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Las figuras del lector y el autor en

Si una noche de invierno un


viajero de Calvino.
Una lectura de la novela en relación con las teorías de Roland Barthes y Umberto Eco.

Candela Gelabert.

Institución:
Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Facultad de Ciencias Sociales
1

Índice.

Introducción. 2

Desarrollo. 3

La muerte del autor de Roland Barthes (1968) . 3

Lector in Fabula de Umberto Eco (1979) . 6

Conclusiones. 10

Bibliografía. 11
2

Introducción.

La narrativa posmoderna se caracteriza (según Lyotard [1989]) por la indagación por


presentaciones nuevas no dirigidas al gozo sino a la expresión de que existe lo impresentable.
Las obras posmodernas son aquellas que no están gobernadas por reglas establecidas y que no
pueden ser juzgadas mediante la aplicación de categorías conocidas porque su objetivo
expreso es la investigación de esas reglas y la consolidación de nuevas categorías.

Huyssen (1986), propone que las obras posmodernas se pueden reconocer debido a su
falta de unidad, sus puntos de vista limitados o incoherentes, su ruptura de la linealidad
espacio-temporal, su presentación de perspectivas mezcladas y su ataque contra la institución
arte. Además, su uso de sujetos débiles de la representación generan en la obra nuevas
nociones de las figuras del autor, del narrador y de los personajes.

Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino (1979), presenta todas estas
características. La novela sigue al Lector, el personaje principal que debe atravesar una serie
de variados obstáculos para intentar encontrar los finales de los libros que comienza a leer. Al
comenzar, se muestra a un lector que compra un libro cuyas primeras 32 páginas se repiten
hasta el final. Cuando decide dirigirse a la librería para recibir otra copia, se ve enfrentado con
la realidad de que el libro que compró (Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino),
contiene en realidad las primeras 32 páginas de otro libro. Debido a eso, se le da a elegir entre
llevarse a casa una edición real del libro que había querido comprar la primera vez o una
edición real del segundo, Fuera del poblado de Malbork.

Luego de elegir el segundo, conoce a una lectora con la que comenzará a rastrear los
finales de los libros al descubrir que las ediciones que ambos eligieron del supuesto autor
Bazakbal tampoco contienen la historia entera. Esta búsqueda de conclusiones moverá al
lector a lo largo de los libros que comienza a leer durante la novela, pero también moverá las
discusiones sobre la literatura que tienen lugar en el proceso.

La novela intercala estos segmentos de numeración romana cuyo protagonista,


identificado con la segunda persona, es el Lector, con segmentos titulados como las obras que
éste lector comienza a leer, donde se narran de forma autoconsciente los diez comienzos de
las diferentes obras. Esta autoconsciencia, junto con la utilización del pronombre personal
“tú” para dirigirse al protagonista de la obra, colaboran para delinear desde el primer
momento el carácter metaficcional de la obra.
3

Patricia Waugh (1984) clasifica como metaficcionales a “aquellas obras de ficción que
de forma autoconsciente y sistemática, llaman la atención sobre su condición de artificio
creado para así plantear cuestiones sobre las relaciones entre ficción y realidad” y, en este
caso, las preguntas sobre la relación entre la ficción y la realidad que ponen en relieve la
condición ficcional de la historia surgen a partir de las conversaciones entre personajes, de las
descripciones de sus formas de interacción con la literatura y de las obras literarias contenidas
en el interior de la novela.

En este trabajo, se parte de la hipótesis de que Calvino usa los elementos típicos de la
estética a la que pertenece para crear representaciones ficcionales de las figura del autor y el
lector que propone Roland Barthes (1968) y también las propuestas por Umberto Eco (1979).
Para eso, se realizará una introducción a las teorías críticas previamente mencionadas para ser
cotejadas con los modelos de lector/autor vigentes en la obra (que se definen en los momentos
enumerados anteriormente).

Desarrollo.

La muerte del autor de Roland Barthes (1968) .

