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REALISMO NEOCLÁSICO Y EL CASO DE VENEZUELA EN EL SIGLO XXI

El realismo neoclásico. Su esfuerzo por equilibrar las presiones globales del sistema internacional con las
dinámicas del proceso de formulación de la política exterior, los factores materiales con los factores
intangibles, las hipótesis transversales con los estudios de caso, la precisión causal con el conocimiento
profundo del contexto y el afán predictivo con el análisis situacional, hacen de esta propuesta una herramienta
muy sugerente y estimulante para elevar la rigurosidad de la producción y la verificación de teorías sobre la
política exterior (Rose, 1998; Lobbell, 2009; Onea, 2012; Foulon,2015; Schweller, 2018),

La sociedad internacional es el medio social o elemento de las relaciones internacionales (espacio


construido entre Naciones, Estados, grupos/organizaciones e individuos) y el sistema internacional es el
producto del predominio en un momento determinado de un cierto tipo de actores y estructuras, de la
extensión geográfica, el tipo, la frecuencia y la intensidad de sus interacciones, de ciertas reglas de juego o
restricciones que trascienden las fronteras y de las condiciones que posibilitan o restringen tanto el cambio en
la situación general o statu quo sistémico como el cambio en la situación particular de cada jugador. El
sistema internacional no hay una forma de dominación que pueda reclamar el control del espacio físico ni un
centro de jurisdicción político-administrativa.

La política exterior se convierte en el instrumento principal y la caja de herramientas de los Estados para
interactuar con los diversos actores y estructuras del sistema internacional, si bien su eje sigue siendo el plano
de las relaciones interestatales. Principales motivaciones de los Estados (y otros actores) al hacer política
exterior es mantener o elevar su poder estructural o la capacidad de establecer, mantener o alterar las reglas de
juego en un nivel determinado de la política internacional (subregional, regional, global), a partir del uso de
los recursos de poder tangible (recursos materiales) e intangible (la moral, el liderazgo, la legitimidad, el
prestigio o la credibilidad) que tengan a su disposición.  Barbé (1995, cap. VII)

La política exterior procura dotarse del suficiente control sobre recursos y del poder relacional necesario para
beneficiarse de las estructuras sociales que dan forma al sistema internacional.

Charles Hermann (1972) política exterior como el conjunto de decisiones discretas y oficiales tomadas por
los líderes autoritativos (o autorizados) del gobierno de una Nación, o en general, los agentes que él mismo
designa para influir en la conducta de los actores internacionales o externos a su propio sistema político.
También es el resultado de las percepciones de los tomadores de decisión acerca de problemas presentes o
futuros en las relaciones entre su Nación y el entorno internacional.

Margaret Hermann (2001) política exterior es una secuencia de decisiones y participaciones fluctuantes, de
transacciones, no un momento estático, que se desata a partir del reconocimiento de la existencia de un
problema. En su modelo, el problema da lugar a una oportunidad u ocasión para tomar una decisión, luego se
va configurando una dinámica de actores interesados en intervenir en el proceso dependiendo de su interés, de
su poder económico, político, militar o moral, y posteriormente, de acuerdo con esa estructura intersubjetiva
que se forma (un líder predominante, un grupo o una coalición de actores), se adopta una opción que puede
variar en términos de su representatividad, de la cantidad de recursos y agentes que logra comprometer en la
implementación y del tipo de instrumentos que se privilegiarán.

Cinco etapas de la política exterior. Vargas-Alzate (2014) Apoyándose en Baumann y Stengel (2013, en
Vargas-Álzate, 2014, pp. 200-201)

1. Representación del problema: la construcción social y discusión de la cuestión que amerita una solución,
donde además de los agentes del gobierno, pueden intervenir expertos y asesores.

