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NHC

Nueva
Historia
de Colombia

1 Colombia Indígena,
Conquista y Colonia

PLANETA
Dirección del proyecto: Gloria Zea
Gerencia general: Enrique González Villa
Coordinación editorial: Camilo Calderón Shrader

Director Científico: Jaime Jaramillo Uribe

Título original: Manual de historia de Colombia

© Instituto Colombiano de Cultura, 1978, 1980


© Procultura S.A., 1984,
© PLANETA COLOMBIANA EDITORIAL S.A., 1989
Calle 31 No. 6-41, piso 18, Bogotá, D.E.

ISBN 958-614-251-5 (obra completa)


ISBN 958-614-252-3 (este volumen)

Diseño: RBA Proyectos Editoriales, S.A., Barcelona, España


Composición: Grupo Editorial 87
Impresión: Printer Colombiana S.A.

La responsabilidad sobre las opiniones expresadas en los diferentes capítulos de esta


obra corresponde a sus respectivos autores
Sumario
7

Sumario

Presentación
Alvaro Tirado Mejía 9

Prólogo: La historia y el historiador


Jaime Jaramillo Uribe 11

Los autores 19

l Colombia indígena, período prehispánico


Gerardo Reichel-Dolmatoff 27

2 La conquista del territorio y el poblamiento


Juan Friede 69

3 La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800


Germán Colmenares 117

4 La esclavitud y la sociedad esclavista


Jorge Palacios Preciado 153

5 La administración colonial
Jaime Jaramillo Uribe 175
8 Nueva Historia de Colombia, Vo¡

6 Factores de la vida política colonial:


El Nuevo Reino de Granada en el siglo XVIII (1713-1740)
Germán Colmenares 193

7 El proceso de la educación en el virreinato


Jaime Jaramillo Uribe 207

8 La arquitectura colonial
Alberto Corradme Angulo 217

9 Las artes plásticas durante el período colonial


Francisco Gil Tovar 239

10 La literatura en la conquista y la colonia


María Teresa Cristina Z. 253
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 117

La economía y la sociedad
coloniales 1550-1800
Germán Colmenares gobernación de Popayán entre los siglos xvi y
XVIII, que desarrollaron un sector minero y una
actividad agrícola (en ocasiones complementa-
ria del primero), además de un tráfico comercial
Introducción en ropas de Castilla (o géneros europeos) y en
productos locales (o de la tierra), van surgiendo

E n los últimos años los temas de investiga- interrogantes sobre la mutua dependencia de to-
ción histórica que se refieren a la economía das estas actividades. ¿Cómo sustentaban, por
y a la sociedad de la época colonial en Colombia ejemplo, la agricultura y el comercio la labor
han merecido más atención que en el pasado. de los mineros? ¿Cuál de estas actividades era
Cuando los estudios monográficos se multipli- el motor de las otras? ¿Qué elementos y en qué
can y se acumulan materiales factuales, siempre forma se integraban en su ejercicio? Preguntas
conviene hacer un alto y ensayar una síntesis similares a estas sugieren complementaridades
que sirva para formular otros interrogantes y y oposiciones, a veces verdaderos conflictos.
abrir otros territorios de investigación. Aunque Aun cuando en cada caso se tengan en cuenta,
hoy existen grandes vacíos en el conocimiento sin embargo, por razones de claridad, cada ac-
del período, es legítimo sin embargo, intentar tividad deberá describirse separadamente.
una síntesis provisional que sirva al menos para Lo mismo puede decirse del método expo-
llamar la atención sobre esos vacíos. sitivo que se adopta para describir la sociedad.
La ordenación del material existente plan- A la actividad económica correspondían relacio-
tea algunos problemas que se refieren primero, nes sociales determinadas, y por tanto es arbitra-
a la ubicación de una economía y una sociedad rio disociar de ella. Ante todo, una división
locales dentro de un marco mucho más general; profesional (u horizontal) no siempre demasiado
segundo, a una cronología o periodización his- neta entre mineros terratenientes y comercian-
tórica que señale transformaciones significativas tes. Luego, una división vertical entre propieta-
tanto en lo económico como en lo social y, por rios (mineros, terratenientes) y mano de obra
último, a las hipótesis que, para este período sujeta a varias formas de explotación (indígenas
específico, den cuenta de las relaciones entre encomendados, esclavos negros, peones preca-
lo económico y lo social. riamente asalariados, dependientes que debían
Otros problemas surgen en el orden de la prestaciones en trabajo, etc.). En términos eco-
exposición cuando se intenta encarar el análisis nómicos, ha resultado más fácil hasta ahora para
simultáneo de varias ramas económicas. En el los historiadores hacerse a una idea diferenciada
caso de la economía de la Nueva Granada y la de las actividades profesionales (de su volumen,
118 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

su rentabilidad, etc., es decir, de su participa- canos alcanzaron en generaciones sucesivas gra-


ción en el producto total) que de las oposiciones dos diversos de mestizaje. Aun cuando la actitud
verticales. Esta no ha sido siempre una opción hacia las llamadas castas se percibe claramente
ideológica, sino que se ha visto forzada por la que el hecho objetivo que la inspiraba resulta a
escasez o la abundancia de materiales. Es obvia la postre muy confuso. No hay, en efecto, ma-
la necesidad de que esta tendencia se invierta. nera de fijar rasgos conceptuales precisos a de-
Sólo que deberán aportarse no meras generaliza- signaciones tales como pardos, vecinos blancos
ciones teóricas tomadas de otros contextos, sino y aun la muy tajante de negros. Por esta razón
investigaciones reales sobre la participación de los esfuerzos por cuantificar indistintamente los
las clases explotadas en todo el proceso. grupos sociales sobre una base étnica resulta
Estas cuestiones deberán enmarcarse den- casi imposible. Sólo un reducido círculo de no-
tro de una cronología, puesto que ni la economía tables, criollos o de origen español, resulta in-
ni la sociedad presentan un aspecto absoluta- confundible. A este grupo deben atribuirse tam-
mente homogéneo o estático a lo largo del pe- bién los patrones que circulaban para valorar
ríodo estudiado. Se dieron momentos de expan- negativamente las castas.
sión y de contracción económicas y se conocie- El enunciado somero de los problemas que
ron lo que los economistas designan como crisis. enfrenta un estudio sobre la economía y la socie-
Estas crisis no afectaron a todos los sectores de dad coloniales sugiere el siguiente orden de ex-
la actividad económica de manera similar. Ni, posición:
por lo tanto, a los distintos sectores profesiona- I. Un marco teórico general, en el que se
les. Además, cuando una crisis afectaba a un contemple la ubicación de la economía del
determinado sector se operaban cambios tam- Nuevo Reino y de la gobernación de Popayán
bién en las formas de subordinación del trabajo. con respecto a un contexto más amplio. El tra-
Debe agregarse que en muchos casos era preci- tarse de una economía colonial le imprimía ras-
samente el trabajo (su disponibilidad, su organi- gos de dependencia a un mundo exterior y, al
zación, su base demográfica) el que se encon- mismo tiempo, la condenaba al aislamiento.
traba en el origen de la crisis, en el trabajo II. Una cronología o periodización que
agrícola, por ejemplo, se sucedieron institucio- identifique algunos hitos, al menos con respecto
nalmente la encomienda y el concierto cuando al sector más decisivo de esa economía. Se ha
todavía se disponía de mano de obra indígena. partido del supuesto de que éste fue el sector
En el momento que ésta faltó, se introdujeron minero, en especial la explotación del oro (la
arreglos no institucionales destinados a subordi- plata jugó un papel secundario en la Nueva Gra-
nar la creciente población mestiza. Este es el nada), cuya salida vinculaba la actividad econó-
origen del peonaje y de diversas formas de co- mica local a una corriente mundial de intercam-
lonato, es decir, de prestación de servicios den- bios.
tro de un sistema de clientela, no remunerada III. Un tratamiento descriptivo de cada una
por un salario. En las minas y en las construc- de las ramas de la actividad económica (minería,
ciones urbanas trabajaron también inicialmente comercio, agricultura) y algunas hipótesis res-
indígenas encomendados como parte de su obli- pecto a sus nexos. En cada caso se examinaran
gación de satisfacer un tributo, mediante alquiler los factores productivos, así:
a través del sistema de la mita. La crisis de la A. Minería del oro. 1. Fronteras y yaci-
población indígena condujo a buscar un aprovi- mientos. 2. Las minas, las técnicas y los mine-/
sionamiento regular de esclavos negros para el ros. 3. El trabajo. 4. La producción y las crisis.
trabajo en las minas. A pesar de lo que represen- B. La agricultura. 1. La apropiación de la
taba esta forma de trabajo como inversión, tam- tierra. 2. Configuración regional de las unidades
poco el tamaño de las cuadrillas pudo mante- productivas, a. El nuevo Reino. b. Los valles
nerse y la producción minera se vio afectada interandinos.
por la mortalidad de los esclavos. Otras comple- C. El comercio. 1. Los comerciantes. 2.
jidades surgen cuando se considera que la divi-
sión vertical de la sociedad tuvo como base una Las mercancías.
sujeción de origen racial. Con todo, las polari- IV. Finalmente, se esbozará un cuadro de
dades iniciales muy bien definidas no podían la sociedad colonial. Aquí tratará de evitarse la
descripción meramente costumbrista para tratar
durar indefinidamente. Indígenas y negros afri- de percibir los rasgos más característicos de una
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 119

sociedad que iba a evolucionar muy lentamente jas, pues integran todo tipo de relaciones con
en el futuro. No se trata en este caso de justificar otras clases sociales. Desde relaciones muy con-
un estado de cosas, sino de penetrar algunos de cretas en la actividad económica hasta nexos
los mecanismos de dominación social que se más sutiles definidos por un aparato legal o in-
han mostrado más persistentes y de preguntarse dicados por una ideología y por actitudes men-
por las razones de su eficacia. A pesar de cam- tales.
bios coyunturales y de verdaderas crisis en la Cuando se habla de economía y de sociedad
economía colonial, y aun de la economía agraria coloniales se está afirmando implícitamente
posterior, ciertas estructuras elementales, vincu- que, para un período histórico, existe una iden-
ladas al dominio de la tierra casi siempre, pare- tidad en conjunto que lo diferencia de otros pe-
cen ser una constante inalterable de las forma- ríodos históricos. Para definir esta identidad de
ciones económico-sociales de la América Lati- nada valdría acumular biografías de individuos
na. Algunos de los elementos de estas estructu- que vivieron en ese período, pues éstas no pue-
ras caen fuera de los límites del presente estudio, den servir sino de los ejemplos que ilustran una
pues tienen que ver con un complejo ideológico situación general. Esta situación general se
cuyas transformaciones son todavía menos apa- mueve dentro de ciertas rigideces, ciertas limi-
rentes que en el caso de la economía y de la taciones que le imponen el desarrollo de la téc-
sociedad. El esquema analítico de esta última nica, el número de hombres, la distribución de
parte se presenta así: éstos en oficios, su acceso a ciertos bienes, la
La sociedad. manera como producen y se reparten el fruto
A. Conceptos históricos sobre diferencia- de su trabajo, etc. Todas estas limitaciones, que
ción y conflicto social. pueden considerarse en abstracto, hacen posible
B. La preeminencia de los encomenderos caracterizar un régimen productivo.
y las comunidades indígenas. De nada vale, sin embargo, una caracteri-
C. Terratenientes, mineros y comerciantes. zación aislada. En la realidad, las sociedades
D. Las Castas. no producen exclusivamente para sí mismas.
Todas intercambian parte de lo que producen y
A la búsqueda de un marco de interpretación no consumen, es decir, sus excedentes. Puede
adelantarse que desde el siglo xvi este tipo de

E el análisis histórico de una sociedad no


puede prescindir de una reflexión simultá-
nea sobre las peripecias de la actividad econó-
intercambios se hizo mundial al incorporar el
Atlántico a una red comercial que ya unía tres
continentes a través de la cuenca mediterránea.
mica desarrollada por los grupos que integran Debe observarse que los fenómenos que
esa sociedad. Una observación superficial mues- podemos aislar como puramente económicos
tra inmediatamente cómo las oportunidades so- son susceptibles de un cierto esquematismo y,
ciales están ligadas a los altibajos de la econo- en ultimas, pueden reducirse a una unidad con-
mía. Pero más allá de las correspondencias ob- ceptual (denominar todo el complejo de inter-
vias entre prosperidad o depresión económica cambios capitalismo mercantil, por ejemplo),
y oportunidades de cambio en la ubicación social por cuanto se ligan unos a otros en conjuntos
de los individuos, subyace el problema de las cada vez más vastos en la esfera de la circulación
relaciones entre economía y sociedad. de los bienes. De esta manera pueden descu-
Comúnmente se admite que estas relacio- brirse relaciones insospechadas entre una econo-
nes son de tipo estructural, es decir, que se dan mía aldeana, en la que existe una aparente au-
a un nivel más profundo que las apariencias que tonomía, y una esfera cada vez más amplia de
fundamentan la observación empírica de casos intercambios, hasta reconstruir una red mundial.
aislados. Si, por ejemplo, consideramos a una En cambio, los arreglos sociales que hacen po-
clase social en su conjunto, percibimos que su sible determinadas formas de explotación, revis-
existencia o su manera de ser no se ve afectada ten una variedad tan grande, que resultan irre-
por la mera promoción o por la pérdida de cate- ductibles unos a otros.
goría social de algunos individuos. Para que En el razonamiento abstracto de algunos
una clase social desaparezca se requiere que historiadores económicos (inspirados en la eco-
desaparezcan las condiciones objetivas de su nomía neoclásica) no existen rasgos históricos
existencia. Estas condiciones son muy comple- de una sociedad o no perciben sino su participa-
120 Nueva Historia de Colombia Vol. I

ción mensurable en un producto total. Las rela- tre las ramas de la producción (minería, agricul-
ciones sociales desaparecen así detrás de fenó- tura) que permitían generar un excedente.
menos cuantificables: precios, rentabilidad de La alternativa no es tampoco ver un régi-
entidades igualmente abstractas (empresas, no men de producción feudal capaz de extraer un
importa que se trate de una plantación esclavista excedente comercializable mediante coerciones
o de una fábrica), producto dedicado al autocon- extraeconómicas. En otras palabras, suponer
sumo y producto dedicado a la comercialización que en América se enquistaron los restos de un
o a la exportación, etc. Empero, el análisis de sistema agotado ya en el viejo mundo. Si en la
los fenómenos de intercambio, desde un nivel esfera de circulación de los bienes existió desde
local inmediato hasta sus proyecciones a nivel el siglo xvi una red que movilizaba los produc-
mundial, no puede sustituir la observación de tos más variados y distantes y establecía una
formas de producción específicas y de las rela- comunicación incesante, los arreglos sociales
ciones sociales que implican. Esto no quiere no se comunicaron tan fácilmente. La homoge-
decir que los fenómenos productivos aparente- neización de las sociedades es un hecho muy
mente más aislados no estén influidos, así sea reciente y obedeció a la atomización del trabajo
negativamente, por las exigencias de un régimen impuesta por el capitalismo industrial. En el
de la circulación de los bienes impuestos por siglo xvi, en cambio, la preexistencia de socie-
un mercado metropolitano. dades autóctonas en América presentaban resis-
El llamado capitalismo mercantil influyó tencias, que sólo podían vencerse muy lenta-
sin duda en las cantidades y en la naturaleza de mente, a los arreglos sociales europeos. Por esta
los bienes producidos en América y, por consi- razón, la organización social tuvo que adaptarse
guiente, en el ritmo agotador del trabajo exigido a las condiciones existentes, en vez de impo-
a indígenas y esclavos negros. Pero aun así, las nerse como sobre una tabla rasa.
formas de producción local no fueron capitalis- Así, el que quiera ver en la encomienda
tas. Aún más, el intercambio generalizado de una forma feudal, parangonable con la servi-
productos, o de excedentes generados (a veces dumbre europea, corre el riesgo de ignorar los
mediante la violencia) dentro de un régimen no rasgos más sobresalientes de esta institución y
capitalista, imprimió rasgos particulares a una sus contradicciones. Por ejemplo, el hecho de
explotación colonial y a las relaciones sociales que tuviera un efecto deformador sobre las jerar-
dentro de las colonias. quías sociales que los indígenas reconocían en-
La peculiaridad irreductible de los arreglos tre ellos y simultáneamente se valiera de ellas
sociales, por un lado, y por otro la posibilidad para imponer la explotación económica y la do-
de canalizar excendentes hacia un mercado mun- minación política de los españoles. O que haya
dial, acumularon confusiones en los comienzos sido un instrumento de mediación entre el Es-
de una polémica sobre la caracterización del tado español y las sociedades indígenas y, al
modo de producción prevaleciente en América mismo tiempo, un riesgo que amenazaba seria-
después de la Conquista. mente la unidad de ese Estado en América.
¿Feudalismo? ¿Capitalismo? Cuando hace Si bien puede decirse que las leyes de pro-
ya unos diez años se desencadenó la polémica, tección de los indígenas fueron un monumento
las discusiones estuvieron sembradas de equívo- a la ineficacia, no por ello puede ignorarse la
cos que han ido despejándose. Quienes teoriza- presencia constante de una monarquía centrali-
ban con abundancia sobre esta cuestión se apo- zadora en el terreno fiscal. Es cierto que el rasgo
yaban en una información muy magra sobre la más característico de la producción feudal, la
economía y la sociedad coloniales. Hoy nadie coerción extraeconómica, existió, pero no solo
sostendría, como entonces, la tesis extrema de en beneficio de los encomenderos sino también
que América estuvo inmersa a partir del primer de la Corona y aun de algunos notables indíge-
contacto europeo en un modo de producción nas. Finalmente, la presencia de los ocupantes
capitalista. Ahora se conoce mejor el papel ju- españoles no puede decirse que haya alterado
gado por los comerciantes y por las instituciones de una manera radical las formas indígenas de
fiscales españolas en la canalización de los ex- producir.
cedentes producidos en América hacia una cir- No es cierto entonces que las condiciones
culación mundial. Y aun antes de llegar a este creadas en América a raíz de la Conquista repro-
punto se han explorado mejor las relaciones en- dujeran un estado de cosas anterior existente en
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 121

