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CÒMO ESTUDIAR LA BIBLIA

Quienes nos denominamos estudiantes de la Biblia debemos reconocer


que lo que en ella encontramos registrado es la Palabra de Dios en
palabras de hombres. Este concepto debe hacernos entender que
tenemos el Mensaje de Dios para salvación, pero escrito por los hombres
bajo inspiración divina, y que nuestros ejemplares de la Biblia son el
resultado de un proceso de: REVELACIÓN, INSPIRACIÓN,
CANONIZACIÓN Y TRADUCCIÓN.

Al respecto de esto último, vale la pena mencionar que existen dos


escuelas de traducción, la literal y la de equivalencia dinámica. La primera
privilegia la forma sobre el contenido, y la segunda, trata de vertir el
mismo concepto que se expresa en el idioma original, pero haciendo caso
de las formas en el idioma receptor. Ejemplos de la primera escuela son
las versiones Reina-Valera (RVR) y la Biblia de las Américas (BA); y de la
segunda, las versiones Dios Habla Hoy (DHH) y Traducción al Lenguaje
Actual. (TLA)

De ahí que surjan diferentes versiones de un mismo texto, por lo que


quienes nos preciamos de estudiar la Biblia, no debemos comprometer
nuestro estudio bíblico con una sola versión, sino que al tener diferentes
versiones de la Escrituras, lo enriqueceremos.
Además, la crítica textual, que es la disciplina que tiene por objeto
encontrar el texto de mayor fidelidad al original, hace descubrimientos
que permiten acercarnos lo mejor posible a los textos originales, y eso se
ve reflejado en versiones más recientes.

Igualmente, cuando se traduce un texto, se tienen en cuenta, elementos


culturales, geográficos, históricos y de otra índole que faciliten la
comprensión del texto.

La Interpretación Bíblica

Al estudiar la Biblia, nuestra tarea es determinar, lo más cerca posible, lo


que Dios quiso decir en un pasaje determinado al destinatario original, y
no lo que el texto significa para mí; es aceptar que un texto tiene un
“sentido válido”, el que el autor tuvo en mente.

No olvidemos que una cosa es la interpretación –lo que el autor tuvo en


mente al escribir dicho texto – y otra la aplicación – el que el mensaje
puede ser válido en circunstancias diferentes –.

Para realizar con éxito la tarea de interpretación de un texto, se debe


reconocer que el pasaje en estudio proviene de un contexto histórico
distinto al nuestro y que pertenece a situaciones culturales y
consideraciones científicas diferentes a las nuestras. Es decir, existen
abismos histórico, cultural, lingüístico, geográfico, científico y filosófico
entre nuestra época y la bíblica.

Nuestro Estudio Bíblico

Pero, ¿cómo estudiar la Biblia? Sin que constituya un método único,


permítanme mencionarles algunos puntos que nos ayudarán a progresar
en el estudio de la Palabra de Dios.

En primer lugar, tengamos en cuenta que no siempre leemos las


Escrituras con el mismo fin. A veces, es sólo una lectura devocional, y
Dos nos habla en forma concreta; pero cada cristiano debe tener un plan
de estudio bíblico personal, y es allí donde necesitamos tener un mínimo
de metodología.

Por supuesto, debemos comenzar con oración y tener a nuestra


disposición algunos materiales, tales como concordancia; diccionarios
bíblico y de la lengua española; varias versiones de la Biblia; comentarios
bíblicos y alguna obra de historia.

Necesitamos, además, desarrollar la habilidad de hacerle preguntas al


texto y un agudo sentido de la observación.

Proceda de la siguiente manera:

1. Lea varias veces el pasaje que está estudiando en distintas


versiones, y determine los límites del texto, así como sus
contextos literarios próximo y remoto.
2. Observe detenidamente y señale las palabras y frases que le
llamen la atención, y busque su significado o amplíe la
información sobre ellas.
3. Hágale preguntas al pasaje y anote.
 ¿A quien se escribió el libro?
 ¿Por qué se escribió?
 ¿Quién lo escribió?
 ¿Cuándo lo escribió?
 ¿Dónde se escribió?
4. Analice la estructura del texto (divisiones naturales, conectores,
las palabras y lo que significan, el sentido de las oraciones y
frases, los verbos que se repiten, etc.)
5. Analice las principales figuras literarias.
6. Establezca si el pasaje es descriptivo o prescriptivo.
7. Estudie el contexto histórico y cultural del pasaje (época, lugar,
costumbres, aspectos sociales, alcance del conocimiento
teológico de la época, etc.)
8. Determine lo que el pasaje significó para los primeros
destinatarios y lo que significa para nosotros hoy.
9. Aplique el pasaje a su vida: ¿Hay verdades que debo creer?
¿Hay desafíos que asumir? ¿Hay promesas de las cuales me
puedo apropiar? ¿Hay mandamientos que debo obedecer? ¿Hay
pecados que debo confesar?
10. Intente escribir, en sus propias palabras, un resumen del pasaje.

CONCLUSIÓN

Jesucristo nos enseñó: “Vosotros sois mis amigos si hiciereis lo que yo


os mando”. Este concepto nos pone a pensar en la necesidad de
obedecer las enseñanzas del Maestro de maestros, y nos predispone a
procurar entender la voluntad de Dios en nuestras vidas.

Si logramos una mediana compresión de las Escrituras, y tenemos la


experiencia de la salvación, no será muy difícil obedecer lo que Dios
quiere de nosotros. Es más, a medida que vamos creciendo en el
conocimiento de Dios, lograremos entender que lo que el Señor nos
ordena, aun cuando parece difícil o poco agradable, es para nuestro
beneficio.

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