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INFLUENCIA DE LA CULTURA CLÁSICA EN EL PRÍNCIPE

Alba Pérez Pellicer, TMI alemán

I. Introducción

El príncipe es la obra más conocida de Nicolás Maquiavelo. Es del siglo XVI,


titulada originalmente Il principe, escrita en italiano (en lugar de en latín, práctica clásica
que, influenciada por la corriente renacentista, estaba siendo sustituida por la escritura en
lengua vernácula). Las primeras versiones se titularon De Principatibus y datan del 1513.
Sin embargo, se empezó a imprimir y publicar en el 1532. Es una obra póstuma, publicada
cinco años después de su muerte.

Es un tratado de la concepción de la filosofía política de su época en cuanto a las


maneras más eficientes e ineficientes de mantener los Estados por parte de los príncipes
y gobernantes («la naturaleza de los principados de los cuales me había propuesto tratar,
y de haber señalado en parte las causas de su prosperidad o ruina y los medios con que
muchos quisieron adquirirlos y conservarlos» [pág. 44]), en el que compara casos de la
Antigüedad, ejemplares; con contemporáneos a su época. Básicamente, es una reflexión
con soluciones efectivas del pasado para problemas contemporáneos.

Ya lo reconoce él mismo que se trata de un ensayo donde incluye todos sus


conocimientos. Demuestra un gran saber de la política en la Antigüedad y de la de su
actualidad.

Se ha considerado un ensayo político satírico para, básicamente, cómo no ser un


buen príncipe; aparte de una guía funcional, cínica, para ejercer una política efectiva. Por
otra parte, también se lo considera un ensayo serio revolucionario dentro del género de
guías para príncipes (El Príncipe sigue un esquema de guía didáctica, de hecho). En el
que se da a entender que la vieja manera de actuar y moral son inadecuadas e inestables
para las nuevas situaciones políticas1.

II. Nicolás Maquiavelo y función de la obra

Su autor, Nicolás Maquiavelo (en italiano, Niccolò Machiavello), fue un


diplomático, filósofo político y escritor italiano, de Florencia. Nació en el 1469 y murió

1
MATTINGLY, G. (1995) «The Prince: Political Science or Political Satire?», Major Problems in
the History of the Italian Renaissance (D.C. Heath and Co.: Lexington), pp.179-186.

1
en el 1527 a los 58 años. Fue una figura relevante del Renacimiento italiano, y en la
actualidad se le considera uno de los padres de la Ciencia Política moderna, gracias
principalmente a las ideas expresadas en esta obra y en una obra posterior, Discursos de
la primera década de Tito Livio, donde explica más claramente su visión política.

El príncipe es una obra que escribe en su época de exilio. En 1512 fue torturado y
acusado de conspirar contra los Medici. Lo consiguieron liberar y él se apartó en una
vivienda a cierta distancia de Florencia. Pasó esos años malviviendo en el campo, pero
también fue cuando más se aficionó a la lectura de clásicos y escribió gran parte de sus
obras, entre ellas, esta.

Maquiavelo escribe la obra dedicándosela a Lorenzo de Medici, cosa que


directamente expresa en su introducción. Estaba gratamente impresionado con el mandato
de Lorenzo el Magnífico (1449-1492). El príncipe va dirigida a su nieto Lorenzo II,
estadista y gobernante de la república de Florencia durante 1513 y 1519.

Los Medici eran una familia florentina que con el tiempo ganaron fama y poder
gracias a su banca. Eran de as más importantes de Europa y rigieron el destino de
Florencia durante un siglo (entre 1434 y 1537).

III. Renacimiento y humanismo en Maquiavelo

Para entender a Maquiavelo se necesita, sobre todo, situarlo en su contexto social,


cultural y político. Sus obras están decididamente marcadas por las circunstancias en las
que vivió.

Maquiavelo nació en la cuna del Renacimiento, Florencia, y vivió su expansión en


la Europa occidental, durante los siglos XV y XVI. Fue un movimiento cultural que en la
actualidad marca la transición entre la Edad Media y la Moderna. Este movimiento surge
de la difusión de las ideas humanistas. Maquiavelo fue eminentemente humanista, toda
su formación se basó en el humanismo.