Europa. Simplemente, integraron un tipo de tánea de la iniciativa reguladora del Estado es-
economía y de explotación preexistentes a la pañol, fueron debilitando el sector de los enco-
Conquista dentro del marco de una institución menderos. Al cabo de tres generaciones, hacia
original. Que esta institución haya tenido rasgos 1590-1610, el sistema entero empezó a mostrar
feudales, no resulta nada extraordinario, dados indicios de agotamiento. En dos generaciones
sus antecedentes europeos. Pero eso no puede más (hacia 1640-50) puede afirmarse que la
ocultar el hecho de que la institución operó ini- preeminencia absoluta de los descendientes de
cialmente sobre un modo de producción desco- los conquistadores había concluido.
nocido en Europa. Otros grupos se disputaron el escenario de
El debate feudalismo-capitalismo puede la figuración en adelante. Terratenientes, mine-
admitir hoy que la vinculación a Europa de la ros y comerciantes, reforzados en materia de
economía que se desarrolló en América a partir prestigio por alianzas con descendientes de la
de la Conquista no tiene por qué concebirse burocracia imperial, fueron intercambiando pa-
como una uniformización de los fenómenos pro- peles dentro de una coyuntura económica que
ductivos. El llamado capitalismo mercantil, fue los afectaba de manera diversa.
capaz de extender el radio de circulación de los El papel de otras fuerzas sociales es menos
productos, pero no de alterar fundamentalmente aparente. Aunque la sociedad colonial recelara
las maneras de producir. Por eso su influencia profundos conflictos, su expresión escapaba a
debe confinarse a la elección de productos para cualquier formulación ideológica que les diera
un mercado mundial y no extenderse a la produc- un contenido político. Aun los conflictos tem-
ción misma o a las relaciones sociales que la pranos con indígenas hallaron una forma de con-
hacían posible. El período histórico de la tran- ceptualización dentro de la ideología escolástica
sición entre feudalismo y capitalismo (que se dominante. En el siglo XVI, la formulación más
extiende desde el siglo XVI hasta el XVIII), no clara de los agravios indígenas, expresada por
conoció una base productiva uniformemente ca- don Diego de Silva, un mestizo cacique de Tur-
pitalista, en la que la forma mercancía se exten- mequé, es ya una sumisión cultural a los concep-
diera a todas las modalidades del trabajo. Este tos platonizantes de justicia y una aceptación
hecho, conocido suficientemente para Europa, del papel atribuido al soberano como dispensa-
es mucho más evidente en el caso de las colonias dor de esa justicia.
hispanoamericanas. La homogeneidad ideológica se revela en
De esta manera la economía de mercado, todo tipo de conflictos hasta el siglo XVIII. entre
la circulación cada vez más extendida de los esclavos y amos, entre gañanes mestizos y terra-
productos, se presenta como un elemento unifor- tenientes, entre españoles pobres y notables, en-
mizador, en tanto que las sociedades que inter- tre ciudades y pueblos de indios y entre ciudades
venían en la producción reclaman un tratamiento de mayor y menor influencia. En este último
particularizado. Estas consideraciones hacen caso, tal vez uno de los más característicos, la
posible detenerse en el estudio de variantes re- oposición de intereses ni siquiera comprometía
gionales y en sus cambios históricos. No se trata estratos sociales diferentes, sino que los inte-
de realizar aportes decisivos a la teoría de los graba en conflictos entre localidades.
modos de producción sino de ahondar en la sig- El confinamiento ideológico de los conflic-
nificación de datos concretos de un desarrollo tos revela un confinamiento paralelo de las rela-
histórico particular. ciones sociales. La sociedad colonial presenta
A nivel de las castas dominantes en Amé- un aspecto uniforme en el que sólo la coyuntura
rica, por ejemplo, observamos ciertos cambios económica introduce alguna variedad. Los eco-
característicos. El poder económico y el presti- nomistas designan como coyuntura los cambios
gio social fue detentado sucesivamente por dife- sostenidos de prosperidad y depresión que expe-
rentes grupos profesionales. Inicialmente reca- rimenta la totalidad de un proceso económico.
yeron en una casta de encomenderos. Su supre- Tales cambios son identificables mediante indi-
macía derivó el reparto inicial entre los invaso- cadores, como los precios o el volumen de la
res del botín de sus conquistas, sobre todo de producción. Usualmente la coyuntura se localiza
los recursos de mano de obra. El acrecenta- en un sector privilegiado de la economía, sus-
miento de la población española, el agotamiento ceptible de influir en todos los demás. Los cam-
de la población indígena y una afirmación simul- bios coyunturales, a diferencia de los cambios
122 Nueva Historia de Colombia. Vol. /

de estructura, no son capaces de modificar de rrollo de las economías europeas. Después de


manera radical las relaciones sociales existentes, una crisis compleja, cuyos orígenes se hacen
pero sí de trastornar las vidas individuales y aun coincidir con graves problemas demográficos v
la de grupos enteros. que condujo a la disminución de las rentas seño-
A través de la coyuntura es posible estable- riales, es decir, al debilitamiento del sistema
cer una cronología racional en el desarrollo his- feudal, algunas economías en Europa experi-
tórico de un período. Es decir, señalar el alcance mentaron un proceso de expansión, sobre todo
de cambios relativos que afectaron el conjunto en el sector manufacturero. En vísperas del des-
de la vida social. Aquí debe insistirse en la cubrimiento de América esta expansión corría
relatividad de los cambios frente a la uniformi- el riesgo de estancarse y de generar una nueva
dad del sistema. Pues lo propio de un estudio crisis. Las fuentes africanas de aprovisiona-
histórico reside precisamente en percibir el mo- miento de metales preciosos, indispensables
vimiento temporal de las economías, de las so- para el cambio, eran incapaces de saldar un
ciedades, o de las estructuras mentales, aun si déficit crónico de la balanza de pagos europea
se hallan confinadas dentro de una caracteriza- con respecto al oriente, y la moneda que circu-
ción mucho más general. Así, el establecimiento laba en Europa resultaba escasa. La economía
de una cronología contribuirá a fijar de manera europea estaba "hambrienta" de metales amone-
más precisa los límites de este estudio. dables para mantener el ritmo de los precios y
con ellos un estímulo a la producción. En una
Fundamentos económicos de una economía de mercado, como la que se estaba
periodización para la época colonial constituyendo entonces, los precios favorables
eran un resorte impulsor y, por el contrario,

L a economía de los territorios que hoy cons-


tituyen Colombia (y que se designaban
como Nuevo Reino y gobernación de Popayán)
descorazonaban a los productores cuando la es-
casez de la moneda los deprimía. Por estas ra-
zones, algunos autores han atribuido un papel
fue, durante más de tres siglos, una economía muy importante en el crecimiento europeo a los
del oro. El oro y la plata americanos tuvieron metales americanos. Al llegar a Europa éstos
un papel importante en el tráfico mundial que produjeron un ciclo de inflación sostenida que
comenzó a organizarse en torno a un eje atlántico mantuvo las expectativas de los productores.
después de la época de los grandes descubri- Otro factor importante que intervino en la
mientos. Para entonces los metales preciosos elección de los metales preciosos como mercan-
extraídos en América eran, literalmente, mer- cías coloniales fue el de su valor por unidad de
cancías. ¿Por qué este tipo peculiar de mercan- peso y volumen. La lentitud y la inseguridad
cía y no otros? en los transportes tenía como consecuencia que
Esta pregunta hace surgir una serie de pro- sólo los productos que representaran un valor
blemas que tiene que ver con las necesidades elevado con respecto a su peso y a su volumen
de las economías europeas, con los niveles de justificaban un viaje por el océano. De allí que
la tecnología del transporte, con las posibilida- el comercio colonial se alimentara con productos
des de rentabilidad de las nuevas colonias y con muy apetecidos en los mercados europeos: espe-
el aprovechamiento y la explotación de sus re- cies, colorantes naturales para los textiles o me-
cursos naturales y de mano de obra. tales preciosos.
La economía de los metales preciosos no Finalmente, la explotación del oro y la plata
surgió al azar o por el mero hecho de que este obedece a una relativa abundancia de recursos
recurso hubiera sido abundante en América. Me- en América que facilitaban su extracción a un
nos aún por cuanto el oro o la plata poseyeran costo muy bajo. Esta, a lo menos, fue la primera
un valor intrínseco que los hiciera especialmente impresión que tuvieron los ocupantes españoles.
apetecibles. En la producción de metales precio- Pero la búsqueda obstinada de un Dorado revela
sos, como en la de cualquier mercancía, el pro- mucho más acerca de los condicionamientos de
ducto final incorporaba ingentes esfuerzos hu- una economía que tenía hambre de metales que
manos y unos costos que podían exceder su sobre la existencia real de yacimientos metalí-
precio en el mercado. feros inagotables, tal como se los representaba
La explotación de metales preciosos se im- la sicología primaria de los conquistadores. Aun
puso en América por una necesidad en el desa- cuando finalmente los descubrimientos de vene-
La economía y ¡a sociedad coloniales, 1550-1800
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Fuente: JARAMILLO URIBE, "La Economía del virreinato" En: OCAMPO, Ed. Historia económica de Colombia

ros y filones vinieran a coincidir en parte con 1550 y 1800 presenta ciertas lagunas de informa-
este espejismo, la mera posibilidad de disponer ción (entre 1570 y 1595, por ejemplo, en donde
de una mano de obra abundante y barata ya le faltan cifras significativas de los yacimientos de
daba un principio de consistencia. Popayán y de la región antioqueña), la tendencia
Todas estas circunstancias sugieren una co- general marca claramente los ciclos producti-
nexión estrecha entre las economías del occi- vos. El primer ciclo, que abarca desde 1550
dente de Europa, capaces de organizar intercam- hasta 1630-40 se va ampliando hasta llegar a
bios a nivel mundial, y las economías coloniales una cúspide o techo en los dos decenios de 1590-
obedientes a las iniciativas de un núcleo euro- 1610. En adelante la producción tiende a con-
peo. Se trataba, en verdad, como se ha venido traerse hasta entrar en una crisis que abarca una
describiendo, de la relación entre un núcleo y buena parte del siglo XVII. Hacia 1680 se ob-
una periferia. Los metales preciosos se extraje- serva un repunte (para el distrito de Popayán;
ron en vista de esta relación y para satisfacer posiblemente también para Antioquia) que se
las necesidades del núcleo europeo. va afirmando en los primeros decenios del siglo
Al examinar el perfil de una curva de la XVIII. Este siglo conoce un segundo ciclo pro-
producción total de oro en el distrito de la Au- ductivo, con una pequeña depresión hacia 1740-
diencia de la Nueva Granada y en la gobernación 1760, hasta alcanzar en el último decenio una
de Popayán (véase figura 1), es posible atribuir magnitud comparable a la del último decenio
a sus rasgos más salientes -aquellos que indican del siglo xvi.
los ciclos productivos más durables- una cone- Basándose en trabajos sobre el comporta-
xión de este tipo. Si bien la curva que se ha miento demográfico de la población indígena,
reconstruido para el período comprendido entre un investigador norteamericano adelantaba hace
Nueva Historia de Colombia. Vol. I
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unos 25 años la teoría de que México había igualadas dos siglos más tarde. El apogeo no
sufrido un siglo de depresión en el XVII. Esta duró sino unos treinta años y hacia 1610-1620
tesis conincidía con la idea generalizada de una mineros y oficiales reales comenzaron a percibir
depresión europea en la misma centuria. La ex- una crisis de la cual dan razón las cifras en
plicación más coherente de este último fenó- declive entre 1610 y 1630 y que iba a prolongar
meno lo atribuía al agotamiento de un primer sus efectos hasta bien entrado el último cuarto
siglo capitalista. El crecimiento manufacturero de siglo.
que hizo la fortuna de algunas ciudades del norte 1640-1680: Período de recesión que se-
de Italia y del norte de Europa no habría sido para los dos ciclos
capaz de prosperar en un entorno todavía feudal, 1680-1800: Segundo ciclo. El eje de este
que limitaba su mercado. ciclo secular se ubicó en las provincias del Cho-
Antes de sugerir un parentesco entre la de- có, bajo la dominación de Popayán, y en otras
presión de la periferia colonial y el núcleo euro- zonas del distrito antioqueño. La recuperación
peo, queda por realizar mucha investigación a de este último operó sobre bases sociales dife-
nivel empírico. De otro lado, tanto la depresión rentes de las del primer ciclo, en el que habían
mexicana como la crisis del siglo XVII europeo predominado grandes cuadrillas de esclavos.
han encontrado objeciones recientemente. Con Ahora se habían multiplicado los pequeños em-
todo, esta objeciones no parecen tan graves (par- presarios y su actividad contrastaba con el mo-
ticularmente las que hacen relación a México, nopolio ejercido por los señores de cuadrilla de
basadas en trabajos parciales) como para dese- Popayán. En cuanto al distrito tradicional de
char una coincidencia que sugiere algunas expli- Santa Fe, había perdido para entonces toda im-
caciones en el plano teórico. portancia como productor de oro, aunque si-
Pero aun si prescindimos de este tipo de guiera jugando un papel importante corno sus-
explicaciones, nos queda el fundamento empí- tento agrícola del distrito antioqueño
ricamente objetivo de dos ciclos bien diferencia- Esta cronología cubre también a grandes
dos de la producción aurífera para sustentar una rasgos, como se verá más adelante, otros fenó-
cronología de la historia económica de la Nueva menos sociales y económicos corno el de la
Granada y de la gobernación de Popayán. Estos formación y desintegración de unidades produc-
dos ciclos, separados por un período de depre- tivas agrícolas o el del auge y decadencia del
sión en el siglo XVII, se diferencian no sólo sistema de encomiendas. Hasta qué punto exis-
cronológicamente. Dentro de ellos se dieron ten correspondencias entre estos fenómenos, es
desplazamientos regionales, con énfasis diferen- un tema abierto al debate. Pero, en todo caso,
tes en la importancia de los distritos de explota- los ciclos del oro marcan con nitidez algunos
ción minera. Ambos ofrecen también matices hiatos en lo que hasta ahora parecía un desenvol-
diferentes en cuanto a la mano de obra empleada vimiento temporal uniforme.
y en cuanto a su sustentación agrícola. A través
de ellos puede examinarse el alcance de ciertas La economía colonial - Minería del oro __
transformaciones en la población, en la ocupa-
ción de la tierra y en sus formas de explotación.
A grandes rasgos, estos límites cronológicos
serían: U no de los motores de la expansión y de la
ocupación del suelo por parte de los espa-
ñoles fue la búsqueda de metales preciosos. El
1550-1640: Primer ciclo del oro. En éste oro y la plata significaban para los ocupantes
distinguimos un primer período en el que la algo más que una oportunidad de elevar su rango
producción más importante tuvo lugar en los social y equipararse a una nobleza terrateniente
distritos de Santa Fe (en Pamplona, Tocaima, en España. Aunque este tipo de resorte sicoló-
Venadillo, Victoria y Remedio), Antioquia, gico individual jugara un papel, para el conjunto
Cartago y Popayán. En ellos predominó la mano de los ocupantes, los metales preciosos repre-
de obra indígena y su explotación fue posible sentaban la posibilidad de mantener un nexo
gracias a la encomienda. A partir de 1580 se permanente con el Viejo Mundo.
incorporaron los grandes descubrimientos antio- Desde los primeros momentos, la participa-
queños (de San Jerónimo, Cáceres y Zaragoza) ción en empresas de conquista significó aportar
que, con el concurso de mano de obra esclava, un capital en forma de bienes y equipos que,
hicieron elevar la producción a magnitudes sólo en ocasiones, alcanzaron precios inauditos: ca-
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800
125

ballos, sillas de montar, estribos, armas, etc. Quito. Entre ésta y el Nuevo Reino se extendía
Pero una vez asentados, los conquistadores de- una zona incierta, una verdadera frontera inte-
bían buscar formas de intercambio permanente rior en la que resistieron durante mucho tiempo
que les asegurara la provisión de ciertos bienes paeces y pijaos.
indispensables a su forma de vida: hierro, acero, La explotación del oro se desplazó en fron-
y, en general, artículos manufacturados de pro- teras sucesivas a todo lo largo y ancho del Nuevo
cedencia europea. Reino y de la gobernación de Popayán en un
Esta necesidad parece obvia si se tiene en lapso de tres siglos. Esta movilidad produjo
cuenta que la mayoría de los ocupantes perma- como resultado que en diferentes épocas la ri-
necieron en América aun cuando algunos hubie- queza, y con ella el acceso a un mundo exterior,
ran buscado solamente una ocasión de enrique- se concentrara en regiones aisladas unas de
cimiento rápido para regresar a España. Otros otras. La prosperidad que caía de pronto sobre
no se contentaron con el primer botín alcanzado un territorio era apenas compartida por los de-
y prosiguieron su aventura en búsqueda de fabu- más. Paradójicamente, los nexos entre una re-
losos dorados o de una participación más grande gión minera y las regiones vecinas resultaban a
en el reparto de privilegios. Los asentamientos veces más débiles que aquellos que mantenía
urbanos se ramificaron distribuyendo un contin- con un mercado mundial. En algunos casos se
gente muy tenue de población española en espa- trataba de un episodio pasajero, en el que en
cios enormes. Santa Fe, Tunja Vélez, Pamplo- medio de la euforia de un hallazgo, los habitan-
na, Mérida, Ocaña, Ibagué o Popayán, Alma- tes recreaban en una región aislada todas las
guer, La Plata y Cali, Buga, Arma, Anserma, extravagancias del consumo de un gran centro
Cartago, etc., surgieron sucesivamente, como urbano. Cuando el aliento de las explotaciones
los retoños de un árbol, de las expediciones o era más sostenido, la prosperidad no alcanzaba
huestes que procedían de Santa Marta y el Perú. a cobijar sino a los centros comerciales o agrí-
En los confines de estos asentamientos definiti- colas que abastecían la región minera.
vos no tardaron en aparecer reales de minas, a
veces como puestos fronterizos respecto a tribus Esta economía de islas, como la ha llamado
hostiles. Toro y Caloto en el occidente, o Vic- un historiador colombiano, fue un fenómeno
toria y Remedios bajo la influencia de Santa Fe, dominante hasta bien entrado el siglo xix. Era
fueron ciudades de frontera y centros mineros lo propio de un régimen colonial y presentaba
constantemente amenazados. ciertas analogías con el patrón de la factoría o
La economía del oro no se desarrolló uni- enclave destinado a canalizar ganancias comer-
formemente, con un centro único o dentro de ciales en favor de una metrópoli. Sólo que en
una unidad territorial, y ni siquiera dentro de este caso la integración económica era más com-
un marco administrativo centralizado. Las ciu- pleja y, junto con un comercio itinerante que
dades españolas nacidas de la iniciativa de las se desplazaba a lo largo de los corredores andi-
huestes de conquistadores, se apropiaban y guar- nos desde Cartagena, se desarrollaban activida-
daban celosamente sus recursos. Muchas obtu- des agrícolas más permanentes.
vieron el privilegio de una Caja Real, en la que Los primeros distritos mineros surgieron
se quintaba y se fundía el oro para ser gastado como avanzadas de las regiones más favorecidas
inmediatamente. El control de la Audiencia más con población indígena. La encomienda o re-
allá del núcleo inicial del Nuevo Reino se ejercía parto de indios no sólo sirvió de base de susten-
mediante jueces de comisión, cuyas actuaciones tación agrícola a los yacimientos, sino que ori-
eran casi siempre rechazadas por los vecinos ginó los capitales para su explotación y aun la
del lugar. Aun dentro del Nuevo Reino, Tunja mano de obra indispensable en ella. Indios de
y Santa Fe rivalizaron durante todo el siglo xvi encomienda trabajaron en los yacimientos de la
como centros de poder, y sólo visitas sucesivas región de Popayán, en los filones de Cartago,
de los oidores (o visitas de la tierra) lograron Arma y Anserma, en los de Pamplona y en los
coartar a la postre una actitud muy acentuada aluviones del valle del Magdalena, desde las
de autonomía entre los vecinos encomenderos. cercanías de Ibagué hasta la ciudad de los Reme-
Además, casi la mitad del territorio ocupado dios. Después de 1580, los hallazgos de Gaspar
caía bajo la jurisdicción de la gobernación de de Rodas en San Jerónimo, Cáceres y Zaragoza
Popayán, en los confínes de la Audiencia de no sólo no dieron un nuevo impulso a la produc-
126 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