2. Confección de la agenda: también conocido como el proceso de agenda-setting, donde el gobierno debe
delimitar los problemas principales y asignar un orden de prioridades de intervención, y donde habitualmente
los medios de comunicación masiva y los grupos organizados de la sociedad civil intentan influir.
3. La toma de decisión: el momento de diseñar opciones y seleccionar las más factible o conveniente, donde
los agentes gubernamentales tienen prelación, pero también tratan de insertarse otros actores domésticos y/o
internacionales. Hermann (2001) advierte que deben ser no solamente consultivos sino capaces de modificar o
condicionar las posturas del gobierno.

4. Implementación: momento(s) cuando las agencias de gobierno, las Fuerzas Armadas y los diplomáticos
ejecutan esas decisiones/políticas públicas y cuando suelen participar otros gobiernos, ONG y compañías
privadas.

5. Evaluación: momento(s) cuando el propio gobierno, otras agencias del Estado y a veces expertos externos
o académicos, ponderan los resulta-dos y hacen recomendaciones.

Grand Strategy es la construcción de la forma en la que un actor define y pone en acción unos objetivos
centrales, organizados y duraderos en el sistema internacional y donde la posibilidad del uso de la fuerza en
varias maneras penetra sus cálculos. Thomaz Guedes da Costa (2010). Para Gaddis (2009), uno de los
principales propósitos de la gran estrategia es disminuir la posibilidad de ser “acorralado”, es decir, de
encontrarse con un espectro reducido de opciones geopolíticas.

La “gran estrategia” articula entonces: a) intereses claves, b) amenazas, c) recursos, y d) instrumentos (sobre
todo políticas públicas), pero responde a ocho características importantes (Brands, 2012, pp. 4-7):

1. No es la política exterior en sí (la suma de todas las interacciones diplomáticas, económicas y militares que
sostiene un gobierno con los acto-res externos), pero es la lógica conceptual que intenta armonizar todos los
instrumentos, de tal forma que brinden beneficios para los intereses vitales de la Nación.

2. Intenta proveer un enlace entre acciones de corto plazo y metas o fines de mediano y largo plazos (es decir,
una visión).

3. Ofrece una forma de ajustar proporcionalmente los medios a los fines, estimando todos los factores de
“poder nacional” (sean materiales, como los recursos económicos y militares, o intangibles, como los valores,
sean estos políticos, económicos o culturales). Esto con los motivos de evitar los extremos del
“sobrecalentamiento” o derroche de recursos y de poner en riesgo intereses vitales.

4. Aunque se funde en un principio o una doctrina rectora, es también un proceso en sí misma, de modo que
puede evolucionar o cambiar acorde con las circunstancias. Un ejemplo mencionado por Brands es la doctrina
estadounidense de la “contención” del avance comunista, que no constituyó simplemente una acción o
estrategia, sino que representó un conglomerado complejo de disposiciones y sus estrategias (este autor las
considera incluso “grandes estrategias” complementarias) permanentemente revisadas y ajustadas.

5. Está diseñada para operar tanto en tiempo de guerra como de paz, de modo que sigue ligando
racionalmente intereses de largo plazo, políticas de mediano y corto plazos y recursos disponibles, aunque las
amenazas no sean tan acuciantes.

6. Puede estar formulada de manera formal/oficial y explícita/pública, pero no necesariamente, puesto que
cuando los líderes, en nombre de la ideología o de sus análisis, seleccionan o priorizan entre objetivos
(temáticos, geográficos) e instrumentos, construyen de facto su “gran estrategia”.

7. Es esencial para el gobierno efectivo del Estado.

8. Es muy exigente para llevarse siempre a cabo de forma exitosa.


EL REALISMO NEOCLÁSICO (RNC): ENTRE EL REALISMO CLÁSICO, EL
ESTRUCTURALISMO SISTÉMICO Y EL PLURALISMO ANALÍTICO

El realismo es una tradición de pensamiento en relaciones internacionales la cual pretende entender el mundo
“tal cuales” y no como debería ser (Viotti y Kauppi, 2013, cap. 2). Para esta corriente, los Estados se perciben
entre sí como rivales potenciales y tienden al conflicto en ausencia de una autoridad política superior. Antunes
y Camisão (2017) señalan cuatro supuestos compartidos (pp. 15-16):