Por humanismo se entiende la corriente intelectual, filosófica y cultural que deja


atrás la visión teocéntrica para dar paso a una antropocéntrica, en la que el ser humano,
sus valores y capacidades, pasan a ser el centro de atención. Los parámetros culturales se
reforman en base a los humanos. Los humanistas volvieron a darle importancia a los
clásicos grecolatinos, a sus ideas, literatura y políticas. Los valores de la Antigüedad se

2
recuperaron en todas las disciplinas. De hecho, el término Renacimiento surge de la idea
de hacer “renacer” las culturas clásicas, romana y griega.

El proyecto de aplicar los ideales clásicos en las nuevas doctrinas pedagógicas dio
lugar a la aparición de los estudios humanistas. Se esperaba que se dominara el latín, se
conociese el arte de la retórica y de los estilos clásicos y se estudiase la historia y filosofía
antigua. La idea de que todo este entrenamiento educativo daba la mejor preparación para
ejercer la política hizo que la corriente humanista tuviese gran importancia en las
universidades y la vida pública del siglo XV y XVI.

Esta corriente predominante en su época explica la forma de pensar y el interés por la


experiencia política y filosofía grecorromana de Maquiavelo.

IV. Influencia clásica

Maquiavelo presenta una situación y una solución en cada capítulo del libro y da
un ejemplo clásico en cada uno con tal de justificar en qué se basa.

Le sorprende la incapacidad de adaptación a las circunstancias de los poderes


políticos de su tiempo, y considera esto su debilidad fundamental; fracasan por esta razón.
Maquiavelo escribe El príncipe con tal de explicar esta situación. Sus ejemplos políticos
contemporáneos forman una parte importante de la obra, pues son comparados con los
hombres del pasado, tanto en sus buenas obras como en aquellas fallidas.

A lo largo de todo su ensayo Maquiavelo lo que da a entender es la necesidad de


imitar los comportamientos de aquellos que consiguieron fama por sus grandezas. Dice:
«algunos hombres egregios que, tomando a los otros por modelos, tenían siempre
presentes sus hechos más celebrados. Como se dice que Alejandro Magno hacía con
Aquiles, César con Alejandro, Escipión con Ciro. [...] Escipión la gloria que le reportó el
imitarlo» (p. 54-55).

Tito Livio y Polibio son posiblemente los autores que más influencia tienen en
Maquiavelo. La gran mayoría de citas son frases de ellos y los hechos nombrados son
aquellos que, principalmente ellos, contaron en sus obras. Otros autores clásicos
influyentes también fueron Jenofonte, Tácito, Cicerón, Salustio… y muchos más, puesto
que era una época en la que estos autores estaban muy extendidos.

3
A partir del 1521, Maquiavelo empezó a trabajar en la academia de Bernardo
Rucellai, escritor humanista, donde se dedicó a traducir las obras de Polibio, por lo que
este fue una gran influencia para él y sus conocimientos.

Por otra parte, Petrarca es un referente humanista para Maquiavelo.


Principalmente se refleja en el patriotismo italiano de los últimos capítulos. Aunque la
obra está escrita en italiano, el primer título (De Principatibus) estaba en latín, copiando
el prototipo de los títulos de las de obras clásicas (De viris illustribus, Suetonio; De
Legibus, Cicerón; De gestis Cesaris, Petrarca…). Esto lo copia de Petrarca, como
homenaje a la lengua de los escritores clásicos.

Maquiavelo siguió la idea de Aristóteles a la hora de ver patrones de conducta, ver


sus peligros y sus soluciones, por eso dice Allan Gilbert que «Maquiavelo no era un
innovador en sí mismo2». Aunque sí sorprende la objetividad que él aplica para ello.

V. Capítulos

A. Los romanos

Los romanos son quienes más marcaron a Maquiavelo. Tanto las grandes figuras
como la generalización de ellos como gobierno y poder militar. Son para el autor un
prototipo de buen proceder, la gran mayoría de consejos del libro se basan en ellos: «los
romanos, en las provincias de las cuales se hicieron dueños, observaron perfectamente
estas reglas» (p.13).
En el capítulo IV Maquiavelo menciona dos maneras de mantener el gobierno
después de conquistado: una de ellas es tener ministros entre los súbditos. Ese es el caso
del gobierno de Alejandro después de vencer a Darío en el imperio romano, y el del Gran
Turco en el siglo XV. Otorga mayor autoridad y dificultad para perderse, pero cuando se
pierde, es más difícil de recuperar.
En cambio, la otra manera, dividida en numerosos principados, como la de Francia
cuando Maquiavelo, es más fácil de conquistar a algunos de ellos, pero el rey nunca puede
saber del todo si ha conseguido el dominio, pues están en constantes revueltas. Eso es lo
que les pasó a los romanos en Italia, España y Grecia: «mientras perduró el recuerdo de
su existencia, los romanos nunca estuvieron seguros de su conquista» (p. 19).

