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CONGRESO NACIONAL

Universidad de Concepción
C. Maturana T. 2023

Esta materia se encuentra regulada en el Capítulo V de la Constitución, artículos 46 a 75.


Eel Congreso no es el legislador, sino uno de los colegisladores, concurriendo con el
Presidente de la República a la formación de la ley, artículos 32 Nº 1 y 46.

Siguiendo una tradición constitucional iniciada en 1822, la Carta consagra un Congreso


Nacional Bicameral estructurado en dos cámaras, la Cámara de Diputados y el Senado.

Esta estructura bicameral supone como ventaja, en teoría al menos, una mejor discusión de
los proyectos de ley, al ser analizados en dos instancias distintas; y como contrapartida
tiene la desventaja de demandar un mayor tiempo en el proceso legislativo.

I. Composición de la Cámara de Diputados.

La Cámara de Diputados está integrada por miembros, “elegidos en votación directa por
distritos electorales”. Agregándose “La ley orgánica constitucional respectiva determinará
el número de diputados, los distritos electorales y la forma de su elección” (art. 47 CPR)1.

La ley a que se refiere la Constitución es la Nº 18.700, Orgánica Constitucional sobre


Votaciones Populares y Escrutinios, que en su art. 187 dispone la existencia de 28 distritos,
º a partir de los territorios de las distintas comunas en que se divide el país. Por cada distrito
se eligen entre 3 y 8 diputados. La Cámara tiene, en total, 155 diputados.

La Cámara de Diputados se renueva en su totalidad cada 4 años, y los diputados pueden ser
reelegidos indefinidamente.

Requisitos para ser diputado.

Para ser elegido diputado se requiere cumplir los siguientes requisitos, también
denominados condiciones generales de elegibilidad:

1
El art. 47 fue reformado por la ley N° 20.725, de 15 de febrero de 2014, que además modificó la disposición
transitoria decimotercera, la cual pasó a disponer, en su inciso segundo, lo siguiente: “Las modificaciones a la
Ley Orgánica Constitucional sobre Votaciones Populares y Escrutinios que digan relación con el número de
senadores y diputados, las circunscripciones y distritos existentes, y el sistema electoral vigente, requerirán
del voto conforme de las tres quintas partes de los diputados y senadores en ejercicio”.

1
a) Ser ciudadano con derecho a sufragio. En consecuencia, se exige ser chileno; no haber
sido condenado a pena aflictiva o por delito que la ley califique como conducta terrorista;
ni encontrarse afecto a alguna de las causales de suspensión del derecho de sufragio.

Además, debemos recordar lo señalado en el artículo 13, inciso tercero, de la CPR, en el


sentido que respecto de los chilenos por jus sanguinis y los nacionalizados por ley, el
ejercicio de los derechos que les confiere la ciudadanía está sujeto a que hubieren estado
avecindados en Chile por más de un año; y lo dispuesto en el artículo 14, al señalarse que
los nacionalizados por carta “tendrán opción a cargos públicos de elección popular solo
después de cinco años de estar en posesión de sus cartas de nacionalización”.

b) Tener cumplidos veintiún años de edad. Es una edad mínima, dado que el constituyente
no consideró la fijación de una edad máxima para el desempeño de las funciones
parlamentarias.

c) Haber cursado la enseñanza media o equivalente. Se trata de un requisito de escolaridad


de escasa significación práctica, tanto por la obligación que existe de cursar la enseñanza
media, lo que supone, hoy en día, que la mayor parte de la población debería satisfacerlo,
como por el escaso nivel de preparación para labores complejas, como la legislativa, que el
mencionado nivel educativo proporciona.

d) Tener residencia en la región a que pertenezca el distrito electoral correspondiente


durante un plazo no inferior a dos años, contado hacia atrás desde el día de la elección. La
exigencia se refiere a la residencia en la región, no específicamente en el distrito.

En el texto original, este requisito era común para diputados y senadores, pero la reforma
de la ley Nº 20.050 lo eliminó respecto de estos últimos.

La finalidad de esta exigencia es que exista una real conexión y un verdadero conocimiento
de la zona por parte de los candidatos que aspiran a representarla, lo cual no necesariamente
se cumple atendida la amplitud de circunstancias que se han admitido, por parte del
Servicio Electoral y del Tribunal Calificador de Elecciones, para configurar residencia.

Como complemento de lo exigido, en el art. 51 se establece que “se entenderá que los
diputados tienen, por el solo ministerio de la ley, su residencia en la región correspondiente,
mientras se encuentren en ejercicio de su cargo”.

Se trata, así, de una presunción de derecho que favorece al diputado en ejercicio, lo cual no
impide, por cierto, que en una nueva elección puedan postular por un distrito distinto,
acreditando la residencia en la región a la que este último pertenezca.

II. Composición del Senado.

El Senado se integra por miembros elegidos en votación directa por circunscripciones


senatoriales, en consideración a las regiones del país. Para estos efectos, cada región
constituirá, a lo menos, una circunscripción (art. 49, inciso primero, CPR).
2
La Carta, como se aprecia, no fija el número de senadores ni el de las circunscripciones
senatoriales, dejando estas materias entregadas a la ley orgánica respectiva, expresión que,
actualmente, está referida a la ley Nº 18.700, ya citada. No obstante, debe haber, como
mínimo, una circunscripción senatorial por región.

En el texto primitivo de la Carta habían tres tipos de senadores: los ex Presidentes de la


República, con carácter vitalicio; los llamados senadores designados o institucionales; y los
senadores elegidos por sufragio universal, que primero eran 26, elegidos en razón de dos
por cada región, y luego 38, al dividirse 6 regiones en dos circunscripciones senatoriales
cada una2.

Con la reforma de la ley Nº 20.050 se eliminaron tanto los senadores vitalicios como los
designados, quedando el Senado compuesto íntegramente por representantes elegidos.

2
El art. 45, después de la reforma de la ley Nº 18.825, disponía que “El Senado se compone de miembros
elegidos en votación directa por circunscripciones senatoriales, en consideración a las trece regiones del país.
Cada región constituirá una circunscripción, excepto seis de ellas que serán divididas, cada una, en dos
circunscripciones por la ley orgánica constitucional respectiva. A cada circunscripción corresponde elegir dos
senadores.
Los senadores elegidos por votación directa durarán ocho años en su cargo y se renovarán alternadamente
cada cuatro años, correspondiendo hacerlo en un período a los representantes de las regiones de número impar
y en el siguiente a los de las regiones de número par y la Región Metropolitana. El Senado estará integrado
también por:
a) Los ex Presidentes de la República que hayan desempeñado el cargo durante seis años en forma continua,
salvo que hubiese tenido lugar lo previsto en el inciso tercero del número 1 del artículo 49 de esta
Constitución. Estos senadores lo serán por derecho propio y con carácter vitalicio, sin perjuicio de que les
sean aplicables las incompatibilidades, incapacidades y causales de cesación en el cargo contempladas en los
artículos 55, 56 y 57 de esta Constitución;
b) Dos ex Ministros de la Corte Suprema, elegidos por ésta en votaciones sucesivas, que hayan desempeñado
el cargo a lo menos por dos años continuos;
c) Un ex Contralor General de la República, que haya desempeñado el cargo a lo menos por dos años
continuos, elegido también por la Corte Suprema;
d) Un ex Comandante en Jefe del Ejército, uno de la Armada, otro de la Fuerza Aérea, y un ex General
Director de Carabineros que hayan desempeñado el cargo a lo menos por dos años, elegidos por el Consejo de
Seguridad Nacional;
e) Un ex Rector de universidad estatal o reconocida por el Estado, que haya desempeñado el cargo por un
período no inferior a dos años continuos, designado por el Presidente de la República, y
f) Un ex Ministro de Estado, que haya ejercido el cargo por más de dos años continuos, en períodos
presidenciales anteriores a aquel en el cual se realiza el nombramiento, designado también por el Presidente
de la República.
Los senadores a que se refieren las letras b), c), d), e) y f) de este artículo durarán en sus cargos ocho años. Si
solo existieren tres o menos personas que reúnan las calidades y requisitos exigidos por las letras b) a f) de
este artículo, la designación correspondiente podrá recaer en ciudadanos que hayan desempeñado otras
funciones relevantes en los organismos, instituciones o servicios mencionados en cada una de las citadas
letras.
La designación de estos senadores se efectuará cada ocho años dentro de los quince días siguientes a la
elección de senadores que corresponda.
No podrán ser designados senadores quienes hubieren sido destituidos por el Senado conforme al artículo 49
de esta Constitución”.
3
Actualmente, el art. 190 de la ley N° 18.700, Orgánica Constitucional sobre Votaciones
Populares y Escrutinios, contempla 16 circunscripciones senatoriales, una por región, que
eligen entre 2 y 5 senadores cada una, con un total de 50 senadores.

Requisitos para ser senador.

Según el artículo 50, para ser elegido senador se requiere:

a) Ser ciudadano con derecho a sufragio.

b) Haber cursado la enseñanza media o equivalente.

c) Tener cumplidos treinta y cinco años de edad el día de la elección. La edad es la misma
que la exigida para ser elegido Presidente de la República, y tampoco se establece una edad
máxima.

A diferencia de los diputados, los senadores duran ocho años en sus cargos y se renuevan
alternadamente cada cuatro años, en la forma que determine la ley orgánica constitucional
respectiva.

Los senadores también pueden ser reelegidos indefinidamente.

III. Sistema electoral para diputados y senadores.

A diferencia de la Constitución de 1925, que ordenaba emplear un sistema proporcional, la


Carta actual nada dice sobre el particular, dejando al legislador orgánico la definición del
sistema electoral aplicable a las elecciones de diputados y senadores.

El artículo 47 de la CPR dispone que “La Cámara de Diputados está integrada por
miembros elegidos en votación directa por distritos electorales. La ley orgánica
constitucional respectiva determinará el número de diputados, los distritos electorales y la
forma de su elección”. Agregando que “La Cámara de Diputados se renovará en su
totalidad cada cuatro años”.

Por su parte, la CPR el artículo 49 establece que “El Senado se compone de miembros
elegidos en votación directa por circunscripciones senatoriales, en consideración a las
regiones del país, cada una de las cuales constituirá, a lo menos, una circunscripción. La ley
orgánica constitucional respectiva determinará el número de Senadores, las
circunscripciones senatoriales y la forma de su elección”.

De este modo, el único elemento fijado por el texto constitucional es que cada región
constituirá, a lo menos, una circunscripción senatorial.

4
Ahora bien, la ley N° 20.840 modificó la ley N° 18.700, estableciendo un nuevo sistema
electoral parlamentario, que vino a reemplazar el denominado sistema binominal3.

En lo esencial, este nuevo sistema electoral tiene los siguientes elementos:

1.- Número de diputados y senadores. La ley dispone que habrán 155 diputados y 50
senadores.

2.- Distritos y circunscripciones.

Para las elecciones de diputado se configuran 28 distritos, que eligen, como se dijo, entre 3
y 8 diputados cada uno4.

La distribución de los cargos, entre los distintos distritos, debe actualizarse cada 10 años
por el Consejo Directivo del Servicio Electoral, en proporción a la población, sin que
ningún distrito pueda elegir menos de 3 ni más de 8 diputados.

Para las elecciones senatoriales se configuran dieciséis circunscripciones, correspondiendo


cada una de ellas a una región, que eligen entre 2 y 5 senadores5.

3.- Sistema electoral propiamente tal.

3
Según este sistema se configuraban 60 distritos electorales, para la elección de diputados, y 19
circunscripciones senatoriales, para la elección de senadores, correspondiendo a cada distrito o
circunscripción elegir dos parlamentarios.
A partir de lo anterior, el sistema electoral contemplaba cuatro reglas para determinar la asignación de los
cargos parlamentarios:
1.- Se proclamaban elegidos Senadores o Diputados a los dos candidatos de una misma lista, cuando ésta
alcanzaba el mayor número de sufragios y tenía un total de votos que excedía el doble de los que alcanzaba la
lista o nómina que le seguía en número de sufragios.
En consecuencia, el primer factor que se consideraba eran los votos de la lista o nómina, y no el de las
preferencias personales de los candidatos.
2.- Si ninguna lista o nómina obtenía los dos cargos, elegía un cargo cada una de las listas o nóminas que
obtenían las dos más altas mayorías de votos totales de lista o nómina, proclamándose elegidos Senadores o
Diputados a aquellos candidatos que, dentro de cada lista o nómina, habían obtenido las más altas mayorías.
3.- Si el segundo cargo por llenar correspondía con igual derecho a dos o más listas o nóminas, se proclamaba
electo al candidato que tenía la mayor cantidad de preferencias individuales.
4.- En caso de empate entre candidatos de una misma lista o entre candidatos de distintas listas o nóminas,
que a su vez estuviesen empatadas, el Tribunal Calificador de Elecciones procedía, en audiencia pública, a
efectuar un sorteo entre ellos, y proclamaba electo al que salía favorecido.
Por la escasa probabilidad de empate, las dos últimas glas no tuvieron aplicación.
4
Ver art. 188 de la ley N° 18.700.
5
Ver art. 190 de la ley N° 18.700.
5
Según el artículo 121 de la ley N° 18.700, en las elecciones de diputados y senadores se
aplican las siguientes reglas:

1.- El Tribunal Calificador de Elecciones determinará las preferencias emitidas a favor de


cada lista y de cada uno de los candidatos que la integran.

2.- Se aplicará el sistema electoral de coeficiente D'Hondt, para lo cual se procederá de la


siguiente manera:

a) Los votos de cada lista se dividirán por uno, dos, tres y así sucesivamente hasta la
cantidad de cargos que corresponda elegir.

b) Los números que han resultado de estas divisiones se ordenarán en orden


decreciente hasta el número correspondiente a la cantidad de cargos que se eligen en cada
distrito electoral o circunscripción senatorial.

c) A cada lista o pacto electoral se le atribuirán tantos escaños como números tenga
en la escala descrita en la letra b).

3.- En el caso de las listas conformadas por un solo partido político, el Tribunal Calificador
de Elecciones proclamará electos a los candidatos que hayan obtenido las más altas
mayorías individuales de cada lista, de acuerdo al número de cargos que le correspondan a
cada una de ellas, luego de aplicar las reglas descritas precedentemente.

4.- En el caso de los pactos electorales, se aplicarán las siguientes reglas para determinar
cuántos escaños le corresponden a cada uno de ellos:

a) Una vez determinados los cargos correspondientes a cada lista, según las reglas
anteriores, se calculará el total de los votos de cada partido político o, en su caso, de la
suma de cada partido político y las candidaturas independientes asociadas a ese partido.

b) Se dividirá por uno, dos, tres y así sucesivamente, hasta la cantidad de cargos
asignados al pacto electoral.

c) A cada partido político o, en su caso, a cada partido y las candidaturas


independientes asociadas a éste, se le atribuirán tantos escaños como números tenga en la
escala descrita en la letra b) precedente.

d) El Tribunal Calificador de Elecciones proclamará elegidos a los candidatos que


hayan obtenido las más altas mayorías individuales de cada partido político o, en su caso,
de cada partido, considerando las candidaturas independientes asociadas éste dentro de un
pacto electoral, de acuerdo a los cupos obtenidos por cada uno de ellos.

5.- En caso de empate entre candidatos de una misma lista, o entre candidatos de distintas
listas que a su vez estén empatadas, el Tribunal Calificador de Elecciones procederá en

6
audiencia pública a efectuar un sorteo entre ellos, y proclamará elegido al que salga
favorecido.

6.- Número de candidatos. Dispone la nueva normativa que “En el caso de las declaraciones
de candidaturas para la elección de diputados y senadores, los partidos políticos o pactos
electorales podrán presentar en cada distrito o circunscripción un máximo de candidatos
equivalente al número inmediatamente superior al del número de parlamentarios que
corresponda elegir en el distrito o circunscripción de que se trate” (artículo 5).

7.- Cuotas. Para las elecciones de 2017, 2021, 2025 y 2029, se aplica lo que se denomina
una cuota de género, disponiéndose que “De la totalidad de declaraciones de candidaturas a
diputado o senador declaradas por los partidos políticos, hayan o no pactado, ni los
candidatos hombres ni las candidatas mujeres podrán superar el sesenta por ciento del total
respectivo. Este porcentaje será obligatorio y se calculará con independencia de la forma de
nominación de las candidaturas. La infracción de lo señalado precedentemente acarreará el
rechazo de todas las candidaturas declaradas a diputados o a senadores, según corresponda,
del partido que no haya cumplido con este requisito” (artículo 4).

8. Independientes. Lamentablemente, la reforma al sistema electoral mantiene un criterio


de discriminación con respecto a los candidatos independientes, al prescribir que “Las
declaraciones de candidaturas independientes solo podrán contener el nombre de un
candidato, cualquiera sea el número de cargos que se trate de proveer” (artículo 5).

9. Periodo de transición.

Para las elecciones parlamentarias del año 2017, se eligieron la totalidad de los 155 cargos
de diputado. Sin embargo, respecto del Senado solo se eligieron los cargos
correspondientes a las regiones de número impar. En las circunscripciones que
corresponden a las regiones pares y Metropolitana, los parlamentarios elegidos en 2013
seguirán en sus funciones hasta completar su período de ocho años. En las elecciones de
2021, estas circunscripciones elegirán al total de los senadores que les corresponde6.

Finalmente, debemos recordar que, a partir de la reforma de la ley Nº 20.414, de 2010, la


Constitución encomienda al legislador orgánico fijar un sistema de elecciones primarias
que podrá ser utilizado por los partidos para la nominación de candidatos a cargos de
elección popular. Actualmente, la ley N° 20.640 establece el sistema de elecciones

6
El art. 9 de la ley N° 21.074, de febrero de 2018, eliminó los números de identificación de las regiones y fijó
sus correspondientes denominaciones.
Según esta norma, las distintas regiones del país en que se divide el territorio nacional, para el gobierno y
administración interior del Estado, se denominarán de la siguiente forma:
Región de Arica y Parinacota; Región de Tarapacá; Región de Antofagasta; Región de Atacama; Región de
Coquimbo; Región de Valparaíso; Región Metropolitana de Santiago; Región del Libertador General
Bernardo O'Higgins; Región del Maule; Región de Ñuble; Región del Biobío; Región de La Araucanía; Región
de Los Ríos; Región de Los Lagos; Región de Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo; Región de
Magallanes y de la Antártica Chilena.
Por lo anterior, el artículo transitorio de la ley N° 18.700 qué se entenderá por regiones pares e impares.
7
primarias para la nominación de candidatos a presidente de la república, parlamentarios,
gobernadores regionales y alcaldes.

IV. Normas comunes a diputados y senadores.

En este apartado se comprenden tres grandes materias, a saber, las prohibiciones, los
privilegios o prerrogativas parlamentarias, y las causales de cesación en el cargo. Además
de lo señalado, debe también recordarse que, conforme al artículo 8 de la Constitución, los
diputados y senadores deben declarar sus intereses y patrimonio en forma pública.

a) Prohibiciones parlamentarias.

