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11/7/22, 15:36 De colonialismos e imperios: respuesta a Annick Lempérière

Nuevo Mundo Mundos


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Débats
2004
Debate en torno al colonialismo

De colonialismos e imperios:
respuesta a Annick Lempérière
Carmen Bernand
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.438

Entrées d’index
Palabras claves: siglo XVIII, América latina, cuestion colonial

Texte intégral
1

La controversia suscitada por la presentación oral de Annick Lempérière giró en torno al


significado (anacrónico según ella) de las nociones de colonialismo e imperialismo
empleadas por numerosos historiadores entre los cuales la que suscribe se cuenta. Para
Annick Lempérière el uso de esos términos conlleva una interpretación ideológica y
reductora de los tres siglos de dominio español en América. Uno de los argumentos
esgrimidos es que ambos vocablos son relativamente recientes y han sido forjados a lo
largo del siglo XIX para dar cuenta de fenómenos específicos que poco tienen que ver con
la experiencia americana. Calificar de « coloniales » hechos complejos impide o impediría
analizar con sutileza esas sociedades de « antiguo régimen » como las llama, siguiendo a
Jacques Poloni-Simard. Los indios, recuerda Annick Lempérière con razón, eran «
vasallos » de la Corona.

Este planteo incita a cuestionar toda reflexión basada en la utilización de modelos

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interpretativos construídos fuera de los contextos de orígen. Si bien comparto con Annick
Lempérière el mismo recelo ante toda forma de descontextualización, creo también (y lo
uno no niega lo otro) que los modelos y los conceptos nos ayudan a entender los hechos, y
que mas allá de la singularidad y de la contingencia, aquellos nos ayudan a trazar
tendencias, orientaciones, configuraciones formas o estructuras comparables. Hace pocos
meses la revista Annales publicó un interesante artículo de Bin Wong en el cual el autor
examinaba la pertinencia del análisis braudeliano de « región » para el estudio de Asia. El
Mediterráneo, en la perspectiva de Braudel, constituye un modelo exportable a la manera
que los tipos ideales de Max Weber lo son, es decir a condición de no reducir los hechos al
modelo teórico sino utilizar esta construcción (basada en hechos empíricos por supuesto)
para distinguir las variaciones posibles.
2 Estas líneas no pretenden presentar un análisis weberiano del colonialismo. Se trata de
comentar brevemente el ensayo de Annick Lempérière a partir principalemente de
referencias al siglo XVI, es decir, a una época en que « colonial » no tenía ninguna carga «
peyorativa ». Tampoco la esclavitud fue considerada como una institución deplorable por
la mayoría de la gente (aunque algunos se alzaron para denunciarla). Eso no significa que
no podamos tratar ese fenómeno ni interrogarnos sobre el sentido que tenía la palabra «
libertad » para los esclavos, sentido muy próximo al de hoy. Relativizar la « libertad »,
estudiar en qué contextos se expresa y con qué sentido no excluye tomar en cuenta el
significado fuerte (y presente en todos los documentaos sobre esclavos) que es el de
autonomía de movimientos y de disposición de su propio cuerpo.
3 Algunos ejemplos bastarán en el marco de este diálogo electrónico. Empecemos con las
nociones de « imperialismo » y de « colonialismo ». El que estas palabras no aparecieran
en los escritos de la época no significa que los hechos designados por ellas no existieran.
Se entiende por imperialismo (y seguimos aqui la definición minimalista que nos brinda el
diccionario Quillet-Flammarion), la « politique par laquelle un grand Etat cherche à
étendre sa domination ». Se puede ciertamente discutir si la España de fines del XV era «
un gran estado » o una monarquía incipiente. El hecho es que ya a comienzos del XVI , en
1509 precisamente (y antes de la elección de Carlos a la dignidad de Emperador de los
Romanos), Antonio Nebrija escribe lo siguiente:

« ¿quien hay que no vea que aunque el título del imperio esté en Alemania, el imperio en si está en
poder de los reyes de España, que dueños de una gran parte de Italia y de las islas del Mediterráneo,
se disponen ya a llevar la guerra a Africa y, siguiendo al despachar sus flotas el movimiento del cielo,
tocan ya las islas colindantes con los pueblos de las Indias ? Y sin contentarse con eso y tras haber
explorado la mayor parte del mundo, poco falta para que el extremo occidental de España y Africa se
una con el cabo oriental del globo terráqueo ».