ción del oro, sino que su riqueza permitió el de trabajo (fuera indígena o de esclavos negros)
empleo sistemático de esclavos negros. se deterioraba muy rápido y los costos de su
Prácticamente, todas las ciudades fundadas mantenimiento se elevaban a medida que la ex-
en las regiones andinas poseyeron distritos mi- plotación minera iba restando brazos a la agri-
neros tributarios en el curso del siglo xvi. A cultura. Así, desde el punto de vista de los fac-
los habitantes de Tunja y Santa Fe, por ejemplo, tores que intervenían en la producción (técnica,
se debió la iniciativa de la fundación de Ibagué, mano de obra, abastecimientos), las crisis mine-
Tocaima, Victoria y Remedios. Pamplona se ras obedecían a la estructura de la producción.
disputó con Vélez los yacimientos del Río del Por estas razones, las curvas de producción
Oro y explotó filones en los reales de Vetas y de los diferentes yacimientos presentan un
Montuosa. Cartago, Arma y Anserma explota- mismo perfil, de un ascenso inicial hasta alcan-
ron filones y aluviones en Marmato, Quiebra- zar un techo que se mantiene apenas por uno o
lomo y Supía, y Popayán tuvo avanzadas en dos decenios para luego caer uniformemente.
Almaguer y Caloto, fuera de las minas de Chis- Se trata de un ciclo en el que la riqueza del
quío que explotaba la Corona directamente. La hallazgo y la facilidad de la explotación permi-
ciudad de Santa Fe de Antioquia no sólo explotó ten, como en Zaragoza, invertir inicialmente en
desde muy temprano el cerro vecino de Buriticá, instalaciones y mano de obra. Estas inversiones
sino que fue la metrópoli de nuevas fundaciones, acrecen la productividad hasta alcanzar los lími-
San Jerónimo, Cáceres, Zaragoza, y más tarde tes del rendimiento de la mano de obra y de la
Guamocó. Casi ningún centro minero, por im- riqueza de los yacimientos. Una vez alcanzado
portante que fuera, pudo establecerse o perdurar este punto, las cifras de producción descenderán
independientemente de las ciudades que debían en forma uniforme y solamente la incorporación
abastecerlo o de las cuales dependía administra- de un nuevo hallazgo podrá mantener el nivel
tivamente. Tales centros iban desde campamen- de la producción anterior. Esto explica los con-
tos provisorios hasta poblamientos con el rango tinuos desplazamientos a través de fronteras su-
de ciudades. En muchos casos, la existencia de cesivas.
una Caja Real, con su acompañamiento de fun- Sin embargo, después de la cúspide alcan-
cionarios y de la percepción de gravámenes so- zada en los decenios de 1590-1600 y 1600-1610,
bre el comercio o de diezmos agrícolas, elevaba los hallazgos no significaron un incremento sig-
el rango de poblamiento pero no le impedía que nificativo del volumen de metal extraído. Esta
en el momento de la decadencia de las explota- situación se prolongó durante casi todo el siglo
ciones quedará reducido a un villorio en el que XVII, hasta cuando se incorporó una nueva fron-
no se conservaba ninguna traza de su antigua tera con la ocupación de los distritos de Nóvita,
prosperidad. En un caso extremo, como en el Citará y el Raposo.
que los campamentos mineros del Chocó, ya en
el siglo XVIII, la riqueza aurífera podía atraer Estos distritos del Pacífico acentuaron aún
funcionarios y poderosos señores de cuadrilla, más los rasgos de aislamiento fronterizo que
comerciantes y aventureros, religiosos y curas habían caracterizado los yacimientos en el ciclo
deseosos de una rica prebenda, pero no propiciar anterior. Como se ha dicho, en estas regiones
un asentamiento estable. no se produjo un asentamiento estable de los
señores de cuadrilla, los cuales residían usual-
La declinación progresiva de la producción mente en Popayán y Cali. Esta circunstancia no
del oro en el conjunto de los distritos mineros impidió que, mientras se mantuvieron niveles
después de 1610 puede verse como un fenómeno elevados de extracción de oro, la región fuera
coyuntural. Esta coyuntura sirve para definir la abastecida desde el hinterland agrícola del valle
economía global de la Nueva Granada en el del Cauca y mantuviera contactos permanentes
contexto de sus relaciones con la metrópoli. Pero con contrabandistas franceses, ingleses y holan-
al acercarse a cada distrito por separado, se ad- deses.
vierte que se trataba de un proceso uniforme e Desde otro punto de vista, el Chocó carac-
inevitable en este tipo de explotación. Aun en teriza muy bien los esfuerzos de la administra-
el caso de que el agotamiento de los yacimientos ción española por integrar fiscalmente estas re-
no fuera absoluto, el nivel de la técnica em- giones fronterizas. Desde 1713 el oidor Aram-
pleada se presentaba como un límite insalvable. buru había sido comisionado para asentar un
A esto debe agregarse el hecho de que la fuerza poblamiento y establecer una Caja Real. El oidor
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 127

observaba el estado lamentable de la provincia, cerro de Buriticá cerca de Santa Fe de Antioquia


en donde no parecía que hubieran pisado espa- y algunas explotaciones aisladas en Popayán y
ñoles a pesar de que hacía casi cuarenta años Almaguer. Los yacimientos aluviales, que de-
que se explotaba. Más adelante se hicieron es- mandaban técnicas menos elaboradas fueron
fuerzos repetidos por disminuir la influencia y más durables. Algunos ríos en especial se explo-
la arbitrariedad de los mineros y de poner coto taron por largo tiempo con rendimientos extraor-
al contrabando y a la fuga ilícita del oro, eri- dinarios. En ellos se asentaron reales de mina,
giendo la región primero en superintendencia, a veces con una capilla como único núcleo de
bajo el control directo de la Audiencia de Santa un poblamiento disparatado y bajo la jurisdic-
Fe, y luego en gobernación. Pero ni aun así el ción de una ciudad de españoles. Durante el
Chocó pudo integrarse en torno a núcleos urba- primer ciclo minero la mayoría de los reales de
nos que le prestaran un carácter de asentamiento minas aprovecharon el sistema de encomiendas
estable. como fuente de mano de obra, y sólo los yaci-
Tres siglos de economía del oro, construida mientos antioqueños, explotados a partir de
fugazmente en yacimientos dispersos que obli- 1580, emplearon masivamente mano de obra
gaban a desplazamientos permanentes, dejaron esclava, lo mismo que las explotaciones del si-
una huella profunda en la formación económica glo XVIII en Nóvita, Citará y el Raposo. Este
y social de estas regiones. Por un lado, su ais- hecho, como vamos a verlo, influyó decisiva-
lamiento impuso un esfuerzo enorme para man- mente en el nivel y en el repertorio de las técni-
tener algún nexo con sectores complementarios, cas empleadas.
especialmente con zonas de abastecimiento Las ordenanzas de minería más antiguas
agrícola. Este esfuerzo trajo consigo el desarro- (de Antioquia y de Pamplona, que datan del
llo lento de vías de penetración a regiones apar- siglo xvi) establecían no sólo una reglamenta-
tadas que recorrían comerciantes itinerantes. De ción sobre los derechos a los yacimientos propia-
otro lado, el desplome frecuente y casi fatal de mente dichos, sino también sobre las aguas ale-
la productividad, que alcanzaba un tope en el dañas. Tales regulaciones revelan no sólo las
rendimiento más accesible de los veneros, con- modalidades de apropiación de un recurso en lo
denaba de nuevo al aislamiento a regiones ente- jurídico, en lo social y en lo económico, sino
ras y anulaba todos los esfuerzos anteriores. El también lo esencial de una tecnología. Sobre
hallazgo repetido de yacimientos impuso tam- esta última, las investigaciones del geógrafo
bién un ritmo de desarrollo desigual que acen- norteamericano Robert C. West han mostrado
tuaban la ausencia de comunicaciones y la im- cómo se trataba de una adaptación por parte de
posibilidad de imponer patrones políticos uni- los españoles de procedimientos utilizados
formes. Estas características hacen que los dos desde antiguo por los indígenas. Los indígenas
ciclos mineros estén asociados con regiones di- ya estaban familiarizados con la extracción del
ferentes. Mientras el primero cobijó tanto el oro de terrazas de las corrientes, de depósitos
occidente como la región oriental de los Andes, altos de gravas y del lecho mismo de los ríos.
el segundo perteneció exclusivamente a los mi- West describe en detalle una de las técnicas más
neros de Popayán y de Antioquia. usadas, la del canalón, que consistía en hacer
pasar una corriente de agua por un canal paralelo
La actividad global de los distritos mineros al depósito aurífero, al cual se habían arrojado
es mejor conocida (a través de las declaraciones arenas y gravas auríferas. La fuerza del agua,
a las cajas reales) que la actividad de las empre- combinada con el trabajo manual de extraer los
sas individuales de explotación. En este último materiales más pesados del canal, dejaba en el
caso sólo pueden fijarse algunos rasgos que re- fondo los residuos de polvo de oro.
velan las primeras ordenanzas de minería y de
alguna información dispersa en los archivos. Las ordenanzas antioqueñas de Gaspar de
En primer término, debe observarse que la Rodas se ocupaban en detalle de regular los
mayoría de los yacimientos auríferos en el derechos de agua, elemento esencial en todas
Nuevo Reino, en Popayán, Antioquia y el Chocó las técnicas empleadas en los lavaderos. West
fueron aluviones. Minas de veta o de filón estu- señala cómo la escasez de agua en Antioquia
vieron localizadas apenas en los distritos de obligaba a conducirla por kilómetros hasta las
Pamplona. (Vetas y Montuosa), Anserma-Car- terrazas auríferas del Nechí. Por eso las orde-
tago (Marmato y Quiebralomo), el legandario nanzas preveían privilegios excepcionales en las
128 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

otorgaciones para quienes abrieran canales o En muchos casos la actividad de los señores
acequias de una cierta extensión. El agua tam- de cuadrilla no solía reducirse a la minería. En
bién se conducía mediante sistemas de manpos- el siglo XVI se trataba de encomenderos-terrate-
tería elevada en los que se empleaban guaduas nientes que encontraban lucrativo emplear a los
partidas en dos o fuertes cortezas de árboles. indios de su encomienda en labores de minas.
En el Chocó y en el Raposo, los inventarios de Algunos llegaron a realizar inversiones impor-
las minas del siglo XVIII mencionaban cortes y tantes en Zaragoza y, a la inversa, mineros afor-
pilas, y acequias para cada corte. Estos elemen- tunados se asociaron a familias de terratenientes
tos están asociados igualmente a la técnica del y encomenderos en Santa Fe. En Popayán, a
canalón, pero indican el aprovechamiento de partir de la recuperación de las últimas décadas
aguas-lluvias, tan frecuentes en la región del del siglo XVII, el papel de los comerciantes fue
Pacífico. Las aguas-lluvias se recogían en de- muy importante en las actividades mineras. Al-
pósitos (pilas) construidos en las cimas de las gunos tomaron la iniciativa de abastecer con
colinas y se conducían al lavadero por acequias. esclavos los reales de minas o de combinar la
minería con la explotación de haciendas. La
West hace notar el desconocimiento téc- decadencia del sector de encomenderos abrió
nico por parte de los españoles que vinieron a paso al predominio de comerciantes capaces de
la Nueva Granada. Por ejemplo, el hecho de realizar inversiones en los nuevos yacimientos
que no se mencione en documentos coloniales y simultáneamente disminuir los costos de ex-
el procedimiento de amalgamación con mercu- plotación al encargarse ellos mismos del abaste-
rio para separar el metal de los sedimentos. En cimiento de esclavos y comestibles.
realidad, hubo por lo menos un intento de intro-
ducir esta técnica hacia 1620 para las minas de El problema del trabajo en la minería del
filón de la región de Anserma. Para esta época oro se ha encarado usualmente con la noción
las minas estaban en decadencia y los mineros un poco vaga de que en algún momento el tra-
no se atrevieron a encarar los costos de la inno- bajo indígena fue remplazado por el de esclavos
negros traídos del África. Esta sustitución súbita
vación. habría obedecido a la voluntad de la Corona
Las limitaciones impuestas a la explotación española de proteger a los indígenas de un tra-
por el nivel de la técnica empleada son más bajo agotador. De otro lado, se alega, el trabajo
evidentes en el caso de las minas de filón. Estas indígena daba pobres rendimientos y los escla-
se explotaban siguiendo la veta con tajos abier- vos negros resultaban más aptos y más resisten-
tos o mediante socavones de tiros inclinados. tes a las duras jornadas de la explotación minera.
Los indígenas emplearon esta técnica en Buri- Hemos visto, sin embargo, cómo las técni-
ticá y en Mariquita, aunque sin reforzar las ga- cas mismas de la explotación del oro dependie-
lerías con armazones de madera. En Pamplona, ron de la experiencia acumulada por los indíge-
alcanzada una cierta profundidad, los socavones nas en muchas regiones. No eran pues motivos
tuvieron que abandonarse, debido al riesgo para de idoneidad para este trabajo lo que inducía a
la vida de los indígenas que los trabajaban. remplazarlos. Ni la sustitución se operó de un
Que los pobladores españoles tuvieran que momento a otro. Durante mucho tiempo la ins-
depender de las técnicas indígenas no sólo indica titución de la encomienda, mediante la exigencia
el desarrollo y el ingenio de tales técnicas sino del pago de los tributos en oro, sirvió para ser-
también la ausencia, entre los ocupantes, de una virse de cuadrillas de indígenas en la explotación
actividad profesional. Aunque con el curso del de los yacimientos. A Pamplona, por ejemplo,
tiempo llegaron a desarrollarse algunas técnicas después de 1551 fueron conducidas cuadrillas
ingeniosas, especialmente en Antioquia, los ci- de más de cien indios sacados de las encomien-
clos -que se repiten casi fatalmente en cada das de la provincia en Tunja. En la gobernación
distrito- revelan en su fase final de decadencia de Popayán el empleo de indios en las minas
una incapacidad para superar las limitaciones fue generalizado, y desde 1554 los vecinos de
de procedimientos rutinarios. Los llamados mi- Popayán, Cali, Cartago y Anserma se resistían
neros era en realidad capataces a sueldo de un a la aplicación de las Leyes Nuevas que prohi-
señor de cuadrilla, de un encomendero o de un bían este tipo de trabajo. A pesar de la acción
funcionario ausentista, y estaban encargados de de obispos y visitadores el trabajo minero de
supervigilar el trabajo de indígenas y esclavos. los indígenas perduró allí, por cuanto vecinos'
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 129

y encomenderos alegaban la imposibilidad de mientos antioqueños o la primera ciudad de


emplear esclavos debido a sus costos. En 1570, Toro) se vieron obligadas a emplear esclavos
tanto las ordenanzas del virrey Francisco de To- negros. Esta carencia condujo de todas maneras
ledo en el Perú como otras similares promulga- a la quiebra de los yacimientos auríferos más
das por la Audiencia de Santa Fe sancionaron ricos del siglo XVI por la falta de abastecimien-
esta situación de hecho, permitiendo que los tos que podía proporcionar una población indí-
indígenas trabajaran en las minas "voluntaria- gena. Allí, como en los centros explotados por
mente" y mediante la paga de un jornal. El indígenas, las cuadrillas de esclavos fueron
intento de introducir un régimen salarial no pa- diezmadas rápidamente.
saba de ser una intención piadosa, debido al Así, la decisión de emplear esclavos negros
tipo de relaciones de dominación que se deriva- no obedeció a una voluntad deliberada de aho-
ban de la encomienda. De esta manera, el trabajo rrar a los indígenas un trabajo agotador. Se trató,
indígena generalizado se prolongó hasta bien en el mejor de los casos, de mantener un equi-
entrado el siglo XVII, particularmente en la pro- librio entre los requerimientos de mano de obra
vincia de Popayán. En cuanto a Santa Fe, debe en las minas y la necesidad de los abastecimien-
recordarse que a fines del siglo XVI se organizó tos proporcionados por haciendas de los enco-
un sistema de mitas (o trabajo forzado) para la menderos. La inversión en esclavos negros pa-
explotación de la plata en Mariquita. Este siste- reció siempre demasiado onerosa a aquellos que
ma, con algunas interrupciones, iba a perdurar tenían acceso al trabajo indígena, y sólo se de-
durante todo el siglo XVII y las dos primeras cidieron a efectuarla cuando el trabajo indígena
décadas del XVIII. comenzó a faltar.
La disminución del trabajo en las minas Si el trabajo de los indios creaba un con-
que pesaba sobre los indios (y que las tasaciones flicto de intereses entre terratenientes-encomen-
de tributos en oro autorizaban indirectamente) deros y mineros, la compra de esclavos negros,
sólo vino a ser efectiva en virtud de conflictos que favorecía desmesuradamente a algunos co-
de intereses dentro del sistema mismo de la en- merciantes, no tardó en crear enfrentamientos
comienda. En algunos casos, el trabajo indígena entre mineros y comerciantes. A fines del siglo
(de una manera semejante al trabajo servil de XVI era claro para los habitantes de Zaragoza
criados ingleses en las Antillas) sirvió para acu- que sólo los esclavos obtenidos a crédito podían
mular los capitales necesarios para una inversión procurar el oro para amortizar su propio valor.
ulterior en esclavos negros. Este parece haber La riqueza de los yacimientos permitió que se
sido el caso en Remedios e, indirectamente, en concentraran allí unos tres mil esclavos, pero
Zaragoza, en donde algunos encomenderos lle- con este número se alcanzó un tope que a partir
garon a introducir esclavos. Sin embargo, mu- de 1600 comenzó a disminuir. Todo indica que
chos encomenderos de las regiones más favore- la premura de los mineros para amortizar el
cidas con población indígena no estaban intere- valor de los esclavos condujo a una explotación
sados directamente en las minas, e inclusive, excesiva y al agotamiento de la mano de obra.
algunos mineros las habían abandonado a co- Por esta razón fue una operación rentable sólo
mienzos del siglo XVII para convertirse en terra- en el corto plazo, y muchos mineros la abando-
tenientes. De esta manera surgió un conflicto naron en el momento justo para obtener una
entre las necesidades de abastecimiento agrícola situación más estable en Santa Fe. Otros carga-
de las ciudades y las exigencias insaciables de ron con la ruina y con las dificultades cada vez
mano de obra de los centros mineros. Esta situa- mayores de remplazar los brazos que iban faltan-
ción no era tan aparente en Popayán, en donde do. En ausencia de condiciones favorables, la
encomenderos-terratenientes se dedicaban a la posibilidad de reproducción de los esclavos, y
minería. En el Nuevo Reino, en cambio, la mita con ello una menor dependencia del abasteci-
minera de Mariquita provocó una controversia miento de esclavos adultos y costosos, quedaba
sobre los efectos nocivos para la agricultura del excluida.
drenaje continuo de los indios. El segundo ciclo productivo, que arranca
Por otra parte, el empleo de los indígenas con la conquista del Chocó, presenta rasgos di-
en la minería dependió siempre de su relativa ferentes en cuanto al trabajo. En primer término,
abundancia. Las regiones cuya población indí- la permanencia de cuadrillas de esclavos más
gena era escasa o demasiado hostil (los yaci- amplias, gracias a un abastecimiento regular.
130 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

