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intro

la mujer aún encuentra algunas barreras y estereotipos para su posicionamiento en el área


laboral, que la limitan para acceder a puestos directivos. El más reconocido es la discriminación de
género debido a la estructura social en la que nos hemos encontrado por décadas, encasillando a
la mujer en un rol de hogar como principal responsable de trabajo doméstico y considerando su
rol laboral como un aspecto secundario en su plan de vida, dando al hombre la responsabilidad de
generar el ingreso económico necesario para sostener el hogar.

Por tal motivo, la mujer se ha encontrado en desigualdad considerando su trabajo inestable


debido a factores como la maternidad, el cuidado de los hijos y los ausentismos por enfermedad,
lo que genera y justifica la exclusión de la mujer en puestos y funciones de cargos superiores.

A nivel educativo, las pocas mujeres que tenían acceso a éste debían hacerlo en días alternos u
horarios diferentes a los de los hombres y la educación recibida por ellas apuntaba al mismo
objetivo: coser, bordar, aprender a cocinar, entre otras. Con el transcurso del tiempo, sus
limitaciones también se extendieron al campo político, y en Colombia, por ejemplo, las mujeres
solo adquirieron el derecho al voto en el año 1954, pero por carecer de cédula, solo pudieron
ejercer este derecho en 1957. Sin embargo, la participación de la mujer en los cargos de elección
popular es muy poca; a pesar de trabajar activamente en las campañas políticas a la hora de ser
elegidas, prima la concepción machista.

Aunque las condiciones anteriormente citadas han venido cambiando en los últimos años, y las
mujeres han empezado a desempeñar cargos gerenciales, en distintas actividades productivas,
siguen siendo responsables del hogar, de los hijos, de los esposos, lo cual hace que trabajen más
horas diarias y reciban una menor remuneración (Perilla Santamaria & Mojica, 2015).

Por lo anterior, los empresarios siguen pensando que la mujer considera el trabajo como algo
secundario que podrán dejar en cualquier momento, porque lo principal sigue siendo su familia, lo
que genera altos costos de ausentismo y baja producción. Esto termina siendo la excusa para que
se excluyan algunas veces a las mujeres de los cargos de alta jerarquía (Fischer de la Vega & Ursul,
2015).

En un mundo del trabajo en pleno proceso de cambio, en el que se prevé una escasez de
competencias para los decenios futuros, las empresas tienden a pasar por alto el potencial de
liderazgo femenino, con el riesgo que ello conlleva.

Los datos son claros: el equilibrio de género –en especial en los niveles de adopción de decisiones–
no solo es conveniente desde el punto de vista comercial, sino que además abre paso a empresas
más diversas y más productivas que benefician a los trabajadores, a los empleadores y a las
sociedades en su conjunto
La importancia comercial de un lugar de trabajo equilibrado entre los géneros está reforzándose
continuamente. Dos terceras partes de las empresas encuestadas por la OIT coincidieron en que
las iniciativas en materia de diversidad mejoraban sus resultados comerciales.

Cuando las empresas ponen en práctica una cultura empresarial inclusiva y políticas de inclusión,
la probabilidad estimada de lograr:

 mayor rentabilidad y productividad es del 63%


 aumentar su capacidad de atraer y retener el talento es del 60%
 impulsar su creatividad, innovación y apertura es del 59%
 mejorar la reputación de la empresa es del 58%
 incrementar su capacidad de calibrar el interés y la demanda de los consumidores es del
38%
 Cuando en los consejos de administración hay equilibrio de género, las empresas tienen
casi el 20% más de probabilidades de tener mejores resultados comerciales

Promover el equilibrio entre trabajo y vida privada


En la era digital, las empresas tienen que adelantarse más que nunca a desmantelar la cultura de
la disponibilidad permanente.