Barthes, en La muerte del autor, critica las teorías literarias que buscan en las obras un
significado último o una explicación que depende de su autor. En oposición, sostiene que la
escritura es destrucción de toda voz y que el que habla es el lenguaje. La enunciación, así, es
un proceso vacío que funciona sin necesidad de rellenar los espacios de los interlocutores. De
esta manera, dice Barthes, la figura del autor retrocede, dando lugar al lector, que puede
recorrer la trama pero no atravesarla (porque no hay un fin oficial al que llegar).

Sin un autor que funcione para unificar, la teoría de Barthes afirma que las obras son
textos donde conviven múltiples escrituras que el lector une. Para realizar esta unión, el lector
se presenta como “un hombre sin historia, sin biografía, sin psicología; él es tan sólo ese
alguien que mantiene reunidas en un mismo campo todas las huellas que constituyen el
escrito.”1

Al hablar de cómo la escritura moderna comienza a matar la figura del autor, Barthes
explica los procedimientos de Valéry, quien somete al autor a la duda y la irrisión, acentuando
la naturaleza azarosa de su actividad. Luego, Barthes define cómo existe en la modernidad la
1 Barthes (1968), p.5.
4

figura del autor; lo llama “el escritor” 2 y lo clasifica como algo sin pasiones, humores,
sentimientos, solo un inmenso diccionario del que se extrae la escritura.

En primer lugar, se puede plantear que esta descripción que Barthes da del autor como
un diccionario o instrumento del lenguaje, alejado de la obra y en duda, aparece claramente
reflejada en Si una noche de invierno un viajero en dos aspectos específicos. Por un lado, la
novela menciona que “un equipo de escritores-sombra, expertos en imitar el estilo del maestro
con todos sus matices y manierismos, está preparado para (...) completar los textos
semielaborados de modo que ningún lector pueda distinguir las partes escritas por una mano o
por otra”3. El escritor mencionado como “el maestro”, Silas Flannery, es, así, reemplazable.
Aparece como una entidad de la cual se extrae la escritura pero esta, como proceso imparable,
puede surgir también de otro lugar.

Esta idea se repite en la carta de Marana que Cavedagna, el editor, da al Lector. En la


carta, cuando Marana debe justificar las confusiones que había ocasionado al mezclar los
manuscritos y presentarlos con nombres falsos, dice

¿Qué importa el nombre del autor en la portada? Trasladémonos con el


pensamiento a tres mil años de aquí. Quién sabe cuáles libros se habrán salvado de
nuestra época, y de quién sabe qué autores se recordará aún el nombre. Habrá libros
que seguirán siendo famosos, pero que serán considerados obras anónimas (...) o
quizá todos los libros supervivientes se atribuirán a un único autor misterioso, como
Homero (2003, p. 94).
Por otro lado, las cartas de Marana refieren a la leyenda de un hombre ciego y
analfabeto que, se rumorea, recita ininterrumpidamente historias que suceden en épocas y
países que desconoce. Este hombre sería “el magma primordial del cual se ramifican las
manifestaciones individuales de cada escritor”4. En particular, esto se puede analizar como
una segunda representación del mismo concepto de Barthes: el autor como instrumento de la
escritura, que debe seguir surgiendo porque no puede parar. Sin embargo, de manera general
ambos ejemplos también expresan el sentido impersonal que a partir de ese momento tiene la
escritura, cuyo lenguaje habla en lugar del “yo”. Los autores ya no tienen poder ni controlan
la obra.

En segundo lugar, el principal escritor que aparece en la obra, Flannery, reflexiona


sobre las cualidades que debería tener para poder ser un escritor ideal. La novela, siguiendo

2 Barthes (1968), p.4.


3 Calvino, 2003, p. 112.
4 Calvino, 2003, p. 109.
5

las características de las obras de la posmodernidad, se presenta sin unidad y con perspectivas
mezcladas, lo que, en este caso, se ve por la inclusión del diario del escritor en uno de los
capítulos de números romanos.

