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INTRODUCCIÓN

Hoy en día la evaluación es quizá uno de los temas con mayor protagonismo
del ámbito educativo, y no porque se trate de un tema nuevo en absoluto, sino
porque administradores, educadores, padres, alumnos y toda la sociedad en su
conjunto, son más conscientes que nunca de la importancia y las repercusiones
del hecho de evaluar o de ser evaluado. Existe quizá una mayor consciencia de
la necesidad de alcanzar determinadas cuotas de calidad educativa, de
aprovechar adecuadamente los recursos, el tiempo y los esfuerzos, pero otra
parte, el nivel de competencia entre los individuos y las instituciones también es
mayor.

Quizá uno de los factores más importantes que explican que la evaluación
ocupe actualmente en educación un lugar tan destacado, es la comprensión
por parte de los profesionales de la educación de que lo que en realidad
prescribe y decide es el "que, cómo, por qué y cuándo enseñar" es la
evaluación. La evaluación, por tanto, se caracteriza como:

Un proceso que implica una recopilación de información con una posterior


interpretación en función del contraste con determinadas instancias de
referencia o patrones de deseabilidad, para hacer posible la emisión de un
juicio de valor que permita orientar la acción o la toma de decisiones.

Tradicionalmente, la evaluación se ha venido aplicando casi con exclusividad al


rendimiento de los alumnos, a los contenidos referidos a conceptos, hechos,
principios, etc., adquiridos por ellos en los procesos de enseñanza. A partir de
los años sesenta, la evaluación se ha extendido a otros ámbitos educativos:
actitudes, destrezas, programas educativos, materiales curriculares didácticos,
la práctica docente, los centros escolares, el sistema educativo en su conjunto
y la propia evaluación.

Así que la finalidad de la evaluación institucional, es mejorar la calidad


educativa, de nuestro país.

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Uno de los temas que adquiere mayor relevancia dentro del ámbito pedagógico
es el de la evaluación; la necesidad de evaluar el sistema educativo es
relativamente reciente, y se registra en categoría de las políticas públicas,
pretende distinguir el estado del sistema en su conjunto, medir su eficiencia y
establecer una valoración; contribuye a que las instituciones se conozcan mejor
a sí mismas, que la sociedad disponga de información más objetiva sobre las
condiciones en que se está operando, igualmente orienta a identificar y
diseñar estrategias encaminadas a que dichas instituciones cumplan los
requerimientos de la sociedad en su conjunto. (Amigues, Zerbato, 1999).

En un

a palabra se busca una mayor calidad dentro de las instituciones de educación


superior; en este ensayo se pretende analizar sí la calidad educativa y la
evaluación institucional están vinculadas para el buen funcionamiento de las
instituciones de éste nivel.

En su concepto más amplio, según el diccionario de la real academia, evaluar


significa “valorar”, dar valor a algo, se considera una operación inherente a toda
actividad humana intencional y por tanto debe de hacerse de una manera
sistémica y organizada para obtener resultados.

El sentido de la evaluación es conocer dónde estamos para poder tomar una


decisión recogiendo la mayor información posible, “es un momento en el
camino para apreciar lo caminado” (CONEAU, 1997)

La evaluación institucional o universitaria se define cómo un conjunto de


prácticas, métodos, conocimientos bien diversificados y progresivamente
desarrollados en el transcurso de los años con el objeto de dar respuesta a una
necesidad específica: la de una mejor gestión de las universidades. Ello implica
favorecer en la universidad todo aquello que le permita alcanzar sus objetivos
de enseñanza e investigación y fortalecer la calidad de sus actividades.
(Simoneau, 1992, p. 45).

Las organizaciones escolares deben de contar con un sistema de indicadores


instaurados, a partir de las estrategias establecidas, con el objetivo de
monitorear su avance, cumplimiento y en general la operación de la institución.

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La idea de calidad dentro de las instituciones educativas empieza a utilizarse a
partir de la década de los ochentas, tomando algunos conceptos del argot de
la administración de empresas, con el fin de organizar el trabajo educativo y de
desarrollar mejor su razón de ser. Un ejemplo de ello son las ideas de: mejora
continua, proceso, cliente, expectativas, satisfacción, servicio, inspección,
recurso, oferta entre otras.