4 Esta progresión imperial (porque no hay otra palabra para describirla) implica la
expansión de un idioma, el castellano, lengua y vehículo del poder, mientras que el latin
adulterado del Santo Imperio Romano Germánico refleja, según Nebrija, su decadencia. El
castellano inaugura una era nueva para España, tema que varios decenios mas tarde
retoma López de Gómara en su proemio de su Historia. Para Pero Mexía, cronista oficial
de Carlos Quinto, la « Cesárea Majestad » entronca con Trajano y Adriano, « españoles ».
Conocemos la importancia de la divisa del Emperador, « Plus Ultra ». La figura del
Emperador Carlos, la expansión de su imperio (« Tomaste por letra Plus Ultra, dando a
entender el señorío del nuevo mundo » (proemio de López de Gómara), la idea importante
de la translatio imperii (une nueva manera de interpretar las profecías de Daniel) asi como
la translatio ecclesiae , son concepciones « imperialistas » en el sentido neutro que le da el
diccionario citado, sin que sea necesario recurrir a la prosa actual ligada a una nueva
forma de « imperialismo » y de un nuevo « orden mundial ».
5 La vocación imperial precede a la elección del Emperador Carlos V. Recordemos que el
tratado de Tordesillas de 1494 divide el mundo (totus orbis) entre España y Portugal. Se
trata de una forma de imperialismo « avant la lettre » justificado por la evangelización,
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conclusión en cierto modo lógica de la serie de bulas papales que durante el siglo XV
habían legitimado las empresas de los portugueses en Africa. El descubrimiento del paso
hacia el Pacífico por Magallanes y la circumnavegación (inesperada) de Sebastián Elcano
permiten simbólicamente al Emperador la edificación de las columnas de Hércules « a la
entrada de otro estrecho para que pudiesen mostrar claramente que […] el mundo no tenía
ni límites ni confines .

Nadie pone en duda que los vocablos colonial y colonialismo son de uso moderno. Sin
embargo la “situación colonial” tal como la ha descrito Georges Balandier en 1955 es un
tipo ideal cuyas variantes pueden ser analizadas en distintas épocas, fuera del hecho que
después de la independencia se viera el período colonial como “despótico, inquisitorial o
oscurantista”. La colonización, en la acepción mas general, implica imposición de un
poder exterior a las poblaciones sometidas; explotación de los recursos en beneficio
principal sino exclusivo del país “colonizador”, ausencia de derechos políticos a los
indígenas, asimilación forzada. Todos estos rasgos son aplicables a la expansión ibérica en
el Nuevo Mundo. Ello no excluye modalidades específicas.
6 La expansión imperial suscitó en su época debates y opiniones críticas. Bartolomé de las
Casas obró para que la Corona pusiera un freno a la arbitrariedad de los encomenderos.
Que exagerara en el número de víctimas de la conquista es hoy un hecho admitido, pero no
se trata de una batalla de cifras sino de una posición política en favor de los señoríos
naturales y de los derechos de los indios. Pero no citaré aqui al dominico, sino a otros
españoles actores de los hechos.. Demos la palabra al bachiller Luis Sánchez (1566) :

“Los que los favorescen de veras (a los indios) que es con obras y palabras, son tan raros que en diez
y ocho años que he estado en las Indias no he visto cuatro[…] La causa deste mal (el
despoblamiento) es que todos cuantos pasamos a las Indias, vamos con intención de volver a España
muy ricos. Lo cual es imposible (pues acá no llevamos nada y allá holgamos) sino a costa del sudor y
sangre de los indios”.

7 Luis Sánchez reconoce que en Mexico “ha habido siempre un poco de justicia y favor
para los indios”, pero insiste en la diferencia entre las leyes y los actos concretos. Y agrega:

“lo segundo que ha destruído las Indias fue los esclavos […] el repartimiento de los indios, porque no
usan los españoles dellos como vasallos (el subrayado es mío) sino como esclavos y enemigos. En
minas, cargas y servicios personales y en las mas partes no guardan mas tasa y viven tan sin ley,
como si no fuesen cristianos”. La codicia es la madre de todas las culpas y de este defecto no exime ni
“a los jueces eclesiásticos y seglares”, ni a los “clérigos y frailes” ni a los conquistadores y
encomenderos”.

