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Poder Legislativo
1,1. SESIONES
a) Sesiones preparatorias
b) Sesiones ordinarias
e) Sesiones de prórroga
d) Sesiones extraordinarias
2. l. CAMARA DE DIPUTADOS
Los reglamentos de cada cámara son normas jurídicas que obligan a los miem-
bros de las cámaras y al personal administrativo a comportarse de acuerdo con sus
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bl Potestad disciplinaria
Pueden con dos tercios de votos corregir a cualquiera de sus miembros por
desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones, o removerlo por inhabilidad
física o moral sobreviniente a su incorporación, y hasta excluirle de su seno; pero
bastará la mayoría de uno sobre la mitad de los presentes para decidir en las renun-
cias que voluntariamente hicieren de sus cargos.
Sintéticamente se señalará cuándo se puede corregir, remover o excluir a algún
miembro del Poder Legislativo.
Corregir a cualquiera de sus miembros por desórdenes de conducta en el
ejercicio de sus funciones: la disposición contiene el hecho que debe
sancionarse -desorden de conducta- y la sanción que deberá aplicár-
sele -corrección-o
Los hechos han sido normados por los reglamentos, y las correcciones tam-
bién. Pueden ser una intimación a retirar los términos que la presidencia
considere inadecuados, un llamado al orden o la prohibición del uso de la
palabra, entre otros. En la práctica estas cuestiones tramitan como de pri-
vilegio y pueden ser individuales o colectivas.
Remover a los legisladores por inhabilidad física o moral sobreviniente a
su incorporación: no se trata de una sanción, sino de una limitación al ejer-
cicio de sus funciones.
Excluir de su seno: en algún supuesto de mucha gravedad que podría que-
dar configurado por la violación de secretos parlamentarios, venta de in-
fluencias o vinculación con escándalos públicos que impliquen o no la
comisión de delitos, entre otros. En 1992 fue excluido el diputado LUQuE
por considerarse que habría incurrido en un grave desorden de conducta
vinculado a este último supuesto señalado.
d) Inmunidad de opinión
Ninguno de los miembros del Congreso puede ser acusado, interrogado judicial-
mente, ni molestado por las opiniones o discursos que emita desempeñando su man-
dato de legislador.
Ningún senador o diputado, desde el día de su elección hasta el fin de su cese,
puede ser arrestado, excepto en el caso de ser sorprendido in fraganti en la ejecución
de algún crimen que merezca pena de muerte, infamante, u otra aflictiva, de 10 que
se dará cuenta a la cámara respectiva con la información sumaria del hecho.
La Corte Suprema de Justicia ha sostenido que las prerrogativas a favor de los
legisladores son en protección de la trascendente función que cumplen y no en con-
sideración de sus personas. Estas prerrogativas son irrenunciables, y no pueden ser
acusados, interrogados judicialmente ni molestados por opiniones o discursos verti-
dos durante el ejercicio de sus funciones después de haber finalizado las mismas.
Están consideradas como garantías republicanas.
e) Juicio de desafuero
Cuando se forme querella por escrito ante las justicias ordinarias contra cual-
quier senador o diputado, examinado el mérito del sumario en juicio público, podrá
cada cámara, con dos tercios de votos, suspender en sus funciones al acusado, y po-
nerlo a disposición del juez competente para su juzgamiento.
El desafuero es una medida política, y la cámara actúa como juez político. Si
la cámara no dispone el desafuero, la justicia no puede hacerlo. Así lo ha señalado
la Suprema Corte.
f) Interpelación ministerial
Cada una de las cámaras puede hacer concurrir a su sala a los miembros del
Poder Ejecutivo para recibir las explicaciones e informes que estime convenientes.
La interpelación está vinculada con el control de los poderes independientes que
conforman el sistema republicano. La interpelación requiere la presencia del ministro
en la cámara, aunque en la práctica constitucional no se han desarrollado situaciones
que pudieran culminar con graves consecuencias políticas para los interrogados.
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Ningún miembro del Congreso podrá recibir empleo o comisión del Poder Eje-
cutivo sin previo consentimiento de la cámara respectiva, excepto los empleos de escala.
Los eclesiásticos regulares no pueden ser miembros del Congreso, ni los gober-
nadores de provincia por la de su mando.
Los servicios de los senadores y diputados son remunerados por el Tesoro de
la Nación, con una dotación que señalará la ley.
a) Aprobación
b) Rechazo
Ningún proyecto de ley desechado totalmente por una de las cámaras podrá
repetirse en las sesiones de ese año. Con esta disposición se busca evitar la pérdida
de tiempo en tratamientos de proyectos que ya han sido desestimados.
d) Veto
las objeciones del Poder Ejecutivo, se publicarán inmediatamente por la prensa. Si las
cámaras difieren sobre las objeciones, el proyecto no podrá repetirse en las sesiones
de aquel año.
e) Promulgaci6n
4,2. MAYORIAS
Se debe tener presente que la voluntad de cada cámara debe manifestarse ex-
presamente, se excluye en todos los casos la sanción tácita o ficta. No habrá sanción
si hay silencio en las cámaras. La Constitución establece las mayorías especiales que
requiere para el tratamiento de temas que considera de especial trascendencia. Ma-
yoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada cámara para aprobar los si-
guientes proyectos de ley:
Ley reglamentaria del derecho de iniciativa (art. 39).
Ley reglamentaria de la consulta popular (art. 40).
Ley de aprobación de los tratados de integración y su denuncia (art. 45, inc.
24).
Ley de régimen electoral y de partidos políticos (art. 77).
Delegación de comisiones legislativas del tratamiento en particular de un
proyecto de ley (art. 79).
Ley de Auditoría General de la Nación (art. 89).
Ley para regular el trámite y alcance de la intervención del Congreso en
el dictado de los decretos de necesidad y urgencia (art. 99, inc. 3).
Aprobación de la ley convenio de coparticipación (art. 79, inc. 2).
Ley del Consejo de la Magistratura (art. 114).
Se prevén mayoría de dos tercios del total de los miembros para aprobar los
tratados de derechos humanos para que adquieran jerarquía constitucional y de dos
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tercios de los miembros presentes para designar al defensor del pueblo, para prestar
acuerdo a la designación de los magistrados de la Corte Suprema -Senado- y para
hacer lugar a la formación de la causa en el juicio político -Diputados-.
5. JUICIO POLITICO
a) Mal desempeño
En estos dos supuestos debe existir una tipificación previa a la conducta cau-
sal del enjuiciamiento político que permita a la Cámara de Diputados acusar al fun-
cionario que se presuma ha cometido crímenes comunes o delito en el ejercicio de
sus funciones.
UNIDAD VIII- PODER LEGISLATIVO 203
blecidas a lo largo del art. 75 que precisamente lleva el nombre de "atribuciones del
Congreso".
Las atribuciones del Poder Legislativo surgen por deducción del principio re-
publicano de gobierno, más allá de estar expresamente establecidas en la Constitu-
ción. De acuerdo con este principio, al Poder Legislativo le corresponde conocer en
aquellos asuntos que impliquen la reglamentación de los derechos reconocidos por la
Constitución y el ejercicio de las funciones legislativas, especialmente el de sancio-
nar normas generales y obligatorias.
El proyecto de ALBERDI propuso los artículos referentes a las atribuciones del
Poder Legislativo: la clasificación se estableció sobre la base de asuntos del ramo
interior, relaciones exteriores, rentas y hacienda, y guerra.
Los constituyentes tomaron, sin embargo, como antecedente para la redacción
a la Constitución de los Estados Unidos, donde las atribuciones del Congreso están
establecidas en una cláusula única que comienza expresando que "... el Congreso ten-
drá facultad para ... ".
lis, que venía consagrado, como ya lo recordamos, desde 1860, antes de que en 1866
en los Estados Unidos se lo adoptara, por conducto de la Enmienda XIV, en el texto
de la Constitución Federal de ese país. Sabido es que los países de amplia inmigra-
ción, como el nuestro, deben preferir el régimen del ius solis, para garantizar que los
hijos de los inmigrantes nacidos en nuestro territorio integren, nuestra nacionalidad.
El ius sanguinis les conviene a los países de emigración, como los europeos, para
evitar que sus nacionales los desangren demográficamente, a pesar de haberse ido del
país: es una permanente invitación al retorno a la tierra nataL
La naciónalidad argentina no puede perderse, ni puede ser revocada por acto de
autoridad, ni por ley, ni por decisión judicial ni, menos aun, por un acto administra-
tivo. El derecho a la nacionalidad es el, a priori, jurídico que determina el nacimiento
del Estado, mucho más en un país como la Argentina donde las diversas nacionali-
dades que conviven no lo hacen en pugna, reivindicando una supremacía, sino como
colectividades dispuestas a integrarse en el tronco común de la argentinidad. Que una
ley disponga la pérdida de la nacionalidad implica, por vía del absurdo, por supues-
to, la posibilidad de regular la extinción del presupuesto básico del Estado, como lo
es la Nación Argentina: ello contradice la previsión de la continuidad del Estado. Ni
aun un traidor a la patria puede ser objeto de desnacionalización: la República debe
asumir la inconducta de todos sus miembros, castigándolos dentro del sistema, pero "
no sacándolos de él. Las leyes que en otros tiempos previeron la pérdida de la nacio-
nalidad argentina fueron inconstitucionales. Por supuesto que la nacionalidad argen-
tina tampoco es renunciable por parte de los argentinos.
En cambio, puede cancelarse la ciudadanía argentina, es decir, el ejercicio de los
derechos cívicos y políticos por parte de los ciudadanos. Así lo tiene previsto la ley 346
respecto de aquellos ciudadanos argentinos (de origen o naturalizados) que se hubie-
ren naturalizado en el extranjero, o hubieren aceptado empleos y honores de gobierno
extranjero sin permiso del Congreso, o hubieren sido condenados como quebrados frau-
dulentos, o sido condenados en sede penal, con pena infamante o de muerte (art. 16) (1).
Otra atribución del Congreso Nacional es la de sancionar leyes sobre concur-
sos y quiebras, falsificación de la moneda corriente y documentos públicos del Esta-
do y las que requiera el establecimiento del juicio por jurados.
Esta cláusula tiene como antecedente la Constitución de los Estados Unidos, y,
si bien se han sancionado las leyes respectivas, aún no se ha implementado por el
Congreso el establecimiento del juicio por jurados.
Finalmente el arto 75, inc. 30, establece que le corresponde al Congreso Nacional
ejercer una legislación exclusiva en el territorio de la capital de la Nación y dictar la
(1) QUIROGA LAVlE, HUMBERTO, Constitución de la Nación Argentina comentada, Ed, Zavalía, 1996,
págs. 379 y 380.
UNIDAD Vfll PODER LEGISLA TlVO 207
(2) QUIROOA LAVIE, op. cit. en nota (1), págs. 368 y 369.
UNIDAD VIII- PODER LEGISLATIVO 209
S.DEFENSA
Los incs. 25, 26, 27, 28 y 29 del arí. 75 enuncian los poderes militares y de
guerra atribuidos al Congreso Nacional y los relacionados con la defensa del país.
La Corte Suprema de Justicia ha reiterado en distintos fallos que los poderes de
guerra son preexistentes y superiores a la Constitución Nacional, cuyos objetivos son
la salvaguardia de la integridad e independencia nacionales.
Le corresponde al Congreso en tiempos de paz fijar las Fuerzas Armadas -Fuerza
Aérea, Ejército y Marina- y en tiempos de guerra puede, además, facuItar al Poder
Ejecutivo para ordenar represalias y establecer reglamentos para las presas.
