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MODULO 1

LECCION 1 Autorregulación del aprendizaje. ¿Cuál es tu forma de aprender? 


Poder acceder a una universidad es uno de los privilegios que mayor impacto tiene en la vida de las personas. El futuro laboral, la posibilidad de
movilidad social ascendente, el desarrollo personal y las posibilidades de acceder a una mayor calidad de vida dependen en gran medida del inicio y
la continuación de los estudios superiores.
Según los datos proporcionados por el Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina, los egresados de nivel superior son los
más favorecidos en términos relativos al nivel de remuneraciones promedio y en cuanto a posibilidades de inserción al mercado laboral.  (Beccaria y
Maurizio, 2005, https://bit.ly/2PRd36R).
Sin embargo, estudiar en una universidad se asocia a una “mejor salud y calidad de vida. Por ejemplo, las personas que han alcanzado un mayor nivel
educativo presentan mayor satisfacción con la vida” (Veenhoven, 1994,101-160). También se afirma que eleva la autoestima y minimiza la
depresión. (Migliacci, Scharovsky y Gonorazky, 2009). Los estudios universitarios permiten elevar el capital humano de la población y mejorar sus
condiciones de vida.
Más allá de las ventajas que conlleva acceder a estudios de nivel superior, son muchos los desafíos que debe afrontar un estudiante. El ingreso a los
estudios universitarios suele ser un período de cierto estrés que puede llevar a que muchos alumnos se desalienten. De hecho, se ha observado que, si
el estudiante no posee adecuadas competencias para afrontar estas nuevas demandas, puede ver alterado su desempeño académico, mermar su
bienestar psicológico y obstaculizar una adaptación saludable a la universidad. 
No todos los estudiantes transitan el ingreso universitario de la misma manera. Diversas investigaciones señalan que los factores del entorno pueden
afectar el curso de la vida, pero la forma en que las personas aprovechan las oportunidades y manejan las situaciones de presión son los factores que
marcan la diferencia (Lent, 2013). En efecto, las personas tenemos la capacidad de ser proactivas, es decir, de dirigir nuestras acciones para la
consecución de determinados propósitos (Bandura, 2006). Es en este marco que cobra importancia la capacidad de autorregulación del propio
comportamiento.
En la actualidad, el rápido desarrollo científico y tecnológico torna imposible la transmisión de la gran cantidad de conocimientos que se van
generando. Esto ha generado cambios en los paradigmas de educación. El sistema educativo ya no debe centrarse en la trasmisión de conocimientos,
sino que debe promover en los estudiantes la capacidad de autorregular su propio estudio. El objetivo primordial de la educación debería ser el de
brindar a los estudiantes las herramientas para educarse de manera autónoma, es decir, los estudiantes deben “volverse dueños” de su propio proceso
de aprendizaje. 
No todos los estudiantes deben aprender de la misma forma. Los procesos de aprendizaje son tan variados como lo son el contexto, las circunstancias
y características de personalidad de cada alumno. Sin embargo, se ha observado que los estudiantes que desarrollan un proceso autorregulado de
estudio transitan por tres etapas:

 Planificación: es el momento previo a la realización de las actividades académicas. En esta fase, se establecen metas, planifica el
tiempo y esfuerzo que puede llevar cada actividad, y se tratan de anticipar dificultades que puedan aparecer.
 Ejecución: esta fase comprende la puesta en práctica de estrategias de aprendizaje, la habilidad para direccionar el esfuerzo y la
motivación necesaria para cumplir con las tareas académicas.
 Monitoreo: en esta fase, se evalúa y reflexiona sobre los resultados alcanzados, analizando aspectos que pueden mejorarse para el
futuro o la necesidad de pedir ayuda.

Consideremos un ejemplo. Pablo ha comenzado sus estudios universitarios. Es una persona muy inteligente y motivada. Sin embargo, luego de haber
iniciado sus primeras clases aún no sabe cuántas son las unidades que tiene que estudiar. No sabe cuánto tiempo falta para el examen. No tiene
claridad de cuál es la complejidad de los contenidos que tiene que leer. Como trabaja, y como la fecha del examen no está cerca, Pablo va
posponiendo el estudio. Siempre tiene cosas más importantes y urgentes para resolver que sentarse a estudiar. Finalmente, un día antes del examen,
Pablo se sienta de cabeza a estudiar, lee los contenidos como puede y se pasa toda la noche estudiando. Después de mucho esfuerzo (y poco orden),
logra rendir el examen. Se jura a sí mismo que jamás va a pasar de nuevo por esa situación. Sin embargo, al poco tiempo se percata de que tiene otro
examen y el proceso se vuelve a repetir.
Al leer el caso de Pablo, surgen muchos interrogantes que podemos analizar. ¿En qué fase del proceso de autorregulación consideras que ha fallado
Pablo? ¿Ha planificado? ¿Ejecutó adecuadamente las acciones necesarias para lograr las metas propuestas? ¿Se puso a revisar aspectos para mejorar
de su proceso de aprendizaje? ¿Qué cosas podría haber hecho Pablo para mejorar su proceso de aprendizaje?

La autorregulación del aprendizaje es una competencia que se puede desarrollar, pero requiere cierta práctica y esfuerzo. No obstante, el primer paso
consiste en tomar conciencia de nuestra manera de aprender. Con este fin, la Secretaría de Investigación de la Universidad Siglo 21 ha desarrollado
un test que permite evaluar tu perfil de autorregulación del aprendizaje.  
Descripción test de autorregulación 
Tal como se observó en la situación de Pablo, muchos alumnos poseen dificultades en el proceso de autorregulación de su aprendizaje, pero no logran
detectar qué es lo que está fallando. 
El test de autorregulación del aprendizaje no evalúa tu capacidad intelectual ni tu personalidad. Simplemente analiza cómo te organizas para estudiar.
Las respuestas que brindes no son buenas ni malas. Cada uno de nosotros tiene perfiles diferentes de estudio.
Este test te permite conocer tu perfil de aprendizaje, lo cual te ayudará a conocer tus fortalezas y aspectos que puedes mejorar para organizar tu
estudio de la mejor manera. Toda la información que brindes será confidencial y la administrará la universidad para que tus profesores puedan
brindarte más herramientas y acompañarte para potenciar tu aprendizaje.
El Test de Autorregulación del Aprendizaje evalúa las tres fases o etapas implicadas en la autorregulación. Te permitirá detectar en qué áreas puedes
mejorar y aumentar tu capacidad de autorregulación del estudio.

Las tres fases de la autorregulación


Tal como se ilustró en la situación de Pablo, el aprendizaje autorregulado ha demostrado ser clave para explicar la iniciativa, perseverancia y
capacidad adaptativa de los estudiantes. Los estudiantes que logran autorregular su aprendizaje poseen una mayor adquisición de conocimientos y
habilidades (Zimmerman, 2000), aprovechan mejor los tiempos de estudio y presentan mayor rendimiento académico.
La autorregulación del aprendizaje no es algo que ocurre, sino que se trata de una capacidad que se desarrolla. Para lograr autorregular el aprendizaje,
se requieren habilidades para planificar, ejecutar y monitorear el proceso de aprendizaje. A continuación, desarrollamos cada una de estas etapas y las
habilidades involucradas.
Fases en la autorregulación del aprendizaje: la planificación
En la situación inicialmente descrita, se observa que la primera dificultad que posee Pablo para regular su aprendizaje radica en la falta de
planificación. Durante la fase de planificación, los estudiantes analizan las características de las actividades que van a realizar. En esta fase, se
establecen las metas y se planifica cómo alcanzarlas, es decir, no solo se debe planificar qué quiero hacer, sino también cómo debo hacerlo. Tener
metas claras de resultados y de las acciones que voy a realizar es clave para lograr una adecuada planificación del proceso de aprendizaje (figura 1).
Además de adecuadas metas, se debe realizar una adecuada gestión y distribución del tiempo. El establecimiento de una agenda de trabajo será clave
para transitar con éxito la fase de planificación del aprendizaje.
Figura 2. Componentes implicados en la fase de planificación del aprendizaje

Generalmente, los estudiantes que tienen dificultades en esta fase no logran planificar adecuadamente su aprendizaje. Poseen un estilo reactivo y no
estratégico. Esto quiere decir que su proceso de aprendizaje no está siendo dirigido por ellos, sino que dependen de las circunstancias, las ganas que
tengan en ese momento o la cercanía con la fecha de examen. Es muy importante que este no sea el patrón habitual de estudio. Para que el
aprendizaje sea ordenado y bajo control, debe partir de metas claras y con una agenda de trabajo factible de cumplirse. 
En caso de tener dificultades en esta fase de la autorregulación, será de mucha utilidad el capítulo vinculado a planificación del estudio. Si, por el
contrario, este no es un aspecto de mejora, sino que se trata de uno de tus fuertes, tampoco te confíes demasiado. El aprendizaje autorregulado no
depende solo de nuestra capacidad para planificar, sino que también existen otras fases de la autorregulación que son muy importantes (Pintrich,
2000).  

