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Toma de Decisiones Encargado de un departamento déspota

¿Qué actitud deben mantener los jefes con sus equipos para lograr los objetivos de la compañía de la
forma más satisfactoria y menos costosa posible? ¿Es preferible dejar mucho o poco margen de autonomía
a los subordinados? ¿Cómo encajar en el proceso de toma de decisiones las iniciativas de los empleados?
Resulta fundamental saber ejercer un liderazgo que fomente la eficiencia y genere motivación.

Las relaciones jerárquicas son tan antiguas como la misma humanidad. Juegan un papel fundamental en el
sistema: asignan tareas y responsabilidades entre los miembros de las comunidades u organizaciones.
Cómo organizar de la forma más eficiente y justa las organizaciones, incluyendo a los Estados, viene siendo
uno de los principales quebraderos de cabeza de los pensadores desde tiempos de la Grecia clásica. Y lo
seguirá siendo.

El mundo de la empresa no es ajeno estas preocupaciones. Resulta fundamental saber ejercer un modelo
de liderazgo que fomente la eficiencia en los procesos y genere motivación. Más aún en el entorno cada
vez más competitivo en el que se desenvuelven las compañías, a lo que en los últimos años se ha sumado
un control presupuestario tremendamente estricto. Las empresas son cada vez más conscientes de que el
talento de sus empleados es el auténtico valor añadido con el que cuentan. Es algo que merece la pena
cuidar y cultivar. “Las personas son la diferencia. Mientras lo demás es relativamente fácil de copiar, sus
trabajadores son difíciles de replicar”, opina Alfonso Jiménez, socio director de PeopleMatters. Es
necesario que el trabajador encuentre un entorno estimulante y agradable en el que desarrollar su
actividad, y en ello influye, y mucho, el tipo de relación que se lleve con su jefe.

“Las empresas compiten por precio, por calidad o por innovación. Para cualquiera de estas cuestiones, la
persona es crítica. Si esto es así, parece claro que necesitamos una adecuada gestión de las personas”,
escribió Jiménez en el libro Gestión del talento y la competitividad (Almuzara, 2011), obra que refleja la
experiencia en el tema de la citada agencia de recursos humanos. El mismo hecho de que en la mayoría de
compañías se haya sustituido el término recursos humanos por gestión de personas denota un cierto
cambio de paradigma. Se acabó (sobre el papel) la figura del jefe déspota, que exige a su equipo, pero
apenas se comunica con él.

El nuevo perfil de liderazgo es más participativo. Se trata de hacer que todos los miembros del equipo se
sientan partícipes del rumbo de la organización. Eso no significa, ni mucho menos, delegar en el equipo la
responsabilidad de tomar las decisiones. Esa tarea viene con el sueldo del superior. Pero es recomendable
establecer buenos canales de comunicación entre los cuadros directivos y sus equipos. “Los líderes que no
piden ayuda para solucionar los problemas están asumiendo una carga imposible, que es la responsable de
que el liderazgo pueda ser tan solitario. Por nuestra cuenta, tendemos a calibrar mal el problema y, por esa
razón, para sobrevivir a las grandes crisis necesitamos el pleno apoyo de nuestros compañeros de equipo”.

Así lo ha plasmado Bill George, profesor de gestión en Harvard Business School, en el libro Siete lecciones
para liderar (LID Editorial Empresarial, 2010). George, que compagina la docencia con la pertenencia al
consejo de dirección de varias multinacionales, entre ellas Exxon Mobil y Novartis, recomienda incluso que
los directivos recurran a personas externas a la organización. “Aunque carezcan de información detallada,
quienes te conocen bien pueden darte opiniones y consejos que no obtendrás del personal interno”, opina.
Evaluación 360 En los últimos años ha ganado peso en España una práctica nacida en EE. UU. hace más o
menos una década. Se trata de la llamada evaluación 360, un concepto que parte de la idea de que la
recolección de información sobre los miembros de una organización para evaluar su rendimiento debe
incluir la opinión de todos los actores: superiores, subordinados y clientes.

