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AXIOLOGÍA

MATÍAS ROMERO AVENDAÑO, OAX.


SEPTIEMBRE – DICIEMBRE DE 2015
ÍNDICE

TEMA 1: Conceptos fundamentales.


1.1 Concepto y Objetivo de la ética.
1.2 La ética como horizonte de plenitud.
1.3 La ética como ideal de convivencia: las costumbres o conductas
socialmente aceptadas.
1.4 La ética como premisa del ejercicio profesional.

TEMA 2: La ética en los entornos de la actividad social.


2.1 Ética y educación.
2.2 Ética y revolución científica y tecnológica.
2.3 Problemas éticos de nuestro tiempo: Bioética, ética y economía,
ética y empresa, ética y política.

TEMA 3: Ética y valores.


3.1 Conceptos de valor.
3.2 La enseñanza de los valores en la actualidad.
3.3 La crisis de los valores.

TEMA 4: La ética y la interacción profesional.


4.1 La vocación.
4.2 El ser y el deber.
4.3 Libertad, responsabilidad y compromiso.
4.4 La ética profesional en el ejercicio de la profesión.
4.5 La ética profesional en la docencia.

Tema 1:
Conceptos fundamentales.
1.1.- Concepto y objetivo de la ética.

La ética es la rama de la filosofía que estudia los comportamientos humanos


en cuanto pueden ser considerados como buenos o malos. Tiene como centro
de atención las acciones humanas y aquellos aspectos de las mismas que se
relacionan con el bien, la virtud, el deber, la felicidad y la vida realizada.
Designamos con la palabra "Ética" el comportamiento, la conducta y el actuar de
las personas.
Otro concepto nos dice que es la disciplina encargada de estudiar la valoración
moral de los actos humanos, o el modo de explicar las condiciones de una
convivencia justa. Según este planteamiento la ética es un instrumento de
orientación de los seres humanos, que permite seleccionar los causes que se
corresponden con la dignidad humana.
Del concepto planteado se deduce que la moral es el eje alrededor del cual se
mueve la ética. Cuya función es la de preservar la sociedad, de manera que los
actos humanos se desarrollen de forma positiva para esta. Siendo así, se podría
argumentar que la moral, es cultura en tanto influye en el comportamiento positivo
de las personas.
En este sentido se podría plantear que la moral tiene como base, principios,
normas, valores, cualidades e ideales que guían al hombre sobre la forma de
comportarse para desarrollar una vida honesta. Es decir, la moral es el movimiento
progresivo hacia un determinado modelo de comportamiento, tiene como función
el perfeccionamiento de la conducta de los seres humanos.
Según una corriente “clásica”, la ética tiene como objeto los actos que el ser
humano realiza de modo consciente y libre (es decir, aquellos actos sobre
los que ejerce de algún modo un control racional). No se limita sólo a ver cómo
se realizan esos actos, sino que busca emitir un juicio sobre estos, que permite
determinar si un acto ha sido éticamente bueno o éticamente malo.
Fernando Savater, en el primer capítulo de su libro Ética para Amador («De qué va
la ética»), define la ética como “el arte de vivir, el saber vivir, por lo tanto el
arte de discernir lo que nos conviene (lo bueno) y lo que no nos conviene (lo
malo)”.
Ello implica establecer una distinción entre lo que sea bueno y lo que sea malo
desde el punto de vista ético, y si el bien y el mal éticos coinciden o no con lo que
serían el bien y el mal en sí.
1.2.- La ética como horizonte de plenitud.

A lo largo de nuestra vida buscamos siempre alcanzar lo que nos agrade o nos
haga sentir mejor, la ética planteada como un horizonte de plenitud, narra diversos
aspectos que nos ayudara a alcanzar este objetivo.
 Felicidad: no remite sólo a la perspectiva personal, todos buscamos la felicidad
en nuestras vidas y siempre se realiza también en la relación con los demás,
dándose a conocer la importancia y necesidad de interactuar con todas las
personas.

 Virtud: disposición a hacer el bien que se adquiere con la práctica, lo decisivo


no es el aprender sino poner en acción todo aquello que ya conocemos.
Existen diversas virtudes:
 Aristotélica: Virtudes del intelecto, relacionadas con el carácter.
 Platónica: prudencia, justicia, templanza hacia una felicidad natural.
 Teologales: fe, esperanza y caridad.

 Valores: son utilizados para llegar a un fin único, es la medida en que se valora
a las personas y quieren alcanzar la felicidad. Sin lugar a dudas se concretan al
llevarse a cabo, pero a su vez exigen creatividad tanto personal como a nivel
social.
 Religión: todas las religiones proponen buenos ideales, originando los
planteamientos morales. Por estos se refiere a llevar a la acción los valores.
Sin lugar a dudas es indispensable poner en práctica cada uno de estos
elementos, la ética nos señala el camino y es decisión propia ponerlo en acción.
Los valores, las virtudes y las religiones nos señalan la importancia de no sólo
conocer lo indispensable para ser felices, sino que para alcanzarlo debemos
embellecer lo lindo de nuestras palabras con nuestras acciones.

1.3.- La ética como ideal de convivencia: las costumbres o conductas


socialmente aceptadas.

En todos los ámbitos de la vida diaria (hogar, colonia, escuela, trabajo) todas las
personas podemos colaborar para organizar una convivencia digna para nosotros
y para quienes nos rodean. Entonces es necesario establecer normas que nos
permitan:
 Construir la paz que es el triunfo de la vida y la tolerancia.
 Practicar la solidaridad.
 Defender la igualdad.
 Respetar la justicia.
 Valorar la sabiduría porque es el fruto de la experiencia y la reflexión.
 Defender la libertad.
 Honrar la amistad.
 Cultivar el diálogo.
 Actuar con responsabilidad.
No alcanza con SABER y HACER, sino que es preciso SER PERSONA y SUJETO
SOCIAL, respetando y valorando a los demás. Una mejor convivencia y el
aprendizaje de la vida democrática dependen de estos factores.
La ética aporta desde los valores universales propios de sociedades pluralistas,
como son: el respeto por la dignidad e igualdad de las personas, la justicia social,
la capacidad de dialogar, la libertad y la autonomía, la tolerancia y la solidaridad.
Pero estos valores son abstractos y deben concretarse para posibilitar a los
ciudadanos una calidad de vida compatible con su dignidad de seres humanos.
No se puede hablar de paz y reconciliación sino hay justicia social, no se valora la
dignidad e igualdad de las personas cuando hay indigentes y desplazados, no se
puede hablar de tolerancia cuando hay discriminaciones de todo tipo; se caería en
un cinismo moral al predicar estos valores sin cambiar las estructuras sociales. El
proyecto social debe cambiar las mentes y las actitudes egoístas e intolerantes y
las estructuras de injusticia.
El aporte de la ética se concreta en la elaboración de una moral de mínimos propia
de sociedades pluralistas, moral que reconstruya el tejido social. La sociedad tiene
su ordenamiento jurídico, pero no se consigue la convivencia sin las actitudes
éticas de los ciudadanos que por convencimiento y no por represión, llegan a la
práctica de dichas leyes.
De poco sirve el costo económico de vigilancia, de jueces y de cárceles para hacer
cumplir las leyes; se requiere la formación en valores éticos y es indispensable el
sentido moral de la conciencia para solucionar los problemas sociales.
b. Una permanente crítica a las sociedades que absolutizan las leyes del mercado
sobre la regulación de las relaciones sociales y que, bajo discursos de una
democracia formal, quitan las libertades. La ética tiene una función crítica de todo
aquello que deshumaniza al ser humano, a través de los siguientes puntos
específicos:
 Hoy la ética debe impregnar el ámbito económico para que el lucro no sea un
fin sino un medio y la economía, como ciencia social, realice su función
humanizadora.
 Hoy se sabe muy bien que no se puede salvar el ecosistema sin un cambio en
la cosmovisión de la relación hombre-naturaleza. En esto la Ética Ecológica es
una guía para ser responsables de la biósfera.
Como conclusión, la ética, como constructora de morales más humanas, comienza
su reflexión crítica desde lo concreto de las costumbres (moral vivida) y normas
(moral formulada) de una sociedad y las trasciende a partir de una visión integral
del hombre que exige su realización como persona en relaciones sociales
humanizantes.
Cada individuo, cada grupo de hombres y mujeres socializados en una
determinada moral debe, mediante la reflexión crítica de la ética, construir una
cultura moral, es decir, debe darle nuevo significado a esa moral que recibió: debe
desenmascarar las falsas morales que deshumanizan y fortalecer o construir
morales liberadoras que den significado humano a la realidad social.
De este modo, se va creando no una ética crítica, sino una cultura ética crítica que
posibilita una gestión continua de autocrítica y auto-educación.

