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Responsabilida
d Social
PROGRAMA
MÓDULO 1:
Preliminares. La acción humana. El valor en general. 

1- Necesidad actual de la Ética. 2. Ética aplicada a las profesiones. 3. Método y ubicación de la


materia. 4. Hacia una definición de la Ética. 5. Actos “humanos” y actos “del hombre”. 6. Una
libertad “limitada”. 7. La estructura de la acción humana. 8. Lo voluntario y lo involuntario. 9. El
“ser” como fuente del valor y del bien, y la Filosofía de los valores. 10. La aprehensión de los
valores. 11. Caracteres de los valores. 12. La jerarquía de los valores. 

MÓDULO 2:
La norma próxima. La norma suprema. La universalidad de las normas. La ley. El derecho y la
justicia. 

1- La razón como norma próxima. 2. La naturaleza humana como fundamento objetivo. 3. La razón
abierta al Absoluto. 4. La razón abierta al amor. 5. Razones en contra. 6. La universalidad del
primer principio. 7. La cuestión de las “determinaciones” del primer principio. 8. La aparente
variación de la ley moral. 9. El conocimiento de la ley natural. 10. Observaciones finales. 11.
Introducción y nexo. 12. La definición clásica de ley: Santo Tomás y Suárez. 13. La división
tradicional de las leyes. 13. Definición y significaciones del Derecho. 14. La justicia. 15. La
relación jurídica; correlación entre derecho y deber. 16. Propiedades del derecho. 

MÓDULO 3:
El fenómeno de la corrupción en perspectiva ética. 
1.1. ¿Qué es la corrupción para la reflexión ética? 1.2. La distancia entre las leyes y las costumbres.
1.2.1. Dicotomía entre la justicia y el bienestar. 1.2.2. La ley formal carece de contenido concreto.
1.2.3. En la toma de decisiones cotidianas no basta con que uno se pregunte sí está cumpliendo la
ley, o si no la está contradiciendo. 1.3. El orden ético del estado de derecho. 

MÓDULO 4.
Concepto de Responsabilidad Social. La responsabilidad social implica asumir de manera ética
las interacciones de la institución. 
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1.1. Responsabilidad social dentro de un proyecto de no exclusión. 1.2. La gestión ética: unos
medios. 1.3 La autorregulación ética. 1.4. Responsabilidad. 1.5. Evaluación social.  2.1. En cuanto a
instituciones. 2.2. Con el Estado. 2.3. Con otras instituciones. 2.4. Con la comunidad. 2.5. Con los
directivos. 2.6. Con los empleados. 2.7. Con los contratistas. 2.8. Con el medio ambiente. 
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MODULO 1
Preliminares. La acción humana. El valor en general. 

1- Necesidad actual de la Ética.


2. Ética aplicada a las profesiones.
3. Método y ubicación de la materia.
4. Hacia una definición de la Ética.
5. Actos “humanos” y actos “del hombre”.
6. Una libertad “limitada”.
7. La estructura de la acción humana.
8. Lo voluntario y lo involuntario.
9. El “ser” como fuente del valor y del bien, y la Filosofía de los valores.
10. La aprehensión de los valores.
11. Caracteres de los valores.
12. La jerarquía de los valores. 

1- Necesidad actual de la ética


Hace poco tiempo, veíamos a la ética como una fuerza que prohibía la realización de ciertas cosas,
como que coartaba nuestra libertad. Pero hoy en día, el mundo de la tecnociencia, al invadir la
vida humana en todas sus dimensiones, se ha entregado, desnudamente, a la voluntad de dominio
y de poder, pretendiendo desligarse de toda valoración moral o religiosa. Enormes peligros, en las
bio-tecnologías aplicadas a la reproducción humana (clonación y otras), que cuestionan nuestra
concepción de la persona humana; en la amenaza de la destrucción ecológica que daña gravemente
a las generaciones presentes y futuras. En todos estos casos, y muchos más, la tecnociencia se ha
mostrado muy incapaz de un auto-control responsable. Y entonces, queramos o no, se llega a una
pregunta esencialmente ética: ¿"Debe" hacerse todo lo que técnicamente "puede" hacerse? Por lo
cual, se está produciendo un fenómeno: saltan a la vista enormes peligros que se muestran
incontrolables a la sola tecnociencia, impulsando a volver con fuerza urgente a alguna Ética
posible.

A alguna Ética porque ésta es, por definición, una instancia normativa de la razón que se propone
rectificar los actos humanos orientándolos hacia el bien. No se atreve a volver a la Religión- la
verdadera normativa fundamental-, dado el hecho del pluralismo de creencias, lo que impediría una
base común, aunque fuera mínima.
La cuestión se agudiza si consideramos las repercusiones del fenómeno en el orden social. La
tecnociencia pura se manifiesta como un poder no equitativo. Por ejemplo, "las tecnologías
aplicadas a la alimentación han aumentado grandemente la producción, pero no han garantizado el
reparto a todos: vivimos tranquilamente el escándalo de que, sobrando alimentos, miles y miles de
personas mueran de hambre. No hay que pedir a la tecnociencia lo que depende de la organización
de las sociedades humanas. Y es cierto, no puede separarse a la primera de su gestión por los
poderes políticos y económicos. Por eso los problemas se trasladan ahora a estos poderes, pidiendo
de nuevo ayuda a la ética para que los controle y oriente."
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2- Ética aplicada a las profesiones ¿Qué es la ética general?


Debemos comprender que, en cuanto a una visión personal de la ética,  la ética La Ética General, en su tarea
nos remite a la conciencia moral, a la adecuada intención, a las actitudes y
de orientación de las
virtudes. Siendo esto un carácter personal de la ETICA, la cual es irrenunciable y
acciones personales y de la
debe estar presente  en toda proyección social de la misma.
convivencia de las
Siendo el hombre un ser social por naturaleza, es la sociedad entera –
específicamente en sus estructuras- la que debe ser moral, o sea "justa''. Así la libertades, avanza más en su
ética, en su dimensión social, nos remite a la reflexión crítica sobre las estructuras propósito cuando pasa a la
o instituciones sociales existentes y su adecuación o no a la justicia. aplicación en campos
Se trata de articular correctamente estas dimensiones (personal y social). concretos de la actividad
Entonces, aquí ingresa el título. Para cumplir este objetivo (el de articular), a la humana.
ética aplicada le incumbe diseñar el marco reflexivo adecuado para la toma
concreta de las decisiones. Entonces es necesaria la colaboración interdisciplinaria de expertos en
ambas disciplinas en los que se está trabajando: en ética y en la profesión de que se trate. Y aquí
debemos evitar dos errores extremos: el "moralismo", que tuviera sólo en cuenta la reflexión ética
ignorando las condiciones propias de cada profesión y su racionalidad específica, lo cual, con razón,
provocaría el rechazo de los profesionales afectados; y, por otro lado, el "separatismo", que aduce la
autonomía de cada actividad profesional con su funcionamiento propio, que no admitiría injerencias
externas (como éstas de la ética). “Porque los negocios son los negocios".
Además, conviene advertir que las profesiones constituyen una referencia decisiva para la justicia
social, pues, más allá de la iniciativa directa de los profesionales, es grande la influencia de las
diversas instituciones que se sostienen básicamente por actividades profesionales interrelacionadas
Otra tarea que debe afrontar la ética profesional es la de establecer los principios y normas por las
cuales ha de regirse la correspondiente profesión. Aquí conviene insistir en lo dicho anteriormente,
la ética ha de tomarse en el sentido pleno de la palabra, sin esquivar las reflexiones fundamentales;
pero sin "moralismos" y sin "separatismos" 

3- Método y ubicación del curso


A la Ética le resulta imprescindible, en primer lugar, el "análisis semántico" para saber de qué se
está hablando. Se trata de aclarar el significado de los términos o conceptos específicamente
morales pues, por ejemplo, antes de discutir si está bien mentir para salir de apuros, hay que
precisar antes qué se entiende por "estar bien" y por "mentira".  (este es un método, el “análisis
semántico”)

