constitución es el marco normativo
al cual las autoridades deben ajustar sus ac-
ciones, lo que constituye una garantía para el
ejercicio de los derechos y libertades por parte
de los habitantes.
En un Estado de derecho no existe otra
supremacía que la de una ley fundamental
y fundacional de la organización política de
un país, y justamente, señalaba antes, que si
los Estados de derecho se relacionan e iden-
tifican con los sistemas democráticos, es por-
que, en ellos, los habitantes son los verdade-
ros dueños del poder y no lo transfieren a sus
representados sin condiciones, sino, precisa-
mente, con las que marca la Ley Suprema o
Carta Magna.
II. La supremacía de la Constitución y el con-
trol de la constitucionalidad de las normas
Señalé ut supra que los Estados de derecho
se caracterizan porque su creación se lleva
a cabo por intermedio de una “ley superior
o suprema” a la que las autoridades por ella
establecidas deben ajustar su conducta a la
hora de conducir los destinos del país en el
que rige.
Este principio típico de los Estados de de-
recho, que supone una subordinación del ac-
cionar de los gobernantes a los postulados de
una ley fundamental, es el que se conoce con
el nombre de “supremacía constitucional”.
Expuesto de otro modo, en los países en los
que se respeta la supremacía de la Constitu-
ción rige plenamente el “Estado de derecho”
y los gobernantes actúan con los límites que
ella determina e impone, generando el marco
necesario para que exista seguridad jurídica y
estabilidad institucional. Esto no significa que
en esos países no existan problemas ni difi-
cultades, pero todas se resuelven, o al menos
deberían resolverse, en el marco de dicha nor-
ma fundamental; motivo por el cual las crisis
suelen ser menos traumáticas.
Ahora bien, si afirmamos que una Consti-
tución es una ley suprema a la que el resto de
las normas debe subordinarse: ¿existe algún
modo de evitar que las normas inferiores a
la Ley Fundamental la vulneren o contradi-
gan?, ¿existe algún método de control pre-
ventivo de la constitucionalidad de las nor-
mas? Al primer interrogante la respuesta en
negativa, porque no hay forma de evitar que
los gobernantes dicten normas que vulneren
a la Ley Fundamental. Justamente, y como
respuesta al segundo interrogante, el mejor
método de control preventivo es el que de-
berían ejercer las mismas autoridades que
dictan las normas (el Presidente en el caso de
los decretos, o el Congreso en el caso de las
leyes), absteniéndose de dictar aquellas que
pudieran contradecir al texto constitucional.
Pues se sabe que hay supuestos dudosos en
los que los gobernantes están convencidos
de dictar normas a las que consideran cons-
titucionalmente válidas; y en otras ocasiones
los gobernantes priorizan un interés o ne-
cesidad política por sobre lo estrictamente
constitucional, dictando normas que clara-
mente están por fuera de los parámetros de
la ley fundamental.
Es por ello indispensable que, siendo cla-
ramente relativo el control preventivo por
parte de las autoridades políticas, resulta ne-
cesaria la existencia de un sistema de “control
posterior de la constitucionalidad de las nor-
mas”, así como también que se establezcan
los remedios necesarios para subsanar o co-
rregir esas inconstitucionalidades en las que
eventualmente pudieran incurrir las leyes o
el ordenamiento jurídico en general, porque,
como lo sostenía Sánchez Viamonte, cuando
una ley o norma quiebra el cerco constitu-
cional, pierde inmediatamente su validez y
vigencia, porque, al hacerlo, quien dictó esa
norma se atribuyó una función constituyente,
motivo por el cual dicha norma es inconstitu-
cional y, por lo tanto, nula (1).
Justamente, por tal motivo, es que tanto en
el derecho comparado como en la Argentina,
la problemática de la violación constitucional
se resuelve con el llamado “control de la cons-
titucionalidad de las normas”, cuyas variantes
analizaré a continuación.
Controlar la constitucionalidad de las nor-
mas es una actividad a través de la cual, pri-
mero, debe verificarse que todo el ordena-
miento jurídico dictado o sancionado por los
gobernantes esté de acuerdo con la Constitu-
ción Nacional. Una vez efectuada dicha verifi-
cación, debe brindarse una solución a la po-
sible violación o lesión al texto constitucional.
Existen para ello tres maneras de clasificar a
los sistemas de “control constitucional”:
- Teniendo en cuenta el órgano que lo lleva a
cabo (es decir, al órgano al que le corresponda
declarar la inconstitucionalidad de una nor-
ma o decisión adoptada por las autoridades)
- Teniendo en cuenta quién activa dicho
control (es decir, quién está habilitado para
reclamar o requerir la declaración de incons-
titucionalidad)
- Teniendo en cuenta los efectos que produ-
ce la declaración de inconstitucionalidad.
II.1. Control según el órgano que lo realiza
Teniendo en cuenta este ítem, el control
constitucional puede ser “político” o “jurisdic-
cional”.

Nota a fallo CNCom., sala A, 09/03/2023. - Fidusaires S.A. c. Horcrisa Jurisprudencia

S.A. s/ prueba anticipada. 5
Prueba anticipada Falta de legitimación
Notificación en el domicilio donde la sociedad deman- El rol de la carta documento en las notificaciones Demanda de daños y perjuicios derivados de fallecimien-
dada realiza su actividad. Carta documento. Requisitos. judiciales to. Prueba. Rechazo.
Disidencia. Ana Victoria Psaropoulos Savickas 5 CC. y C., Jujuy, sala I, 11/04/2023. - Vega, Paola Yolanda, Or-
dóñez, Érica y Ordóñez, Mayra Luján c. Friedlander, Herman
CORREO
Humberto s/ Daños y perjuicios. 7
ARGENTINO FRANQUEO A PAGAR

CENTRAL B CUENTA N° 10269F1

2 | Viernes 21 de abril de 2023
Existe “control político” de la constituciona-
lidad de las normas, cuando el órgano que se
encarga de realizarlo es de naturaleza política
(es decir, no es un órgano integrado por jue-
ces). El ejemplo más característico de este tipo
de control es el que se realiza en Francia desde
el año 1958, país en el cual existe un órgano
denominado “Consejo Constitucional”, inte-
grado por nueve miembros que duran nueve
años en sus cargos y no pueden ser reelectos.
Los expresidentes de Francia son miembros
vitalicios de dicho Consejo.
Existe “control jurisdiccional” de la consti-
tucionalidad cuando el órgano que se encarga
de realizarlo está integrado por jueces.
El origen del control jurisdiccional está en
los EE.UU., desde que así fuera dispuesto en
1803 por la Corte Suprema de Justicia de ese
país en el caso “Marbury vs. Madison”, en el
cual se decidió que corresponde al Poder Ju-
dicial controlar la constitucionalidad de las
normas y, eventualmente, de considerar que
violan la Ley Suprema, declararlas inconstitu-
cionales.
Este sistema de “control jurisdiccional” admi-
te dos modalidades: “difuso” o “concentrado”.
El control judicial es “difuso” cuando quien
lo ejerce, dentro del Poder Judicial, es cual-
quier juez y no necesariamente la Corte Su-
prema o máximo tribunal judicial de un país.
Este tipo de control siempre es ejercido por
el Poder Judicial, y también son los EE.UU.
los que le ha dado origen, aunque luego fue
adoptado por países como Suiza, Canadá,
Australia, Japón, Argentina, entre otros.
El control judicial es “concentrado”, cuando
la potestad de controlar la constitucionalidad
de las normas o de declararlas inconstitucio-
nales solo la tiene un órgano específico, que
puede estar afuera o adentro de la estructura
del Poder Judicial, pero en cualquier caso está
integrado por magistrados. En este sentido
vale la pena aclarar que también debe consi-
derarse “concentrado” al sistema de control
político antes mencionado, ya que también
es efectuado por un único órgano específico,
aunque no esté integrado por jueces.
El clásico control jurisdiccional concentra-
do es el que desarrolló Hans Kelsen a partir
de la Constitución austríaca de 1920. El jurista
propuso la creación de una Corte Constitu-
cional que estuviera fuera de la estructura del
Poder Judicial y cuyo objetivo fuera, precisa-
mente, controlar la constitucionalidad de las
normas. Fue el sistema adoptado posterior-
mente por países como Alemania, España,
Italia, Portugal y Paraguay.
Sin embargo hay otras variantes del control
concentrado, ya que es posible que ese órgano
único de control esté dentro de la estructura del
Poder Judicial. En este caso podría adjudicárse-
le el control al máximo tribunal judicial de un
país (como ocurre en Brasil, México, Venezuela)
o bien a un tribunal integrado por jueces, espe-
cialmente creado para ese fin, dentro del Poder
Judicial (Chile, Perú y Colombia).
II.2. Control según quien requiere la declara-
ción de inconstitucionalidad
Los sistemas de control son diferentes se-
gún quien esté legitimado para activarlo. En
este sentido pueden admitirse dos tipos de
controles: “concreto” o “abstracto”.
El control es “concreto” cuando quien soli-
cita que se declare la inconstitucionalidad de
una norma es quien está afectado por ella; y
por lo tanto el interesado solo puede exigir di-
cha declaración, demostrando el daño que la
norma atacada le produce.
Por ejemplo, si se pide la declaración de in-
constitucionalidad de un decreto que crea un
impuesto (no olvidar que los tributos deben
ser creados por ley), el reclamante solo ad-
quirirá legitimación para efectuar ese planteo,
en la medida en que acredite un daño con-
creto (es decir, que está alcanzado por dicho
impuesto). En este caso, el interés directo del
sujeto que reclama judicialmente no es la de-
claración de inconstitucionalidad de la norma
que lo perjudica, sino la reparación del daño
concreto que la norma le produce, aunque
para ello deba solicitar al juez interviniente
que declare que dicha norma o acto es in-
constitucional y, sobre la base de dicha decla-
ración, el magistrado ordene la reparación del
derecho lesionado o restringido.
En este sistema de control los jueces solo
pueden pronunciarse en el contexto de un jui-
cio o procedimiento que únicamente puede
iniciar el afectado y, por lo tanto, el efecto de la
sentencia que declara la inconstitucionalidad
es limitado al caso particular, beneficiando ex-
clusivamente a quien la ha requerido.
El control es “abstracto” cuando quien so-
licita la declaración de inconstitucionalidad
de una norma no es el que está afectado por
ella y por lo tanto no necesita demostrar que
la norma o acto que cuestiona lo daña espe-
cíficamente. En este supuesto el único interés
que tiene el accionante (que es quien inicia el
juicio) es que se declare la inconstitucionali-
dad de la norma que considera contraria a la
Constitución Nacional.
En general el sistema de control es abstracto
en aquellos países en los que rige un control
político de la constitucionalidad de las nor-
mas o bien en aquellos en los que rige un con-
trol jurisdiccional concentrado. Por ejemplo,
en Francia, país en el que existe un control po-
lítico a través de un Consejo Constitucional,
quienes están legitimados para reclamar la
inconstitucionalidad de una norma inferior
a la Constitución francesa es el Presidente de
la República, el Primer Ministro o los titulares
de las cámaras legislativas. También pueden
hacerlo grupos de por lo menos sesenta dipu-
tados o senadores. En este sentido la legitima-
ción activa varía en cada país, aun cuando el
sistema utilizado sea el jurisdiccional concen-
trado, a tal punto que, por ejemplo, en países
como Perú existe un sistema de control mixto,
en el que convive un tipo de control jurisdic-
cional concentrado y difuso, con diferentes
legitimados para cada caso.
II.3. Control según los efectos que produce la
declaración de inconstitucionalidad
Teniendo en cuenta los “efectos” que produce
la declaración de inconstitucionalidad de una
norma o acto gubernamental, hay dos sistemas
posibles: aquellos en los cuales dicha declara-
ción provoca la derogación de la norma decla-
rada inconstitucional (efecto amplio o erga om-
nes) y aquellos en los que el efecto es limitado al
caso concreto, en los que el único beneficiado es
quien reclamó dicha inconstitucionalidad.
En los países en los que rige un control po-
lítico, o en los que rige un sistema jurisdiccio-
nal concentrado, el efecto de la declaración
de inconstitucionalidad suele ser amplio. Esto
significa que la norma declarada inconstitu-
cional deja de regir y desaparece del ordena-
miento jurídico. En estos sistemas el órgano
que cumple la función de contralor constitu-
cional es como una especie de legislador ne-
gativo, en la medida que tiene potestades para
derogar normas generales.
Mientras tanto en aquellos países en los que
se utiliza un sistema de contralor limitado, el
control se realiza en el marco de un “juicio” o
proceso judicial que solo está legitimado a ini-
ciar aquel que puede demostrar que la norma
cuya declaración de invalidez constitucional
lo daña concretamente.