214 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
DROMI y MENEM señalan que al inc. 19 se lo puede llamar "cláusula del nuevo
progreso" y que el mismo establece tres aspectos: el del nuevo progreso social, el del
nuevo progreso econ6mico y el del nuevo progreso educativo y cultural.
El nuevo progreso social se manifiesta al disponer que se proveerá a 10 condu-
cente al desarrollo humano, al crecimiento armónico de la Nación y al poblamiento
'l. de su territorio, y a la promulgación de políticas diferenciadas que tiendan a equili-
brar el desigual desarrollo relativo de las provincias y de las regiones.
Se procura así lograr el desarrollo pleno de las potencialidades humanas, pro-
veyendo desde lo institucional el marco más adecuado para lograrlo.
El nuevo progreso económico apunta también al desarrollo de la Nación en un
sentido armónico y equilibrado, sin brechas ni disociaciones entre las distintas pro-
vincias y regiones, para lo cual se deberán dictar leyes constitucionales establecien- .
do políticas diferenciadas.
El Estado se propone así liderar un proceso de transformación y desarrollo,
/~ respetuoso de las regiones, base natural de un genuino sistema federal, para lo cual
no escatimará en la implementación de medidas que estime necesarias y el empleo
de los recursos propios.
Otro aspecto es la generación del empleo como herramienta de la producción.
Para ello se valora la preparación técnica de los trabajadores para posibilitar su par-
ticipación en la producción y el desarrollo.
También se prevé lo atinente al dictado de leyes de organización y de base de
la educación que aseguren la unidad nacional, conservando las particularidades pro-
vinciales; se fija la indelegable responsabilidad del Estado, de la familia y de la so-
ciedad en la promoción de los valores básicos de la argentinidad.
El nuevo progreso pone el acento en la educación y en la cultura en libertad,
pues precisamente, .... .la educación humanista debe consistir en ·la enseñanza de la
libertad, bien entendido que en este contexto enseñar no significa mostrar, señalan-
do a distancia algo inerte o ajeno, sino, por el contrario, la transmisión de un cono-
cimiento práctico".
Otro punto fundamental es el de garantizar la gratuidad y equidad de la educa-
ción pública estatal (3).
(3) DROMI, ROBERTO y MENEM, EDUARDO, La Constituci6n refomuuJa, Ed. Ciudad Argentina, 1994,
págs. 246 y 247.
216 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
(4) Transporte Vidal c. Provincia de Mendoza, 31/5/84, J. A. 1984, t. nI, pág. 153.
UNIDAD VIII- PODER LEGISLA TIVO 217
11. EL PRESUPUESTO
Artículo Motivo
36 Sancionar una ley sobre ética pública.
38 Reformar la actual ley de partidos.
40 Regular los alcances de la consulta popular.
41 Fijar los presupuestos para proteger al medio ambiente.
43 Adecuar la ley de amparo y de habeas corpus y legislar sobre el habeas data
de acuerdo con el nuevo artículo.
75, Inc. 2 Dictar una nueva ley de coparticipación federal antes de diciembre de 1996.
75, inc. 6 Cambio de nombre del Banco Central por el de 'Federal'.
75, inc. 12 Reformar la ley de ciudadanía y nacionalidad.
75. inc. 17 Regular la propiedad comunitaria de los aborígenes.
75, inc. 23 Dictar un régimen de seguridad social en protección del niño desde el embarazo
hasta la finalización de la enseñanza elemental, y de la madre durante el
embarazo y el periodo de lactancia.
99, inc. 3 Regular el trámite y el alcance de los controvertidos decretos de necesidad
y urgencia.
99 - 100 Modificar la ley de ministros.
del art. 99, inc. 3, de la ley fundamental, que en su segundo párrafo establece que el
Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable
emitir disposiciones de carácter legislativo. Y agrega luego: "Considerando que la
delegación de facultades legislativas prevista por la Constitución tiene carácter ex-
cepcional, ella no podrá recaer sobre materias de naturaleza penal, tributaria, electo-
ralo sobre el régimen de los partidos políticos. Tal es la solución prevista por el arto
99, inc. 3, tratándose de decretos de necesidad y urgencia emitidos por el Poder Eje-
cutivo sobre materias cuya regulación compete al Congreso. A la luz de una interpre-
tación sistemática de la ley fundamental, no cabe ampliar esta potestad legislativa
extraordinaria que se le confiere al Poder Ejecutivo".
ALBERTO BIANCHI sostiene que no nos encontramos precisamente con una nor-
ma cuya intención sea la de mantener la línea jurisprudencial experimentada hasta el
presente. Por el contrario, tiene la impresión de que el constituyente, consciente de
la amplitud que la delegación había logrado, ha querido prohibirla como regla.
En cuanto a sus excepciones ha previsto someterlas a ciertos controles (comi-
sión bicameral) y a pautas temporales (plazo de caducidad), todo ello con reducción
del sujeto delegado en cabeza exclusivamente del Poder Ejecutivo. Adicionalmente
se prevé una especie de auditoría general sobre toda la legislación delegada existen-
te. Como bien puede observarse, lejos de estar ante una convalidación de la tradición.
existente, se está ante la negación de la misma.
Cree que habrá tres reglas esenciales que seguirán presidiendo la temática de
la delegación legislativa, fuera de las cuales el resto tiene importancia secundaria:
1. que el Congreso es capaz de establecer un auténtico patrón inteligible que
guíe al Ejecutivo;
2. que éste no se aparte del patrón;
3. que la Corte invalide el apartamiento de cualquiera de las dos reglas ante-
riores.
Si todo ello ocurre, hay poco que temer. De todos modos, lo que resulta claro
y evidente es que si alguna facultad ha ampliado la reforma constitucional con el art.
76, ha sido la de la Corte Suprema, al entregarle para su interpretación una norma que
como se dijo más arriba hará correr mucha tinta antes de que se logre una interpre-
tación uniforme sobre ella.
GARCIA LEMA señala que la delegación legislativa al Poder Ejecutivo es utilizada
ampliamente en los Estados Unidos. La doctrina norteamericana ha encontrado juris- "
dicción a esta práctica en el peso de la maquinaria legislativa, puesto que una vez
aprobada una ley resulta extremadamente difícil su reforma, mientras que los proble-
mas considerados por la legislación pueden cambiar constantemente. Ha sido parti-
cularmente utilizada a partir del aumento de la intervención estatal en el manejo de
la economía y en los períodos de emergencia o de guerra. Algunas formas de la de-
UNIDAD VIII- PODER LEGISLATIVO 221
legación en aquel país (por ejemplo, que el Poder Ejecutivo pueda llenar los detalles
de la ley o sus medidas de ejecución) son atribuciones que nuestra Constitución vi-
gente ha confiado directamente al presidente (art. 86, inc. 2, C.N.). Dentro de la
amplitud de la delegación legislativa reconocida en los Estados Unidos, se admite la
legislación condicional, es decir que el presidente pueda suspender o poner en vigen-
cia determinada legislación; se ha considerado allí como límite el derecho de que el
Congreso deba definir la materia de la delegación y suministrar un patrón o criterio
claro para guiar al organismo administrativo al cual se transfieran facultades conce-
didas, que pueden ser recuperadas por el Congreso. El reconocimiento constitucional
de la legislación delegada, en materia de administración o de emergencia pública, ha
tenido el propósito de dotar al Ejecutivo de un instrumento indiscutible para afrontar
el dictado de reglamentos en cuestiones de naturaleza técnica, compleja o cambiante;
también ha tenido la finalidad de cerrar el largo debate doctrinario y jurisprudencial
respecto de su viabilidad, así como permitir diferenciar los decretos delegados de otros
-los reglamentarios de las leyes-- con los que habitualmente se confundieron (5).
(5) GARCIA LEMA, ALBERTO, La reforma por dentro. La dificil construcci6n del consenso constitu-
cional, Ed, Planeta, Buenos Aires, 1994, págs, 206 y 207.
222 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
e) Cada una de las cámaras puede hacer venir a su sala a los ministros del
Poder Ejecutivo para recibir las explicaciones e informes que estime con-
venientes.
f) El Congreso no puede conceder al Ejecutivo Nacional, ni las legislaturas
provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias o
la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las
que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de
gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una
nulidad inestable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen
a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria.
g) Corresponde también al Senado autorizar al presidente de la Nación para
que declare en estado de sitio uno o varios puntos de la República en caso
de ataque exterior.
h) Ejercer una legislación exclusiva en el territorio de la capital de la Nación
y dictar la legislación necesaria para el cumplimiento de los fines especí-
ficos de los establecimientos de utilidad nacional en el territorio de la Re-
pública. Las autoridades provinciales y municipales conservarán los poderes
de policía e imposición sobre estos establecimientos, en tanto no interfie-
ran en el cumplimiento de aquellos fines.
15. CONTROL
El alcance de las funciones de la auditoría va más allá del simple control con-
table, para instalarse en los marcos de legalidad, de respeto al orden jurídico, y de
gestión, en lo concerniente a la eficacia y eficiencia del desempeño, de todo ente que
perciba, gaste o administre fondos públicos en virtud de una norma legal o con una
finalidad pública.
Tan abarcador es el control que realiza la auditoría que, por imperativo consti-
tucional, el examen y la opinión del Poder Legislativo sobre el desempeño y situa-
ción general de la administración pública se sustentarán en los dictámenes que reali-
ce la propia auditoría. Así, le cabe a la auditoría la elaboración de informes y dictá-
menes sobre las cuestiones sometidas a su control, material que debe ser dado a pu-
blicidad, salvo aquel que por decisión de la Comisión Parlamentaria Mixta Revisora
de Cuentas deba permanecer reservado (arts. 118 y 119, ley 24.156).
En definitiva, se comprende la actividad administrativa en forma integral. Se
trata de controlar lo realizado con el patrimonio, con la economía, con las finanzas
y con la administración, fiscalizar la legalidad, el estado de derecho y las normas que
se han aplicado; esto implica hacer un cotejo con la gestión, con la oportunidad, en
forma global, integral, no solamente de algún aspecto legal o de oportunidad, sino
también sobre la buena marcha de la administración en los aspectos técnicos, finan-
cieros o contables.
La reforma plantea así la constitucionalización del controL Otorga poder para
fiscalizar al gobierno en materia de legalidad, gestión y auditoría. Intervendrá ne-
cesariamente en el trámite de la cuenta de percepción e inversión pública (art. 75,
inc. 8) (1).
Antes de 1994, el Congreso Nacional sancionó la ley 24.156 que creó la Audi-
toría General de la Nación como órgano de contralor externo. Esta ley continúa vi-
gente en todo aquello que no contradiga la Constitución.
Se entiende que el control que efectúe la Auditoría General puede ser previo,
simultáneo o a posteriori del acto de que se trate, para evitar el supuesto de que el
hecho consumado dañe irremediablemente la gestión de gobierno.
El ámbito de control de legalidad, gestión y auditoría abarca a toda la Admi-
nistración Pública centralizada y descentralizada, cualquiera fuese su modalidad de
organización. Consecuentemente alcanzará a las entidades autárquicas, empresas del
Estado, sociedades mixtas y anónimas, y concesionarios de servicios públicos que
tengan vinculación con el patrimonio del Estado.
17.2.0RGANIZACION
La figura del defensor del pueblo fue creada con anterioridad a 1994, median-
te la ley 24.284, y la reforma la incorporó en el texto constitucional en el art. 86 con -
la finalidad de profundizar el control de los gobernantes.