Fases en la autorregulación del aprendizaje: la ejecución


Tal como se ilustra en la situación problemática, las dificultades de Pablo no se circunscriben a la falta de planificación. Muchos estudiantes logran
planificar adecuadamente su proceso de estudio, pero presentan otro tipo de dificultades. Las dificultades más frecuentes suelen ser dos. La primera
es cumplir con la agenda que armaron y la segunda refiere a usar estrategias superficiales de estudio, centradas en la repetición y el repaso. Ambos
tipos de dificultades llevan a que el estudiante no transite adecuadamente por la fase de ejecución del aprendizaje. 
Ejecutar adecuadamente el proceso de aprendizaje requiere que tengamos la capacidad de regular nuestro comportamiento para cumplir las metas que
habíamos planificado, incluso cuando no tengamos ganas de hacerlo. Esto suele ser muy difícil, ya que tenemos la tendencia a posponer las
actividades que no nos resultan agradables. Esta acción de posponer se denomina procrastinación y es uno de los principales responsables de que no
cumplamos nuestras metas académicas. 
“Procrastinación - postergar actividades que deben atenderse sustituyéndolas por otras más irrelevantes o agradables-, un área de investigación que
demuestra las complejas relaciones entre metas, gestión de tiempo y la presencia de fechas límites” (Krause & Freund, 2013, https://bit.ly/2Epfx78). 
Dejar las cosas para otro momento o esperar a que mágicamente tengamos ganas de estudiar puede llevar a que estudiantes con adecuadas
capacidades de estudio no logren un buen rendimiento.
Por otra parte, puede que seamos muy disciplinados y que cumplamos de forma estricta con todas las actividades que planificamos. Pero ¿qué ocurre
si, al momento de estudiar, no estamos utilizando las estrategias adecuadas de estudio? De hecho, es muy común que los estudiantes abusen de
estrategias simples de estudio, centradas en la repetición y el repaso, y no utilicen métodos de estudio más profundas que permitan un mejor
aprendizaje de los contenidos. Los estudiantes que no utilizan estrategias profundas de estudio tienen dificultades para comprender los textos, para
recordar lo que estudian y, finalmente, para lograr una buena calificación.
Si tienes dificultades para cumplir con la agenda que planificaste o si consideras que tu proceso de aprendizaje mejoraría sustancialmente si utilizaras
estrategias más profundas de estudio, entonces es importante que prestes especial atención al capítulo 3. Si logras reducir tu tendencia a procrastinar
(postergar el estudio) y utilizas estrategias profundas de estudio, transitarás con éxito por la fase de ejecución del aprendizaje (figura 3).
Figura 3. Factores que afectan la fase de ejecución del aprendizaje autorregulado
Fases en la autorregulación del aprendizaje: el monitoreo
En el caso planteado sobre Pablo, se observa que una de las causas por las que las dificultades de aprendizaje se perpetúan en el tiempo se debe a la
falta de monitoreo.
La capacidad para autorregular el aprendizaje implica un proceso de mejora continua, es decir, no existe un techo para poder mejorar tu manera de
aprender. Mes a mes, año a año, puedes ir logrando que tu proceso de aprendizaje sea más efectivo y más eficiente. Sin embargo, para lograr una
mejoría sustantiva se requiere de tiempo y reflexión. Es importante que monitorees tu proceso de aprendizaje.
Los alumnos que son reflexivos sobre su proceso de aprendizaje, que sistemáticamente dedican tiempo a pensar cómo están estudiando y cómo
pueden mejorar su proceso de estudio, son aquellos que continuamente mejoran su capacidad de autorregulación. Es por ello que la fase de monitoreo
es esencial para mejorar el proceso de autorregulación del aprendizaje. 
La capacidad para monitorear el aprendizaje no es solo importante porque genera mejoras a largo plazo, sino que es indispensable para saber cuándo
debo pedir ayuda. Es natural que, en un proceso de aprendizaje, los estudiantes se enfrenten a desafíos nuevos o tengan que aprender contenidos con
los que no están familiarizados. En estos casos, es importante aprender a reconocer cuándo necesito ayuda. Muchos profesores y tutores están a
disposición para colaborar con tu formación, sin embargo, difícilmente puedan ayudarte si no pides ayuda. 
Por otra parte, el monitoreo del aprendizaje es de gran importancia para que pueda ir efectuando paulatinamente cambios continuos que me lleven a
mejorar la manera en la cual aprendo (figura 4). Por todo ello, es que la fase de monitoreo revela ser una etapa esencial del proceso de
autorregulación del aprendizaje. Si posees dificultades en esta etapa presta especial atención al capítulo 4.  

Figura 4. El monitoreo del propio aprendizaje permite que mejoremos nuestro proceso de estudio y que sepamos cuándo debemos pedir
ayuda

¿Qué demuestra la investigación sobre la autorregulación del aprendizaje?


Conocer los motivos por los que un alumno como Pablo posee dificultades para regular su propio aprendizaje es un fenómeno complejo que requiere
de mucha investigación y análisis. La Universidad Siglo 21 cuenta con una Secretaría de Investigación en la que se desarrollan cientos de proyectos,
muchos de ellos centrados en el estudio de las variables que permiten que un alumno transite con éxito su carrera. Al analizar las diferentes variables
implicadas en el rendimiento académico y la satisfacción, se ha observado que el aprendizaje autorregulado posee un rol clave.
La falta de planificación del estudio es el inicio de una cadena de dificultades que pueden afectar tu proceso de aprendizaje. Según esta investigación,
los alumnos que no planifican suelen dejar las cosas para último momento, utilizan estrategias superficiales de estudio (sin una adecuada
comprensión de los contenidos) y experimentan menos disfrute de sus actividades académicas. Planificar tu estudio con un calendario y dedicarle
tiempo a la planificación es el primer paso para lograr un proceso eficiente de aprendizaje.
¿Sabías que aquellos estudiantes que usan estrategias superficiales de estudio poseen un 33% más de probabilidades de desaprobar sus exámenes?
Esto se debe a que el estudio centrado solamente en la repetición y el repaso no permite aprender adecuadamente los contenidos. Por el contrario, se
observó que aquellos estudiantes que generan ideas propias y las articulan con el material que están leyendo poseen una lectura más comprensiva y
satisfactoria. Además, organizar esas ideas mediante mapas o cuadros ayuda a recordar más los contenidos. Abusar de la repetición y el repaso puede
ser un obstáculo para un aprendizaje adecuado y satisfactorio. 
¿Sabías que, en un estudio realizado con más de 18.000 alumnos de la universidad, se observó que aquellos que poseían la capacidad de autorregular
su aprendizaje obtenían mejores calificaciones y una mayor persistencia académica? Este estudio reveló otro dato muy interesante: la autorregulación
del aprendizaje es algo que puede desarrollarse. En efecto, se analizaron diferentes programas y actividades que podían desarrollar los alumnos para
mejorar su proceso de aprendizaje. Se observó que la práctica de actividades muy simples permitía que se organizaran mejor, pudieran entender los
contenidos académicos con más facilidad, presentaran menores niveles de estrés y mayores niveles de satisfacción académica.
A lo largo de los contenidos que aparecen a continuación se te propondrán muchas de estas actividades. Son actividades simples, pero poderosas. Los
resultados indican que el 92,3% de los alumnos que realizaron dichas actividades presentaron un buen rendimiento académico. Más interesante aun
fue el hecho de observar que esta mejoría en el rendimiento se mantenía en los semestres posteriores. Esto indica que el resultado de entrenar tu
capacidad de autorregulación del aprendizaje no solo posee un efecto a corto plazo, sino que impacta a lo largo de toda la carrera. Por este motivo, te
invitamos a que te tomes el tiempo de practicar estas actividades, sobre todo aquellas que trabajan sobre aspectos del proceso de autorregulación que
consideres que puedes mejorar.  

LECCION 2 No lo dejes para después. ¿Cómo planificas tu estudio? Entrenamiento para planificar un avance académico exitoso
Imagina un auto que no tiene volante, que no te informa cuánto combustible te queda, ni cuanto kilometraje has hecho hasta el momento. Imagina,
además, que te mueves por una ruta sin señalizaciones y que no cuentas con puntos de referencia para guiarte. Imagina que el conductor no tiene en
claro a dónde quiere ir. O quizás sí lo sabe, pero no se ha puesto a pensar cuál es el mejor camino para hacerlo. Probablemente, esta situación te
parezca disparatada, pero lamentablemente es habitual que muchos alumnos se comporten de esta forma al momento de regular su proceso de
aprendizaje. Muchas veces nos ponemos a estudiar sin tener claridad de lo que vamos a leer ese día o de lo que deberíamos leer la semana próxima.
Muchas veces nos sentamos a estudiar sin tener en claro cuánto tiempo diario deberíamos dedicar para llegar a leer todos los contenidos antes del
examen, o cuántas son las unidades que nos faltan para llegar en condiciones al examen.  
La falta de planificación suele ser el primer error que cometen los alumnos que tienen dificultades para autorregularse. El tiempo es limitado y,
necesariamente, debemos aprender a gestionarlo para usarlo eficientemente. Sin embargo, planificar el tiempo no es una tarea tan sencilla como
muchas veces se supone. Implica muchos comportamientos y habilidades que con la práctica se pueden aprender a desarrollar. A continuación,
vamos a analizar algunas pautas para hacer un buen uso del tiempo y planificar adecuadamente tu proceso de aprendizaje. Tal como se mencionó en
el apartado anterior, existen dos factores clave involucrados en la fase de planificación de tu aprendizaje: formular metas claras y establecer una
agenda (figura 1).
Figura 1. Componentes implicados en la fase de Planificación del Aprendizaje

Paso 1. Formular metas claras para planificar tu tiempo


Tal como veíamos en la situación problemática inicial, es probable que si sales en un auto sin un rumbo fijo, termines dando muchas vueltas sin
llegar necesariamente a ningún lado.
¿Te pasó alguna vez de sentir que el día pasó y no hiciste nada productivo? Es habitual que las personas sientan que el tiempo no les rinde o que no lo
aprovechan del todo. También es muy común que las personas dediquen mucho tiempo a actividades que no se alinean con las metas u objetivos que
se plantearon.
Para hacer una buena gestión del tiempo es muy importante saber cómo formular buenas metas. Tener metas claras no solo sirve para organizarnos,
sino también para saber que son cruciales para que nos sintamos motivados. Diversos estudios han demostrado que la “percepción de progreso en
metas” es clave para la motivación. Más aun, se ha observado que la percepción de progreso genera mayores niveles de emociones positivas que la
consecución de objetivos. Incluso, se ha observado que las personas que trabajan en pos de un objetivo poseen mayores niveles de felicidad. Tal
como dice el escritor Robert Stevenson (citado en Abolio, 2017, p.37): “Un objetivo en la vida es el único tesoro que vale la pena encontrar”. 
¿Por qué es tan importante contar con metas claras para autorregular nuestro aprendizaje? Las metas son las que otorgan dirección a nuestro
comportamiento. ¿Imaginas un auto sin volante? ¿O un GPS que sistemáticamente nos da direcciones equivocadas? Sin metas claras corremos el
riesgo de que nuestro proceso de estudio sea desordenado. A pesar de esforzarnos y trabajar mucho, es probable que terminemos cansados y sin
lograr un buen rendimiento por no haber direccionado adecuadamente nuestro comportamiento. 
Diversos estudios científicos indican que contar con metas claras nos ayuda a regular mejor nuestro proceso de aprendizaje, sentirnos más confiados
y eficientes, más orgullosos y más motivados (Lyubomirsky, 2013). Además, contar con metas claras nos ayuda a darle más estructura al tiempo y a
usarlo eficientemente. 
¿Cómo hacemos para establecer metas claras? Las buenas metas se caracterizan por tener cuatro propiedades:
Factibles
Es importante que las metas que nos plantemos sean alcanzables. Proponernos metas muy difíciles solo logrará frustrarnos y desmotivarnos. En lugar
de comenzar por metas difíciles que luego no cumpliremos, es preferible comenzar con metas simples y alcanzables para ir poco a poco aumentando
su dificultad. Cabe recordar que lo que motiva a las personas es la “percepción de progreso en metas” y no solo el logro de un resultado. Va a ser
muy difícil que nos sintamos motivados si nos proponemos metas muy ambiciosas y difíciles de cumplir. Así, podremos ir aumentando la cantidad de
tiempo hasta alcanzar la meta más adecuada. La “descomposición paso a paso” es un ejercicio que puede ayudarte para volver más factibles y
alcanzables tus metas.
A continuación, se te propone un breve ejemplo de cómo puedes hacer que un objetivo se vuelva más factible. Para ello, lo primero que se
recomienda es que lo simplifiques a un nivel que te resulte fácil de ejecutar. Supongamos que te gustaría leer una hora diaria, pero que este objetivo
te cuesta mucho cumplirlo. Lo que puedes hacer es simplificarlo y, paulatinamente, ir aumentando su dificultad. Por ejemplo, comenzar leyendo 10
minutos diarios durante una semana, la semana siguiente comenzar a leer 20, y así progresivamente hasta alcanzar la meta de una hora diaria.
Aprender a gestionar la factibilidad de las metas es importante. De lo contrario, corremos el riesgo de frustrarnos y bloquearnos.
Figura 2. ¿Cómo hacer para que un objetivo se vuelva más factible?