Luego, un equilibrio real entre producción mi- esclavos en las minas de Popayán y los lavaderos
nera y abastecimientos agrícolas. Finalmente, del Pacífico, de las cuales más de 3 mil se
la posibilidad de reproducción de la mano de encontraban en éstos. Diez años más tarde ya
obra en virtud de condiciones favorables creadas había diez mil y en 1759 en la sola provincia
por una alternativa de empleo y de permanencia de Nóvita se contaban 56 cuadrillas con un total
en explotaciones agrícolas. de 4.322 esclavos. Según otras cifras (Sharp,
Dentro del sistema defensivo del Imperio 1975) los esclavos del Chocó habrían aumen-
y la ruta de la Carrera de Indias, Cartagena gozó tado apenas a 5.756 en 1778 y a 7.088 en 1782,
de una situación estratégica que favorecía no para caer a 4.968 en 1804.
sólo la introducción lícita de esclavos y mercan- El aspecto más fundamental de este se-
cías, sino que invitaba a su comercio ilícito por gundo ciclo de producción minera reside en el
parte de holandeses, franceses e ingleses. Aun- hecho de que, en un cierto momento, el creci-
que se trataba de un centro distribuidor de la miento vegetativo de la población esclava pudo
trata negrera desde el siglo XVI, el número de asegurar su reproducción sin tener que depender
esclavos internados en la Nueva Granada, legal- exclusivamente del abastecimiento exterior. Al-
mente o de contrabando, no parece haber sido gunos datos iniciales (de una investigación en
excesivo. En 1598 el presidente Sande calculaba curso) sugieren que por lo menos en las hacien-
la presencia de unos seis mil esclavos para todos das y en el servicio doméstico los esclavos ha-
los yacimientos antioqueños. Todavía, durante bían alcanzado desde muy temprano, índices
los dos decenios del siglo siguiente, entraron positivos de crecimiento demográfico, si bien
por Cartagena (además del contrabando) unos las minas tenían que ser abastecidas con escla-
17 mil esclavos (12 mil por cuenta del Asiento vos bozales. Tal vez por esta razón, los esclavos
de Baez Cutinho, entre 1603 y 1611, y otros 5 bozales alcanzaban precios más elevados en el
mil de Antonio Fernández D'Elvas, entre 1615 mercado de Popayán que los esclavos criollos,
y 1621), pero es muy improbable, dados los dedicados al servicio doméstico y a la agricultu-
preludios de una crisis en los yacimientos más ra.
importantes, que una parte significativa de estos A mediados del siglo XVIII, la esclavitud
esclavos haya sido internada para la producción no sólo sustentaba la producción minera, sino
minera o que el número de los seis mil esclavos también un sistema de haciendas creadas para
indicado por Sande se haya incrementado.
abastecer los centros mineros. Los comercian-
Para el segundo ciclo, centrado en la go- tes, que jugaron el papel más dinámico en este
bernación de Popayán, los datos que se poseen período, invertían tanto en las minas como en
hasta ahora sugieren una mayor conexión entre tierras. De su parte, algunos terratenientes se
la trata negrera desarrollada por Cartagena y la dedicaron al comercio y tuvieron cuadrillas de
demanda de haciendas y minas. De tres asientos esclavos en minas y haciendas. En la juntura
que se sucedieron entre 1696 y 1743: el de los de los siglos XVII y XVIII comerciantes de Popa-
portugueses, el de la Compañía francesa de Gui- yán se desplazaron hacia Cali, en donde encon-
nea y el de la Compañía de los mares del Sur traban más oportunidades sociales y mayores
(o South Sea Company, creación del antiguo disponibilidades de tierra. Allí, en efecto, las
monopolio inglés de la Royal African Company unidades territoriales circulaban más que en la
para atender el aprovisionamiento del Imperio región de Popayán, en donde estaban asociadas
español a raíz del tratado de Utrecht en 1713), todavía al régimen de la encomienda y a núcleos
hay trazas consistentes del internamiento de familiares más cohesionados.
buen número de esclavos. Durante el período Las posibilidades de combinar explotacio-
más activo, el de la Compañía de los mares del nes mineras con unidades productivas agrícolas
Sur, el crecimiento de los esclavos en el Chocó valiéndose del mismo tipo de trabajo, presenta-
estuvo acompasado con las introducciones de ban la ventaja adicional del empleo más racional
la trata. Desde comienzos del siglo comenzaron de éste. Los esclavos no sólo se desplazaban de
a formarse allí cuadrillas que pronto excedieron las haciendas a las moradas urbanas, en donde
en número a las que se mantenían en los yaci- apenas llenaban una función de prestigio para
mientos tradicionales de Jelima, Quinamayó, sus dueños, sino también de las minas a las
La Teta, etc., en los distritos mineros de Caloto haciendas y, probablemente,en menor medida,
y Almaguer. Hacia 1730 se calculaban 4 mil de las haciendas a las minas. Estos desplaza-
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 131

mientos estaban regidos por las posibilidades octavo, un décimo, un duodécimo, un decimo-
de rentabilidad de los esclavos y, en todo caso, quinto y un vigésimo.
permitían su reproducción en condiciones más Es cierto que, en materia de quintos, hubo
favorables que en las minas. fraudes permanentes. Pero aun así, otras cifras
Ya se ha aludido en el curso de este trabajo de las cajas reales reproducen un orden paralelo
a factores estructurales de la producción minera de magnitudes. Las alcabalas de Zaragoza, por
que la conducían fatalmente de un momento ejemplo, pasaron de más de 2.500 pesos oro en
inicial de expansión a un declive paulatino. Este 1596, a 600 en 1620 y a 200 en 1640. Aquí
fenómeno está descrito por el perfil de una curva debe anotarse que si bien la observación sobre
en la que se advierten dos ciclos muy notorios la simple tendencia de las cifras de producción
de productividad en los siglos XVI y XVIII. Sin puede ayudar a plantear hipótesis sobre la estruc-
embargo, este es el resultado final de agregar tura de la producción minera y de sus crisis,
las cifras de producción de distintos aislados, éstas deberían verificarse con estudios sobre ex-
calculadas sobre los llamados quintos o impues- plotaciones individuales. Un estudio reciente de
tos percibidos por la Corona española. No sobra William F. Sharp, sugiere una aproximación al
advertir que tales cifras están lejos de revelar problema del fraude a tavés del estudio de la
la producción real de los distritos mineros. Por rentabilidad del sector globalmente considera-
do.
eso sólo son aceptables en cuanto muestran una
tendencia, es decir, la evidencia en bruto de que Este estudio sobre la minería en el Chocó
en un momento dado la producción alcanzaba en el siglo XVIII está inspirado en las técnicas
un cierto orden de magnitudes y en otro mo- de la New Economic History norteamericana,
mento este orden se había visto drásticamente la cual aspira a ligar más estrechamente la inves-
afectado. tigación histórica a modelos y razonamientos
de la teoría económica neoclásica. Sharp se basa
Este razonamiento se ve reforzado por el en la consideración de que si se comparan las
comportamiento de las curvas individuales de cifras del oro declaradas en las cajas reales con
cada distrito. En el caso de Santa Fe, por ejem- la inversión total de capital y con los costos de
plo, entre 1565 y 1580 se mantuvo un techo de producción, la tasa de ganancia para la actividad
producción anual promedio de unos 160 mil minera sería negativa a partir de 1759. Este
pesos oro. A partir de 1600 la producción anual resultado no se compadece con el auge de la
había disminuido a un promedio de 60 mil pe- producción. Para plantear esta hipótesis el autor
sos, y a partir de 1620 se desplomó hasta alcan- se vale de un modelo en el que reconstruye todas
zar sólo 20 mil en 1625. La disminución de un aquellas variables (ingresos declarados, depre-
orden de magnitudes de 8 al de 1 ilustra la ciación de activos -incluidos los esclavos-, cos-
noción de tendencia, que difícilmente pudo tos de manutención de las cuadrillas, valor total
verse afectada por el hecho de que en 1565-1580 de los esclavos, etc.) que determinan la tasa de
o 1620-1625 las cantidades efectivamente ex- ganancia. De esta manera llega a la conclusión
traídas hubieran sido mucho mayores que el oro de que para que la tasa de ganancia fuera posi-
declarado y quintado en las cajas reales. En tiva, se requería que la producción representara
Zaragoza la caída fue todavía más uniforme, el doble o un tercio más de lo que fue declarado.
pues en el caso de Santa Fe, varios distritos Otros resultados de la investigación resul-
mineros, compensaban mutuamente sus altiba- tan igualmente sugestivos.
jos. En Zaragoza se pasó de 300 mil pesos oro
a la mitad de esta cifra en 1620 y a menos de El autor los formula así:
50 mil hacia 1640. Lo mismo ocurrió en Cáce- 1. Se dio un período de auge de la minería
res, Remedios, el distrito de Cartago y Popayán. del oro en el Chocó entre 1725 y 1785.
Los descensos dramáticos de la producción 2. En el curso de la primera mitad del siglo
en cada distrito minero, solían ser advertidos los propietarios de cuadrillas obtenían grandes
muy pronto por los oficiales de las cajas reales provechos con pocos esclavos. Esto lo incitó a
y del Tribunal de Cuentas de Santa Fe. Las aumentar su inversión en esclavos.
quejas frecuentes, que tendían a aliviar la con- 3. Aunque el número de esclavos se du-
dición de los mineros en materia fiscal, llevaron plicó entre 1759 y 1782 la explotación fue tor-
a paulatinas reducciones del quinto real a un nándose menos provechosa.
132 Nueva Historia de Colombia, Vo/. /

4. Con una tasa de ganancia declinante los jados inicialmente por la sencilla ecuación entre
propietarios redujeron sus cuadrillas y con ello el número de ocupantes y la disponibilidad de
los costos de su mantenimiento. En algunos ca- tierras. Este problema presenta dos aspectos.
sos los mismos propietarios estimularon un pro- Uno, el de los mecanismos de hecho o derecho
ceso de manumisión por compra. que condujeron a las apropiaciones. Otro, el de
5. Lo anterior tiende a mostrar que, en el las determinaciones económicas que las confi-
Chocó, un límite óptimo de rentabilidad se al- guraron.
canzó cuando el número de esclavos llegó a 5 El origen de la propiedad de la tierra para
mil. los ocupantes españoles está ligado a situaciones
6. Aunque entre 1782 y 1804 el número de poder y de privilegio. Cada poblamiento po-
de esclavos disminuyó en más de dos mil, la seyó un cabildo designado inicialmente por el
producción se mantuvo e inclusive aumentó. caudillo de la hueste, elegido más tarde por
Las hipótesis y conclusiones de Sharp miembros de la hueste que habían adquirido la
abren nuevas perspectivas a la investigación. calidad de vecinos e integrado luego por digna-
Mucho se ha discutido sobre la pertinencia de tarios vitalicios que habían comprado el cargo.
aplicar criterios de rentabilidad capitalista a em- Estos cabildos, integrados casi siempre por ve-
presas surgidas en un período precapitalista o cinos encomenderos, se atribuyeron la facultad
de reconstruir datos sobre cálculos plausibles de otorgar estancias, caballerías y solares. Otras
pero sin una evidencia empírica consistente. veces el título provenía del caudillo o del gober-
Con todo, es evidente que los métodos de la nador de una provincia y, finalmente, de las
New Economic History ayudan a precisar pro- audiencias o de su presidente.
blemas que de otra manera no surgirían en el
horizonte de las preocupaciones usuales del his- Las numerosas otorgaciones de los cabildos
torirador. no fueron sino títulos precarios, pues nunca tu-
vieron la autorización del monarca español
En este caso, por ejemplo, valdría la pena quien, en teoría (la teoría de la época, natural-
preguntarse si los dos ciclos de productividad mente), había tomado posesión de las tierras
que se han señalado poseen una estructura dife- americanas por derecho de conquista. Esta pre-
rente. En el caso del primero, asociado particu- cariedad no fue un obstáculo para que la actua-
larmente con los veneros antioqueños, ¿la drás- ción de los cabildos creara situaciones perma-
tica disminución de las cuadrillas fue una con- nentes con respecto a la tierra. Estos cuerpos
secuencia del alza del costo de los mantenimien- representaban sin matices los intereses de los
tos? Y en el segundo ciclo, con la creación de
haciendas en el valle del Cauca, ¿no habían encomenderos y por eso sus otorgaciones reca-
surgido condiciones más favorables para que se yeron, por lo general, entre éstos. Se trataba de
diera un equilibrio entre producción agrícola y un núcleo reducido de personas (casi en ninguna
actividad minera? ¿La reducción en el número parte más de 60 o 70 individuos) que, a través
de esclavos observada por Sharp entre 1782 y del cabildo, podía controlar la asignación de
1804 pudo obedecer a su traslado a las hacien- todo tipo de recursos: tierras, minas, aguas, bos-
das, en donde resultaban más rentables? Todas ques, etc.
estas preguntas sugieren una conexión tan estre- La preponderancia de los encomenderos les
cha entre minería y agricultura, que la encuesta permitió también usurpar tierras de los indios.
de Sharp debería ampliarse para abarcar los dos Entre 1550 y 1590 éstos debían trabajar gran
sectores. Otros problemas menores surgen con parte de sus tierras en beneficio exclusivo de
respecto al cálculo de la población esclava o sus encomenderos al cultivar para ellos tributos
con sus precios, datos que están lejos de alcanzar en especies (trigo, cebada, maíz y a veces gar-
-en el ensayo de Sharp-, la consistencia (hard banzos, habas, fríjoles, caña y lino). Fuera de
data) requerida por los razonamientos de la New esto, debían dar indios de servicios (un 3 o 4%
Economic History. de los varones adultos) para los aposentos del
encomendero, los cuales eran casi siempre tie-
La agricultura rras ocupadas de hecho en las inmediaciones
del asentamiento indígena. Además, la obliga-
Los patrones de la apropiación de la tierra ción del tributo en especie significaba un verda-
por parte de los ocupantes españoles fueron dero usufructo de las tierras de los indios. Con
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 133

la disminución de estos las tierras vacías podían en Santa Fe y Tunja entre 1551 y 1571/2 mues-
ser incorporadas al núcleo de los aposentos. tran cómo se consideraba indispensable asegu-
A las otorgaciones de los cabildos y a las rarse el pago de tributos en especie para el abas-
usurpaciones vinieron a sumarse las mercedes tecimiento de las ciudades. De otro lado, el
de tierra por parte de la Corona a través de las número de indígenas asignados para el trabajo
audiencias y de los gobernadores. En muchos permanente en las estancias de los encomende-
casos estas mercedes no hicieron otra cosa que ros resulta relativamente bajo. En 1565 este con-
sanear títulos precarios o usurpaciones anterio- curso se limitó en dos ocasiones al 3 y al 4%
res, como en el caso de las composiciones pos- de la población masculina adulta. En adelante,
teriores a 1590. Para esta época la población a medida que se consolidaban las explotaciones
indígena había quedado reducida a un 10% de en manos de españoles y disminuía la población
su tamaño original. Reducida a poblamientosy indígena, esta proporción fue elevándose en la
confinada a resguardos, es decir, nucleada de práctica hasta llegar al 15% en algunos casos.
tal manera que su patrón de poblamiento dis-
perso quedaba abolido, muchas tierras se desem- El proceso de formación de estancias de
barazaron y fueron objeto de mercedes nuevas. españoles es muy mal conocido. Aunque se re-
pite a menudo que las mercedes de tierra fueron
Por debajo del aspecto jurídico-formal de independientes jurídicamente de las otorgacio-
la apropiación subyace el problema más com- nes de las encomiendas, lo cierto es que fueron
plejo de la evolución económica que llevó a la los encomenderos quienes monopolizaron la tie-
efectiva ocupación de la tierra por parte de los rra en el curso del siglo XVI. Ellos controlaban,
españoles. Inicialmente las comunidades indí- por un lado, los cabildos que la otorgaban y,
genas proveyeron de abastecimientos agrícolas por otro, no sólo disponían con exclusividad de
a los pobladores españoles. Estos no eran mu- la mano de obra indígena para explotarla, sino
chos, y en casi todas las nuevas fundaciones el que, con o sin títulos, estaban en posibilidad
contorno indígena podía producir los excedentes de usurpar las tierras de los indios encomendados.
necesarios para alimentarlas. La composición
misma de los tributos exigidos muestra a las A fines del siglo y comienzos del siguiente,
claras que a través de ellos eran canalizados los sin embargo, las presiones contra este doble
excedentes agrícolas para el consumo de los monopolio fueron suficientes para introducir
pobladores españoles. A través del tributo se modificaciones importantes. A pesar de la cohe-
impuso también una transformación en las siem- sión del grupo de encomenderos, que les permi-
bras de los indios, obligándolos a cultivar trigo tía guardar dentro de linajes familiares una en-
y cebada en vez de maíz tradicional. Por esta comienda más allá de las dos vidas previstas
razón las primeras otorgaciones de tierras por por la ley, la multiplicación de las familias fue
parte de los cabildos apenas echaron mano de haciendo aparecer un grupo creciente de propie-
las goteras del núcleo poblado por españoles. tarios no encomenderos. De otro lado, también
Entre los primeros vecinos se distribuyeron sola- surgieron simples labradores que aspiraban a
res urbanos y caballerías y peonías confinadas disponer de la mano de obra indispensable para
dentro de unos términos que respetaban todavía los trabajos agrícolas. En este grupo habría que
el poblamiento indígena y que estaban destina- incluir a una población mestiza en aumento que
das al cultivo de hortalizas y a mantener algún se toleraba mal en el seno de la "República de
ganado. los españoles" y a la que se prohibía residir en
El crecimiento del núcleo urbano español los pueblos de indios.
(la "República de los españoles") y la disminu- La actividad de los encomenderos que re-
ción desastrosa de los indios, quebrantaron muy cibieron tierras fue muy desigual. Algunos las
pronto este equilibrio inicial entre las necesida- explotaron y se propusieron acrecentarlas, otros
des de los ocupantes y la capacidad de las eco- se contentaron con percibir los productos que
nomías indígenas para satisfacerlas. Esto dio los indígenas estaban obligados a cultivar para
origen a la aparición de las primeras estancias, ellos, y algunos hasta se desprendieron de sus
alrededor de los aposentos de los encomenderos. tierras en favor de los más emprendedores. Esto
Aun entonces el grueso de la producción siguió último dio origen a algunas concentraciones la-
gravitando sobre las tierras de los indígenas. tifundiarias en la región de los altiplanos de
Las tasaciones de los tributos llevadas a cabo Santa Fe, Tunja, Pasto y Popayán. De suyo, las
134 Nueva Historia de Colombia, Voi. /

otorgaciones originales eran enormes. Entre indios vaqueros, pastores, arrieros y molineros.
1540 y 1585 se otorgaron en Santa Fe y Tunja Treinta en total para unas mil cabezas de ganado
estancias de ganado mayor y estancias de pan vacuno y más de dos mil ovejas.
sembrar que equivalían a 2.540 y 635 hectáreas, Cuando los encomenderos de Santa Fe y
respectivamente. A partir de 1585, estas medi- Tunja se vieron privados del monopolio de la
das se redujeron a 370 y 327 has. para las de pan. mano de obra, clamaron por su ruina. Para ese
En las regiones de los altiplanos, sin embar- momento, cuando visitas sucesivas de oidores
go, la apropiación indefinida de tierras encon- de la Audiencia habían otorgado resguardos a
traba un límite en las labranzas indígenas. Como los indios, las tierras más apetecibles ya debían
de éstas dependían los ingresos de los mismos haber sido ocupadas por españoles. Las otorga-
encomenderos, los indios pudieron gozar de tie- ciones de resguardos, que se hicieron entre
rras por lo menos hasta el momento en que su 1590-1605 y se completaron en 1636, significa-
propio encomendero las usurpaba. La compe- ron un confinamiento de la población indígena
tencia de mestizos y de una creciente población al mínimo vital dejando tierras disponibles para
española contribuyó también a que la concentra- mercedes y agrupando a los indios de tal manera
ción latifundiaria no fuera absoluta. que pudieran ser accesibles simultáneamente a
En otras regiones, en cambio, la ecuación varios estancieros españoles.
entre población y tierras disponibles dio lugar Es obvio que, dada la densidad de la pobla-
a inauditos acaparamientos de tierras que se de- ción total, las estancias de los españoles no po-
dicaban a la ganadería extensiva. Este fue el dían aprovecharse con algo que se pareciera a
caso de los dos grandes valles interandinos en una explotación intensiva. La acumulación de
donde otorgaciones y mensuras se designaban tierras servía en todo caso para monopolizar el
simplemente por leguas, de más de 8 mil metros. mercado de la "República de los españoles" y
La unidad productiva colonial, la hacienda, de los centros mineros. Los indígenas, a los que
conoció diversas formas en distintas épocas y se asignó entre una y dos hectáreas de tierra por
lugares durante el período colonial. En los alti- cabeza, ya no podían generar excedentes en sus
planos del centro de lo que hoy es Colombia propias tierras, pero, en cambio, siguieron com-
acabamos de ver cómo empezaron a formarse pelidos a trabajar en las estancias de los españoles.
estancias cuando los excedentes de la agricultura La limitación en el uso de mano de obra
indígena fueron insuficientes para alimentar a por parte de los encomenderos no sólo provino
la población española. Estancias en la jurisdic- de las actuaciones administrativas de los oido-
ción de Santa Fe, Tunja, Vélez y Villa de Leiva, res, sino de la disminución de los indios, que
no sólo abastecieron estos centros urbanos, sino ya era alarmante a comienzos del siglo XVII.
también las explotaciones mineras del valle del De otro lado, la presencia de propietarios no
Magdalena, de Victoria, Remedios y tan lejos encomenderos forzó a adoptar un régimen de
como Cáceres y Zaragoza. distribución de mano de obra para las estancias
Quedan muy escasos testimonios de la ac- con el control directo de la Audiencia. A peti-
tividad de estas unidades productivas de forma- ción de los interesados, encomenderos o no,
ción temprana. Se sabe, eso sí, que producían este organismo ordenaba a los corregidores asig-
y comercilizaban cantidades considerables de nar un porcentaje de indígenas al propietario
trigo y de cebada. Es muy probable que su es- para sus labores. Los encomenderos dejaron de
quema de funcionamiento haya sido similar al gozar del privilegio de tener trabajadores perma-
de la estancia de Chiquinquirá, propiedad de la nentes como prestación del tributo o de poder
encomendera de Suta, quien empleaba 21 gaña- disponer de una comunidad entera para las labo-
nes de su encomienda. De esta estancia se cono- res de la cosecha. Sin embargo, cada vez fue
cen las cuentas de quince años, entre 1590 y más frecuente la presencia de "agregados" en
1605. Según estas cuentas, el rendimiento de las haciendas, es decir, de indios huidos de su
las semillas de trigo sembradas fluctuaba de 1 comunidad que pretendían escapar a la obliga-
a 3 hasta 1 a 11 en los mejores años. ción del tributo de las levas de la mita para las
De la producción, una buena parte (entre la minas de plata. Es verosímil también que entre
cuarta parte y la mitad) debía reservarse para la población mestiza se fueran intensificando
semillas, para pagar diezmos y para el consumo formas de colonato, es decir, que vaqueros y
de la hacienda. La estancia empleaba también gañanes mestizos recibieran algunas tierras den-
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 135