1. El Estado es el actor principal de las relaciones internacionales por su poder, aunque también
influyen los individuos y las organizaciones.
2. El Estado se comporta como un actor unitario cuando persigue sus intereses nacionales, sobre todo
en tiempos de amenaza o guerra, de modo que las diversas voces domésticas se convierten en una
sola.
3. Los tomadores de decisión son actores racionales porque independientemente de sus posturas
ideológicas buscan garantizar la supervivencia del Estado o reducir su vulnerabilidad.
4. Los Estados velan por su propia seguridad en ausencia de una autoridad central internacional

En el seno del realismo se han formulado dos teorías complementarias que desafían la lógica causal de la
teoría del balance de poder y que presumen que los Estados se contrapesan y enfrentan menos
frecuentemente de lo que esta propone, aunque persigan su propia seguridad

 La teoría de la transición de poder o Power Transition Theory, que ostenta la evidencia empírica
más sólida. Esta predice que las guerras son más probables cuando la distribución de poder es
más paritaria entre beligerantes potenciales (Organski y Kluger, 1980, en Lemke, 2010). Esto
sucede porque Estados que son muy equivalentes en capacidades no tienen mucha certidumbre
acerca de si perderían una eventual guerra entre ellos. Ambos tienden a creer que tienen una alta
posibilidad de vencer al otro.
 La segunda teoría realista que cuestiona la del balance de poder es la desestabilidad hegemónica
(Kindleberger, 1974, Keohane, 1980 y Snidal, 1985, enLemke, 2010). Esta teoría apunta a que
las instituciones (internacionales) que permiten a los Estados cooperar entre sí son más viables
de crearse y mantenerse cuando hay Estados desproporcionadamente poderosos entre las
unidades de interesadas. La presencia de hegemones o países materialmente muy superiores es
lo que facilita la creación de normas, organizaciones y bienes públicos internacionales en los
niveles global y regional, dados los elevados costos de las instituciones.

Además de las variaciones teóricas mencionadas, dentro del realismo se han identificado dos tendencias
principales: el realismo clásico y el neorrealismo o realismo estructural.

El realismo clásico enfatiza la condición competitiva y conflictiva de la naturaleza humana, de la cual extrae
los principios que explican las dinámicas internacionales, además de la ausencia de una autoridad sobre los
Estados. Considera igualmente que los tomadores de decisión buscan las maximizaciones de poder más
estables o prudentes, además estima que las ideas y la cultura tienen un efecto profundo en la conducta
estratégica de los Estados (Kitchen, 2010, p.123-124). 

El neorrealismo persiguió la reducción de las variables para identificar una lógica común en el sistema
internacional y en la conducta de los Estados, sustrayéndose prácticamente de las explicaciones basadas en
los rasgos humanos o las condiciones domésticas de los países.
En lo tocante a la división dentro de los neorrealistas, Rose (1998) explica que los autores “ofensivos”
asumen que un sistema internacional anárquico induce una escasez en la provisión de seguridad y obliga a los
Estados a solventarla por sí mismos mediante la maximización de sus ventajas comparativas.

Los neorrealistas “defensivos” asumen que un sistema internacional anárquico no induce la escasez de
provisión de seguridad sino justo lo opuesto, con múltiples opciones para autoprotegerse. Asimismo, elegirían
racionalmente usar su poder de forma moderada para disuadir al enemigo y, de ser posible, evitar entrar
directamente en una confrontación.