Significa, en el caso que nos ocupa, que los trabajadores rellenan anónimamente cuestionarios de
valoración sobre sus jefes. Se les pregunta sobre gran cantidad de temas: desde las competencias de
gestión a la iniciativa mostrada, el nivel de apertura a los cambios, el tipo de comunicación que mantiene
con el equipo o la capacidad de motivación al mismo. “La valoración del desempeño, en la que el jefe opina
sobre el subordinado, está muy implantada. Ahora se está empezando a hacer el proceso inverso. Y no
siempre es bueno: es muy importante que los jefes estén preparados para escuchar la opinión que de ellos
tiene su equipo”, indica Ceferí Soler, profesor del departamento de Dirección de Personas y Organización
de Esade. La evaluación de los empleados con responsabilidades es, ante todo, un mecanismo de
transparencia en las compañías. Lo normal el que el nivel de participación en estas encuestas se mueva
entre el 75% y el 85%. Si es mayor, señala Soler, síntoma de que se respira más confianza en la
organización. Si es más baja, algo falla.

¿Qué consecuencias puede tener que se constate que un directivo tengamala reputación entre su equipo?
Las medidas a tomar son discrecionales. A veces puede costar un traslado de área, o incluso bloquear un
posible ascenso, pero también se pueden quedar en nada. Depende del trato que dé al tema la compañía
en cuestión. Solo el hecho de que los superiores de los jefes estén al tanto de ello ya es algo para tener en
cuenta. “La información bien tratada es poder”, insiste Soler.
Cinco consejos para sobrevivir a un jefe déspota
Una relación laboral turbulenta con un superior ha sido citada como una de las principales razones por las
cuales millones de personas deciden renunciar a sus trabajos cada año. Las medidas que tomar para
intentar recomponer el vínculo con jefes complicados
Los hallazgos fruto de un estudio llevado adelante por la consultora Gallup dejan en evidencia que más de
la mitad de las personas que deciden renunciar a su trabajo lo hacen, no por una mejor oferta de otro
empleador, sino para escaparle a un jefe con el que ya no pueden lidiar más dentro del ámbito laboral.
De un total de 7.272 encuestados en los Estados Unidos, uno de los mercados más competitivos a nivel
global en lo que respecta al mundo laboral, más del cincuenta por ciento afirmó haber dejado un trabajo
en el transcurso de su vida profesional para "escaparle a su superior" y se esgrimen distintos motivos,
como deficientes habilidades para ejercer sus roles de liderazgo o frustraciones diversas al ver que los
distintos intentos de colaboración nunca llegarán a cumplir con las expectativas de los altos mandos.
Situaciones de estrés diario y confrontaciones constantes podrían ser signos de que el vínculo laboral con
un superior necesita ser replanteado de manera radical, si lo que se quiere es preservar el puesto de
trabajo.
En primer lugar, se recomienda mantener un canal de comunicación fluido, donde el proceso de
retroalimentación conocido en inglés como feedback permita estar al corriente de las opiniones del jefe
sobre el desempeño de su empleado a cargo. La pregunta que se recomienda hacerse rutinariamente es
"¿Existe algo que pueda hacer o dejar de hacer para lograr que trabajar conmigo sea más productivo?". Los
expertos aseguran que es importante aprender a callar y saber escuchar, por más que muchas veces la
devolución no sea la esperada.
El próximo paso que tomar es asimilar la devolución recibida por parte del superior y realmente buscar las
maneras de aplicar los cambios a la rutina laboral diaria con el objetivo de mejorar el desempeño,
comunicando en el proceso al jefe en cuestión los pasos específicos que serán tomados para enfrentar el
problema cara a cara y llegar a una solución. Resulta fundamental no tomar una actitud a la defensiva a