Un segundo método, es el “fenomenológico”. La fenomenología decide empezar por el análisis


descriptivo de la conciencia, porque sólo los objetos de ésta son susceptibles de percepción
adecuada. Es decir, quiere asumir un punto de partida sin supuestos, quiere partir de algo
garantizado por la evidencia. Ahora bien, si se tiene presente que, a la Ética, le competen también
tareas descriptivas, señaladamente la descripción de las vivencias que conforman la dimensión
moral de la existencia individual, se comprenderá sin dificultad que este saber haya de valerse del
método fenomenológico".
Estos actos están siempre referidos a los objetos que ellos apuntan: son siempre "intencionales". Es
decir, están dados un polo subjetivo y otro objetivo interrelacionados. La vivencia "intencional"
nunca se presenta como un puro “yo pienso", sino como un "yo pienso lo pensado" (algo a alguien).
Y en Ética este descubrimiento es relevante para el estudio de la imputabilidad o de la
responsabilidad moral, por ejemplo.
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Advirtamos que cuando aquí se habla de "experiencia" (fenomenológica), no se trata de la


experiencia sensible del "empirismo", sino de una intuición intelectual que capta la esencia de cada
fenómeno y que, apoyándose en este tipo de experiencia, puede identificar relaciones esenciales de
estricta universalidad.
Los dos (o tres) métodos mencionados, semántico, fenómeno lógico (y hermenéutico), son
adecuados para elaborar cuestiones descriptivas (lo que "es”), lo que se manifiesta de hecho, pero
no parecen aptos para llegar a establecer lo "normativo", el deber ser que es esencial a la Ética. En
efecto, puedo describir la experiencia que tengo
Podemos saber qué significa "bueno" (por el método semántico), pero todavía no llegamos a saber
qué cosas son buenas, o cuáles son en concreto nuestras obligaciones. Por lo tanto, aplicaremos otro
método para ello, que son las verdades éticas por antonomasia. Tal será el método "intuicionista".
Por "intuición" entendemos aquí una "captación inmediata". Tengo una "intuición '', toda vez que,
sin necesidad de argumentos, soy consciente de algo de manera directa. Por ejemplo, de una
mancha de color que se presenta a mi vista, o de un axioma matemático que comprendo, o de la
belleza de una música que aprecio.
"Pues bien, la tesis constitutiva del intuicionismo ético dice que nuestro acceso a los datos morales
dotados de fuerza normativa (pensemos en la bondad de un fin, o en la humanidad de un
sentimiento) es de naturaleza intuitiva. Sé que es mi obligación ayudar al débil, devolver lo que se
me ha prestado, o combatir la envidia que veo nacer en mí, pero todo eso lo sé de manera inmediata,
con sólo reparar en la naturaleza del desamparo, de la envidia o del compromiso que contraje al
recibir el préstamo, pues cada uno de estos datos posee una fuerza vinculante que convierte en
moralmente obligatorias las acciones mencionadas"
Contra el método intuicionista se puede objetar que proporciona solamente una certeza
"subjetiva", y que no parece poder probar la objetividad de los principios morales así percibidos.
 El sujeto ha de 'intuir ' la verdad .de las premisas y la validez del argumento que las liga; de lo
contrario, no quedará convencido." Por algo la filosofía tradicional sostenía y sostiene que el
criterio último y universal de la verdad es la "evidencia". No una mera evidencia subjetiva, sino una
evidencia que se fundamenta en la conformidad de la inteligencia con el objeto real. Y es que, a
última hora, hasta el argumento más evidente ha de ser reconocido como tal en un acto subjetivo
mediante el cual el sujeto se cerciore de la verdad que tiene ante los ojos.  
Lo que puede variar es la "capacidad" de cada sujeto para ir captando la realidad. Los ejemplos del
"criterio de arte" son ilustrativos. Requiere muchas condiciones previas hasta alcanzar cierta pericia,
pero la discrepancia que puede haber en los juicios de uno u otro no les quita objetividad a las
apreciaciones que hacen. Sus "intuiciones" como expertos se acercan a la realidad mejor y más
objetivamente que las del inexperto. "Lo que aquí interesa es sobre todo subrayar que la objetividad
de las intuiciones morales no depende exclusivamente de la patencia de los datos sobre los que se
juzga, sino también de factores subjetivos tales como la educación adecuada, la capacidad de resistir
al ofuscamiento del placer o la ausencia de resentimiento; y que la carencia o desigual posesión de
estos factores explica el que las intuiciones no sean siempre concordantes."
4- Definición real de ética
La ética, como tradicionalmente es entendida, implica mucho más que una descripción de
"hechos" sociales y mucho más que una ordenación lógico-positivista de los lenguajes morales: 
incluye una "normatividad" que se refiere no sólo al lenguaje, sino a la vida humana. O sea, es una
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ciencia práctica, no solamente porque trata de la "praxis" humana, sino porque se propone
ordenarla rectamente.

Así, no es suficiente para el moralista describir las costumbres, sino que las ha de juzgar y dirigir,
por eso propone reglas de conducta, advertencias, consejos, preceptos para "bien vivir".
Notemos: no se trata de poder indicar qué y cómo hay que obrar en cada caso particular, pues esto
pertenece más a la prudencia; se trata de rectificar el juicio del intelecto (y por esto es propiamente
"ciencia"), proponiéndose siempre rectificar la acción por la inteligencia previamente rectificada,
porque la acción no puede juzgarse recta o no recta, a no ser que se ponga la pre-inteligencia de
alguna orientación o dirección como exigencia práctica.
----- La ética es la ciencia categóricamente normativa de los actos humanos, según la luz natural de
la razón. Utilizando la distinción clásica podemos también decir que su objeto material son los actos
humanos (las acciones libremente realizadas por el hombre); su objeto formal son esos actos en
cuanto honestos, o sea, en cuanto poseedores de valor moral y sometidos a una norma imperativa
----- La ética es la ciencia normativa de los actos humano que no consiste solamente en el arte del
buen vivir feliz, sino que implica la obligación absoluta o categórica: es ciencia categóricamente
normativa.
LA ACCION HUMANA
1- Actos humanos y actos del hombre Juan Pablo II, Sobre el valor personal del acto
Hay que tener por claro, que el único capaz de conferir un valor humano como premisa para la comprensión
moral pleno a un accionar, es la persona misma. También de su valor ético: "El planteamiento
debemos tener claro, que la ética tiene como uno de sus objetos tradicional distinguía el voluntario perfecto del
prioritarios el estudio de la relación entre persona y acto humano. voluntario imperfecto. El término “voluntario”
indicaba la voluntad como facultad de la cual
--En efecto, siendo el humano "espiritual" está abierto a lo dependen los actos". Nosotros más bien
absoluto del ser y del bien, por su capacidad de conocer y de "vinculamos el acto y su cumplimiento a la
amar todo lo que existe, trascendiendo cualquier limitación persona, y no rechazamos aquel
parcial. Al no poder ser determinado por ningún bien finito, goza planteamiento que realiza la persona, sino
del dominio de su acto, pudiendo decidir por sí mismo desde el que sólo intentamos completarlo, es decir,
centro de su persona. --Por consiguiente, serán actos cómo meditar sobre él hasta el fondo. Pues la
voluntad, en cuanto facultad, está inserta en
verdaderamente "humanos" aquellos de los cuales el hombre
la persona, en su autodeterminación, a través
es dueño, ejercidos por el hombre en cuanto dotado de razón y de de la cual la persona revela su propia
libre albedrío este, ósea, acto humano será aquel que ejerza a estructura." Así podemos "comprender mejor
través de la razón gozando del libre albedrio. En cambio, serán los valores éticos en su estrecha
actos "del hombre" aquellos puestos sin dominio específico correspondencia con la persona y con todo
humano, bajo el impulso de alguna necesidad natural. En “el mundo de la persona”
efecto, el hombre no siempre actúa de manera específicamente
humana, pues a veces emanan de nosotros ciertos actos que nos son comunes con los animales y los
vegetales.
--Ahora bien, conviene advertir que, en la vida concreta de cada uno, las cosas no se dan
"separadas" de un modo netamente definible. "No hay nunca acto humano concreto que sea pura y
simplemente libre. Y a la inversa, muy pocos actos del hombre son de hecho sólo actos del hombre,
porque la libertad penetra y colorea la mayor parte de nuestros comportamientos, incluso
involuntarios. En suma, la libertad es demasiado compleja para entrar en el marco de una distinción
tan elemental. 
-- el hombre está vinculado incondicionalmente al deber de practicar el bien y evitar el mal. La
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Ética que nos dice: "porque eres un hombre debes obrar como corresponde a un ser humano", se
está refiriendo a las acciones libremente realizadas por el hombre, en cuanto esos actos son
"honestos ", es decir, en cuanto son "buenos" o poseedores de "valor moral ", y en cuanto están
sometidos a una norma imperativa: tú "debes".
Analicemos una actividad cotidiana
El hombre antes de obrar (por ejemplo, antes de salir a dar un paseo) se "representa" su acción o su
obra. Tambien se la "propone intencionalmente" con su voluntad. Así, cuando quiero salir a pasear,
de tal manera me propongo la acción, que efectivamente se produzca a partir de mi voluntad,
mediante los órganos ejecutivos de mi cuerpo, o ayudado por instrumentos, si el paseo se hace en
auto, en bicicleta, etc.
Tal intención se da por causa de algo, o sea, el acto humano está "motivado'', "finalizado''. Quiero
salir a pasear, pero ¿por qué? Simplemente porque me agrada y tengo ganas; o porque me ayuda a
la salud; o porque necesito interrumpir mi trabajo agobiante. La razón está en que la voluntad se
mueve por el bien (o valor), exhibido en su objeto (osea, el bien para mi), porque el bien tiene razón
de fin. El bien es el fin que todas las cosas buscan.
El hombre, por el dinamismo de su voluntad natural, busca siempre en todas las cosas (aunque
muchas veces no "temáticamente"), como fin último su perfecta actuación, la cual suele llamarse la
felicidad. Dado que los objetos que se presentan en esta vida no pueden cumplir esa actuación
perfecta a la que se aspira, el hombre puede elegir fines para sí optando ser movido por tal o cual
valor, determinando el mismo juicio por el cual juzga acerca del valor. Por esto, el hombre tiene
libre albedrío, o sea, es dueño de su acto. (ejemplo, yo se que si juego un partido perfecto voy a ser
feliz, pero también se que no voy a jugar un partido perfecto, asi que el motivo para jugar dicho
partido, no va ser porque soy feliz, va a ser porque voy a divertirme u otro)
Notemos que la libertad no se agota en la elección de los medios para un fin necesario, pues el
hombre es capaz de elegir el fin mismo, en cuanto pone su felicitad en esto o en aquello. Ni
tampoco toda la voluntad se define por el apetito de la felicidad.