En nuestro país desde hace años se viene sosteniendo con gran consenso la
necesidad de contar con este órgano. Hace más de un siglo que otros países lo tie-
nen incorporado en sus gobiernos; Suecia es el Estado que lo vio nacer con el nom-
bre de "ombudsman" (hombre que da trámite).
La misión del defensor del pueblo es la de defender y proteger los derechos
humanos, demás derechos, garantías e intereses tutelados en la Constitución y en las
leyes, ante hechos, actos u omisiones de la administración. En este sentido, actúa
recepcionando todo tipo de denuncia o requerimiento que se le plantee y después debe
analizar cada caso e indicar el camino que deben seguir los administradores para lo-
grar una solución a sus reclamos.
Al controlar el ejercicio de las funciones administrativas públicas, actúa como
controlador de toda la actividad administrativa y puede evitar lesiones o daños como
los señalados precedentemente. El concepto abarca incluso a los servicios públicos
privatizados, no limitándose únicamente a las funciones estatales.
"El defensor tiene legitimación procesal, de forma tal que puede interponer todo
tipo de acción judicial contra la administración, en caso de que ésta no cumpla la ley:
en esto hay una superposición de funciones, de carácter tutelar, con el Ministerio
Público. Pero, además de ir a la Justicia, el defensor podrá realizar todas las gestio-
nes convenientes en el ámbito administrativo para lograr, a partir de sus buenos ofi-
cios, solucionar los incumplimientos en la prestación de servicios a los administra-
228 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
dos que, por actos u omisiones, produzca el prestador de servicios públicos, sea el
Estado o un concesionario.
Siempre se ha considerado que el defensor del pueblo es un operador de la infor-
mación pública, porque es a través de la difusión que él haga de las irregularidades en
la gestión administrativa que podrá controlarla, quizá más eficazmente que con medi-
das represivas. Es por ello que el defensor debe tener acceso irrestricto a la informa-
ción de la actuación administrativa (porque lo tiene también el pueblo) y debe poder
difundir dicha información a toda la sociedad como forma eficiente de control." (8)
El defensor del pueblo es independiente aunque pertenezca al ámbito del Po-
der Legislativo y es un órgano unipersonal con autonomía funcional y sin autonomía
financiera.
La designación y la renovación deben ser realizadas por el Congreso con el voto
de dos terceras partes de los miembros presentes en cada una de las cámaras. El de-
fensor goza de las inmunidades y privilegios de los legisladores y dura en su cargo
cinco años, pudiendo ser designado nuevamente por una sola vez.
Recuérdese que la ley 24.284 se refiere al defensor del pueblo, y sus disposi-
ciones están vigentes en todo aquello que no contradice la Constitución. Sin embar-
go, la última parte del art. 86 de la Constitución Nacional establece que una ley es-
pecial regulará la organización y funcionamiento de esta institución.
Poder Ejecutivo
Según el texto constitucional, para ser presidente y vice se requiere ser argen-
tino nativo, o hijo de argentino nativo habiendo nacido en país extranjero por opci6n,
y las demás cualidades exigidas para ser senador que recordamos; se exige la edad
de treinta años, una renta anual de dos mil pesos fuertes o equivalente, y tener seis
años de antigüedad en la ciudadanía argentina.
232 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
El arto 90 establece que duran en sus funciones cuatro años, y podrán ser reele-
gidos o sucederse recíprocamente por un solo período consecutivo, cesando en el
poder el mismo día en que expira el período de cuatro años (art. 91). Es decir que la
reforma de 1994 admite .sólo una reelección, pudiendo volver a ser elegidos con el
intervalo de un período.
Al tomar posesión del cargo deben prestar juramento ante el Congreso reunido
en asamblea, respetando sus convicciones religiosas de desempeñar el cargo con leal-
tad y patriotismo, y observar y hacer observar fielmente la Constitución.
Es de destacar que la norma fundamental prevé similar tratamiento para el pre-
sidente y para el vicepresidente, aun cuando les tiene asignadas distintas funciones:
el presidente es el titular del Ejecutivo; el vice, mientras el presidente se encuentra
en funciones es el titular del Senado y de la asamblea legislativa -cuando se reúnen
ambas cámaras para recibir juramento al presidente y vice; para el acto de inaugura-
ción de las sesiones ordinarias, o por razones protocolares, para recibir a jefes de
estados extranjeros-con derecho a voto sólo en caso de empate (art. 57, C.N.), lo que
tiene por consecuencia mantener igual representación con facultades de participación
en los debates y voto a todas las expresiones de la autonomía, evitando que por la
designación del presidente del cuerpo pudieran perder un voto una provincia o la
ciudad de Buenos Aires.
Como bien señala ROMERO, tienen el mismo origen. son elegidos en el mismo acto,
duran el mismo tiempo y están sometidos a iguales restricciones y formalidades (1).
(l) ROMERO, CESAR ENRIQUE, Derecho constitucional, Ed. Zavalía, Buenos Aires, 1976, t. 11.
pág. 234.
UNIDAD IX - PODER EJECUTIVO 233
4. ACEFALIA
l. Presidente provisional del Senado (senador elegido por sus pares para re-
emplazar al vicepresidente).
2. Presidente de la Cámara de Diputados.
3. Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la nación.
Para el caso dé vacante definitiva, el Congreso elegirá entre sus integrantes y
gobernadores de provincia, como funcionarios públicos de origen electivo, para cu-
brir la vacante. La oportunidad para llamar a elecciones resultará de las circunstan-
cias del momento en atención a lo dispuesto en el arto 75, inc. 21, de la Constitución
como facultad del Poder Legislativo.
(2) BIDART CAMPOS, GERMAN, Derecho constitucional del poder, Ed. Ediar, Buenos Aires, 1967,1.
JI, pág. 17.
UNIDAD IX - PODER EJECUTIVO 235
parlamento y, por último, lo que denomina una inhibición progresiva de los gober-
nantes políticos en favor de los expertos agrupados en una tecnoestructura C), que
tiende a agudizarse en la medida en que se amplíe el cúmulo de actividades que en
función del bien común desaJ.Tolla el Estado, donde Gomo ha señalado lEAN MEYNAUD,
la relatividad dc la separación de las funciones gubernamentales es uno de los ras-
gos más relevantes de la vida política contemporánea e).
En particular, los denominados "poderes políticos" -Legislativo y Ejecutivo-
mantienen una relación de fuerzas donde se observa un avance de este último en
detrimento del legislativo, que se define como la preeminencia del Ejecutivo y don-
de el Legislativo llega a convertirse en ".. .la caja dc resonancia de los grar:des pro-
blemas políticos" que en determinadas circunstancias y por complejos esquemas de
mayorías y minorías no atiende con celeridad sus cometidos constitucionales, entre
los que se destacan sus funciones de orientación política y de control.
Este cuadro de situación, que se observa aun en los sistemas parlamentarios,
reconoce motivaciones de distinta etiología y se relaciona con el liderazgo natural del
jefe de Estado, que por lo general es jefe del punido gobernante elegido por sufra-
gio universal; la crisis del parlamento y de representación de los pmtidos políticos;
la aparición de los grupos de presión que intentaIl influir en las políticas de gobier-
no; las situaciones de emergencia en lo económico y social; la delegación de funcio-
nes legislativas; la conducción de la política exterior y la defensa, y de los comple-
jos aspectos que hacen a las relaciones económicas internacionales, entre otros aspec-
tos no menos importantes, como aquéllos vinculados con el desan-ollo de la econo-
mía y la conducción del Estado para el cumplimiento de sus fines a través de planes
de desarrollo económico-social, donde la iniciativa de las leyes de mayor trascenden-
cia proviene del Ejecutivo, que cuenta con un amplio equipo de colaboradores para
la concreción de estos fines y con todo el aparato burocrático instalado en d ámbito
de su autoridad.
Señala OYHANARTE que la preeminenciá de un órgano es!atal sobre los OlroS, más
allá de los postulados teóric03, depende de la ~ptilud funcional de cada uno, yen ese
terreno, el Poder Ejecutivo está en mejores condiciones por las siguientes razones:
a) su cm·ácter unipersonal;
b) las elecciones presidenciales son personalizadas y polarizantes sobre la base
del liderazgo de cada candidato; -
c) por lo general, el presidente es el jefe del partido gobernante;
(3) HAURIOU, ANDRE, Derecho col1stitu;"Íonal e iútifuc!ones políticas, Ed. Ariel, Barcelona, 1970,
págs. 674 Y sigtes.
(4) Citado por ROMERO, CES/,:: ENRIQUE, Temas cOMtitl/donales y polfticos, Córdoba, 1971,
pág. 32.
236 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
(5) OYHANARTE, JULIO, Poder político y cambio estructural en la Argentina, Ed. Paidós, Buenos
Aires, 1969, págs. 83 y sigtes.
UNIDAD IX - PODER EJECUTIVO 237
también a otros protagonistas y otras funciones, entre las que se destacan el control
y la oposición (6).
KARL LOEWENSTEIN nos habla de controles horizontales y controles verticales del
poder político.
Los controles horizontales se dan entre el parlamento y el gobierno, de los tri-
bunales y del electorado frente al gobierno y el parlamento. Los controles verticales
son propios del federalismo. Añade que el control político es múltiple y no sólo se
concreta a través de la distribución del poder estatal, sino también mediante lo que
denomina "medios o técnicas de control autónomo", entre los que cita el veto, el re-
feréndum, el voto de confianza, la responsabilidad política, la censura y los princi-
pios de la supremacía constitucional y el contralor de constitucionalidad (1).
Es en la función de contralor donde el Congreso cumple una tarea más relevante
a través de las interpelaciones, pedidos de informes, comisiones investigadoras y
audiencias públicas.
La reforma de 1994 ha procurado revertir este fenómeno político derivado en
parte por el acrecentamiento de las potestades estatales de la segunda mitad de este
siglo. Como una manera de reforzar los poderes del Congreso se han incorporado dos
órganos extrapoderde inocultable función de control: la Auditoría General de la
Nación y el Defensor del Pueblo (arts. 85 y 86, C.N.). Por otra parte, con la presen-
cia obligatoria del jefe de gabinete -mes a mes, alternativamente- ante cada una
de las cámaras para informar sobre la marcha del gobierno y responder a los cues-
tionamientos de sus integrantes (léase "oposición" en la mayoría de los casos) se
constituye un claro mensaje de los constituyentes en el sentido de acortar los pode-
res presidenciales o, al menos, reforzar las facultades de contralor por parte del Con-
greso, en tanto que además tiene el voto de censura y la posibilidad de remover a dicho
funcionario. También ha creado la Comisión Bicameral Permanente para el estudio
y tratamiento de los decretos de necesidad y urgencia, de los decretos de legislación
delegada y en los supuestos de promulgación parcial de las leyes como paso previo
para el tratamiento de estas cuestiones por parte del Congreso (arts. 99, inc. 3, y 100,
incs. 12 y 13, C.N.); asimismo, la Auditoría General de la Nación como órgano de
asistencia técnica en la labor del Congreso de control externo del sector público en
sus aspectos patrimoniales, económicos, financieros y operativos, de intervención
necesaria en el trámite de aprobación o rechazo de las cuentas de percepción e inver-
sión de los fondos públicos, cuyo presidente es designado a propuesta del partido po-
lítico de oposición con mayor número de legisladores en el Congreso (art. 85, C.N.).
(6) LOPEZ, MARIO JUSTO, La doctriTUl de la separación de los poderes a la altura de nuestro tiem-
po, en Anales de la Academia Nacional de Derecho, segunda época, afio XXVI, N" 19, págs. 95 y sigtes.