Políticas tales como las del horario flexible, el trabajo a distancia, la licencia de maternidad y de
paternidad y los programas de reincorporación al trabajo son útiles para que las mujeres no estén
en situación de desventaja en el trabajo a causa de sus responsabilidades domésticas. De hecho,
estas medidas benefician a todos los trabajadores, reducen el estrés y el desgaste laboral, y
propician una productividad más sostenible a largo plazo.

Captar la atención para las políticas


Las políticas no lo solucionan todo, pero representan un excelente punto de partida para
solucionar el desequilibrio de género.

El estudio indica que las empresas con políticas activas de igualdad de oportunidades e inclusivas
respecto a la igualdad de género cuentan con más mujeres en todos los niveles directivos. Sin
embargo, las políticas que no reciben la atención de los administradores quedan arrumbadas en
un cajón. Para que las políticas se traduzcan en realidades en el lugar de trabajo, es decisivo
formar a los directivos.

Aprovechar el factor de atracción


Las mujeres que ocupan cargos de máximo nivel atraen a más mujeres a todos los niveles de la
empresa. Según nuestro estudio, las empresas con una mujer al frente de la dirección general
tienen el 12.6% más de probabilidades de contar con mujeres en los puestos directivos superiores,
lo que apunta a un factor de atracción.
En las empresas con juntas directivas presididas por mujeres hay más probabilidades de que haya
un equilibrio de género entre el personal directivo de nivel intermedio. Este factor de atracción es
la clave para resolver la fuga de talento femenino.

Nozick argumenta que la justicia retributiva requiere que aquellos que han causado
daño a otros sean castigados proporcionalmente al daño que han causado.
Además, sostiene que el castigo solo debe ser infligido por una autoridad legítima
y solo después de que se haya llevado a cabo un juicio justo.

También aborda el tema de la pena de muerte, argumentando que solo debe ser
aplicada en casos de asesinato premeditado y después de un juicio justo. Sin
embargo, Nozick advierte que incluso en estos casos, la pena de muerte debe ser
aplicada con precaución debido a la posibilidad de que se produzcan errores
judiciales.

Nozick también discute la posibilidad de que los delincuentes puedan ser


reeducados y reformados en lugar de ser castigados. Argumenta que la
rehabilitación puede ser una forma legítima de castigo, pero solo si se lleva a cabo
en un entorno voluntario y respetuoso de los derechos individuales.

En resumen, el capítulo siete de "Anarquía, Estado y Utopía" de Robert Nozick


aborda la justicia retributiva y cómo se aplica en un estado mínimo, argumentando
que el castigo solo debe ser infligido por una autoridad legítima y después de un
juicio justo, y que incluso la pena de muerte debe ser aplicada con precaución.
También discute la posibilidad de la rehabilitación como forma de castigo, pero
solo si se lleva a cabo de manera voluntaria y respetuosa de los derechos
individuales.

Nozick sostiene que la justicia distributiva requiere que las distribuciones de


recursos y bienes en una sociedad sean justas. Sin embargo, argumenta que la
justicia distributiva no exige que se igualen las distribuciones de recursos entre los
miembros de la sociedad, sino que solo deben ser justas según principios de
libertad y propiedad privada.

Nozick propone que la justicia distributiva se logra a través de un proceso justo de


adquisición, transferencia y rectificación de recursos. Es decir, cualquier persona
tiene derecho a adquirir recursos de la naturaleza y transferirlos por medios justos,
pero también se debe permitir la rectificación de distribuciones injustas a través de
un proceso justo y voluntario.

También discute la idea de la igualdad de oportunidades y argumenta que la


igualdad de oportunidades solo debe garantizarse en el ámbito político y legal, no
en el ámbito económico.

