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Bitácora fotográfica #5

Estudiante: David Ramírez Loaiza

En la lectura de esta semana, Byung-Chul (2017) plantea que actualmente vivimos


en una sociedad del rendimiento, la cual deviene de la sociedad disciplinaria -tal
cual la planteó Foucault en su momento-, mas esto no significa que este cambio
de paradigma no haya apartado la negatividad de la prohibición disciplinaria, sino
que, tras encontrar limitaciones en la producción, se apostó por exhortarle al ser
humano a la positividad con tal de que maximice su rendimiento al punto de llegar
a estados de exhaustividad severos que pueden incluso provocar psicopatologías
depresivas a nivel colectivo. Aunado a esto, si bien en la sociedad se le insta al
sujeto al poder y no tanto a la obediencia, el sujeto ya ha sido anteriormente
disciplinado, por lo que se autorregulará a sí mismo con la rigurosidad de la
sociedad disciplinaria para garantizar que esté dando su mayor rendimiento
productivo.

Así pues, tomando en cuenta lo anteriormente explicitado, cuando iba leyendo en


esta lectura la verdad me sentí muy identificado, ya que este semestre ha sido el
primer momento en mi vida en el que sinceramente considero que ya el tiempo no
me rinde para poder cumplir con todas mis responsabilidades primordiales (trabajo
y estudios) y tener tiempo para descansar o dedicarme a otros pasatiempos que
me traen gratificación.

Realmente me desilusiona pensar en que cuando estaba en el colegio solía


escuchar a los adultos hablar sobre cómo no podían hacer esto o aquello que les
gustaría hacer porque no tenían tiempo suficiente y me parecía algo tan ajeno y
extraño, juraba que nunca me llegaría a ocurrir aquello que atestiguaba, mas
ahora me encuentro hundido en la sociedad del rendimiento, con la obsesión
latente de tener un rendimiento excelente en mis responsabilidades alcanzando,
así, un estado de extenuación de mi psiquismo.

Es por esto que elegí tomarle una foto a mi historial académico, porque todo en
esta sociedad del rendimiento nos remite al “historial de excelencia de nuestras
vidas” -guardando la cautela de no generalizar-, el cual resulta ser un ejercicio de
autoflagelación psíquica, en donde llevamos cuenta de todos nuestros actos y, al
final del día, nos sentimos culpables de no haber sido un poco más productivos,
de no haber estudiado un poco más, de no haber trabajado un poco más, de no
haber descansado un poco menos, o, mejor aún, no haber descansado nada…
Así somos los sujetos que conforman una sociedad del rendimiento.

Referencias

Byung-Chul, H. (2017). La sociedad del cansancio. Barceliona: Herder.

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