tro de las haciendas a cambio de la obligación caña de azúcar en las tierras calientes próximas
de trabajar en ellas por un tiempo determinado. al altiplano: en Guaduas, Tocaima, Tena, Pa-
En los primeros decenios del siglo XVII las cho, Tocarema y Valle de Tenza. En los últimos
propiedades de españoles aumentaron en virtud decenios del siglo fueron concentrándose en es-
de mercedes de tierras otorgadas sobre los peda- tas regiones arrendatarios mulatos y mestizos
zos que se había obligado a abandonar a los que establecían pequeños trapiches por su cuen-
indios en el momento de asignarles resguardos. ta. A finales de siglo, los grandes propietarios
Así surgieron, al lado de los grandes hacendados de Santa Fe se sintieron amenazados por esta
que habían recibido mercedes en el siglo ante- proliferación y quisieron forzar la aplicación de
rior, los llamados estancieros o propietarios me- una antigua ordenanza que prohibía entablar tra-
dianos y los simples labradores, generalmente piches con menos de seis esclavos y acordaron
mestizos e inmigrantes españoles pobres. no arrendar tierras en adelante. Este conflicto
Los resguardos contribuyeron a fijar una se prolongó durante todo el siglo XVIII. A me-
residencia nucleada de los indios que hasta en- diados de este los propietarios se escandalizaban
tonces se habían resistido a varios intentos de de que:
las autoridades españolas para poblarlos. La "...Los peones llamados tomineros, que de-
construcción de capillas doctrineras a comienzos bieran trabajar en las arrias y demás ministe-
del siglo XVII y la residencia permanente de un rios de tales haciendas, se extraen (sic) de
doctrinero, contribuyeron también a abolir la éstas por no vivir bajo la enseñanza y doctrina
dispersión, aunque siguieron dándose casos de cristiana que infaliblemente en ellas se observa
migración. Los indígenas pudieron también, y diariamente se practica, porque hallan los
como se ha indicado, distribuirse mejor entre tales trapichillos en que trabajar con una liber-
los estancieros mediante conciertos y alquileres. tosa condición..."
El régimen del concierto (o de trabaja- Y más adelante:
dores permanentes) y de alquiler (o de trabaja- ".. .El reino gozará de aquellos opimos efectos
dores estacionales o temporales en mayor nú- que experimentan los que conservan por su
mero que el anterior) proveyó de mano de obra gobierno división de clases en las labores, fru-
las propiedades durante todo el siglo XVII y gran tos, oficios, dueños y trabajadores como libres
parte del XVIII. Sin embargo, ya a mediados de la confusión que en éste se reconoce, de
del siglo XVII, un auto del presidente de la Au- que aquél que había de ser peón, tominero,
diencia permite entrever una crisis que enfren- arriero u otro ministerio, por verse dueño de
taba a propietarios importantes con estancieros un tal trapichillo o semejante al dueño, oca-
y labradores. El auto reservaba la posibilidad siona ya por sí, ya su ejemplo, la anunciada
de emplear indios de concierto y alquiler a quie- ruina a nosotros y a sí propio se fabrica otra
nes poseyeran una propiedad sustancial y ex- tal ..." (AGI. Santa Fe 677 Doc. 15).
cluía en todo caso a propietarios indígenas o
mestizos. Hay evidencias también de que los Este tipo de racionalización sobre el bien
encomenderos se vieron más favorecidos que de las "clases inferiores", que había sido tan
los propietarios no encomenderos, estancieros frecuente en el siglo XVI para someter al indio,
y labradores, con el nuevo sistema. a quien se atribuía todo tipo de defectos, sonaba
en falso en el siglo XVIII. Ya en 1718 se había
Durante el siglo XVII, el régimen de con- suprimido la encomienda y en 1720 todo sistema
cierto y de alquiler sustentó un tipo de unidad de trabajo compulsivo en agricultura. Esta, ade-
productiva agrícola que se había originado en más, había entrado en crisis, pues desde 1693
el siglo anterior, bajo el régimen de la encomien- hasta 1700 una sucesión de malas cosechas puso
da. Con el incremento que aportaba la tracción en peligro el mercado de Cartagena. Entre 1701
animal (usada muy parsimoniosamente en el si- y 1713 los hacendados del Nuevo Reino apenas
glo XVI) se mantuvieron niveles de producción contribuyeron con una cuarta parte de los abas-
(en cereales, productos lácteos, tubérculos y tecimientos de la plaza. A partir de 1713 este
hortalizas) suficientes para abastecer las ciuda- mercado estuvo controlado por las introduccio-
des y aun centros mineros y la plaza fuerte de nes inglesas de trigo, amparadas por la trata
Cartagena. negrera.
Los propietarios de Santa Fe y Tunja man- Las tierras bajas de los valles interandinos
tuvieron también en el siglo XVII trapiches de y de la costa, tuvieron patrones diferentes de
136 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

ocupación y de explotación que los altiplanos. uno y otro. Por otra parte, la formación de estas
Allí, en ausencia de una mano de obra abundan- unidades productivas sirve para ilustrar la tesis,
te, la ocupación efectiva fue más tardía. En el también reciente, que sotiene que entre la apa-
valle del Alto Magdalena, como territorio de rición de la hacienda y la explotación minera
frontera hasta la derrota de los pijaos, el ganado no hubo solución de continuidad. La tesis tradi-
comenzó por señalar la presencia de los ocupan- cional sostenía, en efecto, que la hacienda había
tes. Al término de las guerras, en el segundo surgido como una alternativa al fracaso final de
decenio del siglo XVII, las reses cimarronas eran las explotaciones mineras. Por ejemplo, en Mé-
tan abundantes que dieron origen a una econo- xico -país que ha fijado irresistiblemente la
mía pastoral desarrollada en vastos latifundios. atención en cuanto a las formaciones agrarias
La región de Neiva se convirtió en una dehesa se refiere-, los mineros que confrontaban la de-
que debía abastecer los altiplanos de Santa Fe cadencia de sus explotaciones habrían invertido
y Popayán. A fines del siglo XVII y comienzos en tierras. Esta interpretación -que puede lla-
del XVIII los propietarios de Neiva procuraban marse clásica- no tomaba en cuenta las conexio-
deshacerse de la obligación de llevar sus gana- nes necesarias entre un sector minero y su fuente
dos al Nuevo Reino, a cuya jurisdicción perte- de abastecimientos agrícolas. Veamos un poco
necían, para venderlos en Popayán, en donde más en detalles estos dos problemas.
encontraban mejores precios. En cuanto a la forma, las explotaciones
El valle del Cauca abasteció también de agrícolas del valle del Cauca en el siglo XVIII
carne desde muy temprano a las regiones mine- no correspondían exactamente al modelo de la
ras de Antioquia y Popayán y a algunas ciudades hacienda o de la plantación. Estos dos modelos
de la Audiencia de Quito. Los patrones de ocu- suelen describirse tanto por las relaciones de
pación de la tierra habían sido muy semejantes producción que generan como por su radio de
a los del valle del Magdalena. En el curso del acción con respecto a un mercado. Así, la ha-
siglo XVII dominó en el valle del Cauca el lati- cienda se caracteriza por mantener relaciones
fundio ganadero con propietarios que residían de peonaje para asegurar una mano de obra in-
en las ciudades de Cali, Buga, Caloto y Popa- dispensable y por estar vinculada a un mercado
yán. El surgimiento de una nueva frontera mi- local. La plantación, en cambio, posee una in-
nera en el Chocó indujo algunos cambios en el versión considerable en mano de obra (esclavos)
latifundio original. Por un lado, la minería creó y sus productos están orientados hacia un mer-
un mercado que podía absorber algunos produc- cado internacional. Además, a lo menos en las
tos agrícolas y, sobre todo, aguardiente de caña. plantaciones inglesas de las Antillas, las canti-
De otro, la presencia masiva de esclavos alteró dades tanto de tierras como de mano de obra
en algo la ecuación hombre-tierra cuyo balance tendían a alcanzar un límite óptimo, por debajo
había sido tan precario en los siglos XVI y XVII. o por encima del cual la plantación dejaba de
Con la aparición de una nueva unidad productiva ser rentable.
-la hacienda- que implicaba una reacomodación Ahora bien, las explotaciones del valle del
de las tierras más fértiles y una cierta medida Cauca combinaban más o menos arbitrariamente
de trabajo intensivo, los grandes rebaños de las aspectos de uno y otro modelo. Como las plan-
haciendas del valle geográfico fueron diezmán- taciones, empleaban mano de obra esclava (aun-
dose. La región empezó a atraer los ganados de que en cantidades mucho más modestas) pero
Neiva, en desmedro del abastecimiento de Santa sus productos estaban destinados a un mercado
Fe, creando un nuevo eje sobre el cual gravitaba local. El empleo de esclavos en las haciendas
la economía entera del Nuevo Reino. era una consecuencia del predominio de los mi-
La formación de haciendas del valle del neros. Estos podían hacerse a tierras baratas y
Cauca en el siglo XVIII y a fines del XVII presenta asegurarse una fuente de abastecimiento regular
variantes a un modelo demasiado rígido que para sus empresas mineras, empleando una
polariza las explotaciones agrícolas con grandes mano de obra que de otro modo hubiera estado
disponibilidades de tierra en haciendas y planta- desocupada o producido rendimientos muy ba-
ciones. Como lo ha observado recientemente el jos en las minas. Es probable también que la
americanista sueco Magnus Mórner, estos dos residencia de los esclavos en las haciendas haya
modelos constituyen los eslabones terminales sido más favorable a su reproducción que en las
de una cadena de posibilidades que combinarían minas y que por lo tanto las haciendas hayan
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 137

sido también una fuente de abastecimiento de a circuitos más vastos de circulación de los bie-
mano de obra. ¿Haciendas o plantaciones? Los nes. Los comerciantes eran los agentes del des-
rasgos más peculiares de estas explotaciones plazamiento de riquezas y del drenaje de exce-
agrícolas de tipo colonial eran apenas subsidia- dentes. A pesar de los riesgos de su actividad
rios de una economía minera no sólo en cuanto -entre los que figuraban los malos caminos y
al mercado para sus productos, sino también la precariedad de las relaciones jurídicas- el
respecto al tipo de mano de obra empleado. Su comerciante gozó siempre de ventajas económi-
evolución posterior estuvo condicionada por los cas frente a los productores directos. Desde los
avatares de las explotaciones mineras hasta el tiempos de la Conquista el comerciante estuvo
punto de estancarse en el momento en que la por encima del resto de los ocupantes, si no en
minería del oro entró en decadencia. A fines consideración social, por lo menos en cuanto a
del siglo XVIII comenzó a insinuarse la presencia las oportunidades de amasar una fortuna excep-
de sistemas de colonato (asociados a la explota- cional.
ción del tabaco), los cuales se generalizaron en El papel de los comerciantes como acumu-
el siglo xix, particularmente después de la abo- ladores de riqueza no se limitó, empero, a servir
lición de la esclavitud. de eslabón entre una metrópoli que drenaba ex-
Si estas haciendas contrastan con el modelo cedentes productivos y colonias en las que había
tradicional en el tipo de mano de obra empleando avidez o necesidad de consumir productos euro-
inicialmente, su evolución posterior pudo mos- peos. Durante los siglos XVII y XVIII, cuando
trar un parentesco mayor que con las plantacio- encontraron una aceptación social más favora-
nes. Además, la utilización misma de la tierra ble, los comerciantes no se contentaron con ha-
no puede compararse con el tratamiento que cer una fortuna para disfrutarla en España. Mu-
recibía en la economía antillana, altamente com- chos buscaron incorporarse a la nueva sociedad
petitiva. Aquí la unidad productiva combinaba e invirtieron en minas y haciendas. A este fenó-
porciones reducidas sembradas de caña con pla- meno puede atribuirse, por lo menos en parte,
tanares, cultivos de arroz y grandes reservas de la nueva prosperidad alcanzada en el siglo XVIII.
pastos naturales para una ganadería extensiva. El comercio no fue una actividad estricta-
En algunas partes del valle geográfico (en el mente profesional en América. Desde los días
norte, entre Roldanillo y Río frío, en las inme- de Jerónimo Lebrón, muchos funcionarios -fue-
diaciones de Cali y en el sur del valle, en la ran el mismo presidente de la Audiencia, los
jurisdicción de Caloto) pudieron instalarse pe- gobernadores y los oidores o simples jueces de
queños cultivadores, a veces pardos y mestizos. comisión y otros funcionarios menores- se vie-
Las haciendas mismas permitieron el asenta- ron envueltos en actividades comerciales. Du-
miento de "agregados" que mantenían porque- rante todo el período colonial los funcionarios
ras, rozas y algunas cabezas de ganado. de la Corona fueron acusados insistentemente
La presencia de esta población que iba en de buscar un lucro en el comercio e inclusive
aumento permitió la formación de núcleos y en el contrabando. De otro lado, la venalidad
poblamiento que a fines del siglo XVIII se reco- de ciertos cargos abrió la puerta para que comer-
nocían como parroquias o viceparroquias. Estas ciantes buscaran el prestigio que aquellos impli-
formas de poblamiento en ocasiones en torno a caban y los compraran. En ciertos casos, la prácti-
la capilla de una hacienda, contrastaban con la ca comercial era hasta una ventaja para ejercerlos.
de los altiplanos, en donde una población indí- Desde un punto de vista profesional, los
gena original había dado paso a una creciente comerciantes eran de dos clases: mercaderes de
mestización y a la conversión de los primitivos la carrera o comerciantes al por mayor, con
pueblos de indios en parroquias de "españoles" vinculaciones directas con Cartagena y Sevilla,
a finales del siglo XVIII también. y simples tratantes o comerciales locales al por
menor. Los mercaderes de la carrera eran en su
El comercio mayoría españoles, aunque muchos de ellos es-
tuvieran avecindados en Cartagena,Mompox,
El comercio fue una actividad integradora Santa Fe, Tunja, Honda, Popayán o Quito, Estas
del mundo colonial español. En la medida en ciudades fueron muy pronto los centros nodales
que comerciantes itinerantes se desplazaban por del comercio, desde donde las tiendas de los
las regiones del Imperio, éstas quedaban ligadas mercaderes repartían los géneros a centros mi-
138 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

neros o ciudades menores. Los mercaderes de Desde el siglo XVI las fortunas más consi-
la carrera manejaban capitales que desde el siglo derables, aun entre encomenderos, pertenecían
XVI podían sobrepasar los cien mil pesos de a aquellos que podían dedicarse al comercio.
plata (o patacones), riqueza con la que sólo con- Algunos encomenderos lo hacían por inter-
tados terratenientes y algunos mineros podían puesta persona (sobre todo cuando tenían tienda
rivalizar. abierta) para no inhabilitarse para el ejercicio
de cargos honoríficos, generalmente en el ca-
Estos comerciantes al por mayor maneja- bildo de su ciudad. Pero ya en la segunda mitad
ban una gran parte del crédito colonial, aquél del siglo XVII grandes comerciantes en Santa
que estaba representado por obligaciones perso- Fe (Ricaurtes, Londoño y Trasmiera) y en Popa-
nales, garantizadas por una escritura pública (sin yán (Arboleda, Hurtado del Aguila, Diego de
garantía hipotecaria),por simples vales o por un Vitoria) no sólo estaban asociados a la política
asiento en sus libros. Los préstamos que usual- local, sino que ocupaban cargos en la burocracia
mente se otorgaban los mismos mercaderes entre imperial. Un Ricaurte era oidor en Quito, mien-
sí solían ser de una cuantía excepcional y se tras su hermano había heredado la tesorería de
consignaban ante un escribano. En ocasiones se la Moneda en Santa Fe. En Popayán, un Hurtado
trataba de contratos de comandita encubiertos del Aguila fue contador de la Caja Real a co-
bajo la ficción legal de un préstamo. Los plazos mienzos del siglo XVIII. Estas promociones vi-
para tales préstamos no solían exceder de un nieron después que los descendientes de un co-
año y su tasa de interés era mucho mayor que merciante se habían integrado a los estratos más
la de los préstamos censitarios, usuales entre tradicionales y poseían haciendas y minas.
terratenientes. Aunque la tasa de interés de estos
préstamos solía ser del 10% (contra un 5% de La influencia local de los grandes comer-
los préstamos censitarios), en el momento de la ciantes fue muy notoria en el curso del siglo
llegada de la flota a Cartagena podía elevarse XVIII. El comercio de esclavos y el contrabando
al 20 y al 25%. estuvieron en el origen de las grandes fortunas
de la época y de la influencia creciente de este
Los grandes mercaderes se hacían cargo sector. En algunos sitios la competencia por el
también de "empleos" es decir, de dinero de los poder local originó conflictos con otros sectores
particulares -fueran comerciantes o no- que de- que finalmente se resolvieron a favor de los
seaban hacer una inversión fructífera en las fe- comerciantes, privilegiados por la política ilus-
rias de Cartagena o en la plaza de Quito. Estos trada de los últimos borbones.
"empleos" ampliaron el desastre a muchas for-
tunas del interior cuando ocurrió el saqueo de Las necesidades de los pobladores españo-
Cartagena por los franceses en 1697. Precisa- les atrajeron desde muy temprano mercancías
mente ese año muchos comerciantes de Quito, europeas. Durante la Conquista estos artículos
Popayán y Santa Fe habían bajado a esperar la habían sido escasos, pues el aprovisionamiento
armada con sus propios capitales y numerosos desde Europa no sólo era precario sino que el
"empleos". mismo internamiento de las expediciones las
alejaba de los sitios a donde llegaban. De allí
El adelanto de mercancías de los mercade- que los conquistadores tuvieran que pagar las
res a los tratantes o a simples particulares se mercancías europeas, casi literalmente, su peso
consignaban en memorias o en simples vales. en oro.
Los asientos de los libros de los comerciantes El trabajo del historiador francés Pierre
podían aducirse también como prueba en juicios Chaunu ha mostrado cómo el volumen de este
ejecutivos. Gran parte de la actividad y de los tráfico respondía a la importancia de los asenta-
desplazamientos de los comerciantes giraba en mientos españoles. Durante los decenios de
torno a estos cobros, aunque podían realizarlos 1531-1540 y 1541-1550 los puertos de Vera
también mediante apoderados, generalmente Cruz y Nombre de Dios sobrepasaron en activi-
otros comerciantes. La frecuencia de poderes dad a su antigua base en Santo Domingo. La
en los archivos notariales sugiere una comuni- plata peruana y mexicana rivalizaba, por lo me-
dad de mercaderes bien asentada, en la que la nos en peso, con el oro de Santo Domingo du-
proveniencia de una misma región en España o
vínculos familiares y de amistad jugaban un rante él primer decenio, y en el segundo lo so-
gran papel. brepasaba aun en valor. Frente a estos dos puer-
tos, la actividad de Cartagena fue muy modesta
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 139