2-Una libertad limitada


En otras palabras, digamos que mi libertad es ante todo "limitada" porque está motiva, a raíz que la
legitiman razones para actuar. En efecto, la voluntad humana no es nunca enteramente gratuita,
arbitraria, espontánea, como un puro "estallido". Es siempre una iniciativa legitimada por un
motivo, es una opción que puede invocar sus razones. 
En todos estos niveles, la libertad no elige y decide en virtud de una iniciativa absoluta, sino sobre
el fondo de una receptividad fundamental. "Somos libres, sí, pero para ciertos fines, a la vista de
ciertos móviles, al servicio de ciertos valores, expresiones todas ellas en que se traduce la
relatividad, y por lo mismo la finitud (l imitación) de nuestras decisiones.

3- Lo voluntario y lo Involuntario
Antes de abordar el tema, debemos tener en cuanto cuando un acto es libre. Sabemos que un acto
humano en cuanto dotado de razón y de libre albedrío este, bien, un acto libre será aquel mas
humano, es decir, aquel que no se ejerce por un impulso, como lo son las pasiones, intuiciones, etc.
Si no que aquellos, donde el sujeto se encuentre más lúcido, donde se ilumina y conoce al objeto,
aquel acto donde interviene el juicio.
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Existen dos tipos de voluntarios, el voluntario directo (también llamado “en si”) y el voluntario
indirecto (también llamado “en la causa”), esto lo lograremos distinguir mediante un ejemplo,
“juan quiere beber 3 vasos de vino” el voluntario directo será aquello que se intenta, en este
caso, beber tres vasos de vino, mientras que el voluntario indirecto será la causa de aquello que
se intenta, será el resultado de aquello que se intenta, en este caso, juan quería beber 3 vasos
porque quería estar ebrio, por ello será la causa y a la vez el resultado, pues los bebió y se puso
hasta el pupo.

Todo aquello que hagamos por ignorancia es un acto involuntario, por ejemplo, si estamos
jugando con una pistola que creemos que es de juguete y con el fin de jugar pero no hacer daño,
disparamos a alguien pero resulta que al final dicha pistola era de verdad, y cuando disparamos
terminamos matando a aquella persona que apuntamos, será un acto involuntario, no sabíamos
que eso mataríamos, solo queríamos jugar.

Todo lo que hagamos por miedo es una mezcla de acto voluntario e involuntario. Si bien,
tenemos claro que el miedo disminuye la libertad y voluntariedad del acto.  Ejemplo: "Un barco
lleva una importante carga de un puerto a otro. A medio trayecto le sorprende una tremenda
tempestad. Parece que la única forma de salvar el barco y la tripulación es arrojar por la borda el
cargamento, que además de importante es pesado. El capitán del navío se plantea el problema
siguiente: ¿Debo tirar la mercancía o arriesgarme a capear el temporal con ella en la bodega,
esperando que el tiempo mejore o que la nave resista? Desde luego, si arroja el cargamento lo
hará porque prefiere hacer eso a afrontar el riesgo, pero sería injusto decir que “quiere tirarlo”. Lo
que de veras “quiere” es llegar a puerto con su barco, su tripulación y su mercancía: eso es lo que
más le conviene. Sin embargo, dadas las borrascosas circunstancias, prefiere salvar su v ida y la de
su tripulación a salvar la carga, por preciosa que sea."

"Si tira el cargamento por la borda, lo hace porque quiere... y a la vez sin querer." 

Todo lo que hagamos por la pasión (o concupiscencia aumenta la voluntad, pero disminuye la
libertad. Por ejemplo, el hombre que arrebatado por un amor sufre adversidades para conseguir el
objeto o persona amada, hace esto con plena espontaneidad, obteniendo cierta integración de su
psiquismo (aunque sea ilusoria, si obra contra la razón). Aquí la pasión ha acrecentado la
voluntariedad, se ha obrado con más "ganas". Por la concupiscencia, la voluntad se inclina para
querer lo que desea. Por esto, la concupiscencia contribuye más a que el acto sea voluntario, que
involuntario." Habría casos en los que la concupiscencia quitara totalmente el conocimiento" como
ocurre en los que se vuelven dementes por causa de la concupiscencia; pero tampoco en estos casos
se daría lo involuntario porque en los que no tienen uso de razón no se da propiamente ni lo
voluntario, ni lo involuntario."
4- Valor general
a) El ser como fuente de valor y del bien
La inserción del hombre al mundo real, consiste en la interacción vital que tiende a
configurar el medio circundante. El hombre llega a concebir dos distintos juicios sobre
la realidad,
 juicios de "ser", por los cuales se refiere objetivamente a lo que las cosas son
en sí mismas.
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 juicios de "valor", por intermedio de los cuales afirma lo que las cosas son
para él, apreciando y estimando lo que "valen " para él.
Las cosas “son" y "valen", pero el valor, no se yuxtapone simplemente al ser de las
cosas, no se cierne separado y autónomo por encima de él, El valor brota del ser
mismo. Las cosas poseen una carga o densidad ontológica debido a la cual se
vuelven estimables u odiables, dignas de ser deseadas o rechazadas.
Todo ser es metafísicamente bueno, es decir, apto para ser querido, para ser amado.
Bien y amor son correlativos, una inteligencia que, por imposible, no tuviera la
noción del amor, tampoco tendría la noción del bien. Por eso se describe el bien
como "aquello que todas las cosas buscan" (o aman, o desean, o quieren).

MÓDULO 2:
La norma próxima. La norma suprema. La universalidad de las normas. La ley. El derecho y la
justicia. 

1- La razón como norma próxima. 2. La naturaleza humana como fundamento objetivo. 3. La razón
abierta al Absoluto. 4. La razón abierta al amor. 5. Razones en contra. 6. La universalidad del
primer principio. 7. La cuestión de las “determinaciones” del primer principio. 8. La aparente
variación de la ley moral. 9. El conocimiento de la ley natural. 10. Observaciones finales. 11.
Introducción y nexo. 12. La definición clásica de ley: Santo Tomás y Suárez. 13. La división
tradicional de las leyes. 13. Definición y significaciones del Derecho. 14. La justicia. 15. La
relación jurídica; correlación entre derecho y deber. 16. Propiedades del derecho. 

NORMA PROXIMA
La razón como norma próxima:
Somos inducidos a definir la norma a partir de la razón. Esto incluye la noción de norma entendida
como "regla", elemento que da su forma al acto libre. La norma se presenta como aquello a lo cual
el acto debe conformarse para ser moralmente bueno, como el valor objetivo que se impone a la
actividad humana.
Se pueden dar dos maneras de concebir esta función normativa objetiva de la razón respecto al valor
moral: o bien la razón es pensada como "constitutiva" formalmente del orden moral por su dictamen
o juicio; o bien la razón es concebida como meramente "manifestativa" o declarativa de los
requisitos objetivos.
Los tomistas, en general, siguiendo la primera manera, afirman que la regla de moralidad es la
"razón práctica recta", o sea la razón que está informada por la ley divina y por los principios de la
ley natural conocidos por la "sindéresis''. La razón, mientras juzga, expresa una realidad objetiva: la
ordenación al fin último, el orden esencial de las cosas, o la naturaleza humana.
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Mientras que por otro lado, dice que la razón no juzga arbitrariamente, sino dependiendo del objeto
por el cual es regulada; y entonces la razón lo que hace es "manifestar" o "declarar", promulgando
los requisitos objetivos, que en definitiva constituyen la verdadera norma.
Las dos sentencias están de acuerdo en que el dictamen de la razón es la regla próxima del
valor moral del acto, y que la naturaleza humana es el fundamento de esta regla; pero hay
una diferencia de acentuación: para la primera sentencia, el juicio de la razón es
"constitutivo" del orden moral, en cambio, para la segunda, es sólo "manifestativo".
Pequeña aclaración:
La recta razón es una regla próxima y homogénea que permite a la persona obrar moralmente. Se dice que es próxima
porque le pertenece al sujeto. No es una regla externa, aunque la educación recibida juega un papel fundamental en la
adquisición de la recta razón. La pertenencia de la recta razón a la propia persona se fundamenta en la idea de que la recta
razón es el modo como llamamos a la guía que la racionalidad presta a la voluntad en la realización de acciones
moralmente buenas.
La recta razón es el dictamen obtenido cuando la razón procede correctamente (sin error de razonamiento) según las leyes,
los principios y los fines que son propios de la razón moral en cuanto tal, sin interferencias ni presiones de ningún tipo”