III. La supremacía de la Constitución Na-
cional
Señalo una vez más que el concepto de
“Constitución” lleva implícita la idea de “su-
premacía”, que es, en definitiva, una caracte-
rística o peculiaridad de toda ley fundamental,
en virtud de la cual todo el resto del ordena-
miento jurídico, así como también el accionar
de gobernantes y gobernados, deben sujetar-
se a ella. Significa entonces que, por su propia
esencia, una “Constitución” es suprema.
La Constitución de la Argentina no escapa
a esa esencia; y por lo tanto también goza de
la supremacía típica de toda ley fundamental,
constituyendo la base del resto del ordena-
miento jurídico que rige a nivel nacional y del
vigente en cada una de las unidades federati-
vas.
Ahora bien, ¿hay alguna norma constitucio-
nal que consagre o establezca expresamente
que la Constitución Nacional tiene suprema-
cía respecto del resto del ordenamiento jurídi-
co nacional y provincial?
En principio, para responder el interrogante
podría invocarse el art. 31 de nuestra Ley Su-
perior, cuyo texto es el siguiente:
“Esta Constitución, las leyes de la Nación que
en su consecuencia se dicten por el Congreso y
los tratados con las potencias extranjeras son la
Ley Suprema de la Nación; y las autoridades de
cada provincia están obligadas a conformarse
a ellas, no obstante cualquiera disposición en
contrario que contengan las leyes o constitu-
ciones provinciales, salvo para la provincia de
Buenos Aires los tratados ratificados después
del pacto del 11 de noviembre de 1859”.
Sin embargo esta norma se refiere a la su-
premacía de todo el ordenamiento jurídico
nacional —y no solo de la Constitución Na-
cional— respecto del provincial. Por lo tanto,
si la Constitución Nacional forma parte del
ordenamiento jurídico nacional, a la luz de lo
dispuesto en el art. 31 prevalece por sobre el
orden jurídico de las provincias y de la ciudad
de Buenos Aires.
Además debe tenerse en cuenta que es la
misma Ley Suprema la que define qué potes-
tades tienen las provincias y cuáles el gobier-
no nacional, siendo por lo tanto ella la que
también podría decidir si tal o cual atribución
corresponde a los gobiernos locales. Pues es
justamente este “reparto” de potestades entre
el gobierno nacional y las provincias el que
determina la supremacía de una norma na-
cional o local, dependiendo ello de quién sea
el destinatario de dicha potestad.
Sobre el particular cabe mencionar que
la Constitución Nacional establece, en su
art. 121, que las provincias conservan las po-
testades que no le han sido expresamente de-
legadas o atribuidas al gobierno nacional. De
manera tal que si una materia es abordada por
el ordenamiento jurídico federal, es porque la
Constitución Nacional ha dispuesto que esa
atribución corresponde a ese nivel de auto-
ridades y por lo tanto cualquier intromisión
provincial sería inválida. Del mismo modo es
a la inversa: si la Constitución Nacional asignó
una potestad a las provincias, las autoridades
de la Nación no pueden abordarla, porque es-
tarían vulnerando el reparto de atribuciones
dispuesto en la Ley Suprema.
Por su parte, la supremacía de la Ley Fun-
damental por sobre el ordenamiento jurídico
de las provincias se confirma con lo dispuesto
por otras disposiciones constitucionales que
les imponen ciertas prohibiciones o las obli-
gan a dictar ciertas normas, o a crear determi-
nadas instituciones.
Por ejemplo:
- A través del art. 5, si bien la Constitución
Nacional exige a las unidades federativas que
dicten sus propias constituciones, ellas deben
respetar el sistema democrático y republicano
dispuesto por aquella, así como también los
derechos y libertades consagrados en su parte
dogmática.
- A través de los arts. 9 y 10 se les prohíbe a
las unidades federativas crear aduanas o esta-
blecer derechos de circulación sobre las mer-
caderías que ingresan o salen del territorio de
cada una de ellas.
- A través del art. 29 la Ley Fundamental
prohíbe a las legislaturas locales que confie-
ran a los gobernadores de provincia la suma
del poder público o las facultades extraordi-
narias.
- A través del art. 123 la Ley Suprema obliga
a las provincias a dar autonomía a sus muni-
cipios.
- A través del art. 124 les impide celebrar tra-
tados internacionales que puedan afectar las
potestades delegadas al gobierno nacional,
al crédito público de la Nación o a la política
exterior desarrollada por el presidente de la
República.
- A través del art. 127 les impide a las provin-
cias declararse mutuamente la guerra, obli-
gándoles a dirimir sus diferencias recurriendo
directamente ante la Corte Suprema de Justi-
cia de la Nación.
- Y por medio de los arts. 121 y 126 la Cons-
titución Nacional les prohíbe a las provincias
ejercer las potestades delegadas al Gobierno
Central.
La cuestión ahora es determinar si existe
norma constitucional alguna que expresa-
mente disponga la supremacía de la misma
Ley Superior por sobre el resto del ordena-
miento jurídico nacional.
Al respecto señalé que el art. 31 no es el
indicado para vislumbrar dicha supremacía,
pero sí tal vez los arts. 27 y 28.
El art. 27 establece:
“El Gobierno Federal está obligado a afianzar
sus relaciones de paz y comercio con las poten-
cias extranjeras por medio de tratados que estén
en conformidad con los principios de derecho
público establecidos en esta Constitución”.
En función de lo establecido en la norma
transcripta, si los tratados celebrados por el Go-
bierno Nacional con otros países u organismos
internacionales deben ajustarse a la normati-
va constitucional, indudablemente existe una
subordinación de aquellos a nuestra Ley Funda-
mental. Ello independientemente de la polémi-
ca que, al respecto, se ha planteado en derredor
de los tratados a los que la Constitución Nacio-
nal asignó, en la reforma de 1994, jerarquía cons-
titucional, tópico que abordaré seguidamente.
Por su parte el art. 28 de la Carta Magna
afirma:
“Los principios, garantías y derechos reconoci-
dos en los anteriores artículos no podrán ser alte-
rados por las leyes que reglamenten su ejercicio”.
Significa que cuando el Congreso dicta leyes
reglamentarias de los derechos previstos im-
plícita o expresamente en la Ley Fundamental,
debe evitar alterarlos a riesgo de ser declaradas
inconstitucionales. De esta norma también se
infiere, por lo tanto, que las leyes que el Con-
greso dicta en ejercicio de sus potestades deben
subordinarse a la Carta Magna.
Queda demostrado entonces que la Cons-
titución Nacional es suprema respecto de los
tratados internacionales y las leyes sanciona-
das por el Congreso (por supuesto que tam-
bién se extiende tal supremacía a los decretos
emitidos por el presidente y sentencias dicta-
das por los jueces).
IV. Supremacía del ordenamiento jurídico na-
cional por sobre el provincial
En el ítem anterior expliqué la suprema-
cía de la Constitución Nacional respecto del

ordenamiento jurídico de las provincias, así
como también con relación al resto de orde-
namiento jurídico nacional (tratados inter-
nacionales, leyes, decretos y sentencias). Co-
rresponde, ahora, analizar específicamente
la supremacía del ordenamiento jurídico na-
cional, en su conjunto (y no solo de la Consti-
tución Nacional), respecto del ordenamiento
jurídico local. En ese sentido, tal como lo an-
ticipé ut supra, es necesario apelar al art. 31
de la Ley Suprema.
Lo primero que es indispensable aclarar
es que, más allá de la supremacía de la mis-
ma Constitución Nacional, la del resto del
ordenamiento jurídico nacional por sobre el
provincial es aplicable exclusivamente a las
potestades o atribuciones que la Constitución
Nacional asignó al gobierno de la Nación, ya
que en el ámbito de las facultades que tienen
las provincias, a raíz del sistema federal que
rige en nuestro país, las normas que estas dic-
ten para ejercerlas no pueden ser violentadas
por el Gobierno Nacional a riesgo de poner en
jaque, precisamente, el régimen federal con-
sagrado en la Ley Superior.
Esta conclusión ha sido avalada por la ju-
risprudencia de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, cuando debió pronunciarse en
la causa “Mendoza, Domingo c/ Provincia de
San Luis”, el 5 de diciembre de 1865, cuando
señaló con toda claridad que:
“Los actos de la legislatura de una provincia,
no pueden ser invalidados, sino en aquellos casos
en que la Constitución concede al Congreso Na-
cional en términos expresos un exclusivo poder, o
en los que el ejercicio de idénticos poderes ha sido
expresamente prohibido a las provincias”.
Reitero, entonces, que la única norma del
ordenamiento jurídico nacional que siempre
prevalece por sobre el ordenamiento jurídico
provincial es la misma Constitución Nacio-
nal, la que, en definitiva, determina cuáles
son las potestades que tienen las provincias
(para cuyo ejercicio los órganos de gobierno
provinciales dictan diferentes normas, como
decretos y leyes).
Esta supremacía del orden jurídico nacional
por sobre el local se controla y se hace efectiva
a través del llamado “control de la constitucio-
nalidad de las normas”, cuyos lineamientos
generales expliqué antes.
Con respecto al último párrafo del art. 31
que estoy analizando (agregado a propuesta
de la Provincia de Buenos Aires durante la re-
forma constitucional del año 1860), debe en-
tendérselo de la siguiente manera: si bien es
cierto que todo el ordenamiento jurídico na-
cional está por sobre el de las provincias —in-
cluyendo a los tratados internacionales—, se
consagra una excepción a favor de la Provin-
cia de Buenos Aires, la que no está obligada a
reconocer ni acatar los tratados internaciona-
les que hubieran sido negociados por el Go-
bierno Nacional antes del Pacto de San José de
Flores del 11 de noviembre de 1859, y ratifica-
dos posteriormente a esa fecha.
Para analizar esta disposición, es necesario
entender que los tratados internacionales, se-
gún la Convención de Viena, tienen un proce-
so de formación que contempla cinco pasos:
la negociación, la adopción del texto, la firma
(en las que interviene el presidente), la apro-
bación por parte del Congreso y la ratificación
(nuevamente a cargo del primer mandatario).
Significa entonces que la última parte del
art. 31 debe interpretarse en el sentido de que
si antes del Pacto de San José de Flores el Go-
bierno Nacional hubiera firmado y aprobado
un tratado, pero se hubiera ratificado después,
concretamente entre esa fecha y la definitiva
incorporación de Buenos Aires al país ocurri-
(2) Pronunciamientos en los casos “Cabrera” del año
1983, “Ekmekdjian c/ Sofovich” de 1992, TR LALEY AR/
JUR/648/1992 y “Fibraca Constructora SCA” de 1993,
TR LALEY AR/JUR/2769/1993.
da en 1861 (no olvidemos que después de ese
pacto Buenos Aires revisó la Constitución de
1853, propuso reformas, se volvió a separar
de la Confederación y luego volvió a unirse),
Buenos Aires no estaría obligada a acatarlo.
Sí debería hacerlo cuando fuera un tratado
internacional cuyas tres etapas se hubieran
producido enteramente antes o después del
11 de noviembre de 1859, o cuando fuera un
tratado firmado y aprobado antes de ese Pacto
pero ratificado después de la incorporación
definitiva de Buenos Aires.
Como se puede fácilmente advertir, no cabe
duda de que el ordenamiento jurídico de las
provincias está subordinado a la Constitución
Nacional, siendo inconstitucional cualquier
norma local dictada en violación a las referi-
das disposiciones de la Ley Fundamental.
V. Orden jerárquico de normas dentro del or-
denamiento jurídico nacional
En función de lo explicado hasta ahora, dos
conceptos han quedado claramente expues-
tos:
a. Que la Constitución Nacional, como nor-
ma básica integrante del ordenamiento jurí-
dico nacional, tiene supremacía respecto del
resto de las normas que integran ese bloque
normativo (tratados, leyes, decretos y senten-
cias), así como también respecto de todo el
ordenamiento jurídico provincial.
b. Que todo el ordenamiento jurídico na-
cional prevalece por sobre la totalidad del
ordenamiento jurídico de las provincias, aun-
que dicha supremacía aplica a las potestades
propias del Gobierno Nacional y concurrentes
entre este y las provincias.
Resta entonces determinar, dentro del or-
denamiento jurídico nacional, y por debajo
de la Constitución Nacional (cuya supremacía
expliqué), cuál es el orden jerárquico de las
normas. Concretamente se trata de establecer
el orden de prelación entre leyes, tratados y
decretos.
V.1. Tratados, leyes, decretos
La jerarquía normativa entre “tratados” y
“leyes” siempre fue materia de discusión, por-
que, tal como lo señalé ut supra, el art. 31 de la
CN los pone en pie de igualdad. Se dirá que,
según esa norma, también la Constitución
está en un plano de igualdad con aquellos,
pero he explicado cómo debe interpretarse el
art. 31, en armonía con los arts. 27 y 28.