1.4.- La ética como premisa del ejercicio profesional.


La ética profesional puede definirse como “la ciencia normativa que estudia los
deberes y los derechos de cada profesión”. También se le llama Deontología que
procede del griego deón y significa “lo que se debe hacer”, “el deber” y tiene como
objetivo crear conciencia de responsabilidad en todos y cada uno de los que
ejercen una profesión u oficio, ésta, parte del postulado de que todo valor está
íntimamente relacionado con la idea de un bien.
La actividad profesional se fundamenta tanto en una posesión de conocimientos y
saber hacer específicos, como en una dimensión ética o deontológica; y que si
para la primera el profesional disfruta de una cierta autonomía en el ejercicio de su
actividad, en virtud de la segunda el ejercicio de una profesión apela a normas y
comportamientos éticos que orienten la práctica profesional y las relaciones (tanto
entre los mismos profesionales como entre éstos y otros agentes sociales).
Así pues, la actuación profesional se guía por unos principios y unas reglas que
actuarán como andamios, como ejes gravitatorios en torno a los cuales puede
orientarse la actuación correcta.
La ética profesional describe cuáles son los servicios que se ofrecen, delimita el
servicio de quien actúa y establece cuáles son sus finalidades como profesionales.
Sobre todo, puntualiza cuál es su bien, es decir, cuál es el bien que buscan los
profesionales que trabajan como abogados, economistas, psicopedagogos,
enfermeros, ingenieros, etc. La ética profesional, como ética, tiene como última
instancia la conciencia individual.
En la práctica profesional, los individuos no sólo se rigen por sus criterios
personales, sino que buscan líneas comunes de comportamiento en todos
aquellos que se dedican a la misma profesión.
La actividad específica de cada profesión gira en torno a una serie de bienes de
interés social, el número de trabajadores independientes es cada vez más
reducido, e incluso estos tienden a organizarse como microempresarios o
empresas familiares, por si fuera poco, muchas instituciones del estado se
organizan como empresas y grandes sectores de producción o de servicios
estatales se convierten en empresas mixtas.
De aquí surge el interés de contar con un cuadro referencial de principios éticos
que ilumine el comportamiento de todos los integrantes de la empresa, en especial
el de los profesionales, por cuantos estos suelen ocupar cargos directivos y por
tanto poseer un grado de responsabilidad más elevado.
El perfil profesional del ejecutivo, coincide en buena medida con el del empresario;
es aquel que es capaz de colocarse metas y alcanzarlas, de planear procesos de
producción, de mejorar los resultados, de desarrollar una empresa.
Desde una perspectiva social, la empresa se ve a veces como enemiga del
desarrollo de las personas. Es necesario identificar los valores de la empresa para
conciliar sus exigencias de funcionamiento y desarrollo con el desarrollo de vida
de las personas.
Los intereses del trabajador chocan con los del capital; los del estado a veces van
contra los de los obreros y otras veces contra los de los dueños del capital, en
ocasiones los de la empresa atentan contra la conservación de los recursos
naturales o el equilibrio ecológico; los ideales de realización personal se ven
sacrificados con frecuencia en aras de los intereses económicos de la empresa,
etc.
Es labor de la ética profesional ayudar a conciliar estos puntos de interés, para
que la tensión que generan sobre las personas responsables de la marcha de la
empresa sea una tensión positiva que se traduzca en un mayor bienestar para
todos.
BIBLIOGRAFÍA

Etxeberria, X. (2002) Temas básicos de ética. 4ª Edición. Sevilla: Publidisa


Prats, E., Buxarrais, M.R. y Tey, A. (2004) Ética de la información. Barcelona:
UOC
Tema 2:
La ética en los entornos de
la actividad social.
2.1.- Ética y educación.

El ser humano es esencialmente personal y comunitario a la vez. Desde esta


perspectiva, satisface su naturaleza cuando establece relaciones de sentido con
sus congéneres en un marco comunicacional; puesto que, pertenece a su esencia
el ser-con-otro, el ser-por-otro y el ser-para-otro.
De esta forma, compartir, recibir y dar constituye una exigencia ética que lo realiza
o finaliza. La educación, por ende, actualiza estas condiciones humanas al
implicar con ello valores educativos fundamentales, que deben surgir de la bondad
y sabiduría de los educadores y reciprocarse en los educandos.
La educación se encuentra con dos exigencias fundamentales: una relacionada
con los conocimientos que deben ser creados, re-creados, mantenidos,
acumulados y transmitidos de generación en generación; otra, a mi juicio la más
importante porque en esencia fundamenta esta transmisión, referida al sentido de
todas estas actividades educacionales y que se traduce aquí en uno de los temas
tratados; en una palabra, ETICA.
La educación debe corresponder a una educatividad profesional, desde el punto
de vista del conocimiento exigido por los tiempos y también de las exigencias o
responsabilidades éticas por sí misma. Toda profesión debe generar
intrínsecamente una ética profesional que dé cuentas de la variedad de
situaciones contingenciales relativas a la carrera correspondiente.
No se puede formar solamente a las personas desde el punto de vista laboral;
formarles para que sepan apretar botones o para que cumplan funciones más o
menos gestoras, sin haberles formado la capacidad de convivencia y ciudadanía,
que no surge naturalmente de las personas.
En todos los niveles de enseñanza, superior, media e incluso elemental, se
experimenta la necesidad de una integración de los conocimientos, sobre todo en
función del sujeto receptor, que es la persona que ha de ser educada, a quien se
transmiten o intentan transmitir aquellos conocimientos y esa persona es
radicalmente unitaria. Por eso, la fragmentación inconexa de enseñanzas a la que
habitualmente se ve sometida, le desorienta y paraliza, intelectualmente primero y
prácticamente después.
El pensador danés Soren Kierkegaard en su ensayo Migajas filosóficas (1844)
ahonda en la relación entre el maestro y el discípulo, y en cómo la educación no
es un proceso unidireccional, sino bidireccional, que transforma a ambos actores.
El discípulo es la ocasión para que el maestro se comprenda a sí mismo. El
maestro es la ocasión para que el discípulo se comprenda a sí mismo.
En efecto, el discípulo no es un sujeto pasivo, una especie de recipiente neutro,
ajeno al pensar y al sentir. Cuando el maestro expone lo que ha aprendido con los
años, cuando narra sus vivencias, sus certidumbres, en definitiva, lo aprendido y lo
sufrido a lo largo del viaje de su vida, se encuentra con un ser humano, y ésta es,
paradójicamente, una ocasión para que él se comprenda sí mismo, para que
pueda medir, a través de sus interrogaciones, lo que realmente sabe, para
ahondar en sus propias convicciones.
Todo maestro es capaz de reconocer como los discípulos le han transformado a lo
largo de su tarea educativa, como sus preguntas, sus comentarios, sus
aportaciones, han sido decisivas para tener una imagen más apropiada de sí
mismo. El objetivo no consiste en que sepa cosas, en que acumule cuantos más
datos en su memoria. El discípulo no es una psique máquina y el maestro no es
una fuente de información.

2.2.- Ética y revolución científica y tecnológica.