hasta el decenio de 1581-1590, en que experi- Los asientos de la trata negrera que España
mentó un crecimiento que culminó en el decenio tuvo que otorgar sucesivamente a portugueses,
siguiente. Las magnitudes del comercio de 1600 franceses e ingleses, servían para disimular tam-
se mantuvieron con altibajos en los treinta años bién la introducción de mercancías de comercio
siguientes, para caer abruptamente después. ilícito. Durante el siglo xvn, las luchas por la
Esta tendencia del tráfico comercial es una ré- supremacía colonial, que interrumpían el tráfico
plica de la curva de la producción aurífera. entre España y las Indias, favorecieron la acti-
Los dos decenios del tránsito al siglo XVII vidad de empresarios-piratas ingleses, franceses
significaron para España un esfuerzo enorme en y holandeses. Durante el siglo XVIII el auge de
cuanto a la organización del comercio, su fisca- las posesiones antillanas, particularmente Ja-
lización (en 1592 se introdujo la alcabala) y su maica, permitió a los ingleses desvertebrar com-
defensa mediante el costoso sistema de flotas pletamente el comercio español.
armadas. Tras la captura de la flota entera en A comienzos del siglo XVIII las cosas ha-
Matanzas (1628) por los holandeses, una guerra bían llegado a tal punto, que podía presumirse
con Francia (1635-1659), revueltas en Cataluña, que cualquier comerciante de la carrera estaba
desasosiego y conspiraciones en Castilla, la se- mezclado en el contrabando. Así, entre 1710 y
paración de Portugal (1640), dos bancarrotas de 1713 se otorgó un indulto al que se acogieron
las finanzas reales (1647 y 1653), una nueva voluntariamente muchos comerciantes, entre
captura de la flota (1657), esta vez por los ingle- ellos hombres que gozaban de prestigio local y
ses, y la pérdida consiguiente de Jamaica, el de cargos honoríficos como los maestros de
comercio regular con las Indias se vio muy afec- campo Agustín de Londoño y Trasmiera (uno
tado. En este período de 1653 y 1659 sólo pu- de los comerciantes más ricos de Santa Fe) y
dieron arribar a Cartagena una flota (enero de José Tafur de Valenzuela (quien había adminis-
1654) y cuatro galeones. Para un observador trado la Real Hacienda en Santa Marta). Como
contemporáneo de la Nueva Granada era resultado del indulto se recogieron más de 14
".. .cosa tan irregular y tan impensada, que desde mil patacones entre quince comerciantes. Este
que se descubrieron estos reinos de Indias no indulto, lo mismo que uno similar que se exten-
se ha visto...". dió a los mineros del Chocó que no habían pa-
gado los quintos reales, revela la incapacidad
Nuevas guerras con Francia (1673-1678 y en que se encontraba el Estado español para
1697, cuando España tuvo que ceder parte de controlar aun aquello a lo que dedicaba sus ma-
Santo Domingo), y aun sin ellas, trajeron sa- yores desvelos. En momentos de conflicto con
queos de plazas fuertes que vigilaban el comer- potencias extranjeras, y especialmente los pri-
cio entre la metrópoli y sus colonias Porto Belo meros años del siglo XVIII marcados por la gue-
en 1668, Maracaibo en 1669, Santa Marta y rra de secesión, las flotas se hacían tan irregu-
Río de la Hacha en 1670 y la captura de Carta- lares que el contrabando llegaba a aceptarse
gena en 1697. Ya se ha mencionado cómo en como la forma normal de abastecimiento de las
esta ocasión los comerciantes de la carrera per- colonias.
dieron no sólo sus propios capitales, sino los
"empleos" que habían llevado a la feria. El comercio—legítimo o ilegítimo-obtenía
No eran, sin embargo, las flotas españolas tasas de ganancia exorbitantes y servía para dre-
las únicas en abastecer de ropas de Castilla a nar no sólo el metal amonedado sino también
los mercaderes de la carrera. Pues lo de ropas el oro físico que no había pagado quintos reales.
de Castilla no pasaba de ser un eufemismo para Era el origen de las fortunas más sólidas en el
designar cualquier mercancía de procedencia Nuevo Reino y la gobernación de Popayán, y
europea. No sólo el comercio lícito estaba domi- la fuente de capitalización de minas y haciendas
nado en la fuente misma de su monopolio, Se- cuando los comerciantes de la carrera (general-
villa, por capitales franceses, genoveses, etc., mente españoles) decidían avecindarse. Natu-
ya desde comienzos del siglo XVII, sino que ralmente, la suerte del comercio estaba ligada
otras naciones fondeaban sus barcos en las cos- a la coyuntura general y, sobre todo, al ritmo
tas del Caribe o sobornaban a los funcionarios de la explotación del oro. Sin embargo, como
de los puertos para vender sus mercancías de observaba un funcionario en medio de la crisis
contrabando. del siglo xvn:
140 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

"...Nunca ha cesado el comercio de los frutos estabilidad, pues los derechos fluctuaban apenas
y mercaderías de este Reino con la costa y entre cuatro y seis mil pesos de plata cada año.
todas las ciudades donde se saca oro, que im- Durante el virreinato de Messía de la Cerda
portan mucha cantidad, ni tampoco han dejado (1761-1767/8) se observa un cierto auge, se-
de venir mercaderías de navios que han en- guido de una depresión que se prolonga más
trado en Cartagena..." allá de la Revolución de los Comuneros.
Es decir, que el comercio podía alimentarse La estructura de este comercio puede dedu-
hasta cierto punto con la producción interna. En cirse de las cuentas detalladas de dos años (1773
algunos casos, la carrera individual de un comer- y 1775). En 1773 pasaron por Honda, con des-
ciante había evolucionado desde su calidad de tino a Cartagena, Mompox, Santa Fe de Antio-
simple tratante a la de mercader. El fundador quia, Medellín, Remedios, Rionegro, Marinilla
de una gran dinastía de terratenientes y mineros, y Yolombó 6.752 arrobas de azúcar, 1.930 car-
Jacinto de Arboleda Salazar, se inició como tra- gas (de 10 arrobas) de harina, 375 cargas de
tante en Anserma, en donde fue procesado por cacao y 381 de frazadas. La harina pagó el
un visitador por vender géneros a indios y escla- 28.7% de los derechos, el azúcar 23.4%, el
vos. Cuando el Chocó era una frontera inhóspita cacao 22.1%, las frazadas el 11.3% y el resto
atrajo también a muchos tratantes que esperaban (14.5%) estaba repartido entre cerdos, jamones,
adquirir un capital con las ganancias que se ob- garbanzos, sal, arroz, panela, etc. El comercio
tenían en el trato con los mineros. estaba dominado por antioqueños (Carrasqui-
Algunos géneros agrícolas podían ser ob- lla, Tirado, Posadas, Montoya y Aranzazu) que
jeto también de transacciones provechosas. Los enviaban mercancías desde Honda a sus socios
cereales del Nuevo Reino, por ejemplo, alimen- en la región antioqueña. Que este comercio no
taron mercados urbanos, centros mineros y la representaba gran cosa, puede deducirse del he-
plaza fuerte de Cartagena hasta comienzos del cho de que para 1716/18 se calculaba que las
siglo XVIII, cuando fueron sustituidos por las solas regiones de Tunja y Villa de Leiva cogían
harinas que introducían los ingleses de sus co- 30 mil cargas de trigo. Para el mismo año de
lonias, al amparo de la trata negrera. Las harinas 1773 la jurisdicción de Pamplona producía 6
del Nuevo Reino fueron objeto de un prolongado mil quintales, o 2.400 cargas, cantidad que ex-
debate en el siglo XVIII. Algunos virreyes (Es- cedía la que se registraba en Honda para abas-
lava y Guirior, por ejemplo) quisieron estimular tecer a Cartagena y a los centros mineros. El
este comercio, pero otros (Solís, Messía de la consumo de Cartagena tampoco parece haber
Cerda) autorizaron a asentistas particulares para sido demasiado grande, y lo que empujaba a
que introdujeran esclavos negros y con ellos buscar el control de este mercado contra los
bastante harina como para abastecer a Cartage- abastecimientos de las colonias inglesas eran
na. Gran parte de las dificultades residían en el los mejores precios que se podían obtener por
transporte de las harinas desde el interior. En el trigo. Según el Tribunal de Cuentas de Santa
1757 quiso regularizarse el aprovisionamiento Fe, entre 1701 y 1713 se habían llevado a Car-
mediante un monopolio otorgado a dos comer- tagena 4.246 cargas de harina, la mayor parte
ciantes. Estos no pudieron cumplir sus compro- extranjeras. Y entre 1714 y 1769 el consumo
misos, tanto por las dificultades en el tranporte habría sido de 60.590 barriles (de dos quintales)
(que combinaba muías y embarcaciones) como introducidos por los negreros. Estos barriles re-
por la competencia de las harinas que venían presentaban entonces un consumo anual aproxi-
con los esclavos. mado de 900 cargas. El problema parece haber
Del Nuevo Reino se llevaban también a residido en la amplitud de los mercados para
Cartagena y a los centros mineros de Antioquia una producción especializada. Por eso el auge
azúcar, carne, camisetas, costales, cabuyas, de los yacimientos antioqueños debió suplir la
ajos, frazadas, garbanzos, cacao, lienzos, sal, pérdida del mercado cartagenero.
arroz y panela. Se conservan algunas cifras (que El comercio local sufrió finalmente la
se han reducido a un gráfico) sobre el derecho suerte que había corrido el monopolio andaluz
de puertos que estos artículos pagaban en Honda debido a la irrupción de productos extranjeros.
y que revelan los altibajos en el volumen de En 1773 el Tribunal de Cuentas de Santa Fe
este comercio. La curva, que cubre más de cua- observaba cómo, fuera de la decandencia de la
renta años del siglo XVIII, muestra una cierta agricultura, habían venido también a menos los
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 141

obrajes en que se fabricaban ropas de batán, de gobierno económico para la América


"pañetes", "frazadas", "bayetas" , etc., que an- (¿1743?). En 1768, por ejemplo, se había auto-
tes se vendían en las provincias de Caracas, rizado el comercio intercolonial entre Perú y
Maracaibo, Barinas, etc. Las ferias de Tunja Nueva Granada, y en 1774 entre todas las colo-
habían perdido importancia debido a que la com- nias con puertos en el Pacífico. Esta medida
pañía Guipuzcoana traía lienzos finos y otros favorecía a los reales de minas del Chocó que
textiles a cambio de cacao, y con ello perdían durante todo el siglo x v m habían visto limitadas
estimación las ropas fabricadas en el Reino y sus fuentes de abastecimiento. En 1776 y 1777
aun las de Quito. Santa Marta y Río de la Hacha se sumaron a
El último cuarto de siglo XVIII trajo consigo otros puertos del Caribe (y a Mallorca, Loui-
cambios radicales en los patrones de comercio siana y la provincia de Yucatán) que se habían
entre España y sus colonias. El fin de la guerra abierto a los grandes puertos españoles.
de los siete años (1756-1762), en la que España
participó en 1762 por un lado, y por otro el El Reglamento de 1778 no surtió efectos
crecimiento experimentado por los países de Eu- visibles en Nueva Granada hasta pasado algún
ropa occidental en los inicios de la revolución tiempo. Un trabajo del investigador inglés An-
industrial, aceleraron la puesta en práctica de thony McFarlane muestra cómo sólo a partir de
los principios reformadores que caracterizaron 1785 se experimentó un crecimiento gradual en
la política ilustrada de los últimos Borbones, el movimiento del puerto de Cartagena. Lo más
especialmente de Carlos III. El reglamento de importante de este movimiento fue sin duda la
libre comercio de 1778 fue la culminación de alteración perceptible de la estructura misma del
una serie de medidas destinadas a liberalizar comercio en los artículos coloniales. A pesar
gradualmente y a incrementar al tráfico entre de que el producto tradicional de exportación,
España y el Nuevo Mundo. La metrópoli quería el oro, siguió ocupando el primer lugar, e inclu-
sumarse ahora a la expansión que prometía el sive aumentó, a su lado otras exportaciones cre-
crecimiento industrial localizado en algunas re- cieron moderadamente.
giones de la Península. Para ello debía modificar El algodón pasó, de 2.573 arrobas en 1770,
sus rígidos patrones mercantilistas, tal como lo a un promedio de 24 mil en el quinquenio 1785-
proponían los ministros ilustrados o el tratado 89. La exportación de cacao por Cartagena au-
atribuido a José Campillo sobre Nuevo sistema mentó en el último decenio del siglo, aunque
142 Nueva Historia de Colombia, Vol. I

el área de producción granadina estaba ubicada que alimentaban su orgullo, la inestabilidad de


en la región de Cúcuta, como una prolongación instituciones republicanas incapaces de cohesio-
de las plantaciones de la Capitanía de Venezue- nar una sociedad en la que abismos de desigual-
la, por donde encontraba su salida. Los cueros dad se aceptaban como el orden natural de las
siguieron exportándose, lo mismo que el palo cosas, todo aparecía descrito a veces con simpa-
brasilete de la provincia de Santa Marta. La tía, a veces con impaciencia, pero con el nece-
quina tuvo un breve período de auge para ser sario distanciamiento de una mentalidad urbana
remplazada muy pronto por la que provenía de y curiosa que se adentraba en un mundo provin-
la Audiencia de Quito. ciano.
Aunque las promesas que despertó la polí- La labor de una historia social en Colombia
tica borbónica con respecto a este comercio y debería ser semejante, aunque más sistemática,
a su diversificación en productos tropicales se a esta observación desasida de los viajeros euro-
desvanecieron con las guerras desastrosas en peos del siglo xix. Debería confrontar la reali-
que se vio envuelto el Imperio a partir de 1796, dad social, no como un orden que pertenece a
debe verse en las nuevas orientaciones, aun con "la naturaleza de las cosas" sino como una for-
todas las restricciones del patrón mercantilista mación de carácter histórico cimentada en valo-
colonial, un preludio a la incorporación de las raciones y percepciones peculiares. Esta labor,
futuras naciones a un tipo de intercambios que inscrita en un conocimiento objetivo, debería
iba a prevalecer durante el siglo xix y aun más servir al menos para deshacerse de los complejos
allá. que, desde el siglo xix, han presidido la confor-
mación de las clases sociales. Si se adopta la
La sociedad. Conceptos históricos sobre actitud de necesario distanciamiento que exige
diferenciación y conflicto social este objeto de estudio, sería bueno empezar por
dar a los conceptos que designan lo social en
un proceso histórico su justo valor. Es decir,
S i la historia económica está en su infancia
en Colombia, la historia social, en rigor,
no ha acabado de nacer todavía. La curiosidad
proceder como historiadores, sin caer en la ten-
tación de abusar de esquemas pretendidamente
que debería despertar una temática que, según teóricos.
un historiador inglés, cubre toda la historia pero Para comenzar, debe hacerse énfasis en el
desde un punto de vista social, sólo ha podido hecho de que, mucho más que los procesos eco-
fijar rasgos generales, a veces muy imprecisos, nómicos, los fenómenos sociales se circunscri-
respecto a las clases sociales. Pero aún estas ben a una época y a un lugar específicos, sin
observaciones siguen siendo subsidiarias de una que sea válido introducir conceptos ajenos o que
historia política cuyo esquema enfrenta a espa- pertenecen a un sistema socio-económico dife-
ñoles e indígenas durante la Conquista y a espa- rente. Hablar, por ejemplo, de la "proletariza-
ñoles y criollos en los episodios de la Indepen- ción" de los indígenas o de burguesía criolla
dencia. para algún momento de la época colonial o,
Curiosamente , aun los comentarios de via- peor aún, tratar de entender los conflictos de la
jeros extranjeros en el curso del siglo xix, más sociedad colonial valiéndose de los mismos es-
próximo a nosotros, no han sugerido tratamien- quemas conceptuales que sirven para aproxi-
tos historiográficos a pesar de abundar sobre lo marse a nuestra propia sociedad, no es válido
que podría ser el objeto de una historia social. ni siquiera como metáfora. La posibilidad de
La observación distante del viajero subentendía elaborar una teoría que sirva de marco de inter-
casi siempre una comparación con Europa y por pretación para una sociedad distante, reposa en
eso se daba en términos que la historiografía la familiaridad que tengamos con todos sus ele-
nacional se resistía a asimilar. De otro lado, la mentos. Sólo en la medida en que podamos
imagen que reflejaban tales observaciones no apropiarnos de esos elementos, que aparecen a
era nada halagadora. Costumbres, hábitos indu- primera vista en forma disparatada, veremos
mentarios y dietéticos, alojamiento, el trato co- surgir las relaciones de lo concreto, es decir,
tidiano entre las clases y el valor social atribuido de su inteligibilidad. Pero esta posibilidad desa-
a personajes por su figuración política o por sus parece si de entrada desnaturalizamos el objeto
esfuerzos intelectuales, el sentido de identidad que se pretende estudiar con falsas conceptual!-
de una élite en los gestos y en las convenciones zaciones.
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 143

El origen de las diferenciaciones sociales de los datos que sirven a una historia social, el
en la época colonial se fundamenta en el hecho esquema dual implantado inicialmente persiste
de la conquista y en el privilegio institucionali- a lo largo de todo el período. O por lo menos
zado. La condición de cada individuo, fijada de se percibe claramente el linde que separa las
antemano por la ley, aproximaba la sociedad llamadas castas de un élite de origen europeo.
americana a la sociedad de órdenes y estados En todo caso , sería un error considerar estos
europa, aun cuando este rasgo no parece el más dos sectores como algo homogéneo. Tampoco
esencial de la nueva sociedad. Es más, este or- la simple diferenciación entre los componentes
denamiento se vio desvirtuado por el hecho de de las castas sirve de criterio infalible para de-
haber sido impuesto violentamente sobre socie- terminar la posición de unos con respecto a los
dades de suyo complejas, queriendo despojarlas otros. El expediente rudimentario de suponer
de sus propios criterios de estima y de privilegio que blancos, mestizos, indios y negros se orde-
social. La dualidad étnica y cultural aparece naban jerárquicamente según las tonalidades de
entonces como el trasfondo decisivo de las dife- la piel, como en un espectro, significa ignorar
renciaciones sociales. Y de entrada, la domina- deliberadamente todas las complejidades que
ción política que repartía recursos y establecía podía introducir el juego político y económico
preeminencias, se coloca como el factor más o la manera como la mentalidad colectiva incu-
importante en la aparición de las clases sociales. baba sus propios prejucios en diferentes épocas
Las transformaciones posteriores de la so- y lugares.
ciedad colonial no se definieron institucional- La mayor dificultad que encuentra una his-
mente de modo tan claro como con respecto a toria social reside en el limbo documental en
la dualidad inicial. Nada equivalente a las cate- que se movieron los sectores mayoritarios de la
gorías de "vecino", "encomendero" o "indios sociedad. Si, en el caso de la sociedad indígena,
de tributo" las sustituyó cuando transformacio- poseemos un acervo satisfactorio de informa-
nes demográficas y económicas les hicieron per- ción, por ejemplo, en las visitas de la tierra que
der su nitidez. Los vagos títulos de nobleza practicaban periódicamente oidores de la Au-
exhibidos en el siglo XVIII, por ejemplo, deben diencia y en las cuales inquirían sobre la orga-
asociarse más con una preeminencia alcanzada nización social y política del grupo, los avances
frente a patrones de estima propios de las socie- del indoctrinamiento religioso, el tratamiento
dades locales, que a un privilegio institucional. que recibían del encomendero, el estado y la
Desde el momento en que la encomienda entró cuantía de sus siembras y de su comercio y el
en decadencia, otros factores intervinieron en número de varones aptos para tributar, en el
el juego, particularmente la competencia profe- caso de la élite blanca poseemos toda la informa-
sional en actividades económicas. Funcionarios, ción deseable sobre sus actividades de todos los
mineros, terratenientes y comerciantes comen- días, desde el nacimiento hasta la muerte, en
zaron a disputarse preeminencias y sitios de fi- archivos parroquiales y notariales, en libros de
guración y a tratar de inclinar los favores del cabildos y en informaciones de tipo administra-
Estado. Mestizos y blancos pobres, condenados tivo, los datos sobre la población mestiza o sobre
al ejercicio de oficios serviles y artesanales o blancos pobres, artesanos, gañanes, aparceros,
al cultivo de una parcela como pequeños propie- etc., es pobre y aparece muy dispersa. Aunque
tarios o como agregados, se vieron ubicados sobre los esclavos negros hay una información
socialmente también por su condición económica. muy rica cuando se trata de ellos como de un
Estas transformaciones sólo podrían visua- factor cosificado de la economía, las observa-
lizarse con claridad a través de factores cuanti- ciones sobre su vida cotidiana, para no hablar
tativos, mal conocidos. Por ejemplo, ¿cuál era de elementos aún más subjetivos, son casi ine-
el peso de la población mestiza (o esclava o de xistentes. Esta ausencia entraña el peligro de
españoles pobres) en un determinado momento? hacer aparecer los rasgos que caracterizan a una
¿Cómo se repartían cuantitativamente entre los élite como propios de toda una sociedad, esca-
diversos oficios? ¿Cómo participaban en el re- moteando de esta manera la existencia histórica
parto de la riqueza social y en sus productos, de los sectores mayoritarios.
es decir, cuál era su nivel de vida?. El trabajo del historiador no puede ser sus-
A pesar de todos los matices que se pueden tituido tampoco en este caso con esquemas abs-
introducir con una exploración más adecuada tractos, por bien intencionados que sean. Una
Nueva Historia de Colombia, Vol. /
144