En resumen, el capítulo siete de "Anarquía, Estado y Utopía" de Robert Nozick


aborda la justicia distributiva y cómo se aplica en un estado mínimo,
argumentando que la justicia distributiva requiere que las distribuciones de
recursos sean justas según principios de libertad y propiedad privada, y que se
logra a través de un proceso justo de adquisición, transferencia y rectificación de
recursos. También argumenta que la igualdad de oportunidades solo debe
garantizarse en el ámbito político y legal.

n el capítulo siete de "Anarquía, Estado y Utopía", Robert Nozick utiliza el término


"sistema retributivo" para referirse a un sistema de justicia que castiga a los
infractores de manera proporcional al daño que han causado. Es decir, la idea es
que el castigo debe ser equivalente al daño infligido, siguiendo el principio de "ojo
por ojo, diente por diente".

Por otro lado, Nozick también menciona el principio de distribución conforme al


mérito moral, que se refiere a la idea de que las personas deben recibir
recompensas y reconocimiento en función de su contribución al bienestar social y
al esfuerzo que ponen en sus acciones. Según este principio, las personas que
contribuyen más al bienestar social deberían recibir una mayor recompensa o
reconocimiento, y aquellas que contribuyen menos deberían recibir una
recompensa menor.

Nozick argumenta que la justicia distributiva no exige una igualdad absoluta en la


distribución de los recursos, sino que permite que las personas sean
recompensadas de manera diferente en función de su contribución al bienestar
social y al mérito moral. Según Nozick, esto es compatible con la idea de un estado
mínimo, ya que un estado mínimo permite la libertad individual y la propiedad
privada, lo que permite a las personas tener la oportunidad de contribuir al
bienestar social y recibir recompensas por sus esfuerzos.
Además Robert Nozick hace referencia a la teoría de adquisición de John Locke, un
filósofo político del siglo XVII. La teoría de adquisición de Locke sostiene que las
personas tienen derecho a adquirir propiedades privadas a través de la mezcla de
su trabajo con los recursos naturales.

Según Locke, las personas pueden adquirir propiedad privada a través del trabajo y
la transformación de los recursos naturales. Por ejemplo, si un agricultor trabaja en
un pedazo de tierra y lo cultiva para producir una cosecha, esa tierra y la cosecha
resultante le pertenecen al agricultor como su propiedad privada. Locke argumenta
que esta adquisición de propiedad a través del trabajo y la mezcla con recursos
naturales es justa, ya que el trabajo es la fuente de valor y propiedad.

Nozick utiliza la teoría de adquisición de Locke como base para su propia teoría de
justicia distributiva, argumentando que las personas tienen derecho a adquirir
recursos de la naturaleza y transferirlos a través de medios justos, como la
compraventa voluntaria, el trueque o la donación. Además, Nozick sostiene que
cualquier rectificación de distribuciones injustas de recursos también debe seguir
un proceso justo, y que los individuos tienen derecho a los frutos de su trabajo y
esfuerzo, lo que está en consonancia con la teoría de adquisición de Locke.

PARA DEBATE

En el capítulo siete de "Anarquía, Estado y Utopía", Robert Nozick no aborda específicamente la


cuestión de la igualdad de género en los altos cargos de las organizaciones. Nozick se centra
en la justicia distributiva en términos generales y en cómo se relaciona con la propiedad y la
libertad individual.

Sin embargo, se podría argumentar que la idea de distribución justa de recursos y


oportunidades, que Nozick defiende, podría apoyar la postura de estar a favor del 50/50 de
hombres y mujeres en los altos cargos de las organizaciones. Si se acepta que las personas
tienen derecho a la propiedad privada y a los frutos de su trabajo y esfuerzo,
independientemente de su género, entonces podría argumentarse que las personas también
deberían tener la oportunidad de ocupar puestos de alto nivel en las organizaciones en función
de su mérito y contribución al bienestar social.

En este sentido, la postura a favor del 50/50 de hombres y mujeres en los altos cargos de las
organizaciones podría considerarse una medida para garantizar la igualdad de oportunidades y
la justicia distributiva, asegurando que las personas, independientemente de su género, tengan
la oportunidad de contribuir al bienestar social y ser recompensadas por su mérito moral y
esfuerzo.

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