Los valores éticos tienen un papel fundamental en los sistemas axiológicos de
nuestras culturas, ya que propician normas de acción que determinan modelos de
comportamiento, criterios de apreciación y ciertas motivaciones a partir de las
cuales se cristalizan objetos específicos.
El debate actual acerca de la relación ética, ciencia y tecnología, parte del
supuesto de que la ética está por encima, y es la que tiene que guiar a la ciencia y
a la tecnología en su capacidad de servir al desarrollo del hombre. Se reconoce
que la ciencia y el desarrollo tecnológico brindan los medios y el conocimiento
para construir grandes sistemas informáticos, médicos, químicos, etc., pero es la
ética la que juzgará si es legítimo o no el aplicarlos o desarticularlos.
Es necesario analizar la manera en que se estructura el esquema de los valores
éticos, para poder distinguir las diferentes categorías y jerarquías de problemas
que provocan diversos impactos en las culturas y en la vida privada y pública de la
ciudadanía. El crecimiento exponencial de la ciencia y la tecnología constituye un
indicador fundamental en el examen de tales esquemas axiológicos.
Mucho tiempo ha transcurrido desde la época en que se pensaba que la ciencia y
la tecnología eran neutras y que sólo la política, la economía, o la ética tenían que
ver con los asuntos relacionados con los valores. Asistimos a una etapa de
pensamiento humano, que ha hecho una severa crítica a la ciencia y a la
tecnología y sus pretensiones ingenuas de objetividad.
Los avances de la ciencia y la tecnología propician nuevos escenarios que
reclaman esfuerzos específicos de creación ética, no únicamente en aplicaciones
concretas, sino en los principios a cuya luz pueden tomarse ciertas decisiones.
No podemos olvidar que en su vertiginosa evolución autoconsciente, el sistema
científico-tecnológico se aleja paso a paso de los seres humanos, aunque deba su
evolución y desarrollo a estos. Como consecuencia, la ciencia y la tecnología
tienden a construir sistemas autónomos y, precisamente por ello, a constituir un
lugar por excelencia del libre albedrío.
De la ciencia y la tecnología nacen situaciones nuevas que reclaman un
planteamiento específico de creación ética, no solo en las decisiones concretas
que pueden tomarse en el curso de la acción, sino también en los principios a
cuya luz pueden originarse decisiones trascendentes.
Para situar zonas y modalidades del impacto de la ciencia y la tecnología en el
campo de la ética, debemos examinar cómo la ciencia y la tecnología modifican la
naturaleza de la voluntad libre. La voluntad libre es el poder puro y exigencia pura,
su acción solo es efectiva en la medida en que pueda llegar a inscribirse en el
curso de los acontecimientos
Con la ciencia y la tecnología aparecen nuevos problemas que suscitan también la
aparición de nuevos valores. La variación de la normatividad ética, luminosa
atestiguadas por la historia de las culturas, son suficientes para hacer ver que los
criterios concretos de una ética no están dados a priori, que la ética es histórica,
es decir, que se gesta una progresiva emergencia de normas y, como
consecuencia tiene lugar una nueva creatividad axiológica. Estos nuevos
problemas surgen constantemente en forma acelerada y exigen la intervención de
un juicio ético inmediato.
La creación de valores consiste en descubrir, reconocer y evaluar la exigencia
ética tal como se manifiesta en situaciones objetivas concretas. De esta manera,
la intención de las normas es el resultado del encuentro de la intención ética
fundamental y las situaciones novedosas originadas por los avances científicos y
tecnológicos.
A esta concepción de la neutralidad valorativa se opone la de una interpretación
que plantea que la ciencia y la tecnología no pueden concebirse como indiferentes
al bien y al mal, ya que están constituidas por sistemas de acciones intencionales,
y buscan ciertos fines e intereses que ponen en juego el conjunto de creencias,
conocimientos, valores y normas.
Los científicos y los tecnólogos no son éticamente neutrales y pueden, en
cualquier momento, involucrarse en responsabilidades morales por la propia
naturaleza de sus actividades.

2.3.- Problemas éticos de nuestro tiempo: bioética; ética y economía; ética y


empresa; ética y política.
Bioética
El término bioética fue acuñado por Fritz Jahr en 1927, quien lo definió como la
ética de las relaciones de los seres humanos con los animales y la naturaleza; sin
embargo, es Van Rensselaer Potter quien lo incorpora al discurso académico
contemporáneo en el artículo Bioética, la ciencia de la supervivencia, publicado en
1970.
Otros referentes importantes en el desarrollo de la bioética aparecen en el año de
1978, cuando se presenta la primera edición de la Enciclopedia de Bioética,
editada por Warren T. Reich, en la que se define a la Bioética como el estudio
sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y de
la salud, examinadas a la luz de los valores y de los principios morales.
Para la Comisión Nacional de Bioética se trata de una extensión de la ética que
reflexiona, delibera y hace planteamientos normativos de políticas públicas, para
regular y resolver conflictos en la vida social, especialmente en las ciencias de la
vida, así como en la práctica y en la investigación médicas, que afecten la vida en
el planeta, tanto en la actualidad como para futuras generaciones.
Esta noción, formulada con el apoyo y aval del Consejo de la Comisión, deriva de
dos aspectos: la necesidad de contar con una aproximación conceptual en tanto
no se cuenta con una definición como tal, de carácter universal; y, por otra parte,
se precisa de una noción que permita trasladarla al terreno operativo y llevarla a la
práctica.
A lo largo de las tres últimas décadas del siglo XX, el desarrollo de la cultura
tecno-científica, por un lado, y el impacto de los movimientos de la sociedad civil
por el otro, suscitaron una serie de acontecimientos de indudable importancia para
el desarrollo de la bioética.
Si bien en sus inicios la bioética fue de dominio básicamente anglosajón,
posteriormente, a partir de los años ochenta, se extendió a los países europeos y
ha tenido, desde los años noventa hasta la actualidad, un desarrollo que incluye a
la región latinoamericana y una gran parte de los países del mundo, por lo que
actualmente se puede hablar de una bioética internacional con diferentes grupos,
voces y análisis particulares. Ejemplo de ello son los principios o postulados que
establece la escuela europea: vulnerabilidad, dignidad, integridad y autonomía.
De igual forma, desde la perspectiva latinoamericana los cuatro principios
tradicionales no son suficientes. A ellos es necesario agregar nociones
fundamentales como el respeto a la dignidad; la salvaguarda de los derechos de
las personas y su autonomía; la tolerancia; la inclusión; la solidaridad y la no
discriminación como pautas no sólo orientadoras en el plano ético, sino que
faciliten su aplicación práctica en diversos contextos.
Lo anterior es pertinente ya que ha sido señalado ―y con mucha razón― que
siendo una realidad inobjetable en Latinoamérica la desigualdad, toda perspectiva
ética y bioética deberá considerar dos postulados esenciales: la búsqueda de
justicia y el ejercicio de la protección universal.
En suma, se acepta que la bioética emerge como resultado de tres aspectos:
1. La aparición del paradigma de los derechos humanos, en el ámbito de la
posguerra mundial y el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos, ambos
en su relación con la medicina y la salud.
2. El poderío y ambigüedad moral del desarrollo científico y tecnológico, sus
implicaciones para la supervivencia de la especie humana y el bienestar de las
personas, así como el cuidado del medio ambiente.
3. Los problemas de justicia en el derecho a la protección universal y acceso a los
servicios de salud.
Ética y economía
¿En qué medida los economistas aceptan que la ética esté dentro de la
economía?
 “Las empresas no se tienen que torturar con el tema de la ética, su principio
moral básico es que ganen dinero y que no se preocupen de lo demás, porque
en la medida en que ganen dinero y apoyándose en la mano invisible, ya serán
capaces de crear riqueza, la cual se irá distribuyendo por toda la sociedad”.
 “El negocio es el negocio y aquí lo que hay que hacer es subsistir”
Lo anterior está totalmente fuera de tono y los economistas, hoy por hoy, rechazan
el ‘todo vale’, la inmensa mayoría de economistas aceptan que hace falta una
cierta dosis de ética dentro de la economía; aunque muchos no saben cómo, otros
sí, y hacen propuestas, pero en todo caso aceptan una cierta dosis de ética dentro
de la economía, es decir, unas ciertas restricciones a la forma de proceder para
poder crear valor dentro de una economía.
En cuanto a los términos en los que se plantea la necesidad de introducir la ética
dentro de la economía, es decir, las restricciones de lo que se debe hacer y de lo
que no se debe hacer, ésta es una cuestión clave a la que debemos responder.
En general se apoyan los economistas en una idea de sentido común, que
creemos que es lo que muchas veces mejor funciona, como es:
“Los economistas, en tanto que responsables de la generación de valor y la
generación de riqueza en una economía, debemos partir de la hipótesis de que
nuestros recursos son limitados. Lo importante no es sólo el ganar dinero, sino el
cómo ganar dinero. Porque si yo gano dinero maltratando al personal, quemando
bosques, contaminando, etc. es probable que sea capaz de ganar mucho dinero
como concepto general, pero a medio plazo, al cabo de unos años, no tendré más
recursos limitados para poder seguir creciendo y para poder seguir produciendo.”
Por consiguiente, la economía reconoce, cuando se piensa con un horizonte a
medio y largo plazo, que tiene una serie de restricciones, que se tiene que
autoimponer una cierta serie de limitaciones que muchas veces se interpretan en
clave de la sostenibilidad.
Hay muchos artículos de economistas en la prensa especializada en los que más
que hablar de crecimiento económico se habla de sostenibilidad económica: es
decir, hasta qué punto los mecanismos de creación de riqueza están habilitados
para perpetuarse con los recursos limitados que tenemos.
Ello quiere decir que el ‘business is business’ ya no es del todo verdad, puesto que
no se trata de que sólo produzco lo que quiero y como quiero, sino que la
economía está diciendo que hay que respetar unas restricciones, porque si no se
aceptan estas restricciones, si no se garantiza una cierta sostenibilidad, estamos
destruyendo la forma de proceder en el futuro.
Un segundo factor que también justifica la necesidad de evaluar la relación entre
la ética y la economía es el protagonismo que está adquiriendo el capital humano.
Las nuevas tecnologías nos están enseñando la importancia fundamental que
tienen los activos intangibles en las compañías: los balances de las compañías
representan cada vez menos el valor de una compañía, lo que provoca que el
valor de una compañía esté oculto, escondido, detrás del balance.
¿Cuál es este valor oculto, estos activos inmateriales? además de la marca, sobre
todo las personas, el talento humano, la capacidad de relacionarse, la capacidad
de organizarse, la capacidad de ser imaginativos, la capacidad de innovar.
Todo ello es lo que realmente está haciendo que tengamos un nuevo tipo de
economía, y aunque podamos discutir si es nueva o vieja economía, cada vez más
la realidad económica nos está mostrando que los activos intangibles son
esenciales dentro del proceso de creación de riqueza: a dichos activos no se les
puede tratar como un elemento material más de nuestro inmovilizado; el activo
intangible, en este caso las personas, hay que respetarlas, hay que tutelarlas, hay
que formarlas, hay que educarlas, hay que darles planes de carrera y todo ello son
cuestiones éticas; no se trata de pensar sólo en producir para ganar cuanto más
mejor; la economía está yendo mucho más allá de esto.