8 Annick Lempérière tiene razón al recordar que el estatus legal de los indios es el de
vasallos, pero una cosa son las leyes y otra los actos, ya sea en el siglo XVI como en el XXI.
Esto ya lo sospechaba Francisco de Vitoria, quien en una carta dirigida al padre Miguel de
Arcos en 1534 (dos años después de la conquista del Perú) impugna la conducta de los
“peruleros” que actuaron en contra de los intereses de la Corona maltratando y matando a
sus vasallos. Estos hechos según Vitoria no se justifican de ningún modo, aún cuando
algunos pretendan que los indios no son seres humanos, posición que no es la de Vitoria
por cierto:

“En verdad si los indios no son hombres sino monas, non sunt capaces iniuriae. pero si
son hombres y prójimos, et quod ipsi prae se ferunt, vasallos del Emperador, non video
quomodo excusar a estos conquistadores de última impiedad y tiranía, ni sé que tan
grande servicio hagan a Su Magestad de echarle a perder sus vasallos” .

El licenciado Francisco Falcón, en nombre de los naturales del Perú (1567) alza también la
voz para impugnar los títulos del rey Felipe “a estas partes de las Indias”: el primero de
guerra y el segundo de la concesión del papa Alejandro VI. Desde el primer punto de vista

“está claro que la entrada de los españoles en estos reinos fue ilícita y que no hubo derecho para
conquistarlos” […]“Y en cuanto al segundo título de la concesión que el papa Alejandro VI hizo a los

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reyes de Castilla, es cosa conocida que por ella no se les concedió poder hacer la guerra sino en los
casos que de derecho se pueda hacer, ni menos se le concedieron los señoríos, ni haciendas de los
naturales destas partes”.

9 Falcón sostiene que la predicación nunca pudo implicar que se les quitara “ a los dichos
señores el señorío” y […] ” Es cosa muy desigual y contra razón que los pastos sean
comunes entre españoles e indios, pues los espannoles quieren gozar de los pastos de
todas las tierras de los indios y los indios no han de ir a Castilla a gozar de los pastos”.
10 Este brevísimo muestrario de opiniones indica que ya en el siglo XVI hubo gentes que
impugnaron la explotación de los indios y la ilegitimidad de la instalación de los españoles
en detrimento de los señoríos naturales. Por eso no puedo sostener de ninguna forma la
idea expresada por Annick Lempérière que se trataba, para los españoles de la época
(¿quiénes, por cierto?) de “una migración y una fundación que no implicaba la dominación
de un pueblo sobre otro sino la toma de posesión de un territorio”. Las ficciones jurídicas y
religiosas acompañan siempre la imposición de un poder exterior a las poblaciones
sometidas por conquista.

La encomienda, la explotación de las minas por medio de la mita, las mercedes de tierras,
el sometimiento de los caciques, la esclavitud africana e inclusive indígena (a pesar de las
Leyes Nuevas), los obrajes, las plantaciones de cochinilla, etc, etc… son rasgos “coloniales”
en el sentido corriente del término. Ruggiero Romano (por no mencionar a otros autores
que han trabajado recientemente en ese tema) , denunciando por cierto las exageraciones
de la leyenda negra, recuerda que los hechos relativos a la mita de Potosi son significativos
de la utilización a muy bajo coste de la mano de obra indígena, requisito indispensable
para fijar el precio de los metales preciosos. La mita de Potosi es un sistema de trabajo
forzado - y Silvio Zavala en su obra magistral sobre el trabajo nos brinda un panorama
muy detallado, no sólo para Mexico sino para el virreinato del Perú y el Río de la Plata. El
sistema se extiende a lo largo de “cientos e inclusive miles de km” . Las visitas eclesiásticas
describen pueblos enteros habitados exclusivamente por viejos, niños y mujeres. Pues
muchos mitayos desaparecían para evitar ese trabajo. Se trata de la explotación del trabajo
indígena para el beneficio de mineros y de la Corona, explotación que el término de “mita”
justifica como costumbre inmemorial de los incas.
11 Podríamos dar muchos ejemplos sobre la esclavitud urbana, el trabajo forzado en los
obrajes de Mexico y de los Andes. Cualquier persona interesada en estos temas puede
consultar el inmenso material recogido por Silvio Zavala en los archivos españoles y
americanos. Desde luego que toda forma de opresión supone el desarrollo por parte de los
actores de estrategias diversas para escapar a estas situaciones, con consecuencias de gran
importancia: aparición del trabajo asalariado, movilidad social, mestizajes diversos. Por
otra parte la “colonización” como “tipo ideal” no puede confundirse con la Leyenda negra,
incentivada por Alemania en un primer lugar y difundida con gran éxito por Inglaterra y
los estados protestantes. Frank Lestringant ha mostrado la similitud de factura entre los
dibujos de De Bry sobre los horrores perpetrados en la conquista por los españoles y los
grabados de Richard Verstegan denunciando la crueldad de los “heréticos” . Pero como
Ruggiero Romano ya lo formulara hace mas de treinta años, cabe preguntarse porqué esa
leyenda negra tuvo tanta fuerza y se impuso a pesar de las críticas pertinentes hechas por
los historiadores. Creo que hay dos fuentes fundamentales: una de ellas es Holanda por vía
de las comunidades marranas de Amsterdam; la otra, Inglaterra a través de las hazañas de
los corsarios y sobre todo de la expedición fracasada de Walter Raleigh en las Guayanas.
Inglaterra desarrolló con habilidad y tesón una campaña anti-española que tuvo sus
repercusiones inclusive en centros muy alejados de la costa atlántica. En Vilcabamba
(Perú) los indios, aterrados ante la llegada de nuevos conquistadores encabezados por
Drake, pidieron al cura que los protegiera. Pero en Tacobamba, Perú, mas de 3000 indios
se concentraron en torno a su cacique Juan Colque, con la intención de rebelarse y de
entregarse a los ingleses cuando éstos desembarcaran en Arica. Otros disturbios estallan a