(7) LOEWENSTEIN, KAn, Teoría de la Constitución, &l. Ariel, Barcelona, 1965, págs. 149 y sigtes.
238 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
al Reglamentos de ejecución
(8) V ANOSSI, JORGE R., Régimen constitucional de los tratados, Ed. El Coloquio, Buenos Aires, 1969,
pág. 180.
240 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
Son aquellos que dicta el Poder Ejecutivo en virtud de una habilitación expre-
sa del Legislativo; por supuesto, en un ámbito limitado, pues no resulta constitucio-
nalmente válido que el Congreso transfiera a otro poder el ejercicio de sus faculta-
des que por esencia son indelegables.
Están previstos para cubrir aspectos de detalle en un marco legal prefijado.
Al respecto, la reforma de 1994 ha procurado poner un límite racional a tales
potestades. Así establece, como principio general, que no está permitida la delega-
ci6n legislativa, la que admite una excepción respecto de determinadas materias de
administración o de emergencia pública, con plazo determinado para su ejecución y
dentro de las bases de la delegación que el Congreso establezca (art. 76, C.N.).
e) Reglamentos autónomos
Son los que el Poder Ejecutivo dicta en ejercicio de sus amplias potestades de
organización admini strati va.
Rigen en el ámbito interno de la administración y se subordinan al ordenamiento
legal, no tienen previsión constitucional en lo que hace al presidente, aunque el arto
100, inc. 2, los autoriza para la gesti6n del jefe de gabinete de ministros.
Son aquellos que dicta el Poder Ejecutivo respecto de materias propias del Le-
gislativo en situaciones de grave emergencia pública para atender situaciones que no
admiten demora.
El arto 99, inc. 3, de la C.N., por vía de principio inhabilita al Poder Ejecutivo
para emitir disposiciones de carácter legislativo, pues son insanablemente nulas.
Sin embargo, para épocas de receso del Congreso, o cuando no se pueda espe-
rar a que se cumplan los trámites ordinarios para la sanción de las leyes, la Consti-
tución habilita el dictado de este tipo de disposiciones bajo las siguientes condicio-
nes:
1. Que no se trate de normas que regulan materia penal, tributaria, electoral
o el régimen de los partidos políticos.
2. Deberán ser decididos en acuerdo general de ministros con la firma del jefe
de gabinete y demás ministros (refrendo ministerial).
UNIDAD IX - PODER EJECUTIVO 241
(9) GONZALEZ. JOAQUIN V., Manual de la Constitución Argentina, Ed. Estrada, Buenos Aires, 1952,
pág. 631.
242 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
miento y votación. De obtener en cada cámara el voto afirmativo de los dos tercios
de los votos, la insistencia del Congreso lleva a que el Poder Ejecutivo deba promulgar
la ley; en caso contrario, no podrá volver a repetir en las sesiones de ese año (art. 83,
C.N.).
La promulgación tácita: puede ocurrir que el Poder Ejecutivo deje pasar diez
días hábiles desde que la ley sancionada por el Congreso le fue presentada sin adop-
tar temperamento alguno, lo que se produce lo que se conoce como "promulgación
tácita", con 10 que está en condiciones de ser publicada en el Boletín Oficial.
El veto parcial: la Constitución reformada trae expresa previsión al respecto,
poniendo fin a una larga discusión doctrinaria y jurisprudencia!.
Así establece, como principio general, que está impedido al Ejecutivo la pro-
mulgación parcial de una ley que a la vez fue objetada-vetada en las partes restantes.
Sin embargo, cuando las partes no observadas de una ley tengan autonomía
normativa, es posible que sean promulgadas en tanto que no alteren el espíritu ni la
unidad del proyecto originalmente sancionado por el Congreso, quedando pendiente
la parte vetada para una nueva consideración del Congreso.
Para este supuesto, y tal como ocurre con los decretos de necesidad y urgen- ..
cia, el jefe de gabinete de ministros deberá presentar la ley parcialmente promulga-
da a la Comisión Bicameral Permanente, la que ha de presentar su informe a ambas
cámaras, a los efectos de su rápido tratamiento (arts. 80 y 79, inc. 3, C.N.).
El arto 99, inc. 8, establece que el presidente hace anualmente apertura de las
sesiones ordinarias del Congreso, reunidas ambas cámaras en Asamblea Legislativa
el primero de marzo de cada año, a los efectos de presentar un informe sobre la si-
tuación general del' país, poniendo a su consideración las medidas que crea necesa-
rias y convenientes, que ha de instrumentar en proyectos de leyes, o recomendando
el tratamiento y aprobación de los que ya tienen estado parlamentario.
Cabe acotar que el período de sesiones ordinarias del primero de marzo al treinta
de noviembre tiene su previsión constitucional, y cuando dice que "... ambas cáma-
ras se reúnen por sí mismas en sesiones ordinarias" debe entenderse que se trata de
una facultad propia del Congreso, sin que dependa de la voluntad presidencial que
éstas comiencen con su cometido constitucional.
UNIDAD IX - PODER EJECUTIVO 243
El presidente está autorizado para prorrogar las sesiones ordinarias a partir del
primero de diciembre, o convocar a sesiones extraordinarias cuando el Congreso se
encuentre en receso sí un grave interés de orden o de progreso lo requiere (arts. 63 y
99, inc. 9, C.N.). En este supuesto el presidente firma un decreto de convocatoria con
el enunciado de los proyectos de leyes que lo justifican y que pretende sean tenidos
en cuenta por el Congreso durante el período extraordinario, sin que estén habilita-
das para la consideración de otros que pudieran ser presentados por los legisladores,
para lo cual están las sesiones ordinarias y de prórroga.
6.5. NOMBRAMIENTOS
De conformidad al inc. 17 del arto 99, el presidente puede pedir al jefe de ga-
binete de ministros y a los jefes de todos ramos y departamentos de la administración
los informes que considere convenientes para su gestión de gobierno.
9. EL GABINETE DE MINISTROS
Poder Judicial
JOAQUIN V. GONZALEZ
pues entiende que administrar justicia es similar a administrar cualquiera de los otros
servicios públicos del Estado, apareciendo, entonces, asociado a una función de la
misma naturaleza que la del poder ejecutivo.
Esta concepción del poder judicial tiene vigencia en Francia aun en nuestros
días, y se manifiesta, por ejemplo, en el sistema de control de constitucionalidad de
las leyes (ver unidad N) instaurado por la Constitución de 1958, que lo deposita en
un órgano de naturaleza política. De esta manera, la administración de justicia que-
da como un servicio público más, aunque independiente.
En los Estados Unidos, el rol institucional del poder judicial es mucho más
importante y amplio que en los países europeos, incluida Francia. Los norteamerica-
nos no le han asignado el papel de mero administrador de justicia, sino que le otor-
garon el mismo rango que a los otros dos poderes del Estado. La actividad, tanto del
Poder Legislativo como del Ejecutivo, se ve sometida al control de este tercer poder
-el Judicial- que se erige de esta forma en el único guardián de la Constitución.
Pero cabe aclarar que no es solamente un custodio de las libertades y los derechos
. subjetivos de los individuos, sino que se le ha asignado la delicada y excelsa misión
de ser el guardián de todo el proceso político del Estado.
Casi todos los países latinoamericanos, incluido el nuestro, han organizado su .
Poder Judicial a la manera del norteamericano, aunque en la realidad institucional,
esto es, en la Constitución "material" hay algunos matices que lo diferencian del que
rige en el país del norte.
(1) CoRWIN, EDWARD S., La Constitución norteamericana y su actual significado, Ed. Kraft, Bue-
nos Aires, 1942, pág. 143.
UNIDAD X - PODER JUDICIAL 255
por la Corte Suprema, pero que pertenece a todos los tribunales, tanto los federales
como los provinciales, que integran el Poder Judicial, ha constituido un papel impor-
tante en casi todas las crisis y cuestiones constitucionales del país durante los últi-
mos ciento veinte años." CHARLES EVANS HUGHES, un ex presidente de la Corte Supre-
ma de los Estados Unidos, una vez dijo: "Vivimos bajo una Constitución, pero la
Constitución es lo que los jueces dicen que es" e).
al La Inamovilidad
(2) MILLER, JONATHAN M.; GELLI, MARIA ANGELICA y CAYUSO, SUSANA, Constitución y poder políti-
co, t. 1, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1987, pág. 2.
(3) GONZALEZ CALDERON, JUAN A., Curso de derecho constitucional, Ed. Depalma, Buenos Aires,
1984, pág. 548.
256 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
(5) PAlXAO, ENRIQUE, La refornuz de la Constituci6n, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1994, pág. 433.
260 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
Como se dijo, existen en nuestro país dos tipos de jurisdicciones: la de los tri-
bunales nacionales -jurisdicción federal- y la de los tribunales provinciales -ju-
risdicción local-o El Poder Judicial de la Nación tiene establecidos sus límites de
actuación en los arts. 116 y 117 de la Constitución -que han reemplazado en 1994
a los antiguos arts. 100 y 101-. Toda causa que no quede comprendida dentro de esos
límites descriptos por las normas citadas corresponde a los tribunales de las provin-
cias. De allí que la jurisdicción federal es limitada y de excepción.
Dice el arto 116:
"Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la Na-
ción, el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre
puntos regidos por la Constitución, y por las leyes de la Nación con la
reserva hecha en el inc. 12 del arto 75, y por los tratados con las nacio-
nes extranjeras de las causas concernientes a embajadores, ministros
públicos y cónsules extranjeros; de las causas de almirantazgo y jurisdic-
ción marítima; de los asuntos en que la Nación sea parte; de las causas
que se susciten entre dos o más provincias, entre una provincia y los
vecinos de otra, entre los vecinos de diferentes provincias, y entre una
provincia o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero."
A su vez el arto 117 dispone:
"En estos casos la Corte Suprema ejercerá su jurisdicción por apelación
según las reglas y excepciones que prescriba el Congreso; pero en todos
los asuntos concernientes a embajadores, ministros y cónsules extranje-
ros, y en los que alguna provincia fuese parte, la ejercerá originaria y
exclusivamente."
De acuerdo con lo que surge de las normas transcriptas. la jurisdicción se atri-
buye en razón de: a) la materia; b) las personas; y c) el lugar del hecho.
al En razón de la materia
Quedan comprendidas todas las causas en las que sea necesaria -para su re-
solución- la aplicación directa de una norma constitucional; de una ley de la Na-
ción (federal); o de la aplicación de un tratado con una potencia extranjera que
contenga materia federal y, por último, las causas de almirantazgo y jurisdicción
marítima.
UNIDAD X - PODER JUDICIAL 261
a) Competencia originaria
5. CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD
a) Requisitos
(6) CARRIO, GENARO y CARRIO, ALEJANDRO, El recurso extraordinario por sentencia arbitraria, Ed.
AbeJedo-Perrot, Buenos Aires. 1983, pág. 21.
266 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
l. Requisitos de fondo
2. Requ.isitos de forma
1. Sentencia definitiva
La sentencia dictada por el tribunal inferior debe tener los efectos de la cosa
juzgada material, es decir que debe solucionar definitivamente el objeto que
dio origen al pleito, sin que pueda ser examinado posteriormente por otro
juez o tribunaL El ejemplo clásico es el de la sentencia dictada en un jui-
cio ejecutivo, respecto de la cual, en principio, no corresponde el recurso
extraordinario, puesto que puede ser examinada ulteriormente en un pro-
ceso ordinario.