Esta denominación –prohibiciones parlamentarias- se refiere a tres instituciones distintas:


las inhabilidades, las incompatibilidades y las incapacidades.

a.1. Inhabilidades parlamentarias.

Las inhabilidades son impedimentos que la Constitución establece y que obstan a que una
persona pueda ser candidato a un cargo de diputado o senador.

Para los efectos de este curso, distinguiremos en inhabilidades absolutas y relativas.

Son absolutamente inhábiles quienes no reúnen los requisitos para ser elegido diputado o
senador, contemplados en los artículos 48 y 50 de la Carta Fundamental; y son
relativamente inhábiles quienes, reuniendo las condiciones generales de elegibilidad, no
pueden ser candidatos a un cargo parlamentario por desempeñar alguno de los cargos, o
encontrarse en alguna de las situaciones, taxativamente previstos en el artículo 57 de la
Constitución.

Como los requisitos de elegibilidad ya fueron examinados, nos remitiremos exclusivamente


a las causales de inhabilidad relativa.

Según el artículo 57, ya citado, no pueden ser candidatos a diputados ni a senadores:

1) Los Ministros de Estado.

2) Los gobernadores regionales, los delegados presidenciales regionales, los


delegados presidenciales provinciales, los alcaldes, los consejeros regionales, los
concejales y los subsecretarios.

3) Los miembros del Consejo del Banco Central.

4) Los magistrados de los tribunales superiores de justicia y los jueces de letras.

8
5) Los miembros del Tribunal Constitucional, del Tribunal Calificador de
Elecciones y de los tribunales electorales regionales.

6) El Contralor General de la República.

7) Las personas que desempeñan un cargo directivo de naturaleza gremial o vecinal.

8) Las personas naturales y los gerentes o administradores de personas jurídicas que


celebren o caucionen contratos con el Estado.

9) El Fiscal Nacional, los fiscales regionales y los fiscales adjuntos del Ministerio
Público, y

10) Los Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea, el


General Director de Carabineros, el Director General de la Policía de
Investigaciones y los oficiales pertenecientes a las Fuerzas Armadas y a las Fuerzas
de Orden y Seguridad Pública.

La finalidad perseguida por el constituyente, al configurar estas causales de inhabilidad, es


distinta si se refiere a los cargos en la organización estatal (números 1 al 6, 9 y 10), que si
se trata de las situaciones contempladas en los números 7 y 8.

Así, en general, cuando se trata de cargos en la organización del Estado, lo que se pretende
es resguardar el principio de separación de funciones; a la vez que evitar el mal uso de
atribuciones públicas, y de recursos públicos, en beneficio de una candidatura
parlamentaria. También se busca resguardar la prescindencia política y el carácter técnico
que debe inspirar la actuación de todos quienes integran determinadas instituciones
estatales (Banco Central, Poder Judicial, Tribunal Constitucional, tribunales electorales,
Contraloría General de la República, Ministerio Público y Fuerzas Armadas y Carabineros).

En todo caso, estas causales son de interpretación restrictiva, por lo tanto alcanzan, en
exclusiva, a quienes ocupan los cargos que determinadamente precisa la Carta. De este
modo, y como ejemplo, solo el Contralor General de la República está afecto a una causal
de inhabilidad relativa, pero no los demás funcionarios que trabajan en ese organismo.

Respecto del numeral 7º del artículo 57, la finalidad perseguida es la separación entre la
actividad política, en general, y político partidista, en particular, y la actuación de los
organismos gremiales o vecinales. Se entiende, entonces, como un reforzamiento de la
autonomía de los grupos intermedios, proclamada en el artículo 1º de la Carta, y una
consecuencia de lo dispuesto en el art. 23 del mismo texto.

Debe precisarse, eso sí, que la prohibición en comentario solo comprende a los dirigentes,
de cualquier rango, de organizaciones gremiales y de organizaciones vecinales, pero no se
extiende a quienes, participando en este tipo de organizaciones, no desempeñan en ellas
funciones directivas, ni se extiende tampoco a quienes ocupen cargos directivos en otros

9
grupos intermedios, que no sean gremiales o vecinales, como, por ejemplo, los dirigentes
de un Centro de Padres y Apoderados7.

Nos parece que esta norma, si bien se puede explicar como una reacción frente a la alta
politización de las organizaciones gremiales durante la década de los 60 y principios de los
70, del siglo pasado, lo cierto es que hoy no resulta justificada, ya que no se ve el
fundamento para impedir que un dirigente social pueda ser candidato a un cargo
parlamentario.

Respecto del numeral 8, del art. 57, se trata de separar las candidaturas parlamentarias de
eventuales relaciones comerciales con el Estado. Si bien es una norma útil, lo cierto es que
aún resulta escasa e insuficiente la regulación constitucional sobre la vinculación entre las
actividades económicas particulares y la actividad política. Algunos elementos
complementarios, sobre este particular, encontraremos posteriormente en materia de
causales de cesación en los cargos de diputados y senadores. Además, la norma resulta
demasiado imprecisa, al referirse, genéricamente, a la celebración de contratos con el
Estado, sin precisar naturaleza, monto u otros datos que permitan facilitar su aplicación.

Con lo anterior, entonces, quienes ocupen alguno de los cargos, o se encuentren en alguna
de las situaciones, señalados en el art. 57 CPR, no pueden ser candidatos a cargos
parlamentarios. Agrega la disposición en análisis que las inhabilidades establecidas en este
artículo serán aplicables a quienes hubieren tenido las calidades o cargos antes
mencionados dentro del año inmediatamente anterior a la elección; excepto respecto de las
personas mencionadas en los números 7) y 8), las que no deberán reunir esas condiciones al
momento de inscribir su candidatura y de las indicadas en el número 9), respecto de las
cuales el plazo de la inhabilidad será de los dos años inmediatamente anteriores a la
elección.

Por último, debe recordarse lo comentado al tratar las sanciones previstas en el art. 19 Nº
15, inciso 7º, pues, producto de sucesivas reformas constitucionales, se ha generado una
evidente situación de incongruencia entre la citada disposición y el art. 57. En efecto, como
se recordará, el art. 19 Nº 15, inciso séptimo, establece como sanción a los atentados contra
el sistema democrático y constitucional, entre otras, la prohibición de desempeñar alguno
de los cargos señalados en los números 1 a 6 del art. 57, o su pérdida, según el caso. Ahora
bien, esta regulación era perfectamente coherente en el texto original de la Constitución,
donde el art. 57 (antiguo art. 54) comprendía 8 numerales y solo los 6 primeros se referían a
cargos de naturaleza estatal. Sin embargo, posteriores reformas incorporaron los cargos que
7
Como referencia, para una mayor precisión de los conceptos, puede verse el D. L. Nº 2.757, de 1979, que
establece normas sobre Asociaciones Gremiales. De acuerdo al artículo 1º de ese texto, son asociaciones
gremiales las organizaciones constituidas en conformidad a esta ley que reúnan personas naturales, jurídicas,
o ambas, con el objeto de promover la racionalización, desarrollo y protección de las actividades que les son
comunes, en razón de su profesión, oficio o rama de la producción o de los servicios, y de las conexas a
dichas actividades comunes. En todo caso, las organizaciones gremiales no se agotan en las comprendidas en
el D. L. Nº 2.757, ya que también tienen este carácter los sindicatos, regulados en el Código del Trabajo, entre
otras posibles. Respecto de las organizaciones vecinales, ver la ley Nº 19.418, sobre Juntas de Vecinos y
demás organizaciones comunitarias, cuyo texto refundido fue fijado por el D. S. Nº 58, de 1997, del
Ministerio del Interior.
10
se encuentran en los numerales 9 y 10, sin ajustar, al mismo tiempo, el art. 19 Nº 15. De
esta manera, al tenor literal de la Constitución, y solo como ejemplo, un juez que sea
sancionado por el Tribunal Constitucional perdería su cargo, pero no ocurriría lo mismo
con un Fiscal del Ministerio Público.

Efectos de las inhabilidades relativas.

Aquí hay que distinguir dos situaciones.

La primera, no regulada expresamente por la Constitución, se refiere a las personas que,


siendo inhábiles, pretenden inscribir su candidatura a diputado o senador. En este caso, esa
candidatura debería ser rechazada por el Servicio Electoral o, en su caso, por el Tribunal
Calificador de Elecciones. No obstante, si pese a los controles existentes, una persona
inhábil lograra inscribir su candidatura y participar en la elección, tal elección debería
declararse nula.

En cambio, las personas que dejan de servir los cargos que causan inhabilidad en la
oportunidad estipulada en la Carta, y participan válidamente en la elección, si no resultan
elegidos no pueden volver al mismo cargo, ni ser designadas para cargos análogos a los que
desempeñaron, hasta un año después del acto electoral.

a.2. Las incompatibilidades.

Las incompatibilidades son prohibiciones que afectan a quienes han sido elegidos diputado
o senador, y que les impiden desempeñar, en forma simultánea, el cargo parlamentario y
otro u otros cargos que la persona servía al momento de la elección, expresamente
determinados por la Constitución.

De acuerdo al artículo 58 de la Carta:

1.- Los cargos de diputados y senadores son incompatibles entre sí. Esta es la llamada
“prohibición de cúmulo de funciones”.

El fundamento de esta prohibición está tanto en el principio democrático, cuanto en la


estructura bicameral del Congreso. En efecto, en razón del principio democrático se busca
que el poder se difunda y no se concentre, lo que ocurriría si se permitiera a una misma
persona desempeñar simultáneamente más de un cargo parlamentario. Por otro lado, no
tendría sentido establecer un Congreso bicameral, si las mismas personas pudieran
desempeñarse simultáneamente en ambas cámaras.

Refuerza esta idea lo dispuesto en el art. 51 CPR, que permite a un diputado pasar a ocupar
un puesto vacante en el Senado, pero cesando en su cargo de diputado.

2.- Los cargos de diputados y senadores son incompatibles con todo empleo o comisión
retribuidos con fondos del Fisco.
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Se trata de empleos o cargos remunerados con fondos públicos, de cualquier servicio o
institución, incluyendo, por cierto, la administración central del Estado. Como señala la
Carta, debe tratarse de empleos rentados, de modo que los cargos o funciones que, de
acuerdo a su respectivo estatuto jurídico, no llevan aparejada una remuneración, no causan
incompatibilidad.

3.- Sin perjuicio de lo anterior, la Constitución especifica, además, que los cargos de
diputados y senadores son incompatibles con todo empleo o comisión retribuidos con
fondos de las municipalidades, de las entidades fiscales autónomas y semifiscales.

En consecuencia, causan incompatibilidad los empleos o comisiones remunerados con


recursos de los órganos y servicios que integran la administración descentralizada del
Estado, es decir, de los órganos y servicios públicos creados para el cumplimiento de una
función administrativa, y dotados de personalidad jurídica y patrimonio propios.

4.- Los cargos de diputados y senadores son incompatibles con todo empleo o comisión
retribuidos con fondos de las empresas del Estado o en las que el Fisco tenga intervención
por aportes de capital.

La incompatibilidad se refiere a los empleos tanto en las empresas propiamente estatales,


como en aquellas en que el Estado participa aportando parte del capital social, aunque no
tenga el control de la misma ni sea accionista mayoritario.

Siempre se trata, eso sí, de empleos remunerados, excluyéndose los empleos que se sirven
ad honorem.

5.- Agrega la disposición que los cargos de diputados y senadores son incompatibles “con
toda otra función o comisión de la misma naturaleza”.

Esta es una cláusula abierta, que permite incorporar a la prohibición a otros empleos
rentados, aunque no existe claridad acerca de cuáles podrían ser esas funciones o
comisiones “de la misma naturaleza”. El profesor Molina sostiene que podrían quedar
comprendidos los empleos remunerados por entidades controladas por las empresas del
Estado o controladas por las empresas en las que el Estado tiene participación por aportes
de capital8.

6.- Finalmente, los cargos de diputados y senadores son incompatibles con las funciones de
directores o consejeros, aun cuando sean ad honorem, en las entidades fiscales autónomas,
semifiscales o en las empresas estatales, o en las que el Estado tenga participación por
aporte de capital.

8
MOLINA GUAITA, Hernán. Derecho Constitucional, sexta edición, obra citada, página 394.
12
Por la importancia de la función, ya que se trata de cargos de alta dirección, la prohibición
se extiende no solo a las funciones rentadas, sino también a las que se sirven de forma
gratuita.

Excepción a las incompatibilidades.

Se exceptúan de la prohibición, es decir, no son incompatibles con los cargos


parlamentarios, los empleos docentes y las funciones o comisiones de igual carácter de la
enseñanza superior, media y especial.

Solo se trata de empleos o funciones docentes, remuneradas con fondos públicos. Las
labores de otra naturaleza, como por ejemplo administrativa, no quedan comprendidas en la
excepción.

Debe hacerse presente que las labores remuneradas con recursos privados, de cualquier
naturaleza, sean o no docentes, son siempre compatibles con la función parlamentaria, dado
que esta última no es, jurídicamente, una actividad que exija dedicación exclusiva. La
prohibición en comentario se establece, en general, solo respecto de los empleos rentados
con fondos públicos9.

Efectos de las incompatibilidades.

La incompatibilidad se va a configurar al momento en que el parlamentario es proclamado


como electo por el Tribunal Calificador y, en consecuencia, desde ese momento cesa “en el
en el otro cargo, empleo o comisión incompatible que desempeñe”.

La cesación en el cargo incompatible opera de pleno derecho, desde la proclamación como


electo, sin que sea necesaria declaración alguna.

No se consagra un derecho de opción, como hacía la Carta anterior, porque se entiende que
la persona, al presentarse a la elección, asume que en caso de ser elegido cesará en el
empleo incompatible que desempeñe; al presentar su candidatura tiene conocimiento de las
consecuencias de su elección y las acepta, al menos tácitamente.

a.3. Las incapacidades.

Las incapacidades son prohibiciones que impiden que un parlamentario pueda ser
nombrado en un cargo incompatible.

9
No obstante lo dicho, se ha empezado a discutir efectivamente la conveniencia de tan amplia compatibilidad,
no solo respecto del ejercicio de actividades empresariales, sino también de algunas profesiones,
particularmente la de abogado. En parte el problema se ha abordado al regularse los conflictos de interés.
13
Dispone la l art. 59 CPR que “ningún diputado o senador, desde el momento de su
proclamación por el Tribunal Calificador de Elecciones puede ser nombrado para un
empleo, función o comisión de los referidos en el artículo anterior”.

En consecuencia, la extensión de las incapacidades es la misma que la de las


incompatibilidades, y las primeras constituyen una lógica consecuencia de las segundas. Es
decir, si un diputado o senador no puede seguir desempeñando un cargo incompatible que
ocupaba antes de su elección, naturalmente que durante el ejercicio no podrá ser nombrado
para uno de estos mismos cargos.

Las incapacidades rigen desde la proclamación como electo y hasta que el diputado o
senador cese en su cargo por cualquier causa. Originalmente las incapacidades se extendían
hasta seis meses después de la cesación en funciones, pero tal restricción fue eliminada,
equivocadamente en nuestro concepto, por la reforma de la ley Nº 20.050.

Las incapacidades persiguen, por un lado, evitar que un parlamentario pueda utilizar su
cargo a para obtener, principalmente del Gobierno, un empleo determinado; y por otro, que
el gobierno de turno pueda coartar la libertad de diputados y senadores sobre la base del
ofrecimiento de empleos o cargos rentados.

Efectos de las incapacidades.

La Constitución no señala qué ocurre si un parlamentario es nombrado en un cargo


incompatible, es decir, si incurre en una causal de incapacidad. Por aplicación de los
principios y normas generales, debemos concluir que ese nombramiento es nulo,
manteniéndose vigente el cargo de diputado o senador.

Excepciones a las incapacidades.

Se señala en doctrina que, teniendo las incapacidades la misma extensión que las
incompatibilidades, resulta aplicable a las primeras la excepción del art. 58 de la Carta
Fundamental. Con ello, un diputado o senador puede ser nombrado para un empleo
docente, o en una función o comisión de igual carácter, de la enseñanza superior, media o
especial.

Sin perjuicio de lo anterior, el propio art. 59, en su inciso segundo, establece otras dos
excepciones.

Así, no rige la norma sobre incapacidades en caso de guerra exterior. Atendido lo extrema
de la situación de guerra, la Carta no solo permite que un parlamentario pueda ser
válidamente nombrado en un cargo incompatible, sino que además admite el desempeño
conjunto de ambos cargos.
Tampoco se aplica la norma sobre incapacidades a los cargos de Presidente de la
República, Ministro de Estado y agente diplomático; agregándose que solo los cargos
conferidos en estado de guerra son compatibles con las funciones de diputado o senador.

14
De este modo, un diputado o senador puede ser válidamente elegido Presidente de la
República, o nombrado Ministro de Estado o agente diplomático, pero si tal elección o
designación se produce en tiempo de paz, conlleva la cesación en el cargo parlamentario.
La plena compatibilidad solo se reconoce, incluso respecto de estos cargos, en situaciones
de guerra externa. Evidentemente que el efecto previsto, la cesación en el cargo
parlamentario, solo se producirá con la aceptación del cargo de Ministro de Estado o agente
diplomático, y no por el solo nombramiento, que es un acto unilateral del Presidente de la
República. Por el contrario, en el caso que un diputado o senador sea elegido Presidente de
la República, la cesación en el cargo parlamentario debería producirse con la proclamación
como Presidente electo, siguiendo el criterio empleado por la Carta en situaciones
similares.

a.4. Declaración de inhabilidades, incompatibilidades e incapacidades.

De acuerdo al art. 93 Nº 14, en lo pertinente, corresponde al Tribunal Constitucional


pronunciarse sobre las inhabilidades e incompatibilidades que afecten a diputados o
senadores.

Entendemos que la competencia del Tribunal Constitucional comienza con la proclamación


de los parlamentarios electos, toda vez que antes de esa actuación no hay diputados y
senadores, sino solo candidatos. Por ende, las inhabilidades que pudieran afectar a los
candidatos siguen siendo de competencia de los órganos electorales, esto es, del Servicio
Electoral y del Tribunal Calificador de Elecciones.

El requerimiento al Tribunal Constitucional puede ser formulado por el Presidente de la


República o por no menos de 10 parlamentario en ejercicio. En la última situación
planteada, no es necesario que el requerimiento lo intenten 10 diputados o 10 senadores,
puesto que, atendida la redacción de la norma, sería perfectamente admisible la
concurrencia de unos y otros en la presentación.

Lo que no queda entregado al conocimiento del Tribunal Constitucional es lo relativo a las


incapacidades. Lamentablemente las reformas constitucionales aprobadas hasta la fecha no
han reparado en este vacío, por lo que el conocimiento y declaración de una causal de
incapacidad (nombramiento de un parlamentario en un cargo incompatible) corresponderá a
la Contraloría General de la República, en el trámite de toma de razón, o incluso a los
tribunales de justicia, mediante una acción de nulidad de derecho público.

b) Privilegios parlamentarios.