Luego de narrar en su diario que vió a una mujer leer a través de la ventana, Flannery
se queja de la diferencia entre la escritura real que lleva a cabo y la escritura que le gustaría
realizar, perfecta e inalcanzable. Según él, lo que impide que su escritura sea perfecta es su
propia persona, que se entromete. Así, dice:

El estilo, el gusto, la filosofía personal, la subjetividad, la formación cultural, la


experiencia vivida, la psicología, el talento, los trucos del oficio: todos los elementos
que hacen que lo que escribo sea reconocible como mío, me parecen una jaula que
limita mis posibilidades.(2003, p.156)
Más adelante, Ludmilla, la Lectora, visita a Flannery y, cuando este pregunta si
responde a la imagen que ella se había hecho del escritor, ella contesta que el escritor que
imaginaba era una persona cualquiera, ya que sus obras “parece como si existieran antes (...).
Parece como si pasaran a través de usted, sirviéndose de usted que sabe escribir porque
siempre debe haber alguien que las escriba”5.

En ambos ejemplos se puede ver que el escritor ideal que propone la lectura de Si una
noche de invierno un viajero coincide con este aspecto del autor moderno descrito por
Barthes: un escritor en quien no se deben buscar las claves de la literatura, ya que no tiene una
clave especial que sirva para decodificar el libro. En su diario, Flannery propone también la
oposición entre el escritor productivo (seguro, concentrado) y el escritor atormentado (similar
a Flannery, lucha para conseguir escribir, con un sistema de trabajo azaroso).

Otra de las características de la narrativa de la posmodernidad es la creación de sujetos


débiles. Al decidir personificar en su novela a un escritor atormentado, Calvino representa, al
mismo tiempo, un aspecto más de la teoría de Barthes -el autor como figura digna de burla y
duda que retoma de la obra de Valéry-, y este aspecto de las obras posmodernas.

La figura del autor propuesta por Calvino, entonces, puede verse como una
representación ficcional del modelo de autor moderno que plantea Barthes en La muerte del
autor: un autor que pierde su importancia. La conexión más directa con esta teoría llega en
una reflexión sobre Cavedagna que hace el Lector, donde dice que, para el editor, el autor “era
un punto invisible del cual venían los libros, un vacío recorrido por fantasmas”6.
5 Calvino, 2003, p. 172.
6 Calvino, 2003, p. 131.
6

Con respecto a la figura del lector, el Lector y la Lectora discuten a lo largo del libro
sobre la forma correcta de leer y las características del libro, ya que ambos valoran elementos
diferentes. Dejando de lado estas diferencias, ambos personajes se ven reducidos a su carácter
de lector y recolector de información.

A pesar de ser los protagonistas, y de dedicar la duración de la novela a la búsqueda


del resto de los textos (el Lector actúa más que la Lectora), la información que tenemos de
ellos es reducida: conocemos a la Lectora a través de los ojos del Lector, que hace
afirmaciones como esta: “está claro que al hacer la compra te dejas atraer por los géneros que
ves expuestos, en vez de tener en la cabeza lo que falta en la casa” 7, y conocemos al lector a
través del narrador, que afirma su propia ignorancia al decir que la distracción de un libro en
el trabajo del Lector podría sustraer su atención de “un perforador de fichas electrónicas, los
hornillos de una cocina, las palancas de mando de un bulldozer, un paciente tendido con las
tripas al aire”8.

Se puede afirmar, entonces, que las figuras lectoras de Si una noche de invierno un
viajero representan ficcionalmente al lector sin pasado que debe enfocarse en la búsqueda de
todos los elementos del texto.

Lector in Fabula de Umberto Eco (1979) .

Umberto Eco, en su libro Lector in fabula, construye las nociones de Autor Modelo y
de Lector Modelo. Partiendo de la idea de que todo texto es una cadena de artificios que el
lector debe actualizar, Eco plantea que el autor empírico de la obra imagina a un Lector
Modelo. Esto se debe a que el autor debe prever las interpretaciones de los destinatarios,
entonces orienta su obra a un público específico y se asegura de que todos los términos que
usa signifiquen lo que el lector puede creer.