2. Superior tribunal de la causa
La sentencia debe ser dictada por el tribunal superior respecto de la causa
que es materia de litigio. Es decir, que no haya otro tribunal de ulterior je-
rarquía que pueda conocer en ese litigio. Generalmente son las cámaras de
apelaciones, pero, en algunos casos, las leyes disponen que ciertas senten-
cias emitidas por jueces de primera instancia son inapelables; entonces, el
superior· tribunal (respecto de esa causa específica) será el juez de primera
instancia que dictó la sentencia, la que será susceptible de llegar a conoci-
miento de la Corte por vía del recurso extraordinario.
En relación con este punto y respecto de los tribunales provinciales, la Corte
tiene dicho:
" ... aplicación genuina de estos principios son los casos en que la
Corte ha considerado prematuros los recursos extraordinarios fede-
rales deducidos contra sentencias de cámara cuando las respectivas
cortes supremas o superiores tribunales provinciales, aLentender en
los recursos extraordinarios locales deducidos para ante ellos, han
considerado y resuelto la materia que suscita la cuestión federal o el
gravamen, pues dichas sentencias son las del superior tribunal a los
fines del arto 14 de la ley 48" (C.S.J.N., Fallos, 304:1468).
terés general", en el interés de la sociedad toda. Esto implica que, en contra de lo que
dijimos en párrafos anteriores, la Corte concedió el recurso federal en cuestiones de
derecho local, procesal o de derecho común, contra sentencias dictadas por tribuna-
les que no fueron los superiores de la causa, o respecto de sentencias que no fueron
las definitivas.
La Corte recurrió en más de una ocasión a este instituto para conceder el recurso
extraordinario, pudiendo citarse los casos que siguen:
cuestiones que afecten el basamento sobre el cual se asienta el Estado;
la defensa de los mecanismos creados por el Estado para dar respuesta a los
planteos relacionados con el sistema de seguridad social;
lo relativo a la división de poderes, base del sistema republicano adopta-
do;
la preservación de los principios básicos de la Constitución Nacional y las
instituciones básicas de la sociedad, como el matrimonio y la familia;
la buena marcha de las instituciones;
etcétera.
Viene al caso citar la opinión del procurador general en la causa De Pablo de
1978, quien sostuvo:
"... estimo del caso poner de resalto que, según la doctrina corriente de V.
E., el decisorio apelado en cuanto dispone la nulidad de las actuaciones
sin resolver sobre el fondo del asunto no es la sentencia definitiva de la
causa. [ ...] Ello no constituye óbice para la procedencia del recurso, pues,
según creo, el de autos configura un caso en el que corresponde no ex-
tremar el rigor en la interpretación de las normas que regulan al remedio
federal, en la medida que la intervención del tribunal resulta necesaria para
poner remedio a una situación cuyos alcances exceden el interés de las
partes para proyectarse sobre la buena marcha de las instituciones"
(C.S.J.N., Fallos, 300:417).
En una causa, en la que se debatía la interpretación de una ley sobre jubilacio-
nes y pensiones, se sostuvo:
"Que esta Corte, en su composición actual, ha resuelto que la interpreta-
ción y aplicación de las normas de derecho previsional no da lugar a re-
curso extraordinario, salvo hipótesis específica de arbitrariedad o cuando
el caso reviste grave interés institucional. En estos autos se configura
uno de los supuestos de excepción, pues la materia que en ellos se de-
bate involucra principios fundamentales de orden social y atinentes a ins-
tituciones básicas del derecho, como son las que se vinculan con el ma-
trimonio y la familia." (C.S.J.N., Mambríni de Fernández, Fallos, 295:376.)
272 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
El primero de ellos fue incorporado en nuestra legislación a través del arto 280
del Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación, que dispone:
"Cuando la Corte Suprema conociere por recurso extraordinario, la recep-
ción de la causa implicará el llamamiento de autos. La Corte, según su
sana discreción y con la sola invocación de esta norma, podrá rechazar
el recurso extraordinario por falta de agravio federal suficiente, o cuando
las cuestiones planteadas resultaren insustanciales o carentes de trascen-
dencia ... "
Este mecanismo ha sido incorporado con la idea de "tamizar" de alguna mane-
ra la llegada de los pleitos a la Corte, pretendiéndose por esta vía alivianar el núme-
ro de causas que llegan al tribunal. Cabe preguntarse si la garantía de la defensa en
juicio no se ve comprometida ante la posibilidad de que el más alto tribunal rechace
la concesión del recurso extraordinario con afirmaciones sin fundamento, es decir,
puramente dogmáticas.
El per saltum es un mecanismo procesal relativamente nuevo.
"En el derecho anglosajón se denomina a este instituto by pass. En el
derecho procesal constitucional se aplica a un instituto mediante el cual
la Corte Suprema de Justicia se aboca al conocimiento y decisión de un
proceso judicial, el cual no estaba siendo tramitado ante ella, sino ante un
tribunal de instancias inferiores." (9)
De esta forma, la Corte "saIta" por encima de esas instancias inferiores y en-
tiende en una causa en la que incluso puede estar pendiente el dictado de sentencia.
6. EL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA
(9) EKMEKDllAN, MIGUEL A., Manual de la Constitución argentina, Ed. Depalma, Buenos Aires,
1991, pág. 51.
UNIDAD X - PODER JUDICIAL 273
6.1. FUNCIONES
b) Funciones disciplinarias
Estas facultades. también llamadas "de superintendencia". que eran propias del
Congreso de la Nación, como derivación de la norma constitucional relativa al jui-
cio político, con el tiempo fueron delegadas en la Corte Suprema de Justicia. Pero la
Constitución atribuye ahora esta función al Consejo de la Magistratura, ya que a éste
le compete la decisión de la apertura del proceso de remoción de los magistrados
inferiores. De esta forma quedan ambas facultades en cabeza de un solo órgano, fa-
voreciendo la unidad de conocimiento en el control disciplinario que se propone.
"El régimen disciplinario tiene límites impuestos por la propia Constitución,
con arreglo a la cual no sería posible establecer en la ley una sanción que
impida al juez atender su despacho, como la suspensión. La garantía de
inamovilidad -que no está establecida sólo en beneficio de los jueces
sino también, y principalmente, de los particulares sometidos al juez na-
tural- obsta a esa posibilidad, salvo en el marco de un procedimiento de
remoción. La actual regulación de ese proceso prevé expresamente la
cuestión." (10)
e) Funciones administrativas
d) Funciones reglamentarias
Esta facultad surge del arto 114, inc. 6, de la Constitución y consiste en la po-
testad que tiene ahora el Consejo para organizar, mediante reglamentos administra-
tivos y de funcionamiento, el gobierno y la administración del Poder Judicial.
Cabe aclarar que se mantiene la facultad de la Corte Suprema para dictar su
propio reglamento interior y designar a sus empleados (art. 113).
6,3.1. Composición
El Consejo de la Magistratura es un órgano permanente del Poder Judicial de
la Nación y está integrado por veinte (20) miembros, de acuerdo con la siguiente com-
posición:
• El presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
• Cuatro (4) jueces del Poder Judicial de la Nación, debiéndose garantizar la
representación igualitaria de los jueces de cámara y de primera instancia,
y la presencia de magistrados federales del interior del país.
Ocho (8) legisladores, de los cuales hay cuatro por cada una de las cáma-
ras del Congreso, correspondiendo dos al bloque con mayor representación
legislativa, uno por la primera minoría y otro por la segunda minoría.
• Cuatro (4) representantes de los abogados de la matrícula federal.
• Dos (2) representantes del ámbito científico y académico.
• Un (1) representante del Poder Ejecutivo.
Los miembros del Consejo duran cuatro años en sus funciones y pueden ser
reelegidos por una vez en forma consecutiva.
En cuanto a los requisitos para integrar este órgano, la ley dispone que se deben re-
unir las condiciones exigidas para ser juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
otorga atribuciones muy importantes al plenario y son las que se enumeran a conti-
nuación:
l. Dictar su reglamento general (el del Consejo, se entiende).
2. Dictar los reglamentos referidos a la organización judicial y los reglamen-
tos complementarios de las leyes procesales.
3. Tomar conocimiento del anteproyecto de presupuesto anual del Poder Ju-
dicial y realizar las observaciones que estime pertinentes, para su posterior
consideración por parte de la Corte Suprema.
4. Designar a su vicepresidente.
5. Determinar el número de integrantes de cada una de las comisiones que
forman el Consejo.
6. Designar al administrador general del Poder Judicial de la Nación y al se-
cretario general del Consejo.
7. Decidir -previo dictamen de la comisión de acusación-la apertura del
procedimiento de remoción de magistrados, formular la acusación corres-
pondiente ante el Jurado de Enjuiciamiento y ordenar, en su caso, la sus-
pensión del magistrado.
8. Dictar las reglas de funcionamiento de la Secretaría General y demás or-
ganismos auxiliares que sean creados por el Consejo.
9. Reglamentar el procedimiento de los concursos públicos de antecedentes
y oposición.
10. Aprobar los concursos y remitir al Poder Ejecutivo las ternas vinculantes
de candidatos a magistrados.
11. Organizar el funcionamiento de la Escuela Judicial en coordinación con la
Comisión de Selección y Escuela Judicial.
12. Aplicar las sanciones a los magistrados a propuesta de la Comisión de dis-
ciplina.
13. Remover a sus miembros de sus cargos, cuando incurrieran en mal desem-
peño o en la comisión de algún delito en el ejercicio de sus funciones.
6.3.3. Comisiones
7. EL JURADO DE ENJUICIAMIENTO Y LA
REMOCION DE MAGISTRADOS FEDERALES SEGUN
LA CONSTITUCION NACIONAL
8. EL MINISTERIO PUBLICO
Esta leyes la que reglamenta el arto 120 anteriormente transcripto; dispone que
las funciones de este organismo, además de la de promover la actuación de la justi-
cia en defensa de la legalidad y de los intereses generales de la sociedad, son las de
"representar y defender el interés público en todas las causas y asuntos penales y
civiles que conforme a la ley se requiera; velar por la observancia de la Constitución
UN/DAD X - PODER JUDICIAL 283
8,3. COMPOSICION
La ley dispone que "el Ministerio Público está compuesto por el Ministerio
Público Fiscal y el Ministerio Público de la Defensa" (art. 2°).
El primero está integrado por el procurador general de la Nación, los procura-
dores fiscales, los fiscales generales, los fiscales generales adjuntos,. los fiscales de
primera instancia y los fiscales auxiliares.
El defensor general de la Nación, los defensores oficiales, los defensores pú-
blicos de menores e incapaces, y los tutores y curadores públicos integran el Minis-
terio Público de la Defensa.
8,4. DESIGNACION
Según el texto legal, tanto el procurador general como el defensor general se-
rán designados por el Poder Ejecutivo Nacional con acuerdo de¡ Senado por dos ter-
cios de sus miembros presentes. Para el resto de los integrantes, se aplica el siguien-
te mecanismo: se presentará una tema de aspirantes -resultante de un concurso pú-
blico de antecedentes y oposición- ante el Poder Ejecutivo, de la cual éste elegirá
uno, cuyo nombramiento requerirá el acuerdo de la mayoría simple de los miembros
presentes del Senado (art. 5°).
8,5. REMOCION
Régimen constitucional
de los tratados
El arto 75, inc. 24, incorpora un sistema particular en relación con los tratados de
integración que deleguen competencias y jurisdicción a organizaciones supraestatales.