Unión de ambas posturas:


La  razón  "recta" es regla objetiva, es decir, determina lo que es bueno o malo en sí, consideradas
también las circunstancias. Por lo tanto, no debe confundirse con la conciencia moral "subjetivista"
de cada uno, la cual puede errar objetivamente.
El acto humano se hace simplemente bueno (o malo), según su congruencia (o no congruencia,
respectivamente), con el principio por el cual es humano,  pero el principio por el cual el acto es
humano es la razón (porque precede a la voluntad que es apetito "racional")
Por lo tanto, el acto humano se hace bueno (o malo) por su congruencia (o no congruencia)
con la razón; o sea que la razón es la regla próxima del valor moral del acto.
Podemos decir que la razón recta es la razón que se ejerce en fidelidad a sí misma, o sea, en
conformidad con su propia ley. La razón no recta o corrupta, es la razón que se ejerce
irracionalmente, siguiendo una ley, no propia, sino ajena, por ejemplo, la ley del apetito sensible. 

La naturaleza humana como objetivos


Para ello, partiremos de la definición de naturaleza como el modo de ser de cada ente, tal como  le
corresponde por su origen. Entonces, naturaleza  es la esencia del ente, en cuanto fundamento
interno de sus dimensiones activas. En el caso del hombre, esta ley natural, al incluir a su vida
espiritual  (de razón y libertad), adquiere un carácter ético, porque la conoce como un "deber-ser"
que invita a su libertad.
Según Massini dicha naturaleza establece la pauta de características que debe tener todo humano
necesariamente para ser humano, entre esos rasgos podemos enumerar a la corporeidad física, a los
procesos vitales, a la autoconciencia, a los sentimientos y las emociones, a la capacidad de
abstracción y razonamiento, a la aptitud para elegir libremente, a la capacidad moral, a la
sensibilidad estética, a la cultura, a la aptitud para el lenguaje, etc.
En efecto, la razón forma parte de la naturaleza del Hombre (es "natural" al hombre ser "racional"),
y entonces, considerando el acto humano, no tanto en su estructura interna, sino más
ontológicamente (en cuanto es la operación de una naturaleza), no se puede negar que la naturaleza
racional en cuanto tal pertenece a la regla del valor moral. Y así, lo que conviene (o no conviene) a
la razón, necesariamente conviene (o no conviene) a la naturaleza humana, lo cual equivale a
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discernir sobre el valor moral, del acto, que resultará bueno o malo.
La razón no dictamina arbitrariamente, sino que, juzgando, depende próximamente del mismo
orden del ser, y remotamente, de la razón divina. Porque antes de su dictamen, se dan grados en los
seres y relaciones esenciales que conllevan vestigios de la razón divina. Es decir que el orden del
ser así considerado, es lo mismo que la naturaleza considerada adecuadamente, o sea, con todas sus
relaciones, la cual puede llamarse, en consecuencia; "fundamento de la regla de la razón"
En conclusión, el valor moral del acto humano se dice según su congruencia o conveniencia
con la razón recta, la cual juzga fundándose en la naturaleza racional en cuanto tal, a la luz de
la dignidad de la persona humana.