Entonces, hasta la reforma constitucional
de 1994, con relación a las leyes y los tratados
internacionales, si bien la jurisprudencia co-
menzó interpretando que prevalecía el más
nuevo en el tiempo (norma posterior prevalece
por sobre la anterior), luego la Corte Suprema
de Justicia de la Nación pasó a considerar que
los tratados internacionales tenían jerarquía
superior a las leyes (2).
Concretamente en el caso “Ekmekdjian
c/ Sofovich” el máximo tribunal consideró que
el derecho a réplica, si bien no estaba contem-
plado en la Constitución Nacional, sí lo estaba
en la Convención Americana de Derechos Hu-
manos y constituía una reglamentación razo-
nable del derecho a la libertad de expresión,
expresamente previsto en nuestra Ley Supe-
rior. Además sostuvo que una ley no podría
derogar a un tratado, porque de lo contrario el
Congreso avasallaría potestades del presiden-
te que, como jefe de Estado, es quien conduce
las relaciones exteriores de la Nación.
En el año 1994 la Constitución Nacional
resolvió esta cuestión; y desde entonces el
art. 75, inc. 22, de la Ley Suprema coloca a los
(3) Diario de Sesiones de la Honorable Conven-
ción Nacional Constituyente, Sesión del 26/7/94, t. IV,
p. 4132. Igualmente el mismo Barra luego modificó su
posición al decir que esos tratados no integran la Cons-
tratados por sobre las leyes, al establecer es-
pecíficamente que aquellos tienen “jerarquía
superior” a estas.
Dicha supremacía también es aplicable a
los decretos presidenciales, porque si los tra-
tados internacionales prevalecen jerárquica-
mente por sobre las leyes, también prevalecen
por sobre los decretos del Poder Ejecutivo. Lo
contrario sería suponer que las atribuciones
del presidente (ejercidas a través de los de-
cretos autónomos y reglamentarios) son más
importantes que las del Congreso (ejercidas a
través de las leyes).
V.2. Jerarquía entre leyes y decretos naciona-
les
Dispuesta constitucionalmente la suprema-
cía de los tratados internacionales por sobre
las leyes y decretos, corresponde analizar la
situación jerárquica entre estos últimos. Para
ello es necesario diferenciar entre los “decre-
tos o reglamentos autónomos” y los “decretos
reglamentarios”.
Ambos tipos de decretos son utilizados por
el Presidente para ejercer las atribuciones que
la Constitución Nacional le ha asignado, pero
los primeros son utilizados para el ejercicio de
todas ellas, menos para “reglamentar las le-
yes”; que si bien también es una potestad pre-
sidencial, la ejerce a través de los segundos, es
decir, de los decretos reglamentarios.
Considero que los decretos autónomos
están en un plano de igualdad con las leyes,
porque si una ley intentara derogar un decreto
autónomo, sería claramente inconstitucional
y prevalecería el decreto, ya que el Congreso
no puede ejercer las atribuciones del presi-
dente. Lo mismo sucedería a la inversa. Por tal
motivo entiendo que ambos están en un pie
de igualdad jerárquica.
Diferente es la cuestión con los reglamentos
de ejecución o ejecutivos (decretos reglamen-
tarios), porque si bien estos también son uti-
lizados por el presidente para ejercer una de
sus atribuciones (la de reglamentar una ley),
precisamente al hacerlo no puede alterarla o
vulnerarla a riesgo de ser inconstitucional.
El art. 28 de la Ley Fundamental dispone
que los derechos reconocidos por ella no pue-
den ser alterados por las leyes que los regla-
mentan. De ahí que estos decretos estén su-
bordinados a la ley.
Por último, con respecto a los decretos dele-
gados y a los de necesidad y urgencia, si bien
ambos abordan cuestiones que correspon-
den a la esfera legislativa, entiendo que son
inferiores a la ley, no solo porque deben ser
ratificados por el Congreso para mantener su
vigencia, sino porque además el Congreso, en
ejercicio de sus propias potestades (que son
las mismas que los decretos ejecutivos regla-
mentan), podría dictar una ley que deje sin
efecto a esos decretos.
V.3. Situación de los tratados internacionales
Tal como lo señalé antes, por el principio de
supremacía constitucional, la Constitución Na-
cional prevalece jerárquicamente por sobre el
resto del ordenamiento jurídico, dentro del cual
están, obviamente, los tratados internacionales.
Sin embargo, así como la reforma constitucional
de 1994 resolvió la discusión doctrinaria acerca
del orden jerárquico entre los tratados y las leyes,
complicó notoriamente el panorama con res-
pecto a los tratados internacionales y su relación
o jerarquía con la Constitución Nacional.
En efecto, el art. 75, inc. 22, tal como quedó
redactado después de la reforma señalada,
ha enumerado expresamente once tratados o
titución Nacional, sino que la complementan.
(4) En el mismo sentido, el constitucionalista CO-
LAUTTI, Carlos, “Los tratados internacionales y la re-
forma constitucional”, ED, 6/10/94, 12. SABSAY, Daniel,
Viernes 21 de abril de 2023 | 3
convenciones sobre derechos humanos, res-
pecto de las cuales estableció:
- Que tienen jerarquía constitucional.
- Que no pueden dejar sin efecto o contra-
decir a ninguno de los artículos de la parte
dogmática de la Constitución Nacional.
- Que deben considerarse complementa-
rios de los derechos y libertades mencionados
en la primera parte de la Ley Suprema.
- Que solo pueden ser denunciados por el
presidente con el apoyo del Congreso Nacio-
nal (dos tercios de la totalidad de los miem-
bros de cada Cámara). Señalo que “denun-
ciar” un tratado significa manifestar la volun-
tad de no estar más obligado por él.
Respecto de los demás tratados no mencio-
nados en esa norma, pero que también son de
derechos humanos, el constituyente reforma-
dor dispuso que podrían llegar a tener “jerar-
quía constitucional”, si así lo decidiera el Con-
greso de la Nación con el quorum de las dos
terceras partes de la totalidad de los miembros
de cada Cámara. De hecho, en los años 1997
y 2003, el Congreso asignó jerarquía consti-
tucional a dos instrumentos internacionales
de derechos humanos, tales como el Tratado
sobre la Desaparición Forzada de Personas y
la Convención sobre la Imprescriptibilidad de
los Crímenes de Guerra y de los de Lesa Hu-
manidad respectivamente.
A partir de esta compleja norma constitu-
cional contenida en el inc. 23 del art. 75, las
dudas que se presentan son múltiples. Podría-
mos preguntarnos, por ejemplo:
- ¿Qué sentido y alcance debe dársele a la
expresión “jerarquía constitucional” asigna-
da a los tratados allí mencionados?, ¿significa
que forman parte de la Constitución Nacio-
nal?, ¿o que no forman parte de ella, pero es-
tán a su mismo nivel jerárquico?
- ¿Qué significa la expresión “en el sentido
de su vigencia”?
Respecto del significado de la expresión
“jerarquía constitucional” asignada a los ins-
trumentos internacionales de derechos hu-
manos mencionados en dicha norma, hay dos
corrientes o hipótesis: la que entiende que
dicha expresión significa que esos tratados y
convenciones forman parte de la Constitu-
ción, y la que entiende que no forman parte de
ella pero que tienen el mismo nivel jerárquico.
La primera posición es la que enarbolara en
su momento el Dr. Rodolfo Barra (quien fuera
convencional constituyente en 1994) (3), cuya
postura fue apoyada por alguna parte de la
doctrina (4).
Si tal como lo pregona esta corriente doctri-
naria, la expresión “jerarquía constitucional”
asignada a los tratados internacionales men-
cionados en el art. 75, inc. 22 de la Ley Funda-
mental significara que ellos forman parte de
ella, existirían dos existirían dos serios cues-
tionamientos que formular:
1) Al permitírsele al presidente de la Repú-
blica denunciar uno de esos tratados, con el
acuerdo del Congreso, se estaría facultando a
las autoridades nacionales a no cumplir con
una norma constitucional (que, en la hipóte-
sis señalada, sería el tratado que se denuncia).
2) Asimismo, al amparo de la teoría señalada,
al permitírsele al Congreso asignar jerarquía
constitucional a un tratado se le estaría brin-
dando la posibilidad de modificar la Ley Fun-
damental por fuera del procedimiento de refor-
ma constitucionalmente previsto en el art. 30.
“Manual de Derecho Constitucional”, Ed. La Ley, Bue-
nos Aires, 2011.
4 | Viernes 21 de abril de 2023
Ambas circunstancias son inaceptables,
motivo por el cual considero impropio que el
significado de la expresión “jerarquía consti-
tucional” asignada a los tratados menciona-
dos expresamente en el art. 75, inc. 22 de la Ley
Suprema signifique que ellos están dentro de
la ella.
Otra posición doctrinaria (5) entiende que
la expresión “jerarquía constitucional” signi-
fica que los tratados que gozan de ella tienen
el mismo rango que la Constitución Nacional,
aunque no están incorporados a ella.
A esta posición también podría objetársele
lo siguiente: ¿habrán verificado los constitu-
yentes reformadores que todas las normas
contenidas en cada uno de esos tratados sean
compatibles con el texto constitucional?,
¿cómo se resolvería un conflicto entre alguna
norma de alguno de esos tratados y la Cons-
titución Nacional, si es que hubiera alguna
discordancia?
Justamente esta posición doctrinaria se fun-
damenta en que el constituyente, al mencio-
nar en forma expresa determinados tratados
internacionales y asignarles jerarquía consti-
tucional, estableció que “no derogan artículo
alguno de la primera parte de la Constitución
Nacional” y que “deben entenderse comple-
mentarios de los derechos y garantías por ella
conocidos”.
Para esos autores, esta “salvedad constitu-
cional” hace imposible que dichos tratados
contradigan al texto constitucional, ya que
hace presumir que los constituyentes han
analizado artículo por artículo de cada uno
de los tratados a los que les asignó jerarquía
constitucional y lo han comparado con la par-
te dogmática de la Ley Fundamental, verifi-
cando que no existe contradicción alguna.
Esta posición también ha sido acogida por
la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la
cual ha sostenido al respecto que si los consti-
tuyentes expresaron que los referidos tratados y
convenciones internacionales “no derogan ar-
tículo alguno de la primera parte de esta Cons-
titución”, es porque “han efectuado un juicio de
comprobación en virtud del cual han cotejado
los tratados y los artículos constitucionales y
han verificado que no se produce derogación
alguna, juicio que no pueden los poderes cons-
tituidos desconocer o contradecir”.
Sin embargo, esta afirmación es una mera
suposición que no surge palmariamente de
ningún documento ni en los diarios de Sesio-
nes de la Convención reformadora de 1994.
Además, aun cuando fuera cierto que la ex-
presión “no derogan artículo alguno de la
primera parte de esta Constitución” denotara
la existencia de dicha comprobación o veri-
ficación por parte de los constituyentes, ello
no quiere decir que efectivamente no exista o
pueda existir una colisión entre el contenido
de esos tratados y el texto constitucional.
En este sentido el máximo tribunal ha sos-
tenido que si eventualmente se produjera
una colisión entre algunos de esos tratados o
convenciones y nuestro texto constitucional,
debería aplicarse la norma más favorable a la
preservación del derecho vulnerado.
Estas hipótesis doctrinarias y la opinión
que la Corte Suprema ha adoptado al respec-
to no han sido compartidas por la Academia
Argentina de Derecho, al criticar los fallos que
el máximo tribunal dictó en las causas “Aran-
cibia Clavel”, “Espósito” y “Simón”. En efecto,
es opinión de dicha institución académica
que resulta “imprescindible recordar que la
Constitución siempre está por encima de los
tratados, y que el art. 27 de la CN establece la
supremacía del orden público interno” (6).
(5) SAGÜÉS, Néstor P., “Los tratados internacionales en
la reforma constitucional argentina de 1994”, Ed. La Ley,
1994.
Efectivamente el art. 27 de nuestra Ley Su-
prema (que obliga al Gobierno de la Nación a
celebrar tratados internacionales que “estén
en conformidad con los principios de derecho
público establecidos en la Constitución”) no
ha sido modificado en la reforma del año 1994
y por lo tanto sigue siendo el sostén de quie-
nes entienden que los tratados internaciona-
les están jerárquicamente por debajo de la Ley
Fundamental.