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fines del siglo XVI en Potosi. Esta breve exposición es reveladora de la implementación
política de la “leyenda negra” por los ingleses, tema que merecería un desarrollo mas
amplio.
12 Que haya habido una “colonización” en el Nuevo Mundo no significa que toda la
historiografía deba centrarse en la explotación de la mano de obra local (aunque ello
tampoco puede minimizarse). Hace ya mas de diez años, con Serge Gruzinski,
proponíamos en la revista L’Homme (1992) una serie de pistas que nos parecían
estimulantes para los antropólogos y los historiadores de América latina deseosos de salir
de la polémica “negra” sobre la conquista y el colonialismo. Por eso me extraña que Annick
Lempérière cite mi contribución al libro de Marc Ferro junto con el “panfleto imaginativo”
de Eduardo Galeano: “Las venas abiertas de América latina” y su alusión al
fundamentalismo identitario de los pueblos autóctonos “debidamente adiestrados por los
antropólogos posmodernos y otros “subaltern colonial and cultural studies””. Eduardo
Galeano no es historiador sino escritor y lo que aqui importa es saber porqué miles de
lectores se identificaron con un texto que puede parecernos cargado de tintas y discutible.
Pero quizás la respuesta se halle en lo “emocional” y en el hecho que los que pierden las
guerras ganan, la mayoría de las veces, una victoria simbólica…

En cuanto a las reivindicaciones étnicas de los pueblos indígenas (que luchan ante todo
por la cuestión del “derecho colectivo”y que tienen como foro las Naciones Unidas y otros
organismos internacionales), no puede uno tacharlas simplemente de fundamentalistas.
Tal actitud es a la vez errónea e inútil para la comprensión de un fenómeno sociológico
que existe y que replantea en términos étnicos el problema de la “subalternidad”. Cada
uno de nosotros puede tener su opinión respecto a tales fenómenos (y todas las
organizaciones indígenas no son equivalentes ni en el mensaje general ni en las
modalidades de la acción) pero tenemos que reconocer que hoy en día se trata de un hecho
insoslayable, y vinculado con la crisis de la “nación”, como lo demuestran los
acontecimientos recientes en Bolivia, en Guatemala, en Mexico, en el Ecuador, etc…
¿Quién puede sostener que las identidades individuales y colectivas no han cambiado? El
“indígena” de los movimientos contemporáneos no quiere retornar al pasado sino
incorporarse con su diferencia a la nación, y recobrar su “dignidad”. Que tal programa
pueda ser manipulado por instituciones diversas es un peligro que toca por igual a todos
los movimientos sociales, ya sean obreristas, feministas, culturales, nacionales o étnicos.
Pero la política es justamente una dinámica y una lucha de intereses, y no un ejercicio
escolar.

Pour citer cet article


Référence électronique
Carmen Bernand, « De colonialismos e imperios: respuesta a Annick Lempérière », Nuevo Mundo
Mundos Nuevos [En ligne], Débats, mis en ligne le 08 février 2005, consulté le 11 juillet 2022. URL :
http://journals.openedition.org/nuevomundo/438 ; DOI : https://doi.org/10.4000/nuevomundo.438

Cet article est cité par


Favier, Irène. (2020) Le Pérou et ses confins amazoniens. DOI:
10.4000/books.pur.158555

Auteur
Carmen Bernand

https://journals.openedition.org/nuevomundo/438 5/6
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Université Paris X-Nanterre

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