LA NORMA SUPREMA

La razón, abierta al absoluto


La razón se nos muestra esencialmente como una "facultad de relación". En efecto, es susceptible
de multiplicar hasta el infinito sus referencias y vinculaciones, pues siempre se puede relacionar
un aspecto de la realidad con la totalidad del universo, concibiendo así otra totalidad que incluya
esta relación y permita otra nueva, sin nunca acabar. Podemos decir, entonces, que la razón es
"apertura " a lo universal del ser, que su ley es una ley de apertura.
La razón "recta" era, según vimos, la razón fiel a sí misma, fiel a su propia ley, la razón recta será
también "abierta", o sea, la razón funcionando en la apertura y expresando a través de sus propias
exigencias, las exigencias del ser.
Por otra parte, cuando describíamos la "obligación de conciencia" habíamos establecido que el valor
moral se manifiesta con una exigencia "absoluta". Ahora corresponde preguntarse otra vez sobre la
razón "recta", para comprender más a fondo su función como norma de moralidad.
En efecto, la congruencia con la mera naturaleza no puede fundar por sí sola esta nota de
"absolutez" propia del valor moral. O sea, el hecho de que un acto convenga a la naturaleza
humana, sólo puede significar una conveniencia de respuesta a las inclinaciones o apetitos
naturales, con lo cual quedaría fundado el bien "natural'' pero no todavía el bien "moral", porque
para que se llegue al valor moral ha de aparecer que es "absolutamente" conveniente obrar según
esa congruencia natural.
"Así, la razón humana será recta, fiel a sí misma, cada vez que se comporte, al juzgar, como
facultad del absoluto, es decir, cada vez que juzgue 'fijada' en él, 'abierta' a él, en lugar de cerrarse
en el particularismo de la sensualidad o del amor propio. Y el absoluto de que aquí se trata, no dice
una pura universalidad formal: es plenitud del ser y de valor, como término, como 'horizonte' de la
apertura espiritual".
"La sede absolutamente propia del valor moral es la voluntad en el sentido más amplio del término.
La voluntad es 'recta' y, por lo tanto, está afectada por un valor positivo, cuando tiene por forma
específicamente, el juicio de la razón 'recta ', de la razón 'abierta'. Razón y voluntad forman, en el
acto libre, y sobre todo, en el acto moral (el único donde la libertad se ejerce plenamente), un
solo principio operativo. 
En otras palabras, "la incondicionalidad de la exigencia ética, la incondicionalidad del deber,
tiene su fundamento únicamente en algo incondicionado, en algo Absoluto, que es capaz de
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producir un sentido trascendente, y que no puede ser el hombre, como algo particular, como
naturaleza humana o como comunidad humana, sino únicamente Dios mismo".
La razón abierta al amor
En la Ética General, elaborando el centro del valor moral, se llega a establecer que está constituido
por el dictamen de la razón práctica, pero no de la manera formalista kantiana "En la razón, trascendente e
(el deber por el deber mismo), sino por una razón abierta a las estructuras reales inmanente a la vez, a saber, que el
del hombre y del mundo. Abriéndose así a contenidos la razón deja de ser hombre supera infinitamente al
"pura" y se orienta hacia finalidades concretas, pudiendo ser llamada razón hombre. Ella nos abre efectivamente
a lo universal, y, siendo interior a
práctica de una moral "teleológica" (de "télos"= finalidad). nosotros mismos, nos trasciende, de
En otras palabras, la razón "pura" se convierte en razón "recta'', o sea, una razón tal modo que puede hablarnos en
que se ajusta a las exigencias objetivas del ser, cuyo alcance moral promulga a imperativo desde el fondo mismo de
través de su juicio. nuestra conciencia. Y como nunca
podremos dar por terminada la
En una Ética de perspectiva teleológica, como la que estamos proponiendo, la exploración del universo de la razón
libertad se comprende esencialmente como engendrada por el "otro"; y humana, ésta es en nosotros el
principio de una exigencia inagotable,
entonces, el ideal moral correspondiente se presenta penetrado por la promoción la de vivir de una manera razonable".
del otro, es decir, el ideal de la amistad universal. La amistad (o el amor) que (A Léonard)
busca el bien del otro, sería el valor fundamental que se desprende de la
apertura de la razón humana al dinamismo de la libertad y al misterio del ser. Tratemos de explicar
algo esta tesis.
¿Qué significa "comprender la libertad como engendrada por el otro"? ¿Quién o qué es este "otro"?
La experiencia metafísica primera de todo ser humano es una experiencia de "engendramiento". El
verdadero origen de la experiencia moral humana, en consecuencia, radica, no en una serie de
principios abstractos, sino en una íntima y profunda vivencia primaria del amor.
Abriendo así la dimensión metafísica del hombre al misterio ontológico, a la generosidad del ser en
que nos bañamos, se nos da la oportunidad irrenunciable de hacer ganar en contenido vivido y
existencial a la vacía razón práctica. Y entonces, con el deber moral pasaría algo asombroso: se
convertiría en una profunda "deuda ontológica" respecto a eso "otro que ha contribuido a "donarme"
la razón y la libertad; y el deber moral estaría fundamentado en el agradecimiento a los
"donadores": mis padres, el "tú" humano en general, el misterio del ser, Dios creador. El deber
moral fundado en una real deuda ontológica
NO ENTIENDO
LA UNIVERSALIDAD DE LAS NORMAR
Razones en contra
Lo que se busca propiamente en este tema es ver si todas las reglas morales son de esa condición, o
si bajo esta aparente variedad se da una estructura ética universal que pueda ser reconocida en esta
misma variedad empírica, sin descuidar la diversidad de las circunstancias. Otra cuestión es si esas
leyes universales son realmente conocidas por todos, y en qué medida.
Santo Tomás distingue claramente estos dos aspectos cuando busca si la ley natural es la misma
para todos, ya según la "rectitud", ya según la "noticia". Que la ley es la misma según la "rectitud"
significa que ella vale "en sí" para todos, en cuanto expresa para todos el dictamen de la razón recta.
Que la ley es la misma según la "noticia'', significa que es conocida por todos.
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Debemos considerar el hecho que, las "situaciones" de los hombres son muy diferentes, en especial
si se tiene en cuenta sus disposiciones subjetivas: parece que lo que es "bueno" para uno, no lo es
para otro. Además, encontramos que las reglas éticas no son reconocidas del mismo modo por
todos. Los positivistas insisten mucho en esta diversidad y mutabilidad de los juicios éticos, según
los pueblos y los tiempos. Y muchos actos que ahora nos horrorizan, son tenidos por lícitos en
algunas culturas, más aún, son considerados como dignos de alabanza.
Por ello, los sociologistas afirman que la determinación de las reglas éticas depende de la opinión y
de la índole propia de cada sociedad; y que, por consiguiente, no se da ninguna estabilidad, ninguna
universalidad de la ética.
Desde otra perspectiva, los "existencialistas" no pueden, reconocer normas universales, ya que
tampoco reconocen la "naturaleza humana". En efecto, para ellos, la "existencia precede a la
esencia"; y el hombre se da el ser tal o cual mediante su libertad. En definitiva, para el
existencialismo, no puede determinarse universalmente cuáles son los caminos de la libertad.
La teología luterana en general, en cuanto considera a la naturaleza humana corrompida y a la razón
humana enteramente incapaz de percibir por sí misma las verdades morales y religiosas,
necesariamente rechaza también la noción de ley natural. 
La universalidad como primer principio
"Hay que hacer el bien y evitar el mal".
El hombre, siempre y radicalmente, está dotado moralmente, distinguiendo las nociones del bien y
del mal.
Ya por el hecho de que el hombre está siempre dotado de razón, aunque accidentalmente no pueda
ejercerla (como los niños, los dementes, etc.): la moralidad se da, por sí, con la razón.
El primer principio ético es universal e inmutable. Toda excepción, cualquier mutación, significaría 
que el hombre puede carecer de la noción de bien y de mal, o que el bien no ha de hacerse, lo que
indicaría que carece de razón y que es contradictorio.
La cuestión de las “determinaciones” del primer principio
¿Es lícito decir: tal modo de obrar siempre está prohibido; tal otro modo, en tales circunstancias
siempre  ha de hacerse?
Recordemos que en el valor moral se encuentran dos aspectos: uno “formal”, a saber, la
conveniencia con la razón recta; y el otro “material”, a saber, la conveniencia con la naturaleza
humana y con el orden de las cosas: Ahora bien, la estructura del mundo ético se toma de este
segundo aspecto, cuya diversidad funda las diversas referencias a la razón. Entonces, si se da la
naturaleza humana (o racional) siempre siendo en todos la misma, presentando en todos los mismos
requisitos y con las mismas relaciones fundamentales internas y externas, esta naturaleza fundará en
todos el mismo orden de conveniencia con la razón (y por lo tanto, también de discrepancia).
Porque lo que es congruente con tales requisitos y relaciones, también será congruente con la razón
recta, y será, en sí, “bueno” (lícito o a su vez, obligatorio); y lo que discrepe, será siempre “malo”.
Y así, las mismas normas universales valdrán para todos.
Es verdad que la naturaleza humana no es como la naturaleza de la piedra o del animal, que está
postrada sólo en lo que es, y que determina enteramente la actividad del sujeto, sin que éste la pueda
trascender. Si la naturaleza" se entiende así, hay que decir que el hombre no tiene esta naturaleza
(corno Aristóteles dice del intelecto). Pero el hombre, considerado integralmente, y en cuanto tal,
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es, "en cierto modo todas las cosas" ("quodammodo omnia"), al modo humano. Es un ser finito, y
tiene cuerpo. No es ángel, ni es bestia: es espíritu, pero encarnado; es animal, pero racional. Su
libertad no es pura, sino siempre "en situación": está condicionada, y no puede ejercerse sin estos
condicionamientos. El hombre no puede querer ser intelecto sin organismo, ni ser organismo sin
intelecto.
En consecuencia, el sujeto moral "no es libre moralmente respecto a su naturaleza"; la razón recta
exige de él que satisfaga sus requisitos esenciales. Así, no es lícito, por ejemplo, suicidarse, o
mutilar sin causa proporcionada.
La aparente variación de la ley moral
Además, la naturaleza espiritual o racional no se agota en el sujeto individual: con la misma
dignidad, se encuentra en los "otros". Los otros, en una palabra, son "personas"; dignos, por lo
tanto, de respeto y  de amor. Así, el odio será siempre y en todas partes malo, porque repugna a la
razón el que simplemente queramos que el otro no exista o que sea infeliz sin esperanza alguna.
¿De dónde proviene, entonces, la manifiesta variedad de los juicios y preceptos morales, según las
épocas y los pueblos? Proviene de dos tipos de causas: unas, "objetivas" y otras, "subjetivas", que
obran separadas o juntas
La causa objetiva se da en la diversidad de circunstancias, que no cambian propiamente la ley sino
su "materia". Esto es evidente en las cuestiones de derecho. Entre estas circunstancias interviene
también el modo de sentir y de valorar de la sociedad, aún más allá de la ley positiva. Así, por
ejemplo, poseemos hoy la noción de propiedad literaria o intelectual, que no había sido descubierta
antes, debido a que era otra circunstancia.
Pensemos ahora en la esclavitud: es un sistema incompatible con una naturaleza humana
plenamente evolucionada; pero en pueblos primitivos o rudos, puede ser adoptada como la solución
"menos mala" entre las entonces posibles.
Así, por ejemplo, en algunos pueblos se tiene por lícito dar muerte a los extranjeros ("alienos");
pero esto no prueba que la prohibición del homicidio no sea universal, porque en ningún lugar
vemos que sea lícito dar muerte a los otros "porque sí". Ocurre que, el extranjero, o no es
considerado "hombre'', o se lo  tiene "a priori " por enemigo del propio pueblo, u ofensor de sus
propios dioses, etc., y por este título ha de ser eliminado. O sea que la excepción procede de una
falsa presunción, pero deja intacto el principio.
Advirtamos que en todos estos casos, no se cambia propiamente la ley. Siempre es verdadero
que "no debe arrebatarse lo ajeno"; pero ahora, entre las cosas ajenas que no hay que arrebatar,
incluimos el ser autor de tal obra, juntamente con los derechos consiguientes, que antes no se
incluían, por las condiciones sociales y económicas distintas.
Las leyes naturales morales "siempre valen", con tal que se las asuma con las debidas condiciones y
restricciones. Porque de cualquier caso se puede decir: si alguna vez se dan las mismas
circunstancias (consideradas enteramente todas), este modo de obrar será según la recta razón; y
éste otro contra la misma. En este sentido afirmamos que la ley natural vale siempre y en todas
partes, aun considerada según sus determinaciones.
El conocimiento de la ley natural
La causa "subjetiva" de la diversidad, se da en el conocimiento imperfecto de la ley natural o en
los errores acerca de ella: En efecto, los grandes principios de la ley natural, tan inmediatamente
fluyen de los requisitos esencial es de la naturaleza humana, que comúnmente, no pueden ser
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ignorados por aquellos que tiene uso de razón.