cierta ingenuidad histórico-militante suele acu- dígenas y esclavos. Estos proporcionaron el


mular anacronismos de este tipo con el objeto grueso de la mano de obra que sustentaba el
de hacer de la historia un relato ejemplar y mo- sistema económico y cuyo empleo se daba me-
ralizante. Se niega a admitir que hay un conoci- diante formas institucionales de explotación: la
miento histórico y se contenta con agarrar cual- encomienda, la mita, el concierto/alquiler o la
quier incidente para construir un mito intempo- esclavitud. A su lado existían otros sectores po-
ral. No importa que ese incidente tenga una pulares de blancos pobres y todas las formas
significación propia (que es posible reconstuir) posibles de mestización que no estaban enmar-
dentro de un contexto histórico. Por ejemplo, cados dentro de un esquema institucional rígido.
el tratamiento de guerras y levantamientos indí- Puede decirse que estos sectores fueron la base
genas o de rebeliones de esclavos ni siquiera de relaciones sociales de producción abiertas
contempla a veces la posibilidad de situarlos hacia el futuro. Como las exigencias de tipo
dentro del tipo de sociedad en la que ocurrieron, salarial no podían ser satisfechas por el tipo de
una sociedad dotada de leyes y de determinacio- unidad productiva colonial (la hacienda), se de-
nes ideológicas ajenas a las nuestras. Esta abso- rivó hacia una explotación extensiva de pastos
luta ineptitud para manejar materiales históricos naturales, que empleaba algunos gañanes y pas-
(que haría ruborizar a un Porchnev, a un Hobs- tores, o a formas de colonato, de agregados,
bawm o a un Pierre Vilar, por cuanto se reclama aparceros, medieros,etc., es decir, a formas que
como la más esforzada y efectiva militancia po- generaban una renta de la tierra en especie o en
lítica) se disimula, de contera, como el fruto de trabajo.
agotadores combates el "empirismo". Gran parte de esta población, que no podía
Para que la historia social del período co- ser ubicada en los campos por la limitación in-
brara vida y no se presentara como un mero trínseca de aquellos arreglos sociales, o de la
esquema de falsas pretensiones teóricas, haría agricultura parcelaria sin salidas a un mercado,
falta preguntarse por los contenidos y la signifi- debió convertirse en población urbana, al menos
cación de vidas oscuras, mal iluminadas por las por largas temporadas. Artesanos, pequeños
fuentes tradicionales de los historiadores. En "tratantes" y pulperos, arrieros, gentes de servi-
algunos momentos culminantes de conflictos in- cio, etc., formaban parte del paisaje urbano del
tensos y a veces banales, en la misma trasgresión siglo XVIII, concentrados en barrios enteros: San
de las normas, en los tipos de criminalidad, se Victorino, en Santa Fe, el Ejido, en Popayán o
nos revelan algunos caracteres de esta parcela La mano del Negro, en Cali.
de la sociedad. Hasta aquí ha tratado de sugerirse la com-
No siempre la sujeción social deja huellas plejidad que, en un estudio de las determinacio-
en un conflicto. Ni estos conflictos pueden ser nes concretas de la realidad, puede alcanzar
asimilados, sin más, a rebeliones populares en nuestra visión de las parcelas aparentamente ho-
el sentido de insurrecciones orientadas ideoló- mogéneas de una sociedad dual. Proceso, demo-
gicamente. Todo conflicto social se mueve y se gráficos (en un doble sentido inverso: declina-
expresa dentro de las limitaciones de su propio ción de la población indígena y acrecentamiento
contexto ideológico. Varios autores han seña- de los mestizos) y transformaciones económicas
lado cómo las explosiones de ira popular dentro introdujeron modificaciones a un enfrenta-
de un régimen de tipo precapitalista tienen casi miento étnico incial, haciendo perder relevancia
siempre un carácter espontáneo. Un levanta- a las definiciones institucionales. Los cambios
miento de esclavos, por ejemplo, podría perse- se perciben tanto en el sector blanco de la pobla-
guir fines inmediatos frente a una situación in- ción, en donde los intereses profesionales eran
tolerable: la esencia misma del sistema esclavis- susceptibles de generar conflictos, como en los
ta, basado en el temor, tendía de suyo a engen- sectores populares, en donde a los matices étni-
drar temor y violencia en amos y en esclavos. cos vinieron a sumarse otros factores de diferen-
Pero en ningún momento se buscaba el objetivo ciación impuestos por la vinculación a diversos
político preciso de abolir el sistema mismo. tipos de trabajo: coerción extra-económica ins-
En un trabajo reciente, Orlando Fals Borda titucional, formas de colonato, trabajo urbano
se preguntaba por la existencia histórica de blan- y rural.
cos pobres. Pues es cierto que en la sociedad Para la historia social, sin embargo, todas
colonial los dominados no eran únicamente in- estas distinciones (étnicas, institucionales, pro-
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 145

fesionales, etc.) no deberían ser suficientes. A y agrícolas daba un movimiento de vaivén al


pesar de ellas, sigue persistiendo un esquema rango que alcanzaban los poblamientos. Carta-
dualista incapaz por sí solo de dar cuenta de gena y Mompox, Santa Fe y Tunja, Pamplona
otros conflictos, muy frecuentes en la sociedad y Vélez, Cali, Buga y Popayán registran episo-
colonial y hasta en el siglo xix. dios de permanente rivalidad, lo mismo que vi-
Al lado de diferenciaciones verticales y ho- llas, pueblos, parroquias y lugares. Durante el
rizontales dentro de la sociedad, existían otras siglo xix la vieja ciudad de españoles de Caloto
que oponían transversalmente a todos sus estra- se refería desdeñosamente a los habitantes de
tos. En el territorio cobijado por la autoridad Santander de Quilichao (que había surgido en
de una Audiencia coexistían ciudades, villas, desmedro de los propios términos territoriales
pueblos de indios, lugares y parroquias. La je- de Caloto) como pueblo de "libertad y manumi-
rarquización de estos poblamientos reposaba en sos".
privilegios,más que en un esquema administra- En conclusión, la historia social se presenta
tivo-constitucional uniforme. En ésto, las nor- en Colombia como un terreno casi virgen para
mas de derecho público seguían las pautas de la investigación. El efectivo conocimiento de
un Estado patrimonial que distribuía favores a estas realidades encuentra, sin embargo, obstá-
los individuos en el derecho privado. La base culos en actitudes diferentes: una, tradicionalis-
objetiva de tales privilegios se fundaba en situa- ta, incapaz de distanciarse de la imaginería com-
ciones de preeminencia o de poder de los centros placiente y vacua que escamotea toda evidencia
urbanos alcanzadas durante la Conquista o desa- sobre conflictos sociales y profundos. Otra, que
rrolladas después. Dentro de ciudades y villas quiere forzar esquemas rudimentarios en proce-
(que constituían la "República de los españo- sos más complicados de lo que puede percibir
les"),algunas poblaciones no gozaban del pres- una ortodoxia militante.
tigio que acompañaba a los centros administra-
tivos, comerciales o mineros. Sin embargo, La preeminencia de los encomenderos
como éstos estaban compuestos por vecinos
cuya estructura social, jerarquías y prestigios y las comunidades indígenas
eran su réplica exacta, así no pudieran rivalizar El carácter privado de las empresas de con-
con ellos en riqueza y en poder. En centros quista en América española tuvo como conse-
como Girón, Socorro, Cartago, Caloto, Mari- cuencia la formación de una casta privilegia-
quita u Honda, existía un patriarcado cuya pree- da, la de los encomenderos. Los rasgos esencia-
minencia era reconocida localmente pero que les de este estrato social surgieron no sólo en
resultaba disminuida en Pamplona, Vélez, Popa- función de antecedentes europeos, sino apoya-
yán o Santa Fe. El hecho de que los centros dos también en las características de las socie-
urbanos reprodujeran los mismos rasgos estruc- dades indígenas sometidas por las huestes de la
turales, ha disimulado que entre ellos existía Conquista. El hecho de que empresas de descu-
una jerarquía. Muchos conflictos en la época brimiento y de conquista no hubieran sido finan-
colonial, y aun en la época republicana, no de- ciadas por el erario real sino que en ellas se
ben atribuirse a un enfrentamiento vertical de hubiera aportado capitales privados (de proce-
clases sociales, sino a un espíritu comunal en dencia europea o formados al ritmo de la con-
el que las solidaridades regionales se anteponían quista misma), justificó el reparto inicial de los
a los desfases verticales. Un poblamiento de recursos americanos entre los participantes en
indios que alcanzaba el rango de "parroquia" esas empresas. Este reparto no sólo significó un
en el siglo XVIII, adquiría sus propios términos premio para quienes habían contribuido militar
territoriales y una cierta autonomía, semejante y financieramente en el sometimiento de los
a la de las ciudades y villas. Las villas a su vez pueblos americanos, sino también una forma de
luchaban por desasirse de la influencia invasora mantener un control efectivo sobre los vastos
de las ciudades. territorios incorporados a la Corona. Por esta
A pesar de los contactos más o menos per- razón, las primeras generaciones de encomende-
manentes y a una cierta fluidez de la élite criolla ros conservaron ciertos rasgos militares. No sólo
y española, no siempre las pretensiones de las estaban obligados, por razones de pulicía (la
aristocracias lugareñas eran reconocidas. El palabra viene depolis), a mantener casa poblada
ritmo desigual del desarrollo de centros mineros en un recinto urbano, sino que, en ella, solían
146 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

alojar un buen número de soldados, sus antiguos sobre las que se fundaba la institución de la
conmilitones. Esto explica también que, mucho encomienda y el poder de los encomenderos.
después de terminada la Conquista y cuando ya Al fin y al cabo, una de las principales funciones
las expediciones de conquista (o entradas) eran de la encomienda consistió en sustituir las jerar-
cosa del pasado, esta sociedad conservara sus quías de la sociedad indígena, poniendo en su
rasgos turbulentos. lugar a los beneficiarios españoles de los repar-
El carácter de premio en el reparto de indí- timientos. El reconocimiento que lograban los
genas de encomienda subrayaba tanto su origen jefes indígenas a través de la percepción de un
militar como las jerarquías de una organización tributo fue transferido a la nueva clase domi-
de este tipo. La proporción del premio corres- nante representada por los encomenderos. Estos
pondía a la importancia del rango dentro de la quedaban colocados así como un eslabón entre
hueste. Al caudillo le tocaba la parte del león una soberanía distante y los nuevos vasallos
y una buena porción a sus capitanes y subordi- incorporados a la Corona española. Sin ser fun-
nados inmediatos. El resto se distribuía entre cionarios del Estado, eran ellos los que recibían
los simples soldados, habida cuenta de sus mé- el reconocimiento debido a ese Estado, como
ritos. Estas jerarquías estaban dadas por el ori- la cúspide, de un nuevo ordenamiento social.
gen social de los miembros de la hueste, por su
participación financiera en la expedición o por Los conflictos políticos y sociales que per-
su experiencia militar anterior. Así, sucesivas turbaron constantemente la sociedad colonial
expediciones podían mejorar la situación rela- hasta comienzos del siglo XVII deben interpre-
tiva de cada uno y acrecentar sus posibilidades tarse a la luz de esta polaridad entre un Estado
de un premio mayor. La dinámica de la con- centralizador y los esfuerzos de la casta de los
quista se explica, en parte, por estas expectativas encomenderos por mantener las prerrogativas
que producían una errancia inquieta de soldados que se derivaban de la conquista. Dentro de este
y caudillos insatisfechos con el botín inicial. El marco tan amplio de interpretación se inscriben
asentamiento definitivo de una hueste, tras el las particularidades de una historia social en la
reparto del botín, hacía evidente una estratifica- que los encomenderos se enfrentaban a menudo
ción social. Que no siempre iba acompañada de con funcionarios del Estado español, por un
la conformidad entre los miembros de la antigua lado,y, por otro, mantenían relaciones cotidia-
hueste militar. Solidaridades de origen regional nas de dominación con los indígenas.
en España, diferencias entre caudillos y simples
soldados, o entre los primeros que llegaban y La naturaleza de estas últimas está ilustrada
expediciones posteriores, celos y rivalidades de con testimonios directos que provienen de las
todo tipo contribuían a que los pobladores no visitas de la tierra. A pesar de que tales relacio-
encontraran un punto de estabilidad. A la con- nes estaban regulados por la ley de tal manera
quista militar sucedió un intenso juego político de reducir al mínimo los contactos entre españo-
en el que el reparto de privilegios, entre ellos les e indígenas, confinándolos, especialmente
el más jugoso de la encomienda, motivaba todos en las ciudades -o "República de los españoles"
los movimientos. Desde el comienzo muchos -y a los pueblos de indios, en la práctica la
conquistadores eran dados a quejarse de las in- presencia de los encomenderos era muy notoria
justicias del reparto. Esto originaba facciones entre los indígenas. En teoría, éstos no debían
que buscaban controlar el poder y redistribuir a sus encomenderos sino la prestación de un
una vez más lo que se había otorgado anterior- tributo fijado de antemano. En la realidad, los
mente. De esta manera, el juego político tendía encomenderos se apersonaban en la comunidad,
a desconocer lo que se sentía ganado por méritos por sí o por intermedio de calpixques o adminis-
militares y a crear confusión y turbulencia dentro tradores, para extraer de los indios todo el tra-
de los pobladores. bajo posible. La coerción permanente e ilegal
creaba un clima de mutua desconfianza refor-
Las condiciones en que se verificó la con- zado por el desamparo de los indios. Todo su-
quista y la situación de los pobladores frente al giere que rara vez sus quejas podían elevarse
Estado español impartieron rasgos específicos ante la Audiencia por intermedio del protector
a la sociedad en la que los encomenderos se de naturales. Cuando éstas se dirigían a los co-
situaban a la cabeza. Pero no menos importante rregidores o a los cabildos, los indígenas se
fue el papel de las mismas sociedades indígenas, encontraban con un nudo de complicidades mu-
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800
147

tuas en el que las relaciones de parentescos entre ley que, como tales, deberían considerarse como
encomenderos jugaban un gran papel. un fenómeno excepcional. Este razonamiento
Todos los motivos de descontento señala- ignora deliberadamente que la encomienda era
dos periódicamente en las visitas de la tierra un sistema de explotación, así fuera justificada
fueron expuestos directamente ante el rey en como un instrumento civilizador. La verdadera
una Relación de agravios por don Diego de To- anormalidad hubiera consistido en el caso de
rres, un mestizo cacique de Turmequé, en 1584. encomenderos que hubiesen rebajado las cargas
La mayoría de estos agravios se refería a los de sus indios -o que al menos se hubiesen ate-
abusos a que daba lugar la prestación del tributo. nido a la ley al percibir sus frutos-. Pero el
Aunque desde 1542 la Corona había querido principio que animaba a esta sociedad no era
limitar esta prestación a aquello que los indíge- precisamente el de la justicia abstracta definida en
nas reconocían ya a sus propios jefes, sustitu- las leyes, sino el del enriquecimiento a toda costa.
yendo simplemente el beneficiario, los enco- Se ha observado muchas veces que la socie-
menderos no se contentaron con esto. La explo- dad colonial del siglo XVI, dominada por el
tación de los indígenas adquirió así rasgos de estrato de los encomenderos, era una sociedad
violencia extrema para forzarlos a tributar no señorial. Los afanes de la conquista debían con-
sólo en especies sino también en jornadas de ducir a los honores, al poder y a la posibilidad
trabajo. La extorsión cotidiana de las comunida- de llevar un tren de vida adecuado a una súbita
des indígenas, realizada al margen de la ley y elevación social. Algunas casas de la ciudad de
con la complicidad de las autoridades, iba for- Tunja dan testimonio de estas pretensiones. Lo
zosamente acompañada de elementos represivos mismo que la actividad febril que algunos enco-
que parecían normales para el funcionamiento menderos desarrollaron en los negocios y en la
del sistema. En algunos casos, la justificación política local de sus ciudades. Si bien muchos
provenía de prejuicios que alimentaba el mismo se quejaban de que las encomiendas no se hubie-
complejo de dominación. Los indígenas, según ran atribuido siempre a beneméritos, es decir,
sus explotadores, eran naturalmente inclinados a soldados de la Conquista o sus descendientes,
a la pereza. Peor aún, no se movían por las sino que muchas habían sido compradas por
mismas razones que los europeos y parecían hábiles negociantes o por algunos escribanos,
indiferentes a la necesidad de acumular bienes y la condición misma de comerciante excluía
indefinidamente. Sus creencias religiosas eran de las dignidades de la República, los encomen-
además, un magnífico pretexto para probar su deros más poderosos no desdeñaban ejercer el
indiferencia moral, insensible a las bondades de comercio, casi siempre valiéndose de testafe-
la indoctrinación en el cristianismo. rros. La explotación de los indígenas dio origen
Numerosos episodios dan testimonio de la a acumulaciones de riqueza que se invirtieron
efectividad de este tipo de justificaciones. Por en minas y en géneros o ropas de Castilla ven-
ejemplo, la persecución de los indígenas que didos a precios muy convenientes. Otros, como
conservaban santuarios subrepticiamente. En Alonso de Olalla, consiguieron privilegios para
abrir caminos y cobrar peajes. Algunas mujeres
1577 se emprendió una verdadera cruzada para encomenderas se mostraron también muy acti-
localizar entierros y santuarios, ricos en ofren- vas, a lo menos en la comercialización de los
das votivas de oro, encabezada por el arzobispo productos de sus estancias.
Zapata de Cárdenas y los oidores Auncibay y
Cortés de Mesa. Algunos indígenas de la región El dominio económico incontrastable gene-
de Tunja y Santa Fe fueron acusados por sus rado por las encomiendas dio origen a casi todas
encomenderos de practicar la hechicería o de las empresas locales del siglo XVI. El auge de
intentos de envenenamiento y encarcelados sin la economía en su conjunto aprovechaba de las
fórmula de juicio. Pero además de estos casos, posibilidades de explotación de sociedades in-
un poco espectaculares, los abusos cotidianos dígenas relativamente ricas y de una mano de
formaban una cadena interminable. Algunos obra todavía numerosa. Como las ventajas eco-
historiadores interpretan estos testimonios desde nómicas se derivaban de privilegios sociales,
un punto de vista moral, recalcando su anorma- no resulta extraño que el juego político haya
lidad dentro de un sistema de relaciones que, producido constantes disturbios. El aparato legal
según ellos, debían ser "armoniosas y justas". y burocrático del Imperio tendía naturalmente
Sólo ven meras violaciones individuales de la a limitar los excesos de los encomenderos, sobre
148 Nueva Historia de Colombia. Vol. I