El realismo neoclásico procura integrar analíticamente las dimensiones y los debates espacial (lo doméstico
versus lo internacional), cognitivo (materia versus ideas) y temporal (el presente versus el futuro). Las teorías
del RNC intentan resaltar el papel de la polaridad y de la estructura del sistema internacional y buscan “abrir
la caja negra” del Estado para entender el proceso burocrático que se genera ante los cambios del poder
militar o de la naturaleza de la amenaza percibida (Lobbell, 2009, p. 42). El RNC pretende explicar parte de lo
que condiciona o debilita el cumplimiento de las hipótesis de teorías realistas, como la de balance de poder y
la de transición de poder, esclareciendo por qué muchas veces no se presenta una respuesta eficiente y rápida
ante esas amenazas externas (p. 43)

si los órdenes regionales se caracterizan por las relaciones interestatales cooperativas o competitivas
(abundancia de seguridad) y abarcan a una potencia regional así como más de una potencia secundaria
(relativa simetría de poder), los factores impulsores domésticos de impugnación tendrán mayor peso en la
explicación de la variación de las respuestas estratégicas de las potencias secundarias frente a la pretensión de
liderazgo de la potencia principal.

En primer lugar, las estrategias de impugnación de las potencias secundarias pueden ser motivadas por su
descontento con el statu quo de la estructura de poder regional. Desde una perspectiva neorrealista, la
impugnación regional se explica a través del enfoque del equilibrio de poder porque el alcance y el grado de
ambición de la política exterior de un Estado son impulsados en primer lugar y sobretodo por sus capacidades
relativas de poder

las estrategias de impugnación regional pueden ser impulsadas por experiencias históricas de conflicto o
rivalidad, así como sus legados. Los factores impulsores de carácter histórico pueden ser vistos en directa
relación con factores impulsores de orden conductual, ya que las potencias secundarias interpretarán las
experiencias históricas a la luz del tenor actual de relaciones existente

las estrategias de impugnación pueden ser causadas por la conducta de impugnación más fuerte está dado por
amenazas de seguridad directas hacia la potencia.
LAS IDEAS EN LA RELACIÓN COLOMBIA-BRASIL.INSTITUCIONALISMO Y
CONSTRUCTIVISMO (VELOSA, 2012)

La relación entre el agente y la estructura

Relaciones Internacionales es claro que en el núcleo de las explicaciones se encuentran el ser


humano y sus decisiones
Un agente es, o depende de, un ser humano que es capaz de escoger y de actuar con base en esta
escogencia en algún ambiente social. La estructura social se refiere a patrones recurrentes de
comportamiento social y especialmente a aquellos patrones que parecieran fijar límites a la agencia
humana. La estructura, ya sea como patrones observables o principios subyacentes, está separada
del agente, pero permanece motivando la acción social. (Kubálková, 2001, p. 22)
La agencia implica acción y, como tal, se convierte en el punto de partida de las explicaciones que
se pueden dar sobre los resultados de la interacción es de diferentes agentes. Aunado a ello está la
posibilidad de considerar al propio Estado como un agente, en la medida en que, como organización
política, actúa en representación de seres humanos que lo han configurado como tal.
la estructura les proporciona a los agentes una gama de alternativas viables para conseguir loque
están buscando. 
los agentes tienen la capacidad de producir y reproducir estructuras.
 Las estructuras sociales no deben pensarse solo en términos materiales —es decir, a partir de actos
concretos, como acuerdos, tratados o declaraciones—. Las estructuras también tienen un carácter de
ideas.
La realidad internacional es producto de las mismas relaciones entre los agentes, y entre ellos y las
diversas estructuras, domésticas e internacionales, en las que están inmersos. 
Wendt propone que “la estructura de cualquier sistema social deberá contener tres elementos:
condiciones materiales, intereses e ideas” (1999, p. 139).
Wendt propone tres niveles —deja de lado uno, del cual se hablará más adelante—: la unidad, la
microestructura y la macroestructura (1999). Esta última la entiende como “las estructuras de
múltiples resultados viables” (1999, p. 143). Este concepto se enfoca en los resultados que no
dependen de las decisiones individuales de los agentes; es decir, tienen una naturaleza netamente
sistémica.  La macroestructura y los agentes sostienen una relación constitutiva. En este sentido,
múltiples y variadas relaciones entre los actores pueden generar una misma macroestructura. De ahí
que la configuración del sistema internacional no sea producto de una decisión particular e
individual de los Estados, pero sí sea el efecto de las acciones de todo el universo de Estados.
 la microestructura “explica no solo las escogencias de un individuo sino los resultados generales de
la interacción, que tienen una dimensión inherentemente sistémica. Estados autistas (Wendt, 1999)
se refiere al de la unidad. Este se centra en la estructura propia de cada uno de los Estados y que
permite, de manera individual, explicar las decisiones a partir de sus propias configuraciones. Estas
son: la identidad, los intereses y las capacidades.
el nivel de la macroestructura se observa el sistema internacional como un todo; en el nivel de la
microestructura, se estudian las interacciones entre las partes; y en el nivel de la unidad, cada una de
ellas.

