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Publicada por Lid, para contrarrestar el desierto neuronal en el que muchos se debaten

Entrevista a Aristóteles
4 de abril de 2023 – Religión Digital

"En épocas complejas como la actual muchas personas sobreviven


zarandeadas por la frivolidad o sumergidas en el desasosiego de una
amargura desprovista de brújula"

"Para contrarrestar el desierto neuronal en el que muchos se debaten


ha surgido Entrevista a Aristóteles"

"Quienes anhelen salir del muladar de patéticas bullas en el que


algunos han convertido la política pueden acudir a Aristóteles para
sanear sus mentes. Aristóteles no soslayó ninguna cuestión por
profunda o desafiante que fuera y lo hizo con rigor filosófico y sentido
común"

"Entrevista a Aristóteles tiene como propósito fungir de chisquero


para iluminar el magín de quienes no se contentan con un barniz de
erudición para actuar de tarabillas, sino que apetecen fundar de forma
especulativamente sólida su existencia"

Javier Fernández Aguado

En épocas complejas como la actual muchas personas sobreviven zarandeadas por la


frivolidad o sumergidas en el desasosiego de una amargura desprovista de brújula. En
cualquier caso, con carencia de anclajes. Encontrar asideros no resulta andadero. Entre los
diferentes instrumentos con los que contamos para salir de esa indigencia de raíces se cuenta
acudir a los clásicos. Para contrarrestar el desierto neuronal en el que muchos se
debaten ha surgido Entrevista a Aristóteles.
Todo lo que vivimos, con los pertinentes matices, ha sido ya experimentado. Hace
escasas fechas, durante un seminario para el comité de dirección de una gigantesca
multinacional norteamericana, les detallaba que en las organizaciones se produce siempre un
efecto cascada. Si el máximo responsable es alguien preparado en lo profesional y en lo
personal, aquellas sanas características tenderán a impregnar al equipo. Por el contrario, si un
psicópata se apropia del timón, se rodeará a su vez de desequilibrados que acaban dañando
gravemente a aquel grupo humano. Este fenómeno funciona en el entorno privado, en el
público y, como tenemos lamentable ocasión de verificar en diversos países, también en el
político.

Aristóteles (384-322 a.C.) es uno de los tres miembros de una ancestral terna de los mejores
pensadores de la humanidad. Los otros dos serían Hegel (1770-1831) y santo Tomás de
Aquino (1225-1274). Ninguno de los tres es frívolamente digerible, con más motivo en
sociedades más acostumbradas a despachar tweets que a dedicar horas al estudio. ¡No son
carcamales que merezcan ser remitidos al depósito de un museo! Su pensamiento es
radicalmente actual y conocerlo frenaría que muchos se dieran batacazos existenciales.

Hace años me marqué como uno de mis objetivos democratizar las aportaciones de estos
tres grandes. Me he centrado particularmente en el aquinate y en el estagirita, como son
conocidos por el lugar donde campearon sus primeros años el napolitano Tomás y el griego
Aristóteles. He hollado repetidamente la tierra que ellos trotaron, contemplado los paisajes que
tuvieron ante sus ojos y dedicado innumerables horas a desentrañar sus recónditas
especulaciones.

Hace dos décadas entregué a la imprenta una nueva versión de Ética a Nicómaco, obra
esencial para entender al metafísico heleno. Diez años más tarde, volví a revisar aquel trabajo
y añadí para LID Editorial una prolongada introducción para desgranar más aun las profundas
reflexiones allí planteadas.

En ocasiones, personas a las que he sugerido conocer en directo a Aristóteles me han


manifestado la dificultad de hincarle el diente. Este es el motivo por el que me venía rondando
la idea de proporcionar un acceso aún más asimilable, soslayando esos sinsabores.

Quienes anhelen salir del muladar de patéticas bullas en el que algunos han convertido la
política pueden acudir a Aristóteles para sanear sus mentes. Fue él quien aseguró que la
política puede ser la profesión más sublime, cuando se orienta al servicio de los
ciudadanos, o la más inmunda cuando quienes a ella se dedican son insulsos pasmarotes
ávidos del aplauso público, de vuelos privados y caudales inmerecidos. Sin que falten los
insidiosos palmeros de estómagos agradecidos.

En medio de la valetudinaria batahola intelectual en la que muchas mentes han quedado


azoradas, Aristóteles es una corriente de aire fresco rezumante de sabiduría que permite
distanciarse de quienes solo pueden mostrar un rimero de ignorancias. Camufladas con
patológica matraca por sus ofuscaciones rijosas. Quien opte por permanecer encuevado y
renegrido como un pasmarote ante las redes sociales no entenderá al estagirita.

Conceptos esenciales como el amor, el trabajo, la amistad, la gestión de los medios


económicos, los hijos, los ancestros, la comprensión de la sexualidad, el más allá, las
obligaciones para la sociedad y tantos otros pasan ante nuestra vista. Aristóteles no soslayó
ninguna cuestión por profunda o desafiante que fuera y lo hizo con rigor filosófico y
sentido común.

Entrevista a Aristóteles tiene como propósito fungir de chisquero para iluminar el


magín de quienes no se contentan con un barniz de erudición para actuar de tarabillas, sino
que apetecen fundar de forma especulativamente sólida su existencia.

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