En oposición, todo lector empírico, al enfrentarse con la obra, va a imaginar un Autor


Modelo. Este autor modelo es una proyección del lector empírico sobre quién crea las
estrategias lingüísticas y de significación del texto. En esta segunda sección del trabajo, el
objetivo es analizar si los personajes de Si una noche de invierno un viajero (se podría

7 Calvino, 2003, p. 11.


8 Calvino, 2003, p.26.
7

mencionar al Lector, la Lectora, Ermes Marana, Silas Flannery y Lotaria) funcionan como
representaciones ficcionales de estas figuras planteadas por Eco.

Se puede plantear de manera previa una reflexión sobre el principio en el que se basa
la teoría de Umberto Eco: el autor afirma que todo texto necesita actualización o, también,
que todo texto es perezoso. Con esto, se refiere a que los textos se presentan de forma
incompleta, ya que los lectores -como operadores- deben relacionarlo con su contenido
establecido por convención.

En la novela, Calvino plantea esto pero de otra manera: todos los textos que el libro
tiene en su interior aparecen literalmente incompletos. Para empezar, esto se ve de forma
directa en las diez novelas que el Lector comienza a lo largo de la trama. Cada una de ellas
presenta un inconveniente diferente que impide que sea leída hasta el final (algunos libros
están mal cosidos, otros mal impresos, otros son arrebatados al protagonista en medio de su
lectura). En consecuencia, el Lector trabaja constantemente para intentar encontrar la versión
final.

Para continuar, este procedimiento se ve en las cartas de Marana que Cavedagna le


muestra al lector. Las mismas no solo aparecen incompletas sino que además están
desordenadas cronológicamente. Por eso, el Lector debe incluir un trabajo de organización
para poder luego hacer conclusiones sobre lo que lee.

Las cartas están fechadas en localidades diseminadas por los cinco continentes, pero
parece que nunca son confiadas a los correos regulares, sino a mensajeros ocasionales
que las echan al buzón en otra parte, por lo cual los sellos del sobre no corresponden al
país de procedencia. También la cronología es insegura: hay cartas que hacen referencia
a misivas anteriores, las cuales empero resultan escritas después. (2003, p. 108)
Las obras escritas que Calvino incluye en Si una noche de invierno un viajero se
pueden analizar de forma que las características textuales de los textos de Eco se vean
reflejadas en ellas, ahora como características físicas (la incompletitud textual es ahora un
problema observable en la realidad de la obra).

Con respecto a la figura del Lector Modelo, Eco afirma que debe tener competencias
(gramaticales, circunstanciales, lingüísticas) suficientes para poder actualizar lo no-dicho de
las obras. En la novela de Calvino, esta característica le es otorgada desde el primer momento
al Lector a través de frases como “Eres un lector sensible a estas sutilezas, tú, dispuesto a
captar las intenciones del autor, nada se te escapa” 9. Más adelante, este rasgo del Lector
9 Calvino, 2003, p.36.
8

vuelve a ser mencionado cuando la voz narradora del libro bajo el título Fuera del poblado de
Malbork (luego se dirá que ese no es el nombre real de la obra) refiere a la sensación de
pérdida que existía de forma subyacente a la obra y que el Lector había advertido “como
Lector atento que eres, desde la primera página”10.

Asimismo, Eco sostiene que el lector puede realizar un uso libre del texto, en el que lo
use para analizar algo diferente a sí mismo, o puede hacer una interpretación poniendo en
diálogo las estrategias del autor y las respuestas que tiene como lector (reaccionando al
contenido que el autor incorporó). Ambos modos de lectura se pueden encontrar en Si una
noche de invierno un viajero y colisionan en el capítulo V, cuando Ludmilla y el Lector se
encuentran en el grupo de estudios de Lotaria. Ahí, Lotaria y sus compañeros demuestran lo
que Eco clasificaría como un uso libre de la obra ya que, en lugar de apegarse a las
interpretaciones que sugiere el texto, buscan generar nuevas nociones de lectura. En
oposición, Ludmilla y el Lector buscan el texto para construir una interpretación apegada a él:

—Perdona, buscaba las otras páginas, la continuación —dices.