Bajo esta denominación se comprenden la inmunidad y el fuero parlamentario, que


corresponden a prerrogativas establecidas en favor de diputados y senadores, que les
otorgan una mayor protección, en aras de garantizar su independencia y, principalmente, la
independencia de las Cámaras.
15
Tanto la inviolabilidad como el fuero son inmunidades jurídicas, pero mientras la primera
mira a los aspectos sustantivos, estableciendo la irresponsabilidad por determinadas
actuaciones, el segundo es simplemente una protección de carácter procesal, que no
produce efectos en materia de responsabilidad.

b.1. La inviolabilidad parlamentaria.

Dispone la CPR el art. 61, en su inciso primero, que “los diputados y senadores solo son
inviolables por las opiniones que manifiesten y los votos que emitan en el desempeño de
sus cargos, en sesiones de sala o de comisión”.

El efecto de la inviolabilidad es que el parlamentario no tiene responsabilidad, ni penal ni


civil, por los eventuales delitos que pudiera cometer al manifestar una opinión o emitir un
voto, en las condiciones previstas por la Carta. De ahí su carácter de privilegio, por cuanto
el resto de los ciudadanos gozan igualmente de una amplia libertad de opinión, pero
siempre “sin perjuicio de responder por los delitos y abusos que se cometan” en su ejercicio
(art. 19 Nº 12).

De este modo, para que se configure la inviolabilidad deben darse los siguientes elementos:

1.- El diputado o senador debe encontrarse en el ejercicio del cargo. Según el artículo 5º de
la ley Nº 18.918, Orgánica Constitucional del Congreso Nacional, los parlamentarios se
consideran en ejercicio desde su investidura como tales, la que se efectúa mediante el
juramento o promesa de estilo, regulado en los respectivos reglamentos10.

En consecuencia, no es la proclamación como electos la que otorga este privilegio, sino la


incorporación efectiva a la Cámara correspondiente.

10
Artículo 5°.- El Congreso Nacional deberá instalarse el día 11 de marzo siguiente a una elección de
senadores y diputados.
Se entenderá instalado el Congreso Nacional luego de la investidura de la mayoría de los miembros de cada
Cámara y de que hayan sido elegidos los integrantes de las respectivas mesas.
La investidura de los senadores o diputados se hará mediante juramento o promesa, de acuerdo con el
procedimiento que establezcan los reglamentos de las Cámaras y desde ese momento se considerarán en
ejercicio.
Cada Cámara, una vez instalada, dará inicio a sus actividades de acuerdo con el calendario de sesiones que
fije.
El cuadrienio que se inicia con la instalación del Congreso Nacional constituirá un período legislativo.
La primera sesión de cada período legislativo será la siguiente a la de instalación.
Para los efectos de lo dispuesto en el inciso sexto del artículo 51 de la Constitución Política de la República,
corresponderá al Presidente de cada Corporación verificar el cumplimiento de los requisitos para desempeñar
el cargo de diputado o senador, según corresponda.

16
2.- Solo quedan cubiertas por la inviolabilidad las conductas expresamente señaladas en la
Constitución, es decir la manifestación de opiniones y la emisión de votos. Cualquier otra
conducta es perfectamente perseguible por los medio normales, no configurándose una
situación de excepción a favor del parlamentario.

3.- Las opiniones y los votos deben manifestarse o emitirse en sesión de sala o de comisión.
Es decir, las opiniones manifestadas por el parlamentario fuera del ámbito restringido de las
sesiones de sala o comisión, aunque las haya emitido en el ejercicio de su cargo, pueden
generar responsabilidad de acuerdo a las reglas generales.

Este es el aspecto donde se marca la diferencia esencial con la regulación de la Carta de


1925, pues en esta última la inviolabilidad no se encontraba limitada a las sesiones
indicadas.

Finalmente, cabe consignar que la norma sobre inviolabilidad puede entrar en conflicto con
la disposición que consagra las causales de cesación en el cargo parlamentario, contenidas
en el art. 60, y más específicamente con su inciso quinto.

En efecto, el mencionado inciso quinto del artículo 60 establece, en lo pertinente, que


“cesará, asimismo, en sus funciones el diputado o senador que de palabra o por escrito
incite a la alteración del orden público o propicie el cambio del orden jurídico institucional
por medios distintos de los que establece esta Constitución, o que comprometa gravemente
la seguridad o el honor de la Nación”.

De este modo, el problema se presenta cuando las conductas que constituyen la causal se
dan precisamente en el marco previsto para la inviolabilidad parlamentaria, por ejemplo,
cuando la incitación a la alteración del orden público o el atentado grave al honor de la
Nación se producen estando el diputado o senador en ejercicio de su cargo, en sesión de
sala o de comisión.

La solución a este eventual conflicto no tiene, en doctrina, una respuesta unánimemente


aceptada.

En nuestra opinión, no pudiendo aplicarse el principio de especialidad, nos inclinamos por


sostener la primacía de la norma sobre inviolabilidad, teniendo presente que el fin último de
esta institución es cautelar la independencia de los parlamentarios y, principalmente, de las
Cámaras, independencia que se constituye como uno de los pilares fundamentales de la
organización y funcionamiento del Congreso Nacional.

b.2. El fuero parlamentario.

El fuero parlamentario –que no es el mismo fuero procesal estudiado en la asignatura


respectiva- es una garantía de carácter adjetiva o procedimental establecida en beneficio de
diputados y senadores, en cuya virtud ningún parlamentario, como señala el art. 61, inciso
segundo, “desde el día de su elección o desde su juramento, según el caso, puede ser
17
acusado o privado de su libertad, salvo el caso de delito flagrante, si el Tribunal de Alzada
de la jurisdicción respectiva, en pleno, no autoriza previamente la acusación declarando
haber lugar a formación de causa”.

El fuero en comentario, en consecuencia, no supone una modificación de las normas


sustantivas sobre responsabilidad, sino que únicamente obliga a un examen previo de la
acción que se intenta contra el parlamentario, para el solo efecto de determinar si esta
cuenta o no con fundamento suficiente, evitando así la tramitación de acciones temerarias,
carentes del necesario sustento. Por lo mismo, allanado el fuero (desaforado el diputado o
senador), el parlamentario queda sujeto a las mismas normas sustantivas de responsabilidad
que rigen para las demás personas.

Debe precisarse, en todo caso, que el examen previo realizado por las Cortes solo determina
la suficiencia o no de los antecedentes existentes, a objeto de sustentar una persecución
criminal en contra de un parlamentario, pero no implica un pronunciamiento sobre la
responsabilidad de este último, cuya determinación corresponde, obviamente, a los
tribunales competentes conforme a las normas generales. En otros términos, otorgado el
desafuero del diputado o senador ello no significa que este sea culpable del delito que se le
imputa, sino solamente que hay mérito suficiente para los efectos de proceder
criminalmente en su contra.

En doctrina se discute si el fuero parlamentario se aplica únicamente en causas criminales,


o si también rige en causas civiles, cuando en el curso de ellas se adopta una medida
privativa de libertad en contra de un diputado o senador11.

Sin entrar en mayores detalles, somos de opinión que el fuero se circunscribe


exclusivamente a las causas criminales, y no a las civiles, fundamentalmente porque la
terminología empleada por el constituyente se refiere únicamente al proceso penal.

A diferencia de la inviolabilidad, el fuero no rige desde que el parlamentario entra al


ejercicio del cargo, sino desde el día de su elección o juramento.

Siguiendo el criterio empleado por la Carta en los artículos 58 y 59, el día de la elección
debemos entenderlo referido a la proclamación como electo.

Por su parte, la referencia al juramento –que resulta técnicamente imprecisa, puesto que
todos los parlamentarios deben prestar juramento o promesa para incorporarse a la Cámara
respectiva- dice relación con la situación particular de la persona que es designada diputado
o senador en reemplazo de un parlamentario que cesó en el cargo, materia regulada en el
art. 51, que examinaremos posteriormente, y donde no existe una elección, sino una
nominación por el partido político que corresponda.

11
Por ejemplo, cuando se dispone el arresto de un parlamentario como medida de apremio por no pago de
pensiones alimenticias o de imposiciones previsionales de sus trabajadores.

18
El fuero protege al diputado o senador respecto de cualquier acusación criminal que se
pretenda deducir en su contra, sea que provenga de su actividad como parlamentario o
como simple particular; sea que el supuesto delito se haya cometido antes o durante el
desempeño de su cargo. Eso sí, una vez que cesa en su cargo pierde el privilegio del fuero,
aunque el delito que se le imputa lo haya cometido durante su ejercicio.

Excepción al fuero parlamentario.

El art. 61, en la CPR se su inciso tercero, contempla una excepción al fuero, de efectos
relativos, que se produce cuando el diputado o senador es sorprendido en delito flagrante.

En efecto, dispone la norma que “en caso de ser arrestado algún diputado o senador por
delito flagrante, será puesto inmediatamente a disposición del Tribunal de Alzada
respectivo, con la información sumaria correspondiente”, para que este último proceda a
examinar los antecedentes y resuelva si dispone o no su desafuero.

Es decir, la Constitución autoriza al arresto del parlamentario, pero para el solo efecto de
ponerlo a disposición del tribunal competente para pronunciarse sobre el eventual
desafuero. Solo se permite la privación inmediata de libertad, pero no puede iniciarse la
causa criminal sin la autorización previa del Tribunal de Alzada que corresponda.

Desafuero.

El desafuero es la resolución de la Corte de Apelaciones, o de la Corte Suprema, en su caso,


mediante la cual se autoriza la acusación en contra del parlamentario, declarando haber
lugar a la formación de causa.

Mediante el desafuero, el tribunal competente declara que existen antecedentes suficientes


para acusar o privar de libertad a un parlamentario en una causa criminal.

Tribunal competente.

El tribunal competente para conocer de la solicitud de desafuero, en primera instancia, es,


según la Constitución, el “Tribunal de Alzada de la jurisdicción respectiva”.

Esta fórmula empleada por el constituyente de 1980 hizo pensar, en un primer momento,
que no solo eran competentes las Cortes de Apelaciones12, sino también las Cortes de
Alzada de jurisdicción especial, específicamente las Corte Marciales (Corte Marcial del
Ejército, Fuerza Aérea y Carabineros, y la Corte Marcial de la Armada).

12
En la Carta de 1925 la competencia solo correspondía a las Cortes de Apelaciones, y lo mismo se estableció
en los proyectos de la Comisión de Estudio y del Consejo de Estado, por lo que se pensó que el cambio
introducido por la Junta Militar de Gobierno significaba, precisamente, una ampliación de los tribunales
llamados a resolver en la materia, con la incorporación de las Cortes Marciales, que son Tribunales de Alzada,
pero no Cortes de Apelaciones.
19
Sin embargo, a partir de una sentencia del año 1990 13, la Corte Suprema estableció que la
competencia solo correspondía a las Cortes de Apelaciones, volviéndose, por la vía de la
interpretación, a la misma situación que rigió bajo la Constitución anterior. El fundamento
central de esta jurisprudencia fue que, teniendo los parlamentarios la calidad de civiles –
entendida genéricamente esta condición como contrapuesta a la de “militares”- deben ser
juzgados por tribunales civiles14.

Desde el punto de vista de la competencia relativa, es llamada a conocer del desafuero la


Corte de Apelaciones de la jurisdicción respectiva, es decir, aquella dentro de cuyo
territorio se cometió el delito imputado. Además, la Corte conoce en pleno.

La segunda instancia corresponde a la Corte Suprema, también en pleno.

Si bien la redacción de la norma da a entender que la apelación para ante la Corte Suprema
se concede solo respecto de la resolución que concede el desafuero, y no de la que lo
deniega15, lo cierto es que parte importante de la doctrina y de la jurisprudencia entendieron
que el recurso de apelación procedía siempre, sea que el tribunal a quo acogiera la solicitud
de desafuero o la desestimara16. Las razones esgrimidas eran, entre otras, que la apelación
se establece en relación con la naturaleza de la resolución y no con su contenido; y que bajo
la Carta de 1925, con una similar redacción, se entendió que la apelación procedía tanto
respecto de la resolución que concedía como de la que denegaba el desafuero, quedando
constancia de esta interpretación en las actas de la Subcomisión de Reforma del año 1925.

Ahora bien, en sentencia de fecha 5 de junio de 2012, dictada en autos rol N° 2067/2011, el
Tribunal Constitucional, por mayoría, se inclina por la interpretación restrictiva y concluye
que la apelación solo procede respecto de la resolución que acoge la solicitud de desafuero
y no respecto de la que la deniega17.
Solicitud de desafuero.

Según el Artículo 416, del Código Procesal Penal, “una vez cerrada la investigación, si el
fiscal estimare que procediere formular acusación por crimen o simple delito en contra de
una persona que tenga el fuero a que se refieren los incisos segundo a cuarto del artículo 58
de la Constitución Política18, remitirá los antecedentes a la Corte de Apelaciones
correspondiente, a fin de que, si hallare mérito, declare que ha lugar a formación de causa.
13
Ver sentencia en Revista Gaceta Jurídica N° 119, de 1990, páginas 68 y siguientes.
14
Este mismo criterio sigue el Código de Procedimiento Penal, en sus artículos 416 y 417.
15
Ver inciso segundo del art. 61 CPR, especialmente su parte final.
16
El art. 418 del Código Procesal Penal (CPP) concede la apelación en contra de “la resolución que se
pronunciare sobre la petición de desafuero”.
17
Se declaró inaplicable el art. 418 del Código Procesal Penal al procedimiento de desafuero seguido en
contra del diputado Jorge Sabag Villalobos. Nos parece que esta interpretación del Tribunal Constitucional
afecta el principio de igualdad ante la ley, porque sin una razón de fondo, más allá de la literalidad de la
norma constitucional, se establece una diferencia injustificable entre el parlamentario, a quien se le concede el
recurso de apelación cuando es desaforado, y quien litiga en su contra, a quien se le priva de tal recurso
cuando su pretensión ha sido rechazada por la Corte de Apelaciones correspondiente.
18
La referencia debe entenderse efectuada al art. 61 CPR.
20
Igual declaración requerirá si, durante la investigación, el fiscal quisiere solicitar al juez de
garantía la prisión preventiva del aforado u otra medida cautelar en su contra.
Si se tratare de un delito de acción privada, el querellante deberá ocurrir ante la Corte de
Apelaciones solicitando igual declaración, antes de que se admitiere a tramitación su
querella por el juez de garantía”19.

Efectos de la resolución que se pronuncia sobre la solicitud de desafuero.

Una vez firme la resolución que se pronuncia sobre la solicitud de desafuero, sus efectos
van a depender del contenido de la misma.

Así, si la resolución no da lugar al desafuero, el diputado o senador debe ser sobreseído


definitivamente en la causa que se siguiere en su contra20.

Por el contrario, la resolución que dispone el desafuero produce los siguientes efectos:

1.- Queda el diputado o senador suspendido de su cargo. Esto no significa que deja de ser
parlamentario, sino solo que no puede ejercer como tal. Si el parlamentario es finalmente
cesado en su cargo o si vuelve a su ejercicio, dependerá de la sentencia que se dicte en la
causa seguida en su contra, como tendremos oportunidad de ver al analizar las causales de
cesación aplicables a diputados y senadores.

Por lo anterior, mientras está suspendido el diputado o senador continúa percibiendo la


dieta.

2.- Queda sujeto a juez competente. Allanado el fuero, queda el diputado o senador sujeto a
las normas generales para su juzgamiento.

Debemos hacer presente que el diputado o senador solo puede ser juzgado por los delitos
respecto de los cuales se haya dispuesto el desafuero. De este modo, si posteriormente se le
imputaran otros delitos, debe procederse a solicitar el desafuero respecto de cada uno de
estos nuevos ilícitos.

c) Beneficios económicos de diputados y senadores.

19
Hay fallos del Tribunal Constitucional que han declarado inaplicable, por inconstitucional, el último inciso
del art. 416 del CPP, en consideración a que, en esa etapa del proceso, el parlamentario no ha podido aportar
antecedentes para su defensa, por lo que la Corte debería pronunciarse solo con los antecedentes
proporcionados por el querellante particular. Ver, por ejemplo, rol 533-2006. Pero también hay casos en que
tal inaplicabilidad ha sido rechazada.
20
Dispone el art. 421 del CPP que “Si, en el caso del inciso primero del artículo 416, la Corte de Apelaciones
declarare no haber lugar a formación de causa, esta resolución producirá los efectos del sobreseimiento
definitivo respecto del aforado favorecido con aquella declaración.
Tratándose de la situación contemplada en el inciso tercero del mismo artículo, el juez de garantía no admitirá
a tramitación la querella y archivará los antecedentes”.

21
La Constitución solo regula la dieta parlamentaria, que es una prestación en dinero que se
otorga a cada diputado y senador, desde su incorporación a la Cámara respectiva, por el
solo hecho de revestir la condición de parlamentario, y que recibe el tratamiento tributario y
previsional de las remuneraciones.

Hoy parece claro que la función parlamentaria debe llevar aparejada una retribución
pecuniaria razonable, tanto para posibilitar que cualquier persona pueda acceder a los
cargos de diputado o senador, independientemente de su situación económica particular;
como también para evitar que los parlamentarios sean coaccionados por medios
económicos21.

Ahora bien, la forma en que debe fijarse el monto de la dieta parlamentaria ha sido siempre
una cuestión difícil de establecer, dado que resulta necesario resguardar elementos básicos
de transparencia en la asignación de recursos públicos, pero también es necesario que el
mecanismo ideado tenga la flexibilidad necesaria para adecuarse a los nuevos
requerimientos económicos que, legítimamente, pueden surgir en la actividad
parlamentaria.

La Carta de 1925 pretendió resolver este problema entregando la fijación de la


remuneración de diputados y senadores a la ley, ley que debía empezar a regir en el periodo
legislativo inmediatamente siguiente de aquel en que se aprobaba 22. Con ello se pretendió
que los parlamentarios no pudieran aumentarse la dieta a sí mismos.

Sin embargo, esta limitación fue obviada mediante la entrega de recursos por concepto de
gastos de representación y secretaría –que no constituían remuneración- y sin obligación de
rendir cuenta.

Por lo anterior, la Constitución actual pretendió superar este problema disponiendo, en su


art. 62, que “los diputados y senadores percibirán como única renta una dieta equivalente a
la remuneración de un Ministro de Estado incluidas todas las asignaciones que a éstos
correspondan”.

No obstante, las Cámaras han mantenido la práctica de otorgar asignaciones a sus


miembros, por distintos conceptos, algunas de las cuales se entregan directamente a los
diputados y senadores, con o sin obligación de rendir cuenta, según el caso, y otras se
pagan a los proveedores de bienes y servicios de los parlamentarios.

d) Causales de cesación en el cargo.