Las ideas, o cuando se necesita mayor tiempo de exposición y apertura

las ideas son “creencias sostenidas por individuos” (Goldstein y Keohane, 1993,p. 3). Estas
creencias pueden ser privadas o colectivas, en la medida en que obedecen a procesos cognitivos de
un actor en particular o a procesos sociales, respectivamente
Las ideas pueden entenderse desde tres categorías distintas, que aun-que se relacionan entre sí, son
distintas en términos analíticos (Goldsteiny Keohane, 1993), estas son: las ideas son cosmovisiones,
en la medida en que proporcionan un entendimiento general de las estructuras en las que están
inmersos los actores; las ideas son normativas, porque tienen como base los principios que permiten
distinguir lo justo de lo injusto y lo bueno de lo malo; por último, las ideas son creencias de
causalidad que vinculan una acción en concreto con un resultado esperado. De ahí que las ideas
nutran a los actores con la intencionalidad requerida para obtener la cualidad de agentes. En esta
medida, las ideas conforman el conocimiento colectivo o cultura, y sobrepasan al individuo. Es
decir, que más allá de lo que crea un actor en particular, el elemento primordial es que debe ser
compartido.

 Las ideas se convierten en hojas de ruta que orientan las acciones de los actores o de las
unidades; con base en esto y de acuerdo con lo planteado acerca del rol nacional, el efecto
que tienen las ideas permite la elección, en el marco de una gama de alternativas.
 las ideas pueden contribuir a lograr ciertos resultados en ausencia de un equilibrio único.
Aunque esta afirmación siga los parámetros de la teoría de juegos, desde el lenguaje
constructivista, implica que para conseguir la realización de acciones coordinadas por parte
de diferentes actores es necesario que no solo los actores crean en algún resultado
particular, sino que todos deben creer que el resto cree en ese mismo resultado
 cuando se institucionalizan, las ideas mismas proveen opciones de acción cuando no existen
espacios para la innovación. Esto es, en el marco de las interacciones entre los actores,
surgen ideas que, una vez sostenidas en el tiempo, generan cursos de acción que solo
pertenecen a ese conjunto de ideas y no a otras.

Una imagen en movimiento: los actores

Hill propone que la política exterior es “la sumade las relaciones oficiales externas conducidas por
un actor independiente (usualmente un Estado) en relaciones internacionales” (2003, p. 3). 
El elemento central que se puede rescatar de esta conceptualización es que la política exterior tiene
que ver con las acciones de un actor político independiente.
Gyngell y Wesley parten de esta oficialidad y la complementan con la idea de que la política
exterior es una política pública especial, en tanto no tiene una temática definida.  al ser política, es
un proceso que conlleva no solo la ejecución de una decisión, sino también el procedimiento de su
escogencia y su evaluación (2003).