2
Gilbert. Machiavelli's Prince and Its Forerunners. p. 39

4
Más adelante vuelve a centrarse en los romanos, en el capítulo XIX, cuando habla
sobre cómo evitar ser odiado, por el pueblo, los soldados y los nobles. Entonces, como
ejemplos, Maquiavelo menciona los casos de los emperadores, con intención de mostrar
por qué ciertas cualidades son importantes, puesto que todos estos emperadores, excepto
Severo, terminaron mal.
A veces se tenía que elegir entre favorecer a nobles o al pueblo, y aceptar las
consecuencias de la hostilidad del otro grupo. No obstante, los romanos, además, tenían
el tercer grupo al que satisfacer y del que cuidarse: los soldados. En su época tenían
mucho más poder. Y muchos de los emperadores, visto que no podían satisfacer a todos,
elegían a los más fuertes, los soldados.

Pertinax intentó seguir los pasos de Marco Aurelio, pero el sector militar, que
esperaba tener grandes beneficios de su parte, decepcionados, conspiraron hasta terminar
con él. (su vida es narrada en la Historia Augusta). Alejandro Severo destacó, describe
Dión Casio3, por ser pacífico, tranquilo y religioso. Pero mostrarse débil le hizo ganarse
el odio de los soldados, quienes lo asesinaron.

De ellos dos Maquiavelo extrae la idea de que debe evitarse mostrarse vulnerable
ante los súbditos, puesto que tanto las buenas como las malas acciones traen odio. Pues «
un príncipe que quiere conservar el poder es a menudo forzado a no ser bueno […] las
buenas acciones serían tus enemigas.» (p.71).

Por otro lado, están aquellos que actuaron con extrema crueldad hacia el pueblo,
intentando ganarse a los soldados, pero tampoco resultó: Cómodo, hijo de Marco; y
Antonio Caracalla, teniendo el imperio por herencia, fueron violentos, crueles y
vengativos. Consiguieron el odio tanto del pueblo como de los soldados y terminaron
ambos muertos por complot.

El único que triunfó con perversidades fue Séptimo Severo, fundador de la


dinastía. Actuó con astucia y violencia. ambas aplicadas con prudencia. Maquiavelo
extrae de él un ejemplo y una metáfora de cómo actuar: «hay, pues, que ser zorro para
conocer las trampas y león para espantar a los lobos» (p.65).

3
Historiador y político romano de la época de la dinastía Severa. En su obra Historia romana
resumidamente cuenta la vida de Alejandro

5
En cambio, en el siglo de Maquiavelo no es necesario tener tan en cuenta a los
soldados, pues no tienen tanta relación con el gobierno. Es por eso por lo que Maquiavelo
da preferencia al pueblo.

B Principados y cómo conseguirlos

Dedica los primeros capítulos a las distintas formas de conseguir los principados.
En todos ellos, después de explicar cuál es la mejor manera de hacerlo acorde al caso, da
un ejemplo de reinados, sobre todo en la Antigüedad, que así procedieron y consiguieron
sus objetivos.
Habla en el capítulo VI de los principados obtenidos con las armas y el talento
personal, y cómo estos hombres necesitaron también la ocasión propicia para manifestar
su valía como gobernantes. Aquí menciona a quienes considera “los más ilustres”:
Moisés, que necesitó que el pueblo de Israel estuviese sometido e insatisfecho con los
egipcios; Rómulo, quien estuvo expuesto desde su nacimiento para poder fundar Roma;
Ciro, que encontró a los persas descontentos con los medas y a los medas débiles; Teseo,
quien sin la dispersión de las atenienses no hubiese podido demostrar su excelencia.
Pero aun después de haber tenido estas oportunidades fortuitas, nada valdrían sin
sus aptitudes para hacerse respetar cuando, por ser “los pueblos […] tornadizos”, dejasen
de creer en ellos. Para esto Maquiavelo cita la frase «quod nihil illi deerat ad regnandum
praeter regnum» (que nada le faltaba para reinar sino el reino), palabras del historiador
romano Justino, quien versionó al griego Polibio, escritas sobre el imperio de Hierón de
Siracusa, a quien Maquiavelo menciona en el capítulo V como uno de los ejemplos de
buen proceder con las armas, por, siendo parte del pueblo llano, conseguir, mediante sus
méritos en batalla, ganarse el afecto de los siracusanos.
En el último capítulo, Maquiavelo vuelve a dirigirse a Lorenzo Medici, después
de todos los consejos y opiniones sobre la situación geopolítica en Italia, que él considera
decaída, débil y rota, y vuelve a mencionar a estos hombres (Moisés, Ciro, Teseo) y sus
casos, con tal de hacer entender que la situación de Italia era la situación más favorable
para que sucediese lo mismo que a ellos, con él. «Era necesario que Italia se viese llevada
al extremo en que yace hoy, y que estuviese más esclavizada que los hebreos, más
oprimida que los persas y más desorganizada que los atenienses; que careciera de jefe y
de leyes, […] espera Italia al que debe curarla de sus heridas» (p. 91).
Sigue con un segundo método en el capítulo VIII: el conseguirlo por un camino
de perversidades y crueldades. Para hablar de esto empieza directamente poniendo

