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Llevar una vida saludable implica mantener este equilibrio entre actividad y
descanso, por lo tanto, al tratar este aspecto, debemos considerar el descanso y
la fatiga como dos situaciones estrechamente vinculadas para velar que se
encuentren en el grado de compensación que es necesario.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que las necesidades del sueño no se
mantienen estables a lo largo de la vida, sino que varían con la edad: por término
medio el adulto utiliza un tercio del día en dormir, y el recién nacido emplea en ello
la mayor parte del día.
A pesar de toda esta activación inicial, el niño puede tardar entre cinco y
diez minutos en despertarse.
Lo primero que debemos plantearnos a la hora de optar por una distribución del
tiempo en la educación infantil es pensar en respetar los ritmos individuales de
los niños y niñas, ritmos que presentarán una mayor diversidad en las edades
más tempranas. Para ofrecer un horario adecuado a los más pequeños se ha de
considerar:
o El tiempo de acogida
o El tiempo de entrada.
o El momento de salida.
o El calendario.
Tipos de actividades:
Actividades musicales.
o Ruidos.
El aula de bebés -de 0 a 1 año- debe disponer de una zona aislada para que
mientras unos niños duermen, otros permanezcan despiertos.
En otras aulas debe existir un lugar para el descanso de los más mayores dotado
con colchonetas y hamacas, es conveniente que los niños dispongan de una
sábana o manta para abrigarse.
El lugar en el que duerme debe ser reconocible por el niño/a, así como los objetos
que acompañan al sueño. Se puede ir indicando al niño que llega la hora de dormir
a través de actividades más relajadas.