 Rosenau, en un artículo que tiene ya algunas décadas, exponía que la política exterior, como objeto
de estudio, pasa por tres etapas: la fase iniciativa, la fase implementativa y la fase sensitiva (1968).
La primera se refiere a todos los estímulos, tanto internos como externos, que obligan al Estado a
iniciar la actividad de política exterior. La fase implementativa se refiere a la manera en que esos
estímulos son canalizados en las estructuras internas del Estado hasta llegar a una acción (o
conjunto de acciones) que traspasará su ámbito jurisdiccional. En esta fase se encuentran, entre
otros, la ideología, el aparato burocrático, los recursos humanos y no humanos. Por último, la fase
sensitiva se refiere a la manera en que el objeto —otro Estado o actor internacional, un grupo social
no nacional o un orden internacional determinado— responde o reacciona frente a la acción
concreta
En esta medida, el análisis de la política exterior “se fija en la interfaz entre las instituciones,
agentes y reglas con el objetivo de mostrar cómo estos conducen a unas escogencias de política
exterior hechas por los agentes colectivos conocidos como Estados” (Smith,2001, p. 53)
la política exterior también tiene un elemento que está relacionado directamente con la identidad y
el rol. La identidad, en este contexto y de manera general, puede entenderse como el proceso de
construcción de la nacionalidad y la “estatalidad” (Katzenstein, 1996), y es a través de la política
exterior que los agentes se autoidentifican (Steele, 2008). Así las cosas, la política exterior, al no
ejecutarse en un vacío autárquico sino en un ambiente estructuralmente social, es decididamente
relaciona

La imagen en movimiento: las organizaciones y las instituciones

El rol nacional no puede entenderse como único y estático. Al contrario, puede ser múltiple y
dinámico.
Las organizaciones son colectivos de individuos que buscan alcanzar alguna meta que comparten.
Por su parte, las instituciones son “restricciones humanamente inventadas para estructurar la
interacción humana”, de ahí que “si las instituciones son las reglas del juego (...) las organizaciones
son los jugadores” (Mantzavinos, North y Shariq, 2004, p. 77). Así pues, tanto las organizaciones
como las instituciones se convierten en las estructuras de las que se ha hablado en estas páginas.
Las instituciones tienen un carácter fundado en ideas, en tanto al estructurar las interacciones,
generan comportamientos particulares y expectativas sobre ese mismo comportamiento.  Por ello, el
rol, por ejemplo, se convierte en una institución. 
Ahora bien, la fortaleza de las instituciones radica en que pueden ser transmitidas a nuevos
miembros de las organizaciones y pueden perdurar en el tiempo, lo cual se puede lograr a través de
los mecanismos de reproducción que, a su vez, pueden ser de carácter organizacional o ideológico
(Golob,2003).
Las instituciones y las organizaciones, al encarnar ideas, permiten que los individuos las recreen. Es
un efecto espejo en donde los individuos las desarrollan y a la vez se ven reflejados en ellas. Este
proceso de institucionalización de las ideas es el que va a permitir que los paradigmas políticos se
normalicen (Hay, 2006); pues es cuando se asumen como dados y no se cuestionan. De ahí que la
conceptualización de estos paradigmas políticos como ideas permita ver sus efectos, y también su
propia construcción.

La imagen revelada

La propuesta que se ha desarrollado acá parte de la premisa de que existen elementos que
trascienden los distintos niveles de análisis en los que se enfocan los exámenes de la realidad
internacional. Sin embargo, esta realidad no puede entenderse con una aproximación
exclusivamente objetiva, pues las relaciones entre individuos o colectivos están mediadas por la
misma construcción que hacen los actores de esa realidad. De ahí que, elementos considerados
como objetivos, como la anarquía, sean el producto de las relaciones entre los mismos Estados y no
una característica aséptica de un sistema que se construye a partir de las interacciones entre sus
partes.
Esta subjetividad implica el acercamiento al rol de las ideas, en la configuración de los actores —su
identidad— y en el resultado de las interacciones que tienen. Las ideas, como fenómeno y como
instrumento de análisis, son transversales a esta aproximación, en la medida en que, por un lado, se
manifiestan en cada uno de los niveles de análisis explicitados: unidad, interacción y
macroestructura.; por otro, en que, gracias a estas ideas, los niveles están íntimamente relacionados
y son consecuenciales.

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