Centrar las metas en acciones


Es común que muchos estudiantes se propongan metas que se centran en los resultados. Como, por ejemplo, “aprobar los parciales”, “regularizar la
mayor cantidad de materias que pueda” o “sacarme una buena nota”. Sin embargo, estas no son metas adecuadas. Las metas no solo deben centrarse
en el resultado, sino que deben considerar fundamentalmente las acciones necesarias para alcanzar dicho resultado. De hecho, es importante
diferenciar las metas de resultados (que quiero lograr) y las metas de proceso (qué cosas debo hacer para alcanzar dichos resultados). No es lo
mismo decir “aprobar la materia” que “estudiar una hora por día”. Las metas centradas en el proceso brindan a las personas un mayor sentido de
control. Cuando nos proponemos metas centradas en las acciones, lo que hacemos es direccionar la mirada a nuestro propio comportamiento.
Simplemente, debemos confiar en que si logramos las acciones que nos hemos propuesto, obtendremos los resultados que deseamos. Plantearse
metas centradas en las acciones (o procesos) no solo nos ayuda a sentir que tenemos un mayor control de la situación, sino que además aumenta
nuestra motivación, ya que es más probable que sintamos que estamos progresando en nuestras metas. Si nos planteamos metas centradas en los
resultados (por ejemplo, “aprobar una materia”), solo percibiremos un progreso al final del cursado. Por el contrario, si nos planteamos metas
centradas en nuestras acciones, podemos sentir que estamos progresando cada día que cumplamos la meta. Este factor es clave para mantener nuestro
compromiso. Todos los días debemos sentir que estamos progresando en las metas que nos hemos propuesto.
A continuación, se ilustra un ejercicio que puede serte de utilidad para redefinir metas de resultado en metas de proceso. La idea es que en la primera
columna escribas todos los resultados que quieres lograr y que en la segunda columna escribas las acciones que debes hacer para alcanzar ese
resultado. Una vez que has identificado las acciones, es importante que te centres en ellas. Si haces las acciones, los resultados que buscas ocurrirán
tarde o temprano. Además de los ejemplos que te brindamos, hay casillas en blanco para que puedas incorporar nuevas metas de resultado que
quieras trabajar.
Tabla 1. Metas de resultado y de proceso

Temporales
Es importante que las metas u objetivos que nos propongamos tengan una fecha de inicio y una fecha de finalización. Si no lo hacemos, corremos el
riesgo de ir posponiendo el objetivo y dejarlo sin cumplir. Es muy útil usar una agenda o un sistema de alarma que te avise si te estás acercando a la
fecha límite para cumplir el objetivo. También es importante que seamos realistas y nos planteemos tiempos razonables para cumplir nuestras metas.
De lo contrario, estaremos incumpliendo la propiedad número 1 de Factibilidad. El establecimiento de una agenda puede ser de mucha utilidad. Más
adelante, se te proporcionarán algunas pautas al respecto que pueden ayudarte.
Medibles
Es importante que desarrolles algún método para poder medir el cumplimiento del objetivo. Por ejemplo, cantidad de tiempo de estudio, cantidad de
páginas que vas a estudiar cada día, cantidad de unidades que vas a estudiar, etc. También podemos desarrollar alguna metodología para determinar si
hemos cumplido con el objetivo. Por ejemplo, “poder explicar a otra persona los contenidos que estudié”, “poder desarrollar un cuadro sináptico con
las cosas que aprendí hoy”, entre otras. Más allá del tipo de metodología de medición que implementes, es indispensable que puedas determinar de
forma tangible y clara si he logrado o no el objetivo y el grado de avance. La medición permite ver si estoy progresando o no en la meta. Sin una
medición de metas, corro el riesgo de pensar que estoy avanzando, cuando en realidad no lo estoy haciendo.  A continuación, se te proporciona un
ejemplo de cuadro que puedes utilizar semanalmente para analizar el nivel de cumplimiento de tus objetivos. Es útil que cada semana te plantees
objetivos y que en el cierre de la semana analices el grado de cumplimiento. Esto puede ayudarte a planificar tu agenda semanal.
Tabla 2. Ejemplo de cómo analizar el cumplimiento de objetivos

Paso 2. Establece una agenda


Retomamos la situación inicialmente planteada. Imagina que te vas de viaje en auto, pero no tienes en claro cuánto tiempo te va a llevar hacer el
camino. Va a ser muy difícil que puedas determinar si te falta poco o mucho para llegar, si estás haciendo el recorrido correcto o si tienes que revisar
el camino que elegiste. Imagina además que tienes un evento importante y que debes llegar antes de determinada fecha. Va a ser muy difícil que
puedas organizarte si no sabes cuánto tiempo te va a llevar hacer el viaje. 

Pocas cosas generan tanto estrés como la sensación de no llegar a tiempo. La sensación de que las actividades nos desbordan y que el tiempo no nos
alcanza es muy habitual. Los problemas asociados a la sobrecarga pueden deberse a dos motivos. El primero es que efectivamente tienes muchas
actividades y el tiempo del que dispones no es suficiente. El segundo motivo es que dispones del tiempo suficiente, pero no logras organizarlo bien.
En ambos casos, la capacidad para hacer una buena gestión del tiempo es indispensable. 
Diversos estudios científicos demuestran que las personas que tienen una planificación anticipada, experimentan mayor control y tranquilidad. Lo
opuesto ocurre en las personas que tienen una planificación a corto plazo. La falta de anticipación lleva a que muchas actividades que no eran
urgentes terminen siéndolo simplemente porque no las resolvimos cuando era oportuno hacerlo. De hecho, la sobrecarga muchas veces se debe a que
no ejecutamos muchas actividades porque consideramos que en ese momento no eran urgentes y luego debemos resolver simultáneamente tareas
nuevas y tareas antiguas que dejamos sin hacer. Dicho de otra forma, hay personas que pasan sus semanas trabajando sobre actividades que deberían
haber hecho en el pasado (“los que miran para atrás”), en vez de estar trabajando sobre acciones que le permiten anticiparse a lo que va a ocurrir (“los
que miran para adelante”). En la figura 3 y 4, representamos a ambos tipos de estilos de organizar el tiempo.
Figura 3. Estilos en la gestión del tiempo: "los que miran para atrás y los que miran para adelante"

Figura 4. Estilos en la gestión del tiempo: "los que miran para atrás y los que miran para adelante"

Lo ideal es que, al momento de gestionar el tiempo, seamos de los que “miran para adelante”, es decir, que pasan sus semanas trabajando en tareas
que están por llegar en las próximas semanas. Esto nos permitirá anticiparnos a trabajar con cierto margen de control y tranquilidad. De lo contrario,
corremos el riesgo de tener una gestión del tiempo típica de los que “miran para atrás”, es decir, personas que dedican su tiempo a resolver las tareas
que no pudieron terminar la semana anterior. El problema con este estilo de gestión del tiempo es que se asocia a la sensación de sobrecarga y estrés.

Es importante tener en claro que ambos estilos de gestión del tiempo son “prototípicos”. No hay personas que sean 100% de “mirar para atrás” o que
el 100% de las veces “miren para adelante”. La mayor parte de las veces tenemos un porcentaje de ambos estilos. Sin embargo, debemos tratar que el
porcentaje más elevado sea el de “mirar para adelante”. Si el 20% de nuestro tiempo estamos resolviendo tareas que nos quedaron pendientes y el
80% de nuestro tiempo estamos realizando actividades que nos permiten anticiparnos a la semana próxima, nos encontramos en un buen estilo de
gestión. Por el contrario, si la cantidad de tiempo destinado a resolver tareas pendientes de la semana anterior sobrepasa el 50%, es probable que
tengamos que replantear nuestra manera de gestionar el tiempo. 

Para lograr una gestión de tiempo adecuada, es importante que primero tengamos una “visión panorámica” de nuestras metas u objetivos. En lo
posible, poder visualizar las metas de las próximas 4 semanas (Figura 5). Tener una visión de las tareas más importantes que tendremos que hacer el
siguiente mes brinda una sensación de control y minimiza la probabilidad de que tareas importantes se nos pasen por alto.
Figura 5. Plantilla de ejemplo para realizar una “visión panorámica” de los objetivos del mes

Para tener una visión panorámica de los objetivos, suele ser muy útil disponer de un pizarrón o de un afiche que podamos pegar en la pared. También,
se puede usar la computadora o una aplicación. Pero lo realmente importante es que no perdamos de vista los objetivos que tenemos ese mes, al
momento de realizar nuestra planificación semanal. 

Para hacer nuestra planificación semanal, es muy útil disponer de una agenda en papel o utilizar alguna aplicación que nos permita escribir nuestros
objetivos semanales y diarios. Lo ideal es cerrar la semana haciendo una planificación de lo realizado la semana anterior, sin perder de vista los
objetivos planificados para la semana próxima. 

Al momento de hacer una planificación de la semana, es importante jerarquizar las tareas diferenciando entre “lo urgente” y lo “importante”.
Generalmente, lo urgente suele acaparar nuestro tiempo. Las personas tendemos a darles más prioridad a cosas urgentes y posponer cosas que son
importantes pero no tan urgentes. Esto hace que pasemos la mayor parte de nuestro tiempo dedicados a tareas urgentes pero poco estratégicas, lo cual
lleva a que no podamos salir del círculo de lo urgente y que pasemos la semanas constantemente mirando “hacia atrás”, es decir, en objetivos o metas
pendientes. Para poder salir del círculo de lo urgente, necesitamos dedicar tiempo a actividades importantes. Por este motivo, al momento de
planificar nuestra agenda semanal, las primeras actividades que incluiremos son las que consideramos más importantes. Para ello, prestaremos
atención a la “visión panorámica” de nuestros objetivos mensuales. En la medida en que podamos traer tareas importantes del futuro al presente,
menos urgencias tendremos que resolver semana tras semanas.

Al momento de incluir las metas que vas a realizar en la semana, recuerda las cuatro características de las metas claras: 1) factibles, 2) centradas en
acciones, 3) temporales y 4) medibles. 

Además de la agenda semanal, es útil disponer de una agenda diaria. Antes de empezar el día, debes tener un plan, tener claridad de cuáles serán los
momentos que vas a destinar a estudiar y descansar. Para ello, es muy útil trabajar en Bloques de Tiempo (BT). Cada bloque de tiempo debe incluir
un momento para hacer la tarea que tenías prevista, más un momento para descansar y recuperarte del desgaste que implica haber realizado dicha
tarea. 

