Está en la página 1de 3

David Ramírez Loaiza

Hoja de reacción #8

La educación es, sin duda alguna, un pilar fundamental e imprescindible para


el desarrollo y bienestar de un país en esta época moderna en la cual vivimos. Así
pues, los jóvenes somos las personas que en el futuro tomaremos las riendas de
nuestra sociedad, por lo tanto, hemos de ser bien educados para llevar acabo este
objetivo eficientemente, y más allá de esto, sería ideal que fuese de manera
integral.

No obstante, las lecturas correspondientes a esta hoja de lectura tienen como


objetivo, desde mi perspectiva, ilustrarnos cómo se supone debería ser una buena
educación de manera general; y cómo en realidad ha sido la nuestra. En este
sentido, son dos los aspectos que más llamaron mi atención: primero, el gran corte
a la inversión en la educación que se hizo en Costa Rica; y segundo, la influencia
de los profesores en los alumnos.

Ahora bien, con respecto al primer aspecto, la sociedad siempre debe ser el
objeto de mayor cuidado y protección por parte del Estado, ¿o acaso un país está
conformado meramente por su riqueza económica? Un país es su pueblo,
después de esto, todo lo demás son detalles. Ese corte en la inversión de la
educación que explicita Jiménez (2014) en su trabajo me parece una falta de
compromiso, responsabilidad y consciencia por parte del Estado, pues resulta
indignante que tras todas las pésimas administraciones políticas causantes de la
crisis económica de los 80, el dinero que pertenece al pueblo por derecho haya
sido arrebatado para subsanar esa decadencia causada por líderes espurios.
Realmente no vale la pena sacrificar la educación para resolver una crisis
económica, pues esto, inminentemente, desemboca en problemas sociales mucho
más grandes que la falta del dinero, como lo puede ser la ignorancia, la deserción
e incluso la delincuencia, entre otros.

Claramente la economía es un aspecto exorbitantemente importante para un


país, mas reitero, no puede ser valorizada por encima de la sociedad, pues a final
de cuentas es el pueblo, tras partirse el lomo trabajando, quien genera la riqueza
económica.

Descuidar la sociedad es descuidar la economía. Y es cierto, como se puede


observar en el trabajo de Jiménez (2014), que la inversión en la educación ha
aumentado últimamente, no obstante, yo me cuestiono: una vez más, ya
pisándonos los talones, tras otras administraciones políticas deshonrosas, ¿el
pueblo pagará por los viles actos de nuestros líderes espurios?

Ahora bien, y por último, con respecto al segundo aspecto nombrado, el cual
está más relacionado con la lectura de los principios, específicamente con el
principio número 11, este habla de cómo “las expectativas de los profesores sobre
sus estudiantes afectan a las oportunidades de éstos para aprender, a su
motivación y a los resultados de su aprendizaje” (Lucariello, et al., p.21, 2015)

Con este principio me sentí extremadamente identificado, pues durante la


escuela, y sobre todo durante el colegio, fui muy perezoso debido a mi falta de
motivación para con el estudio, esto me afectó mayoritariamente en matemáticas,
tuve que asistir a convocatoria en séptimo, octavo y noveno. Sin embargo, fue
hasta en decimo, al tocar fondo motivacionalmente, cuando comprendí que si no
comenzaba a tomarme en serio los estudios iba a terminar perdiendo el año en
matemáticas, por lo cual, de esa situación deprimente, hallé la determinación para
conseguir buenas notas, y de esta forma, pasé de pésimos exámenes, a no bajar
de calificaciones de 90.

De esta forma, fue en este momento cuando mi profesora de matemáticas se


me acercó y me felicitó diciéndome que siempre había creído que en mí había un
gran estudiante, no obstante, ¿por qué hasta ese momento me expresó eso? ¿por
qué los profesores deben esperarse a ver excelentes rendimientos en los
estudiantes para mostrarles apoyo? Sin duda alguna son aquellos estudiantes
desmotivados los que necesitan más apoyo para triunfar en la lid académica.

Desde mi perspectiva, los profesores no deben ser simplemente transmisores


de conocimientos teóricos, ellos y ellas deben mostrar pasión por su trabajo, a
final de cuentas tienen al futuro del país en sus manos. Los profesores y las
profesoras deben ser poetas de la didáctica, más allá de enseñar a los estudiantes
a memorizar, deben enseñarles a amar el aprender nuevos conocimientos cada
clase de cada día, deben enseñarles a entregar el corazón en todos sus
exámenes y trabajos. Y, sobre todo, los profesores en vez de ver simples
estudiantes ignorantes ante sus ojos deben concebir un potencial Shakespeare,
Einstein o Darwin, o en quien quiera uno pensar, en el rostro de cada uno de sus
estudiantes.

Lista de Referencias

Jiménez, R. (2014) Educación pública en Costa Rica: políticas, resultados y


gastos. San José: Academia de Centroamérica

Lucariello, J, et al. (2015) 20 principios fundamentales de la psicología para la


enseñanza y el aprendizaje desde la educación infantil hasta la enseñanza
secundaria.

También podría gustarte