todo para prevenir que "se alzaran con la tierra". tarse con oidores y visitadores reales, había dado
Preocupaciones éticas sobre el tratamiento de paso a ínfimas intrigas en las que se desgastaba
los indios llevaron también a frecuentes enfren- una sociedad en decadencia. Muchos descen-
tamientos entre encomenderos y unos pocos fun-, dientes de conquistadores ni siquiera podían per-
cionarios de la Corona. Esta lucha, que llegó a mitirse el lujo de vivir en las ciudades, y deser-
su máxima violencia en el decenio de 1580, taban las dignidades del cabildo que hasta co-
comenzó a inclinar la balanza del poder favora- mienzos del siglo se habían disputado en subas-
blemente a la Corona en el decenio siguiente. tas públicas.
Para entonces, visitas sucesivas pudieron com-
probar la pasmosa disminución de los indígenas, Terratenientes, mineros y comerciantes
cuya abundancia original había sustentado pre-
cisamente el poder de los encomenderos. Los encomenderos habían derivado ventajas
A partir de 1610, cuando ya se había cum- económicas de sus privilegios sociales y po-
plido el ciclo de las visitas más importantes y líticos. De allí que se desempeñaran como
de algunas reformas fundamentales como la nor- terratenientes, casi sin competencia. También
malización del tributo, la creación del concierto invirtieron en empresas mineras o comerciales.
indígena y la distribución de resguardos, el es- El exclusivismo social que se desprendía de la
trato social de los encomenderos comenzó a de- participación en la conquista fue dominante en
bilitarse. A mediados del siglo XVII muchos el siglo XVI, y si bien algunos mineros accedie-
encomenderos estaban empobrecidos y, en con- ron al rango de encomenderos o algunos comer-
junto, habían dejado de representar el peso po- ciantes compraron oficios honoríficos, la piedra
lítico que condujera a la ruina a tantos funciona- de toque de su ascenso social fue la integración
rios de la Corona durante el siglo anterior. previa a los linajes de beneméritos a través de
Algunos linajes de beneméritos siguieron alianzas matrimoniales. La actividad económi-
conservando el orgullo de su casta y de sus ca, por exitosa que fuera, no bastaba por sí sola
parentescos. Inmigrantes españoles recién llega- para conferir prestigio social. Durante el siglo
dos, funcionarios y comerciantes sobre todo, se xvn este patrón fue transformándose, a medida
apresuraron a injertarse en viejos troncos fami- que los fundamentos del poder de los encomen-
liares locales. Aunque la actividad y las ambi- deros se deterioraban. El agotamiento de las
ciones de estos recién llegados tuvieron una poblaciones indígenas significó el término de
orientación más concreta, no tardaron sin em- unas posibilidades de enriquecimiento. Los en-
bargo en asimilar el tono y las maneras de la comenderos no gozaron en adelante del mono-
sociedad señorial que había surgido a raíz de polio de la mano de obra servil, y las inversiones
la Conquista. Esta sociedad había logrado una en esclavos comenzaron a poner en un primer
estratificación rígida merced al tipo de alianzas plano a los comerciantes.
familiares en que se confinaba un estrecho cír-
culo de beneméritos. La mecánica matrimonial Un investigador norteamericano, Peter
había servido para perpetuar las encomiendas Marzahl, ha señalado cómo en Popayán los co-
mucho más allá de las dos vidas establecidas merciantes habían sustituido en parte a una élite
por la ley. La endogamia del grupo permitía más tradicional a fines del siglo XVII. A ellos
que las encomiendas recayeran siempre en un y a las inversiones en esclavos que hicieron debe
consaguíneo, así éste no fuera un descendiente atribuirse la apertura de una nueva frontera mi-
directo. Más tarde, las alianzas con recién llega- nera. Hurtados, Arboledas, Victorias, etc., o
dos de España, siempre que poseyeran algún inmigrantes más recientes como Torrijanos o
título o pretensión de hidalguía, permitía perpe- Garcés de Aguilar, fueron los detentadores de
tuar la preeminencia social de algunos linajes, fortunas realizadas inicialmente en el comercio
que de otra forma se hubieran extinguido. y en el tráfico de esclavos.
La relativa pobreza, que era casi generali- Pero si los nombres asociados al dominio
zada en el curso del siglo XVII, no fue un obs- económico podían cambiar, no ocurría así con
táculo para que las pretensiones de un estrecho los patrones que perpetuaban un linaje estable-
círculo de familias se manifestara a menudo en cido. Si hubo un cambio, éste fue relativo y
querellas sobre minucias de protocolo y de pree- sólo con respecto a la estratificación todavía
minencias. El antiguo poder, capaz de enfren- más rígida de la sociedad de los encomenderos.
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800
149

Establecidas las nuevas bases del poder y del Las castas


prestigio, su acceso encontraba las mismas difi-
cultades que las encomiendas. Sería por lo tanto La polaridad racial entre los ocupantes de
un error hablar de mayor movilidad social o de origen europeo, por una parte, y los indígenas,
una nueva mentalidad que la favoreciera. Los los negros esclavos traídos del África y
mismos mecanismos que habían servido para todas las variantes de mezclas raciales origina-
solidificar el estrato encomendero y que contri- das de estos tres componentes básicos, por otra,
buyeron a su monopolio de los recursos de tie- originó el concepto social de las castas. Con
rras, minas y mano de obra, se pusieron en obra este nombre se designaba a las etnias indígenas
para consolidar esta sociedad de comerciantes, y africanas y sus derivados mestizos. El concep-
terratenientes y mineros. to, que englobaba despectivamente una variedad
Esto no quiere decir que los conflictos es- infinita de matices raciales, no podría descom-
tuvieran ausentes. No sólo existieron rivalidades ponerse con alguna precisión para explicar acti-
económicas y se formaron facciones dentro de tudes sociales características frente a cada una
los mismos linajes establecidos, sino que la de las castas. Las designaciones blanco, indio,
competencia de los recién llegados creó turbu- pardo, negro y aun esclavo, plantean problemas
lencias que se vieron reflejadas en la política de definición en el contexto de su utilización
local. A mediados del siglo XVIII puede obser- corriente en el trato social y hasta en su empleo
varse un nuevo desfase entre comerciantes de convencional en censos y recuentos de pobla-
origen español y los linajes reconocidos de des- ción, como lo señala John Lombardi en un re-
cendientes de comerciantes que habían invertido ciente trabajo demográfico sobre poblados vene-
en minas y sobre todo en tierras. zolanos. ¿Qué entendían exactamente los con-
temporáneos con estas designaciones?
El estrato dominante en la sociedad del
siglo XVIII exhibía aún los rasgos originales de Aunque aparentemente la palabra blanco
una sociedad señorial. La herencia de la Con- designaba a una persona de puro ancestro espa-
quista no se había perdido enteramente, aun ñol, lo cierto es que a medida que avanzaba el
cuando las polaridades iniciales de origen racial siglo XVIII el concepto genético iba perdiendo
se hubieran complicado a tal punto, que ahora peso frente a la acepción de status social o de
los miembros de la élite tuvieran que redoblar privilegio administrativo. Categorías como in-
su celo para defenderse de la sospecha de mes- dio o esclavo tuvieron una definición institucio-
tizaje. nal y no meramente social. Esto fue cierto para
los indios, por lo menos mientras estuvieron
El insulto más frecuente, en efecto, era la sujetos a la obligación de pagar un tributo. Pero
insinuación de esta sospecha, esgrimida no sin ya en el siglo XVII muchos habitantes de los
malicia por los recién llegados. Este temor ex- pueblos de indios alegaban su condición de mes-
plica también las frecuentes alianzas con inmi- tizos para escapar al pago de los tributos.
grantes recientes, a veces pobres de solemnidad Las designaciones más problemáticas re-
pero instalados muy pronto en los negocios con sultaban ser, naturalmente, aquellas que aludían
una buena dote y con acceso fácil al crédito. a la mezcla racial. Aunque los casos no fueran
Los conflictos de la élite en el siglo xvm- muy frecuentes, los mestizos podían obtener
revisten las coloraciones de sociedad locales que una declaración de ser blancos por merced real
tendían a conservar un statu quo asentado en y con ella el acceso a ciertas dignidades y privi-
privilegios adquridos. Por esto, a pesar de la legios vedados a las castas: ejercer cargos como
coyuntura económica favorable del siglo xvm, el de escribano, tener acceso a la Universidad
la propiedad territorial jugó un papel tan impor- o a las órdenes sagradas, etc. Aun sin esta de-
tante como factor de inmovilismo social. Aun- claratoria, algunos mestizos, sobre todo en el
que el comercio fuera más rentable, la fuente siglo XVI, se colocaron en los rangos reservados
real de privilegio social y político a nivel local a los beneméritos y hasta se aseguraron el goce
se sustentaba, en últimas, en la calidad terrate- de encomiendas por el hecho de descender de
niente. Esto explica también la reacción de las un conquistador.
élites locales al intento borbónico de privilegiar El nombre de pardo se reservó en el terri-
el estamento de los comerciantes, dominado por torio de la Nueva Granada para los mulatos (o
intereses y capitales peninsulares. zambos) libres. Cuando se trataba de esclavos,
150 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

lo corriente era designar la misma categoría tico en la explotación de los esclavos resultó
como mulatos. Para distinguir a los negros de más favorable a la larga al incremento vegetativo
procedencia africana se hablaba de bozales o se de la población negra, que una posición de prin-
agregaba la "casta", es decir, el origen tribal, cipio consignada en las leyes. Además, el hecho
aunque es posible que estos apelativos (arara, evidente de la mestización no borraba las dife-
congo, mina, biafra, lucumi, etc.) se hayan em- rencias sociales, sino que más bien tendía a
pleado en términos muy latos para identificar hacer extensiva la actitud negativa de una élite,
una región de extensión variable en el África que se identificaba fácilmente entre sí, hacia
occidental. Los negros nacidos en América eran los blancos pobres.
criollos, aunque en algunos casos podía tratarse Con todas las complejidades que pueden
de mulatos. resultar de un examen somero de las designacio-
A diferencia de las Antillas, o de la socie- nes raciales que proceden de los documentos de
dad esclavista del sur de los Estados Unidos, la época, el problema resulta incomparable-
en donde la manumisión llegó a ser indeseable mente mayor si se trata de establecer las actitu-
y muy restringida por la ley, en la Nueva Gra- des y la valoración social que acompañaba a
nada las manumisiones fueron frecuentes. A ello cada una. Evidentemente, muchos prejuicios
contribuyó la heterogeneidad racial básica, en provenían de la minoría blanca dominante y ella
donde la oposición de los blancos a otros secto- poseía de manera natural el monopolio de las
res raciales se diluía a través de una gama muy valoraciones. El indio era perezoso en el siglo
amplia de mestizaje. Además, el manumiso o XVI y se había embrutecido en el siglo XVIII.
liberto encontraba un inserción dentro de las Los mestizos, fuente inagotable de conflictos,
clases bajas que las colonizaciones anglosajonas y los pardos, pendencieros y borrachos. Los
toleraban con dificultad. Allí los blancos pobres estereotipos sobre las castas tuvieron una larga
nunca hubieran admitido una familiaridad social vida en la época colonial y, al parecer, una
con los libertos. En la Nueva Granada eran fre- aceptación universal.
cuentes las uniones entre libertos y mestizos y
aun blancos pobres. En ocasiones éstos llegaban Pero si estos estereotipos manipulados por
hasta comprar la libertad de un cónyuge o de la población blanca eran negativos para la gene-
los hijos. El amo podía encontrar ventajosa la ralidad de las castas e iban acompañados de
compra o razonar como las monjas de la Encar- toda clase de limitaciones sociales, la ubicación
nación de Popayán en 1719, quienes pensaban de cada una en el aparato productivo podía pres-
que, tarle condiciones de ascenso o de consideración
"...De no convenir a dicha libertad se puede social. Los mestizos, por ejemplo, sobre quienes
seguir el que dicha mulata se pierda retirán- recaía una buena dosis de desprecio, estaban
dose al palenque del castigo, en donde se re- sin embargo ampliamente distribuidos en mu-
fugian muchos esclavos y totalmente se pier- chos intersticios sociales. Eran gañanes en el
den". campo, arrieros, pequeños tratantes o pulperos,
En Colombia ha habido una aceptación tá- artesanos o dueños de parcelas. Algunos, inclu-
cita del argumento clásito de Frank Tannen- sive, se hicieron a una fortuna considerable en
baum, según el cual la actitud de los coloniza- el comercio o en las minas, aun cuando este
dores ibéricos frente a etnias diferentes estaba hecho no les haya traído inmediatamente el re-
suavizada por consideraciones éticas sobre el conocimiento social.
valor de la persona humana. Esta actitud básica En las minas del Chocó algunos pardos y
se habría reflejado en una legislación explícita negros libres poseían uno o dos esclavos durante
destinada a proteger a los indios y a ahorrar a el siglo XVIII. Los arrieros, mestizos o pardos,
los esclavos un tratamiento inhumano. El hecho podían acumular también una fortuna en muías
objetivo de la mestización en las proporciones y contratar los servicios de muleros. Excepto
que se dio, probaría, además una ausencia de en algunos casos, cuando la mano de obra era
prejuicios raciales. Este argumento no ha sido muy competida, no había cortapisas para que
examinado entre nosotros a la luz de otras evi- un miembro de las castas explotara el trabajo
dencias. Para muchos investigadores norteame- ajeno. Gran parte del descrédito de los mestizos
ricanos hoy resulta claro que un tipo de raciona- provenía sencillamente en que lo hacían, aunque
lidad económica o un tratamiento legal pragmá- en mucho menor escala que españoles y criollos,
La economía y la sociedad coloniales, 1550-1800 151

como calpixques, mayordomos o tratantes y pul- "hidalguía", la "nobleza" o la simple "limpieza


peros. Las limitaciones económicas de las castas de sangre" eran buscadas y celosamente defen-
se derivaban más bien del hecho de que los didas de suspicacias o de meras agresiones ver-
privilegios sociales y políticos podían dar lugar bales. La honra o la estima general en que era
a ventajas económicas, tales como la asignación tenido un linaje, por su ancestro libre de toda
de concertados, de tierras, de derechos de mi- sospecha de mestizaje, podía ser asunto de plei-
nas, etc., y de que, por otra parte, las minorías tos ruidosos, como si se tratara de un bien tan-
conservaban una cohesión que multiplicaba las gible. Las ocasiones para estos pleitos se multi-
oportunidades y el acceso al crédito, reservado a plicaron en el siglo XVIII, cuando el mestizaje
los propietarios de inmuebles o, entre comer- era tan generalizado que, para mantener una
ciantes, a quienes se reconocía solvencia o po- cohesión, las minorías dominantes debían mul-
dían contar con avales conocidos. tiplicar su celo ahondando aún más las diferen-
En un artículo memorable, Jaime Jaramillo cias sociales que se basaban en el desprecio de
Uribe ha descrito esta sociedad en la que la las castas.

Bibliografía

General
Este trabajo está basado en gran parte en el material de investigaciones anteriores al que se ha
dado una forma más conceptual, prescindiendo al mismo tiempo de referencias eruditas
a los archivos {Historia económica y social de Colombia, 1537-1719, 2a edic., Medellín,
1975. Cali: terratenientes, mineros y comerciantes, siglo XVIII, Cali, 1975), y de una
investigación en curso sobre la provincia de Popayán.
En los últimos quince años la historia social y económica ha tenido en Colombia las orientaciones
del Anuario colombiano de historia social y de la cultura, cuyo primer número apareció
en 1963 y el último en 1972. Varios ensayos de su director, JAIME JARAMILLO URIBE,
fueron recogidos en el libro Ensayos sobre historia social colombiana (Bogotá, 1968).
Además del libro de ALVARO TRADO MEJIA, Introducción a ¡a historia económica de
Colombia (6a edic., Medellín, 1976), síntesis que recoge algunas de la nuevas orientaciones
de la historiografía colombiana, la Historia de Colombia (t, I, El establecimiento de la
dominación española, Medellín, 1977) de JORGE ORLANDO MELO, promete ser una
visión equilibrada entre el hilo factual y los temas de la historia económica, social y
cultural. Sobre el carácter de la economía europea en el siglo XVI y los problemas del
período de transición, la síntesis más reciente y sólida: INMANUEL WALLERSTEIN, the
Modern World-System. Capitalist Agriculture and the Origins of the European World-Eco-
nomy in the Sixteenth Century (New York, 1976).
Economía

Sobre el oro y la minería, la obra clásica de VICENTE RESTREPO, Estudio sobre las minas de
oro y plata en Colombia (Bogotá, 1952). También ROBERT C. WEST, La Minería de
aluvión en Colombia durante el período colonial (Bogotá, 1972) y WILLIAM F. SHARP,
"The Profítability of Slavery in the Colombian Choco", 1680-1810 (en the Hispanic
American Historical Review, vol. 55, núm. 3, August, 1975, págs.469, ss.). Sobre las
minas de plata de Mariquita, JULIÁN B. RUIZ RIVERA, "La plata de Mariquita en el
siglo XVIII: mita y producción" (en Anuario de Estudios Americanos, vol.xxix, 1972,
págs. 121-169), JORGE O. MELO ha dado a conocer las cifras del oro producido en la
152 Nueva Historia de Colombia, Vol. /

Nueva Granada durante el siglo XVIII en una ponencia presentada al seminario de Historia
de Colombia de la Universidad Nacional (septiembre de 1977) y cuya publicación está
anunciada en la Revista de la Universidad del Valle, núm. 3. Sobre la moneda y la
amonedación, A. M. BARRIGA VILLALBA Historia de la casa de moneda, 3 vols., Bogotá,
1969.
Sobre la tierra, particularmente los resguardos indígenas, ORLANDO FALS BORDA, El hombre
y la tierra en Boyacá, Bogotá, 1957, y MARGARITA GONZÁLEZ, El Resguardo en el
Nuevo Reino de Granada, Bogotá, 1970. Las haciendas han sido objetos de trabajos
regionales o monográficos. Las de la Sabana de Bogotá, por ejemplo, en JUAN A.
VILLAMARIN, Encomenderos and Indians in the Formation of Colonial Society in the
Sabana de Bogotá, Colombia 1530 to 1740 (2 vols. Tesis de doctorado, 1972. Reproducida
en xerox por University Microfilms International. Ann Arbor Mich.), uno de los trabajos
más consistentes escritos hasta ahora sobre este tema. Las haciendas de la Compañía de
Jesús, en G. COLMENARES, Las haciendas de los jesuítas en el Nuevo Reino de Granada
(Bogotá, 1969).

La sociedad
La historia social de la época colonial ha concentrado hasta ahora su atención en la
encomienda. Además de los trabajos pioneros de JUAN FRIEDE: Vida y luchas de Don
Juan del Valle, primer obispo de Popayán y protector de indios (Popayán, 1961), y Los
Quimbayas bajo la dominación española (Bogotá, 1963), DARÍO FAJARDO, El régimen
de la encomienda en la provincia de Vélez (Bogotá, 1969) y dos trabajos recientes de la
escuela que orienta en Sevilla Luis Navarro García: JULIÁN B. RUIZ RIVERA, Encomienda
y mita en Nueva Granada (Sevilla, 1975), y SILVA PADILLA, M. L. LÓPEZ ARELLANO
y A. GONZÁLEZ, La encomienda en Popayán, tres estudios, (Sevilla, 1977).
Otros aspectos de la cuestión indígena han sido tratados por MAGNUS MÓRNER en La Corona
española y los foráneos en los pueblos de indios de América (Estocolmo, 1970) y ULISES
ROJAS, EL cacique de Turmequé y su época (Tunja, 1965).
Sobre los esclavos africanos la bibliografía es todavía escasa. JORGE PALACIOS P. se ocupa
de La trata de negros por Cartagena de Indias (Tunja, 1973), con énfasis especial en los
asientos de finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII. JAIME KING, Negro Slavery
in New Granada (Berkeley, 1945) y AQUILES ESCALANTE, El negro en Colombia(Bogotá,
1964).

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