En segundo lugar recordemos que la razón no se relaciona con la naturaleza humana como con un
"objeto externo". En efecto, porque es razón "humana", posee ya en sí una estructura dinámica que,
con ayuda de la experiencia, llega a convertirse en un conocimiento propi amen te dicho de los
principios morales. Por esto, algunos autores antiguos hablan como si admitieran que la ley natural
fuese "innata". En realidad, no es innata (si nos referimos a su conocimiento); ni tampoco es
suficiente decir que el fundamento de la ley moral es innato, en cuanto la razón, junto con la
naturaleza humana, es innata para nosotros. Porque ya en esta naturaleza se dan ciertas
"inclinaciones" fundamentales, las cuales, antes del uso de la reflexión, disponen a la razón para que
ju sobre la moralidad de las cosas. Son las inclinaciones por las que el hombre es llevado
espontáneamente a procurar su bien, o sea, al conocimiento de la verdad, a los valores ideales, a la
vida social, etc. 
Por esto, cuando se produce algo que concuerda (o no concuerda) con estas inclinaciones, el
hombre experimenta una delectación (o, respectivamente, una molestia), que no pertenece
meramente al orden sensible, y por ella empieza a vislumbrarse el "sentido  moral". Se percibe  el
valor confusamente, sin poderlo aún deslindar. Así, la razón puede como sumergirse en las
inclinaciones naturales del hombre; y por ser su prolongación tiene ya, desde el principio, de donde
juzgar moralmente en un sentido o en otro, antes de toda consideración refleja y científica. Pero
advirtamos que las inclinaciones naturales pueden pervertirse, y que reciben otros influjos: de las
condiciones externas, de la sociedad, etc.
LA LEY
Introducción
En esta Sección del Curso examinaremos las formas objetivas del obrar moral, sobre todo en cuanto
se consideran bajo el aspecto de la obligación que incluyen. Entonces, el orden moral se presenta
como una "ley moral", a la cual determinan varias leyes, según la materia de que  se trate.
Trataremos a la ley morla, a través del índole general y sus principios comunes. Un lugar propio
obtendrá la noción de "derecho",  por la cual se especifica una región  importante del orden moral
objetivo.
Veremos si el orden moral objetivo consta de "reglas fijas y universales "; o bien si sólo se dan
casos singulares, en los que no se pueda establecer ninguna norma universal válida siempre y en
todas partes.
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MÓDULO 3:
El fenómeno de la corrupción en perspectiva ética.
1.1. ¿Qué es la corrupción para la reflexión ética? 1.2. La distancia entre las leyes y las costumbres.
1.2.1. Dicotomía entre la justicia y el bienestar. 1.2.2. La ley formal carece de contenido concreto.
1.2.3. En la toma de decisiones cotidianas no basta con que uno se pregunte sí está cumpliendo la
ley, o si no la está contradiciendo. 1.3. El orden ético del estado de derecho.

EL FENÓMENO DE LA CORRUPCIÓN EN PERSPECTIVA ÉTICA


¿Qué es la corrupción para la reflexión ética?
Cuando se habla de una persona que se ha corrompido, se indica que a ella le ha sido arrancada el
alma en el sentido de daño moral. La tradición latina está en la base de las tradiciones legales de
occidente, de manera que promueve la solución al problema de la corrupción a través de leyes y
formas generales que se imponen a las personas desde la voluntad del legislador.
Otra de las tradiciones latinas, la bíblica, muestra a la corrupción como una acción opuesta a la
voluntad de Dios, que daña la vida de las personas y está asociada a toda clase de males. Esta ha
insistido en el poder salvífico de Dios como fuerza que puede cambiar a las personas, sacándolas
del mal radical y definitivo; se trata de un acontecimiento que puede ocurrir en el interior de las
personas.
Dicha tradición, que une la verdad moral con la interioridad de la persona, tiene su mayor expresión
en la ética de Kant, para quien la posibilidad de un comportamiento recto se basa en la autonomía
moral de la razón. Una persona que obra de manera autónoma, es decir, siguiendo los dictámenes de
su razón, obrará con rectitud, que en esta filosofía significa que tendrá como máxima de su
comportamiento una regla que pueda ser suscrita por todos los demás como ley de su
comportamiento. Por ello, la corrupción es contraria al obrar moral autónomo, pues quien obra de
este modo no puede estar dispuesto en toda situación a admitir que su comportamiento es la regla
moral que rige todas las relaciones. En consecuencia, la corrupción es un acto de arbitrariedad que
quebranta la posibilidad de convivencia en un contexto de reglas de equidad compartidas.
En los últimos años, se ha explicado mal la corrupción. En su versión original, esta escuela ética
pensaba lo que acontecía en el surgimiento de la sociedad industrial, donde el amor propio había
pasado a considerarse como un valor siempre que fuera compatible con el mayor bien de los demás.
La corrupción se lleva a cabo bajo el argumento de obtener el goce de bienes económicos, sin tener
ninguna perspectiva diferente a la de una sencilla competencia contra otros posibles rivales.
En este punto, aparece con claridad la inadecuación de las legislaciones y los controles externos.

La distancia entre las leyes y las costumbres


Hegel hizo un profundo análisis de las situaciones que ocurren cuando las leyes se crean ajenas a las
tradiciones y costumbres de cada pueblo y comunidad.
Vamos a aplicar sus conceptos para examinar la situación moral colombiana.
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 Dicotomía entre la justicia y el bienestar


Esta separación de lo universal y lo particular se presenta como un dilema en el que la
elección de un término exige el sacrificio del otro: si cumplo con las leyes de justicia,
sacrifico mi bienestar, y si busco mi bienestar, debo infringir las leyes de justicia.
Si se interpreta la búsqueda del bienestar en términos del mercado, y la justicia como las
reglas de equidad e imparcialidad propias del Estado de Derecho moderno, puede
interpretarse la corrupción como la intromisión de las reglas del mercado en el ámbito del
Estado. El mercado supone la existencia de formas de trabajo socialmente organizadas, para
dar solución a las necesidades, y de los valores de laboriosidad, capacitación e iniciativa;
también presupone la propiedad privada y la mediación de contratos y leyes formales para
la regulación de las interacciones. El mercado se rige por la búsqueda del bienestar privado
bajo el supuesto de la igualdad formal de todas las personas para actuar como oferentes o
demandantes.
El Estado moderno se sustenta en el valor de la justicia entendida como equidad, dentro de
una regulación para la estructura básica de toda sociedad: la Constitución, las formas de
propiedad legalmente reconocidas, la organización de la economía y la naturaleza de la
familia. Regulación conocida como contrato social, que opera como un acuerdo entre todos
los integrantes de una sociedad, sin distinción de sus funciones o posiciones. cuyos
contenidos básicos son: Cada persona tiene derecho a un esquema plenamente adecuado de
libertades básicas iguales que sea compatible con un esquema semejante de libertades para
todos.
La corrupción ataca las reglas de justicia imparcial de la sociedad y las suplanta por reglas
propias de las relaciones personales. La corrupción entra en juego cuando se pretende
alterar la objetividad de decisiones de contratos, premios, impuestos, concursos o
postulaciones a favor de algunas personas o grupos sobre la base de transferencias de
recursos o servicios a las personas o grupos de quienes depende la decisión de asignaciones
o concesiones, o la dictación de penas o premios.
Por lo que entendemos la corrupción como el efecto propio de una situación global en que
el mercado ha pasado a constituirse en la única fuente de significaciones, no sólo por el
efecto masivo de la publicidad, sino por sus logros visibles, que motivan a quienes aún no
los disfrutan para imitar los comportamientos de los miembros más exitosos de la
sociedad. Y esta imitación no se limita a aspirar a un estilo de vida confortable, sino a
obtener los bienes deseados de cualquier manera. Todos desean un crecimiento más rápido
del que pueden lograr, y todos buscan medidas especiales que puedan mejorar su ubicación
personal o grupal al interior de la sociedad. 
Rawls ha distinguido dos poderes morales básicos en los ciudadanos: la capacidad para
tener y llevar a cabo una concepción particular del bien, que llama lo racional; y la
capacidad de cooperación y concordar en unas reglas de justicia como imparcialidad para
todos los ciudadanos, que llama lo razonable. La corrupción se puede entender también
como el predominio de las concepciones de bien de los individuos, a costa de las reglas de
imparcialidad propias del Estado moderno.
La corrupción lleva a la comunidad a su propia disolución: Las personas que se benefician
de la corrupción en mediana y gran escala son una minoría, de manera que los recursos
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públicos alcanzan para menos personas; el estado no se rige por la ley sino por
consideraciones particulares; el mercado no funciona sobre el libre juego de la oferta y la
demanda sino intervenciones del estado que genera ventajas para ciertas empresas. 
 La ley formal carece de contenido concreto
Dada la formalidad de las leyes que rigen las relaciones contractuales y el ámbito del
mercado, es posible justificar toda acción injusta o inmoral como un acto que cumple la ley,
o, al menos, que no la incumple. De ahí que un Estado de Derecho necesite contar con leyes
basadas en principios con contenidos concretos, como que la vida de los seres humanos
debe ser respetada o que la propiedad privada debe existir, desde los cuales las leyes tienen
parámetros concretos de exigencia.
la Constitución tiene principios concretos que expresan intenciones o puntos de llegada a
modo del deber ser de la nación; es decir, no recogen tradiciones ni costumbres de todos los
colombianos, sino que expresan el ideal de nación de los constituyentes. Por lo que tiene
aún que padecer los dilemas propios de las tensiones entre lo que existe y lo que se postula
como lo que debe llegar a ser.  Dilemas que no sólo devalúan el sentido de la ley, sino que
llenan de arbitrariedad los diversos contenidos concretos por los que se puede optar en cada
contexto particular. En Colombia esto se expresa en las posiciones arbitrarias de cada uno
de los partícipes de una discusión, en la que cada cual se considera a sí mismo como
poseedor de la certeza moral, según la cual es correcto lo que por sí mismo determine. Esta
es otra expresión de la arbitrariedad, y expresa un elemento esencial dentro de la
configuración ética de una sociedad: la eticidad exige la libertad personal, sin la cual nunca
podrá hablarse de bien común. No obstante, cuando la posición personal no expresa más
que perspectivas puramente particulares que no son conciliables con los otros, entonces
aparece la arbitrariedad, entendida como una posición injustificable en una discusión que
por principio busca la confrontación de razones.
No obstante, estas reglas universales siempre han convivido con las costumbres políticas
reales, que configuraron una sociedad dividida en estamentos. Como resultado, las
instituciones políticas crearon regulaciones de carácter universal, pero el gobierno real se ha
hecho a favor de los estamentos que detentan el poder religioso, económico o político.
En la población existe una moral marcada fuertemente por la familia y las amistades, con
un alto sentido de lo comunitario, unos criterios morales de orígenes familiares o
religiosos, siempre particulares y relativamente comunitarios, una gran valoración de las
personas y de las celebraciones festivas, todo esto unido muchas veces a un universo no
conceptual y abstracto, sino simbólico y mágico. Son valores propios de esta moralidad la
solidaridad, la lealtad, la generosidad y la gratuidad.
El efecto del encuentro de estas dos moralidades es que bajo el manto formal del Estado de
Derecho se esconde una red de conexiones familiares, clientelares, gremiales, amistosas que
alteran completamente el funcionamiento del sistema legal. No es que no haya legalidad y
nos dirijamos al caos, es que la sociedad funciona según unas leyes distintas a los
códigos: leyes no universales, sino resultado de la imbricación de sistemas particulares
de relaciones y preferencias.
Como resultado, las personas son desiguales ante la ley y frente a las instituciones
públicas: El derecho de una persona se ve pospuesto o desechado por el poder ejercido
por otra persona que se halla mejor situada, porque tiene un amigo o es del mismo
partido, etc. Estas redes de relaciones se suelen emplear en beneficio de los intereses
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privados de los implicados, aunque por lo general y cuando no se trata de la gran