21
Recuérdese que el texto primitivo de la Constitución de 1833 establecía la gratuidad para los cargos
parlamentarios, con lo cual solo personas de elevada fortuna personal podían destinar el tiempo necesario a
estas labores.
22
Ver art. 44 Nº 6 de la Constitución de 1925.

22
Las causales de cesación en el cargo se encuentran establecidas en el mismo texto
constitucional, o resultan de la propia naturaleza del hecho que las constituye –como en el
caso de la muerte-, por lo que ni el legislador, ni ningún órgano del Estado, pueden crear
nuevas causales.

Esta materia se encuentra regulada, de manera sistemática, en el artículo 60 de la Carta. Sin


perjuicio de ello, hay otras causales que resultan aplicables por su propia naturaleza, o que
se encuentran contenidas en otras disposiciones. Estas últimas corresponden a las
siguientes:

Así, son causales de cesación en los cargos:

- Muerte del parlamentario.

- Vencimiento del periodo por el cual fue elegido diputado (cuatro años) o senador (ocho
años).

- Haber sido sancionado el diputado o senador, por el Tribunal Constitucional, por haber
tenido participación en los hechos que motivan la declaración de inconstitucionalidad de un
partido, movimiento u organización, de conformidad con lo dispuesto en el art. 19 Nº 15,
inciso séptimo.

- Ser un diputado designado senador, en situación de vacancia de este último cargo, todo
ello conforme al artículo 51 de la Carta.

Por su parte, según el artículo 60 de la Constitución, son causales de cesación en el cargo


de diputado senador las siguientes:

1.- Ausentarse del país por más de treinta días sin permiso de la Cámara a que pertenezca o,
en receso de ella, de su Presidente.

Las ausencias de hasta 30 días, sin permiso constitucional, se sanciona disciplinariamente


en los Reglamentos de las Cámaras, pero no pueden dar lugar a la cesación en el cargo
parlamentario.

2.- Celebrar o caucionar, durante el ejercicio de su cargo, contratos con el Estado.

Nuevamente debe destacarse la generalidad con que se encuentra redactada esta causal, que
no hace ningún distingo respecto de la naturaleza, finalidad o monto del contrato23.
23
En las elecciones presidenciales de 2017 se presentó el problema en relación con un crédito solicitado al
Banco Estado por el candidato Alejandro Guillier, a la sazón senador en ejercicio, para el financiamiento de
su campaña, el cual, en un primer momento, fue rechazado por el banco aduciendo que se configuraba esta
causal de cesación en el cargo. En una polémica declaración pública, que se dio a conocer el 29 de
septiembre, el Tribunal Constitucional precisó “Un contrato de crédito bancario de este tipo, regulado
especialmente y afecto a fines exclusivos de financiamiento de campaña, tema cuyo control y fiscalización
corresponde al Servicio Electoral, claramente no es de aquellos contratos celebrados con el Estado a los
23
3.- Actuar como procurador o agente en gestiones particulares de carácter administrativo,
en la provisión de empleos públicos, consejerías, funciones o comisiones de similar
naturaleza.

No quedan comprendidas en la prohibición las actuaciones o gestiones de los


parlamentarios que tienen por finalidad un interés público.

4.- Aceptar ser director de banco o de alguna sociedad anónima, o ejercer cargos de similar
importancia en estas actividades.

Esta es una de las pocas regulaciones de la Constitución en un tema de gran interés actual,
como lo es la relación entre la actividad empresarial privada y el desempeño de funciones
públicas.

Las causales de cesación señaladas en los números 2 a 4 anteriores, se configuran sea que el
diputado o senador actúe por sí o por interpósita persona, natural o jurídica, o por medio de
una sociedad de personas de la que forme parte.

5.- Actuar como abogado o mandatario en cualquier clase de juicio.

Esta causal fue modificada por la reforma de la ley Nº 20.414, dado que la prohibición
originalmente aludía a las intervenciones de los parlamentarios en juicios contra el Fisco.
De esta manera, la causal es mucho más amplia en la actualidad, dado que se impide la
actuación, en las calidades indicadas, en cualquier clase de juicio, se dirija o no en contra
del Estado.

En todo caso, es solo la litigación en calidad de abogado o mandatario lo que se prohíbe, no


pudiendo extenderse la norma a otras situaciones no consideradas expresamente, como el
ejercicio profesional en ámbitos distintos a la litigación, o la presentación de acciones
contra el Estado o particulares, en calidad de demandante, por señalar algunos ejemplos.

Antes de la reforma de la ley Nº 20.414, parte de la doctrina estimaba que la prohibición de


actuar como abogado o mandatario en juicios contra el Fisco no se aplicaba cuando el
diputado o senador actuaba en causa propia. Hoy en día, pensamos que tal argumentación
ya no resulta procedente, dado la amplitud de la norma actual y a la intención del
constituyente de evitar el tráfico de influencias o los conflictos de intereses, los que
también pueden surgir en relación con una causa en que el parlamentario formule una
pretensión personal.

cuales se refiere el artículo 60 de la Constitución, que pueden inhabilitar y hacer cesar en el cargo a un
parlamentario en ejercicio”.
[http://www.cooperativa.cl/noticias/pais/politica/presidenciales/tc-zanja-polemica-parlamentarios-candidatos-
pueden-optar-a-creditos-del/2017-09-29/143550.html]
24
6.- Ejercitar cualquier influencia ante las autoridades administrativas o judiciales en favor o
representación del empleador o de los trabajadores en negociaciones o conflictos laborales,
sean del sector público o privado, o que intervengan en ellos ante cualquiera de las partes.

Hay aquí un intento por separar la actividad política de la netamente sindical o laboral en
general, que por su excesiva estrictez resulta, en nuestra opinión, exagerada, al sancionarse
incluso la intervención de un parlamentario que busca poner fin a un conflicto laboral.

7.- Actuar o intervenir en actividades estudiantiles, cualquiera que sea la rama de la


enseñanza, con el objeto de atentar contra su normal desenvolvimiento.

A diferencia de la causal anterior, en esta situación no se sanciona toda intervención de un


parlamentario en actividades estudiantiles, sino solo aquella actuación que tiende a impedir
su normal desarrollo.

8.- Incitar a la alteración del orden público, propiciar el cambio del orden jurídico
institucional por medios distintos de los que establece la Constitución, o comprometer
gravemente la seguridad o el honor de la Nación, sea que se obre de palabra o por escrito, y
todo ello sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso séptimo del número 15º del artículo 19.

Se agrega que el diputado o senador que pierda su cargo por cualesquiera de las causales
anteriores, no podrá optar a ninguna función o empleo público, sea o no de elección
popular, por el término de dos años, salvo los casos del inciso séptimo del número 15º del
artículo 19, en los cuales se aplicarán las sanciones allí contempladas.

9.- Cesará en su cargo el diputado o senador que haya infringido gravemente las normas
sobre transparencia, límites y control del gasto electoral, desde la fecha que lo declare por
sentencia firme el Tribunal Calificador de Elecciones, a requerimiento del Consejo
Directivo del Servicio Electoral. Una ley orgánica constitucional señalará los casos en que
existe una infracción grave. Asimismo, el diputado o senador que perdiere el cargo no
podrá optar a ninguna función o empleo público por el término de tres años, ni podrá ser
candidato a cargos de elección popular en los dos actos electorales inmediatamente
siguientes a su cesación.

10. Perder algún requisito general de elegibilidad o incurrir en alguna de las causales de
inhabilidad a que se refiere el artículo 57, sin perjuicio de la excepción contemplada en el
inciso segundo del artículo 59 respecto de los Ministros de Estado.

Se trata de las inhabilidades sobrevinientes, sean absolutas o relativas.

En el primer caso, inhabilidades sobrevinientes absolutas, cesa en su cargo el diputado o


senador que, durante su ejercicio, pierde alguno de los requisitos exigidos en los artículos

25
48 y 50, respectivamente, es decir, y básicamente, el que pierde la condición de ciudadano
con derecho a sufragio24.

En el segundo caso, inhabilidades sobrevinientes relativas, cesa en su cargo parlamentario


el diputado o senador que, durante su ejercicio, sea elegido o designado para alguno de los
cargos mencionados en el artículo 57, numerales 1 a 6, 9 y 10. En cuanto a la situación
particular de los cargos de Ministro de Estado, y como vimos en materia de incapacidades,
si un diputado o senador es nombrado Ministro, en tiempo de paz, cesa en su cargo
parlamentario; pero si tal nombramiento se realiza en situación de guerra externa, ambos
cargos – de parlamentario y de Ministro- son compatibles.

11.- Renunciar al cargo, cuando le afecte una enfermedad grave que le impida
desempeñarlo, y así lo califique el Tribunal Constitucional.

Resolviendo una larga discusión planteada antes del año 2005, acerca de la naturaleza
renunciable o irrenunciable de los cargos de diputado y senador, la reforma de la ley Nº
20.050 introdujo la norma antes transcrita, aceptando la renuncia como causal de cesación
en el cargo parlamentario, pero en forma muy limitada: solo ante una enfermedad grave que
impida su desempeño, así calificada por el Tribunal Constitucional.

Tribunal competente.

El órgano competente para conocer de las causales de cesación en los cargos


parlamentarios, por disposición del art. 93 Nº 14, es el Tribunal Constitucional, quien
puede actuar a requerimiento del Presidente de la República o de no menos de 10
parlamentarios en ejercicio.

e) Provisión de las vacantes parlamentarias.

Bajo la Carta de 1925, las vacantes de diputados y senadores, que se produjeran antes del
último año de su mandato, se proveían en la forma prescrita en la ley de elecciones, y dicha
legislación estableció la provisión de las vacantes mediante elecciones populares, que se
denominaron elecciones complementarias (como contraposición a las elecciones generales).

La Constitución vigente precisamente prohíbe, en forma absoluta, ese sistema, al disponer


que “en ningún caso procederán elecciones complementarias” (art. 51 CPR).

24
Puede perder la condición de ciudadano con derecho a sufragio por cualquiera de las causales del art. 17
CPR. Respecto de las situaciones de suspensión del derecho de sufragio, del art. 16 CPR, solo obrarían como
causal de pérdida del cargo parlamentario el ser declarado interdicto por demencia y la sanción por el
Tribunal Constitucional conforme al art. 19 Nº 15, inciso séptimo. La acusación por determinados delitos, del
art. 16 Nº 2 CPR, si bien priva temporalmente de la condición de ciudadano con derecho a sufragio y
constituye una causal de inhabilidad absoluta, tiene en la Constitución un efecto distinto al de la cesación en
el cargo parlamentario, y que es la suspensión en el ejercicio del mismo. Ver art. 61 inciso final.

26
Ahora bien, el mecanismo de reemplazo de los parlamentarios que cesan en sus funciones
se encuentra establecido en el art. 51 de la Constitución, y contempla varias situaciones o
regulaciones, a saber:

1.- Las vacantes de diputados y senadores se proveerán con el ciudadano que señale el
partido político al que pertenecía el parlamentario que produjo la vacante al momento de
ser elegido.

Se trata, así, de mantener exactamente la proporcionalidad de la representación política –


entre partidos al menos- resultante de las elecciones. Incluso más, resulta irrelevante que el
parlamentario que cesó en su cargo haya cambiado de militancia después de la elección,
pues su reemplazante siempre va a ser designado por el partido en el cual militaba cuando
fue elegido.

2.- Los parlamentarios elegidos como independientes no serán reemplazados.

Como no hay un partido al que pertenezcan, nadie podría señalar quien debe reemplazarlos.

Sin embargo, si los parlamentarios elegidos como independientes postularon a la elección


integrando lista en conjunto con uno o más partidos políticos, serán reemplazados por el
ciudadano que señale el partido indicado por el respectivo parlamentario al momento de
presentar su declaración de candidatura.

Si al momento de la inscripción de la candidatura el parlamentario independiente no


efectuó la designación de un partido político, exigida por la Carta, su vacante sencillamente
no se provee.

3.- Para todos los casos se exige que el reemplazante reúna los requisitos para ser elegido
diputado o senador, según el caso.

De acuerdo al artículo 5º de la LOC del Congreso, corresponde al Presidente de cada


Corporación verificar el cumplimiento de dichos requisitos.

4.- Por otra parte, se dispone que un diputado puede ser nominado para ocupar un cargo
vacante de senador, pero, si ello ocurre, deja de servir el cargo de diputado y esta nueva
vacante debe ser provista conforme a las reglas anteriores.

5.- Finalmente, se prescribe que el nuevo diputado o senador ejercerá sus funciones por el
término que faltaba a quien originó la vacante.

27
V. Atribuciones exclusivas del Congreso y de las Cámaras.

Las atribuciones exclusivas están referidas al conjunto de funciones que la Constitución


entrega, en forma privativa, a un órgano determinado –en la materia en estudio, al
Congreso y a cada una de las Cámaras, por separado- de manera que ningún otro órgano
puede intervenir en su ejercicio.

a) Atribuciones exclusivas del Congreso.

Esta materia se encuentra regulada en la CPR el art. 54, aunque debe complementarse con
lo dispuesto en el art. 32 Nº 14.

Estas atribuciones ya fueron estudiadas a propósito de la competencia del Presidente de la


República, por lo que en esta parte simplemente haremos una referencia a ellas. Así, son
atribuciones exclusivas del Congreso Nacional:

1.- Aprobar o desechar los tratados internacionales que le presente el Presidente de la


República antes de su ratificación (art. 54 Nº 1).

2.- Pronunciarse, cuando corresponda, respecto de los estados de excepción constitucional,


en la forma prescrita por el inciso segundo del artículo 40 (art. 54 Nº 2).

Si bien la referencia se efectúa solo al inciso segundo del art. 40 CPR, lo cierto es que la
intervención del Congreso no se limita únicamente a la declaración de los estados de
asamblea y de sitio, sino que también habría que considerar su participación en la
declaración excepcional del estado de catástrofe (art. 41, inciso segundo, segunda parte) y
en la prórroga del estado de emergencia (art. 42, inciso primero, segunda parte).

3.- Otorgar indulto particular a las personas encontradas culpables en un procedimiento de


acusación constitucional (art. 32 Nº 14).

Debe agregarse que las decisiones sobre estos asuntos se adoptan por separado por cada una
de la Cámaras, mediante acuerdos; y las decisiones separadas y coincidentes de la Cámara
de Diputados y del Senado, forman la voluntad del Congreso Nacional. En consecuencia,
no se trata de atribuciones ejercidas como Congreso Pleno.

28
b) Atribuciones exclusivas de la Cámara de Diputados.

Las atribuciones exclusivas de la Cámara de Diputados se encuentran consagradas en el art.


52 CPR, y consisten en fiscalizar los actos del Gobierno y aprobar o desechar la acusación
constitucional.

1.- Fiscalización.

De acuerdo al art. 52 Nº 1 de la Constitución, es atribución exclusiva de la Cámara de


Diputados el “Fiscalizar los actos del Gobierno”.

Fiscalizar significa, según el diccionario de la RAE, “criticar y traer a juicio las acciones u
obras de alguien”. En consecuencia la fiscalización por la Cámara supone la facultad de
juzgar la actuación del Gobierno, de analizarla, ponderarla y emitir una valoración, positiva
o negativa, sobre ella.

La fiscalización es de alcances muy amplios, puesto que permite emitir un juicio respecto
de la legalidad de determinadas actuaciones del Gobierno, es decir, de su conformidad con
el ordenamiento jurídico; pero también comprende la posibilidad –y este aspecto es,
probablemente, el más relevante- de examinar si lo obrado por el Gobierno, incluyendo
tanto sus acciones como sus omisiones, ha sido oportuno y beneficioso, es decir, permite
una evaluación del mérito de lo obrado.

En otro aspecto, cabe señalar que, hasta la reforma de la ley N° 20.050, de 2005, no existía
acuerdo, en doctrina, acerca de la extensión que debía darse a la expresión “Gobierno”.
Para algunos se refería fundamentalmente a los actos del Presidente de la República y sus
colaboradores más inmediatos, es decir, Ministros de Estado y otros altos cargos (en esa
época Intendentes y Gobernadores). Para otros, en cambio, el Gobierno estaba referido a
toda la Administración del Estado, tanto centralizada como descentralizada.

La actual redacción del art. 52 Nº 1, letra c), da pie para inclinarse por una interpretación
amplia de la voz Gobierno, comprensiva de toda la Administración, incluyendo las
empresas del Estado y aquellas en que este tenga participación mayoritaria.

En lo que sí hay aparentemente acuerdo, es que se excluyen de la expresión Gobierno, y por


ende no serían fiscalizables por la Cámara, los órganos administrativos constitucionalmente
autónomos, como las municipalidades y el Banco Central.

Ahora bien, para el ejercicio de la facultad de fiscalización la Carta establece cuatro


mecanismos distintos, a saber:

i) La Cámara puede adoptar acuerdos o sugerir observaciones, con el voto de la mayoría de


los diputados presentes (art. 52 Nº 1, letra a, primer inciso).

29
Estos acuerdos se transmiten por escrito al Presidente de la República, quien debe dar
respuesta fundada, por medio del Ministro de Estado que corresponda, dentro de treinta
días.
El Ministro de Estado correspondiente será aquel a cuya cartera pertenezca el tratamiento
de las materias vinculadas al acuerdo de fiscalización.

En el texto original de la Carta de 1980 se establecía expresamente que la obligación del


gobierno se entendía cumplida con la sola entrega de la respuesta. La reforma de la ley Nº
20.050 eliminó ese párrafo, y agregó, además, la exigencia de ser la respuesta fundada.
Con lo anterior, en todo caso, nos parece que si bien se refuerza la facultad de la Cámara,
no se altera por ello lo esencial de la fiscalización en el marco de un régimen
presidencialista, es decir, en ningún caso cabría pensar que se puede calificar la suficiencia
o insuficiencia de la respuesta emitida por el Presidente y, sobre esa base, intentar una
acusación constitucional en su contra, afectando la estabilidad del Gobierno.

ii) Además del mecanismo analizado anteriormente, la Carta establece que cualquier
diputado, con el voto favorable de un tercio de los miembros presentes de la Cámara, puede
solicitar determinados antecedentes al Gobierno (art. 52 Nº 1, letra a, inciso segundo).

Esto es lo que algunos autores han denominado la “fiscalización por la minoría”, dado que
es una minoría calificada de la Cámara (un tercio de los miembros presentes en la sesión) la
que puede ejercerla. De todas maneras, se trata de un mecanismo de alcances más
limitados, puesto que se reduce a la solicitud de determinados antecedentes.

En este caso, el Presidente de la República también debe contestar fundadamente, por


intermedio del Ministro de Estado correspondiente, dentro del mismo plazo de treinta días.

Al igual que en la situación anterior, la respuesta deberá tramitarse a través del Ministro a
quien a cuya cartera haya correspondido el tratamiento de las materias cuyos antecedentes
se solicitan.