—¿La continuación?...Oh, con esto tenemos ya para discutir un mes. ¿No te basta?
—No era para discutir, era para leer…—sueltas tú. (2003, p, 85)
El Lector Modelo, en resumen, debe ser un lector que coopere con el texto para
agregar plusvalía. En Si una noche de invierno un viajero, Flannery propone cuál es su lector
ideal en su diálogo con Lotaria, cuando dice que espera de los lectores que “lean en mis libros
algo que yo no sabía, pero puedo esperármelo sólo de los que esperan leer algo que ellos no
sabían”11.

A pesar de eso, la representación ficcional que expresa fielmente la idea de un lector


que use sus competencias enciclopédicas y lingüísticas para actualizar el texto se da en el
capítulo III cuando el Lector, luego de haber descubierto que Fuera del poblado de Malbork
tampoco estaba completo, comienza a investigar las etimologías de los nombres de los
personajes y a buscar puntos de la geografía del lugar en un atlas para así intentar averiguar
qué libro estaba leyendo y si podía o no coincidir con el escritor de origen polaco al que se lo
habían atribuído.

En relación con el Autor, Eco distingue entre el Autor empírico, productor real de la
obra, y el Autor Modelo, que, como se anticipó al comienzo de la sección, es una proyección

10 Calvino, 2003, p.94.


11 Calvino, 2003, p.168.
9

que el lector hace basándose en las estrategias lingüísticas que reconoce en el texto. Esta
diferencia entre ambos autores se retrata en la obra en la resistencia por parte de Ludmilla de
conocer a Flannery. En un diálogo que la hermana de Ludmilla, Lotaria, tiene con Flannery,
afirma que Ludmilla tiene la opinión de que “a los escritores es mejor no conocerlos
personalmente, porque la persona real no corresponde nunca a la imagen que uno se hace de
ella leyendo los libros”. La imagen que los lectores se hacen del autor surge del análisis de los
procedimientos y espacios en blanco que éste dejó para ser completados por el lector.

De forma concreta, el Autor de Eco es el productor del texto que debe tener en cuenta
las competencias de su público proyectado y debe dejar espacios en blanco para que cada
destinatario pueda realizar su interpretación. Flannery, el autor representado en la obra, no es
descrito con términos suficientes como para poder ser analizado en su conjunto en relación
con los criterios de Eco.

Si se buscase un correlato del autor de Eco en la obra de Italo Calvino, la figura de


Ermes Marana podría aparecer como una aproximación. Esto es porque el autor, según
Umberto Eco, no sólo define en el texto cuál es su lector ideal (por ejemplo, un autor puede
hacer múltiples referencias a la geografía de la zona narrada y, así, construye un Lector
Modelo capaz de actualizar todos los contenidos) sino que además mueve el texto para
construir a ese lector.

En palabras de Arkadian Porphyritch (Director General de los archivos de la Policía


del Estado de Ircania), podemos ver que Marana realiza toda su conjuración de apócrifos
únicamente porque quiere cambiar la opinión de Ludmilla, demostrarle que su forma de
lectura es equívoca y moldearla para formar una lectora diferente. Debido a que representa la
conclusión de gran parte de las discusiones sobre lectura y escritura de la obra, se transcribirá
la frase completa:

Para esta mujer (...) leer quiere decir despojarse de toda intención y de todo prejuicio,
para estar dispuesta a captar una voz que se deja oír cuando menos se la espera, una voz que
viene no se sabe de dónde, de alguna parte al margen del libro, al margen del autor, al margen
de las convenciones de la escritura: de lo no dicho, de lo que el mundo aún no ha dicho de sí y
no tiene aún palabras para decirlo. En cuanto a él [Marana], en cambio, quería demostrarle
que tras la página escrita está la nada; el mundo existe sólo como artificio, ficción, mal
entendido, mentira. (2003, p. 215)
Es Ermes Marana, también, el que realiza los trabajos debido a los cuales los textos de
la obra aparecen incompletos -como ya se mencionó. Debido a eso, si se llevan las
10

características textuales del autor a características observables (como se hizo con las
características del texto al comienzo de la sección) se puede afirmar que Ermes Marana es, a
pesar de no ser un autor dentro de la ficción, una representación ficcional del modelo de autor
que define Eco.