6
ejemplos. Menciona el caso de Agátocles, rey de Siracusa entre el 304 a.C. y el 289 a.C.
Se convirtió en príncipe mediante la violencia, pero gracias completamente a sus méritos.
Dice Maquiavelo: «quien estudie, pues, las acciones de Agátocles y juzgue sus méritos
muy poco o nada encontrará que pueda atribuir a la suerte» (p. 33). En comparación y
como segundo ejemplo de este modo de conquistar, Maquiavelo habla de Oliverotto da
Fermo, quien usó una estrategia cruel similar a la de Agátocles, más
contemporáneamente: «Y habría sido tan difícil de derrocar como Agátocles si no se
hubiese dejado engañar». (p. 34). Es posiblemente aquí donde nace la fama de
Maquiavelo de ser cínico, por hablar del buen o mal uso de la crueldad, y tachar las
crueldades de bien si son por necesidad.
La otra manera de conseguir un principado se basa en la habilidad de conseguir el
apoyo de los conciudadanos, o los nobles o el pueblo. Ambos tienen dificultades: si se
consigue con el de los nobles, es más difícil mantenerlo; si es por el pueblo, es más difícil
manejarlo. Maquiavelo se decanta por que la mejor manera es tener el favor del pueblo
(«Insistiré tan sólo en que un príncipe necesita contar con la amistad del pueblo, pues de
lo contrario no tiene remedio en la adversidad», [p. 38]). Para reafirmar su preferencia
habla de Nabis, príncipe de los espartanos (207 a.C. – 192 a.C.), quien soportó el ataque
de los todos los griegos y un ejército romano durante largo tiempo, en gran parte gracias
a haber tenido de su lado el favor popular: «y le bastó, surgido el peligro, asegurarse de
muy pocos […] que si hubiese tenido por enemigo al pueblo, no le bastara» (p. 38).

C. Milicias y tipos (XII-XIII)

Entre los capítulos XII y XIII cambia de tópico y empieza a hablar de las distintas
clases de milicias en un principado. Dice «los cimientos indispensables a todos los
Estados, nuevos, antiguos o mixtos, son las buenas leyes y las buenas tropas» (p. 44).
Otra vez mediante ejemplos, dice cuáles son las mejores y peores tropas para tener.

Empieza por los mercenarios, tachándolos de inútiles e inseguros por no luchar


por el príncipe, sino por una paga, no morirían en guerra por él. Y a lo largo de la historia
se ve cómo progresan aquellos principados con armas propias. Menciona el caso de los
cartagineses: después de la primera guerra púnica entre Roma y Cartago, los mercenarios
cartagineses, base del ejército de Cartago, se aliaron con las ciudades africanas súbditas
para rebelarse contra la capital y sus ciudades fieles. Las consecuencias fueron
catastróficas, además de dar la ventaja a Roma de conseguir el dominio del mar

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Mediterráneo. Cuenta estos hechos Polibio en la Historia universal bajo la república
Romana.

En el lado opuesto menciona los casos de los ejércitos de Roma y Esparta, y, en el


1500, de Suiza. Regiones como estas evitaron las armas ajenas y se defendieron con las
propias, y “se conservaron fuertes y libres” por mucho tiempo. De hecho, dice un poco
más adelante cómo el error de los romanos, que causó su decadencia, fue el querer la
ayuda de los godos (p. 51).