En esta materia la reforma de la ley Nº 20.050 mejoró notablemente el procedimiento, que


en el texto original de la Carta se había demostrado de escasa utilidad, al establecer un
plazo para la entrega de la respuesta por parte del Presidente.

También la norma, en su nueva redacción, exige que la respuesta sea fundada, lo que no se
ajusta cabalmente a la naturaleza de este procedimiento de fiscalización, que se traduce,
como se dijo, simplemente en la petición de antecedentes.

Finalmente, respecto de estos dos mecanismos de fiscalización, la Constitución previene


que “en ningún caso los acuerdos, observaciones o solicitudes de antecedentes afectarán la
responsabilidad política de los Ministros de Estado”.

Llama la atención que se haya mantenido esta categórica afirmación solo respecto de los
procedimientos de fiscalización establecidos en el art. 53 Nº 1 letra a), olvidando que se han
agregado dos nuevos mecanismos que tampoco deberían afectar, en el marco de un sistema
30
presidencial reforzado, la responsabilidad política de los Ministros de Estado, contenidos en
el art. 52 Nº 1 letras b) y c), que pasamos a examinar.

iii) En el ejercicio de sus funciones fiscalizadoras, la Cámara puede Citar a un Ministro de


Estado, a petición de a lo menos un tercio de los diputados en ejercicio, a fin de formularle
preguntas en relación con materias vinculadas al ejercicio de su cargo (art. 52 Nº 1, letra b).
La asistencia del Ministro es obligatoria y, además, debe responder a las preguntas y
consultas que motiven su citación.

Evidentemente debe tratarse de preguntas que digan relación con materias de competencia
del Ministerio de que se trate.
Con todo, un mismo Ministro no puede ser citado para este efecto más de tres veces dentro
de un año calendario, sin previo acuerdo de la mayoría absoluta de los diputados en
ejercicio.

El límite está dado solo para las citaciones efectuadas a requerimiento de un tercio de los
diputados en ejercicio, toda vez que la mayoría absoluta de los diputados en ejercicio puede
citar a un Ministro cuantas veces lo estime conveniente. En todo caso, nos parece que la
institución, como se encuentra regulada, es excesivamente flexible, dado que su mal uso
podría dar lugar a una acción obstructiva de la mayoría de la Cámara hacia el Gobierno.

iiii) Por último, el cuarto mecanismo de fiscalización son la comisiones investigadoras.


Para estos efectos, la Cámara puede crear comisiones especiales investigadoras, a petición
de a lo menos dos quintos de los diputados en ejercicio, con el objeto de reunir
informaciones relativas a determinados actos del Gobierno (art. 52 Nº 1, letra c).

Las comisiones investigadoras, a petición de un tercio de sus miembros, pueden despachar


citaciones y solicitar antecedentes.

Los Ministros de Estado, los demás funcionarios de la Administración y el personal de las


empresas del Estado o de aquéllas en que éste tenga participación mayoritaria, que sean
citados por estas comisiones, están obligados a comparecer y a suministrar los antecedentes
y las informaciones que se les soliciten.

A contrario sensu, los particulares y los funcionarios de órganos del Estado distintos de los
indicados, no se encuentran obligados a asistir a las sesiones a que, eventualmente, sean
citados, ni a entregar los antecedentes que se les requieran. Ello resulta lógico, por cuanto la
fiscalización se dirige en contra del Gobierno, no de los particulares ni respecto de otros
órganos del Estado.

Se agrega que los Ministros de Estado no podrán ser citados más de tres veces a una misma
comisión investigadora, sin previo acuerdo de la mayoría absoluta de sus miembros.

Por último, se encomienda a la ley orgánica constitucional del Congreso Nacional regular el
funcionamiento y las atribuciones de las comisiones investigadoras y la forma de proteger
los derechos de las personas citadas o mencionadas en ellas.
31
Las comisiones investigadoras se crearon por la práctica parlamentaria, y su regulación se
desarrolló en el Reglamento de la Cámara de Diputados. La reforma de la ley Nº 20.050
constitucionalizó estas comisiones, fijó sus elementos centrales y encomendó su desarrollo
normativo a la ley orgánica del Congreso Nacional.

Por el quórum exigido –dos quintos de los diputados en ejercicio- este instrumento de
fiscalización queda entregado, en su inicio, a una minoría calificada, pero, al menos hasta el
día de hoy, los informes evacuados por las comisiones investigadoras deben ser aprobados
por la Cámara, por la mayoría de los miembros presentes en la respectiva sesión.

Reforzando la exclusividad de la Cámara en las funciones de fiscalización, el art. 53, inciso


final, dispone que “el Senado, sus comisiones y sus demás órganos, incluidos los comités
parlamentarios si los hubiere, no podrán fiscalizar los actos del Gobierno ni de las entidades
que de él dependan, ni adoptar acuerdos que impliquen fiscalización”. Obviamente que esta
prohibición no afecta el derecho de opinión que corresponde a los senadores, como a
cualquier otro ciudadano.

2.- Declarar si hace o no lugar a las acusaciones constitucionales entabladas.

La acusación constitucional es un procedimiento complejo, destinado a hacer efectiva la


“responsabilidad jurídico- constitucional” en que pueden incurrir ciertos y determinados
funcionarios estatales, es decir, persigue sancionar la responsabilidad por determinados
delitos, infracciones o abusos de poder. No tiene por objeto hacer efectiva la
responsabilidad política de los acusados, por lo que no resulta apropiado denominarla
“juicio político”, pese a que la propia Carta, en forma errónea, utiliza esta expresión en su
art. 30. En todo caso, es una responsabilidad que se persigue por un órgano político, el
Congreso Nacional.

La acusación constitucional se estructura en dos etapas. En la primera, la Cámara de


Diputados resuelve si admite o no la acusación entablada; y en la segunda, el Senado falla
la acusación, estableciendo la inocencia o la culpabilidad del acusado.

La acusación constitucional debe ser entablada, es decir, interpuesta, presentada, por no


menos de 10 ni más de 20 diputados. El mínimo es para garantizar cierta seriedad a la
acusación, y el máximo, para evitar prejuzgamientos.

Funcionarios acusables y causales de acusación:

a) Presidente de la República, por actos de su administración que hayan comprometido


gravemente el honor o la seguridad de la Nación, o infringido abiertamente la Constitución
o las leyes.

Por tratarse del Presidente, las causales son particularmente exigentes. En la primera, debe
tratarse de una actuación que haya puesto en peligro o afectado, de manera importante, los
bienes jurídicos indicados, esto es, el honor, el buen nombre de la Nación, o su seguridad.
32
En la segunda, la vulneración de la Constitución o de la ley debe ser abierta, es decir,
notoria, patente. No basta cualquier vulneración del ordenamiento jurídico para acusar
constitucionalmente al Presidente.

La acusación puede interponerse mientras el Presidente esté en funciones y en los seis


meses siguientes a su expiración en el cargo.

Interpuesta la acusación, la Carta no establece ningún efecto respecto del Presidente de la


República.

Sin embargo, para asegurar que el ex Presidente se encuentre disponible para la Cámara de
Diputados durante el periodo en que puede ser acusado, se dispone que por el término de
los seis meses siguientes a su expiración en el cargo, el ex Presidente de la República no
puede ausentarse del territorio de la República sin acuerdo de la Cámara.

b) Ministros de Estado, por haber comprometido gravemente el honor o la seguridad de la


Nación, por infringir la Constitución o las leyes o haber dejado éstas sin ejecución, y por
los delitos de traición, concusión, malversación de fondos públicos y soborno.

La primera causal es igual a la señalada para el Presidente de la República, por lo que nos
remitimos a lo dicho.

Respecto de la infracción al ordenamiento jurídico, la Carta es más exigente con los


Ministros de Estado, puesto que no se requiere que la contravención sea abierta, y se
agrega, como supuesto, el haber dejado la ley sin ejecución.

Además, se agregan determinados delitos, expresión esta última que no tiene el carácter
técnico que se le asigna en Derecho Penal, sino que está referida a determinadas
actuaciones que resultan reprochables, y que pueden o no corresponder a una o más figuras
típicas del orden penal.

Así, la traición comprende cualquier actitud de deslealtad o falta de la debida fidelidad


hacia el Estado.

La concusión dice relación con el cobro de tributos no autorizados por la ley, o en un monto
o porcentaje superior al previsto legalmente.

La malversación de fondos públicos supone la apropiación de recursos económicos del


Estado, o su inversión en un fin distinto del autorizado por la ley, aunque también sea un
fin público.

Y el soborno consiste, genéricamente, en realizar algo, o abstenerse de hacerlo, por una


recompensa económica o la promesa de ella.

c) Magistrados de los tribunales superiores de justicia y del Contralor General de la


República, por notable abandono de sus deberes.
33
Los magistrados de los tribunales superiores de justicia son los ministros de las Cortes de
Apelaciones y de la Corte Suprema.

Por su parte, el Contralor General de la República es el jefe superior de la Contraloría


General de la República.

La causal para unos y otro es formalmente la misma –notable abandono de sus deberes-
pero los alcances son distintos.

En general el notable abandono de deberes dice relación con el incumplimiento o dejación


de las labores que son propias, en forma relevante, sobresaliente, digna de atención y
cuidado. Por ende, no cualquier incumplimiento da lugar a la acusación constitucional, sino
solo aquellos que resultan extraordinarios.

Ahora bien, esta causal, cuando se aplica a los magistrados de los tribunales superiores de
justicia, dice relación con el incumplimiento de sus deberes formales o externos, pero no
con la forma de resolver las causas sometidas a su decisión, con la interpretación que hagan
de la ley o, en suma, con la forma en que ejercen jurisdicción.

Lo anterior, por cuanto el artículo 76 reserva el ejercicio de la jurisdicción, de modo


exclusivo, a los tribunales establecidos en la ley, prohibiendo tanto al Presidente de la
República como al Congreso ejercer funciones judiciales, avocarse causas pendientes,
revisar los fundamentos o contenido de sus resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos.
En cambio, si se aplica al Contralor General de la República, el incumplimiento de los
deberes, que sirve de fundamento a la acusación, puede referirse tanto a los deberes
externos como al modo en que, en lo sustantivo, este ejerce sus atribuciones
constitucionales y legales.

d) Generales o almirantes de las instituciones pertenecientes a las Fuerzas de la Defensa


Nacional, por haber comprometido gravemente el honor o la seguridad de la Nación.

Está referida a quienes tienen el grado de general en el Ejército y la Fuerza Aérea, y a los
almirantes en la Armada.

La causal es la misma que se examinó respecto del Presidente de la República, por lo que
nos remitimos a lo ya dicho.

Hasta la reforma del año 2005 se discutió si eran acusables los generales de Carabineros.
Hoy nos parece, por la reforma al artículo 101 CPR, que tales oficiales no pueden ser
acusados constitucionalmente.

34
e) De los delegados presidenciales regionales, delegados presidenciales provinciales y de la
autoridad que ejerza el Gobierno en los territorios especiales a que se refiere el artículo 126
bis, por infracción de la Constitución y por los delitos de traición, sedición, malversación
de fondos públicos y concusión25.

Solo son acusables por infracción de la Constitución, no de la ley, aunque no se exige que
la contravención sea abierta o grave.

Respecto de los delitos mencionados, cabe destacar que, en relación con los Ministros de
Estado, se elimina el soborno y se agrega la sedición, que es, genéricamente, el alzamiento
contra la autoridad establecida.

Respecto de las personas señaladas en las letras b) a e) del art. 52 Nº 2, la acusación puede
entablarse mientras estén el ejercicio de sus funciones y hasta tres meses después de expirar
en sus cargos. Además, interpuesta la acusación, el acusado no puede ausentarse del país
sin permiso de la Cámara de Diputados.

Quórum de aprobación.

Para aprobar la acusación deducida en contra del Presidente de la República se requiere el


voto conforme de la mayoría de los diputados en ejercicio.

En cambio, para aprobar la acusación respecto de los demás acusables, el quórum es de la


mayoría de los diputados presentes.

Efectos de la aprobación de la acusación en la Cámara de Diputados.

Si el acusado es el Presidente de la República, la circunstancia que la Cámara de Diputados


declare que ha lugar a la acusación en su contra no tiene prevista, en el texto, ninguna
consecuencia expresa. Sin embargo, se ha sostenido que ello podría constituir un “grave
motivo”, en los términos del art. 29 CPR, que produciría impedimento temporal para el
desempeño del cargo y debería procederse a la subrogación del Presidente.

Respecto de las demás personas acusables, por la aprobación de la acusación en la Cámara


el acusado queda suspendido en sus funciones. Se agrega que la suspensión cesará si el
Senado desestimare la acusación o si no se pronunciare dentro de los treinta días siguientes.

Además, el acusado no puede ausentarse del país en caso alguno, es decir, se produce su
arraigo absoluto.
Comentario respecto de los gobernadores regionales.

25
La disposición vigésimo octava transitoria, de la Constitución, en su párrafo final, dispone que “Mientras
no asuman los primeros gobernadores regionales electos, a los cargos de intendentes y gobernadores les
serán aplicables las disposiciones constitucionales vigentes previas a la publicación de la presente reforma
constitucional”. La ley de reforma constitucional a que se alude es la N° 20.990. de 5 de enero de 2017.
35
Cabe señalar que el artículo 52 de la Constitución no incorpora a los gobernadores
regionales en el listado de funcionarios acusables, como sí lo hace con los delegados
presidenciales regionales y provinciales, y por lo mismo no señala causal específica de
acusación. No obstante, tanto esta norma, como el artículo 53, establecen un quorum para
dar lugar a la acusación, en la Cámara, y en su caso aprobarla, en el Senado, cuando se
dirige contra los gobernadores regionales.

Esta grave inconsistencia obliga a preguntarse, entonces, si los gobernadores regionales


podrán ser acusados constitucionalmente.

Sin entrar al detalle, nos parece que la respuesta a esa pregunta debe ser negativa,
fundamentalmente porque falta la causal que generaría la responsabilidad constitucional.

c) Atribuciones exclusivas del Senado.

Las atribuciones exclusivas del Senado se encuentran contenidas en el art. 53, el cual
comienza, precisamente, por la segunda etapa de la acusación constitucional, es decir, la
etapa de fallo o resolución. Las demás atribuciones que se le encomiendan, en un buen
porcentaje, ya las hemos examinado a propósito del estudio de otras materias, por lo que
solo las vamos a mencionar en este acápite.

Estas atribuciones exclusivas son las siguientes:

1.- Conocer de las acusaciones que la Cámara de Diputados haya aprobado, según lo
examinado precedentemente.

Para estos efectos, la Carta dispone que el Senado resolverá como jurado y se limitará a
declarar si el acusado es o no culpable del delito, infracción o abuso de poder que se le
imputa.

Es decir, cada senador debe resolver según la libre convicción que se haya podido formar,
acerca de la inocencia o culpabilidad del acusado, a partir del análisis de los antecedentes
producidos.

Por otra parte, la decisión es simplemente acerca de la culpabilidad o inocencia, dado que,
en caso de resolverse la culpabilidad del acusado, al Senado no le corresponde aplicar pena
alguna, dado que estas están determinadas por el propio texto constitucional y operan de
pleno derecho.

Quórum.

La declaración de culpabilidad deberá ser pronunciada por los dos tercios de los senadores
en ejercicio cuando se trate de una acusación en contra del Presidente de la República, y
por la mayoría de los senadores en ejercicio en los demás casos.

36
Efectos de la declaración de culpabilidad.

a) Queda el acusado destituido de su cargo.

b) El acusado declarado culpable no puede desempeñar ninguna función pública, sea o no


de elección popular, por el término de cinco años.

c) El funcionario declarado culpable será juzgado de acuerdo a las leyes por el tribunal
competente, tanto para la aplicación de la pena señalada al delito, si lo hubiere, cuanto para
hacer efectiva la responsabilidad civil por los daños y perjuicios causados al Estado o a
particulares.

Recordemos, en relación con esta materia, que las personas declaradas culpables por el
Senado, en el procedimiento de acusación constitucional, no pueden ser indultadas por el
Presidente de la República, sino solo por el Congreso Nacional. Entendemos que esta
limitación solo se aplica a la declaración de culpabilidad pronunciada por el Senado, pero
no se extiende a la pena que, eventualmente, pudiera establecer un tribunal penal, respecto
de la cual procedería el indulto particular según las reglas generales.

2) Decidir si admite o no las acciones judiciales que cualquier persona pretenda iniciar en
contra de algún Ministro de Estado, con motivo de los perjuicios que pueda haber sufrido
injustamente por acto de éste en el desempeño de su cargo.

Se trata de las acciones civiles que se pueden intentar en contra de un Ministro de Estado,
como consecuencia de actuaciones realizadas en su condición de tal. Las acciones
derivadas de su conducta como particular, como simple ciudadano, no están sujetas a esta
autorización previa del Senado.

Lo que busca esta norma es evitar que se presenten, en contra de un Ministro de Estado,
acciones judiciales temerarias o infundadas.

3) Conocer de las contiendas de competencia que se susciten entre las autoridades políticas
o administrativas y los tribunales superiores de justicia.

La contienda de competencia se va a producir cuando dos órganos se estiman competentes


para conocer de un asunto o, por el contrario, cuando ninguno de ellos se considera
competente.

De acuerdo al art. 93 Nº 12, corresponde al Tribunal Constitucional resolver las contiendas


de competencia que se susciten entre las autoridades políticas o administrativas y los
tribunales de justicia, que no correspondan al Senado.

4) Otorgar la rehabilitación de la ciudadanía en el caso del artículo 17, número 3° de la


Constitución.

37
5) Prestar o negar su consentimiento a los actos del Presidente de la República, en los casos
en que la Constitución o la ley lo requieran.

Si el Senado no se pronunciare dentro de treinta días después de pedida la urgencia por el


Presidente de la República, se tendrá por otorgado su asentimiento.

6) Otorgar su acuerdo para que el Presidente de la República pueda ausentarse del país por
más de treinta días; o en el periodo que transcurre desde la primera o única votación para
elegir su sucesor y hasta que cese en su mandato.

7) Declarar la inhabilidad del Presidente de la República o del Presidente electo cuando un


impedimento físico o mental lo inhabilite para el ejercicio de sus funciones; y declarar
asimismo, cuando el Presidente de la República haga dimisión de su cargo, si los motivos
que la originan son o no fundados y, en consecuencia, admitirla o desecharla. En ambos
casos deberá oír previamente al Tribunal Constitucional.

8) Aprobar, por la mayoría de sus miembros en ejercicio, la declaración del Tribunal


Constitucional a que se refiere la segunda parte del Nº 10º del artículo 93.

Se refiere, como vimos en su oportunidad, a la aprobación por el Senado de la sentencia del


Tribunal Constitucional que sanciona al Presidente de la República, electo o en ejercicio,
por haber tenido participación en los hechos que motivan la declaración de
inconstitucionalidad de un partido movimiento u organización. El requerimiento al Tribunal
Constitucional corresponde a la Cámara de Diputados o a una cuarta parte de sus miembros
en ejercicio.