pesar de no coincidir con los puntos de vista del superior, intentando buscar al menos un punto con el cual
coincidir y trabajar con base en ello.
Los jefes extremadamente demandantes o directamente psicóticos han sido objeto de fascinación para
Hollywood durante décadas, con personajes emblemáticos que marcaron una época en filmes como “El
diablo viste de Prada”, “Wall Street”, “Quiero matar a mi jefe” y “secretaria ejecutiva”
Otra regla fundamental que seguir y muchas veces desestimada en entornos laborales donde se fomenta
una relación de amor u odio hacia los superiores es evitar a toda costa, o al menos dentro del círculo de
empleados en el contexto de trabajo, hablar de manera negativa sobre los superiores. Los referentes en la
materia aseguran que los comentarios peyorativos sólo alimentarán una mayor energía negativa dentro
del entorno laboral y no ayudarán a mejorar el vínculo con los altos mandos.
Además, destacan el hecho de que —a pesar de que algunos no lo parezcan y actúen en muchos casos
como máquinas que sólo viven por y para su trabajo— los jefes también son humanos y valoran recibir por
parte de sus subordinados comentarios positivos que les hagan sentir que están haciendo un buen trabajo
como líderes de un equipo dentro de una organización. Sin llegar a un nivel de adulación sospechosamente
alevosa, un simple recordatorio de una buena decisión tomada sobre algo específico puede ayudar mucho
a mejorar la relación diaria con un mánager.
Existe una variedad de pasos que tomar para mejorar la vital relación con los superiores, aunque los
expertos en recursos humanos reconocen que en determinados casos extremos la única salida es la
renuncia
Como último recurso, los expertos reconocen que en muchos casos intentar mejorar una relación con un
jefe con características despóticas natas puede significar una estrategia que no amerita ser tomada, al
resultar una pérdida de tiempo para el empleado por estar estancado en una situación laboral dentro de la
cual difícilmente pueda llegar a ascender o demostrar todas sus habilidades en un determinado proyecto.
Más allá de que trabajar con alguien con quien resulta imposible convivir puede ser catalogado como una
de las experiencias más desgastantes que cualquiera puede atravesar, los consejeros en recursos humanos
recomiendan nunca dejar un puesto de trabajo sin tener al menos opciones abiertas y sólidas a las cuales
recurrir, sobre todo teniendo en cuenta que muchas firmas usualmente prefieren tomar a nuevos
empleados que se encuentran laboralmente activos frente a candidatos desempleados.
5 claves para gestionar a un mal jefe
1. Gánate su confianza
Los principios básicos para gestionar a un mal jefe son los mismos que para gestionar a cualquier jefe: la
clave fundamental es cambiar la manera de verlo, pasar de verlo como un superior jerárquico del que
recibes órdenes a verlo como un cliente muy importante del que debes ganarte su confianza. Si te ganas la
confianza y el aprecio de tu jefe será más fácil que te ayude, te preste atención, te escuche cuando tengas
que pedirle algo importante, o que te asigne a proyectos interesantes. Hay 3 claves para ganarse su
confianza.
⦁ Ponte en su lugar para conocer sus necesidades y retos
⦁ Ve a tu jefe con soluciones, no con problemas
⦁ Promete poco y cumple mucho
Si ves a tu jefe como tu principal cliente y aplicas estas claves es muy posible que su confianza en ti
aumente. ¡Lo que es seguro es que no disminuirá!
2. Identifica el tipo de mal jefe que tienes
Puede ocurrir que a pesar de ganarte su confianza tu jefe te siga haciendo profundamente infeliz en el
trabajo. Puede que tu jefe sea un déspota que disfruta humillándote, un controlador que no te deja dar un
paso sin su aprobación previa, o por el contrario alguien que no te dedica tiempo, que te tiene