Dichos tratados deben ajustarse a las siguientes circunstancias:
cumplir condiciones de reciprocidad e igualdad entre los estados signata-
rios;
respetar el orden democrático y los derechos humanos.
Para la aprobación de tratados con Estados latinoamericanos se requerirá la con-
formidad de la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada cámara.
290 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
4. EL MERCOSUR
En relación con los órganos de gobierno del Mercosur y cumpliendo las etapas
-e' previstas para afianzar el proceso de integración a que estaban comprometidos, se
firma en Brasil, el 17 de diciembre de 1994, el Protocolo de Ouro Preto, por el que
se crean los siguientes órganos que hacen a la estructura institucional del Mercosur:
l. El Consejo del Mercado Común, que es el órgano superior encargado de
la conducción política del proceso de integración, compuesto por los mi-
nistros de Relaciones Exteriores y de Economía de los Estados miembros.
2. El Grupo Mercado Común, que es el órgano ejecutivo del Mercosur, inte-
grado por cuatro ministros por país.
3. La Comisión de Comercio del Mercosur, cuya misión es la de asistir al
anterior y velar por la aplicación de los instrumentos de política comercial
común, acordados para el funcionamiento de la unión aduanera; también
tiene cuatro representantes por país.
4. La Comisión Parlamentaria conjunta, órgano representativo de los parla-
mentos de los Estados partes designados por los respectivos cuerpos legis-
lativos de cada país, cuya principal función es coadyuvar en la armoniza- "
ci6n de la legislaci6n.
5. El Foro Consultivo Econ6mico Social, en el que están representados los sec-
tores económicos y sociales de cada país, de exclusiva función consultiva.
6. La Secretaría Administrativa del Mercosur, órgano de apoyo operativo con
sede en la ciudad de Montevideo, a cargo de un director electo por el Gru-
po Mercado Común que, entre otras funciones de coordinación y apoyo,
edita el Boletín Oficial del Mercosur y es el archivo oficial de la documen-
taci6n.
El Mercosur tiene reconocida personalidad jurídica internacional, lo que le
permite como tal celebrar acuerdos con terceros países u otras organizaciones inter-
nacionales.
En lo que hace a las relacion~s entre la iglesia y el Estado, podemos decir que
en la actualidad se dan los siguientes sistemas:
1. Adopción de una religión oficial del Estado
Es el sistema seguido en Gran Bretaña --donde la religión oficial es la an-
glicana, a la que también debe pertenecer el rey- y en Suecia --en lo que
hace a la religión evangélica luterana-o Esta última religión asimismo ha
sido adoptada como oficial en Dinamarca y Noruega.
UNIDAD XI- REGIMEN CONSTITUCIONAL DE LOS TRATADOS 293
Derechos y libertades
fundamentales
El segundo período tiene como escenario las colonias de los Estados Unidos y
Francia durante la revolución de 1789.
La primera declaración norteamericana es la Declaración de Filadelfia de 1774,
pero la más importante es la de Virginia de 1776, donde se proclama que todos los
hombres son igualmente libres e independientes por naturaleza y tienen ciertos de-
rechos inherentes, los cuales no pueden perder cuando entran en sociedad, tales como
la vida, libertad, propiedad y seguridad. Reconoce el principio de separación de po-
deres y el derecho de resistencia a la opresión, y proclama la libertad de prensa y de
religión, y el derecho del acusado a conocer la causa de su detención y a ser juzgado
por un jurado imparcial, según la ley del país.
Este documento es fuente directa de otras declaraciones contemporáneas y, lo
que es más importante, de las primeras diez enmiendas de la Constitución de los
Estados Unidos de 1791 aún vigentes (se refieren a los derechos y garantías funda-
mentales).
En Francia, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de
1789 proclamó el espíritu de la libertad en todo el continente europeo y se difundió
en el mundo, por lo que se le reconoce su carácter universalista.
A manera de dogma sagrado, proclama que los hombres nacen y permanecen.
libres e iguales en derechos, que el fin de toda asociación política es la conservación
de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre: la libertad, la propiedad, la
seguridad y la resistencia a la opresión.
Además, señala que nadie puede ser penado sino en virtud de una ley sancio-
nada con anterioridad al delito. Proclama solemnemente en su arto 16 que "toda so-
ciedad en la cual la garantía de los derechos no esté asegurada ni determinada la se-
paración de los poderes carece de constitución".
Con estos documentos de trascendencia sin par no sólo por su contenido, sino
también por su efecto irradiador para los pueblos de Occidente, se cierra el segundo
ciclo.
El tercer tramo se inicia con la difusión de esos postulados y su incorpora-
ción en los textos constitucionales, tal como aparecen en nuestra Constitución de
1853 -en el estado de derecho--, la sujeción del poder estatal a normas de jerarquía
constitucional y la proclamación de los derechos y libertades que constituyen un lí-
mite, un freno a la actividad de los gobernantes, 10 que se denomina las "libertades
límite" en el estado democrático liberal burgués.
De tal forma, durante el siglo XIX los enunciados sobre derechos y garantías
se generalizan en las constituciones adquiriendo el carácter de normas jurídicas po-
sitivas, lo que implicó un límite al poder estatal. Al declarar que se trata de derechos
naturales e inviolables deviene la imposibilidad de atentar contra ellos, constituyen-
do lo que se denomina "derechos públicos subjetivos", que los individuos ostentan
UNIDAD XII- DERECHOS y LIBERTADES FUNDAMENTALES 299
frente al Estado, el cual, como se dijera, estaba obligado a respetarlos, sin interferir
ni obstaculizar su ejercicio.
Hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX se produce un importante
cambio en el mundo: se inicia una nueva etapa histórica cuyos datos principales fueron
la Revolución Industrial, primero, y la revolución tecnológica, después, que obró
como un proceso de cambio significativo en lo económico-sociaL
En este período, las declaraciones de derechos no vienen a constituir, como en
el anterior, una forma de límite al Estado dejando todo a la iniciativa privada en tan-
300 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
(1) ROMERO, CESAR ENRIQUE, Introducción al derecho constitucional, Ed. Zavalfa, Buenos Aires,
1973, pág. 55.
UNIDAD XII- DERECHOS y LIBERTADES FUNDAMENTALES 301
nómicos comprometidos, teniendo como meta la consecución del bien común en una
sociedad que revalorice los principios de solidaridad, libertad, bienestar y justicia
social.
Como bien apunta B. MIRKINE-GUETZEVITCH, el Estado no puede ya limitarse al
reconocimiento de los derechos del individuo, sino que debe crear un mínimo de
condiciones necesarias para asegurar su independencia social.
Paralelamente se observa la importancia creciente de los partidos políticos que
se constituyen en elementos esenciales en las democracias contemporáneas, instru-
mentándose su participación en el proceso democrático por vía legislativa, en una
primera instancia, y en las constituciones, después.
A manera de ejemplo podemos citar la Ley Fundamental de la República Fe-
deral de Alemania de 1949, cuyo art. 21 establece:
"... que los partidos cooperarán en la formación de la voluntad polftica del
pueblo; y que los partidos que por sus fines o por actitud de sus adheren-
tes tiendan a desvirtuar o destruir el régimen fundamental de libertad y
democracia, son inconstitucionales".
En igual sentido, la Constitución de la V República Francesa establece que los
partidos y las agrupaciones políticas concurren a la expresión del sufragio. Deben
respetar los principios de soberanía nacional y de la democracia.
En el continente americano, la Constitución de Brasil de 1988 admite la libre
creación o fusión de partidos políticos que respeten la soberanía nacional y el régi-
men democrático.
pasado sólo los Estados eran sujetos de derecho internacional, en la actualidad exis-
te una clara y neta tendencia a consagrar al ser humano como sujeto de este tipo de
derecho. En.lo que hace a la protección de sus derechos, se tiene en cuenta al hom-
bre como persona y no como nacional de un determinado país.
Particularmente se advierte esta tendencia a partir de los años '50 con la Con-
vención Europea de Salvaguarda de los Derechos del Hombre y de las Libertades
Fundamentales, creadora de la Comisión y del Tribunal Europeo de Derechos del
Hombre; diez años después, su similar para América, la Convención Americana de
Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa Rica-, crea la Comisión y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en el ámbito de la OEA.
Así la Corte Interamericana en su primera opinión consultiva manifestó que:
".. .Ios tratados concernientes a derechos humanos están orientados, más
que a establecer un equilibrio de intereses entre Estados, a garantizar el
goce de derechos y libertades del ser humano ... ".
y en la siguiente opinión consultiva, conceptuó que:
..... Ia Corte debe enfatizar [... ] que los tratados modernos sobre derechos
humanos no son tratados multilaterales del tipo tradicional, concluidos en
función de un intercambio recíproco de derechos para el beneficio mutuo
de los Estados contratantes. Su objeto y fin son la protección de los de-
rechos fundamentales de los seres humanos, independientemente de su
nacionalidad, tanto frente a su propio Estado como frente a los Estados
contratantes" .
El derecho internacional de los derechos humanos -señala CASSIN- ha per-
mitido que el ser humano sea destinatario directo de normas internacionales, como
sujeto, junto con los Estados, de derecho internacional.
Aparecen los conceptos de "cooperación" y "solidaridad internacional" en la
protección de los derechos humanos, de donde lo referente a la vigencia y protección
de estos derechos ha dejado de ser competencia exclusiva de los Estados, en tanto que
coexisten las competencias estatales e internacionales. De todas maneras, los Esta-
dos no dejan de ser los principales responsables en la protección de los derechos, pero
de ahora en más asumen un deber internacional al respecto, por lo que, para que sean
viables los trámites a nivel de los organismos internacionales, suponen el agotamiento
de los recursos internos de cada Estado.
En este sentido, a nivel internacional cabe citar la Comisión de Derechos Hu-
manos creada por el Consejo Económico Social de las Naciones Unidas, en tanto que
a nivel regional, además de la Convención Europea para la Salvaguarda de los De-
rechos Humanos y Libertades Fundamentales (1953), podemos citar la Carta Africa-
na de los Derechos del Hombre y de los Pueblos (1981) y el Sistema de la Conven-
ción Americana (1969), que resulta más amplio y abierto.
304 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
En su arto 7" reconoce que toda persona tiene derecho a la libertad y seguridad
personales, así como también a las garantías judiciales de ser oída en un plazo razo-
nable por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, y a la presunción
de inocencia. Se afirman el principio de legalidad y la irretroactividad de la ley pe-
nal y el derecho a una indemnización p0r error judicial en el supuesto de condena por
sentencia firme.
Proclama la libertad de conciencia y de religión, la libertad de pensamiento y
de expresión, y el derecho de rectificación o respuesta.
Contiene cláusulas que se refieren a la protección de la familia, los derechos
del niño y el respeto por la propiedad privada; los derechos políticos, igualdad ante
la ley y el derecho a la protección judicial frente a actos que violen derechos fun-
damentales.
En el capítulo tercero y en relación con los derechos económicos sociales y
culturales, los Estados se comprometen a adoptar medidas para lograr la plena efec-
tividad de las cláusulas económicas, sociales y sobre educación, ciencia y cultura
contenidas en la Carta de la OEA. En cuanto a los deberes de la persona, se vincu-
lan con la familia, la comunidad y la humanidad.
En la segunda parte establece la competencia de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos para cono-
cer en los asuntos reclamados en el cumplimiento de los compromisos asumidos por
los Estados americanos, en lo que se refiere al respeto y plena vigencia de los de-
rechos y libertades contenidos en la declaración, aspectos que serán tratados en la
unidad XIII.
