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Universidad EAFIT

Maestría en Hermenéutica Literaria – Curso básico en estudios históricos


Profesor: Patricia Cardona Z.
2023-1 – Informe de lectura: De la fe al conocimiento, Krzysztof Pomian

Presentado por: Verónica Curátola Tobar

Creer para seguir creyendo

Sobre la historia es un libro del historiador, filósofo y ensayista polaco-francés Krzysztof


Pomian; publicado originalmente en francés en 1984 y publicado en inglés en 1990. El libro
es una compilación de sus ensayos sobre historia cultural y los estudios sobre la memoria
y brinda grandes aportes al debate contemporáneo sobre memoria, historia e identidad,
permitiendo aventurarse en la exploración del papel de la memoria en la formación de
nuestra comprensión del pasado, y de qué forma el conocimiento histórico se configura,
consolida y transmite a través de prácticas e instituciones culturales.

De la fé al conocimiento es el segundo capítulo del libro y en él aborda el tiempo histórico


y cómo es percibido y construido por los historiadores. El autor sostiene que el tiempo en
sí es un fenómeno universal, pero que el tiempo histórico es una invención humana, una
forma específica de tiempo que se ha ido configurando junto a los devenires creativos y
evolutivos de los humanos. La forma en que conceptualizamos el tiempo histórico ha
evolucionado con el tiempo y generalmente ocurre a posteriori, toda vez que la organización
y comprensión de los fenómenos se observa con -algo de- claridad a través del lente del
pasado, además, dicha organización está supeditada al contexto cultural, social y político
de quien conceptualiza. Por tanto, el tiempo histórico no es objetivo, sino una construcción
subjetiva que refleja nuestros valores y creencias.

Entonces ¿cómo ha evolucionado el tiempo histórico? Para responder esa pregunta es


necesario remontarnos hasta el tiempo Antiguo (o la época que ahora se llama así), y
recordar que su visión del tiempo era a menudo cíclica, con acontecimientos que se repetían
una y otra vez en un ciclo interminable, esta concepción del tiempo reflejaba la creencia de
que el mundo estaba gobernado por fuerzas divinas que controlaban el curso de los
acontecimientos. En este momento de la lectura es importante retomar el concepto de las
“marcas de historicidad” que no sino la confirmación de que algo efectivamente ocurrió en
cierto momento de la historia; en este mundo Antiguo, las marcas eran la palabra de las
personas, el testimonio. La evolución de estas marcas es la evolución de la organización y
conceptualización del tiempo histórico. Es la prueba del avance de las técnicas de
investigación y su rigor.

Avancemos en el tiempo y vamos a la Edad Media. El historiador para este momento es


quien ha visto u oído un hecho, o a quien estuvo involucrado en tal hecho. Pareciera que la
fe juega un doble rol en las percepciones de la época, por un lado, habilitando la
equiparación de las ideas de ver y conocer; pero por el otro lado, permitió el surgimiento de
una concepción lineal del tiempo, en la que los acontecimientos progresaban hacia un punto
final u objetivo concreto estaba vinculada a la creencia cristiana en la historia de la
salvación, lo que a su vez impulsó la consolidación de otras unidades de medición del
tiempo y una organización que quedaría sirviendo para procesos posteriores.

Durante este periodo se conforman las tradiciones étnica, clásica y bíblica para realizar esta
“validación” sobre los acontecimientos del pasado. La tradición bíblica, fundamento de la fe
cristiana fue el hogar de la historia eclesiástica, se ocupó de aclarar las controversias
religiosas despertadas después de la reforma, fortaleció el rigor en la búsqueda y
divulgación de fuentes, es el primer momento cuando se empieza a escribir historia sobre
la historia, y permitió la creación de diversas instituciones, influyendo en el desarrollo de la
filosofía, la ciencia y la literatura.

La tradición étnica, basada en el intercambio cultural y la interacción entre los diversos


grupos culturales y étnicos que en Europa coexistían, dio pie a la consolidación de grupos
de eruditos cuyo eje de discusión e investigación era la política, y sus hallazgos eran
muchas veces usados como material informativo con fines persuasivos. Su exploración y
avance permitió el desarrollo del conocimiento en áreas como la medicina, las matemáticas
y la astronomía.

La tradición clásica, forjadora de la República de las Letras y casa de los humanistas, se


inclinó por la recolección y sistematización de artefactos antiguos y reliquias a modo de
muestras del pasado, su trabajo era en mayor medida auspiciado por las cortes y los nobles,
y su fundamento más sólido estuvo en la rememoración de los antiguos textos griegos y
romanos, dichos textos influyeron en el desarrollo de las humanidades como ciencias y
además fue un movimiento precursor del Renacimiento.

Pomian finaliza el recorrido medieval en el siglo XVIII cuando acaba el tiempo de la fe como
objeto de conocimiento, afirmando que la historia es una proporcionalidad de la descripción
y la dignidad de lo descrito. Es decir, aunque ya el concepto del tiempo es conocido y
funcional en occidente, y su naturaleza teleológica ya ha sido comprobada y aceptada, el
estudio y compilación de la historia sigue tratándose de una tarea vaga, orientada por
predilecciones y maleable ante quien tenga un lugar de enunciación privilegiado.

El autor concluye señalando que el tiempo histórico no es fijo ni absoluto, sino que está en
constante evolución y cambio. Es fundamental recordar que nuestra comprensión del
pasado viene determinada por nuestros contextos y, a medida que éstos cambian, también
lo hacen nuestros valores y creencias, por ende también lo hará nuestra concepción del
tiempo histórico. Además, la historia debe ser considerar a partir de sus tres dimensiones
para ser compilada, leída e interpretada: como ciencia que establece los hechos, como arte
que presenta los hechos, y como filosofía que intenta comprenderlos.

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