El uso de BT te permite focalizarte en una tarea concreta y hacer un uso eficiente del tiempo. Si me planteo “en los próximos 40 minutos, voy a leer
la unidad 3”, esto te permite centrarte únicamente en esa tarea y dejar de lado otras actividades pendientes o tareas que pueden desviar tu foco de
concentración. Durante ese bloque de tiempo, es importante que no revises tu mail, no veas que ocurre en tus redes sociales y no te pongas a revisar
otros temas que llamen tu atención.

Los BT también te permiten hacer un uso más eficiente de tu tiempo de descanso. Es importante tener en claro que el descanso forma parte del
estudio. Cuando nos esforzamos por leer o familiarizarnos con un tema, nuestro cerebro realiza un esfuerzo metabólico extra. Necesariamente,
requiere de un tiempo para recuperarse. Si no nos tomamos al menos unos minutos para descansar, corremos el riesgo de seguir estudiando pero sin
entender lo que estamos haciendo. Por otra parte, planificar el tiempo de descanso nos permite tomar conciencia de que debemos aprovechar el
tiempo de descanso para poder ser más productivos. También nos permite tomarnos unos minutos para descansar sin sentir culpa por hacerlo. Es muy
importante tomar conciencia de que hay un momento para estudiar y otro para descansar. Si no tenemos claramente diferenciados cada momento,
corremos el riesgo de desorganizarnos y no terminar haciendo de forma eficiente ninguna de las dos cosas. 

Una buena estrategia es la de dividir los BT por horas. Es decir, 40 minutos de estudio y 20 minutos de descanso. De todos modos, esto es solo una
sugerencia. Lo ideal es que puedas adaptar tus BT a tus características personales. Algunos preferirán BT más cortos que incluyan 20 minutos de
estudio y 10 de descanso. Lo verdaderamente importante es que cada bloque contemple el tiempo de estudio y descanso, y que te permitan hacer un
uso eficiente del tiempo. Organizar tu agenda diaria usando BT te permitirá aprovechar mejor el tiempo del que dispones. De esta manera, puedes
proponerte, por ejemplo:

-Lunes: 2 Bloques de Tiempo.


-Martes: 1 Bloque de Tiempo.
-Miércoles: 1 Bloque de Tiempo.
-Jueves: 2 Bloques de Tiempo.
-Viernes: 1 Bloque de Tiempo.
-Sábado: 3 Bloques de Tiempo.

LECCION 3 Cuando el resultado sí importa. Estudiar profundo vs. Superficial. ¿Cómo estudias?

Después de mucho esfuerzo, Pablo logró organizar su tiempo. Formuló metas claras, factibles y medibles. Además, se tomó el trabajo de armar una
agenda muy detallada con todas las actividades que va a realizar cada día,  tomando en consideración las metas que quiere lograr en el próximo mes. 

Sin embargo, algo sucede… Pablo escribió en su agenda que a las cinco de la tarde tiene un bloque de tiempo en el que estudiará la Unidad 3. Pero a
las cinco no se siente con muchas ganas de estudiar. Como tiene un poco de tiempo libre y está bastante cansado, decide que va a relajarse un
momento y piensa: “es importante que esté relajado para poder estudiar bien… me tomo una hora de descanso y luego me siento a estudiar con todo”.

Con esta idea en la cabeza, Pablo se pone a ver algunos videos y revisar qué pasa en las redes sociales.

Luego de una hora, Pablo se siente muy a gusto con lo que está haciendo y son pocas las ganas que tiene de sentarse a estudiar. En ese momento,
piensa: “descanso un poco más, total el tema que tengo que estudiar hoy no es tan difícil… Seguro que lo estudio rapidísimo”. Poco a poco el tiempo
va pasando y se acerca la hora de cenar. En ese momento Pablo piensa: “después de cenar me siento y me pongo a estudiar”.

Luego de cenar Pablo se siente con menos energía que antes. Está cansado, y entonces piensa: “ahora estoy muy cansado, pero mañana me levanto
bien temprano y me pongo a estudiar lo que no pude estudiar hoy”. Sin embargo, a la mañana siguiente cuando suena el despertador Pablo no siente
ganas de levantarse, y en ese momento piensa: “todavía falta bastante para el examen, no hace falta que me ponga hoy con esto, todavía no es algo
urgente”.

El problema es que este patrón se repite día tras día, hasta que finalmente queda poco tiempo para el examen. En ese momento  arranca la vorágine
por estudiar… Pablo comienza a leer todos los contenidos que puede a máxima velocidad. Comprende poco lo que está leyendo, pero ya no dispone
de tiempo para quedarse reflexionando. Avanza  con lectura rápidamente, va pasando de una página a otra entendiendo cada vez  menos lo que está
estudiando. Comienza a armar resúmenes de forma compulsiva y a repetir para no olvidar. El problema es que cada vez recuerda menos lo que
estudia (y de hecho, olvidará casi todo lo que estudió una semana después del examen). Además, tiene dudas, pero ya no tiene tiempo de preguntar al
profesor.
Pablo llega al día del examen cansado y sintiendo que no tuvo el tiempo suficiente para prepararse. Recuerda las cosas con dificultad y no comprende
muchos de los contenidos que leyó. Le cuesta articular ideas o pensar ejemplos de lo que estudió, sintiendo que no tuvo el tiempo suficiente para
prepararse, y luego del examen Pablo se jura que no volverá a pasar por una situación así. Sin embargo, a los pocos días el proceso se vuelve a
iniciar. 

Sin dudas, planificar el aprendizaje es clave para poder gestionarlo adecuadamente. Sin embargo, luego de la fase de planificación se inicia la fase de
ejecución, etapa en la que suelen aparecer dos obstáculos que pueden afectar el proceso de aprendizaje: 1) incumplir con la planificación y 2) usar
estrategias superficiales de estudio (Figura 1). En la presente unidad se brindarán algunas pautas para afrontar ambos obstáculos.

Figura 1. Factores que afectan la fase de ejecución del aprendizaje autorregulado

Pautas para superar las dificultades para incumplir la agenda de estudio

Tal como se ilustra en la situación de Pablo, es muy común que los estudiantes tiendan a postergar su estudio. La procrastinación hace referencia al
hábito de postergar actividades o tareas importantes. Generalmente el estudiante se autoconvence de que solo está posponiendo por un breve tiempo
la tarea que debe realizar. Sin embargo, el tiempo se va acumulando y los días van pasando, llevando a que el estudiante cada vez tenga menos
tiempo para cumplir con sus metas académicas.

La buena noticia es que la postergación es un hábito que puede cambiarse. Las personas que logran superar la procrastinación se sienten más libres y
son más productivas. Superar la procrastinación  les permitirá además que tengan más tiempo para relajarse y se sientan liberados de la culpa.

A continuación, se proponen dos pautas de comportamiento que pueden ayudarte a combatir la procrastinación: a) aprender a gestionar tus
pensamientos, y b) gestionar la energía. Estas acciones son una especie de vacuna contra la procrastinación, y cuanto más desarrolles algunas estas
actividades, menos problemas tendrás y mejor será tu proceso de autorregulación del aprendizaje.
Gestionar tus pensamientos
En el caso planteado, Pablo posee dificultades para regular su tendencia a procrastinar. La procrastinación puede dividirse en dos tipos:1

1-Procrastinación ansiosa, refiera a la tendencia a posponer cosas por miedo.

2-Procrastinación hedonista, la cual hace referencia a posponer actividades que no tenemos ganas de realizar.

En ambos casos lo que hacemos es ocuparnos de otras cosas, generalmente menos relevantes, en vez de ocuparnos de lo verdaderamente importante.
La procrastinación no nace de la nada, se inicia en nuestra mente a partir de nuestros pensamientos, y siempre hay un pensamiento que dispara la
procrastinación. Supongamos que hay una persona que quiere hacer dieta, y que viene cumpliendo satisfactoriamente el régimen que se ha propuesto
hasta que pasa a visitar a un amigo y este la espera con una rica torta de chocolate. Al ver la torta, la persona piensa inmediatamente que no debe
consumirla, pero al mismo tiempo siente muchas ganas de comer. El impulso de comer algo agradable cada vez es más elevado. En ese momento
aparece  el pensamiento: “si como solo un poco no pasa nada…”. Este tipo de pensamientos se denominan “pensamientos permisivos” y son los  que
poco a poco nos van convenciendo para que pospongamos la actividad o tarea desagradable y consisten en minimizar las consecuencias de no realizar
la tarea. Nos autoconvencemos de que no es tan grave si posponemos un poco la tarea con la que nos habíamos comprometido. Este tipo de
postergación se denomina procrastinación hedonista, ya que la persona pospone tareas importantes pero displacenteras, por otras menos relevantes,
pero más placenteras.

Las personas también posponen actividades cuando tienen miedo. El miedo al fracaso y el perfeccionismo son actitudes que alientan la postergación
y aunque es natural experimentar miedo, solemos tener pensamientos que aumentan el miedo de forma exagerada y poco productiva. ¿Y si no logro
hacerlo?, ¿qué van a pensar de mí si fracaso?, ¿y si no estoy lo suficientemente preparado? Este tipo de pensamientos puede llevar a que postergues
actividades o decisiones, y que a largo plazo no logres tus objetivos y el reconocimiento de tu auténtico potencial.

Tanto para superar la procrastinación hedonista, como la procrastinación ansiosa, es importante aprender a gestionar los pensamientos que las
acompañan. A continuación se presentan algunas preguntas que pueden ayudarte a reconocer qué tipo de procrastinación es más habitual en ti:

1¿Tienes problemas para hacer cosas que te resultan poco agradables o aburridas?

2¿Te parece que a veces te convences para no hacer actividades que te resultan desagradables?

3¿Te cuesta iniciar o emprender actividades que te parecen desagradables?4


4¿Descubres al concluir una tarea que no era tan terrible como inicialmente habías pensado?5

5¿Cuándo te enfrentas con una tarea, tienes la sensación de que no vas a poder llevarla a cabo?6

6¿Renuncias fácilmente cuando una tarea se vuelve difícil?

7¿Crees que los demás esperan de ti que hagas las cosas bien o excelente?
 8
8¿Al terminar una tarea, descubres que te ha tomado demasiado tiempo y que podrías haberla resuelto más simplemente?

Si tu respuesta a las primeras cuatro preguntas es “si”, tienes tendencia a una procrastinación hedonista. Si tu respuesta es afirmativa para las
restantes cuatro preguntas (de la  5 a la 8), entonces probablemente tengas tendencia a una procrastinación ansiosa. Si  respondiste afirmativamente a
las ocho preguntas probablemente tengas la tendencia a experimentar ambos tipos de procrastinación. Cabe señalar, que experimentar ambos tipos de
procrastinación es muy común, y que afortunadamente puedes aprender a cambiar estos patrones para lograr mayor productividad y satisfacción con
tus estudios.