Ética y empresa
En la actualidad por la carencia de valores morales, en los que la Ética, no tiene
cabida, se han suscitado actos que atentan contra la dignidad de las personas y
de las instituciones.
Ética y empresa, he aquí dos palabras que suelen invocarse juntas en estos
tiempos, pero casi exclusivamente en los medios académicos, sin que llegue a
cristalizar todavía una luz clara que oriente de manera según la práctica cotidiana.
Cuando se unen estos dos vocablos salen ambos beneficiados, pues dignifica a la
empresa ser considerada como campo de la acción libre y por lo tanto sujeto de
responsabilidad moral y obliga, del otro lado, a la ética a ceñirse, para iluminarlo, a
su genuino objetivo: el obrar humano en singular.
Desde luego que afecta a la calidad de los productos o servicios de una empresa,
e influye en la productividad y en los precios, pero intentar aplicarla directamente a
estas cuestiones podría resultar artificial, además de prolijo, porque estos
parámetros a través de los que se expresa la eficacia de una organización
económica, constituyen como un "paquete cerrado", una consecuencia técnica
casi automática, y por lo tanto ciega a cualquier evaluación distinta a al
estrictamente económica, y esto es así precisamente por las características de su
diseño formal.
Y es que la ética aún está influyendo en los resultados, hace más referencia a la
raíces que a los frutos, y tiene más que ver con la intencionalidad de las personas
que con los sistemas, puesto que, aparte de otras consideraciones, detrás y
debajo de todo mecanismo anónimo, hay siempre una voluntad personal.
Los Principios Éticos Fundamentales en la Concepción de la Empresa Ética
La ética empresarial no es, un concepto nuevo, pensadores como Max Weber y
Georg Simmel mostraron que este término está relacionado con el capitalismo
renano y la tradición protestante.
a. Transparencia que llega a todas las partes interesadas: La información
relevante y legítima referente a los objetivos, actuaciones, omisiones, resultados,
riesgos que permitan en cada caso reconocer la correcta aplicación del Código
Ético de conducta.
b. Información comprensible: Se entregará a los interesados de manera
inteligible y comprensible, con la frecuencia necesaria.
c. Implementación con acciones concretas del código de ética de conducta.
d. Mejora continua en el ejercicio de la responsabilidad ética, social y
medioambiental.
e. Posibilidad de verificar los datos del sistema de gestión ética.
Ética y política
La relación entre ética y política en la democracia moderna no deja de ser tensa y
peligrosa, ya que esta última introduce un fuerte relativismo moral que, si bien
permite la coexistencia en un plano de igualdad de las distintas concepciones
propias de toda sociedad compleja, no puede ser sostenido en el campo de la
política.
Es aquí cuando el poder, al penetrar la dimensión ética, introduce en ella la más
grande distorsión, ya que el discurso de la ética se convierte en una mera forma
de justificación del poder. Esto es lo que hace que la constante tensión entre ética
y política nunca tenga un modo único o, incluso, satisfactorio de resolución.
Sólo la implementación de una lógica argumentativa que parta del reconocimiento
de la precariedad y ambivalencia que se entabla en la relación entre ética y
política puede servir de resguardo ante aquellas distorsiones que, en nombre de la
primera, planteen el riesgo de cercenar desde el poder del estado los espacios de
libertad.
Si algo parece cobrar gran actualidad en la política contemporánea es la
necesidad de analizar la singular relación que ella entabla con la ética. En un
contexto en que los niveles de corrupción han crecido enormemente, incluso en
sociedades que se caracterizan por su transparencia, los discursos que apelan a
una ética que contenga el desenfreno egoísta con el que parecen moverse en el
presente los actores políticos, reactualizan puntos de vista incluso moralistas que
no encuentran un marco adecuado de realización.
¿Cuál es, pues, la verdadera relación entre ética y política? No es casual, por
cierto, que nos formulemos esta pregunta, sobre todo si tenemos en cuenta las
condiciones de crisis en las que, ahora, como antes, se desenvuelve la política,
condiciones que siempre han hecho aflorar los elementos más perturbadores que
su práctica contiene.
Es en estos momentos de quiebre que se plantea desde la sociedad la necesidad
de ‘moralizar’ la política, sin tener muchas veces en cuenta que las relaciones
entre estas dos dimensiones se debaten siempre entre un deber ser imaginario,
todavía influenciado por el paradigma griego, y un ser que se muestra en muchos
casos descarnadamente amoral.
Todos estos desfasajes no son más que el resultado de la dificultad que existe en
el plano intelectual para pensar la relación entre ética y política en la forma
específica que ella adquiere en la modernidad. Y es que, como Max Weber
señala, no resulta “indiferente para las exigencias éticas que a la política se dirigen
el que ésta tenga como medio específico de acción el poder tras el que está la
violencia”.
Probablemente se dirá ante esta afirmación que estamos partiendo de una
obviedad. Sin embargo, la obviedad no resulta tal, sobre todo si tenemos en
cuenta que desde el tratamiento que habitualmente se hace del tema parece
olvidarse, como veremos a continuación, que el poder, objeto específico de la
política, al penetrar la dimensión ética, introduce su lógica particular, produciendo
en este campo importantes distorsiones. Es aquí donde se acentúa la separación
entre ambas dimensiones, separación que, si bien ya aparece en los inicios de la
Modernidad, caracterizando a toda la política posterior, ella se torna más evidente
en el contexto de la política democrática.
BIBLIOGRAFÍA