En este punto nuestro país ha suscripto la
Convención de Viena sobre el “Derecho de
los Tratados” (7) en cuyo art. 27 se establece
que los países adherentes “no podrán invocar
las disposiciones de su derecho interno como
justificación del incumplimiento de un trata-
do”. A la luz de esta disposición se podría afir-
mar que la Argentina no puede invocar una
norma interna (p. ej., su Constitución) para
no cumplir con alguna de las disposiciones
del tratado. Este argumento es el que pondría
a los tratados con jerarquía constitucional, in-
cluso, por sobre nuestra Ley Suprema y es el
que sustenta nuestro máximo tribunal.
Sin embargo, respecto de la Convención de
Viena, debe señalarse que no tiene jerarquía
constitucional, ni podría tenerla, toda vez que
no es un tratado o convención sobre derechos
humanos, sino simplemente sobre el modo de
celebrar tratados internacionales. Esto signifi-
ca que el art. 27 de la Constitución Nacional
no queda condicionado ni desplazado por
norma alguna de dicha Convención.
Asimismo, cuando la Constitución Nacional
señala que los tratados con jerarquía constitu-
cional mencionados en el art. 75 de la Consti-
tución Argentina rigen “en las condiciones de
su vigencia” quiere significar que lo hacen con
las reservas que el Estado argentino haya efec-
tuado al momento de firmarlo. Las “reservas”
son declaraciones unilaterales que un Estado
realiza al firmar un tratado, a fin de modificar
los efectos jurídicos de alguna o varias dispo-
siciones del tratado a suscribir. Justamente
suelen hacerse estas “reservas” cuando el Es-
tado firmante supone que una de las cláusulas
del acuerdo que va a suscribir podría entrar en
colisión con su derecho interno. En efecto, la
Convención de Viena autoriza a los Estados a
efectuar las reservas que consideren adecua-
das, salvo que dicha reserva esté prohibida
por el mismo tratado que se está firmando.
Un ejemplo de una “reserva” efectuada por
el Gobierno argentino ha sido la que se produ-
jo cuando el Congreso aprobó la “Convención
sobre los Derechos del Niño” en el año 1990.
La ley de aprobación ordenó al Presidente
que, a la hora de ratificar dicha Convención,
debía declarar que, para la Argentina, se con-
sidera “niño” a todo ser humano desde la con-
cepción hasta los 18 años de edad, mientras
que el art. 1º de esa Convención entendía por
“niño” a todo ser humano hasta los 18 años de
edad, sin especificar desde cuándo.
Por último, cuando el art. 75, inc. 22 es-
tablece que los diez tratados mencionados
“son complementarios de los derechos y
garantías” reconocidos por la Constitución
Nacional, está significando que los derechos
consagrados en dichos tratados se agregan y
complementan a los ya estipulados en dicha
Constitución. Incluso un convencional cons-
tituyente manifestó que esos derechos y liber-
tades previstos en los referidos tratados deben
ser considerados como parte de los derechos
implícitos que consagra el art. 33 de nuestra
Ley Suprema (8).
Para resumir, según la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, la famosa “pirámide ju-
rídica”, que nos permite colocar en la cima la
norma más importante e ir colocando hacia
abajo las de menor jerarquía, estaría encabe-
(6) Declaración citada por el diario La Nación.
(7) Del año 1969. Nuestro país adhirió a través de la
ley 19.865 de 1972. “Ekmekdjian c/ Sofovich”, 7/7/92: “Que
zada por la Constitución Nacional y los Tra-
tados y Convenciones de Derechos Humanos
con jerarquía constitucional. Luego le segui-
rían los demás tratados internacionales sin
jerarquía constitucional y luego, respecto de
leyes y decretos, se aplicaría el orden jerárqui-
co que expliqué en el punto punto V.2. de este
capítulo.
VI. Control de la constitucionalidad de las
normas en la Argentina
La Constitución Nacional no ha previsto
qué hacer en los supuestos de violación a sus
disposiciones. En el texto originario aislada-
mente se preveía un sistema de control políti-
co, mediante el cual el Congreso de la Nación
verificaba la constitucionalidad de las consti-
tuciones provinciales con respecto a la Cons-
titución Nacional.
En efecto, la Constitución de 1853, en su
art. 64, inc. 28, asignaba al Congreso Na-
cional la potestad de “examinar las cons-
tituciones provinciales y reprobarlas si no
estuviesen conformes con los principios y
disposiciones de esta Constitución”. Indu-
dablemente era un control “político”, porque
lo efectuaba un órgano político como lo es
el Congreso Nacional. Esta disposición fue
dejada sin efecto en el año 1860, cuando
Buenos Aires propuso reformas al texto ori-
ginal, que luego fueron aprobadas por una
Convención Constituyente.
El 13 de octubre de 1862 el Congreso de
la Nación sancionó la ley 27, que funciona-
ba como una suerte de reglamentación del
artículo constitucional que establecía cuá-
les eran las causas en las que intervendría la
justicia federal (actual art. 116). Esa ley, en
su art. 3º, dispone que una de las funciones
de la justicia federal nacional es “sostener
la observancia de la Constitución Nacional,
prescindiendo, al decidir las causas, de toda
disposición de cualquiera de los otros poderes
nacionales, que esté en oposición con ella”.
Aquí el Congreso Nacional determinó que
sería el Poder Judicial de la Nación el que se
encargaría de verificar la constitucionalidad
de las normas federales dictadas por los otros
órganos nacionales de gobierno, pero no ha-
cía referencia a las normas dictadas por las
provincias.
Al año siguiente, el 25 de agosto de 1863, el
Congreso sancionó la ley 48, en cuyo art. 14
dispuso que serían apelables ante el máximo
tribunal las sentencias definitivas dictadas por
los tribunales superiores de cada provincia.
Apareció aquí el “recurso extraordinario”, en
virtud del cual la Corte controlaría la constitu-
cionalidad de las sentencias dictadas por los
tribunales provinciales.
En este contexto, en el que todo lo vincula-
do a establecer quién se encargaría de ser el
intérprete último de la Constitución y a de-
terminar quién controlaría la adecuación del
orden jurídico a la Ley Fundamental estaba
en plena gestación y elaboración, el 17 de oc-
tubre de 1864 la Corte Suprema de Justicia de
la Nación se pronunció en el caso “Ministerio
Fiscal c/ Calvete, Benjamín”, en el que se dis-
cutía una cuestión referida a la inmunidad de
un senador. Aquí la Corte estableció que “este
Tribunal es el intérprete final de la Constitu-
ción; por cuya razón, siempre que se haya
puesto en duda la inteligencia de alguna de
sus cláusulas, y la decisión sea contra el dere-
cho que en ella se funda, la sentencia está su-
jeta a la revisión de la Suprema Corte”.
Naturalmente que esta decisión jurispru-
dencial encontró su inspiración en el ante-
cedente norteamericano “Marbury vs. Madi-
son” del año 1803, en el que la Corte Suprema
la necesaria aplicación del art. 27 de la Convención de Vie-
na, impone a los órganos del Estado argentino asignar pri-
macía al tratado ante un eventual conflicto con cualquier
de Justicia de los EE.UU. comenzó a elaborar
la teoría del control jurisdiccional de la consti-
tucionalidad de las normas.
Sin embargo seguía habiendo una lagu-
na con respecto al control constitucional de
las normas provinciales (constituciones, le-
yes y decretos provinciales) con respecto a
la Constitución Nacional. Fue así que el 5 de
diciembre de 1865 la misma Corte Suprema
de Justicia de la Nación dictó sentencia en la
causa “Mendoza, Domingo c/ Provincia de
San Luis”, declarando la inconstitucionalidad
de una ley de esa provincia, que ordenaba el
pago de derechos de tránsito (una suerte de
derecho aduanero) a todo aquel que extrajera
mercadería de su territorio. La ley contrariaba
claramente los arts. 9º, 10 y 11 de la CN.
El 12 de noviembre de 1886 la Corte dicta
un fallo trascendente en cuanto a la consoli-
dación de la teoría del control jurisdiccional
de la constitucionalidad de las normas. Fue
en la causa “Municipalidad de Buenos Aires
c/  Elortondo” en la que el máximo tribunal
sostuvo:
“Es elemento de nuestra organización cons-
titucional, la atribución que tienen y el deber
en que se hallan los tribunales de justicia, de
examinar las leyes en los casos concretos que se
traen a su decisión, comparándolas con el texto
constitucional para averiguar si guardan o no
su conformidad con esta, y abstenerse de apli-
carlas si las encuentra en oposición con ella,
constituyendo esta atribución moderadora
uno de los fines supremos y fundamentales del
poder judicial nacional y una de las mayores
garantías con que se ha entendido asegurar los
derechos consignados en la Constitución con-
tra los abusos posibles e involuntarios de los
poderes públicos”.
Al año siguiente, el 20 de septiembre de
1887, la Corte dictó otro fallo memorable que
redondeó la teoría del control jurisdiccional,
pronunciándose en el caso “Sojo s/Hábeas
corpus”
En función de todos estos antecedentes,
hoy podemos caracterizar al sistema de con-
trol constitucional que rige en nuestro país de
la siguiente manera:
a) Es judicial, ya que son los jueces los que
tienen a su cargo controlar la constitucionali-
dad de las normas.
b) Es difuso, ya que ese control puede llevar-
lo a cabo cualquier juez (de primera instancia,
de segunda instancia, los de la Corte Suprema
de Justicia, los provinciales, los nacionales, los
comunes y los federales). Son ellos los que
analizan la Constitución, la comparan con las
normas inferiores y deciden si esas normas
inferiores (o, eventualmente, la conducta de
cualquier funcionario o particular) están de
acuerdo con ella. Por eso suele decirse que “la
Constitución es lo que los jueces dicen que es”.
No debe perderse de vista que los jueces
solo se pronuncian en “casos” o juicios en
los que les toca intervenir; y es allí cuando al
dictar sentencia, declaran, si corresponde, la
inconstitucionalidad de una norma o de cual-
quier materia controlable.
c) Es concreto, porque, en principio, cuando
el derecho afectado por la norma inconstitu-
cional es individual, solo puede pedir que se
declare la inconstitucionalidad de esa norma
la persona que haya sufrido el perjuicio con-
creto; solo aquella persona cuyo derecho haya
sido lesionado o menoscabado. No podría, en
cambio, solicitarlo aquel a quien dicha norma
no lo ha perjudicado, salvo que quien solici-
te la declaración de inconstitucionalidad de
la norma sea el Defensor del Pueblo, en cuyo
norma interna contraria...”.
(8) MAEDER, Ernesto, “Diario de Sesiones...”, cit., t. V,
p. 5223.

caso no se le puede exigir que la norma lo
haya afectado personalmente a él, ya que su
función es, precisamente, defender al pueblo
ante la justicia.
Por otra parte, existen ciertos derechos, lla-
mados de “incidencia colectiva” o “derechos
colectivos”, que corresponden a la comunidad
o a grupos dentro de la comunidad (como el
de vivir en un ambiente sano, el derecho de las
mujeres, el de los jubilados, el de los pueblos
indígenas, el derecho de los consumidores),
en cuya defensa los individuos que integran
esa comunidad o esos grupos no tienen un in-
terés individual sino un interés difuso. En es-
tos casos, cuando un individuo intenta solici-
tar a un juez que se declare la inconstituciona-
lidad de una norma que viola a alguno de esos
derechos, y el juez hace lugar a ello, se benefi-
cia toda la comunidad o todo el grupo social al
que pertenece el sujeto que se presentó ante el
juez para solicitar la inconstitucionalidad.
Ejemplo: si un individuo pide que se declare
inconstitucional una norma que autoriza a las
empresas que fabrican galletitas a no poner en
los paquetes la información nutricional, y lo-
gra que el juez declare la inconstitucionalidad
de esa norma, no será él el único beneficiado,
sino todos los consumidores.
d) El efecto que produce la declaración de
inconstitucionalidad es limitado al caso con-
creto.
En efecto, la norma declarada inconstitucio-
nal sigue vigente, ya que los jueces no tienen la
Nota a fallo
Prueba anticipada
Notificación en el domicilio donde la socie-
dad demandada realiza su actividad. Carta
documento. Requisitos. Disidencia.
1. - En supuestos de producción anticipada
de la prueba, por regla, debe conferirse
intervención a la contraria, a quien se
debe citar al efecto de que tenga oportu-
nidad de controlarla. Solo en el caso de
que la medida pueda frustrarse por la de-
mora que se ocasionaría por la notifica-
ción, el Código permite omitir la citación
acordando en su lugar la participación de
la Defensora Oficial.
2. - Pese a las quejas de la recurrente, no
puede dejar de observarse que el do-
micilio en donde se realizó la diligencia
cuestionada no le resulta ajeno. En efec-
El rol de la carta documento en las notificaciones judiciales
Ana Victoria Psaropoulos Savickas
Abogada (UMSA). Magister en Derecho Civil Patrimonial (UCA). Especialista en Derecho Procesal Civil (UBA). Docente de grado y posgrado en materia procesal civil y comercial.