Una vez que  reconoces el tipo de procrastinación predominante, es importante analizar los pensamientos que subyacen. Generalmente  quienes
tienen una procrastinación hedonista suelen tener “pensamientos permisivos”, es decir, pensamientos que  los convencen de que no es grave  dejar las
cosas para después. Son pequeñas excusas que se van poniendo para evitar tener que hacer una tarea que parece poco agradable. Estos pensamientos
se caracterizan por “minimizar” las consecuencias de no hacer la tarea de forma inmediata (por ejemplo, “no pasa nada si hoy no estudio”, “hoy no
estoy en condiciones de estudiar”) y “maximizar” tu capacidad para resolver estos problemas a futuro (por ejemplo, “mañana me levanto temprano y
recupero”, “la semana que viene me pondré de cabeza a estudiar”). Lo que hacen estos pensamientos es que  dan “permiso” para no hacer la tarea que
habías planificado, minimizando el hecho de no hacerla ahora y maximizando tu capacidad a futuro para poder hacerla. Mediante este argumento,
estos pensamientos te van convenciendo para que vayas posponiendo las tareas, hasta que finalmente llega la fecha límite y debes hacer todo el
trabajo atrasado.

Para superar la postergación hedonista debes aprender a identificar y modificar estos pensamientos. A continuación, presentamos un ejemplo que
puede servir de ejercicio. La idea es que cada vez que aparezca un pensamiento permisivo utilices un “pensamiento antídoto”, que te ayude a superar
la procrastinación.

Tabla 1. Ejemplos de pensamiento permisivo vs. Pensamiento antídoto


Pensamiento permisivo Pensamiento antídoto
Es verdad que estoy cansado, pero es preferible hacer un poco hoy
Ya es muy tarde para estudiar hoy, mejor lo hago mañana. para que no se me acumulen las actividades. Después de hacerlo voy a
sentirme muy orgulloso.
Siempre tendemos a sentir que lo haremos mejor otro día, pero es solo
Hoy no estoy muy concentrado, mejor estudio mañana o más tranquilo
un intento de mis pensamientos permisivos para que siga postergando.
el fin de semana.
Es importante que trate de hacer lo que pueda hoy.
Uff... Que pocas ganas de hacer esto...Lo voy a hacer mañana... No es Si es algo fácil de hacer es mejor que lo haga hoy. Se me van a
gran cosa si hoy no lo hago. acumular cosas pequeñas y va a terminar siendo un problema grave.
Si pretendo hacer las cosas solo cuando tengo ganas va a ser muy
Estoy con pocas ganas hoy... Lo voy a hacer otro día... Total tengo difícil regular mi ritmo de estudio... Es importante hacer las
tiempo. actividades aunque no siempre tenga ganas… Después de hacerlas me
voy a sentir orgulloso de haber podido.

Fuente: elaboración propia.

Por otra parte, para vencer la procrastinación ansiosa es importante gestionar los “pensamientos amenazantes”, es decir, pensamientos que te
convencen de que no eres capaz, que no te va a salir bien y que no eres lo suficientemente bueno. Estos pensamientos generalmente se caracterizan
por “catastrofizar”, es decir, transformar pequeñas fallas en graves problemas. Estos pensamientos te llevan a que dudes de tus capacidades y te
convencen de que nos estás listo, anticipando consecuencias negativas (por ejemplo, “seguro que no apruebo” o “seguro que me va a salir todo mal”).
El problema es que estos pensamientos te llevan a que vayas evitando y posponiendo actividades (por ejemplo, presentarte a un examen) y hacen que
cada vez te vayas sintiendo más incapaz.

Para superar la postergación ansiosa debes aprender a identificar y modificar estos pensamientos. A continuación, presentamos un ejemplo que puede
servir de ejercicio para que practiques. La consigna es que cada vez que aparezca un pensamiento amenazante,  utilices un “pensamiento antídoto”
que te ayude a superar la procrastinación.
Tabla 2. Ejemplos de pensamiento amenazante vs. pensamiento antídoto
Pensamiento amenazante Pensamiento antídoto
Es normal que tenga miedo, las situaciones de examen suelen generar
No sé para qué estudio…seguramente no voy a aprobar. ansiedad, debo aprender a confiar en mí. Es mejor que me focalice en
mi esfuerzo y no en los resultados.
No siempre voy a poder hacer las actividades como a mí me gustaría.
Esto no está bien hecho, mejor dejo la materia y la hago bien más En algunas actividades pondré el 100% de mi esfuerzo, en otras un
adelante. 80% y en otras un 60%. Eso no está mal, ya que no es sensato
pretender poner el 100% siempre.
Seguro que no apruebo, voy a decepcionar a muchas personas…Mejor
Las otras personas van a valorar tu esfuerzo más que tus resultados.
no rindo el examen.
Estoy aprendiendo cosas nuevas y es normal que no entienda muchas
Estoy estudiando  muy mal... No entiendo nada... ¿Para qué voy a
cosas. Nadie va a juzgarme si hago preguntas sobre temas que aún no
participar? Si pido ayuda voy a pasar un papelón... se van a dar cuenta
conozco del todo. Es normal cometer errores cuando estás
que no se nada....
aprendiendo algo nuevo.
Fuente: elaboración propia.
¿Qué otras frases o pensamientos suelen llevarte a que procrastines?1

1                                            

2                                          .3

3                                            .
¿Qué pensamientos antídoto podrías decirte para superar la procrastinación?1

1                                            .2

2                                            .3

3                                            .
Gestionar tu energía

Otro aspecto que puede ser problemático, tal como se plantea en la situación de Pablo, es la gestión inadecuada de la energía,  que puede llevar a que
tu comportamiento se vuelva caótico y desordenado.  Realizar muchas  actividades al mismo tiempo  puede ser semejante a no realizar ninguna. Es
importante disminuir la dispersión y darle foco a tu comportamiento, para ello no solo necesitas  tener metas claras, sino también  una adecuada
gestión de tu energía. Si tu energía se dispersa, es probable que no llegues a alcanzar tus objetivos.

En primer lugar, es importante que reconozcas los horarios más productivos del día. Por ejemplo, muchas personas son más productivas por la
mañana, otras por la tarde y otras por las noches. Para identificar el momento más productivo, debes reconocer en qué momento te sientes con más
energía o, al menos, con la energía suficiente para hacer las actividades que habías planificado. Por otra parte, debes reconocer cuáles son los horarios
en los que te sientes más cansado y eres menos productivo. Lo ideal es que en las franjas horarias donde te sientes con más energía,  realices las
actividades más importantes y estratégicas, y que las  tareas más rutinarias las ubiques en horarios donde te sientes con menos energía. De esta
manera, podrás organizar tu jornada de trabajo y estudio de manera acorde a tu energía.

Es importante que seas consciente de cuál es el momento del día de mayor productividad y que trates de aprovechar ese momento al máximo. Para
ello, es clave que no te disperses,  trata de eliminar cualquier actividad que te saque de foco durante ese momento. A continuación, se exponen
algunas actividades que pueden dispersar tu energía:
-Revisar el correo electrónico.
-Mirar el celular.
-Ver televisión.
-Navegar  en internet.
-Hacer tareas domésticas.
-Revisar las redes sociales.

Estas son solo algunas de las actividades más comunes. Durante el período de estudio debes evitar dichas actividades, por lo tanto es conveniente que
alejes el celular de tu alcance, y  avises a tus familiares que es tu momento de estudio, para poder focalizar tu energía en las actividades planificadas. 

Siempre tendrás cosas para hacer y motivos para posponer tu estudio, si esperas a tener todas tus cosas resueltas para sentarte a estudiar es probable
que nunca lo hagas.

Te proponemos a  continuación  que escribas tres actividades que habitualmente te dispersan y propone un plan de acción para combatirlas:
Tabla 3. Actividades que dispersan y plan de acción
Actividad que te dispersa Plan de Acción para combatirla

Fuente: elaboración propia.


Pautas para superar el uso de estrategias simples de estudio
En el caso planteado, Pablo no solo posee dificultades para gestionar la procrastinación y la energía. Aunque cumplamos de forma estricta la agenda
que  establecimos, si al momento de estudiar apelamos solo al uso de estrategias simples de estudio es probable que no logremos los resultados que
estamos buscando.  Estas, centradas en la repetición y el repaso, son necesarias y no tiene nada de malo que las utilicemos. Sin embargo, el uso
excesivo de dichas estrategias en detrimento de  otras más complejas, puede  derivar en que no obtengamos los resultados que queremos a pesar de
dedicar mucho tiempo y trabajo.
Es importante tratar de utilizar estrategias de aprendizaje que nos permitan hacer un procesamiento más profundo de la información. Presentamos
algunos ejemplos y ejercicios que pueden resultar de utilidad.
Resumir información

Una de las primeras estrategias de aprendizaje que tendría que aprender a utilizar Pablo (el alumno de la situación problemática propuesta) es a
realizar resúmenes,  que son textos abreviados que contienen las ideas principales. En estos debemos anotar las ideas más importantes, manteniendo
el orden en el que aparecen en el texto original. De esta forma, reducimos el texto a la información básica, lo que nos será de gran utilidad para
comprender los contenidos y   recordar lo aprendido. Consideremos el siguiente ejemplo:

La historia del asado:

Ciertamente, los argentinos no inventaron la carne asada, pero hicieron de  esta comida una costumbre que los identifica y los lleva a otro nivel. La
mezclan, la modernizan y la llevan como estandarte por todo el mundo. Pero ¿cómo comenzó la historia? Se asume que:

Alrededor de 1556 Juan de Salazar y Espinosa junto a los hermanos Goes llevaron desde Brasil a Asunción del Paraguay, que en ese entonces era
parte del Virreinato del Río de La Plata, un toro y siete vacas, que libres se empezaron a reproducir y a vagar por La Pampa. Era ganado cimarrón, no
era propiedad de nadie, cualquiera podía tomar una vaca. La única condición era no pasarse de las doce mil cabezas.

El sistema para cazarlas se llamaba vaquerías, que consistía en una reunión entre 10 o 15 paisanos, que cuando encontraban el ganado le cortaban a
cada res los garrones con una lanza y el animal caía al suelo, inmovilizado. La carne que se usaba era muy poca, porque en general se las cazaba por
su cuero, materia prima de la primera industria Argentina. 

En los pocos casos en que se cazaba a una vaca solo para alimentarse, generalmente lo único que los gauchos consumían era la lengua, que asaban en
el rescoldo, o los caracúes.