Etxeberria, X. (2002) Temas básicos de ética. 4ª Edición. Sevilla: Publidisa


Prats, E., Buxarrais, M.R. y Tey, A. (2004) Ética de la información. Barcelona:
UOC
Unidad 3:
Ética y los valores.
3.1.- Conceptos de valor
El análisis filosófico de los valores es vital para poder tomar conciencia de la
llamada “crisis de los valores” y de los incontables problemas que acompañan a
las decisiones humanas en condiciones límites en las que no todo lo que se puede
hacer se debe hacer.
A pesar de los innumerables logros de la razón y del humanismo, la mayoría de
las sociedades se siguen plegando al poder y no al deber, y esto es altamente
preocupante. Por ello incursionaremos brevemente en la axiología para, desde
ella, poder iluminar el horizonte de nuestras valoraciones.
La palabra axiología (del griego axia-valor, y logos-estudio) es de origen reciente,
pues su introducción se produce a principios del siglo XX. No obstante, ya los
antiguos griegos dedicaban una parte de la reflexión filosófica a los llamados
problemas de valor, tratándolos dentro de la llamada “filosofía práctica” o
“conciencia práctica”.
En la vida real el hombre aprende primero a estimar y a desestimar, a evaluar y a
devaluar, en fin, a valorar, antes de tomar conciencia plena de qué es en sí el
valor o determinado tipo de valor, e indagar acerca del camino de su conocimiento
o aprehensión espiritual y exposición teórica.
Continuamente valoramos y somos valorados, valoramos las acciones de los
demás, valoramos a los integrantes de la familia, compañeros de trabajo y los
objetos que nos rodean; simultáneamente los otros valoran nuestras acciones y
valoran nuestra personalidad. Los seres humanos no tenemos una actitud
indiferente y pasiva frente a la realidad, sino que sentimos linda o fea, mala o
buena.
En ese contexto el concepto de los valores humanos abarca contenidos y
significados diferentes y ha sido abordado desde diversas perspectivas y teorías.
En sentido humanista, se entiende por valor lo que hace que un hombre sea tal,
sin lo cual perdería la humanidad o parte de ella.
El valor se refiere a una excelencia o a una perfección. Por ejemplo, se considera
un valor decir la verdad y ser honesto; ser sincero en vez de ser falso; es más
valioso trabajar que robar. La práctica del valor desarrolla la humanidad de la
persona, mientras que el contravalor lo despoja de esa cualidad.
Definición de Valores
Los valores de las personas, se expresan en los principios o ideales que
condicionan buena parte de las opciones de fijar líneas o formas de actuación
determinada conforme con lo que creen que es valioso o digno de ser deseado. Es
decir, perfecciona al que lo posee, es valioso porque lo enriquece, lo busca porque
para él representa algo que lo va a hacer mejor o le va a dar más.
De tal modo que cada hombre tiene su propio orden de valores dependiendo de lo
que quiera hacer en su vida. Todo lo que lo acerque a esa meta va a ser valioso
para él, y rechazará todo lo que lo aleje de su fin. Sin embargo el Valor, según el
Diccionario de la Academia Española, la calidad que constituye una cosa digna de
estimación o aprecio.
En ese sentido el primer paso es tener clara la meta o metas, el "por qué" de mi
vida, lo que quiero lograr, y en vistas a ello estructurar los valores de acuerdo al
orden de importancia, situando en el lugar correcto para no sacrificar valores
superiores por otros inferiores.
Un valor verdadero y universalmente aceptable es el que produce un
comportamiento que beneficia tanto a quien lo ejercita como a quienes lo reciben.
De modo que los valores están unidos a los seres; por eso, los valores no se
crean, sino que se descubren. También podemos observar que el valor no se
percibe sólo de modo racional. Es decir, el valor no surge normalmente como
producto de una deducción lógica. Ante todo, el valor es percibido en modo
estimativo.
TIPOS DE VALORES
Se habla de valores en el ámbito de la economía, cuando damos precio a algo, sin
embargo, este término valor ha traspasado este espacio y se usa para designar
realidades apreciadas. Ejemplo:
 Valores religiosos: cuando calificamos de sagrado un sacramento.
 Valores estéticos: cuando decimos "esta casa está bonita".
 Valores intelectuales: cuando decimos que una persona es inteligente.
 Valores morales: cuando afirmamos que el nuestro abuelo es bondadoso
 Valores éticos: cuando pedimos mayor justicia social.
 Valores políticos: cuando reclamamos participación y diálogo.
Entonces:
Valores Religiosos
 Fin Objetivo: Dios
 Fin Subjetivo: Santidad
 Actividades: Culto interno y externo, virtudes sobrenaturales
 Preponderancia: Toda la persona dirigida por la Fe.
 Necesidad que satisface: Autorrealización
 Tipo de Persona: Santo
 Ciencia que lo estudio: Teología

Valores Estéticos
 Fin Objetivo: Belleza
 Fin Subjetivo: Gozo de la armonía
 Actividades: Contemplación, creación, interpretación
 Preponderancia: Toda la persona ante algo material.
 Necesidad que satisface: Autorrealización
 Tipo de Persona: Íntegra
 Ciencia que lo estudio: Estética
Valores Intelectuales
 Fin Objetivo: Verdad
 Fin Subjetivo: Sabiduría
 Actividades: Abstracción y Construcción
 Preponderancia: Razón
 Necesidad que satisface: Autorrealización
 Tipo de Persona: Íntegra
 Ciencia que lo estudio: Lógica
Valores Morales
 Fin Objetivo: Bondad
 Fin Subjetivo: Felicidad
 Actividades: Virtudes humanas
 Preponderancia: Libertad dirigida por la razón
 Necesidad que satisface: Autorrealización
 Tipo de Persona: Íntegra
 Ciencia que lo estudio: Ética
Valores Afectivos
 Fin Objetivo: Amor
 Fin Subjetivo: Agrado, afecto, placer
 Actividades: Manifestaciones de afecto, sentimientos y emociones
 Preponderancia: Afectividad
 Necesidad que satisface: Del Yo
 Tipo de Persona: Sensible
 Ciencia que lo estudio: Psicología
Valores Económicos
 Fin Objetivo: Bienes, riqueza
 Fin Subjetivo: Confort
 Actividades: Administración
 Preponderancia: Cosas a las que se da valor convencional
 Necesidad que satisface: Seguridad
 Tipo de Persona: Hombre de Negocios
 Ciencia que lo estudio: Economía

LOS VALORES ÉTICOS


Existen Valores Universales reconocidos por todos y valores particulares que son
aceptados por unos y rechazados por otros. El aceptar valores en una pluralidad y
diversidad se basa en la tolerancia.

JUSTICIA /BIEN COMÚN

Personales Públicos Colectivos

Autenticidad Igualdad Complementariedad


Amistad Libertad Comunitariedad
Placer Solidaridad Reciprocidad
Ternura Tolerancia Utilidad
Creatividad Respeto a la naturaleza Armonía con la naturaleza
Profesionalidad Participación Unidad y abundancia
Felicidad Disposición al diálogo Interdependencia
Fidelidad Paz Equidad y consenso
Desprendimiento Patriotismo Integralidad
Bondad Respeto a la diversidad Armonía