7. DERECHO A LA VIDA
7.1. LA EUTANASIA
La eutanasia deriva del griego y alude a "buena muerte", y debe ser entendida
como la acción u omisión por la cual se priva de vida a una persona sin sufrimiento
físico y a su requerimiento, en tanto se trate de un enfermo terminal o en grave peli-
gro de muerte. Se procura evitar sufrimientos mayores en el marco del arto 19 de la
C.N.; la eutanasia tiene también relación con el derecho a la intimidad, el derecho a
la libertad de conciencia y el derecho a disponer de su propio cuerpo. Es consecuen-
cia del principio de dignidad humana, que importa el derecho de vivir dignamente y,
también, de morir dignamente (SAGÜES). Este derecho -señala NIÑo- se vincula con
el retiro de los medios artificiales de reanimación de las funciones cardiorrespirato-
rias en estados comatosos irreversibles, el suministro proporcionado de sustancias
analgésicas sedantes o ansiolíticas, destinadas a aliviar padecimientos físicos, o la
abstención o retiro de medidas terapéuticas cuando se las juzgue desproporcionadas
respecto del caso, tomando en cuenta los padecimientos o mortificación que su im-
plantación o su mantenimiento ocasionarían al afectado, y su nula o escasa efectivi-
dad (2).
Tratándose de un problema ético que hace a la conciencia y creencias de cada
uno, dejamos planteado el tema sin otras consideraciones que escapan al objeto de
este manual.
(2) NIÑO, LUIS FERNANDO, Eutanasia: morir con dignidad, Ed. Universidad de Buenos Aires, Bue-
nos Aires, 1994;pág. 248.
308 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
8. DIGNIDAD Y PRIVACIDAD
9. LA IGUALDAD
9,1. LA NO DISCRIMINACION
mano, es absoluta, e impide toda intromisión por parte de los demás indi-
viduos o del Estado en esa determinación;
b) libertad de expresión de la creencia, que es el derecho de cada uno de ex-
presar por cualquier medio sus creencias religiosas y comunicarlas a sus
demás congéneres;
c) libertad de cultos, que es el derecho de cada uno de practicar libremente el
culto de su religión, mediante actos y ceremonias, así como el de no ser
obligado a realizar actos propios del culto de una religión en particular.
La libertad religiosa es no sólo la libertad de opinión en materia religiosa, sino
también el derecho de cumplir los deberes religiosos y de practicar el culto, aun ex-
terno, tanto individual como socialmente -sostiene FERNANDEz DE LANDA-; el úni-
co límite admisible -agrega- es el bien común, es decir, esa libertad no puede le-
sionar los derechos ciertos de los demás ni destruir la convivencia.
Por eso, así como el Estado no puede interferir en la esfera Íntima del ser hu-
mano, impidiéndole que piense de una manera determinada en materia religiosa, u
obligándolo a que se adhiera a una creencia en particular, en cuanto el individuo
exterioriza sus pensamientos y quiere -mediante ciertas prácticas o ceremonias-
cumplir con los dictados de su religión, el Estado puede intervenir -y a veces debe
hacerlo- en salvaguarda de la moral, del orden público, las buenas costumbres, la
seguridad o la vida de los demás componentes de la sociedad.
Así, una persona podrá creer en una religión que entre sus prácticas acepte sa-
crificios humanos. Mientras que el individuo lo mantenga en la esfera de su yo in-
terno, el Estado no podrá interferir (libertad de conciencia o de creencias); pero en
tanto la persona pretenda llevar a la práctica su religión, es deber de las autoridades
impedir la comisión de hechos deliCtuosos (homicidio), aun bajo el pretexto de cum-
plir con los ritos de una religión, y, en consecuencia, podrán interferir en esa activi-
dad Oibertad de cultos), que siempre es relativa y que, como todos los demás dere-
chos constitucionalmente reconocidos, puede ser reglamentada.
Como sostiene BURDEAU, el hecho religioso no puede ser ignorado por el Esta-
do, ya que la libertad religiosa implica, además, la sumisión de los fieles a un poder
espiritual habilitado para proceder a su reclutamiento, a imponerles ciertas actitudes,
a juzgar sus actos, como también es imposible que llegue a censurar las normas que
les sean dictadas por la autoridad civiL Contempla este aspecto de la libertad huma-
~a no sólo la manifestación exterior del culto, sino también la enseñanza moral de la
iglesia y las determinaciones de los individuos en virtud de tal magisterio.
La Declaración de Virginia de 1776, en su arto 16, estableCÍa que:
.... .todos los hombres por igual tienen derecho al libre ejercicio de la reli-
gión, de acuerdo con los dictados de su conciencia ... ".
312 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
(3) BIDART CAMPOS, GERMAN, Derecho constitucional, t. 1I, Buenos Aires, 1966, pág. 198.
(4) LINARES QUINTANA, SEGUNDO V., Tratado de la ciencia del derecho constitucional. t. 1I, Ed. Plus
Ultra, Buenos Aires, '1956, pág. 603.
UNIDAD XII- DERECHOS y LIBERTADES FUNDAMENTALES 315
buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole, ya sea oralmente, por
escrito, en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.
El ejercicio de este derecho no puede estar sujeto a previa censura, sino a res-
ponsabilidades ulteriores fijadas por ley, necesarias para el respeto a los derechos o
la reputación de los demás, la protección de la seguridad nacional, el orden público,
o la salud o la moral públicas.
(5) GONZALEZ, JOAQUIN V., Manual de la Constitución argentina, Ed. Estrada, Buenos Aires, 1971,
pág. 168.
(6) LINARES QUINTANA, SEGUNDO V., Tratado de la ciencia del derecho constitucional, t. III, Ed. Plus
Ultra, Buenos Aires, 1977, N° 2113, pág. 600.
316 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
(7) PYE, LUCIEN W., Evolución polftica y comunicación de ITUlsás, Ed. Troquel, Buenos Aires, 1969,
pág. 80.
(8) FAYT, CARLOS S., La omnipotencia de la prensa, Ed. La Ley, Buenos Aires, 1994, pág. 27.
UNIDAD XII- DERECHOS y LIBERTADES FUNDAMENTALES 317
Puede ser definido como el derecho que asiste a toda persona a conocer, estar
enterado o tener acceso a las informaciones, con imparcialidad, veracidad, de mane-
ra objetiva, no tendenciosa ni deformada. Se ha sostenido que el bienestar de los
UNIDAD XII- DERECHOS y LIBERTADES FUNDAMENTALES 319
Todo ser humano, por el hecho de haber nacido en el seno de una sociedad, tiene
derecho a ser educado por ella y de recibir la herencia cultural de su comunidad, fruto
de experiencias y creaciones del grupo social a que pertenece.
Toda enseñanza tiene por objeto ayudar al individuo a conseguir su propia su-
peración y, por ende, una vida más feliz. Por medio de la educación le es posible
desarrollar los mejores elementos de su propia cultura.
La enseñanza se ha convertido en una necesidad social que debe atender el Es-
tado, pues el grado de desarrollo económico y cultural de una Nación dependerá del
grado de instrucción y de la preocupación que por la educación del pueblo tenga el
gobierno.
La estructura de la sociedad de nuestros tiempos y el hecho de ser una socie-
dad de masas que se maneja por la ley de los grandes números hacen que la enseñanza
sea considerada como un servicio público.
En 1964 se celebró en México la Asamblea Mundial de Educación, donde se
aprobó la Carta de los Derechos y Deberes de la Educación, la Ciencia y Cultura, cuyo
arto 10 dice:
"Todo ser humano tiene derecho a participar de la herencia cultural de su
pueblo y de la de todos los pueblos del mundo. Este derecho implica, en
la sociedad contemporánea, la igualdad de oportunidades de acceso a
establecimientos adecuados en todos los niveles del sistema educativo del
Estado."
En el arto 70 se establece:
"Corresponde al Estado, en representación de la sociedad, la responsa-
bilidad de organizar y dirigir la educación del pueblo; de expedir las leyes
que garanticen el derecho a la educación; y de imprimir a ésta un senti-
miento cívico y patriótico, acorde con los postulados fundamentales de las
constituciones nacionales."
Ultimamente la Iglesia Católica ha puesto a la consideración pública el problema
de la educación, relacionado con el desarrollo económico-social de los pueblos. Así,
en la encíclica Populorum Progressio se dijo:
320 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
El derecho de aprender consiste en que todo individuo puede, bajo la reserva de sus
solas aptitudes individuales, pretender adquirir la misma cultura y la misma instruc-
ción que aquellos que han sido favorecidos por la fortuna y tienen los medios nece-
saríos para hacerlo. El derecho de elegir el maestro implica la diversidad de órganos
de enseñanza y la igualdad de sus prerrogativas.
La libertad de enseñanza encierra también la libertad de opinión (derecho de
enseñar), la igualdad de los individuos (derecho de aprender) y la libertad de concien-
cia (derecho de elegir el maestro) (9).
Pero como todos los demás derechos y libertades consagrados por la Constitu-
ción, la libertad de enseñanza no es absoluta. El Estado debe reglamentar -sin por
ello limitar o restringir- este derecho; las razones son varias: en primer lugar, para
procurar que se haga extensiva al mayor número de los miembros de la comunidad,
esto es, cumplir con lo que establece el arto 75, jncs. 18 y 19, de la Constitución
Nacional, en cuanto dispone que el Congreso deberá "... proveer lo conducente a la
prosperidad del país, al adelanto y bienestar de todas las provincias y al progreso de
la ilustración ... ", que constituye uno de los fines expuestos en el Preámbulo, cuando
dice: "... promover el bienestar generaL."; ese bienestar no sería posible sin promo-
ver el adelanto de la ilustración y la cultura. Ningún bienestar material puede ser ela-
borado sin atender el bienestar intelectual y moral, y ningún adelanto se podría con-
seguir si se abandona la educación.
Es responsabilidad del Estado intervenir para estimular la investigación, orientar
o introducir el estudio de nuevas técnicas, alentando aquellos estudios especializados
que, de acuerdo con las circunstancias, sean más útiles para la comunidad. También
debe procurar que en las escuelas e institutos secundarios no se descuide el mínimo
de enseñanza necesario, a fin de que se cumpla con el objetivo principal de ilustra-
ción y capacitación, ya que es en las aulas donde se forman los técnicos que luego
habrán de desempeñarse en la sociedad, por lo que no debe ser ajeno al Estado el
control sobre el contenido de la enseñanza y la capacitación de los docentes.
Hay dos disposiciones de la norma fundamental que implican un mandato de
los constituyentes para con el Legislativo; la primera ya aparecía en la Constitución
original de 1853 en cuanto señala que corresponde al Congreso "...proveer lo condu-
cente al progreso de la ilustración, dictando planes de instrucción general y univer-
sitaria... " (art. 75, inc. 18). En el inciso siguiente, producto de la reforma de 1994,
se completa la idea, adaptándola a las realidades contemporáneas, y entonces se dis-
pone que corresponde al Congreso proveer lo conducente al desarrollo humano, al
progreso económico con justicia social, a la formación profesional de los trabajado-
res, a la investigación y el desarrollo científico y tecnológico.
(9) BURDEAU GEORGES, Les libertés publiques, París, 1961, págs. 262 y sigtes.
322 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
.
12,2. REGIMEN DE LAS UNIVERSIDADES NACIONALES
(lO) ORTEGA y GASSET, JOSE, El libro de las misiones, Ed. Austral, Buenos Aires, 1959, pág. 79.