Se calcula que en el siglo XVIII había en la pampa unas 40 millones de cabezas de ganado. Con el tiempo y adoptando costumbres criollas, el gaucho
comenzó a comer la carne asada;  con el facón realizaban un hoyo de unos veinte centímetros en la tierra, allí encendían una pequeña fogata y cocían
la carne. El paso de los años mejoró los métodos de conservación y transporte de la carne y convirtió a la pampa Argentina en uno de los principales
proveedores de carne del mundo. (Anónimo, s.f., https://bit.ly/38YrNcY)

Resumen: la historia del asado

El asado no fue inventado por los argentinos aunque es una costumbre asociada a ellos. En 1556 Salazar, Espinoza y los hermanos Goez llevaron
desde Brasil a Asunción del Paraguay (que entonces formaba parte del Virreinato del Río de La Plata) las primeras vacas y un toro. Las vacas
comenzaron  a reproducirse libremente en la pampa. No pertenecían a nadie. Se cazaban en “vaquerías”, y generalmente se lo hacía por su cuero
para comercializarlo. Se consumía muy poco la carne vacuna y, en esos casos, los gauchos comían únicamente la lengua.

Con el tiempo, se empezó a consumir la carne vacuna,  que era cocinada en agujeros hechos en la tierra con el facón. Con el correr de los años y el
desarrollo del transporte, la pampa Argentina se convirtió en el principal exportador mundial de carne vacuna.

Como se aprecia en el ejemplo, las ideas no están redactadas en el lenguaje literal usado por el autor. Para elaborar un resumen, nuestro papel puede
ser más o menos activo, desde reproducir las ideas que aparecen en el texto como más importantes, hasta resúmenes en los que las ideas están
elaboradas de manera más personal, utilizando nuestras propias palabras, es decir, parafraseando las ideas principales.

Expresar las ideas importantes del autor, pero con nuestras propias palabras se denomina paráfrasis y es una estrategia muy útil para retener las ideas
y recordarlas con mayor facilidad, así la memoria conserva mejor la información que se logró comprender, y la paráfrasis es un vehículo para ello. De
otra forma, si te limitas a repetir de manera literal las ideas del texto, probablemente al poco tiempo las olvides.
Representaciones gráficas
Los esquemas, cuadros y diagramas son muy útiles para lograr un mejor aprendizaje de los contenidos. Al igual que el resumen, en estos casos
también nos valemos de las ideas principales del texto, aunque la ventaja principal de las técnicas gráficas es que parte de la información es sustituida
por trazos o disposiciones espaciales (ej., flechas, llaves o corchetes) para indicar las relaciones o conexiones entre las ideas. Esto permite, por un
lado, identificar de un “vistazo” las ideas importantes y sus relaciones y, por el otro, elaborar una imagen mental o representación visual que sin
dudas nos será útil para recordar la información.
El esquema y el diagrama
El esquema consiste en una representación que pretende mostrar la estructura lógica de las ideas principales del texto.
Figura 1. Estructura básica del esquema
Figura 2. Ejemplo de esquema

Un aspecto básico del esquema es que las ideas deben estar organizadas según su nivel de generalidad, de esta forma comenzamos introduciendo el
tema general y luego avanzamos desde las ideas o conceptos más generales hacia los más específicos, representándolos ya sea de arriba hacia abajo, o
de derecha a izquierda, como se muestra en la figura.

Esta forma de presentar la información permite una percepción más directa de las distintas partes del texto, ofreciéndonos una visión integrada de los
conceptos e ideas que nos será de gran ayuda para lograr un mejor recuerdo.

Los diagramas también permiten representar ideas y sus relaciones, aunque en estos casos generalmente se trata de relaciones de causa-efecto o
condicionales (“Si ocurre A, entonces B. Si no, C”) entre los conceptos o ideas.
Diagrama secuencial
Figura 3. Diagrama secuencial

Fuente: elaboración propia.


En este caso, ya no se trata –como en el esquema– de ordenar las ideas según su nivel de generalidad, sino de representar diferentes tipos de
relaciones entre los conceptos o ideas, que pueden ser de causa-efecto. La utilización de diagramas puede ser muy útil para representar conceptos o
ideas que refieren a procesos, pasos o etapas, acontecimientos históricos o cronológicos.
El cuadro comparativo

Los cuadros comparativos constituyen representaciones que permiten identificar mediante un “golpe de vista” las semejanzas, diferencias y/o
diferencias entre dos o más datos, hechos, o situaciones. Por este motivo, son muy útiles para resumir y visualizar ideas contrapuestas.

Veamos un ejemplo:

El artesano

El artesano trabaja [énfasis agregado] en su casa; es libre y organiza su trabajo a gusto; preocupado por satisfacer a sus clientes, pone mucho
cuidado en su trabajo.
Por el contrario, el obrero [énfasis agregado] de la fábrica depende de un patrón; su jornada está repartida entre la vida familiar y su oficio, cuya
única finalidad es procurarle el dinero necesario para subvenir sus necesidades. La vida en la fábrica está regida por un horario riguroso: el  sonido de
la sirena avisa a los obreros el comienzo y el fin de la jornada laboral. El trabajo se hace por equipos que se relevan sin interrupción, de día y de
noche, puesto que las máquinas no se detienen. (Micolini, 2006, p.60)

¿Cómo se elabora un cuadro comparativo?


-Identificar los elementos que se quieren comparar (artesano y obrero).
-Señalar los parámetros a comparar (trabajo).
-Identificar las características de cada objeto o evento.
-Construir afirmaciones donde se mencionen las afirmaciones más relevantes de los elementos comparados.
Figura 4. Ejemplo de cuadro comparativo

Lectura compresiva

Para llegar a comprender realmente las ideas contenidas en los textos de estudio, es necesario que te animes a ir un poco “más allá” de las ideas que
aparecen en estos. De lo contrario, tu comprensión será limitada y podrás responder satisfactoriamente a preguntas de examen que requieran evocar
conceptos, pero no a preguntas que impliquen citar ejemplos, argumentar, comparar semejanzas y diferencias, o aplicar los conceptos a situaciones
prácticas, por mencionar algunas.

Por ello, es importante que al leer el texto intentes vincular los conceptos e ideas que allí se plantean con los conocimientos que ya posees, con
experiencias previas o hechos que ya conozcas. Son estos conocimientos los que deberás activar mientras estudias, ya que te ayudarán a comprender
el texto para  poder darle un sentido.

De esta forma, la primera actitud que debes tener para lograr una comprensión profunda, es “descentrarte” del texto. Esto no significa que dejes de
lado lo que dice el texto; sino colocar un espacio entre tú y el texto. Tal vez una buena manera de imaginar esto es abordar la lectura como un diálogo
con   el texto, en el que cada uno aporta sus conocimientos.

Al leer un texto, es importante articularlo con ideas que provienen de ti, preguntas que te formulas. Esa es la diferencia entre leer y mirar el texto. Al
mirar solo estamos inspeccionando las palabras, repitiendo sin otorgarle un significado, mientras que  el proceso de lectura implica contrastar lo que
dice el texto con lo que nosotros sabemos o creíamos sobre ese tema. No hace falta que el conocimiento previo que poseas sea el “correcto”. Lo
importante es ir contrastando lo que tú ya sabes con lo que estás leyendo. En algunos casos confirmarás lo que ya sabías y en otros corregirás lo que
creías, pero en ambos casos estarás realizando una lectura comprensiva.

Otra estrategia válida es hacernos preguntas en relación al texto, como ejemplo: ¿Quién? ¿Dónde? ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? Esto también
puede facilitarnos la tarea de comprender y elaborar un significado.

LECCION 4
Monitorear el aprendizaje: búsqueda de apoyo y pautas para la mejora continua
Pablo está estudiando cada vez mejor. Armó una agenda diaria, cumple con las metas que establece cada vez que puede y de a poco va utilizando
nuevas estrategias de estudio. Sin embargo, aún persisten ciertas dificultades, porque Pablo siente que podría estudiar mejor todavía. El problema es
que no se da cuenta cómo y  esto le genera mucha frustración. “Ya debería estudiar mucho mejor...”, “todavía sigo teniendo un montón de dudas...”,
“tendría que costarme menos...”, se cuestiona. Lamentablemente este tipo de pensamientos solo llevan a que Pablo se sienta más frustrado. Este tipo
de pensamientos parten de la idea de que la capacidad para aprender es algo que se alcanza, cuando en realidad no tiene un techo. Siempre puede
mejorarse la capacidad para aprender y volver más eficiente el proceso de estudio. Por eso se habla de un proceso de mejora continua, ya que siempre
podemos ir  perfeccionando nuestra manera de aprender. Pero mejorar nuestro proceso de aprendizaje no significa reprocharnos de que lo podríamos
haber hecho mejor, el reproche continuo solo nos va a llevar a  sentirnos frustrados y desmotivados. La mejora continua de nuestro proceso de
aprendizaje implica que podamos desarrollar nuestra capacidad de auto-monitoreo. 
El auto-monitoreo es la última fase del “proceso de autorregulación del aprendizaje” (Zimmerman, 1986, p. 329). Es una fase a menudo dejada de
lado, pero que en realidad posee un valor clave ya que es la que permite que el proceso de autorregulación del aprendizaje siga mejorando de forma
continua. Muchos estudiantes creen que pueden mejorar su proceso de estudio, pero no encuentran la forma de hacerlo. Esto se debe probablemente a
que no dedican tiempo a evaluar de manera sistemática su proceso de aprendizaje y analizar de qué manera pueden mejorarlo,  o hacerlo más
eficiente. 
La falta de monitoreo del propio aprendizaje conlleva otro problema. Las personas que no se percatan de sus déficits generalmente no solicitan
ayuda, y  la búsqueda de apoyo es una variable crítica para mejorar el proceso de autorregulación del aprendizaje. En esta última lectura
analizaremos:
1-Las estrategias para la búsqueda de apoyo.
2-Las pautas para lograr la mejora continua de nuestro proceso de aprendizaje.

Búsqueda de apoyo
Para que Pablo, el alumno de la situación problemática, pueda seguir mejorando su proceso de aprendizaje va a requerir de apoyo social. A menudo
el proceso de aprendizaje se ve como una actividad que uno desarrolla en solitario. Sin embargo, son muchas las personas que directa o
indirectamente pueden ayudarte para que logres alcanzar tus metas académicas. Si no recibimos la colaboración y ayuda necesaria es difícil que
podamos alcanzar muchos de nuestros objetivos. El apoyo hace referencia a todo tipo de ayuda y consuelo proporcionado por los demás; contar con
personas que estén dispuestas a ayudarte o que simplemente valoren tu esfuerzo, constituye una gran ventaja. Sin embargo, no es suficiente con
contar con apoyo, también es importante saber pedir ayuda cuando lo necesitas. 
Existen diferentes tipos de apoyo. En la literatura científica se suelen diferenciar tres tipos:
-Apoyo socio-emocional: es cuando otras personas te hacen sentir valorado, contenido. Son personas que reconocen tus esfuerzos, te ayudan a
sobrellevar obstáculos y te hacen sentir más tranquilo.
-Apoyo práctico: es cuando las personas te ayudan a enfrentarte a problemas cotidianos como cuidar a los niños, cocinar o resolver problemas
vinculados a tu vida diaria.
-Apoyo informativo: proviene generalmente de los docentes o tutores, que pueden brindarte información, orientación o consejo para tomar
decisiones o resolver algún problema académico.
Te recomendamos que te tomes unos minutos para pensar qué tipo de apoyo necesitas. Piensa sobre todo en actividades que te cuestan trabajo o te
demandan mucho tiempo. En general, necesitamos los tres tipos de apoyo, pero en ocasiones hay algunos  que son más importantes que otros,
dependiendo de cada persona y cada circunstancia. 
Cada tipo de apoyo requiere de personas específicas. Algunas  solo podrán proveerte algún tipo de apoyo, mientras que otras pueden ayudarte en más
de un tipo. Te presentamos un diagrama que puedes completar y que te ayudará a identificar a qué personas puedes recurrir en caso de necesitar
apoyo. Es importante identificar los miembros de tu red de apoyo para saber a quién recurrir en caso de que lo necesites.