corrupción, se trata de beneficios que se reparten entre el grupo relacionado.

Gonzáles Fabre llama a esta dualidad “el carácter abstracto de la vida pública”. Se refiere a
la ausencia de mediaciones que garanticen la efectividad de los derechos universales.
Aunque esta es una función propia del Estado moderno de derecho, en América Latina no
se ha logrado aún la constitución de este tipo de Estado, y hay que preguntarse si en lugar
de copiar el modelo moderno de Estado, no pudiésemos orientarnos hacia la construcción
de un Estado más acorde con las tradiciones y aspiraciones de las mayorías. 

La vida pública, y por tanto, la sociedad civil, está conformada por redes de relaciones
personales, primarias, y no ha constituido reglas de imparcialidad. La vida pública no se
regula por criterios universales, sino por los vínculos entre las personas, de manera que
seguir criterios de imparcialidad y no favorecer o preferir a los amigos, nos resulta casi
inmoral. 
Prevenir la corrupción y generar procesos para reducirla es, sin duda, el camino necesario
para la constitución de un Estado moderno de derecho y de una economía de mercado
eficiente en Colombia, que garanticen los derechos y ofrezcan unos bienes de calidad, para
resolver las necesidades de todos sin exclusiones. En ese sentido, la prevención de la
corrupción debe insistir en la necesidad de diferenciar los ámbitos de la vida: la esfera
privada se rige por relaciones de afecto y amistad; pero lo público debe construirse desde
reglas de justicia imparcial, que aseguren los derechos a todos los ciudadanos de manera
equitativa.

En la toma de decisiones cotidianas, no basta con que uno se pregunte sí está cumpliendo
la ley, o sí no la está contradiciendo

En todo caso, la decisión se somete a las contingencias de la realidad, según la cual


cualquier elección tiene múltiples efectos no siempre deseados ni previstos. Por esto es
importante introducir el principio moral de la responsabilidad, que cualifica y precisa las
decisiones también por sus efectos, y no sólo por sus intenciones

El orden ético del estado de derecho

Un Estado de Derecho supone la libertad de las personas, la existencia de una economía


de mercado y de una sociedad civil, que son las condiciones para que la cultura de los
habitantes de una nación haya logrado configurar parámetros comunes de convivencia.
Por tanto, los Estados de Derecho suponen la existencia de costumbres que sustenten los
acuerdos mínimos de convivencia, así como un tipo de libertad personal capaz de unirse a
los criterios universales propios de una convivencia en contexto institucional y
constitucional.

La relación de los individuos con el Estado es completamente distinta: cada uno se forma y
educa dentro de un Estado de manera que aprende las costumbres y pautas de ese
contexto instituido; los miembros de un Estado de Derecho han sido educados para el
ejercicio de una autonomía que se traduce en formas de actuar según leyes y principios
razonables.
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En cambio, en Colombia se ha aplazado la posibilidad histórica de construcción de un


Estado de Derecho debido a que han prevalecido intereses privados de todo orden,
sumado esto a la tradición de relaciones personales de señorío y servilismo, traducidas al
campo político a través del clientelismo. En consecuencia, se puede entender la corrupción
como un fenómeno emergente dentro de una sociedad en crisis, caracterizada por el
conflicto entre una moralidad de afectos y vínculos, enfrentada a la racionalidad de otra
moralidad liberal, que se hace formal debido a su incongruencia con las experiencias de
formación de las personas y a las prácticas aceptadas por siglos. Por otro lado, la
corrupción responde a la tradición de unas instituciones gubernamentales construidas
desde hace siglos para legitimar el pillaje y el lucro de las elites, sin que haya sido posible
aún promover el control de la ciudadanía organizada sobre los bienes públicos.
Prevenir la corrupción en Colombia debe significar entonces, generar las condiciones para
la construcción de un efectivo Estado de Derecho. Estas condiciones suponen un fuerte
cambio en las costumbres de las personas, y más en concreto, de los funcionarios públicos.
En esto no sólo pone en cuestión la legitimidad de las instituciones y de las leyes, sino que
se pone como problema la misma gobernabilidad. El gobierno debe dar cumplimiento a las
leyes; pero la construcción de un Estado de Derecho exige la necesidad de una fuerte
reflexión moral que no se ciña al cumplimiento de las leyes, sino que promueva sólo las
leyes que sean legítimas en perspectiva ética. 

Si bien el problema de la legitimidad se resuelve en cierta medida con el incremento de la


participación y control de los ciudadanos, también aparece la exigencia de un compromiso
fuerte de los funcionarios con lo público: desde tener reglas y criterios claros y precisos
sobre los conflictos de interés, hasta la necesidad de ejercer los cargos para los que se
demuestra idoneidad a través de concursos públicos y transparentes.

La idoneidad no responde a la necesidad de conseguir un puesto de trabajo en cualquier


institución y de cualquier manera, sino a las capacidades personales, a la formación y a la
experiencia. La función pública exige transparencia en el acceso a los cargos, sin la cual se
pone en duda la legitimidad de las acciones de los funcionarios. Esta transparencia es
necesaria dado que los funcionarios públicos son miembros de la sociedad que eligen
dedicar su vida a los asuntos públicos.
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MÓDULO 4.
Concepto de Responsabilidad Social. La responsabilidad social implica asumir de manera ética
las interacciones de la institución.
1.1. Responsabilidad social dentro de un proyecto de no exclusión. 1.2. La gestión ética: unos
medios. 1.3 La autorregulación ética. 1.4. Responsabilidad. 1.5. Evaluación social.  2.1. En cuanto a
instituciones. 2.2. Con el Estado. 2.3. Con otras instituciones. 2.4. Con la comunidad. 2.5. Con los
directivos. 2.6. Con los empleados. 2.7. Con los contratistas. 2.8. Con el medio ambiente.