Autora de diversos artículos en la materia civil y procesal civil.
SUMARIO: I. Palabras introductorias.— II. Plataforma fáctica.— III. Análisis del fallo.— IV. Conclusión.
I. Palabras introductorias
Las cartas documento siempre tuvieron su
preeminencia. Sin embargo, con motivo de
la pandemia del COVID-19, afloraron con un
boom categórico. Estas fueron grandes alia-
Especial para La Ley. Derechos reservados (Ley 11.723)
atribución de derogar una norma. Eso es algo
que le corresponde al mismo órgano que la dic-
tó (al Congreso si es una ley o al presidente, si es
un decreto). Las únicas excepciones a esta regla
se producen cuando la declaración de incons-
titucionalidad es solicitada por el defensor del
pueblo u ombudsman, o cuando es solicitada
por un individuo en defensa de derechos colec-
tivos. En estos casos la norma deja de aplicarse
para toda la sociedad; y si bien no se la deroga,
es como si se lo hiciera
e) La declaración de inconstitucionalidad,
por parte del juez, procede “de oficio”, es decir,
sin necesidad de que las partes del juicio se lo
pidan expresamente.
Hasta hace muy poco, la Corte Suprema
sostenía que si quien inició el juicio no pedía
que el juez declarara la inconstitucionalidad
de una norma, el juez no podía hacerlo de
oficio; pero en el caso “Banco Comercial de
Finanzas S.A.”, dictado en el año 2004, el máxi-
mo tribunal cambió esa posición y ahora su
doctrina es que los jueces pueden declarar la
inconstitucionalidad de una norma, siempre
en el marco de un juicio, aun cuando ninguna
de las partes lo solicite expresamente.
Asimismo si se advierte lo expuesto arriba,
en cuanto al orden jerárquico de las normas
y la situación puntual de los tratados interna-
cionales que gozan de la llamada “jerarquía
constitucional”, así como también el criterio
sustentado por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, según la cual existe una paridad je-
rárquica entre la Constitución Nacional y esos
to, como ella misma lo reconoce, allí se
ubica una de sus plantas, hecho que se
corrobora con las constancias de su pro-
pia página web y del informe que realizó
el actuario.
3. - Lo que se busca es que la persona a la
que va dirigida la notificación tenga efec-
tivo conocimiento de lo notificado, finali-
dad que claramente se ve cumplida si la
diligencia se realiza en el lugar en donde
la sociedad realiza su actividad.
4. - La falta de copias en la notificación no
autoriza la declaración de nulidad de la
diligencia. En el caso, al no haberse ad-
juntado copia de la pericia en la carta do-
cumento, y siendo que dicha parte ya ha
tomado conocimiento de esta, cabe otor-
garle a la accionada un plazo de cinco
días, a los fines de que requiera las acla-
das al momento en el que las oficinas de no-
tificación judiciales se encontraran cerradas.
Incluso se ha visto este tipo de notifica-
ción en traslado de la demanda, no obstante
lo dispuesto por el art. 136 Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación.
Pero qué es de su vida ahora...
tratados internacionales, a la par del concepto
de “control de la constitucionalidad de las nor-
mas”, es indispensable incorporar el del “con-
trol de la convencionalidad” de las mismas, es
decir, el sistema jurídico-institucional que tiene
por objetivo verificar que todo el ordenamien-
to jurídico se adecue a los postulados de los
tratados y convenciones internacionales que
poseen jerarquía constitucional, ya sea porque
esta les ha sido asignada por nuestra ley funda-
mental en el art. 75 inc. 22, desde el año 1994, o
porque el Congreso, en cumplimiento de la au-
torización conferida por el mismo texto consti-
tucional, les ha asignado aquella jerarquía.
VII. Conclusión
Si bien es cierto que en un Estado de Dere-
cho la supremacía única y exclusiva está fun-
dada en los términos de la Constitución que le
da nacimiento, así como también lo es que en
este tipo de organizaciones los gobernantes
deben ajustar su conducta a sus postulados,
sea por interpretación propia o por interés
político, tanto los órganos ejecutivos como los
congresos o parlamentos suelen dictar nor-
mas que vulneran al texto fundamental.
De allí la imperiosa necesidad de establecer
un sistema de contralor constitucional de las
normas, que no solo verifique su adecuación a
la ley superior, sino que además establezca un
remedio para resolver esa incompatibilidad.
Del mismo modo resulta importante que la
misma ley fundamental, con términos claros
y precisos, defina un orden jerárquico nor-
raciones o efectúe las impugnaciones
que considere pertinentes a la pericia ya
realizada en autos, las que eventualmen-
te serán agregadas para ser meritadas en
la etapa procesal pertinente.
5. - Atento a las consecuencias que tenían
las notificaciones, las citaciones debie-
ron ser efectuadas no solo en el domici-
lio social inscripto, sino también con co-
pia de las piezas pertinentes, a los fines
de que la accionada tuviera un cabal co-
nocimiento de la pericia que se había or-
denado, los fundamentos para ello y los
puntos periciales ordenados, además de
la documentación cuyo traslado expresa-
mente se ordenó (del voto en disidencia
de la Dra. Uzal).
6. - El Código ritual exige que se dé inter-
vención a la contraria para que pueda
En esta oportunidad, analizaremos el fallo
de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Comercial, Sala A, en los autos “Fidusaires
S.A. c/  Horcrisa S.A s/ Prueba anticipada”,
de fecha 09/03/2023, donde, por mayoría,
confirman la resolución de primera instan-
cia que dispone el rechazo de la nulidad de
la notificación efectuada por carta docu-
mento.
Viernes 21 de abril de 2023 | 5
mativo entre la Constitución y el resto del or-
denamiento jurídico —tanto nacional como
local—, así como también entre las normas
inferiores a la Ley Suprema, incluyendo a los
tratados y convenciones internacionales.
Asegurando debidamente este sistema de
control y concretando con precisión el orden
normativo señalado se asegura claramente
que la supremacía constitucional y el Estado
de Derecho no sean una quimera.
Cita on line: TR LALEY AR/DOC/833/2023
Más información
Barotto, Sergio Mario, “La doctrina judicial
obligatoria en la jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación”, EBOOK-
TR 2023 (Mizawak), 17, TR LALEY AR/
DOC/163/2023
Manili, Pablo Luis, “El sometimiento a un régi-
men jurídico y su impugnación por inconstitu-
cionalidad”, LA LEY 17/04/2023, 1, TR LALEY
AR/DOC/815/2023
Libro recomendado
Derecho Procesal Constitucional
e Interamericano
Autor: Manili, Pablo Luis
Edición: 2023
Editorial: La Ley, Buenos Aires
controlar la realización de la prueba,
resguardándose así la bilateralidad
del proceso y el derecho de defensa en
juicio de los accionados. Tal citación
debe efectuarse en el domicilio real de
la accionada, a los fines de que esta
tome conocimiento de la prueba orde-
nada y pueda fiscalizarla, asegurándo-
se así el derecho de defensa en juicio
de aquella (del voto en disidencia de la
Dra. Uzal).
CNCom., sala A, 09/03/2023. - Fidusaires
S.A. c. Horcrisa S.A. s/ prueba anticipada.
[Cita on line: TR LALEY AR/JUR/17875/2023]
[El fallo in extenso puede consultarse en
Atención al Cliente, https://www.laley-
next.com.ar/ o en Proview]
II. Plataforma fáctica
Se le concedió a la parte actora la posi-
bilidad de efectuar una prueba anticipa-
da, a los fines de verificar la calidad del
hormigón suministrado por la deman-
dada y el estado resultante de las tareas
realizadas con dicho material. Dice la re-
solución que la pericial anticipada debe
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efectuarse con la debida intervención de
la contraria.
La parte actora diligenció dicha citación
mediante carta documento en un domicilio
distinto al inscripto en la Inspección Gene-
ral de Justicia. Por dicha cuestión se enerva
la parte demandada solicitando su nulidad
de la notificación.
El Juzgado de primera instancia rechazó
la petición bajo el argumento de que la car-
ta documento fuera recibida por la empresa
en cuestión. Ergo, tomó conocimiento de la
existencia del proceso y entonces su silencio
importa la convalidación del acto.
La Cámara de Apelaciones en lo Comercial
(Sala A), por mayoría, confirmó parcialmen-
te la resolución de primera instancia, con la
salvedad de que se le otorgó un plazo de cin-
co días a la demandada para que pudiera re-
querir las aclaraciones al perito o efectuara
las impugnaciones que estime corresponder
a la pericia ya realizada.
III. Análisis del fallo
Las diligencias preliminares respecto a las
medidas de prueba anticipada tienen por
objeto procurar la conservación de elemen-
tos probatorios antes de la etapa procesal
correspondiente. Ello, debido al temor fun-
dado de su pérdida o alteración por el correr
del tiempo.
Por ello es que la normativa insiste en el
resguardo de la debida bilateralidad. En este
orden de ideas, el art. 327 Cód. Proc. Civ. y
Com. indica “Si hubiese de practicarse la
prueba (anticipada), se citará a la contraria,
salvo cuando resultare imposible por razón
de urgencia, en cuyo caso intervendrá el de-
fensor oficial”.
La normativa procesal no indica un medio
determinado para efectuar dicha citación.
Entonces, a partir de esa premisa se abren
tres caminos de los cuales dos concluyen en
una idéntica solución (la cédula).
Por un lado, es posible subsumir dicha ci-
tación en el art. 135 inc. 11 Cód. Proc. Civ. y
Com. (1). Cuando aquel precisa “Solo serán
notificadas personalmente o por cédula las si-
guientes resoluciones: (…) 11) La que dispone
la citación de personas extrañas al proceso...”.
Ahora bien, no podemos negar que la per-
sona citada no es una persona forastera y
ajena al proceso. De hecho, la prueba antici-
pada puede llevarse a cabo —incluso— con
la interposición de la demanda y después de
trabada la litis (arg. art. 328 Cód. Proc. Civ.
y Com.). Entonces, difícilmente podríamos
resguardar a la persona bajo el paraguas de
“extraña” al proceso.
La segunda interpretación es la llevada a
cabo por el Juzgado de primera instancia. La
jueza de grado en el fallo en análisis enmar-
ca a dicho emplazamiento como análogo a
del traslado de la demanda. Por ello, echa
mano al art. 136 Cód. Proc. Civ. y Com.: “...La
notificación de los traslados de demanda,
reconvención, citación de personas extrañas
al juicio, la sentencia definitiva y todas aque-
llas que deban efectuarse con entrega de co-
pias, se efectuarán únicamente por cédula o
acta notarial...”.
Sobre esta marcha, corresponde señalar
que la citación dispuesta por el art. 327 Cód.
Proc. Civ. y Com. no le confiere el carácter de
“parte” y el citado —entonces— no lo es a los
efectos de “defenderse”. Su participación en
la efectivización de la prueba se encuadra en
el contralor aquella.
(1) PALACIO, “Derecho Procesal Civil”, Abeledo Perrot,
1990, t. VI, p. 48.
(2) A favor, PALACIO, ob. cit., t. VI, p. 49, En contra
De hecho, dependiendo de la tesis que es-
coltemos, el emplazado no se encuentra fa-
cultado —en esta oportunidad anticipada—
de ofrecer sus propios puntos de pericia (2).
A excepción que —también— solicite una
prueba anticipada (arg. art. 326 Cód. Proc.
Civ. y Com.).
Entonces, hasta aquí la citación de la
prueba anticipada únicamente sería posible
mediante la cedula.
No obstante, conforme un último enten-
dimiento, esta citación podría efectuarse
por cualquiera de los medios que dispo-
ne tanto el art. 135 y como el art. 136 Cód.
Proc. Civ. y Com.. Por lo que, teniendo
en cuenta que la notificación de la prue-
ba anticipada no se encuentra expresa-
mente prohibida por la última parte del
art. 136 Cód. Proc. Civ. y Com., nada impi-
de que —en principio— la notificación de
la citación dispuesta por el art. 327 Cód.
Proc. Civ. y Com. se lleve a cabo por carta
documento.
Siempre y cuando pueda ser cumplida.
Ello implica que no urja la realización de la
prueba, razón por la que deberá intervenir
el defensor oficial en resguardo del debido
contradictorio.
En conclusión, bajo ese prisma, se encon-
traría habilitada la notificación por carta
documento de la citación dispuesta para la
práctica anticipada de la prueba.
Siguiente paso. En ese caso, ¿qué sucede
con las copias que debieran acompañarse a
la notificación en el supuesto de librarse una
carta documento?
