Está en la página 1de 3

Tú esencia es más grande que tus miedos

El 17 de junio del presente año 2022, el ministerio de educación anunció el retorno a clases
presenciales al 100% en las universidades. Este anuncio en un primer momento generó sorpresa e
inquietud en mi estado de ánimo, puesto que desde que terminé el colegio, en medio de la
pandemia, no había tenido ninguna interacción con profesores, mucho menos con compañeros
(as). Además, el primer ciclo de la carrera de psicología había sido virtualmente, por lo que, aun
conociendo a mis posibles compañeros y compañeras, la emoción y la ansiedad de cómo iba a
llevarme con ellos y ellas era grande. De este modo, cuando iniciaron las clases, entré con muchos
pensamientos y expectativas, sobre todo en el curso de desarrollo personal, ya que al leer el sílabo
del curso me pareció una metodología nueva e interesante.

El presente ensayo tiene como propósito recopilar y reflexionar acerca de las clases llevadas en el
segundo semestre de la carrera de psicología, en el curso de desarrollo personal, asimismo se
busca responder las preguntas planteadas, para identificar el avance que he tenido como persona
y sujeto académico.

Desde un marco general del curso, la habilidad que prevaleció a lo largo del curso en mi formación
fue el arte, la empatía y la socialización. Siendo este último el aprendizaje que obtuve al comenzar
a interactuar con mis compañeras en cada clase, sobre todo en los trabajos grupales y mi
desempeño como delegada de curso.

Procesos que en un comienzo no fueron fáciles, pues, considerando que las interacciones de
persona a persona eran de un tiempo más largo a comparación de otras ocasiones de mi vida
cotidiana, tuve que mejorar mis habilidades de comunicación y socialización. De manera que, mis
compañeras pudieran sentirse cómodas conmigo y no tengan temor o vergüenza de preguntarme
algo. Es, pues, dentro de este proceso de mejoría que desarrollé la habilidad de la empatía, dado
que mis compañeras comenzaban a tener más confianza conmigo y contarme sus dificultades, y yo
como delegada debía ponerme en sus situaciones y ayudarlas a buscar soluciones de la mejor
manera. No obstante, conforme pasaban las semanas, socializar y conversar con ellas o buscar un
tema de conversación en el que se sientan cómodas ya no se sentía como un reto o una
personalidad aparte que no era yo. Finalmente, había podido mantener ese mismo tipo de
comunicación como parte de mi personalidad. Ya que, en un inicio, sentía que conversaba con las
personas, pero tenía que estar sonriendo todo el tiempo o sobre pensar antes de conversar en
como comunicarme (algo que tengo claro es parte de mi ansiedad, pero el estar casi todo el día en
la universidad hacía que sea mucho más notorio y trabajoso), y al terminar de hacerlo se sentía
como si hubiera sido un gran reto socializar. Por lo que se puede decir que el curso y las
interacciones me permitieron dejar de verlo de esa manera y reconocer que no es un aparentar,
sino más bien una habilidad que había perdido al estar durante tanto tiempo en cuarentena y en
metodologías virtuales.

Respecto al arte, como mencioné anteriormente, identificar en el sílabo que las clases estarían
enlazadas a este, me causó mucha curiosidad y sorpresa en cuanto a las clases. Actividades que
además me permitieron ver al curso como un lugar seguro en el que podía relajarme, conocerme
más y salir por un momento del estrés de otras asignaturas. Entre las dificultades que tuve en
cuanto a estos procesos y actividades, se encuentra el mostrarme bailando y hablando cómo me
sentía. Quizá el más difícil fue el baile o movimientos que realizábamos, puesto que, aunque hace
3 años bailaba mucho, la pandemia había ocasionado que deje de hacerlo de esta manera y solo lo
haga con un grupo en específico que me daba confianza o conocía mucho tiempo, algo que me
confundía mucho porque frente a un público no me avergonzaba ni tenía problemas (considero
que no me sentía avergonzada porque lo tomo como una responsabilidad). Pero en clase era un
poco más difícil, incluso frente otras personas que sentía no compartíamos mucho en común.
Hasta que finalmente conforme las iba conociendo se fue haciendo más fácil y dejaba de
resistirme a enseñar lo que sabía podía hacer fuera de lo académico, al igual que el escribir, una
habilidad que siempre se me ha hecho muy simple y relajante, pues siento que libero mi sentir. Sin
duda alguna una de las mejores experiencias, como por ejemplo las cartas hacia el objeto especial
o el organizar el pícnic previo a exámenes parciales.

Esta última actividad me permitió además conocer mejor a mis compañeras en un ámbito no
académico al realizar juegos y entrar en confianza entre todas para contar nuestras anécdotas. Es
en esta circunstancia donde me di cuenta de que la confianza y comunicación entre todas había
mejorado demasiado. Al igual que mi resistencia a abrirme o expresar mis sentimientos a las
personas, algo que me sorprendió mucho, pues en los primeros días de clase era algo que no me
hubiera imaginado, mucho menos un ciclo anterior y definitivamente no se me hubiera cruzado
por la mente hace un año que 20 mujeres desconocidas de distintas partes del Perú se iban a
volver tan importantes para mí, al igual que el curso.

Siempre tuve la idea de que la universidad iba a ser algo meramente académico y mecanizado,
además siempre he trabajado en esa dinámica, sin embargo, el curso, mi profesora y las formas de
trabajo me demostraron todo lo contrario. Me demostró que no hace falta pensar demasiado para
estar con una persona y conversar, no hace falta tener mucho en común para mostrar tu esencia y
esos rasgos y habilidades que te hacen distinta y única. He aprendido también a valorar mejor a las
personas y no tener miedo de que conozcan a mí yo interior, a mí yo que no solo cree en obtener
buenas calificaciones o está todo el día estresándose por lo académico en busca de lo perfecto.
Buscar perfección muchas veces me otorgaba negatividad en mi estado de ánimo, puesto que en
lugar de ver aspectos positivos en las situaciones me enfocaba en lo negativo y los errores que
cometía para recriminarme. Sin embargo, cuando trabajamos la comunicación no violenta aprendí
a tomarlo en cuenta desde mi persona. Ya que, si no empezaba a tratarme bien yo misma, no
podía hacerlo con las personas que me rodean, además de esto, al realizar la actividad grupal de
transformación, donde debíamos de transformar algo que nos incomodaba en algo que exprese
positivismo y alegría, entendí que es lo mismo que debía de hacer con las circunstancias que
atraviese en mi vida. En la siguiente ilustración se puede observar este trabajo:
Este proceso de transformación, al igual que todas las dinámicas y clases ejecutadas a lo largo del
curso, son necesarias, para ser futuras psicólogas con rasgos humanistas y sobre todo resilientes y
empáticas frente a nuestrxs futurxs colaboradores, canalizar nuestras emociones es fundamental
para no mezclar el sentimentalismo con nuestro profesionalismo y sobre todo estas actividades
son necesarias para finalmente ser sujetos académicos y personas que contribuyan a la mejora de
la sociedad desde el ámbito psicológico y personal. En síntesis, lo trabajado en el curso de
desarrollo personal se debe de trabajar y mejorar constantemente y no solo un ciclo, por lo tanto,
son aprendizajes que va a enriquecer nuestra formación por el resto de nuestras vidas.

También podría gustarte