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Análisis de textos bíblicos discursivos


Roberto Hanna y Custodio López (noviembre, 2016)

Siete pautas básicas para la interpretación bíblica

Debemos estudiar de manera adecuada la Palabra de Dios. Si en verdad


creemos que Dios mismo quiere comunicarnos un mensaje sumamente
importante para nuestra vida, debemos estar dispuestos a dedicar suficiente
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tiempo al estudio y reflexión de su Palabra. Leer ligeramente un texto y meditar
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unos minutos sobre él, por lo general no basta para comprender lo que enseña.
Por eso, antes de presentar el método sugerido para el análisis de textos
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bíblicos discursivos, es importante considerar algunas bases hermenéuticas que
sustentan nuestra manera de estudiar la Biblia. En este sentido, presentamos
siete pautas hermenéuticas esenciales en las cuales es vital la reflexión. Por
supuesto, por sobre todas estas, y a través de ellas, debemos tener presente la
intervención del Espíritu Santo en la vida del lector e intérprete de las Escrituras.

1. La Biblia es la Palabra de Dios y debemos aceptarla como la máxima


autoridad y guía para nuestra vida. A través de este libro, Dios se ha
revelado a los seres humanos y les ha expresado su voluntad. En sus
páginas, se encuentran principios vitales para renovar nuestra manera de
pensar y transformar nuestra manera de actuar, si estamos dispuestos a
obedecerlos. Si estamos convencidos de que la Biblia es la Palabra de Dios y
la guía para nuestra creencia y práctica, debemos sentirnos motivados y
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obligados a escudriñarla con diligencia.

1 Especialmente nosotros, los líderes de las iglesias, tenemos que estar convencidos
y dispuestos a dedicar el tiempo necesario al estudio de la Palabra de Dios.
2 Un engaño sutil del pastor o del líder de una iglesia es pensar que ya sabe lo que
enseña un texto dado, sin dedicarle un tiempo de estudio serio y detallado.
3 José Martínez, en su libro Hermenéutica Bíblica (CLIE, 1984), pág. 17, afirma:
“Aplicada al campo de la teología cristiana, la hermenéutica tiene por objeto fijar los
principios y normas que han de aplicarse en la interpretación de los libros de la Biblia.”
4 No actuamos de manera responsable cuando leemos la Biblia ligeramente y
meditamos superficialmente en algunas enseñanzas. Y es peor, si hacemos lo mismo en
la exposición de un sermón o de un estudio bíblico.
2. Debemos tratar de entender lo que los autores humanos intentaron
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comunicar a sus destinatarios originales. Dios ha dado su Palabra (la
Biblia) a través de autores humanos. Él no les dictó su mensaje, sino que se lo
entregó y ellos utilizaron su propio lenguaje y estilo para comunicarlo a los
hombres y mujeres de su tiempo, quienes se encontraban en situaciones y
contextos diferentes. Es nuestra responsabilidad esforzarnos en el análisis del
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texto, a fin de comprender cuál fue la intención original del autor. En verdad, la
pregunta clave para iniciar el estudio de un texto bíblico es: ¿Cuál fue la
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intención original del autor? La enseñanza general, el significado de
palabras, frases, cláusulas y oraciones, párrafos y cualquier principio que
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derivemos del texto debe depender de la respuesta a esa pregunta. Por eso,
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es muy importante esforzarnos en la tarea de responderla correctamente.

3. Debemos usar los principios normales de análisis e interpretación del


idioma, para tratar de entender lo que Dios ha querido decirnos a través
de su Palabra. Dios dio su mensaje a autores humanos y ellos utilizaron su
propio idioma (hebreo, arameo y griego) y estilo para comunicarlo (escribirlo)
a la gente de su día. Entonces, es lógico pensar que para comprender lo que
Él ha querido comunicarnos, es necesario aplicar las reglas normales de la
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gramática de esos idiomas para el análisis de cualquier texto de la Biblia .