Etimológicamente la palabra calidad deriva del latín cualitas y según el


diccionario de la real academia española su significado es, propiedad o
conjunto de propiedades inherentes a una cosa que permiten apreciarla como
igual, mejor o peor que los restantes de su especie. El término en si resulta
polifacético y a menudo subjetivo, siendo actualmente uno de los conceptos
más importantes en el mundo empresarial, asumiéndolo como “el grado de
satisfacción con el que se provee al usuario de los productos o servicios.”
(Millán, Rivera, Ramírez, 2001 P. 29).

La evaluación institucional, de nivel superior, tuvo su origen en los Estados


Unidos, ya que en esa nación existe gran amplitud y heterogeneidad de su
sistema de educación superior, en especial, la coexistencia de universidades
públicas y privadas de diversos niveles y condición, por lo que se hizo
imprescindible contar con criterios y parámetros que permitieran velar por su
calidad y su capacidad de cumplir la misión que les corresponde. Formándose
conceptos y estándares que les permitiera una mayor homogeneidad.

Como se mencionó, la calidad implica procesos de mejora continua, y para ello


se requiere una constante medición de las fases que lo conforman, es decir,
mediante la evaluación, se verifica sí el currículum es adecuado o pertinente, si
se logra la cobertura, si los procesos administrativos son eficientes, eficaces y
sí los educandos han logrado desarrollar las competencias para la vida, la
cohesión e integración social. Según Schmelkes, (1992, citado por Yzaguirre,
2000), para que efectivamente pueda existir una relación entre evaluación y
calidad de la educación, se requieren importantes mediaciones cuya ausencia
ha impedido, en muchos lugares y en el pasado, que la existencia de
evaluación asegure calidad de la educación:
 El desarrollo de investigación evaluativa.
 La Evaluación que verdaderamente sirve para mejorar la calidad de la
educación es la que se realiza en función de la Planeación Educativa.
 El uso, por parte de los tomadores de decisiones, de la información de
la investigación evaluativa.
 La socialización de la información y de la investigación evaluativa.

Por tanto se hace indispensable que todos los sectores de la institución estén
involucrados, que participen en la planeación educativa, que exista dentro de
las instituciones investigación y especialmente en evaluación, para que a la vez
se realice una prospección del perfil de egreso, las competencias a desarrollar
según el currículum de cada profesión; los programas de desarrollo integral que
se pretenden lograr en cada una de las escuelas o facultades, que los
docentes, directivos y administrativos conozcan, comprendan los resultados de
la investigación evaluativa, y en conjunto puedan tener una mejor planeación y
se lleguen a fijar la misión la visión los objetivos de las instituciones de
enseñanza superior.

En México la Secretaría de Educación Pública preocupada y ocupada por la


calidad educativa de sus escuelas conjuntamente con otras organizaciones
integraron un grupo técnico de trabajo que tomó la iniciativa de generar una
guía de uso voluntario que facilite el uso de la norma ISO 9000 10015
(organización para la estandarización, siglas en inglés, lineamientos para la
interpretación en programas de educación). Las organizaciones educativas de
diferentes países de Latinoamérica han depositado confianza en los beneficios
que trae consigo la implementación de certificación de un sistema de gestión
de la calidad; basándose en esta norma y al observar los resultados y la mejora
continua en otras organizaciones de diferentes rubros, agregándose así, el
concepto de formar una cultura de la calidad dentro de las escuelas.

Cultura de calidad son un conjunto de suposiciones básicas compartidas por un


grupo que las ha aprendió y que ayuda a resolver sus problemas de adaptación
externa e integración interna, y que ha funcionado lo suficientemente bien
como para considerar válidas y por consiguiente, valiosa para ser enseñadas a
los nuevos miembros de la institución como la forma correcta de actuar,
percibir, pensar y sentir en relación con los problemas institucionales. (Schein,
1992, citado por Millán, Rivera y Ramírez, 2001, p. 33).

La implementación de un sistema de Gestión de calidad puede mejorar la


administración de los procesos más importantes, control de las áreas clave,
teniendo un mayor orden, una mejor organización para alcanzar los objetivos
propuestos, asimismo contribuir a que los educandos, obtengan desempeño
escolar más eficiente, que observe el cultivo de un conjunto de valores que
permitan ejercer una serie de prácticas institucionales, haciéndose un proceso
sistematizado y sustentable a mediano y largo plazo.

Sí la racionalidad y las posibilidades de la ciencia y la tecnología se


complementa con el carácter de responsabilidad social del humanismo y las
ciencias sociales, se podrá obtener equilibrio y armonía dentro de las
universidades, evitándose los antagonismos y las combinaciones eclécticas.