1.1. RESPONSABILIDAD SOCIAL DENTRO DE UN PROYECTO DE NO EXCLUSIÓN

Las organizaciones son agentes. Hacer una propuesta sobre la Responsabilidad Social significa
reconocer que las organizaciones actúan en contextos sociales específicos con un poder y unos
efectos específicos. Por su poder, las empresas e instituciones pueden contribuir al incremento de la
exclusión o a una creciente democratización que se oriente a hacer viable nuestra sociedad en el
contexto global.
¿Qué es la responsabilidad social? es la respuesta que da un agente moral, ya se trate de una
persona o de una institución a los efectos e implicaciones de sus acciones.
Las instituciones operan en el marco de sistemas socioeconómicos del que depende su lógica de
funcionamiento, y al mismo tiempo, estos sistemas socioeconómicos sólo existen gracias a las
empresas e instituciones. Así, la acción de cada organización puede intervenir en dicho sistema. Si
bien las decisiones de una organización tienen un margen de efectos imprevisibles, que dependen de
los diversos procesos sociales, políticos y económicos, los agentes que toman las decisiones tienen
en su poder la manera de incidir en sus propias relaciones, ya que cada organización está constituida
por interacciones internas y externas. Las instituciones son responsables en todas sus interacciones.
La institución opera dentro del entorno social, como agente con una responsabilidad indelegable
referida a la producción de bienes o servicios, cumpliendo un servicio social necesario para el
desarrollo humano del país. Además, en su propio dinamismo interno la institución también tiene
responsabilidades. Dicha responsabilidad social implica discutir cuáles son los fines propios de cada
institución como también el tipo de bien en juego.
Así, esta idea de Responsabilidad social, exige considerar a la sociedad, como beneficiadas o
perjudicadas por las decisiones de las instituciones.
Tomando el caso de Colombia
Ante la situación del país, los proyectos institucionales pueden estar encaminados a promover el
desarrollo humano, dentro de la orientación hacia la construcción de un Proyecto de país que sea
viable a largo plazo. La noción de responsabilidad invita a considerar y evaluar los efectos de las
acciones de las instituciones que incidieron para quedar como la actual sociedad colombiana, asi se
responsabilizan del destino de la nación.
Las organizaciones están orientadas a prestar un servicio público, bien sea a través productos o
servicios de calidad. De esta manera su legitimidad se encuentra en la eficiencia y calidad con que
prestan sus servicios, dentro de un marco de valores compartidos que promuevan el bien común y la
vida en condiciones dignas de las personas concretas con que se relaciona.
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Si una organización sólo se ve como negocio, productivo y competitivo en los términos del
mercado, habrá abandonado sus fines sociales legítimos por desconocimiento.
A todas las organizaciones desde la ética, lo mínimo que se pide es que cumplan la ley, ya que estas
funcionan como una “ética codificada”, que formaliza ciertas expectativas sobre las decisiones,
acciones y prácticas organizacionales. Sirviendo como señales que indican en dónde reside la mala
actuación, pero no ayudan a evitarla. Para evitarlo hay que promover el cambio de cultura, cuyo
posible resultado será la creación de nuevos hábitos y formas de acción, orientados hacia el bien
común y el incremento de la calidad de vida de toda la sociedad.
Si una institución quiere destacarse por su Responsabilidad Social puede promover el desarrollo
humano de las comunidades con que interactúan, al menos en dos sentidos: teniendo precaución
para no generar impactos negativos en la sociedad o el ambiente, e incrementando la calidad de vida
de las personas y comunidades.
Un Proyecto de responsabilidad social de una institución se encuadra en un proceso de discusión y
promoción de alternativas de largo plazo para la construcción del país. Esto supone: PAG 93 – 94
completo

 Reconstruir los vínculos de las personas entre sí y entre ellas a símbolos y sentidos
compartidos. 
 Construir una sociedad civil articulada. 
 Discutir y poner los medios necesarios para construir un proyecto de Estado que asegure la
gobernabilidad por la participación efectiva.
La Responsabilidad Social implica reconstruir el carácter cívico y social de las empresas y de las
instituciones.
La reparación de las víctimas reales y el examen cuidadoso y participativo para evitar la generación
de nuevas víctimas potenciales puede movilizar la solidaridad institucional, pues es claro que no
hay empresas viables en medio de un país hundido en la catástrofe. Y la prioridad de las acciones
que han de emprender las diversas empresas e instituciones para dar cuerpo al proyecto de Estado
para una sociedad no excluyente, a la construcción de la sociedad civil y a la conformación de
vínculos sociales
La responsabilidad con el destino de las propias empresas e instituciones exige construir una
sociedad sin exclusión, que sea viable a largo plazo en un contexto global que tenga futuro. 

La gestión ética: unos medios.


La autorregulación ética
Principios éticos de la empresa
El primer paso en una gestión de la Responsabilidad Social consiste en establecer los principios
éticos de la empresa, expresado en algún documento o código de ética empresarial.
Los principios éticos son las responsabilidades básicas de la empresa que definen como es la
relación entre la empresa y la sociedad, especificando lo que la sociedad puede esperar de la
empresa.  Supone explicitar su visión de ser humano, su proyecto de sociedad y de Organización.
Cualquier concepción de la actividad social supone una visión de la sociedad y, por tanto, de la vida
humana. Esto supone tres elementos para la construcción de los principios:
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• Legitimidad: Es el valor social de la empresa, en términos de una visión analítica de sus


relaciones con la sociedad.
• Responsabilidad Pública: Se trata de la empresa, sus procesos y sus resultados finales, en el
marco de sus propios principios y en términos de realizaciones.
• Transparencia: Los directivos son actores morales. Ellos están obligados a obrar con
transparencia en cada una de sus decisiones.
Procesos de autorregulación
La construcción de los principios éticos implica procesos de autorregulación ética en las empresas.
En toda organización se deben tomar decisiones responsables. Tanto si es una decisión personal,
como si es tomada en un equipo de trabajo, lo usual es que se consideren y discutan las diversas
razones. La ética ayuda a esclarecer los términos de la discusión y llegar a acuerdos razonables.
Cooperación como resolución de los conflictos.
Si la empresa es una comunidad moral, en la toma de decisiones tienden a prevalecer la cooperación
y la solidaridad que promueven una resolución de los conflictos por modelos de construcción de
acuerdos, en los que la ética pide razones para obrar, que sólo se pueden justificar dentro de
criterios éticos apropiados.
La construcción participativa del proceso de gestión de ética y responsabilidad social empresarial
ayuda a promover y transmitir un ambiente de colaboración, pues plasma la experiencia común en
la buena toma de decisiones responsables, ayudando a que la resolución pacífica de los conflictos se
haga un hábito y una habilidad consciente en la empresa.
Gestión del cambio organizacional.
La ética considera a la empresa como una comunidad moral, porque tiene unos fines legítimos y
unos sistemas de valores definidos que se encarnan en la cultura organizacional a través de una
autorregulación.
Hablamos de cambio en la cultura organizacional porque entre la construcción de los principios y
valores de la empresa y el ajuste de la misma a sus exigencias, siempre se da un proceso de cambio
en las personas, así como en la calidad de las interacciones internas y externas de la empresa.
Las compañías son cultura, y esta es estratégica porque sin cultura no hay estrategia. Hechas de
historias y de experiencias, de memoria y de expectativa, las culturas tienen la plasticidad, e incluso
la rigidez, de una personalidad. Los intentos de cambiar los comportamientos corporativos para
dominar programas de calidad o la renovación de alta valor añadido, son frustradois por la cultura,
es decir, por la receptividad que esta entorpecida por los prejuicios y las organizaciones.
Cualquier interacción entre ejecutivo y empleado, entre trabajadores y sus pares, entre compañía y
clientes, ponen de manifiesto creencias culturales acerca de la importancia de las relaciones. Por
tanto, la segunda lección es que, se reconozco o no, la orientación ética está ya inscrita en toda
cultura corporativa, puesto que las culturas no son más que términos de relación”.
Lo importante de esta aclaración es que se puede orientar la cultura de la empresa hacia el simple
cumplimiento de la ley o hacia la integración efectiva del espíritu ético. 
La gestión del cambio en la cultura organizacional se encamina a lograr la coherencia entre
las acciones cotidianas con los principios éticos, de modo que los principios éticos se
conviertan en los criterios de orientación para la acción de la empresa. Cuando la cultura
empresarial está coordinada con la orientación ética los empleados logran una sólida
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identificación con los fines y valores empresariales, lo que genera un ambiente de fuerte
motivación.
Comunicación y gestión del cambio organizacional
La cultura concreta las grandes orientaciones de las empresas en valores, que a su vez se traducen
en actitudes y hábitos definidos y buscados conscientemente. Por la cultura, la empresa se
constituye en comunidad ética, con valores comunes y un sentido de vinculación, identidad y
pertenencia. 
Orientadas por una nueva cultura ética, las empresas pueden obrar como actores sociales
responsables, haciendo contribuciones positivas a los mejores intereses de las comunidades con las
cuales interactúan, y haciendo posible que sus miembros reconozcan, valoren y actúen según los
valores comunes.

Administración del proceso

Un proceso de ética y responsabilidad social en una empresa debe tener un seguimiento


institucional. Esto exige inventar mecanismos como comisiones o comités de ética, que vigilen el
cumplimiento de los acuerdos expresados en el Código ético, funcionen como grupo de expertos y
representantes de la comunidad que ayuden a resolver los conflictos a la luz del Código. Estos
comités también pueden promover la apropiación del Código por parte de todos los miembros de la
organización, a través de iniciativas que complementen y desarrollen los valores, principios y
normas del Código, así como de los esquemas relevantes para resolver conflictos e incrementar la
cooperación.
Responsabilidad
La responsividad social de una institución “se refiere principalmente al desarrollo de procesos
organizativos de toma de decisiones por medio de los cuales, de acuerdo con las limitaciones de
información incompleta e imperfecta, quienes toman las decisiones colectivamente anticipan,
responden y gestionan todas las ramificaciones políticas y prácticas organizativas. La
responsabilidad es la capacidad que tiene una institución para responder a las urgencias sociales.
Esta capacidad de interpretar y responder a lo social tanto como sea posible
Los elementos básicos son:

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