¿Necesitamos ser expertos en hebreo, arameo y griego para comprender la


Biblia? Los que tradujeron la Biblia del hebreo, arameo y griego al español
tuvieron que utilizar las normas gramaticales de esos idiomas al momento de
traducir el texto. Ahora que tenemos unas cuantas buenas traducciones de la

5 En el estudio de la Biblia, es necesario respetar la intención del autor.


6 Es cierto que un texto bíblico tiene dos autores, uno humano y uno divino. Pero este
hecho no implica que tenga dos intenciones, una humana y otra divina (como algunos
han sugerido). No significa que los autores humanos tuvieran una intención diferente a la
de Dios. Cuando se refiere a su propio origen su autor divino. Al contrario, presenta la
idea de que los autores humanos hablaron como “inspirada” (2 Timoteo 3:16), la Biblia
no pone a los autores humanos en contra de de parte de Dios (hablaron lo que se
derivó de Dios), guiados por el Espíritu Santo (como el Espíritu Santo los impulsó)
(2 Pedro 1:21).
7 A primera vista, esta pregunta puede parecer sencilla, pero en verdad es profunda y
compleja. En este trabajo, no pretendemos tener la última palabra en cuanto a este
asunto, pero sí ofrecemos directrices que pueden ayudarnos a descubrir la respuesta.
8 Precisamente, porque la Biblia fue inspirada por Dios cuando los autores humanos
la escribieron, debemos estudiarla con la firme determinación de comprender la intención
original de esos autores.
9 Al tratar de entender la intención original del autor, algunos dan prioridad al estudio
del ambiente histórico del autor y de los destinatarios. En este trabajo, no queremos
menospreciar el estudio del contexto histórico; pero en cuanto a la prioridad de estudio, es
secundario en relación con lo que fue escrito, es decir, con la intención original del autor.
10 Para entender lo que el autor bíblico quiso comunicar, hace falta usar las normas
del idioma en nuestra interpretación de lo escrito. En nuestro caso, usamos las normas
del idioma español.
11
Biblia en español, también tenemos que utilizar las reglas del español al
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analizar e interpretar el texto bíblico.
4. Debemos analizar el texto de acuerdo con la forma de expresión literaria
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utilizada por el autor. La Biblia se escribió en diferentes formas de
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expresión literaria. Por lo tanto, al tratar de responder correctamente la
pregunta referente a la intención original del autor, es importante entender
qué forma de expresión literaria estamos analizando.
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Es cierto que algunos hablan de múltiples formas de expresión literaria,
pero la literatura bíblica puede analizarse atendiendo básicamente a tres