3.2.- La enseñanza de los valores en la actualidad


Y vaya que en el mundo de hoy los valores cada vez valen menos, parece que los
valores no importan mucho, hasta que alguien sin esos valores le atropella a uno,
y entonces sí que duele.
El sistema educativo tiene entre sus finalidades proporcionar a los niños y jóvenes
una formación que favorezca todos los aspectos de su desarrollo, y que no puede
considerarse completa y de calidad si no incluye la conformación de un conjunto
de valores que no siempre se adquieren de manera espontánea.
La evolución reciente de los problemas básicos de convivencia ha ido generando
la necesidad de que los ciudadanos adopten principios y desarrollen hábitos en
ámbitos, hasta hace poco, ajenos a los contenidos escolares. Incursionar en el
campo de la Educación y Los Valores supone encarar conflictos teóricos y
prácticos que han preocupado a filósofos, pedagogos y psicólogos de todos los
tiempos.
El problema de los contenidos de la enseñanza es, sin duda, uno de ellos. Pero no
es un problema que pueda plantearse aislado, al margen de debates respecto de
la intencionalidad de la educación, de las utopías que se persiguen con su práctica
o de las creencias y saberes que se vinculan con la manera de entender la
adquisición del conocimiento y el desarrollo de las habilidades.
A pesar de que la familia se considera la primera responsable de la enseñanza de
valores y normas en la sociedad, el centro escolar y en especial el grupo clase es
uno de los núcleos de integración de valores. La interacción de los alumnos entre
si y la relación profesor alumnos favorece la creación de valores y normas de
grupo.
La integración de valores relacionadas con la formación y la educación es
sumamente importante dado que el grupo-clase es uno de los fundamentos del
grupo escolar donde se inician, estabilizan y modifican los valores de los alumnos.
El profesor es un elemento activador importante para incidir en la enseñanza
aprendizaje de valores y normas.
Todas las personas y en especial las que se sienten inseguras en los principios
que iluminan o justifican su actuación necesitan y buscan un punto de referencia
para aclarar sus dudas. Si el alumno está bien integrado en la familia, ésta puede
realizar funciones de referencia y de comparación, pero de ningún modo suele ser
suficiente: la necesidad de socialización y la tolerancia del grupo entre iguales,
difícilmente podrá suplirlas la familia u otro grupo de adultos.
Para el ser humano siempre han existido cosas valiosas: el bien, la verdad, la
belleza, la felicidad, la virtud. Sin embargo, el criterio para darles valor ha variado
a través de los tiempos. Se puede valorar de acuerdo con criterios estéticos,
esquemas sociales, costumbres, principios éticos o, en otros términos, por el
costo, la utilidad, el bienestar, el placer, el prestigio.
Es precisamente el significado social que se atribuye a los valores uno de los
factores que influye para diferenciar los valores tradicionales, aquellos que guiaron
a la sociedad en el pasado, generalmente referidos a costumbres culturales o
principios religiosos, y los valores modernos, los que comparten las personas de la
sociedad actual.
Los valores son la columna vertebral de una convivencia sana entre seres
humanos. Pero esa columna vertebral se construye con nuestros valores
individuales, con nuestros valores familiares, incluso con nuestros valores
regionales y nacionales, pero todo comienza con la persona.
Solamente podemos esperar un cambio real en nuestras sociedades si con
seriedad nos preguntamos ¿Cómo andan mis propios valores?, ¿Soy confiable?,
¿Soy leal?, ¿Soy generoso?, pero no sólo eso, también debemos hacer un
ejercicio y cuestionarnos ¿Cómo afectamos a los demás cuando no vivimos con
valores?
Todo hombre, para ser bueno, o para mantenerse en el bien, necesita ayuda para
hacer rendir esos talentos latentes que encierra. Es cierto que al final es siempre
la propia libertad quien tiene la última palabra, pero sería bastante ingenuo
minusvalorar la influencia enorme que tiene la formación.
Por eso, educar bien a los hijos en la familia, a los alumnos en la escuela o la
universidad, o cualquier otra tarea relacionada con la formación de las nuevas
generaciones debería considerarse como uno de los empeños de más
trascendencia y responsabilidad en cualquier sociedad que realmente piense en
su futuro.
3.3.- La crisis de los valores
En la actualidad, la importancia del problema de los valores es innegable; la crisis
del hombre actual es una crisis de valores que requiere un examen crítico, a
fondo, de su naturaleza, sentido, fundamento y jerarquía. Al estar los valores
dentro de uno mismo, cada persona posee diversos valores y puntos de vista
sobre la realidad.
Estamos enfrentando una sociedad resquebrajada por la corrupción y ambiciones
egoístas desmedidas, esto demanda urgentemente a los formadores de jóvenes a
adquirir un compromiso total con una educación integral que contemple a los
individuos en todas sus facetas.
Al diferir los valores de una a los de otra, surgen fricciones que pueden convertirse
en problemas de índole tanto social como ética, repercutiendo en los diferentes
ámbitos de la sociedad: económico, político, social y cultural.
Aunque nos enseñen que la honestidad es un comportamiento ideal deseable (y
todos lo aceptamos como algo cierto), la interpretación y el sentido que le damos
en la práctica suele variar de una persona a otra.
Estas diferencias se traducen en actitudes e incoherencias muy concretas. Por
ejemplo, ser honesto, entre otras cosas, significa cumplir con todos los deberes
dentro de una organización, pero no es común que se asocie la impuntualidad
injustificada con la deshonestidad.
En las organizaciones existe la tendencia a dar por sentado que todos sus
integrantes conocen el significado de un valor, pero su definición general no es
suficiente para que todos respondamos de la misma manera frente a situaciones
con características particulares. Por ejemplo, hay un consenso generalizado sobre
los beneficios de trabajar en equipo. Es un valor implícito en la naturaleza de una
organización. Sin embargo, al mismo tiempo, es uno de los comportamientos
sobre el que existe más polémica.
El trabajo en equipo no es algo que sucede automáticamente por el hecho de
estar todos en un mismo lugar. Poner en práctica de manera armoniosa este valor
requiere de un esfuerzo y un coraje individual muy especial. Por tal razón, los
grandes equipos trabajan y entrenan mucho para llega a ser así.
El sentimiento de “crisis de valores” nos aborda cuando con frecuencia vemos a
los integrantes de nuestro equipo no poner en práctica los principios
organizacionales que se supone conocen, o exhiben comportamientos contrarios a
los mismos. Al sentir que no remamos en la misma dirección se produce mucha
tensión en la organización o comunidad. Es lógico que así sea, porque todo nos
cuesta más: ponernos de acuerdo, actuar de manera coordinada y lograr los
objetivos que nos planteamos.
Se ha vuelto un lugar común dentro de las empresas hablar de valores como la
excelencia, el liderazgo o la innovación. Pero en la mayoría de los casos son sólo
palabras o intenciones generales. Los miembros de esas organizaciones no
cuentan con suficiente orientación para comprender lo que esos conceptos
significan frente a sus retos cotidianos.
Promover la excelencia se puede convertir en algo difícil en organizaciones con
jefes arbitrarios, y la innovación no es fácil de asumir si con frecuencia se
interponen argumentos tales como “¿para qué cambiar si siempre lo hemos hecho
así y aún funciona?” Los ejemplos anteriores son apenas algunas de las
contradicciones que originan la sensación de crisis de valores. Cuando la teoría y
la práctica se contraponen generan tensión, insatisfacción y crisis. En otras
palabras, no es fácil promover valores si en la cotidianidad prevalecen otros
principios o “anti-valores”.
La crisis de valores que vivimos en nuestros días se manifiesta en todos los
aspectos de la vida humana: en el modo de hablar, de relacionarse con los demás,
en la forma en que se quiere acumular todo, ya sean posesiones materiales,
información o hasta gente, y también en el ambiente laboral. Sin embargo, el ser
humano entre más tiene, más vacío se siente, ya que el consumismo exagerado lo
aleja de los valores y principios que son la base de su existencia.
BIBLIOGRAFIA

Etxeberria, X. (2002) Temas básicos de ética. 4ª Edición. Sevilla: Publidisa


Prats, E., Buxarrais, M.R. y Tey, A. (2004) Ética de la información. Barcelona:
UOC
Comisión Nacional de Bioética (2014) ¿Qué es Bioética? Recuperado de:
http://www.conbioetica-mexico.salud.gob.mx/interior/queeslabioetica.html
El valor de los valores (s/f) Crisis de valores. Recuperado de:
http://elvalordelosvalores.com/crisis-de-valores/
Tema 4:
La ética y la interacción
profesional.
4.1.- La vocación
La vocación (del latín: vocāre; llamar) es el deseo de emprender una carrera,
profesión o cualquier otra actividad cuando todavía no se han adquirido todas las
aptitudes o conocimientos necesarios.
 Los Gustos nos reconfortan y nos dan placer.
 Los Intereses nos producen curiosidad y nos llaman la atención, nos motivan,
nos provocan.
 Las Habilidades son: facilidad, ocurrencia, intuición, imaginación, confianza y
autonomía.
 La Personalidad es nuestra forma de sentir y de actuar en el medio que nos
rodea.
La Vocación apunta hacia los sueños, los anhelos del alma en relación con la vida,
con nuestra vida como existencia válida y trascendente. Está radicada en nuestros
valores.
“Hay que buscar en nuestra alma lo que queremos decir..."
Esto entra en concordancia con alguno(s) de nuestros gustos, intereses, aptitudes
o algunos factores de nuestra personalidad.
En la vocación está la curiosidad y el placer por la realización de la tarea misma y
no sólo por sus logros (gusto); se te ocurren cosas nuevas o puntos de vista
diferentes a los ya existentes en esto, te animas a especular, a hacer hipótesis,
sientes una seguridad intuitiva que de alguna manera saldrás adelante con esto y
quisieras hacerlo a tu manera (aptitud).
Sientes que esto es muy necesario para los demás o para la vida (entrega). En
ello hay inspiración y entrega, nos da satisfacción y sentido de vida. Inclínate por
los intereses que valoras más y te sientes satisfecho de realizar, por los que están
relacionados con tus sueños.
Cómo se expresa la Vocación en la vida adulta.
La vocación permite dar respuesta a las interrogantes profundas que guarda
relación con el sentido de la existencia. Es un llamado o una demanda interna
relacionada íntimamente con tu propia identidad o forma de ser. Es entrar en
sintonía con la vida universal.
Es lo que entrega sentido a la vida, dando la sensación de estar cumpliendo con
ella y que no es en vano. Lo que no se produce con un objetivo transitorio. Es la
máxima retribución obtenida por alguna actividad. Todas las actividades humanas
responden a una vocación. Y no, como generalmente se piensa, que se expresa
sólo en carreras de servicio, sacerdotales o médicas, ya que independiente de
cuál sea ésta, el sentir es el mismo.
Es una motivación permanente, al contrario de lo que son determinadas
necesidades que al ser satisfechas, la motivación por ellas termina allí o ya no es
la misma. Por ejemplo: salir de la pobreza, tener casa propia, sacar una carrera
profesional, etc. Son motivos válidos pero transitorios, que una vez satisfechos se
va en busca de otra motivación.
Es lo que termina siendo una pasión y una misión en la vida y nos hace sentir
parte de la vida universal.