El ya transcripto art. 136, Cód. Proc. Civ. y
Com., precisa otro elemento que impone la
utilización de la cédula como medio de noti-
ficación: el acompañamiento de copias con
el traslado.
Aquí nos detendremos un segundo...
El expediente informático en la justicia
nacional y federal es un hecho (3). La Ac. CS
4/2020, en su art. 11, dispuso que a partir del
18/03/2020 todas las presentaciones que se
realicen en el ámbito de la justicia nacional
federal serán completamente digitales. Ello
obsta la entrega en soporte papel de los es-
critos. Con excepción de las presentaciones
iniciales que, en aquel momento, no era ob-
jeto de ingreso digital. La digitalización de
los escritos iniciales apareció —luego— con
la Ac. CS 12/2020.
Entonces, considerando que todo expe-
diente judicial es digital, ¿por qué existiría
la necesidad de seguir acompañando las co-
pias soporte papel de traslado con las cedu-
las de notificaciones?
Acaso, si las actuaciones judiciales son
de carácter “público”, ¿no alcanza con con-
signar con la debida precisión en el cuerpo
del instrumento dónde hacerse de las copias
respectivas?
Sabemos que el expediente digital derogó
tácitamente —en casi la totalidad de los ca-
sos— el art. 120 Cód. Proc. Civ. y Com.. Las
copias de traslado cayeron de desuetudo,
excepto cuando hacemos referencia a las co-
pias para el traslado de demanda.
Entonces, qué distinto sería —incluso des-
de el punto de vista de resguardo del medio
ambiente— que en lugar de acompañar las
copias de traslado se consignara en la carta
documento, cédula o símiles, todos los pasos
que debiera seguir una persona ajena al ám-
FASSI - MAURINO, “Código Procesal Civil y Comercial,
Comentado, Anotado y Concordado”, Astrea, t. III, p. 99.
(3) En este sentido ver PSAROPOULOS SAVICKAS,
bito del derecho, para poder acceder a aque-
lla documentación.
Para ello, resulta indispensable una indi-
cación exacta, minuciosa, útil y detallada
del trayecto (o pasos) que debe hacer quien
recibe esa notificación (vrg. consignar la pá-
gina web de consulta de causas y señalar los
lugares donde debe hacerse “click”). En este
punto nunca abunda la información —con
pedagogía precisa— que pueda otorgarse.
Incluso, hace al derecho constitucional de
defensa de quien recibe la misiva.
Recordemos que ya en el año 2010 se fir-
mó la resolución 3909/2010 dictada por la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, en
la que se resolvió que cuando la documenta-
ción que se adjuntara a una cédula de noti-
ficación supere las cincuenta hojas, debiera
ser remitida en soporte magnético o, en su
defecto, quedar reservada en el tribunal de
origen —debiendo dejarse constancia de
ello en el texto de la cédula—, para ser reti-
rada por los letrados (y/o autorizados) de las
partes. O sea, ya hace tiempo se está ponien-
do en cuestionamiento el acompañamiento
de copias.
El concepto de “copias” —de un tiempo a
esta parte— habría llegado a su ocaso.
Por lo que, siempre y cuando se pueda ac-
ceder al expediente a través de la consulta
pública de causas judiciales (por lo que —de
movida— se excluyen a las causas del fuero
de familia o aquellas causas que contengan
en su inicio medidas cautelares) y se detalle
con minuciosidad la forma en la que se pue-
de acceder a la documental, no encuentro
razón para seguir exigiendo las copias que
exige el vetusto articulado.
El siguiente quid que trae aparejado el fa-
llo en análisis es el concepto de domicilio de
las personas jurídicas.
Sabido es que el domicilio donde debe re-
mitirse la notificación aquí estudiada es el
real conocido.
Corresponde señalar que —en el caso—
la contraria es una persona jurídica. En
este sentido, la ley 19.550 dispone que el
instrumento que constituye una sociedad
debe contener —entre otras cosas— el do-
micilio de la sociedad y es allí donde agrega
“Se tendrán por válidas y vinculantes para
la sociedad todas las notificaciones efec-
tuadas en la sede inscripta” (art. 11 inc. 2
ley 19.550).
En ese orden de ideas, el Código Civil y
Comercial de la Nación refirma esta postura
indicando “Se tienen por válidas y vinculan-
tes para la persona jurídica (privadas) todas
las notificaciones efectuadas en la sede ins-
cripta” (art. 153 CCyC). Evidentemente, por
no hacer distinción el artículo, la regla rige
tanto para notificaciones extrajudiciales
como judiciales.
El fallo en análisis amplía el concepto pre-
citado. Y remarca que el domicilio real de las
personas jurídicas no necesariamente resul-
ta ser el inscripto. Ergo, a los fines de la no-
tificación, y con el objeto de que la persona
demandada tenga efectivo conocimiento de
la notificación, puede no involucrar el domi-
cilio de la sede social inscripta.
En efecto, si la sociedad requerida reali-
za su actividad o la administración de sus
negocios o —quizás— tiene una de sus
plantas centrales en un domicilio distinto
al inscripto, difícilmente podría alegar el
desconocimiento de la notificación recibi-
da en aquellos.
Ana Victoria, “La flexibilización del derecho procesal en
tiempos de pandemia”, LA LEY 10/06/2020.
(4) PALACIO, Lino, ob. cit., T. IV, p. 143.
Ello, pareciera en principio, un descré-
dito total de lo dispuesto por la ley de so-
ciedad e incluso, de la normativa sustan-
tiva, pero un claro resguardo de la verdad
objetiva. Dependiendo del caso concreto,
aferrarnos a la letra dura de la ley podría
generar un dispendio jurisdiccional en pos
de la obstinación a la abstracción generada
por el legislador.
Entonces, aquí tenemos una sociedad
notificada por carta documento a un domi-
cilio distinto del que se encuentra inscrip-
to. Lo cual hasta aquí hemos considerado
como jurídicamente correcto. Ahora, lo que
se machaca en la resolución es que la parte
interesada convalidó el acto y, por lo tanto,
encontrándose consentido, no podría pedir
la nulidad de la notificación.
La nulidad procesal es la privación de
efectos imputada a los actos del proceso que
adolecen de algún vicio en sus elementos
esenciales y que, por ello, carecen de aptitud
para cumplir el fin al que se hallan destina-
dos (4).
Sin embargo, sabemos que uno de los pi-
lares —por excelencia— del derecho proce-
sal es el principio de preclusión, donde el
alma mater es la perentoriedad de los plazos
(art. 125 Cód. Proc. Civ. y Com.). Desde allí,
como consecuencia del mero transcurso del
tiempo, se les irradia firmeza a los diversos
actos procesales.
En este orden de ideas —entonces— entra
en juego el art. 170 Cód. Proc. Civ. y Com.,
en tanto la nulidad no podrá ser declarada
cuando el acto haya sido consentido, aun-
que fuere tácitamente, por la parte interesa-
da en la declaración.
En efecto, las irregularidades procesales
son susceptibles de convalidación, en tanto
que aquellas no se rigen por los principios
vigentes en el derecho privado. De hecho,
cabría hablar de actos procesales de nuli-
dad relativa, ya que, por un lado, los actos
procesales defectuosos se reputan valida-
dos mientras no recaiga una declaración
judicial anulatoria y, por otro, lado, aquellos
siempre son susceptibles de convalidación.
Entonces, no corresponde hablar de nulida-
des absolutas en el ámbito del derecho pro-
cesal civil (5).
A este punto, no obstante, corresponde
adicionársele que no solo el mero paso
del tiempo tira por la borda los vicios exis-
tentes en determinado acto procesal, sino
que si aquel cumple la finalidad para el
que estaba destinado, no podrá declararse
su nulidad (conf. art. 169 Cód. Proc. Civ. y
Com.).
En este sentido, cubre un rol estelar —ade-
más— el principio de trascendencia. En ma-
teria de nulidades procesales aquel que opo-
ne el incidente dispuesto por el art. 170, Cód.
Proc. Civ. y Com., debe indicar el perjuicio
sufrido y —en su caso— las defensas de las
que se ha privado de interponer. Aquel ale-
gato no puede ser invocado de manera gené-
rica (vgr. violación del derecho de defensa),
sino debe indicar de manera precisa la afec-
tación concreta.
En el caso concreto, el perjuicio generado
con motivo de la falta de control de la prueba
anticipada es evidente. No obstante —como
adelantáramos— la premisa radica en el
tiempo en el que se expresó el vicio. Consi-
derando que la requerida fuera notificada en
un domicilio que si bien no era el inscripto,
sí era donde radicaba su actividad y, por ello,
no podía desconocer la existencia de la no-
tificación.
(5) Ibídem, p. 139.

La misma solución surge cuando hace-
mos referencia al medio de notificación.
Si la interesada subsume la citación en la
prueba anticipada y, por ello, considera in-
correcta el libramiento de una carta docu-
mento (supuestos del art. 136 última par-
te Cód. Proc. Civ. y Com.), también pesa
sobre sí el plazo dispuesto por el art. 170
Cód. Proc. Civ. y Com., para peticionar la
nulidad correspondiente.
Jurisprudencia
Falta de legitimación
Demanda de daños y perjuicios derivados de
fallecimiento. Prueba. Rechazo.
El artículo 1083 del Cód. Civil consagra-
ba la legitimación para reclamar lo ne-
cesario para la subsistencia de los hijos y
la viuda de la persona fallecida. Las de-
mandantes no han probado la condición
de hijas de la fallecida —los certificados
de nacimiento no prueban el vínculo in-
vocado entre la occisa y las demandan-
tes—; por ende no se encuentran activa-
mente legitimadas para reclamar indem-
nización alguna ni por el “valor vida” ni
por el “daño moral” (art. 1078 del Código
derogado), ni por cualquier otro concep-
to resarcitorio de los que componen la
pretensión indemnizatoria de su deman-
da, cuyo rechazo se impone.
CC. y C., Jujuy, sala I, 11/04/2023. - Vega,
Paola Yolanda, Ordóñez, Érica y Ordóñez,
Mayra Luján c. Friedlander, Herman Hum-
berto s/ Daños y perjuicios.
[Cita on line: TR LALEY AR/JUR/39176/2023]
Costas
Las costas se imponen a las actoras vencidas.
2ª Instancia.- San Salvador de Jujuy, abril 11
de 2023.
El doctor López Iriarte dijo:
1. En el caso comparece el Dr. Benjamín
Eduardo Magliano en calidad de apoderado
de las Sras. Paola Yolanda Vega, Érica Danie-
la Ordoñez y Mayra Luján Ordoñez (fs. 2/3),
a efectos de promover demanda ordinaria
por daños y perjuicios en contra de Her-
man Humberto Friedlander, con el objetivo
de que oportunamente se lo condene por
los daños y perjuicios derivados del falleci-
miento de I. F. O., ocurrido por electrocución
producto de la descarga eléctrica de un rayo
mientras —dice— ponía a disposición del
demandado su fuerza de trabajo y su huma-
nidad.
Relata que la Sra. I. F. O. prestaba tareas
laborales al demandado Herman Humberto
Friedlander, realizando actividades de cose-
cha, plantación y “azadeo” de tabaco, en jor-
nadas laborales de lunes a sábado (de 06:30
hs. a 14:30 hs.).
Afirma que el día 14 de enero de 2015,
aproximadamente a horas 13:50, en circuns-
tancias en que la Sra. I. F. O. se encontraba
cosechando tabaco en la finca arrendada
por su empleador ubicada en Pampa Blanca
de esta provincia, las condiciones climáticas
comenzaron a desmejorar sustancialmente,
observándose el cielo totalmente negro y
con relámpagos.
En virtud de ello, refiere que la Sra. O. y sus
compañeras de trabajo solicitaron al capataz
IV. Conclusión
La carta documento dejó de ser mala pala-
bra. Su implementación se hizo más común
desde la cuarentena del año 2020, incluso
dentro de los supuestos que se consideraban
prohibidos. Hoy en día, si bien las distintas
hipótesis que abarca el art. 136 última par-
te, Cód. Proc. Civ. y Com., se mantienen in-
cólumes, podemos afirmar que una de ellas
suspender las tareas, porque se avecinaba
una gran tormenta, a lo que aquel contestó
negativamente ordenándoles que siguieran
trabajando de inmediato; no obstante, al ini-
ciar la lluvia, forzadamente la causante junto
a sus compañeros se dirigieron al costado
del campo a esperar a que pare, permane-
ciendo a la intemperie y sin ningún tipo de
protección. Aproximadamente a horas 14:00
se desencadenó la tormenta eléctrica y un
rayo cayó sobre la Sra. I. F. O. en forma di-
recta, lo que le produjo la muerte por elec-
trocución.