La evaluación institucional siempre se constituye en un tema de difícil abordaje


por parte de las distintas instituciones y las universidades no son una
excepción, ya que todo proceso de evaluación pone en evidencia múltiples
aspectos relacionados con las características y procesos educativos y de
gestión de las casas de altos estudios.

Esto, en muchos casos, genera resistencia por parte de los actores que se
sienten sometidos a un control extra, pudiendo generar molestia con respecto a
las maneras normales de funcionar o como una amenaza de algunos intereses
ya instalados, ya sean burocráticos, socio-políticos, sindicales, disciplinarios,
departamentales o individuales.

Es importante por tanto que la dirección de las instituciones, estén realmente


de acuerdo, que se involucren en el proceso para que él mismo se convierta en
una expresión de participación, compromiso con la calidad educativa de la
institución en la cual actúan, de allí que también será muy positivo la
colaboración de los docentes, administrativos, padres de familia, y funcionarios
en la prospectiva de las universidades, para que desde un principio, se lleguen
a acuerdos, y se establezcan los objetivos; no es fácil ya que requiere de un
gran trabajo en equipo, del ejercicio de un buen liderazgo, rodearse de
personas proactivas, capaces y comprometidas con la educación de calidad.
Los directivos, deben establecer un claro y manifiesto gobierno, crear un clima
propicio, facilitar de recursos humanos y materiales en cantidad y en calidad
elegir las estrategias convenientes, reflexionar y prepararse bien para
responder al contexto y a las necesidades del país y de la sociedad. Una
profunda toma de conciencia en su responsabilidad social.
CONCLUSIÓN

La evaluación institucional entonces tenemos claro que constituye uno de los


pilares fundamentales para el logro de los objetivos de la educación, además
que establece directrices para la evaluación de la actuación general del
docente y estudiante, y de las estrategias requeridas para su cumplimiento. Por
lo tanto podemos definir como parte del proceso educativo, por su carácter
continuo, integral, cooperativo, de carácter obligatorio por parte del docente,
bajo la supervisión del plantel directivo. En este sentido, la evaluación se
considera un proceso sistemático que valora los resultados de las experiencias
ofrecidas al estudiante para verificar hasta qué punto ha logrado los objetivos
programáticos y cuales han sido los cambios positivos en su personalidad.

Asimismo, verifica como ha sido el proceso para alcanzar esos aprendizajes,


hasta que puntos han sido efectivos los métodos y técnicas de enseñanza,
como han funcionado los instrumentos de evaluación y los materiales de
instrucción, que factores han determinado el rendimiento de los estudiantes,
cuáles han sido los objetivos que han presentado mayor dificultad y cuál es el
tiempo necesario para tratar de convenientemente cada objetivo; y en función
de la información obtenida, tomar las decisiones adecuadas durante el
desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje.

En este ensayo se concluye que la evaluación institucional sirve de medio


eficaz para contribuir a la formación integral del educando, en cuanto a la
atención de sus necesidades, intereses, aptitudes, experiencias, habilidades,
madurez, valores, hábitos, destrezas y demás rasgos significativos en el
desarrollo evolutivo del mismo, lo que trae en consecuencia la prosecución y la
permanencia escolar, asi como la estimulación al progreso del estudiante en su
aprendizaje y la justa valoración dentro del ambiente escolar y la comunidad.
BIBLIOGRAFÍA.
Ahumada, P. (2005). Hacía una evaluación auténtica del aprendizaje.
México: Paidós.
Amigues, R, Zerbato, P. (1999). Las prácticas escolares de aprendizaje y
evaluación. En Zerbato-Poudo (Eds.), La Evaluación: Resumen Histórico. (pp.
172-191). (2a. ed.). México: Fondo de Cultura Económica.
Millán, A, Rivera, R, Ramírez, M. (2001). Calidad y efectividad en instituciones
educativas. México: Trillas.
Ruíz, M. (2000). Sistemas de planeación para instituciones educativas. García,
P, Gross, F, Vidal. P. (1992) Pequeño Larousse Ilustrado.
(40 ed.). México: Larousse.
Márquez, P, (2012). Calidad e innovación educativa en los centros.
Departamento de pedagogía aplicada, facultad de educación, UAB. Disponible
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Yzaguirre, L, (2010). Calidad educativa e ISO 9000-2000 en México. Revista
Iberoamericana de Educación. [Revista electrónica], 1681(5653). Disponible en:
http// www.rieoei.org/deloslectores/945Yzaguirre.PDF.

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