11 Sería provechoso tener por lo menos tres versiones distintas. P. ej., cualquiera de
las siguientes son buenas para el estudio: Nueva Versión Internacional, Reina-Valera
Actualizada, Dios Habla Hoy y Biblia de Jerusalén.
12 Este principio se relaciona con el concepto de que Dios inspiró a los autores
humanos para que comunicaran mensajes específicos a sus destinatarios. El propósito
era comunicar algo específico a un grupo determinado de personas. Por eso, los autores
bíblicos utilizaron el idioma que podían entender sus destinatarios. (P. ej., los autores del
Nuevo Testamento utilizaron el griego koiné, no el clásico. Lo hicieron porque el koiné
era el lenguaje común de la mayoría de los habitantes del mundo conocido de aquel
entonces.) Hoy en día, tenemos buenas traducciones en español. Así que, al estudiar el
texto, debemos prestarle atención a la manera en la cual se presenta el mensaje en
nuestro idioma. Es un error grave pensar que por el hecho de ser el texto bíblico el
objeto de nuestro estudio, podemos pasar por alto las normas del idioma en el cual
leemos el texto.
13 Si estudiamos un texto que es predominantemente discursivo la unidad básica de
análisis es el párrafo. Pero si el texto que estudiamos se encuentra en literatura
predominantemente narrativa, la unidad básica para el análisis es el episodio. Si es
poesía, la unidad de análisis es el poema. En este caso, se le debe prestar atención
también a la estrofa.
14 En este trabajo, se clasifica la literatura bíblica en dos grandes divisiones: prosa y
poesía. La prosa la subdividimos en dos: prosa discursiva y prosa narrativa. Vale la
pena recordar aquí lo que afirmamos anteriormente, en el sentido de que los textos se
escribieron usando una diversidad de formas expresivas. Así por ejemplo, encontramos
combinaciones de narración con diálogo (Juan 20:10-18); narración con discurso (Juan
16:17-28); narración con descripción (Éxodo 37:10-16). También es posible que un libro
combine el relato histórico con la poesía, como ocurre con el libro de Job que empieza
con narración (Job 1-2), sigue con poesía (3-42:6) y termina con narración (42:7-16).
15 Como quizás usted sabrá, se han hecho varios intentos de clasificar los libros de la
Biblia atendiendo a diferentes criterios. Por ejemplo, Kaiser y Silva clasifican los textos
de la Biblia de la siguiente manera: narrativa, profecía, sapiencial, poesía, evangelio y
epístola (Comp. Walter Kaiser y Moisés Silva, An Introduction to Biblical Hermeneutics:
The Search for meaning [1994], páginas 69-162). Pero en el presente trabajo, se
consideran dos divisiones generales de la literatura bíblica: prosa y poesía, que se
dividen, a su vez, en tres clasificaciones: la prosa discursiva, la prosa narrativa y la
poesía. No es que obviemos a las demás, sino que las clasificamos en estas tres
clases por razones pedagógicas. P. ej., hay profecía que puede clasificarse como
narrativa si narra acontecimientos. Pero también, hay profecía que puede clasificarse
como discurso cuando desarrolla el argumento del autor de manera directa. Además,
hay profecía en forma de poesía (comp. Isaías 53). Lo que se plantea en este trabajo
tiene que ver con la forma literaria que usó el autor. P. ej., si se estudia un texto de
profecía, hay que tomar en cuenta otros asuntos propios de textos proféticos, sin olvidar
la forma de expresión literaria que se usó. Es interesante considerar el libro profético de
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formas de expresión fundamentales: discurso, narración y poesía. Estas
son, en términos generales, tres formas literarias que los autores usaron
para comunicar el mensaje que Dios les entregó.

5. Debemos interpretar el texto tomando en cuenta el contexto en el cual


se escribió. Esto incluye tanto el contexto histórico (el ambiente en el cual
se desarrolla la vida del autor y de los destinatarios), como el contexto
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textual (el texto inmediato u otros textos de la Biblia).

6. Debemos sujetar nuestro estudio y nuestras conclusiones a Dios a


través de la oración. Por cuanto la Biblia es la Palabra de Dios,
necesitamos buscar su ayuda y su dirección, para captar los principios que
Él nos ha transmitido en ella, a fin de aplicarlos a nuestra vida.

7. Debemos esforzarnos en aplicar a nuestra vida los principios que


enseña la Palabra y orar para que Dios nos ayude en este proceso
continuo. La Biblia fue escrita para nuestro beneficio, para ayudarnos a
conocer a Dios y para que sepamos cómo vivir diariamente de una manera
recta y sabia.

Jeremías, en el cual se presentan las tres formas de expresión literaria antes


mencionadas (p. ej., los primeros 25 capítulos de Jeremías contienen una mezcla de
poesía [Jeremías 2:1-3:13], narrativa [Jeremías 7:30-8:3 contiene tanto narrativa
histórica como narrativa futura] y en la forma de discurso [Jeremías 7:21-26]).
16 Este sistema de clasificación es bastante simple, pero ayuda en la comprensión de
la naturaleza de la literatura bíblica y cómo debemos analizarla. Por ser breve, en el
transcurso del estudio, será necesario hablar también de diferentes clases de narrativa,
de discurso y de poesía. P. ej., la parábola es una clase especial de narrativa y hay algo
de diferencia entre poesía de sabiduría y poesía de salmo.
17 Esto es igual que decir: contexto literario.

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