Conclusiones.

En síntesis, un desarrollo de las teorías de Roland Barthes y de Umberto Eco sobre los
roles de los lectores y autores en la escritura permite afirmar que Si una noche de invierno un
viajero, de Italo Calvino, es una obra posmoderna cuya utilización de recursos como la falta
de unidad, los puntos de vista limitados, las perspectivas mezcladas y los sujetos débiles tiene
como consecuencia la creación de representaciones ficcionales del autor, del lector y de la
obra literaria.
En relación con la teoría de Barthes, se puede afirmar que Flannery (el escritor de
novelas que aparece en la obra de Calvino) presenta las características que el autor de La
muerte del autor otorga al autor moderno. La novela posmoderna genera la idea de un autor
de poca importancia, digno de dudas o burlas y que podría ser reemplazable ya que, en
realidad, es el lenguaje lo que importa.
El lector que Barthes plantea debe ser alguien que pueda recolectar toda la
información que la obra otorga y que no utilice para su interpretación datos de su historia
personal o su psicología. Desde ese aspecto, los papeles del Lector y la Lectora coinciden
totalmente.
Con respecto a la teoría de Eco, se puede concluir que las figuras textuales que plantea
Calvino representan físicamente las cualidades que Eco otorga textualmente: los textos
incompletos de Eco (incompletos porque tienen espacios en blanco que el lector debe llenar
con su interpretación) son ahora textos cuyos finales están perdidos. El Lector Modelo que
presenta el autor de Lector in fabula debía ser alguien que utilizase sus competencias previas
para completar el texto y, en la obra de Calvino, los personajes deben usar sus competencias
como habitantes del mundo real para completar los textos buscando el final de los
manuscritos.
La figura del autor presenta mayor dificultad debido a que Eco lo define únicamente
por su capacidad de prever al lector y la posible interpretación de este y por su moldeamiento
del texto para proyectar a su lector deseado. Con esa información no es suficiente para
11

asegurar que Flannery, el autor ficcional, sea una representación ficticia de la figura del autor.
A pesar de eso, puede afirmarse que el personaje de Ermes Marana, aunque no es un autor,
tiene aspectos que sí se alinean: Marana es quien causa que los textos estén incompletos y
quien interfiere con las obras para moldear en Ludmilla a su lector ideal.
Con esa información, se puede concluir que Si una noche de invierno un viajero
presenta, en sus figuras del autor, el lector y las obras, personificaciones de los elementos de
las teorías de Barthes y Eco. Con mayor especificidad, los autores y lectores de la obra
coinciden por completo con los modelos de Barthes y se relacionan de manera más alejada
con la teoría de Umberto Eco.
12

Bibliografía:

✏ Barthes, R. (1968). La muerte del autor. Versión en PDF disponible en:


https://teorialiteraria2009.files.wordpress.com/2009/06/barthes-la-muerte-del-autor.pdf.

✏ Berman, Marshall (1989) “Brindis por la modernidad” en Nicolás Casullo (comp.) El


debate modernidad-posmodernidad, Buenos Aires, Retórica, pp. 87-105.

✏ Calvino, Italo (2003), Si una noche de invierno un viajero. Editorial Octaedro,


México, D.F.

✏ ECO, Umberto (1979) -Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el texto


narrativo. -Capítulo 3: “El lector modelo” y Capítulo 4: “Niveles de cooperación
textual” (pgs. 73 a 122) - Barcelona: Lumen

✏ Huyssen, Andreas (2006 [1986]) “El mapa de lo posmoderno”, en Después de la gran


división. Modernismo, cultura de masas, posmodernismo, Buenos Aires, Adriana
Hidalgo Editora, pp. 306-380.

✏ Lyotard, J. F. (1989) “Qué era la Posmodernidad” en Casullo, Nicolás (comp.) El


debate modernidad-postmodernidad, Buenos Aires, Retórica, pp. 65-73.

✏ Waugh, P. (2002). Metafiction: the theory and practice of self-conscious fiction.


Routledge.

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