abandonado y no te brinda el apoyo que necesitas. Puede que no tenga mala intención pero que le falte la
formación adecuada. En cualquiera de estos casos el primer paso es identificar el tipo de jefe que tienes.
Según Alex Kjerluf en su libro “happy tour is 9 to 5”, los malos jefes se pueden clasificar en tres grandes
categorías:
Categoría 1. Tu jefe no sabe que es malo.
Categoría 2. Tu jefe sabe que es malo y quiere mejorar.
Categoría 3. Tu jefe no quiere saber que es malo o no quiere mejorar.
Si no estás seguro de la categoría en la que cae tu jefe te recomendamos que de momento asumas que
pertenece a la primera o a la segunda: no tiene mala intención, no sabe que lo está haciendo mal y está
abierto a cambiar su manera de gestionar personas.
3. Habla con él
Si tu jefe cae dentro de las dos primeras categorías te sugerimos hablar con él. Prepara bien esta
conversación con él.
⦁ Escoge un momento adecuado para hablar con él
Busca un momento en el que no esté estresado, no tenga prisa y no vayáis a ser interrumpidos. Si puedes,
fija con él una hora y reserva una sala de reunión.
No intentes improvisar el hablar con él en un pasillo, a la hora a la que suele irse de la oficina o entre dos
reuniones…
⦁ Visualiza.
La visualización es una manera de programar nuestro subconsciente por medio de imágenes. La utilizan
todos los deportistas de élite. Para preparar la conversación con él, visualízate a él y a ti mismo hablando y
llegando a entendimiento. Visualízate a ti escuchando sus comentarios de manera receptiva y desapegada.
Visualízate expresando tus puntos de vista y tus necesidades de manera firme pero respetuosa. Visualízale
a él adoptando un nuevo comportamiento. De esta manera estás entrenando a tu mente no consciente a
favorecer una comunicación (verbal y no verbal) adecuada con tu jefe para llegar a acuerdo.
⦁ Se concreto al criticar su comportamiento.
Explícale con un ejemplo concreto como su comportamiento “A” en la situación “B” tiene en ti y en tu
trabajo un efecto “C”. Por ejemplo: “Cuando me críticas en público durante las reuniones de departamento
me siento humillado. Después me paso el día en un estado muy negativo de apatía y la cantidad y calidad
de mi trabajo se ven muy perjudicadas”.
⦁ Sugiere una alternativa a su comportamiento.
Al hacerlo recuerda los principios básicos para gestionar un jefe: ponte en su lugar, mira la situación desde
su perspectiva y ve a él con soluciones, no con problemas. “Entiendo que es parte de tu trabajo dar
feedback a tus subordinados y que la reunión del lunes es un buen momento porque nos tienes a todos
reunidos. Te sugiero que, si tienes alguna crítica que hacerme que me la hagas inmediatamente después
de la reunión, en tu despacho”.
. Alaba lo que tu jefe esté haciendo bien.
Pocas veces los jefes reciben feedback de sus subordinados. Todos los jefes agradecen que se les diga lo
que están haciendo bien. “Quiero que sepas que hay cosas que creo que haces muy bien. Por ejemplo, a
diferencia de otros jefes, contigo todos los miembros del equipo tenemos clarísimo en todo momento qué
resultados concretos esperas de nosotros y para qué fecha.”
4. Protégete.
Si tu jefe es de la categoría 3 o si a pesar de ser de la categoría 1 o 2 hablar con él no da resultados vas a
tener que sobrevivir bajo su mando durante un tiempo. A continuación, tienes algunas estrategias que
quizá te puedan ayudar para protegerte en esta difícil situación.
⦁ Protege tu cuerpo y tu mente.
Tener un mal jefe es una situación que puede ser muy estresante tanto para tu cuerpo como para tu
mente. Es muy importante estar fuerte física y mentalmente para afrontar el estrés que genera esta
situación. Dormir bien, comer sano, hacer deporte, meditar, hacer yoga son maneras de reforzar tu
estabilidad física, mental y emocional. Sufrimos más por nuestros pensamientos y nuestras