A fs. 24/30 el Dr. Benjamín Eduardo
Magliano con el patrocinio letrado del
Dr. Daniel Dante Coronel Elias amplían
demanda, refieren sobre el obrar antijurí-
dico y la responsabilidad legal del deman-
dado. Reclaman valoración de la vida hu-
mana, daño psíquico, tratamiento psico-
terapéutico y daño moral. Ofrecen prueba
instrumental, absolución de posiciones,
pericial psiquiátrica, pericial técnica y tes-
timonial. Por último, solicitan se haga lu-
gar a la demanda con expresa imposición
de costas.
2. A fs. 38 se ordenó correr traslado de de-
manda, la que se efectivizó mediante el en-
vío de la CD939195554 (fs. 50), que fue reci-
bida por el demandado en fecha 11/10/2018
conforme constancias de fs. 52.
Luego, no habiendo constancias de pre-
sentación del demandado en el expediente,
a fs. 53 el promotor de autos solicitó el de-
caimiento del derecho dejado de usar por
la contraria, lo que fue proveído en sentido
positivo a fs. 54, ordenándose la expedición
de una nueva carta documento que se mate-
rializó a fs. 58 y se recibió, en la persona del
demandado, a fs. 60 (en fecha 13/02/2019).
3. Jurisprudencialmente la Corte Supre-
ma de Justicia de la Nación se ha expedido
respecto de la incontestación de deman-
da, manifestando que importa adoptar una
conducta procesal que puede tenerse como
confesión de verdad de los hechos articula-
dos (CSJN, LA LEY, 133-470).
Así también lo entiende autorizada doc-
trina, la incontestación implica un reconoci-
miento de los hechos lícitos expuestos por la
actora y de la documentación acompañada
en sustento de la misma. En efecto, el silen-
cio de la accionada debe interpretarse como
una manifestación de voluntad conforme a
la demanda (conf. Morello, Augusto M., “El
silencio en el proceso, la Rebeldía y el Prin-
cipio de Investigación de la verdad”, en Rev.
Del Colegio de Abogados de la Plata, v. II,
Nº 24, p. 373 y ss. Mercader, A., “El silencio
en el proceso de estudios de Derecho Pro-
cesal en honor de Hugo Alsina”, p. 471, año
1946).
En el mismo sentido, nuestro Superior Tri-
bunal de Justicia tiene dicho que “la incon-
testación de demanda faculta pero no obliga
al juez a tenerla como presunción favorable
a las pretensiones del actor, quien puede es-
timar tal silencio como un reconocimiento
de los hechos afirmados, siempre que esas
se encuentra tácitamente derogada. En este
sentido “el acompañamiento de copias” ya
no es el que conocíamos. Es posible infor-
mar a quien recibe la misiva la forma en la
que puede acceder a la documentación que
necesitamos poner en su conocimiento, sin
necesidad de adjuntar hojas a la notificación.
Por otro lado, el domicilio inscripto de las
distintas personas jurídicas privadas sigue
aseveraciones no resulten desvirtuadas por
prueba alguna en contrario (…) La incontes-
tación de la demanda coloca al accionante
en buena situación procesal, no cabe sin em-
bargo venir a entender que lisa y llanamente
lo que corresponde por tal circunstancia es
dictar pronunciamiento haciendo lugar a las
pretensiones intentadas en la acción, pues-
to que lo afirmado por la ley es una facultad
para el juez, de conformidad con las carac-
terísticas siempre específicas de cada cau-
sa y de acuerdo con la legitimidad que las
mismas tuvieran (STJ, LA Nº 47 Fº 366/368
Nº 167, Expte. Nº 1646/03, caratulado: “Re-
curso de inconstitucionalidad interpuesto
en el Expediente Nº B-54894/00 (Sala I Cá-
mara Civil y Comercial) Ordinario por daños
y perjuicios: Manuel Silvestre Leiva y otros
c. Estado Provincial”; LA Nº 41 Fº 311/315
Nº 110; LA Nº 48 Fº 1352/1353 Nº 489, entre
otros).
Por lo expuesto, debe tenerse por acredi-
tados los hechos de la actora, que se hubie-
ran corroborado con la prueba aportada, así
como la autenticidad de la documentación
acompañada.
4. Sin perjuicio de tal presunción, derivada
de la incontestación de la demanda, la legi-
timación 13/04/2023, 18:51 Sistema de Juris-
prudencia sustancial de las partes, su cali-
dad o condición de titulares del derecho que
invocan, puede y debe ser analizada —aun
de oficio— por el juzgador al tiempo de dic-
tar sentencia.
Resulta al respecto de trascendencia para
el tratamiento de este requisito de admisión
de la pretensión, que del certificado de naci-
miento de fojas 20 surge que la actora Érica
Daniel Ordóñez, es hija de Inés Sara Ordó-
ñez y no de la occisa I. F. O. (cuyo documento
obra en copia agregado a fojas 11). Asimis-
mo se desprende que la demandante Mayra
Luján Ordóñez, también es hija de Ines Sara
Ordóñez, y no de I. F. O. (certificado de naci-
miento de fojas 21). Los certificados de na-
cimiento no consignan el número de docu-
mento de Inés Sara Ordóñez.
En tanto que Paola Yolanda Vega es hija de
I. F. O. H., cuyo fallecimiento se invoca como
el hecho dañoso que motiva la demanda
de autos, quien en vida contaba con el CIB
Nº ..., lo que —además del apellido— no
coincide con el número de documento de
documento ... que se corresponde a I. F. O.
(instrumento de fojas 11).
Es decir no surge inequívocamente acre-
ditado que I. F. O., Inés Sara Ordóñez e I. F. O.
H. sean la misma y única persona; con lo que
tampoco se puede tener por cierto y bien
probado que I. F. O. (la persona muerta por
el rayo mientras prestaba servicios, según lo
refieren las accionantes), sea la madre de las
demandantes.
Resultando de aplicación al caso el Códi-
go de Vélez por la fecha de acaecimiento del
fallecimiento (14/01/2015), en base a lo que
disponía su artículo 3º) y lo dispuesto hoy
por el artículo 7º del Cód. Civ. y Com. de la
Nación.
Viernes 21 de abril de 2023 | 7
teniendo la relevancia jurídica que la norma-
tiva le otorga. Ahora bien, ello no desmerece
al resto de los domicilios que aquella pueda
utilizar con asiduidad (incluso, a veces más
que el inscripto). Ergo, las notificaciones que
allí recayeran difícilmente teñirse de incum-
plir el fin al que se hallan destinados.
Cita on line: TR LALEY AR/DOC/832/2023
Ahora bien el artículo 1083 del Cód. Civil
consagraba la legitimación para reclamar
lo necesario para la subsistencia de los hi-
jos y la viuda de la persona fallecida. Las
demandantes no han probado la condición
de hijas de la fallecida I. F. O. H.; por ende
no se encuentran activamente legitimadas
para reclamar indemnización alguna ni por
el “valor vida”, ni por el “daño moral” (ar-
tículo 1078 del Código derogado), ni por
cualquier otro concepto resarcitorio de los
que componen la pretensión indemnizato-
ria de su demanda, cuyo rechazo se impone.
Al respecto ha decidido recientemente la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, que:
“La carencia de legitimación en quien de-
manda (o en la accionada) puede aparecer
en forma manifiesta al momento de realizar
su presentación ante la justicia —cuando
quien lo hace luce desprovisto de todo in-
terés concreto en el dictado de un pronun-
ciamiento—; o bien, esta falta de standing
puede no ser manifiesta sino permanecer
oculta o disimulada durante el trámite de la
causa o requerir algún tipo de investigación,
pero hacerse ostensible recién al momento
de dictar la sentencia (arg. artículo 347, in-
ciso 3º, del Cód. Proc. Civ. y Com. de la Na-
ción)”...”
“El ejercicio de la función jurisdiccional
requiere que los litigantes demuestren la
existencia de un perjuicio —la afectación
de un interés jurídicamente protegido—,
de orden personal, particularizado, con-
creto y además susceptible de tratamiento
judicial...”, 13/04/2023, 18:51 Sistema de
Jurisprudencia “La legitimación procesal
para demandar (o ser demandado) presu-
pone la existencia de una relación jurídica
sustancial, es decir, de una relación que
vincula a quien dice sufrir un agravio con
quien estaría obligado a repararlo y estas
personas son quienes en el pleito han de
asumir los roles de parte actora y parte
demandada; así la relación jurídica pre-
existente entre las partes es la que abre la
posibilidad de que puedan plantear recla-
mos judiciales de una a otra” (Voto del juez
Rosenkrantz).
“Para que se verifique la existencia de le-
gitimación activa no basta que el juez con-
sidere existente el derecho sino que es ne-
cesario que este corresponda precisamente
a aquel que lo hace valer” (Voto del juez
Rosenkrantz). (CSJN, “San Luis, Provincia
de c. Estado Nacional si Acción Declarativa
de Inconstitucionalidad y Cobro de Pesos
23/08/2022. Fallos: 345:801).
El artículo 96, primer y segundo párrafo,
del Cód. Civ. y Com. de la Nación: estable-
ce “Medio de prueba. El nacimiento ocu-
rrido en la República, sus circunstancias
de tiempo y lugar, el sexo, el nombre y la fi-
liación de las personas nacidas, se prueba
con las partidas del Registro Civil. Del mis-
mo modo se prueba la muerte de las per-
sonas fallecidas en la República.” De ma-
nera similar lo hacía los artículos 80 y 104
del Cód. Civil y Comercial, a cuya lectura
remito para abreviar.
8 | Viernes 21 de abril de 2023

Los certificados de nacimiento de autos
no prueban el vínculo invocado entre la oc-
cisa y las demandantes, presupuesto inexcu-
sable para la legitimación de las accionantes
respecto del resarcimiento pretendido.
Corresponde, entonces, rechazar la de-
manda sin entrar en ninguna otra conside-
ración.
5. En orden a la competencia cabe decir
que esta causa debió tramitar ante el Fuero
del Trabajo, pues la demanda de autos no
puede sino considerarse como producto de
la opción que consagra el artículo 4º de la
Ley 26.773 “Régimen de ordenamiento de
la reparación de los daños derivados de los
accidentes de trabajo y enfermedades profe-
sionales”, toda vez que se pretende el resarci-
miento de los daños provenientes de un su-
puesto suceso producido por el hecho o en
ocasión del trabajo. Y no habiendo adherido
nuestra provincia a la ley nacional en cuan-
to establece, para el caso de opción por las
normas de la responsabilidad civil común, la
competencia de los tribunales civiles; todas
estas controversias se radican y deciden ante
el Fuero del Trabajo (artículo 1-1) a) del Có-
digo Procesal del Trabajo de Jujuy).
No obstante que, como regla de princi-
pio, la competencia en razón de la materia
es absoluta y puede ser declarada de oficio
en cualquier etapa del proceso, atento el
tiempo transcurrido desde la promoción de
la demanda, no habiendo comparecido al
proceso el accionado, quien se encontraba
debidamente notificado al efecto, y dada la
naturaleza civil resarcitoria de la pretensión,
cabe hacer excepción al referido principio,
actuando en el caso el criterio establecido
por la Corte Suprema de Justicia de la Na-
ción en casos análogos, en los que una de-
claración tardía y oficiosa de incompetencia
donde no existe un afectación del orden pú-
blico, vendría a conculcar los principios de
seguridad jurídica, debido proceso, celeri-
dad y economía procesal, que tienden a evi-
tar la privación de justicia. (Fallos: 329:4184;
330:625; 338:477). Igual criterio ha adop-
tado nuestro Superior Tribunal de Justicia
en LA Nº 56 Nº 270, 14/05/2013, voto de los
Dres. Falcone, Del Campo y Jenefes).
6.- Costas
Las costas se imponen a las actoras ven-
cidas pues no existen en la causa elementos
de convicción que, a mi criterio, impongan
apartarse del principio objetivo de la derrota
(artículo 102 del CPC).
7.- Honorarios profesionales.
Tratándose de un proceso de conocimien-
to ordinario, sin que el letrado de las deman-
dantes haya justipreciado el resarcimiento
pretendido, y atendiendo a que la demanda
resulta deficitaria no solo en orden a la com-
petencia atribuida a esta Cámara en lo Civil
y Comercial, sino también en cuanto hace a
la falta de legitimación que determina el re-
chazo de la pretensión, estimo justo, equita-
tivo, razonable en el caso y ajustado a dere-
cho tomar como base el mínimo de ... UMA
previstas por el artículo 26 de la Ley 6112,
teniendo en cuenta las etapas cumplidas (la
demanda se encuentra incontestada, la cau-
sa se abrió a prueba y la cuestión se declaró
como de puro derecho sin que se celebrara
la audiencia de vista de la causa ni —por
ende— se recibieran los alegatos).