9) Aprobar, en sesión especialmente convocada al efecto y con el voto conforme de los dos
tercios de los senadores en ejercicio, la designación de los ministros y fiscales judiciales de
la Corte Suprema y del Fiscal Nacional del Ministerio Público.

10) Dar su dictamen al Presidente de la República en los casos en que éste lo solicite.

Esta es una función meramente consultiva, el dictamen del Senado no tiene carácter
vinculante.

Como ya señaláramos anteriormente, el precepto termina con la prohibición al Senado, y a


todos sus órganos internos, de ejercer funciones de fiscalización respecto del Gobierno.

38
VI. Tramitación de la ley.

Según los artículos 32 Nº 1 y 46 CPR, el Presidente de la República y el Congreso Nacional


concurren a la formación de la ley, es decir, Presidente y Congreso son co-legisladores.

Ahora bien, el proceso legislativo es un proceso complejo, compuesto de distintas


actuaciones o trámites, que reciben las siguientes denominaciones: iniciativa legislativa;
origen; discusión y votación; sanción o veto; promulgación y publicación.

a) Iniciativa legislativa.

La iniciativa dice relación con la autoridad facultada para presentar un proyecto de ley en el
Congreso nacional, obligando a darle la tramitación correspondiente.

Nuestro sistema establece que la iniciativa corresponde tanto al Presidente de la República


como a los parlamentarios, es decir, diputados y senadores.

La iniciativa presidencial de ley, como comentáramos con anterioridad en este curso, es un


elemento característico del presidencialismo o régimen presidencial reforzado, dado que en
el modelo presidencial el Presidente carece de ella, por el principio de separación estricta
de funciones que lo caracteriza.

Si la iniciativa ejerce el Presidente de la República, el proyecto recibe el nombre de


mensaje; y si la ejercen diputados o senadores se denomina moción. La moción no puede
ser firmada (presentada) por más de diez diputados ni por más de cinco senadores. Cabe
aclarar que una moción no puede ser presentada por senadores y diputados conjuntamente.

El mensaje, o moción, en su caso, se compone de dos partes. En la primera se hace una


exposición de los motivos y fundamentos del proyecto que se presenta, y en la segunda se
contiene el proyecto articulado que se somete a consideración del Congreso. La primera
reviste particular importancia para efectos de interpretación posterior de la ley, pero,
además, porque en ella se contienen lo que se denomina las ideas matrices o fundamentales
del proyecto, que durante la tramitación del proyecto, como veremos, se utilizan como un
marco de referencia obligatorio, entre otras cosas, para calificar la admisibilidad de las
indicaciones y del veto.

Fuera de las autoridades indicadas, nuestro sistema constitucional no contempla otras


autoridades facultadas para presentar proyectos de ley, ni otras formas de iniciativa, como
la iniciativa popular.

Además de lo dicho, y remarcándose el carácter presidencialista de nuestro régimen de


gobierno, el Presidente de la República no solo goza de iniciativa legislativa, sino que, en
algunas materias, esta iniciativa es exclusiva, es decir, solo el Presidente puede presentar
proyectos de ley sobre determinados asuntos, taxativamente señalados en la Carta
Fundamental.

39
En efecto, dispone el art. 65, incisos tercero y cuarto, que “Corresponderá al Presidente de
la República la iniciativa exclusiva de los proyectos de ley que tengan relación con la
alteración de la división política o administrativa del país, o con la administración
financiera o presupuestaria del Estado, incluyendo las modificaciones de la Ley de
Presupuestos, y con las materias señaladas en los números 10 y 13 del artículo 63.

Corresponderá, asimismo, al Presidente de la República la iniciativa exclusiva para:


1º.- Imponer, suprimir, reducir o condonar tributos de cualquier clase o naturaleza,
establecer exenciones o modificar las existentes, y determinar su forma, proporcionalidad o
progresión;
2º.- Crear nuevos servicios públicos o empleos rentados, sean fiscales, semifiscales,
autónomos o de las empresas del Estado; suprimirlos y determinar sus funciones o
atribuciones;
3º.- Contratar empréstitos o celebrar cualquiera otra clase de operaciones que puedan
comprometer el crédito o la responsabilidad financiera del Estado, de las entidades
semifiscales, autónomas, de los gobiernos regionales o de las municipalidades, y condonar,
reducir o modificar obligaciones, intereses u otras cargas financieras de cualquier
naturaleza establecidas en favor del Fisco o de los organismos o entidades referidos;
4º.- Fijar, modificar, conceder o aumentar remuneraciones, jubilaciones, pensiones,
montepíos, rentas y cualquiera otra clase de emolumentos, préstamos o beneficios al
personal en servicio o en retiro y a los beneficiarios de montepío, en su caso, de la
Administración Pública y demás organismos y entidades anteriormente señalados, como
asimismo fijar las remuneraciones mínimas de los trabajadores del sector privado, aumentar
obligatoriamente sus remuneraciones y demás beneficios económicos o alterar las bases
que sirvan para determinarlos; todo ello sin perjuicio de lo dispuesto en los números
siguientes;
5º.- Establecer las modalidades y procedimientos de la negociación colectiva y determinar
los casos en que no se podrá negociar, y
6º.- Establecer o modificar las normas sobre seguridad social o que incidan en ella, tanto
del sector público como del sector privado.
El Congreso Nacional solo podrá aceptar, disminuir o rechazar los servicios, empleos,
emolumentos, préstamos, beneficios, gastos y demás iniciativas sobre la materia que
proponga el Presidente de la República”.

A lo anterior debe agregarse que son de iniciativa exclusiva del Presidente los proyectos de
ley que tengan por objeto autorizar la declaración de guerra (art. 63 Nº 15) y los que tengan
por finalidad modificar la ley orgánica de municipalidades para fijar los límites y requisitos
que deberán observar las municipalidades para ejercer las facultades de “crear o suprimir
empleos y fijar remuneraciones” y de “establecer los órganos o unidades que la ley
orgánica constitucional respectiva permita”.

Como puede observarse de este largo listado, al Presidente se le reserva la iniciativa


exclusiva fundamentalmente en aquellas materias que dicen relación con la administración
financiera y presupuestaria del Estado, y con la división política y administrativa del
mismo.

40
b) Origen.

El origen dice relación con la Cámara que empieza a conocer un determinado proyecto de
ley. La Cámara donde se presenta el proyecto se denomina cámara de origen, y la otra
recibe el nombre de cámara revisora.

La regla general es que cualquiera de las Cámaras puede ser cámara de origen, es decir, los
proyectos de ley, sea que se inicien por mensaje o por moción, pueden ser presentados en la
Cámara de Diputados o en el Senado.

Esta opción de presentar un proyecto ante una u otra Cámara en realidad corresponde al
Presidente de la República, puesto que los parlamentarios solo pueden presentar mociones
en la Cámara a la que pertenezcan26.

Sin perjuicio de lo expresado, la Carta señala que los proyectos de ley sobre ciertas
materias solo pueden tener su origen en la Cámara de Diputados y otros solo en el Senado,
fijando, como excepción, un origen obligatorio.

De esta manera, solo pueden tener su origen en la Cámara de Diputados los proyectos de
ley sobre tributos de cualquiera naturaleza que sean, sobre los presupuestos de la
Administración Pública y sobre reclutamiento.

Por su parte, solo pueden tener origen en el Senado las leyes sobre amnistía y sobre
indultos generales.

c) Discusión y votación.

En esta etapa el proyecto de ley es discutido en el Congreso, para, finalmente, aprobarlo o


rechazarlo.

Cada una de las deliberaciones y votaciones que se realizan en las Cámaras recibe el
nombre de “trámite constitucional”. La primera discusión y votación en la cámara de origen
se designa como “primer trámite constitucional”; la primera discusión y votación en la
cámara revisora se denomina “segundo trámite constitucional”; y así sucesivamente.

Discusión general y particular.


26
Señala el art. 12 de la ley Nº 18.918, Orgánica Constitucional del Congreso Nacional, que “Todo proyecto
deberá presentarse en la Cámara donde pueda tener origen con arreglo a la Constitución Política y, en el caso
de las mociones, en la corporación a la que pertenezca su autor”.

41
En el examen del proyecto que se realiza por la Cámaras se distinguen dos tipos de
discusiones, sin perjuicio de otras modalidades que se pueden contemplar en los
reglamentos: la discusión general y la discusión particular.

De acuerdo a la LOC del Congreso Nacional, en su art. 23, se entiende por discusión
general la que dice relación solo con las ideas matrices o fundamentales del proyecto y que
tiene por objeto admitirlo o desecharlo en su totalidad. En la discusión particular, en
cambio, se procede a examinar el proyecto en sus detalles, a revisar el contenido de cada
uno de sus artículos y las eventuales indicaciones que se hayan podido presentar.

Para estos efectos, se consideran como ideas matrices o fundamentales de un proyecto


aquéllas contenidas en el mensaje o moción.

Cabe agregar que los proyectos que se encuentran en primer o segundo trámite
constitucional siempre deben tener discusión general.

Las indicaciones.

Las indicaciones son las proposiciones formuladas por los parlamentarios, o por el
Presidente de la República, tendientes a modificar el articulado propuesto en el mensaje o
moción, o el texto aprobado por la otra Cámara, según el caso, mediante la agregación,
supresión o modificación de sus disposiciones.

El art. 66 de la Carta previene expresamente que todo proyecto puede ser objeto de
adiciones o correcciones en los trámites que corresponda, tanto en la Cámara de Diputados
como en el Senado. Pero agrega que ningún caso se admitirán las indicaciones que no
tengan relación directa con las ideas matrices o fundamentales del proyecto.

La LOC del Congreso agrega que también serán inadmisibles las indicaciones que sean
contrarias a la Constitución; las que importen nuevos gastos con cargo a los fondos del
Estado o de sus organismos, o de empresas de que sea dueño o en que tenga participación,
sin crear o indicar, al mismo tiempo, las fuentes de recursos necesarios para atender a tales
gastos; y las indicaciones formuladas por parlamentarios que digan relación con materias
cuya iniciativa corresponda exclusivamente al Presidente de la República.

Corresponde al presidente de la sala o comisión la facultad de declarar inadmisible las


indicaciones que se presenten, pudiendo la sala, o la comisión, en su caso, reconsiderar
dicha inadmisibilidad. La declaración de inadmisibilidad puede ser hecha por el presidente
de propia iniciativa o a petición de algún miembro de la corporación, en cualquier momento
de la discusión del proyecto.

No se admiten indicaciones respecto de las proposiciones que formulen las comisiones


mixtas (art. 31 LOC del Congreso Nacional).

La urgencia.
42
La “urgencia” es un mecanismo que permite al Presidente de la República fijar un plazo
máximo para la tramitación de un proyecto de ley, en una o en ambas Cámaras.

Es privativo del Presidente de la República hacer presente la urgencia en la tramitación de


un proyecto de ley, determinar la oportunidad para ello, calificarla y retirarla.

La Constitución dispone, en la materia, que “el Presidente de la República podrá hacer


presente la urgencia en el despacho de un proyecto, en uno o en todos sus trámites, y en tal
caso, la Cámara respectiva deberá pronunciarse dentro del plazo máximo de treinta días. Y
agrega que “la calificación de la urgencia corresponderá hacerla al Presidente de la
República de acuerdo a la ley orgánica constitucional relativa al Congreso (...)”.

Desarrollando este precepto, la LOC del Congreso establece que la urgencia puede hacerse
presente en el correspondiente mensaje o mediante oficio dirigido al presidente de la
Cámara donde se encuentre el proyecto, o al del Senado cuando el proyecto estuviere en
comisión mixta. En el mismo documento debe expresarse la calificación que otorgue a la
urgencia, la cual podrá ser simple, suma o de discusión inmediata; si no se especifica esa
calificación, se entiende que la urgencia es simple.

Cuando un proyecto sea calificado de simple urgencia, su discusión y votación en la


Cámara requerida deberán quedar terminadas en el plazo de treinta días; si la calificación
fuere de suma urgencia, ese plazo será de quince días, y si se solicita discusión inmediata,
será de seis días.

Así como el Presidente puede hacer presente la urgencia, también puede retirarla en
cualquier momento de la tramitación del proyecto.

El término del respectivo período de sesiones dará lugar a la caducidad de las urgencias que
se encontraren pendientes en cada Cámara, salvo las que se hayan presentado en el Senado
para los asuntos a que se refiere el número 5) del artículo 53 de la Constitución Política
(“prestar o negar su consentimiento a los actos del Presidente de la República, en los casos
en que la Constitución o la ley lo requieran”).

Esquema de tramitación de un proyecto, en primer o segundo trámite constitucional, al


interior de las Cámaras.

Ingresado un proyecto o moción a la secretaría de la Cámara respectiva, el Presidente debe


dar cuenta de la iniciativa presentada en sesión de sala. Luego de eso, el proyecto pasa a
comisión, para un primer informe. Normalmente conocerá del proyecto la Comisión
permanente que corresponda a la materia tratada en la iniciativa legislativa. Evacuado el
informe de la Comisión, se da cuenta a la Sala y se procede a votar para aprobarlo o
rechazarlo en general. Aprobado en general, y con las indicaciones que se hayan podido
presentar, el proyecto vuelve a la Comisión para un segundo informe, a partir del cual se
efectuará la discusión y votación particular.

43
Salvo lo dicho en relación con la urgencia, las Cámaras no tienen plazo para despachar un
proyecto de ley, y pueden requerirse los informes de comisión que sean pertinentes. Las
comisiones, por su parte, pueden recabar todos los antecedentes que estimen necesarios, y
recibir la opinión de expertos en las materias analizadas.

Esquema de tramitación de un proyecto de ley en el Congreso.

De acuerdo a lo dispuesto en los art. 68 y siguientes, las situaciones que pueden darse en la
tramitación de la ley, en un esquema general, son las siguientes:

1.- Si la cámara de origen rechaza en general un proyecto de ley, no puede continuarse el


procedimiento legislativo y, además, la iniciativa no puede renovarse sino hasta después de
un año27 (art. 68).

2.-Si la cámara de origen aprueba en general y particular un proyecto de ley, pasa


inmediatamente a la cámara revisora. Si esta última también lo aprueba, en los mismos
términos, es decir, sin introducir modificaciones, se despacha al Presidente de la República
para su sanción o eventual veto. Es la situación más simple en el despacho de una ley en el
Congreso.

3.- Si la cámara de origen aprueba en general y particular un proyecto de ley, pero la


cámara revisora lo desecha en su totalidad (rechazo en general, a la idea de legislar), el
proyecto es sometido a una comisión mixta de igual número de diputados y senadores, la
que propondrá la forma y modo de resolver las dificultades (art. 70).

Esta situación da lugar a la siguiente alternativa:

3.1. La comisión mixta elabora un proyecto que es aprobado por ambas cámaras, por la
mayoría de los miembros presentes en cada una de ellas. En este caso, el proyecto así
aprobado se remite al Presidente de la República para su sanción o veto.

3.2. La comisión mixta no llega a acuerdo, o el proyecto de la comisión es rechazado por la


Cámara de origen. En este caso, por regla general, termina el procedimiento legislativo y no
hay ley en la materia28.
27
En esta situación, la Carta contempla un denominado mecanismo de insistencia, facultativo del Presidente
de la República, al disponer en el art. 68 que “Sin embargo, el Presidente de la República, en caso de un
proyecto de su iniciativa, podrá solicitar que el mensaje pase a la otra Cámara y, si ésta lo aprueba en general
por los dos tercios de sus miembros presentes, volverá a la de su origen y solo se considerará desechado si
esta Cámara lo rechaza con el voto de los dos tercios de sus miembros presentes”. Con ello, el Presidente de
la República, con el apoyo de los dos tercios de la cámara revisora, y un tercio más uno de los miembros de la
cámara de origen, puede forzar la aprobación general en el primer trámite constitucional, siempre que el
proyecto se haya iniciado por mensaje.
28
En el art. 70 CPR, ante esta situación de rechazo, se contempla un segundo mecanismo de insistencia, según
el cual, “si la comisión mixta no llegare a acuerdo, o si la cámara de origen rechazare el proyecto de esa
comisión, el Presidente de la República podrá pedir que esa Cámara se pronuncie sobre si insiste por los dos
tercios de sus miembros presentes en el proyecto que aprobó en el primer trámite. Acordada la insistencia, el
44
4.- Si la Cámara de origen aprueba un proyecto de ley y la cámara revisora lo aprueba en
general, pero modifica el articulado propuesto, el proyecto vuelve a la cámara de origen
para que las adiciones o enmiendas sean votadas en esta última (art. 71).

En esta situación también pueden darse dos opciones:

4.1. Si en la cámara de origen, por la mayoría de los miembros presentes, son aprobadas las
adiciones o enmiendas incorporadas en la cámara revisora, el proyecto se remite al
Presidente de la República para su sanción o veto.

4.2. Por el contrario, si las adiciones o enmiendas no son aprobadas en la cámara de origen,
se forma una comisión mixta, de igual número de diputados y senadores, para que proponga
la forma y modo de resolver las discrepancias. A su vez, de este procedimiento puede
resultar:

4.2.1. Que el proyecto elaborado por la comisión mixta sea aprobado en ambas Cámaras,
caso en el cual se remite al Presidente de la República para su sanción o veto.

4.2.2. Que en la comisión mixta no se produzca acuerdo para resolver las divergencias entre
ambas Cámaras, o que alguna de estas últimas rechace la proposición de la comisión mixta.
En este caso, por regla general, termina el procedimiento legislativo y no hay ley en la
materia29.

d) Sanción o veto.

Aprobado un proyecto por las Cámaras, se remite al Presidente para que este, a su vez, lo
sancione (apruebe) o lo vete (rechace).

La sanción.

proyecto pasará por segunda vez a la Cámara que lo desechó, y solo se entenderá que ésta lo reprueba si
concurren para ello las dos terceras partes de sus miembros presentes”. En forma similar al mecanismo de
insistencia examinado con anterioridad, el Presidente de la República, con el apoyo de los dos tercios de la
cámara de origen, y un tercio más uno de los miembros de la cámara revisora, puede forzar la aprobación
general en el segundo trámite constitucional. Eso sí, y a diferencia de lo comentado, en este caso no se
requiere que el proyecto haya sido de iniciativa presidencial.
29
No obstante, el Presidente cuenta con un tercer mecanismo de insistencia, de acuerdo al cual este “podrá
solicitar a la Cámara de origen que considere nuevamente el proyecto aprobado en segundo trámite por la
revisora. Si la Cámara de origen rechazare las adiciones o modificaciones por los dos tercios de sus miembros
presentes, no habrá ley en esa parte o en su totalidad; pero, si hubiere mayoría para el rechazo, menor a los
dos tercios, el proyecto pasará a la Cámara revisora, y se entenderá aprobado con el voto conforme de las dos
terceras partes de los miembros presentes de esta última”.