interpretaciones y valoraciones de los hechos que por los hechos en sí. La práctica del mindfulness te
puede ayudar a relacionarte mejor con el estrés causado por un mal jefe
. No te lo tomes personalmente
No tomes las críticas o el comportamiento de tu jefe como un ataque contra tu persona. Tómalo en todo
caso como un ataque contra tu trabajo, que es muy distinto. Esto te ayudará a mantener una cierta
distancia emocional y a no llevarte a casa el problema. Sé consciente de que en muchos casos lo que dice
puede no tener
nada que ver contigo. Hay personas que tienen el hábito de descargar su ira sobre las personas que tienen
alrededor, independientemente de lo que éstas hagan o dejen de hacer.
⦁ No rebajes la calidad de tu trabajo
Puede ser tentador el rebajar la calidad de tu trabajo para perjudicar a tu jefe. “¿Para qué esforzarme por
esta persona que me está haciendo la vida imposible?” No lo hagas. El bajar el ritmo o la calidad de tu
trabajo es darles a tu jefe argumentos para justificar su comportamiento o para despedirte. Además, otras
personas dentro de la organización pueden verse afectadas negativamente si dejas de hacer bien tu
trabajo y esto puede debilitar tu posición frente a tu jefe.
⦁ Mantente un paso por delante
Anticiparse a lo que sabes que tu jefe te va a pedir es especialmente útil si tienes un jefe controlador que
necesita dirigir cada paso que das. Si tu jefe oye varias veces “he dejado un borrador de informe en tu
mesa para tu revisión” antes de que él te lo pida le ayudarás a sentir menos necesidad de controlar cada
una de tus acciones.
⦁ Pon todo por escrito
Cuando tu jefe te haga una crítica o te de una orden verbalmente, pon todo por escrito en un email para
confirmarlo con él. De esta manera clarificas lo que realmente quiere de ti y te proteges de futras críticas
(“esto no es lo que te había pedido” “yo creía que lo que querías era…”)
⦁ Identifica lo que le hace saltar
Todos los jefes tienen cosas que les irritan profundamente y les sacan de sus casillas. Si tu jefe es de los
que se enfada y grita con facilidad ten especial cuidado en no provocar las situaciones que desencadenan
su ira. Si sabes que tu jefe no soporta que llegues más tarde de las 9 asegúrate de estar en la oficina a las
8h45 por lo menos.
5. Cambia la situación.
Si a pesar de tus esfuerzos para hablar con tu jefe y protegerte la situación se hace insoportable puedes
intentar cambiar la situación. Esto no es fácil y tiene su riesgo…
⦁ Antes de actuar espera.
Antes de intentar cambiar la situación, espera un tiempo. A veces esperar es la mejor opción antes de ir a
un enfrentamiento en el que no tienes todas las de ganar. En muchas organizaciones las personas cambian
de puesto cada pocos años. Si es el caso de tu organización puede que sea más inteligente esperar a que tu
jefe se vaya antes de enfrentarte con él.
⦁ Ve a ver a su superior o a recursos humanos.
Ve a hablar con su superior o, si no es posible, con recursos humanos. Explícales la situación y pídeles
ayuda. Lo ideal es juntarse con otros compañeros que sean víctimas del jefe y hacer una queja
conjuntamente. Antes de emprender esta acción asegúrate de que has hablado e intentado todo los
posible con tu jefe, ya que puede que no te perdone. Asegúrate también de que tienes un plan B en otro
departamento o en otra empresa.
⦁ Valora la opción de cambia de puesto o de empresa si no hay consecuencias
Puede que no vuelvas a oír de tu conversación con el superior de tu jefe o con recursos humanos. Puede
que decidan tratar el tema confidencialmente. Si al cabo de un mes no ves cambios en tu jefe y la situación
sigue siendo insostenible puedes valorar la opción de cambiar de puesto o de empresa, suponiendo que
sea posible para ti dada tu situación actual.

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