Tabla 1. Diagrama Red de Apoyo


Apoyo Socio-emocional

Apoyo Práctico

Apoyo Informativo

Más allá del apoyo que pueden proporcionarte los docentes y tutores, es importante contar con el apoyo emocional que puede brindarte tu familia o
amigos. Ellos te pueden ayudar a motivarte e incentivarte para que sigas esforzándote y sería bueno tener una conversación con ellos para que sepan
que forman parte de tu red de apoyo y que cuentas con ellos para lograr este objetivo.  
Cinco pautas para la mejora continua
Para que Pablo pueda seguir mejorando continuamente su proceso de aprendizaje, tal como mencionamos, el proceso de autorregulación del
aprendizaje no es algo fijo que las personas adquieren. Es un proceso que no tiene techo, que puede mejorarse continuamente y siempre podemos
hacer que nuestro aprendizaje sea más eficiente y productivo. Por otra parte, es importante tener en claro que el proceso de aprendizaje no siempre
será adecuado aunque nos hayamos entrenado para mejorarlo. En ocasiones, podemos atravesar  semanas más complicadas o con cierta sobrecarga de
actividades que nos lleven a recaer  en viejos hábitos.  Presentamos una serie de pautas que pueden ayudarte a que mejores de forma continua tu
proceso de autorregulación:
 1Toma conciencia de las “señales de advertencia”.
 2Desarrolla hábitos.
 3Fortalece tus creencias de autoeficacia.
 4Experimenta emociones positivas.
 5Comprométete con tus objetivos.
1. Toma conciencia de las “señales de advertencia”
Desarrollar la capacidad para autorregular tu aprendizaje y volverte dueño de tu proceso de estudio es algo que suena bien, sin embargo, puede llevar
considerable esfuerzo y es normal que ocurran recaídas. Afortunadamente, recaer en viejos hábitos no es algo automático, suele darse de a poco. Por
este motivo es que debes estar atento a las primeras “señales de advertencia”. Si comienzas a observar algunas de estas señales o comportamientos,
significa que debes re-activar los nuevos hábitos y competencias aprendidas. Algunos ejemplos de “señales de advertencia” son:
-Dejar tareas inconclusas.
-No organizar tu tiempo.
-Incumplir las actividades que habías fijado en tu agenda.
-Posponer actividades o dejar tareas inconclusas.
-Retrasarte con tu plan de estudio.
-No utilizar estrategias profundas de estudio.
-Leer y repetir de forma excesiva.
-Recibir notificaciones o quejas de profesores o tutores.
-Sensación de estrés o agobio.
Cuando identifiques algunas de estas señales es importante que analices qué puede estar pasando con tu proceso de autorregulación. ¿Acaso estás
planificando adecuadamente? ¿Es posible que estés procrastinando? ¿En qué fase del proceso de autorregulación están ocurriendo fallas? ¿Qué
puedes hacer al respecto? ¿Puedes solicitar ayuda? También es útil analizar qué cosas te funcionaron en el pasado y repetirlas.

Tabla 2. Cuadro sobre cosas que te funcionaron en el pasado

¿Qué cosas te funcionaron en el pasado?

2. Desarrolla hábitos 
Tal como se ilustra en la situación problemática, aprender a autorregular el aprendizaje puede llevar considerable esfuerzo, pero afortunadamente a
medida que repites las nuevas conductas, se van transformando en hábitos y el esfuerzo que te demandan cada vez es menor. Recuerda que el
esfuerzo disminuye cuando se convierte en hábito. Todos tenemos hábitos (algunos buenos y otros no tanto...) que se forman mediante la repetición y
la práctica. Los investigadores especulan que cada vez que repites un comportamiento, en tu cerebro se establecen asociaciones entre tu memoria y el
contexto. Por ejemplo, si generalmente fumo cuando estoy en fiestas, o habitualmente me como las uñas cuando estoy nervioso, se genera una
asociación entre el contexto y la conducta. Es decir, que cada vez que estés en ese contexto automáticamente se desencadenará la conducta que
habitualmente ejecutas en ese lugar. Esto significa que dicha conducta deja de ser un “proceso controlado” y pasa a ser un “proceso automático” y ya
no debes pensar o decidir si vas a realizar o no la conducta, simplemente la ejecutas.
Aunque la repetición de conductas inadecuadas puede llevarnos a desarrollar “malos hábitos”, podemos usar estos mismos patrones a favor para
desarrollar “buenos hábitos”.  La pregunta que debes hacerte es ¿qué hábitos te gustaría crear? Una vez que hayas seleccionado estas conductas la
clave está en la repetición. Sin una repetición constante, metódica y disciplinada no hay creación del hábito. 
La cantidad de veces que debes repetir un comportamiento para que se transforme en un hábito es discutible. Según la literatura científica si repites
un comportamiento entre los 21 y 60 días, podemos lograr que una conducta se vuelva automática, es decir, se transforme en un hábito. 
Como ejemplo, presentamos  un diagrama que puedes utilizar para desarrollar hábitos. Una vez que hayas seleccionado la conducta que quieres
transformar en hábito, puedes ir tachando la cantidad de días que te faltan para crear un nuevo hábito que pueda mejorar nuestro proceso de
aprendizaje:
Selecciona cinco hábitos que te gustaría incorporar para mejorar tu proceso de autorregulación del aprendizaje:

1_____________________________ .

2_____________________________ .

 3_____________________________ .

 4_____________________________ .
 5
5_____________________________ .

Selecciona los dos primeros hábitos que quieres desarrollar:1


1_____________________________ .

 2_____________________________

Elige un hábito que quieras incorporar: ____________________________________.

Tabla 3. Hábitos
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
21 22 23 24 25 26 27 28 29 30
31 32 33 34 35 36 37 38 39 40
41 42 43 44 45 46 47 48 49 50
51 52 53 54 55 56 57 58 59 FIN

3. Fortalece tus creencias de autoeficacia 


Para que Pablo pueda seguir mejorando necesitará de fuertes creencias de autoeficacia. La autoeficacia refiere a las creencias que posees sobre tus
propias capacidades para llevar a cabo exitosamente alguna conducta o tarea. Este es un concepto desarrollado por el psicólogo Albert Bandura, y
para muchos constituye el factor de mayor impacto en la vida cotidiana. Solo si las personas creen que pueden alcanzar determinados efectos
mediante sus acciones, poseen los incentivos necesarios para actuar. En otras palabras, las personas guían sus vidas en función de sus creencias de
autoeficacia (Bandura, 1999). 
Desde esta teoría, tanto los conocimientos como las habilidades son elementos necesarios pero no suficientes para alcanzar un desempeño adecuado,
y esto ocurre debido a que el pensamiento autorreferente actúa como intermediario entre el conocimiento y la acción. Es decir, existe una marcada
diferencia entre disponer de capacidades y ser capaz de utilizarlas en diversas circunstancias. De hecho, para un rendimiento adecuado, la persona
requiere tanto habilidades objetivas como creencias fuertes acerca de su eficacia personal para llevar a cabo la tarea.
Las percepciones de autoeficacia poseen diversos efectos, determinan los cursos de acción que las personas escogen, la perseverancia y el esfuerzo
para superar obstáculos, el patrón de pensamientos y reacciones emocionales, la cantidad de estrés y sentimientos negativos que experimentan frente
a situaciones adversas, las estrategias para superar dichas situaciones y, finalmente, el nivel de logro realizado. Esto significa que los estudiantes con
fuertes creencias sobre sus propias capacidades optan por afrontar nuevos desafíos, mientras que los estudiantes con débiles creencias de autoeficacia
tienden a evitar desafíos por pensar que no podrán afrontarlos exitosamente. Sumado a ello, cuando aparece un obstáculo (por ejemplo, no
comprender un contenido o rendir una materia difícil) los estudiantes que poseen más confianza en sus capacidades tienden a aumentar el esfuerzo,
mientras que los estudiantes con baja confianza tienden a debilitar su esfuerzo y abandonar la tarea. También se observó un efecto diferencial en
situaciones de fracaso. Frente al fracaso las personas que poseen mayor confianza suelen atribuirlo  a factores situacionales (por ejemplo, “me fue
mal en el examen porque no me preparé lo suficiente, la próxima tendré que estudiar un poco más”), mientras que los estudiantes con baja confianza
suelen atribuir el fracaso a problemas personales y difíciles de modificar (por ejemplo “me fue mal en el examen porque no sirvo y hago todo mal”).
Las creencias de autoeficacia también influyen sobre los niveles de estrés, ya que los estudiantes con menor confianza suelen estar más ansiosos al
momento de hacer un examen o completar una tarea evaluativa, mientras que los estudiantes con mayor confianza suelen experimentar menos
síntomas de estrés y ansiedad. Finalmente, la autoeficacia puede incidir en el logro alcanzado. Diversos estudios demuestran que dos estudiantes con
el mismo nivel de conocimiento pueden diferir en su rendimiento ya que los que se sienten más capaces organizan mejor sus conocimientos y logran
un mejor resultado. Por el contrario, los estudiantes con menos confianza centran su atención en los déficits y las cosas que no hacen bien,
dificultando un buen uso de los conocimientos que poseen y consecuentemente perjudican su rendimiento académico. 
Por todo ello resulta crucial fortalecer las creencias en nuestras propias capacidades. Aprender a confiar en nosotros mismos es un factor crítico e
indispensable para el desarrollo saludable y exitoso en la carrera académica. ¿Cómo podemos hacer para mejorar nuestras creencias de autoeficacia? 
Las creencias de autoeficacia se nutren de diferentes fuentes. La primera fuente son las experiencias previas de éxito las que aumentan las creencias
de eficacia, mientras que fracasos repetidos tienden a disminuirlas. El problema es que habitualmente las personas suelen centrarse en experiencias de
fracaso. Tendemos a recordar con más facilidad y de forma más intensa las cosas que nos salieron mal, solemos juzgarnos a nosotros mismos de un
modo muy estricto y negativo, muchas veces nos auto-convencemos de que no somos lo suficientemente buenos o que nuestras capacidades están por
debajo de lo que la situación requiere. Para fortalecer nuestras creencias de autoeficacia es indispensable que recordemos nuestras experiencias
previas de éxito. Es útil que te tomes un momento para analizar y recordar situaciones en las que tuviste éxito. Te proponemos ahora como ejemplo
un diagrama que puede serte de utilidad, el mismo consiste en recordar cinco situaciones en las que hayas sentido que lograste un resultado exitoso.
No hace falta que sean “grandes” éxitos, es importante tratar de centrarse en situaciones que  consideres exitosas y que te hayan generado orgullo por
haberlas logrado. Si no puedes recordar al menos cinco experiencias previas de éxito, probablemente estés siendo muy duro contigo mismo. Tampoco
hace falta que todas esas experiencias estén relacionadas con tu experiencia académica.  
Cinco experiencias de éxito:

 1_____________________________ .
 2_____________________________ .
 3_____________________________ .
 4_____________________________ .
 5_____________________________ .
A partir del análisis de dichas experiencias de éxito, tomate un momento para analizar en qué cosas eres bueno. Es decir, cuáles fueron las
capacidades o cualidades que te ayudaron a tener esas experiencias de éxito.    
Cosas en las que soy bueno:

 1_____________________________ .
 2_____________________________ .
 3_____________________________
 4_____________________________ .
 5_____________________________ .
Esas capacidades que identificaste son los recursos que posees para afrontar diferentes desafíos, y es importante que aprendas a confiar en ellos.
Cuando te sientas con ansiedad o preocupado por tu desempeño, o cuando creas que no puedes, recuerda que cuentas con estas cinco capacidades y
que a partir de ellas podrás afrontar los desafíos que vayan surgiendo a lo largo de tu carrera.
Si las capacidades en las que eres bueno no son del campo académico, es importante que aprendas a llevar dichas capacidades a otro campo. Por
ejemplo, si eres muy creativo para hacer actividades recreativas (como pintar o tocar la guitarra) o si eres una persona muy responsable con tu
familia, es importante que trates de transferir esa misma capacidad a otro ámbito. No hace falta que te vuelvas bueno en eso, ya lo eres. Lo que debes
hacer ahora es pensar cómo puedes transferir eso que ya sabes y te sale bien, al campo académico.  
Para fortalecer tus creencias de autoeficacia también es importante que mejores tus habilidades.  No somos buenos en todas las cosas que hacemos,
los motivos pueden ser diversos, hay veces que no hemos tenido la oportunidad de desarrollar esa capacidad, es algo que hemos evitado, o
simplemente no  entrenamos lo suficiente. A continuación,  te proponemos un diagrama de ejemplo que puede ayudarte a identificar déficits y
mejorar tus habilidades. Lo que debes hacer es escribir cinco cosas en las que no eres bueno, y, a continuación, actividades que podrías hacer para
mejorar dichas habilidades. Por ejemplo, si sientes que no eres una persona ordenada podrías proponerte como plan elaborar semanalmente una
agenda.  Si sientes que no eres bueno comprendiendo texto, podrías proponerte como plan leer 20 minutos por día. Es importante que el plan que te
propongas consista en una acción que puedas hacer todas las semanas. Recuerda que cuanto más hagas esas actividades, más aumentarán tus
habilidades.
Tabla 4. Cosas en las que no soy bueno y plan para mejorarlas.
Cosas en las que no soy bueno Plan para mejorarlas

 
4. Experimenta emociones positivas
Para que Pablo pueda seguir mejorando su proceso de aprendizaje requerirá de emociones positivas. Diversos estudios científicos indican la
importancia de experimentar emociones positivas en nuestras actividades cotidianas. Investigaciones realizadas por la Universidad Siglo 21 indican
que las personas que experimentan con mayor frecuencia emociones positivas tienen menor estrés, mejor rendimiento y mayor compromiso con las
tareas que realizan. Las emociones positivas no solo aumentan nuestro bienestar y motivación, también actúan como protectores del estrés. El
problema de las emociones positivas es que suelen ser efímeras, es decir, durante poco tiempo, y suele ser difícil que una misma actividad nos genere
elevados niveles de emociones positivas de forma sostenida en el tiempo. La investigación también indica que más que la intensidad, el factor clave
es la frecuencia. Es preferible experimentar pequeños niveles de emociones positivas con frecuencia, que un único pico de emociones positivas. Esto
quiere decir que no hace falta que hagas cosas extraordinarias para sentir niveles extraordinarios de emociones positivas, es preferible que
experimentes pequeñas dosis de emociones positivas los 365 días del año. No subestimes las emociones positivas que experimentas en tu día a día. 
Experimentar emociones positivas no es algo simple, muchas personas no conocen cuáles son las actividades que le generan emociones positivas. En
otros casos, ocurre que las personas sí saben cuáles son las actividades que les generan emociones positivas, pero no le dedican el tiempo suficiente a
estas actividades porque siempre tienen algo más importante o urgente para realizar. 
Las emociones positivas son claves para la desconexión y la motivación, por este motivo es bueno que luego de haber completado un bloque de
estudio dediques algo de tiempo a hacer una actividad placentera. Esto puede servir como refuerzo o premio por haber cumplido la meta que te habías
fijado y además te ayudará a recuperarte del desgaste lógico que tiene estudiar o hacer una actividad que te demanda esfuerzo.  Te proponemos ahora
un diagrama que puede ser de utilidad para organizar tus experiencias de emociones positivas. Para ello, debes seleccionar actividades que te generan
emociones positivas, y luego estipular qué días y en qué momento realizarás esa actividad. Es muy importante que trates de ubicar temporalmente
dichas actividades justo después de haber terminado con tu meta de estudio. Esto te ayudará a mantenerte motivado, recuerda que las emociones
positivas nos ayudarán a alcanzar nuestros objetivos, por lo cual te sugerimos que no las desdeñes o minimices. 
Experimentar emociones positivas con frecuencia es clave para lograr un buen nivel de productividad.
Tabla 5. Actividades que generan emociones positivas
¿Cuándo realizarás dicha actividad?
Actividades que te generan emociones positivas
5. Aumenta tu compromiso
El esfuerzo y el compromiso son claves para cualquier actividad que te propongas. Es fácil hacer una actividad cuando te sientes entusiasmado, pero
el reto es poder sostener tu comportamiento en el tiempo. Para lograr una motivación a largo plazo es necesario que tengas una visión a largo plazo.
Diversos estudios demuestran que nuestro cerebro posee una preferencia por actividades que generan una recompensa inmediata. Ver los resultados
positivos de una actividad te lleva a que quieras repetirla. El problema es cuando debemos hacer actividades donde la recompensa no aparece
inmediatamente. Es por ello que nos resulta difícil mantener en el tiempo actividades tales como hacer dieta o actividad física, dado que muchas
veces no observamos un efecto inmediato. Esto es aún más difícil cuando decidimos hacer actividades que requieren un esfuerzo prolongado de años,
como por ejemplo realizar estudios de nivel superior. Hacer una carrera puede ser muy desafiante y demandante muchas veces sentiremos pocas
ganas de continuar. En ese tipo de situaciones es importante que actives tu visión a largo plazo.
Como mencionamos anteriormente, la motivación a largo plazo requiere de visión a largo plazo. Las actividades del día a día pueden llevarnos a que
olvidemos los motivos que nos hicieron decidir que queríamos hacer una carrera y acceder a un título. Por ello suele ser muy útil para tu motivación
que de cada tanto recuerdes cuáles son esos motivos.  
A continuación te presentamos un diagrama que puede servirte de ejemplo. Anota cinco motivos por los cuales vale la pena realizar una carrera
universitaria. ¿Qué es lo que esperas obtener al realizar una carrera universitaria? En este punto es importante diferenciar las expectativas intrínsecas
y las extrínsecas; éstas últimas hacen referencia a las consecuencias positivas que esperas obtener al hacer una carrera universitaria vinculada con
aspectos externos a la propia persona. Por ejemplo, obtener mejor salario, conseguir un mejor trabajo o tener un mayor reconocimiento de mis pares o
familiares. Por otra parte, están las expectativas intrínsecas, las cuales hacen referencia a expectativas positivas que tenemos relacionadas con nuestra
experiencia personal. Por ejemplo, sentirme autorrealizado, poder hacer algo que me gusta, sentir que contribuyo a la comunidad.  
Tabla 6. Expectativas intrínsecas vs. expectativas extrínsecas
Expectativas intrínsecas Expectativas extrínsecas

Fuente: elaboración propia.


Es importante que siempre tengas en consideración estas expectativas, sobre todo en momentos donde sientes que te cuesta mantener tu esfuerzo o
que sientes que estás bajando los brazos. Recordar estas expectativas puede inspirarte y darle un sentido de trascendencia a tus actividades cotidianas.
Es importante que las tengas siempre en mente y, de ser necesario,   escribirlas y ubicarlas en un lugar donde puedas mirarlas cotidianamente para
recordarte la decisión que tomaste, y ayudarte a mantenerte motivado.

Palabras finales
Acceder a los estudios universitarios constituye uno de los hechos más significativos y de mayor impacto en la vida de la gente. Probablemente se
trate de una de las decisiones más significativas y de mayor impacto. Los beneficios de estudiar en la universidad no se limitan a aspectos
económicos, ya que acceder a los estudios de nivel superior predice una mejor salud y calidad de vida.
Sin embargo, transitar por una carrera es un desafío que demandará esfuerzo y perseverancia. Para poder afrontar este desafío es muy importante que
los alumnos desarrollen habilidades que les permitan alcanzar sus metas y probablemente la capacidad para autorregular el proceso de aprendizaje
constituya una de las competencias de más relevancia para transitar con éxito tus estudios superiores. 
La autorregulación del aprendizaje refiere al proceso por el cual un estudiante puede volverse dueño de su propio aprendizaje, y para lograr esto no es
suficiente con leer los textos o asistir a clase. Por el contrario, la autorregulación involucra una serie de factores tales como establecer metas de
estudio, estimar el tiempo y el esfuerzo que demandará el logro de esas metas, utilizar estrategias de aprendizaje efectivas, ser capaz de mantener el
esfuerzo y solucionar dificultades y dudas, entre otros aspectos.
Desarrollar la capacidad de autorregulación no es algo simple, tampoco es una competencia que podrás adquirir de un día a otro. Pero sin dudas se
trata de una capacidad que puedes aprender a desarrollar y cultivar. Aprender a aprender no solo te ayudará para cumplir tus metas académicas,
también te permitirá seguir formándote luego de haber concluido tus estudios. Estamos en una época de cambios continuos y vertiginosos que exigen
un proceso de constante actualización. Poseer la capacidad de auto-regular tu proceso de estudio, aprender a adueñarte  de tu propio aprendizaje te
permitirá estar a la altura de estos cambios.

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