Por lo expresado, y sobre la base de $...
(... UMA), teniendo en cuenta que de las tres
etapas en que se divide el juicio ordinario a
los fines de la retribución de la labor profe-
sional solo se cumplieron dos en el trámite
del juicio, que Benjamín Magliano intervino
como patrocinado, siendo su patrocinante
el Dr. Daniel Dante Coronel Elías, propon-
go regular los honorarios del primero de
los nombrados en la suma de $... (pesos ...
—35%—) para el primero de los nombrados,
y para el segundo en la cantidad de $... (pe-
sos .... —65%—), en un todo de conformidad
a lo previsto por los artículos 15, 17, 31 inci-
so a) y concordantes de la Ley 6112.
En cuanto a los honorarios del Dr. Car-
los Federico Rey Campero, por la presenta-
ción de su dictamen pericial en psiquiatría
obrante a fojas 88/92 y 106, estimo justo y
conforme a derecho fijarlos en la suma de $...
(pesos ...), en función de lo prescripto por el
artículo 200 de la Ley 4055 y la Acordada del
Superior Tribunal de Justicia Nº 114/2016
(16/06/2016).
Los honorarios regulados deberán ser sa-
tisfechos dentro de los 5 (cinco) días de re-
sultar firma la presente, y devengarán inte-
reses a la tasa activa que cobra el Banco de
la Nación Argentina, conforme la Doctrina
Legal sentada por el Superior Tribunal de
Justica en la causa “Zamudio c. Achi” (LA
Nº 54, Nº 235), desde la fecha de este deciso-
rio hasta el efectivo pago.
Así voto.
El doctor Arias Cau dijo:
Que comparto el criterio sostenido por
el ponente, habiendo sido objeto de deli-
beración y análisis todos los aspectos que
presentaba el proceso, por lo que adhiero al
voto emitido.
La doctora Cabezas dijo:
Que por idéntico fundamento que el ex-
presado por el preopinante, entiendo que se
debe fallar en el sentido expuesto en el pri-
mer voto.
Por lo expuesto, la Sala Primera, de la Cá-
mara Civil y Comercial de Jujuy, resuelve:
1º) Rechazar la demanda ordinaria por da-
ños y perjuicios, deducida por el Dr. Ben-
jamín Eduardo Magliano con el patrocinio
letrado del Dr. Dante Coronel Elías, en re-
presentación de Paola Yolanda Vega, Érica
Daniela Ordóñez y Mayra Luján Ordóñez,
en contra del accionado Herman Humber-
to Friedlander. 2º) Imponer las costas del
proceso a la actora en su calidad de venci-
da (Art 102 del CPC). 3º) Regular los hono-
rarios del Dr. Benjamín Eduardo Magliano
y Dante Coronel Elías en las sumas de $...
(pesos ...) y $... (pesos ...), respectivamente
y con más IVA de así corresponder. 4º) Re-
gular los honorarios profesionales del pe-
rito médico psiquiatra Dr. Carlos Federico
Rey Campero en la suma de $... (pesos ...),
con más IVA de así corresponder. 5º) Dejar
establecido que los honorarios precedente-
mente regulados han sido fijados al día de
este decisorio, que deberán ser satisfechos
dentro los 5 (cinco) días de haber quedado
firme la presente, y que devengarán —has-
ta el efectivo pago y desde la fecha de esa
sentencia— los intereses de la tasa activa
que cobra el Banco de la Nación Argenti-
na, conforme la Doctrina Legal sentada por
el Superior Tribunal de Justica en la causa
“Zamudio c. Achi” (LA Nº 54, Nº 235). 6º)
Regístrese, protocolícese, agréguese co-
pia en autos, notifíquese por cédula, y al
demandado en su domicilio real median-
te carta documento que deberá al efecto
confeccionar y diligenciar el Dr. Benjamín
Eduardo Magliano, presentando los ins-
trumentos respectivos para control y firma
(artículos 199, 72 y concordantes del Códi-
go Procesal Civil). 7º) Dese intervención a
CAPSAP y Dirección Provincial de Rentas,
debiendo darse cumplimiento a las nor-
mas impositivas, protocolícese y oportu-
namente archívese. — José A. López Iriarte.
— Elba R. Cabezas. — Esteban J. Arias Cau.

Edictos
El Juzgado Nacional de 1ra. Ins-
tancia en lo Comercial Nº 17, Sec.
Nº 34 a mi cargo, sito en Marcelo T.
de Alvear 1840, piso 3º en la CABA,
comunica por el término de 2 días en
el Diario “La Ley”, en los autos cara-
tulados: “GARCIA ALVAREZ, GRA-
CIELA NORMA c/  QUISPE ARMIJO,
MARTHA s/EJECUTIVO”; Expte.
23401/2019, que el martillero Se-
bastian Celery, CUIT 20-24229380-
1, celular: 11-2365-1111, rematará el
día 29 de mayo de 2023 a las 10:30
hs. en la oficina de Subastas Judi-
ciales sita en Jean Jaures 545 CABA,
el 50% indiviso del inmueble en sito
en la calle José León Suarez 335 edi-
ficada en el Lote 20 de la Manzana
I de CABA Matrícula nº 1- 65696,
Nomenclatura Catastral: C: 1; Sec-
ción: 72, Manzana: 13; Parcela: 31.
Sup. 427 m2 Se compone de un lo-
cal comercial con vivienda. Cuenta
con ingreso vehicular semi-cubier-
to, en el fondo del local se accede a
un ambiente y por este se accede a
un baño y un pequeño patio trasero
con un muro y escalera que conduce
a la terraza; cuenta con una cocina,
al fondo un amplio patio trasero. En
el fondo una amplia construcción;
se trata de un amplio ambiente con
puertas ventana y una cocina, y en el
fondo propiamente dicho un amplio
ambiente que ocupa el ancho del
lote. Asimismo, existe una parrilla y
un horno de barro. Exhibición: el día
24/05/2023 de 13 a 15 hs. Condicio-
nes de venta: Base: de U$S 96.000.-
se podrá abonar el precio ofrecido
en dólares estadounidenses o en
pesos al valor de cambio oficial del
llamado “dólar solidario” (incluyen-
do el cambio oficial con el recargo
del 30% por el imp. PAIS y otro 35%
a cuenta de Ganancia), al contado,
en efectivo y al mejor postor. Seña:
30%. Comisión: 3%. Sellado de ley,
Arancel dispuesto por Ac. CJSN
24/00 0,25%, a cargo del compra-
dor y en el acto del remate. Se acep-
tarán ofertas bajo sobre en los térmi-
nos del art. 104.6 del Reg. Just. Co-
mercial, las que serán admitidas
hasta el 28/05/2023 a las 11:00 hs.
Se dispone como condición del re-
mate que queda prohibida la compra
en comisión del bien puesto a subas-
ta, así como la ulterior cesión del bo-
leto que se extienda y que las deudas
que posea el inmueble estén a cargo
del comprador. Deudas: AGIP Fs.
117 al 26/05/22 $119.365,31; AySA
a Fs. 100 al 21/03/22 $53.930,20,
Metrogas al 08/04/22 $5.862,61. El
saldo de precio deberá ser deposita-
do dentro del quinto día de aproba-
da la subasta, sin necesidad de otra
notificación ni intimación previa,
bajo el apercibimiento dispuesto en
el art. 584 del CPR. El comprador
deberá constituir domicilio en la ju-
risdicción de la CABA. Asimismo,
para concurrir a los remates el pú-
blico previamente deberá inscribirse
a través de la web del Alto Tribunal
(www.csjn.gov.ar) ingresando al link
Oficina de Subastas -Tramites: tur-
nos registro y deberá presentarse el
día y hora asignado en Jean Jaures
545 PB, CABA, con el formulario que
indica el sitio aludido.
Buenos Aires, 4 de abril de 2023
Fernando Delgado, sec.
LA LEY: I. 21/04/23 V. 24/04/23
El Juzgado Nacional de Primera Ins-
tancia en lo Civil y Comercial Fede-
ral Nº 11 a cargo del Dr. Alejandro J.
Nobili, Secretaría Nº 21 a mi cargo,
sito en Libertad 731, 7º piso, de esta
Capital, hace saber que el/la señor/
ra: MARNLYN DEL VALLE MARCANO
MARIN, DNI Nº 95.925.389 nacido/a
en Mariño- Estado Nueva Esparta -
Venezuela, ha solicitado la ciudada-
nía argentina. Cualquier persona que
conozca algún impedimento para la
concesión del beneficio, podrá hacer-
lo saber a través del Ministerio Pú-
blico. Publíquese por dos días en un
lapso de quince días.
Buenos Aires, 13 de septiembre de
2022
María Victoria Tripiccio, sec.
LA LEY: I. 21/04/23 V. 21/04/23
El Juzgado Nacional de Primera
Instancia en lo Civil y Comercial
Federal Nº 11 a cargo del Dr. Ale-
jandro J. Nobili, secretaría Nº 21
a mi cargo, sito en Libertad 731 7º
piso de Capital Federal, hace saber
que ROSSANA KARINA TORRES
GRATEROL de nacionalidad ve-
nezolana con DNI Nº 95.764.958
ha peticionado la concesión de la
ciudadanía argentina, a fin de que
los interesados hagan saber a este
Juzgado las circunstancias que pu-
diesen obstar a dicho pedido. Pu-
blíquese por dos días, en un lapso
de quince días.
Buenos Aires, 5 de abril de 2023
María Victoria Tripiccio, sec.
LA LEY: I. 21/04/23 V. 21/04/23
2614/2022, ALTUVE RAMOS, MARÍA
ANDREINA s/SOLICITUD DE CARTA
DE CIUDADANÍA. El Juzgado Nacio-
nal de Primera Instancia en lo Civil y
Comercial Federal Nº 2, Secretaría
Nº 4 interinamente a mi cargo, de
Capital Federal, informa que ALTU-
VE RAMOS, MARÍA ANDREINA, DNI
Nº 95.954.888, solicitó la declara-
ción de Carta de Ciudadanía Argen-
tina. Cualquier persona que conozca
algún impedimento para la conce-
sión del beneficio, podrá hacerlo sa-
ber a través del Ministerio Público.
Publíquese por dos días dentro de un
plazo de quince días.
Buenos Aires, 13 de abril de 2023
Constanza Belén Francingues, sec.
LA LEY: I. 21/04/23 V. 21/04/23
El Juzgado Nacional de 1ª lnst. en
lo Civ. y Com. Fed. Nº 11, Secretaría
Nº 22, sito en Libertad 731, 7º piso,
de esta Capital, hace saber que el
Sr. FRAMBER JESUS DOMÍNGUEZ
LÓPEZ cuyo DNI es el Nº 95.961.860,
de nacionalidad venezolana, ha so-
licitado la ciudadanía argentina.
Quien conozca algún impedimento
para la concesión del beneficio, po-
drá comunicarlo a través del Ministe-
rio Público. Publíquese por dos días,
en un lapso de quince días.
Buenos Aires, 29 de marzo de 2023
Laura Gabriela Sendón, sec.
LA LEY: I. 21/04/23 V. 21/04/23
El Juzgado Nacional de Primera Ins-
tancia en lo Civil y Comercial Federal
Nº 11 a cargo del Dr. Alejandro J. No-
bili, secretaría Nº 21 a mi cargo, sito
en Libertad 731 7º piso de Capital
Federal, hace saber que Ronald RI-
VERA SANGUINO de nacionalidad
boliviana con DNI Nº 94.302.644
ha peticionado la concesión de la
ciudadanía argentina, a fin de que
los interesados hagan saber a este
Juzgado las circunstancias que pu-
diesen obstar a dicho pedido. Publí-
quese por dos días, en un lapso de
quince días.
Buenos Aires, 13 de marzo de 2023
María Victoria Tripiccio, sec.
LA LEY: I. 21/04/23 V. 21/04/23
7924/2021. CORREA QUINTERO,
JAIME RAFAEL s/SOLICITUD DE
CARTA DE CIUDADANÍA. El Juzga-
do Nacional de Primera Instancia
en lo Civil y Comercial Federal Nº 2,
secretaría Nº 3, sito en Libertad 731,
4º piso, CABA, informa que la Sra/
Sr. CORREA QUINTERO, JAIME RA-
FAEL, de nacionalidad venezolana,
con DNI Nº 95796117 ha iniciado los
trámites para la obtención de la ciu-
dadanía argentina. Cualquier per-
sona que conozca un impedimento
al respecto deberá hacer saber su
oposición fundada en el juzgado. Pu-
blíquese por 2 veces en un lapso de
15 días.
Buenos Aires, 9 de septiembre de
2022
Luciana Montorfano, sec.
LA LEY: I. 21/04/23 V. 21/04/23

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