4.2.- El ser y el deber


La gran diferencia entre el Ser y el Deber Ser, radica en los valores morales y
éticos que tengan en sus adentros los individuos de una sociedad, solo aquellos
individuos que tengan claro cuáles son los valores morales y éticos que deben
regir su vida dentro de la sociedad, serán capaces de llevar adelante una vida
enmarcada dentro de lo que en filosofía se le ha dado por llamar, “el Deber Ser”.
Por otro lado, aquellos individuos que no posean unos fuertes y arraigados valores
morales y éticos o los que posean, nada tengan que ver con la sociedad en la que
conviven, serán aquellos individuos que primen al Ser, es decir, al individualismo
ante todo, el progreso individual a costa de lo que sea, sin importar en la mayoría
de los casos, ni el más mínimo valor moral o ético, en pocas palabras, cuando un
individuo es capaz de primar su individualismo o su Ser, por encima del bien
común o el Deber Ser, estará aplicando la máxima universal achacada a
Maquiavelo, de que “el fin justifica los medios”.
Analicemos un poco el significado del Ser, este es el concepto que engloba por
completo al ser humano, al individuo racional, e irracional, engloba de manera total
todas sus habilidades, todos sus conocimientos, todos sus logros y todas sus
bases morales, éticas, afectivas, es decir, es el concepto total y amplio del
individuo.
Gracias al Ser la filosofía logra explicar el comportamiento, tanto racional, como
irracional del individuo, su accionar individual, su forma de actuar, los logros que
consigue y como los consigue y es de esta actuación individual dentro de la
sociedad, de su interacción con los otros individuos de la sociedad, donde entra el
Deber Ser.
El Deber Ser son las series de normas que están escritas o no, por las cuales
todos los individuos que formen parte de un colectivo o sociedad deben actuar,
son los parámetros por los cuales un individuo puede determinar, cuáles de sus
actos son correctos y aceptados dentro de su sociedad y cuáles de estos actos no
son aceptados dentro de esa misma sociedad.
Es bueno acotar en este punto, que el Deber Ser poco tiene que ver con las
“Leyes” que conocemos en la actualidad, es decir, las leyes que han regido a las
actuales sociedades capitalistas, estas son normas escritas, explicitas, que deben
regir la actuación de una persona dentro de un colectivo social, so pena de castigo
ante una trasgresión.
De lo anterior inferimos que el Ser es individualismo, es en un concepto más
ampliado de sociedad, el Capitalismo, ya que en estas sociedades se prima el
éxito individual por sobre todas las cosas, si bien es cierto, que este éxito debe
realizarse dentro del marco legal vigente para su país, no es menos cierto, que
poco o nada importa los valores éticos y morales para este éxito.
Así mismo podemos definir el Deber Ser, es la base de una sociedad, donde el
bien común prime ante el bien individual, una sociedad donde el éxito individual se
logra solo sobre la base del éxito colectivo y en la justa medida, de las
posibilidades del individuo, en pocas palabras, el Deber Ser es lo mismo que
Socialismo.

4.3.- Libertad, responsabilidad y compromiso.


Estos tres términos tienen una gran importancia, ya que cada tema conlleva al
otro.
Libertad: es la capacidad del ser humano para obrar según su propia voluntad a
lo largo de su vida, por lo cual esto lo hace ser responsable de sus actos.
Responsabilidad: en la tradición kantiana (Inmanuel Kant), la responsabilidad es
la virtud individual de concebir libre y conscientemente los máximos actos posibles
universales de nuestra conducta.
La aplicación de la ética en dilemas de negocios llevará entonces a la cúspide la
polémica de si se atiende la responsabilidad individual o se reevalúa dicha
responsabilidad a favor de convertirla o transformarla en una responsabilidad
social hacia adentro o afuera de las mismas empresas.
Compromiso Moral: es el que prima en quienes pertenecen a un entorno, una
familia, un grupo, porque sienten un nivel de identificación entre sus valores y los
valores sustentados por este.
Relación entre: Libertad, responsabilidad y compromiso

 Libertad con responsabilidad.

 El actuar o no, individual o colectivamente, conlleva responsabilidades


porque no estamos solos. Las personas y las comunidades tienen derecho
y obligaciones.
 En nombre de la libertad no se puede desconocer y el derecho de los
demás, porque sería privarlos o limitarle su libertad.
 La libertad no puede entrar en conflicto consigo misma.
 Libertad sin responsabilidad es libertinaje.
 Libertad y compromiso

 Si hay algún compromiso para ejercer la libertad, es el de no vulnerar los


derechos de los demás.
 La sociedad lo regula mediante las leyes y demás normas. Pero también
surge la pregunta: ¿hasta qué punto esas leyes o normas no limitan nuestra
libertad? Y ¿si realmente se cumplen las leyes?

4.4.- La ética profesional en el ejercicio de la profesión


La conciencia profesional es individual e intransferible y se regula a través de
códigos de conducta o deontológicos que son elaborados por las organizaciones
profesionales por ser estas las mejores conocedoras de los sujetos de cuya
conciencia profesional se trata.
La ética profesional o de negocios son los códigos o normas de conducta, que son
establecidos por la gente en una determinada línea de trabajo. Un código de ética
profesional es una parte importante de las expectativas de las personas que
participan en diversos tipos de profesiones; por eso, la organización establece
comportamientos esperados en forma de código de ética profesional, y los
profesionales se unen y trabajan por la defensa de una buena reputación.
La ética profesional se basa en dos componentes principales que son la
honestidad y el respeto. Por eso esencial para todos los empleados poder
caracterizar a un negocio de manera ética, porque como parte de la empresa es
su responsabilidad el mantener la buena reputación de la misma.
Es esencial comprender que las políticas de negocio son los aspectos importantes
de las normas ideales para la forma de hacer negocios. También es necesario
señalar que las personas en todas las profesiones deben ser honestos y
respetuosos en sus relaciones personales también.
Uno de los principios deontológicos fundamentales que, no en vano, cobra
especial protagonismo hoy día es el de "obrar según ciencia y conciencia".
Es que obrar según ciencia, o lo que es lo mismo, realizar un correcto desempeño
de una profesión en base a la adquisición de unos conocimientos adecuados,
consolidados y actualizados constantemente, supone una condición estrictamente
necesaria para ejercer como profesional competente.
No obstante, dicha condición no es suficiente para garantizar la plena adecuación
del profesional a las exigencias sociales actuales. Es por ello por lo que la
conciencia profesional resulta imprescindible en este contexto. Por estas razones
la conciencia profesional representa una dimensión esencial de la conciencia
ética, a la que añade la responsabilidad que cada persona tiene.
Se manifiesta en un comportamiento socialmente responsable acerca de los
deberes específicos de una profesión después de haber interiorizado, asumido y
personalizado un código de valores referentes a dicha profesión, para después
analizar, aplicar y resolver problemas específicos de la profesión con la mejor
competencia y rectitud posibles y socialmente exigibles.
De esta manera, se puede hablar de cuatro niveles de la conciencia profesional:
1.- La conciencia profesional es intransferible e individual, nadie es responsable
por ninguna otra persona.
2.- El nivel de los deberes específicos, aprendidos, asumidos y personalizados por
socialización ética. Cada persona tiene que haberse socializado en el código
deontológico de su profesión.
3.- El nivel de madurez y equilibrio psíquico. Para que la conciencia profesional
pueda funcionar hay que gozar de un grado de madurez mínimo.
4.- La aptitud profesional para el ejercicio digno de una profesión.
Así la conciencia profesional nos permite que la profesión pueda llegar a ser una
capacidad cualificada para el bien común, con peculiares posibilidades
económico-sociales, puesto que el profesional no tendría el carácter de tal por el
mero hecho de recibir un título profesional que lo certifica o le da la calidad y
cualidad de profesional, toda vez que ningún individuo es profesional por el mero
título en sí, pues es sabido que el título lo único que expresa es su calidad de ser
ya un profesional, más el título en sí mismo no otorga al profesional las cualidades
éticas para serlo, el título profesional lo que importa o debería importar realmente
son las cualidades éticas de la persona del profesional, como la idoneidad o
aptitud que le da un nuevo perfil a su personalidad. El ser profesionales dignos
representa la excelencia, gravedad, decoro que tiene la persona y el respeto
consigo mismo y para con la sociedad.

4.5.- La ética profesional en la docencia.


