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Vivir en sociedad implica reconocer una convivencia con diferentes individuos que no
necesariamente serán iguales, vale decir, tendrán identidades que difieran unos de otros,
pero eso no significaría1 que no haya respeto, tolerancia y por qué no solidaridad. Desde
la perspectiva filosófica el ser humano es un ser social que busca la cooperación para su
supervivencia, es por esto por lo que cuando se comparte un espacio común, deben
existir ciertas reglas que permitan una convivencia armónica. Considerando lo anterior, a
lo largo de la historia se evidencian diversos intentos de fundar una sociedad a nivel
internacional, sin embargo, aunque se sabe que en la actualidad la Organización de las
Naciones Unidas es lo más parecido, cabe preguntarse por qué ciertos actores2 se
restaron momentáneamente (algunos por largos periodos de tiempo) de ser parte de este
gran conglomerado institucional, por qué hay países con mayores cuotas de poder que
otros y cómo esta brecha (entre otros factores) afecta en las dinámicas de su relación.
Más interesante aún, cómo estas relaciones permean en la capacidad de solucionar
conflictos, por qué hay conflictos que no se pueden resolver vía diplomática y por qué el
enfrentamiento bélico para algunos es la única opción.
1. En la práctica se puede evidenciar la falta de alguno de ellos, pero el ejemplo alude a un tipo ideal de vida en sociedad.
2. Entiéndase Actores, como Estados soberanos con un espacio territorial delimitado con población y autoridad central
(Países).
3. En referencia a las consecuencias para los países afectados y su estabilización.
UNIVERSIDAD DE CHILE
Instituto de Asuntos Públicos - Escuela de Gobierno y Gestión Pública
Curso Análisis Político Internacional – Prof. Eduardo A. Carreño
Estudiante: Daniel Alegria Cañas
equilibrio de poder implicaba que no deberían existir grandes asimetrías de poder (entre
los países europeos), porque la idea era no propiciar instancias de conflictos bélicos y los
países debían ser meticulosos con el fin de no intervenir en intereses de otros, por el otro
lado el principio de seguridad colectiva planteaba que todos los actores no solo deben
velar por la paz y seguridad internacional del conjunto, sino que velar que ninguno de
ellos se transforme en una amenaza que quiebre nuevamente el espacio de seguridad y
paz que se construyó (Orden Internacional de Versalles), (Carreño, 2021). Se observa
entonces, que la seguridad internacional siempre fue un tema fundamental para los
Estados, no es casualidad que Pereira (2009; 41) haya establecido ciertos principios
básicos del sistema internacional (el respeto a los límites territoriales, la igualdad
soberana, la no intervención en los asuntos internos de los demás, entre otros).
Ahora bien, es imposible analizar la seguridad internacional sin una potencia tan relevante
como Estados Unidos. La culminación de la polarización mundial sentó un gran
precedente para este país, puesto que su proyecto de sociedad, modelo, valores y
principios significaron ser no solo un ejemplo para muchos países, sino una victoria que
implicó que Rusia debía insertarse en un mundo globalizado, bajo términos democráticos
occidentales, liberales y de libre comercio (Carreño, 2021). Lo anterior situaba a EE. UU
como potencia indiscutida, y como tal debía optar por una iniciativa unilateralista que le
permitiera aumentar su influencia, esto se reflejó en el pensamiento político durante la
posguerra fría (Pfaff; 2001; 64). Pero lo que existía detrás del rol hegemónico
estadounidense era una visión bastante imprudente4 en relación con sus pares, no por
nada Europa tomó cartas en el asunto y llevaron a cabo su propio proyecto de defensa
común, con el objetivo de debilitar la influencia estadounidense (Pfaff; 2001; 72-73).
Paralelamente, las potencias que estaban emergiendo se encontraban en ascensos
económicos importantes que les permitió alcanzar un protagonismo dentro del escenario
internacional, de esta manera el orden internacional se estaba moldeando bajo una lógica
de un manejo colectivo de asuntos mundiales (Giaccaglia; 2017; 425), pero por supuesto,
sin quitarle el protagonismo a EE. UU.
Bibliografía:
PFAFF, William (2001) “La hegemonía de EEUU”, Política Exterior, Vol. 15, N° 80
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