En segundo lugar, habla de las tropas auxiliares, aquellas usadas para socorrer o
defender, igual de inútiles y “muchísimo más peligrosas que las mercenarias”, porque «si
pierden, queda derrotado, y si gana, se convierte en su prisionero» (p. 49). Como ejemplo
pone también un ejemplo bíblico, el de David cuando se enfrentó a Goliat. Saúl, primer
rey de Israel, de quien estaba al mandato David, le ofreció una armadura y espada para
combatir a Goliat cuando David le dijo que él lo derrotaría. Viendo David que estas cosas
serían más bien un obstáculo, prefirió ir con sus propias armas. La Biblia, Samuel 17: 39-
40: Y ciñó David su espada sobre sus vestidos e intentó andar, porque nunca se los había
probado. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo he usado. Y
David se quitó aquellas cosas, y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras
lisas del arroyo.

Es curioso que Maquiavelo considere hechos bíblicos y mitológicos para


explicarse. Se sabe que tenía animadversión al Papado y la institución eclesiástica de su
momento, pero Maquiavelo seguía siendo un cristiano fiel.

Esta conclusión, la de que el mejor método de guerra es tener armas propias,


probablemente se vio influenciada por sus lecturas de Tácito, historiador y senador
romano de quien destaca la obra histórica Anales o Annales escrita entre el 115 d.C. y
117. De hecho, Maquiavelo concluye este tópico citándolo con la frase «quod nihil sit
tam infirmum aut instabile, quam, fama potentiae non sua vi nixa» (Que nada hay tan
débil e inestable como la fama de poder que no se apoya en las propias fuerzas).

D. Comportamiento y actitudes (XV-XVII)

Maquiavelo a partir del capítulo XV habla de la opinión hacia los príncipes y qué
comportamientos deberían adoptar. Aquí se explica otra de las ideas más conocidas de

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Maquiavelo. Él mismo sabe que su opinión puede ser polémica, y lo dice: «y porque sé
que muchos han escrito sobre el tema, me pregunto, al escribir ahora yo, si no seré tachado
de presuntuoso, sobre todo al comprobar que en esta materia me aparto de sus opiniones»
(p. 56).

Primeramente, habla sobre cómo puede afectar el ser malgastador en lujos y


contentar a los súbditos. A ello contesta que la prodigalidad sólo lleva a la ruina «si hay
algo que deba evitarse, es el ser despreciado y odioso, y a ambas cosas conduce la
prodigalidad» (p.59). Con esto pone el ejemplo de César (100 a.C.-44 a.C.): consiguió el
afecto tanto del pueblo como de los soldados y aumentar su partido hasta conseguir
nombramientos gracias a ser malgastador en lujos, pero después de conseguir formar parte
del primer triunvirato para dominar la república Romana siendo la cabeza política y
militar, considerado dictador, moderó enormemente los gastos, dedicándolos
exclusivamente a la economía del gobierno.

Pues, por esta manera de actuar, Maquiavelo lo considera el prototipo de


comportamiento para conseguir un principado y saber mantenerlo. También pone como
ejemplos de cuándo sí ser pródigo, como lo fueron Ciro, César y Alejandro: «con aquello
que no es del príncipe ni de sus súbditos» (p. 59).

La segunda cuestión sobre el comportamiento es si es mejor ser amado u odiado,


si aplicar la crueldad o la clemencia. Vuelve a ser una de las partes más polémicas de su
obra, puesto que da a entender que la crueldad es necesaria y justa si así se consigue el
objetivo deseado. «Un príncipe no debe preocuparse porque lo acusen de cruel, siempre
y cuando su crueldad tenga por objeto el mantener unidos y fieles a los súbditos» (p. 61).
De aquí, pues, se extrae la idea más reconocida de Maquiavelo, por mucho que él nunca
la dijese directamente: el fin justifica los medios.

Para esto, Nicolás pone dos ejemplos clásicos: el de Aníbal (247 a.C.-182 a.C.),
quien tuvo un grandísimo ejército formado por guerreros de diversas tierras, pero nunca
surgió pelea alguna, y esto gracias, entre otras cosas, a su “crueldad inhumana”. «Durante
la guerra y hasta poco después, los romanos lo describieron como de naturaleza poco
fiable, pérfido, avaricioso y cruel, un hombre de una violencia innata que vivía por una

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sola razón: destruir»4. En contraste presenta a Escipión (236 a.C-183 a.C.), a quien sus
ejércitos en Hispania se alzaron contra él, dice que por su excesiva clemencia.