Es necesario, antes de tratar la ética profesional en la educación, precisar
brevemente dos conceptos como lo son pedagogía y docencia.
La docencia es aquella actividad que realiza un individuo que se dedica a enseñar
o que realiza acciones referentes a la enseñanza. La palabra deriva del término
latino docens, que a su vez procede de docere, "enseñar". En el lenguaje
cotidiano, el concepto suele utilizarse como sinónimo de profesor o maestro,
aunque su significado no es exactamente igual.
El docente o profesor es la persona que imparte conocimientos enmarcados en
una determinada ciencia o arte. Sin embargo, el maestro es aquel al que se le
reconoce una habilidad extraordinaria en la materia que instruye. De esta forma,
un docente puede no ser un maestro (y viceversa). Más allá de esta distinción,
todos deben poseer habilidades pedagógicas para convertirse en agentes
efectivos del proceso de aprendizaje.
El docente, en definitiva, reconoce que la enseñanza es su dedicación y profesión
fundamental. Por lo tanto, sus habilidades consisten en enseñar de la mejor forma
posible a quien asume el rol de educando, más allá de la edad o condición que
éste posea.
La pedagogía tiene su origen en el griego antiguo paidagogós. Este término
estaba compuesto por paidos ("niño") y gogía ("conducir" o "llevar"). Por lo tanto,
el concepto hacía referencia al esclavo que llevaba a los niños a la escuela.
En la actualidad, la pedagogía es el conjunto de los saberes que están orientados
hacia la educación, entendida como un fenómeno que pertenece intrínsecamente
a la especie humana y que se desarrolla de manera social. La pedagogía, por lo
tanto, es una ciencia aplicada con características psicosociales que tiene la
educación como principal interés de estudio.
Es importante distinguir entre la pedagogía como la ciencia que estudia la
educación y la didáctica como la disciplina o el grupo de técnicas que favorecen el
aprendizaje. Así puede decirse que la didáctica es apenas una disciplina que
forma parte de una dimensión más amplia como la pedagogía.
La pedagogía también ha sido vinculada con la andragogía, que es la disciplina de
la educación que se dedica de formar al ser humano de manera permanente, en
todas las etapas de desarrollo de acuerdo a sus vivencias sociales y culturales.
Así ya entendidos los principios de docencia y pedagogía, y según nos ilustran sus
ideas centrales, podemos decir, que el profesional de la educación no solo tiene
por función transmitir y crear conocimiento, pues su labor educadora debe ir más
allá, debiendo estar orientada hacia la responsabilidad ineludible de la formación
moral y ética del alumnado.
Consciente de su labor, el docente debe avanzar con la firme convicción de formar
"personas" que comulguen con el respeto por la coexistencia con otros y ser uno
mismo en valores y principios, asumiendo así la educación como una tarea cívica
ciudadana y una alfabetización ética de la sociedad.
En ese contexto el docente debe aprender a comprometerse con los valores
asumidos por todos, aprender a ser coherente con lo que piensa, dice y hace,
pudiendo así asumirse como sujeto libre individual pero con un rol ético-social
indiscutible.
La socialización es la clave en la enseñanza para una formación ética de sus
alumnos.
Así serán desafíos éticos para la profesión docente, entre otros:
1.- El deber de que todo acto de enseñanza sea por principio intrínsecamente un
acto ético, por lo cual cada acto y/o discurso del docente debe ser en función del
bien común de sus alumnos.
2.- El deber de no caer en faltas éticas, como por ejemplo suspender su actividad
o abstenerse de ella utilizando determinadas justificaciones que entren en conflicto
con las normas éticas y morales de las cuales debe ser el crisol para sus alumnos.
3.- El deber de constante perfeccionamiento en sus conocimientos, lo cual importa
un respeto ético hacia su formación y perfeccionamiento, como así mismo un
respeto hacia sus alumnos. Capacidad investigativa.
4.- El deber de consolidar un modo de ser, su ethos, configurado por virtudes
profesionales, esto es, capacidades que destaquen su profesionalidad.
5.- El deber de formarse y perfeccionarse en el conocimiento y no en la
información puesto que información no es sinónimo de conocimiento, lo cual
marca la gran diferencia entre la verdadera acción docente intencionalmente
educativa y la mera entrega de datos.
6.- El deber de alcanzar los grandes objetivos de aprender a conocer y aprender a
aprender, lo cual sólo puede ser alcanzado en un marco ético con el concurso de
la voluntad y los afectos individuales y comunitarios.
7.- El deber de no ser solamente un profesional que maneja su disciplina, sino
también el "sabio" que conoce como obrar, en la ciencia y en la vida.
8.- El deber de encarnar una ética facilitadora del encuentro entre iguales,
congruente con la exigencia de ampliar los horizontes de respeto a todos y cada
uno de los seres humanos.
9.- El deber ser de formar hombres y mujeres libres capaces de autonomía moral.
10.- El deber de estar consciente de que la docencia como profesión se única en
un contexto social, institucional, grupal e individual, de ahí su deber moral de no
poder desconocer las relaciones y determinaciones en ninguno de estos niveles,
pues no todos los obstáculos a los que se enfrenta el docente en el salón de
clases se originan ahí solamente, sino que son reflejo de un problema social más
amplio que repercute en la sociedad misma.
Lineamientos éticos de la profesión docente.
Herbert Spencer (1820-1903), naturalista, filósofo, psicólogo, antropólogo y
sociólogo británico. Uno de los más ilustres positivistas de su país. Ingeniero civil y
de formación autodidacta, se interesó tanto por la ciencia como por las letras.
Spencer dejó escrito un libro sobre el Origen de las profesiones en clave
evolucionista. En él se presenta el nacimiento delas diferentes profesiones como
un paso evolutivo en el crecimiento de la vida.
"El profesor, tanto por la instrucción que suministra como por la disciplina que
impone, hace a sus alumnos capaces de adaptarse a cualquier ocupación de un
modo más efectivo y obtener provechos para su subsistencia y aumenta la vida".
En tal sentido podemos decir que existen tres principios fundamentales en la
contribución docente al desarrollo y perfeccionamiento de la ética en la educación:
1.- El principio de beneficencia: decía Platón que ningún "arte" se ejerce para el
bien del que lo ejerce.
Un profesional ético es aquél que hace el bien en su profesión haciendo bien su
profesión. No hay nada más moralizador que cada cual haga bien lo que tiene que
hacer, lleve a cabo cada actividad procurando realizar el bien al que esa actividad
está intrínsecamente orientada.
El ejercicio éticamente responsable de la función docente lleva consigo al menos
estos deberes y responsabilidades: ante todo enseñar, entendiéndola enseñanza
como ayudar a aprender. Enseñar presupone saber, haber aprendido lo que
enseña y estar al día en la materia que enseña, de la que es profesor.
2.- El principio de autonomía: este principio en el ámbito de la docencia se
articula mediante un diálogo y colaboración entre el profesor y los alumnos en
beneficio de una mejora de la calidad docente y discente, tendiente a suprimir o a
aminorar la desigualdad del punto de partida. Hay que estar dispuestos a fomentar
toda la igualdad que sea realmente posible, asumiendo con el mismo realismo las
desigualdades que hoy por hoy sean inevitables en orden a que mañana no lo
sean.
3.- El principio de justicia: según éste principio, los primeros deberes de justicia
consisten en que cada uno cumpla con "su deber", es decir, con lo que se le ha
encomendado, lo que se espera que haga al encomendarle el puesto o cargo de
profesor en donde ejercerá la docencia, sin extralimitarse. En este ámbito hay que
situar tanto las obligaciones y derechos de todas las partes que intervienen en el
proceso de formación.
Así hablamos de equidad e igualdad, en el sentido de que su propósito principal es
eliminar toda forma de discriminación entre hombres y mujeres y lograr la igualdad
en derechos, oportunidades, responsabilidad, acceso a la educación, participación
social y ciudadanía. Por todo ello, no basta con enseñar bien (principio de
beneficencia) y respetar a las personas (principio de autonomía); hay que trabajar
desde todas partes, desde todas las profesiones, muy especialmente desde las
aulas, en favor de la justicia.

BIBLIOGRAFÍA
Etxeberria, X. (2002) Temas básicos de ética. 4ª Edición. Sevilla: Publidisa
Prats, E., Buxarrais, M.R. y Tey, A. (2004) Ética de la información. Barcelona:
UOC
Monografías (s/f) La ética profesional en el ámbito de la profesión docente.
Recuperado de: http://www.monografias.com/trabajos99/etica-profesional-ambito-
profesion-docente/etica-profesional-ambito-profesion-docente2.shtml

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