45
La sanción, como se dijo, es la aprobación que el Presidente de la República presta a un
proyecto de ley previamente aprobado por el Congreso Nacional, y hace referencia a ella el
art. 32 Nº 1.

La sanción puede ser expresa, tácita o forzada.

La sanción es expresa cuando el Presidente manifiesta positivamente su voluntad de


aprobación.
Al respecto, dispone el art. 72 CPR que “aprobado un proyecto por ambas Cámaras será
remitido al Presidente de la República, quien, si también lo aprueba, dispondrá su
promulgación como ley”.

La sanción es tácita, cuando, sin sancionar expresamente el proyecto, el Presidente de la


República deja transcurrir el plazo para vetar sin ejercer esta facultad.

De acuerdo al art. 75“si el Presidente de la República no devolviere el proyecto dentro de


treinta días, contados desde la fecha de su remisión, se entenderá que lo aprueba y se
promulgará como ley”.

Según el profesor Molina, también se configura una situación de sanción tácita cuando el
Presidente veta un proyecto de ley, y sus observaciones son aprobadas por las Cámaras (art.
73 inciso 3)30.

Por último, la sanción es forzada cuando el Presidente veta un proyecto de ley y las
Cámaras insisten, por el quórum constitucional, en el proyecto originalmente aprobado por
ellas. Esta materia, regulada en el art. 73, la examinaremos con más detalle al referirnos al
veto.

El veto.

Nuestro sistema constitucional solo contempla un veto de efectos suspensivos, mediante el


cual se obliga a las Cámaras a considerar las objeciones formuladas y volver a pronunciarse
sobre las materias rechazadas o modificadas por el Presidente, sin tener que,
necesariamente, aceptarlas. No se contempla un veto absoluto, que es aquel que hace
primar, definitivamente, la voluntad del Presidente por sobre la del Congreso31.

El veto puede ser supresivo, sustitutivo o aditivo.

30
MOLINA GUAITA, Hernán. Derecho Constitucional, sexta edición, obra citada, página 458.
31
El texto primitivo de la Carta de 1980, en su art. 118, inciso primero, contemplaba un veto absoluto, pero
fue suprimido por ley 18.825. Según el precepto citado “las reformas constitucionales que tengan por objeto
modificar las normas sobre plebiscito prescritas en el artículo anterior, disminuir las facultades del Presidente
de la República, otorgar mayores atribuciones al Congreso o nuevas prerrogativas a los parlamentarios,
requerirán, en todo caso, la concurrencia de voluntades del Presidente dela República y de los dos tercios de
los miembros en ejercicio de cada Cámara, y no procederá a su respecto el plebiscito”.

46
El veto supresivo es aquel que tiene por objeto, como su nombre lo indica, suprimir,
eliminar, determinados preceptos de un proyecto de ley aprobado por el Congreso, o
rechazar el proyecto en su integridad.

Si se rechazan determinados preceptos, el veto supresivo es parcial; y si se rechaza todo el


proyecto, el veto supresivo es total.

El veto sustitutivo es el destinado a reemplazar o modificar disposiciones del proyecto de


ley.
El veto aditivo, por último, es el que incorpora nuevas disposiciones al proyecto aprobado
por el Congreso.

Debe tenerse presente que existe una limitación fundamental al ejercicio del derecho a veto,
y que se aplica particularmente al veto aditivo y, en alguna medida, al veto sustitutivo, en el
sentido que “en ningún caso se admitirán las observaciones que no tengan relación directa
con las ideas matrices o fundamentales del proyecto, a menos que hubieran sido
consideradas en el mensaje respectivo”.

Es decir, las regulaciones que el Presidente de la República pretenda incorporar al proyecto


por medio del veto, deben referirse a los objetivos e ideas centrales que se pretenden
alcanzar y desarrollar, respectivamente, con la normativa que se aprueba.

Como excepción, si el proyecto se inició por mensaje del Presidente de la República y


durante la tramitación en el Congreso algunas normas que desarrollaban ideas matrices o
fundamentales, inicialmente consideradas, no fueron recogidas en el proyecto de ley
finalmente aprobado por el Congreso, el Presidente puede incorporar, por medio del veto,
disposiciones que tengan por finalidad reponer en el proyecto el desarrollo de esas ideas.

La inadmisibilidad de las observaciones del Presidente de la República corresponde


declararla a los Presidentes de las Cámaras, pudiendo esa declaración ser reconsiderada por
la sala respectiva.

Tramitación del veto.

El presidente tiene un plazo de 30 días para vetar, plazo que es de carácter fatal y de días
corridos. De este modo, si transcurre el plazo señalado sin que el Presidente formule un
veto, el proyecto se entiende sancionado tácitamente. El término para vetar se cuenta desde
que el Presidente recibe el oficio de la cámara de origen en que se le comunica la
aprobación del proyecto por el Congreso.

Si el Presidente veta un proyecto, este se devuelve a la cámara de origen, para la


consideración, por el Congreso, de las objeciones, enmiendas o adiciones propuestas.

Si el veto es aditivo, las Cámaras solo tendrán que votar si aceptan o no las agregaciones
incorporadas por el Presidente. Si las aprueban, se devuelve el proyecto al Presidente para
47
su promulgación, con las adiciones formuladas por medio del veto. Si las rechazan, se
devuelve al Presidente el proyecto originalmente aprobado por las Cámaras, es decir, sin
adiciones, para su oportuna promulgación.

Si el veto es supresivo total, las Cámaras solo tienen que resolver si insisten o no en el
proyecto originalmente aprobado por ellas y rechazado íntegramente por el Presidente. Si
insisten por los dos tercios de los miembros presentes en cada Cámara, el proyecto vetado e
insistido se devuelve al Presidente de la República para su promulgación. Es una hipótesis
de sanción forzada. Si no se alcanza el quórum constitucional de insistencia, sencillamente
el proyecto no se transforma en ley.
Si el veto es sustitutivo o supresivo parcial, en primer lugar las Cámaras deben decidir si
aprueban o rechazan las observaciones del Presidente de la República. Si las aprueban, se
devuelve el proyecto al Presidente para su promulgación. Si rechazan el veto, a
continuación deben decidir si insisten, por los dos tercios de los miembros presentes en
cada Cámara, en el proyecto originalmente aprobado por el Congreso. De alcanzarse el
quórum de insistencia, el proyecto vetado e insistido se devuelve al Presidente de la
República para su promulgación. Es otra situación de sanción forzada. De no alcanzarse el
señalado quórum, no hay ley en la parte vetada y no insistida.

e) La promulgación.

La promulgación es el acto por medio del cual el Presidente de la República deja constancia
de la existencia de la ley, fija su texto y ordena cumplirla como ley de la República.

A partir de la promulgación tenemos certeza respecto de la existencia de la ley y de su


contenido. Por ende, cuando existe discrepancia entre el texto promulgado y el publicado,
prima el promulgado.

Incluso más, como se recordará, el art. 19 Nº 3 permite aplicar la ley promulgada, no


publicada ni vigente, cuando ella resulta más beneficiosa al acusado en causa criminal.

Ahora bien, la promulgación se hace mediante un decreto supremo, que recibe el nombre de
decreto promulgatorio.

El art. 75 CPR la promulgación debe hacerse siempre dentro del plazo de 10 días, contados
desde que ella sea procedente.

No obstante el tenor del precepto citado, el indicado plazo no es de carácter fatal, por lo que
su transcurso no impide que el Presidente pueda promulgar una ley con posterioridad a su
vencimiento, sin perjuicio de la responsabilidad que pudiera corresponderle.

El plazo para promulgar se cuenta desde la sanción del proyecto de ley. De este modo, en la
sanción expresa el término en comentario se computará desde que el Presidente manifieste
su voluntad concreta y directa de aprobar el proyecto de ley; en la sanción tácita empezará a
correr desde que transcurre el plazo para vetar, sin que el Presidente haga uso de esa
48
facultad; y, finalmente, en la sanción forzada, deberá contarse el plazo desde que el
Presidente recibe el oficio por el cual se le remite el proyecto vetado e insistido por las
Cámaras.

Cabe agregar que, de manera excepcional, la promulgación no la hará el Presidente de la


República, sino el Tribunal Constitucional. En efecto, según lo prescrito en el art. 93 es
atribución del Tribunal Constitucional “Nº 8 Resolver los reclamos en caso de que el
Presidente de la República no promulgue una ley cuando deba hacerlo o promulgue un
texto diverso del que constitucionalmente corresponda”. De este modo, si el Tribunal acoge
el requerimiento, en el mismo fallo promulga la ley que no lo haya sido o rectifica la
promulgación incorrecta (art. 93 Nº 8 y 93 inciso 13).

f) La publicación.

La Carta actual, a diferencia de la del 25, consagra expresamente el trámite de la


publicación de la ley y fija un plazo para ello.

Al respecto, dispone el art. 75 que “la publicación se hará dentro de los cinco días hábiles
siguientes a la fecha en que quede totalmente tramitado el decreto promulgatorio”.

De este modo, una vez que el decreto promulgatorio haya sido tomado de razón por la
Contraloría General de la República, debe publicarse dentro del plazo señalado.

Los demás elementos de la publicación no se regulan en la Constitución, sino en los art. 6 y


siguientes del Código Civil, que a la letra señalan:

Art. 6º. La ley no obliga sino una vez promulgada en conformidad a la Constitución
Política del Estado y publicada de acuerdo con los preceptos que siguen.

Art. 7º. La publicación de la ley se hará mediante su inserción en el Diario Oficial, y desde
la fecha de éste se entenderá conocida de todos y será obligatoria.
Para todos los efectos legales, la fecha de la ley será la de su publicación en el Diario
Oficial.
Sin embargo, en cualquiera ley podrán establecerse reglas diferentes sobre su publicación y
sobre la fecha o fechas en que haya de entrar en vigencia.

Art. 8º. Nadie podrá alegar ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia.

VII. La ley de presupuestos.

49
La ley de presupuestos contiene una estimación de los ingresos que percibirá el estado
durante el año, y autoriza los gastos que se pueden realizar con cargo a ellos.

Esta ley, regulada en el art. 67 de la Constitución y en la LOC del Congreso Nacional, tiene
varias características particulares, atendida la naturaleza y trascendencia de su contenido.
Así, es una ley que tiene un periodo fijo de duración, de un año, que coincide con el año
calendario, es decir, rige desde el 1º de enero hasta el 31 de diciembre de cada año.

Es también una ley de iniciativa exclusiva del Presidente de la República, que tiene
constitucionalmente fijado un plazo máximo para su presentación y para su despacho por el
Congreso. Al respecto, dispone el artículo 67 CPR, que el proyecto de Ley de Presupuestos
deberá ser presentado por el Presidente de la República al Congreso Nacional, a lo menos
con tres meses de anterioridad a la fecha en que debe empezar a regir”; agregándose que “si
el Congreso no lo despachare dentro de los sesenta días contados desde su presentación,
regirá el proyecto presentado por el Presidente de la República”.

La regulación establecida para la formulación y aprobación de la ley de presupuestos


refleja, por cierto, la intención del constituyente de concentrar, en manos del Presidente de
la República, la administración financiera y presupuestaria del Estado. Además de ser,
como se dijo, una ley de iniciativa exclusiva del Presidente, y de entenderse aprobado el
proyecto presentado por este último si el Congreso no lo despacha en el plazo
constitucional32, la Carta Fundamental dispone que “la estimación del rendimiento de los
recursos que consulta la Ley de Presupuestos y de los nuevos que establezca cualquiera otra
iniciativa de ley, corresponderá exclusivamente al Presidente, previo informe de los
organismos técnicos respectivos”.

Lo anterior se ve complementado con la prohibición al Congreso Nacional de aumentar o


disminuir la estimación de los ingresos, facultándolo solo para “reducir los gastos
contenidos en el proyecto de Ley de Presupuestos, salvo los que estén establecidos por ley
permanente”.

En la idea de evitar presupuestos deficitarios, al menos por decisión de los parlamentarios,


se dispone que el Congreso no puede “aprobar ningún nuevo gasto con cargo a los fondos
de la Nación sin que se indiquen, al mismo tiempo, las fuentes de recursos necesarios para
atender dicho gasto”.

Por último, y siempre en la idea de no admitirse gastos que no cuenten con los recursos
necesarios para su financiamiento, se establece que “Si la fuente de recursos otorgada por el
Congreso fuere insuficiente para financiar cualquier nuevo gasto que se apruebe, el
Presidente de la República, al promulgar la ley, previo informe favorable del servicio o
institución a través del cual se recaude el nuevo ingreso, refrendado por la Contraloría
General de la República, deberá reducir proporcionalmente todos los gastos, cualquiera que
sea su naturaleza”.

32
Lo que busca evitar situaciones de crisis institucional como la que detonó la revolución de 1891.

50
VIII. Los decretos con fuerza de ley.

Como señaláramos al analizar las fuentes del Derecho Constitucional, los decretos con
fuerza de ley (D. F. L.) son normas administrativas (decretos) dictados por el Presidente de
la República, previa autorización del legislativo, sobre materias propias de ley.

En el art. 64 de la Constitución se contempla su regulación principal, pudiendo señalarse


los siguientes elementos:

Autorización: corresponde a la ley autorizar la dictación de DFL por parte del Presidente de
la República. Si bien el art. 64 hace referencia al Congreso, lo cierto es que es la ley, y no el
Congreso el que otorga la referida autorización.

Esta ley debe señalar las materias precisas sobre las que recaerá la delegación.

Solo como excepción, en la tramitación de un tratado internacional será el Congreso, a


través de un acuerdo, y no la ley, el que efectivamente autorizará la dictación de este tipo
de normas. Recordemos que en el art. 54, Nº 1, inciso final, se dispone que “en el mismo
acuerdo aprobatorio de un tratado podrá el Congreso autorizar al Presidente de la República
a fin de que, durante la vigencia de aquél, dicte las disposiciones con fuerza de ley que
estime necesarias para su cabal cumplimiento, siendo en tal caso aplicable lo dispuesto en
los incisos segundo y siguientes del artículo 64”. También la Constitución puede autorizar
directamente la emisión de decretos con fuerza de ley, como ocurre con el art. 64, inciso
quinto, según veremos posteriormente.

Plazo: el plazo máximo por el que se puede autorizar la dictación de decretos con fuerza de
ley es de un año, sin que este término pueda ser ampliado por el legislador.

También en forma excepcional, en materia de tratados internacionales el plazo máximo que


el Congreso puede fijar para la emisión de decretos con fuerza de ley, destinados al cabal
cumplimiento de un convenio internacional, no es de un año, sino que corresponde al plazo
de vigencia del mismo convenio, sea este inferior o superior a un año.

Limitaciones: hay limitaciones establecidas en la propia Constitución y otras que pueden


fijarse en la ley autorizante.

La Carta fundamental prohíbe que se deleguen facultades legislativas en determinadas


materias, disponiendo que la autorización no puede extenderse a la nacionalidad, la
ciudadanía, las elecciones ni al plebiscito, como tampoco a materias comprendidas en las
garantías constitucionales o que deban ser objeto de leyes orgánicas constitucionales o de
quórum calificado. Y agrega que tampoco podrá comprender facultades que afecten a la
organización, atribuciones y régimen de los funcionarios del Poder Judicial, del Congreso
Nacional, del Tribunal Constitucional ni de la Contraloría General de la República.

51
Por su parte, la ley que autoriza la dictación de decretos con fuerza de ley puede establecer
o determinar las limitaciones, restricciones y formalidades que se estimen convenientes.

Control: un primer control está radicado en la Contraloría General de la República, a través


del trámite de toma de razón, señalando la Carta que la Contraloría debe rechazarlos
cuando los D. F. L. excedan o contravengan la autorización legislativa.

Pero también el Tribunal Constitucional puede ejercer un control sobre la


constitucionalidad de los decretos con fuerza de ley, y ello puede ser por dos vías.

En primer lugar, y según lo ya estudiado, si la Contraloría representa un D. F. L. por


exceder o contravenir la ley delegatoria, o por ser inconstitucional, el Presidente de la
República no puede insistir, pero, en caso de no conformarse con la representación, tiene la
posibilidad de remitir los antecedentes al Tribunal Constitucional dentro del plazo de diez
días, a fin de que éste resuelva la controversia (art. 99 CPR).

En segundo lugar, el art. 93 de la Constitución dispone que cualquiera de las Cámaras, o


una cuarta parte de sus miembros en ejercicio, puede plantear un requerimiento al Tribunal
Constitucional en caso de que la Contraloría hubiere tomado razón de un decreto con fuerza
de ley que se impugne de inconstitucional. Este requerimiento deberá efectuarse dentro del
plazo de treinta días, contado desde la publicación del respectivo decreto con fuerza de ley.
Publicación y vigencia. El art. 64 CPR dispone que los decretos con fuerza de ley están
sometidos en cuanto a su publicación, vigencia y efectos, a las mismas normas que rigen
para la ley.

Actualización de textos legales.

La reforma introducida por ley Nº 20.050 constitucionalizó una práctica de larga data en
nuestro país, en el sentido de autorizar al Presidente de la República para, mediante decreto
supremo, fijar el texto actualizado de las leyes33.

Antes de esta reforma, normalmente era una ley modificatoria la que autorizaba al
Presidente para fijar el texto refundido coordinado y sistematizado de la ley modificada, lo
que se daba cuando un determinado cuerpo legal había experimentado numerosas y/o
profundas modificaciones en el tiempo.

Estos decretos que fijaban los textos actualizados de las leyes la Contraloría General de la
República estimó, en algunas oportunidades, que constituían decretos con fuerza de ley34.

33
En términos similares el art. 2 de la ley Nº 20.050 autorizó al Presidente de la República para, mediante
decreto supremo, dictar un texto refundido, coordinado y sistematizado de la Constitución Política de la
República, dentro del plazo de un año contado desde la aprobación de esa reforma. Este cometido se cumplió
con la emisión del D. S. Nº 100, del Ministerio Secretaría General de la Presidencia, publicado en el Diario
Oficial del 22 de septiembre de 2005.
34
Ver dictamen Nº 6.396, de 1993. En la oportunidad, la Contraloría cursó con alcance el D. S. Nº 291, de
1993, del Ministerio del Interior, que fijó el texto refundido de la ley Nº 19.175, Orgánica Constitucional
sobre Gobierno y Administración Regional, sosteniendo en su alcance que el referido decreto constituía
52
La reforma de la ley Nº 20.050 aparentemente discurre en el mismo sentido, al contemplar
esta facultad del Presidente de la República en la regulación de los decretos con fuerza de
ley.

En efecto, dispone el art. 64, inciso quinto, que “sin perjuicio de dispuesto en los incisos
anteriores, el Presidente de la República queda autorizado para fijar el texto refundido,
coordinado y sistematizado de las leyes cuando sea conveniente para su mejor ejecución.
En ejercicio de esta facultad, podrá introducirle los cambios de forma que sean
indispensables, sin alterar, en caso alguno, su verdadero sentido y alcance”.