Estas dos opiniones sobre estas dos figuras romanas vienen directamente de los
pensamientos de Tito Livio y Polibio, contemporáneos de Aníbal y Escipión. Polibio
expresa una gran admiración por Escipión, calificándolo de general “ideal; era astuto,
clemente, generoso, justo, racional, hábil”5. Sobre Aníbal también reconoce su grandeza,
pero sin dejar de acusarlo de “cruel y avaro”.

Tito Livio, un poco más tardío que Polibio y, basándose en las obras de éste para
hablar de ellos, habla más detalladamente de Aníbal con mucha más dureza,
caracterizándolo de tener una “crueldad inhumana” (seguramente, pues, de donde
Maquiavelo saca esa idea), desleal y bélico: «en él no había nada de verdadero, nada
sagrado, no había temor de Dios, ni derecho jurado, ni religiosidad» (Livio T. XXI.4.9.).

Pues Maquiavelo llega a la conclusión de que no debe preocuparse de ser cruel


para poder gobernar con dignidad, y para ello da, además, una cita de la Eneida del poeta
romano Virgilio, atribuida a Dido (o Elisa de Tiro), fundadora y primera reina de Cartago:
res dura et regni novitas me talia cogunt Moliri, et late fines custode tueri (el duro estado
y la novedad del reino, a estos modos me fuerzan y, recelando de todos, cuidan las cosas).

E. Los príncipes italianos del siglo XV (XXIV – XXVI)

Para concluir, del capítulo XXIV hasta el XXVI, Maquiavelo habla de la situación
de Italia en ese momento. Compara los fracasos de los políticos de su época (rey de
Nápoles, el duque de Milán, Luis XI, los Estados Pontificios, Venecia…) con el de Filipo
V de Macedonia, «el querido de la Hélade», quien, pese a tener un ejército reducido en
comparación, por estar formado y por ser querido por el pueblo ‒de ahí su sobrenombre‒
y respetado por los nobles, consiguió resistir muchos años antes de perder. Con esto da a
entender que sus pérdidas se deben a no haberse adaptado a las reglas de los antiguos
hombres, y no por infortunio.
Junto a ello, Maquiavelo muestra un sentimiento patriótico, pues, aunque
considera la nación italiana “destrozada e invalida”, dice «vedla pronta y dispuesta a

4
PREVAS, J. (2017). Hannibal's Oath: The Life and Wars of Rome's Greatest Enemy.

5
González Bolado, J. (2015-2016) Aníbal y Escipión: Vidas en paralelo. Y este basándose en X. 2-3 en
Historias de Polibio.

10
seguir una bandera mientras haya quien la empuña» (p.92), dirigiéndose a Lorenzo, de
quien espera que siga los consejos para levantar Italia («solo falta que vuestra casa se
inspire en los hombres que he propuesto», [p. 92]).
Termina la obra, en ese último capítulo, haciendo un llamamiento a la necesidad
de hacer renacer a Italia. Cita uno de los versos del poema Italia mia de Petrarca: «Virtù
contro a furore prenderà l’arme, e fia el combatter corto; Ché l’antico valore Nell’italici
cor non è ancor morto», (versos 93-96), (la virtud tomará las armas contra el atropello;
el combate será breve, pues el antiguo valor en los corazones italianos aún no ha muerto).
El tópico patriótico forma de cierta manera también parte de la corriente
humanista. Probablemente Maquiavelo se ve influido por Petrarca en ello. Petrarca fue
un poeta del siglo XIV, considerado uno de los principales precursores del humanismo
al haber intentado armonizar las ideas grecolatinas con las del cristianismo. Además de
empezar a escribir en lengua vernácula (aunque la mayoría de sus poemas están en latín).
Petrarca también predicó la unión de Italia para así poder recuperar la grandeza de un
reino marcado por una historia como es la del imperio Romano.

VI. Conclusión

En definitiva, el contexto humanístico de Maquiavelo determinó sus


conocimientos y su opinión política. Exprimió todos sus conocimientos clásicos en una
obra que se ha convertido en prototipo de la ciencia política moderna. Maquiavelo
consiguió separar las opiniones ideológicas de la política y explicó con una objetividad
sorprendente la situación geopolítica del momento.

En su momento fueron ideas descaradas y censuradas, de ahí derivó el adjetivo


‘maquiavélico’ para designar asuntos o personas astutas, engañosas, que no tienen
decoros para conseguir lo que quieren. Pero en la actualidad sigue siendo de gran
importancia y de los mejores ensayos políticos, y ya no solo en la política, sino también
en la filosofía.

11
Bibliografía

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