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Giulio Camillo (1480- 1544), fue uno de los hombres más conocidos del Renacimiento
italiano. Literato, filósofo, maestro de retórica y conocedor de la cábala y la
alquimia, concibió un teatro basado en el Arte de la memoria cuya fama se extendió
por toda Europa. En la actualidad, este personaje ha vuelto a ser conocido pues se
compara su Teatro de la Memoria con el Atlas Mnemosine de Aby Warburg, pues en
ambas obras subyace el anhelo de descubrir la fuerza mnemótecnica y, por qué no,
mágica y talismánica que habita en determinadas imágenes.
Una de estas imágenes de la memoria, alude precisamente a Proteo, un personaje
mitológico que podríamos calificar de secundario y que, sin embargo y como veremos,
ostenta un gran protagonismo en la tradición hermética occidental, desde la
Antigüedad griega hasta nuestros días. Proteo, el dios marino hijo de Neptuno y
Tetis, representa el sistema gnoseológico del teatro de Camillo: un conjunto de
imágenes metamórficas en relación cambiante con otras imágenes para provocar un
despertar del recuerdo primordial, el conocimiento de su propio misterio, en quien
las contempla.
Mientras que en otra de sus obras llamada Symbola aurae mensae duodecim nationum
escribe:
“Proteo, este dios cuyo cuerpo adopta formas variadas, a menudo se ve durante el
día, cuando el Sol brilla serenamente, cuando al fin se le captura por medio de
múltiples procedimientos que revelan arte y genio, confiesa que, confeccionado con
igualdad, responde a las preguntas que se le hacen, sin intención de mentir; que
conoce lo que es, será y lo que vendrá, pero que no quiere hablar de ello con los
locos”
También otro alquimista conocido como Saint Baque de Bufor anagrama de Fabre du
Bosquet, autor de la Concordance Mytho-Physico-Cabalo-Hermétique, trató sobre el
simbolismo de Proteo con estas palabras:
“Proteo es el hijo de Neptuno o el Océano que designa el mar de los filósofos,
Neptuno, esposo de la ninfa Fenice, cuyo nombre quiere decir color púrpura, es
decir, cuando el mar de los filósofos se vuelve rojo como el de Moisés… este mar
rojo da a luz a Proteo, es decir, la tierra prometida, como Proteo o materia de los
sabios, que como dicen Virgilio y Filaleteo, se transforma en toda clase de cosas.
De esta transformación es de la que hablan los filósofos cuando llaman a nuestra
materia ya sea dragón, león, serpiente, ya sea águila o cuervo, la alusión a estas
metamorfosis de Proteo se toma tanto de los diferentes colores que toma la materia
como de los cambios que sufre en el curso de las operaciones herméticas.”
Proteo se toma tanto de los diferentes colores que toma la materia como de los
cambios que sufre en el curso de las operaciones herméticas.