VIII. Funcionamiento del Congreso.

La Carta no establece una regulación detallada en la materia, dejando su desarrollo a la Ley


Orgánica Constitucional del Congreso Nacional.

Incluso más, la reforma de la ley Nº 20.050 eliminó la distinción que existía entre
legislatura ordinaria y extraordinaria; las fechas de inicio y término de la primera de las
nombradas; y la facultad del Presidente de la República de convocar al Congreso a
legislatura extraordinaria. Actualmente, la Ley Orgánica Constitucional del Congreso
Nacional dispone, en su artículo sexto, que “Cada período de sesiones del Congreso se
extenderá entre el 11 de marzo de cada año y el 10 de marzo del año siguiente”. Agregando
que “Las reuniones que celebren el Senado, la Cámara de Diputados o el Congreso Pleno se
denominarán sesiones".

Ahora bien, en la Carta se mantienen aún algunas normas sobre funcionamiento del
Congreso, particularmente en los artículos 55 y 56, que disponen sobre los siguientes
aspectos:

- La instalación e inicio del periodo de sesiones del Congreso queda entregado a la ley
orgánica constitucional respectiva. A esta ley corresponde también regular lo relativo a la
tramitación de las acusaciones constitucionales, la calificación de las urgencias y todo lo
relacionado con la tramitación interna de la ley.

- El Congreso se entiende siempre convocado de pleno derecho para conocer de la


declaración de estados de excepción constitucional.

- La Cámara de Diputados y el Senado no podrán entrar en sesión ni adoptar acuerdos sin la


concurrencia de la tercera parte de sus miembros en ejercicio.

- Cada una de las Cámaras puede establecer, en su propio reglamento, la clausura del
debate por simple mayoría.

propiamente un decreto con fuerza de ley.

53
Además, de acuerdo al artículo 24 de la Constitución, el Presidente de la República debe
dar cuenta al país del estado administrativo y político de la Nación, el 1 de junio de cada
año, ante el Congreso Pleno.

En el mismo sentido, a partir de la reforma de la ley N° 20.854, durante el mes de julio de


cada año, el Presidente del Senado y el Presidente de la Cámara de Diputados darán cuenta
pública al país, en sesión del Congreso Pleno, de las actividades realizadas por las
Corporaciones que presiden. El Reglamento de cada Cámara determinará el contenido de
dicha cuenta y regulará la forma de cumplir esta obligación (art. 56 bis).

Conviene agregar que, conforme a la citada LOC del Congreso Nacional, el Congreso
Nacional debe instalarse el día 11 de marzo siguiente a una elección de senadores y
diputados.

Agrega que se entenderá instalado el Congreso Nacional luego de la investidura de la


mayoría de los miembros de cada Cámara y de que hayan sido elegidos los integrantes de
las respectivas mesas. La investidura de los senadores o diputados se hará mediante
juramento o promesa, de acuerdo con el procedimiento que establezcan los reglamentos de
las Cámaras, y desde ese momento se considerarán en ejercicio.

También se dispone que el cuadrienio que se inicia con la instalación del Congreso
Nacional constituye un período legislativo.

Por último, debe señalarse que la ley de reforma constitucional N° 21.219, de 26 de marzo
de 2020, autorizó al Congreso Nacional a sesionar por medios telemáticos en los casos que
indica35, y por el plazo de un año.

PROCEDIMIENTO DE REFORMA CONSTITUCIONAL Y PROCEDIMIENTO


DE SUSTITUCIÓN DE LACONSTITUCIÓN.

35
Ver disposición trigésima segunda transitoria.
54
Esta materia se encuentra regulada en el Capítulo XV de la Constitución, artículos 127 a
143, bajo el título “Reforma de la Constitución y del procedimiento para elaborar una
nueva Constitución de la República”.

En su texto original, la Carta solo regulaba su reforma. Sin embargo, la ley de reforma
constitucional N° 21.200, de 24 de diciembre de 2019, en una dudosa decisión técnica,
impulsada fundamentalmente por consideraciones políticas, incorporó un conjunto de
disposiciones destinadas a regular el eventual reemplazo del texto vigente.

Cabe agregar que mientras la reforma de la Constitución es un procedimiento regular y


permanente; el eventual reemplazo de la Carta Fundamental vigente está concebido como
un procedimiento excepcional y transitorio, que se extingue una vez aplicado la primera
vez, sea que concluya o no con un nuevo texto constitucional. Es decir, el procedimiento de
sustitución de la Constitución no es un procedimiento permanente y, en ese sentido, habría
sido más razonable incorporarlo, precisamente, en las disposiciones transitorias.

Analizaremos estas materias en forma separada.

La reforma de la Constitución.

Las leyes de reforma constitucional pueden iniciarse por mensaje del Presidente de la
República o por moción parlamentaria, siendo aplicables, en la especie, las limitaciones
establecidas en el art. 65 en relación con la cámara de origen obligado para ciertas materias.
Estos proyectos se tramitan, en general, según el procedimiento establecido para las demás
leyes, diferenciándose, desde el punto de vista formal, principalmente en los quórum
aplicables y en las normas sobre veto y plebiscito.

Quórum. La carta distingue dos quórum distintos, según sea el capítulo de la Carta que se
requiere reformar.

Así, si la reforma recae sobre los capítulos I (Bases de la Institucionalidad), III (Derechos y
Deberes Constitucionales), VIII (Tribunal Constitucional), XI (Fuerzas Armadas y de
Orden y Seguridad Pública), XII (Consejo de Seguridad Nacional) o XV (reforma de la
Constitución), necesita la aprobación de las dos terceras partes de los diputados y senadores
en ejercicio.

Respecto de los proyectos de reforma que se refieren a los demás capítulos de la Carta, se
necesita la aprobación de las tres quintas partes de los diputados y senadores en ejercicio.

Veto y plebiscito.

55
Si el proyecto de reforma constitucional aprobado por el Congreso es también sancionado
por el Presidente, debe este promulgarlo y ordenar su publicación en conformidad a lo
dispuesto en la Carta Fundamental.

Pero puede ocurrir que el Presidente de la República vete el proyecto.

En tal caso, si el Presidente rechaza totalmente un proyecto de reforma aprobado por ambas
Cámaras y éstas insisten en su totalidad por las dos terceras partes de los miembros en
ejercicio de cada Cámara, el Presidente debe promulgar dicho proyecto, a menos que
consulte a la ciudadanía mediante plebiscito.

Ahora bien, si el Presidente observa parcialmente un proyecto de reforma aprobado por


ambas número Cámaras, las observaciones deben ser aprobadas con el voto conforme de las
tres quintas o dos terceras partes de los miembros en ejercicio de cada Cámara, según
corresponda de acuerdo con la materia a que se refieran, y se devuelve el proyecto al
Presidente para su promulgación.

Por el contrario, si las Cámaras no aprueban todas o algunas de las observaciones del
Presidente, no hay reforma constitucional sobre los puntos en discrepancia. Sin embargo,
en esta situación las Cámaras pueden insistir, por los dos tercios de sus miembros en
ejercicio, en la parte del proyecto aprobado por ellas. Producida la insistencia, el Presidente
debe promulgar el texto vetado e insistido, a menos que decida consultar a la ciudadanía
para que se pronuncie respecto de las cuestiones en desacuerdo.

De esta manera, vetado en forma total o parcial un proyecto de reforma constitucional, e


insistido por las Cámaras, el Presidente tiene la opción de promulgarlo o de convocar a
plebiscito.

Con lo dicho, el plebiscito se configura únicamente como un mecanismo de solución de


conflictos entre el Presidente de la República y el Congreso Nacional, en el proceso de
tramitación de un proyecto de reforma constitucional, sin que pueda aplicarse a otras
situaciones de controversia entre el Ejecutivo y el Congreso.

De acuerdo al art. 129 CPR, el plazo para convocar a plebiscito es de 30 días contados
desde que ambas Cámaras insisten en el proyecto aprobado por ellas. En realidad, debemos
entender que este plazo se cuenta desde que el Presidente recibe el oficio por el cual se le
comunica el rechazo del veto y la insistencia de las Cámaras, toda vez que, antes de ese
hecho, no tiene conocimiento oficial de la insistencia y mal podría exigírsele, por ende, que
decidiera sobre si convoca o no a plebiscito.

En todo caso, el plazo es de días corridos y de carácter fatal, es decir, si transcurre el


término sin que el Presidente de la República convoque a plebiscito, se entiende
tácitamente sancionado el proyecto de reforma constitucional vetado e insistido, y el
Presidente debe proceder a promulgarlo y ordenar su publicación.

56
El plebiscito se convoca mediante la dictación de un decreto supremo que debe contener
según, corresponda, “el proyecto aprobado por ambas Cámaras y vetado totalmente por el
Presidente de la República, o las cuestiones del proyecto en las cuales el Congreso haya
insistido”, agregándose que, “en este último caso, cada una de las cuestiones en desacuerdo
deberá ser votada separadamente en el plebiscito”.

Además, el decreto de convocatoria debe fijar la fecha de la votación, la que se celebrará


120 días después de la publicación de dicho decreto si ese día corresponde a un domingo.
En caso contrario, la votación se realiza el domingo inmediatamente siguiente.

Desde el punto de vista del control, en el proceso plebiscitario pueden intervenir tanto el
Tribunal Constitucional como el Tribunal Calificador de Elecciones.

Al Tribunal Constitucional corresponde “resolver las cuestiones que se susciten sobre


constitucionalidad con relación a la convocatoria a un plebiscito, sin perjuicio de las
atribuciones que correspondan al Tribunal Calificador de Elecciones” (art. 93 Nº 5),
disponiéndose que, en este caso, el requerimiento puede ser planteado por el Senado o por
la Cámara de Diputados, dentro de diez días contados desde la fecha de publicación del
decreto que fije el día de la consulta plebiscitaria (art. 93 inciso 8).

Si efectuado el requerimiento se concluye por el Tribunal Constitucional que el plebiscito


es procedente, el mismo Tribunal debe establecer, en su sentencia, el texto definitivo de la
consulta plebiscitaria.
Además, si al tiempo de dictarse la sentencia faltan menos de treinta días para la realización
del plebiscito, el Tribunal debe fijar en dicha resolución una nueva fecha para la realización
del plebiscito, la que deberá quedar comprendida entre los treinta y los sesenta días
siguientes al fallo.

Por su parte, el Tribunal Calificador de Elecciones, como ya se estudiara, se encarga del


escrutinio general, la calificación y la proclamación de resultados en los plebiscito de
reforma constitucional. Agrega el art. 129 que este Tribunal “comunicará al Presidente de
la República el resultado del plebiscito, y especificará el texto del proyecto aprobado por la
ciudadanía, el que deberá ser promulgado como reforma constitucional dentro de los cinco
días siguientes a dicha comunicación”.

Finaliza este mismo artículo 129 ordenando que “una vez promulgado el proyecto y desde
la fecha de su vigencia, sus disposiciones formarán parte de la Constitución y se tendrán
por incorporadas a ésta”.

El procedimiento de sustitución de la Constitución.


57
Como consecuencia de las movilizaciones sociales iniciadas el 18 de octubre de 2019, se
dictó la ley de reforma constitucional N° 21.200, publicada el 24 de diciembre de 2019, que
incorporó al capítulo XV de la Constitución, un procedimiento transitorio de para una
eventual sustitución del texto fundamental, agregando los artículos 130 a 143.
Decimos que es un procedimiento transitorio, porque no establece un mecanismo
permanente de reemplazo de la Constitución, sino un procedimiento especial para ser
aplicado solo en las fechas expresamente previstas en la Carta.
Además, el reemplazo de la Constitución es eventual, porque está sujeto a la decisión de la
ciudadanía, que debe ser consultada, a través de plebiscito, tanto al inicio del proceso como
para la eventual aprobación o rechazo de un nuevo texto.
Estas dos características quedarán mejor evidenciadas al hacer un esquema del
procedimiento.
Podemos señalar que el procedimiento tiene tres etapas.
a) La decisión inicial acerca de elaborar o no un nuevo texto constitucional.
Esta decisión se adopta en un plebiscito, originalmente fijado para el 26 de abril de 2020,
pero que, por efectos de las movilizaciones sociales de 2019 y de la pandemia producida
por el coronavirus, se desplazó al 25 de octubre de 202036.
Según el artículo 130 de la Constitución, en “el plebiscito señalado, la ciudadanía dispondrá
de dos cédulas electorales. La primera contendrá la siguiente pregunta: "¿Quiere usted una
Nueva Constitución?". Bajo la cuestión planteada habrá dos rayas horizontales, una al lado
de la otra. La primera línea tendrá en su parte inferior la expresión "Apruebo" y la segunda,
la expresión "Rechazo", a fin de que el elector pueda marcar su preferencia sobre una de las
alternativas.
“La segunda cédula contendrá la pregunta: "¿Qué tipo de órgano debiera redactar la Nueva
Constitución?". Bajo la cuestión planteada habrá dos rayas horizontales, una al lado de la
otra. La primera de ellas tendrá en su parte inferior la expresión "Convención Mixta
Constitucional" y la segunda, la expresión "Convención Constitucional". Bajo la expresión
"Convención Mixta Constitucional" se incorporará la oración: "Integrada en partes iguales
por miembros elegidos popularmente y parlamentarios o parlamentarias en ejercicio". Bajo
la expresión "Convención Constitucional" se incorporará la oración: "Integrada
exclusivamente por miembros elegidos popularmente", a fin de que el elector pueda marcar
su preferencia sobre una de las alternativas”.
Si en el plebiscito obtiene mayoría la opción “Rechazo” eso significa que el procedimiento
termina en ese momento, y continúa rigiendo la constitución vigente.
En cambio, si en el plebiscito triunfa la opción “Apruebo” se debe pasar a la segunda etapa,
que es la elección y/o designación de los integrantes de la Convención Constitucional o la
Convención Mixta Constitucional, según cuál de estas opciones haya obtenido mayor
número de preferencias.
b) Elección, instalación y funcionamiento del órgano constituyente.

36
LRC N° 21.200.
58
Como se dijo, si gana la opción “Apruebo” debe pasarse a la integración del órgano
llamado a elaborar el nuevo texto constitucional.
Si la mayoría vota por la opción Convención Constitucional, la asamblea se integrará por
155 miembros, que se denominan convencionales constituyentes, todos ellos elegidos por
sufragio universal.
Por el contrario, si triunfa la opción Convención Mixta Constitucional, los convencionales
constituyentes serán 172, de los cuales 86 corresponderán a ciudadanos electos
especialmente para estos efectos y 86 parlamentarios que serán elegidos por el Congreso
Pleno, conformado por todos los senadores y diputados en ejercicio.
Requisitos para ser candidato a convencional constituyente.
Según el artículo 132, “Podrán ser candidatos a la Convención aquellos ciudadanos que
reúnan las condiciones contempladas en el artículo 13 de la Constitución”.
Agrega esta disposición que “Los Ministros de Estado, los intendentes, los gobernadores,
los alcaldes, los consejeros regionales, los concejales, los subsecretarios, los secretarios
regionales ministeriales, los jefes de servicio, los miembros del Consejo del Banco Central,
los miembros del Consejo del Servicio Electoral, los miembros y funcionarios de los
diferentes escalafones del Poder Judicial, del Ministerio Público, de la Contraloría General
de la República, así como los del Tribunal Constitucional, del Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia, del Tribunal de Contratación Pública, del Tribunal Calificador de
Elecciones y de los tribunales electorales regionales; los consejeros del Consejo para la
Transparencia, y los miembros activos de las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad
Pública, que declaren sus candidaturas a miembros de la Convención, cesarán en sus cargos
por el solo ministerio de la Constitución, desde el momento en que sus candidaturas sean
inscritas” en el registro especial de candidaturas que regula el artículo 21 de la ley Nº
18.700, sobre Votaciones Populares y Escrutinios.
También se señala que “Las personas que desempeñen un cargo directivo de naturaleza
gremial o vecinal deberán suspender dichas funciones desde el momento que sus
candidaturas sean inscritas en el Registro Especial mencionado en el inciso anterior”.
En general, el sistema electoral aplicable a la elección de los convencionales constituyente,
tano en la versión de Convención Constitucional como de Convención Mixta
Constitucional, es el de las elecciones de diputados, pero con algunas modificaciones
relevantes, y que pueden resumirse en lo siguiente37:
- Se permite la formación de listas de candidatos independientes.
- Se dispone que “El sistema electoral para la Convención Constitucional se orientará a
conseguir una representación equitativa de hombres y mujeres. Con este objetivo, en los
distritos que repartan un número par de escaños, deben resultar electos igual número de
hombres y mujeres, mientras que en los distritos que repartan un número impar de escaños,
no podrá resultar una diferencia de escaños superior a uno, entre hombres y mujeres”.

37
Ver disposiciones transitorias vigesimonovena a trigesimoprimera, introducidas por ley de reforma
constitucional N° 21.216, de 24 de marzo de 2020.
59
Instalación.
Una vez que el Presidente de la República es notificado de la sentencia de proclamación de
los convencionales constituyentes, debe, mediante decreto supremo exento, convocar a la
primera sesión de la Convención, que es la sesión de instalación, señalando además, el
lugar de la convocatoria. En caso de no señalarlo, se instalará en la sede del Congreso
Nacional. Dicha instalación deberá realizarse dentro de los quince días posteriores a la
fecha de publicación del decreto”. “En su primera sesión, la Convención deberá elegir a un
Presidente y a un Vicepresidente por mayoría absoluta de sus miembros en ejercicio”.

Funcionamiento de la Convención.
La Convención tiene un plazo máximo de 9 meses para funcionar, que se puede prorrogar
por tres meses más. Señala el artículo 137 que “Una vez redactada y aprobada la propuesta
de texto de Nueva Constitución por la Convención, o vencido el plazo o su prórroga, la
Convención se disolverá de pleno derecho”.
El quórum para aprobar las normas, y el reglamento de votación de las mismas, es de los
dos tercios de los convencionales constituyentes en ejercicio.
Señala la Constitución, en su artículo 136, que se puede reclamar contra las infracciones a
las reglas de procedimiento aplicables a la Convención, pero en ningún caso se puede
reclamar sobre el contenido de los textos en elaboración.
La reclamación debe ser suscrita por al menos un cuarto de los miembros en ejercicio de la
Convención, y la conocen cinco ministros de la Corte Suprema, elegidos por sorteo por la
misma Corte para cada cuestión planteada.
Se dispone, finalmente., que ninguna autoridad, ni tribunal, podrán conocer acciones,
reclamos o recursos vinculados con las tareas que la Constitución le asigna a la
Convención.

c) Aprobación o rechazo del nuevo texto constitucional.


Si la Convención aprueba un nuevo texto constitucional, lo comunicará al Presidente de la
república, quien debe convocar a un plebiscito para que la ciudadanía se pronuncie en
definitiva.
El sufragio en este plebiscito será obligatorio para quienes tengan domicilio electoral en
Chile.

60

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