UNIDAD XII- DERECHOS y LIBERTADES FUNDAMENTALES 323
16,2. LA EXPROPIACION
Tiene lugar cuando el Estado no cumple con las etapas posteriores del proceso
expropiatorio, en tanto que existiendo una ley que declara de utilidad pública deter-
minados bienes, coloca a su propietario en una situación tal que implica una afecta-
ción a su derecho de propiedad, en tanto que le impide la disponibilidad en condi-
ciones normales de mercado.
328 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
En este caso, es el sujeto expropiado quien inicia una acci6n judicial para obli-
gar al Estado a concluir la expropiaci6n y a pagar la correspondiente indemnizaci6n.
16,5. RETROCESION
por la repercusión general que ese ejercicio adquiere (por ejemplo, los relativos a la
educación, la cultura, la seguridad social); además, lo social va unido a lo económi-
co, en tanto que el constitucionalismo social considera que el Estado debe estructu-
rar y promover un orden económico justo que permita el acceso de todos los hom-
bres a las fuentes de trabajo y de producción, y que haga posible una distribución
equitativa de la riqueza y de los bienes de producción y de consumo eZ).
(12) BIDART CAMPOS, GERMAN, Tratado elemental de derecho constitucional, t. 1, Ed. Ediar, Bue-
nos Aires, 1986, pág. 393.
UN/DAD XII- DERECHOS y LIBERTADES FUNDAMENTALES 331
La reforma de 1994 completa este enunciado con la inclusión del art. 75, incs.
19 y 23, correspondiendo al Congreso sancionar leyes que aseguren:
el desarrollo humano;
el progreso económico con justicia social;
la generación de empleo;
la igualdad real de oportunidades y de trato;
la protección de niños, mujeres, ancianos y discapacitados;
un régimen de seguridad social para el niño desamparado, desde el emba-
razo hasta el término del período de la enseñanza elemental, y para la ma-
dre, durante el embarazo y el período de lactancia.
La Convención Americana, en su art. 17, señala que la familia como elemento
natural y fundamental de la sociedad debe ser protegida por la sociedad y el Estado;
332 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
Un apartado especial ha incluido la reforma de 1994 -art. 75, inc. 17- para
referirse a la situación de los descendientes de los primitivos habitantes de nuestro
país.
Recordamos a manera de homenaje a los araucanos, atacamas, calchaquíes,
caniguas, comechingones, charrúas, chorotis, diaguitas, guaraníes, luJes, mapuches,
matacos, mocovíes, omauacas, onas, pilagas, puelches, querapdíes, ranqueles, tehuel-
ches, tobas y yaganes, a quienes se les reconoce su preexistencia étnica y cultural.
Se les garantizan el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilin-
güe e intercultural.
A las comunidades indígenas se les reconoce personería jurídica, así como tam-
bién la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que actualmente ocupan.
En concurrencia con las provincias, el art. 75, inc. 17, dispone que el Congre-
so regulará la entrega de tierras aptas y suficientes para el desarrollo humano, ase-
gurándose su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los de-
más intereses que los afecten.
(12) Citado por MARTIN MATEO, Tratado de derecho ambiental, Ed. Trivium, Madrid, 1991, V 1,
pág. 83.
334 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
(13) COLAUITI, CARLOS, Derechos humanos, Ed. Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 1995,
pág. 277.
(14) DROMI, ROBERTO y MENEM, EDUARDO, La Constitución refomw.da, Ed. Ciudad Argentina, Bue-
nos Aires, 1994, pág. 139.
UNIDAD X/I- DERECHOS y LIBERTADES FUNDAMENTALES 335
las garantías
constitucionales
En este sentido, las garantías constituyen la seguridad que tiene cada indivi-
duo de que podrá ejercer'y gozar todos y cada uno de los derechos qne el orde-
namiento jurídico le concede.
Desde este punto de vista, todas las normas tienen por objeto recrear un esta-
do general de seguridad jurídica, dentro del cual la sociedad tenga garantizado el pleno
goce de los derechos asignados a sus integrantes y a ella.
De esta manera, si el derecho objetivo "es el conjunto de normas tendientes a
regular las relaciones de los hombres en sociedad y a organizar la estructura y fun-
cionamiento de los órganos de gobierno", cada una de esas normas, al llevar a cabo
dicha regulación y organización, tiene que crear un marco de seguridad jurídica para
que los derechos subjetivos reconocidos a los habitantes no se vean limitados o vul-
nerados por las autoridades ni por terceros.
"Garantía" y "seguridad jurídica" son entonces conceptos similares, puesto que
los habitantes tienen, precisamente, la seguridad, la garantía de que están en condi-
ciones de gozar de las atribuciones o facultades que el derecho les confiere.
Para ver el concepto reflejado en un ejemplo, podríamos afirmar que todas las
normas constitucionales cuyo fin es dividir a los órganos de gobierno, asignando a
cada uno distintas funciones (división de poderes, sistema republicano), tienden a
340 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
En este sentido, lilas garantías ll son los derechos que cada habitante tie;'0 reco-
nocidos por el orden jurídico.
Esta identificación entre las IIgarantías" y los "derechos subjetivos" es muy
común, a tal punto que la Constitución española de 1931 no se refería a los derechos
individuales, sino a las garantías individuales. Por su parte, suele afinnarse que aqué-
llos son "las garantías que las constituciones conceden a los habitantes de un Esta-
do" (2).
Al amparo de esta concepción, podríamos incluir entre las garantías todos los
"derechos civiles" (arts. 14 y 20, CN), "sociales" (art. 14 bis, CN) y "políticos" (arts.
37 y 38, CN); los derechos de contenido económico, como, por ejemplo, el derecho
a la propiedad (art. 17, CN), los denominados "de tercera generación" o "colectivos",
es decir, aquellos cuyos titulares no son los individuos, sino la sociedad toda, como,
por ejemplo, los derechos del consumidor, al medio ambiente sano y equilibrado (arts.
41 y 42, CN), etcétera.
También incluiríamos entre las garantías (entendidas como derechos) las llama-
das "garantías del proceso", "procesales" o "derechos del individuo dentro del pro-
ceso judicial". Son ellas las que siguen.
(2) CABANELLAS, GUILLERMO, Diccionario jur{dico. Ed. Heliasta, Buenos Aires, 1987.
342 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
b) Defensa en juicio
Tal como 10 expresamos más arriba, una de las etapas del debido proceso es la
defensa, la cual está plenamente asegurada y contemplada por la Constitución Nacio-
nal en el mismo arto 18, cuando señala que es "inviolable la defensa en juicio de la
persona y de los derechos".
Esta defensa, tal como lo dispone el Pacto de San José de Costa Rica, asegura
al imputado los siguientes derechos:
- Comunicación previa al inculpado de la acusación que se le formula.
UNIDAD XIII- LAS GARANTIAS CONSTITUCIONALES 343
"Nadie puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al he-
cho de la causa" (art. 18, eN). .
Esta disposición constitucional, cuya primera parte analizamos en el acápite
anterior, indica que el juicio o debido proceso (al cual todo sujeto tiene derecho an-
tes de recibir una condena) debe estar basado en una ley dictada con anterioridad a
la producción del hecho (presuntamente delictivo) que dio lugar a aquél.
En realidad, la que debe estar fundada en una ley anterior al hecho originador
del proceso es la sentencia a dictarse en el mismo, y no el juicio o proceso. Es por
ello que se afirma que "no hay delito ni pena sin ley anterior" que haya creado a di-
cho delito y anexado a él su correspondiente sanción.
Esto significa que si una persona comete un delito, estando vigente una ley que
contempla una pena de cinco años de prisión, y luego, durante el desarrollo del jui-
cio y antes de la sentencia, se dicta otra ley aumentando la pena a diez años, la sen-
tencia a dictarse debe estar fundada en la ley anterior al hecho delictivo (en este
caso, en la ley que disponía condena de cinco años).
La única excepción a esta regla se produce cuando la ley posterior es más be-
neficiosa para el condenado, en cuyo caso, el juez ya no fundará su sentencia en la
ley anterior al hecho del proceso, sino en la que más convenga al reo (que en el ejem-
plo propuesto es la anterior). Esta excepción normativa, da nacimiento al principio
de la "ley penal más benigna", aun cuando ésta se dicte mientras el delincuente que
se beneficiará con ella esté cumpliendo su condena.
d) Jueces naturales
(3) QUIROGA LA VIE. HUMBERTO, Constituci6n de la Naci6n Argentina comentada, Ed. Zavalía, Buenos
Aires, mayo de 1996, pág. 109.
UNIDAD XIII- LAS GARANTlAS CONSTITUCIONALES 345
Por último, también sería comisión especial cualquier clase de tribunal ci-
vil no judicial, cuyo fin sea juzgar precisamente a civiles.
Otro de los párrafos del art. 18 de la Carta Magna consigna que "nadie puede
ser obligado a declarar contra sí mismo".
Se trata de una garantía procesal que le permite a un imputado de un delito, que
ha sido llamado a declarar frente a un juez, a abstenerse de hacerlo, o bien, a decla-
rar, pero sin confesar su culpabilidad. En los juzgados civiles, comerciales o labora-
les (es decir, en los que no son penales), existe, en cambio, la obligación de decla-
rar, aunque no, por supuesto, la de autoincriminarse.
También el Pacto de San José de Costa Rica dispone que "toda persona incul-
pada de un delito tiene derecho a no ser obligada a declarar contra sí misma, ni a
declararse culpable del mismo".
Dice además el art. 18 de la Constitución Nacional que "nadie puede ser arres-
tado sino en virtud de orden escrita de autoridad competente".
Esto significa que para que se pueda arrestar a un sujeto será necesario que
exista una orden escrita (no verbal) emanada de autoridad competente. ¿Cuál es la
autoridad competente?: un juez, o, excepcionalmente, el Presidente de la Nación,
si es que se ha declarado el estado de sitio (supuesto en el cual el art. 23 de la Carta
Magna lo autoriza a arrestar a las personas y a trasladarlas de un punto a otro del
territorio, dándoles previamente la posibilidad de salir del país).
Es eomún también que la policía practique arrestos sin una orden escrita de au-
toridad competente. Pero ello obedece a la necesidad de evitar que un presunto delin-
cuente se fugue. De manera que este tipo de arrestos podría considerarse legítimo en
tanto y en cuanto la autoridad policial informe inmediatamente al juez de turno.
Esta disposición es la que dio origen a la acción o recurso de habeas corpus,
cuyo análisis abordaremos más adelante.
346 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
Por último, un tercer enfoque acerca de las garantías nos permitirá considerar-
las en un sentido más restringido y limitado. Serían así "los medios o instrumentos
que la población tiene a su alcance para movilizar a los órganos de gobierno, en de-
fensa del ejercicio y goce de sus derechos".
Esto significa, en la práctica, que si un sujeto ve dificultado el ejercicio de un
derecho propio, puede acudir a ciertas herramientas o instrumentos creados por el
orden jurídico para tal fin, como, por ejemplo, una acción de amparo, un habeas
corpus y otros que analizaremos a continuación.
No servirá de nada que se le conceda una atribución, una facultad, un derecho
a un individuo, si resulta que después, ante la menor limitación, presión o restricción
ejercidas por autoridades o por terceros en general, no cuenta con medios que le per-
mitan defenderse.
Como señalaba MDRE HAURIOU, no basta que el derecho sea reconocido y de-
clarado; es neCesario garantizarlo.
Desde este punto de vista, entonces, todas las acciones y recursos tendientes ,.
a poner en movimiento el órgano judicial (demandas, recursos, denuncias, quere-
llas) o la administración pública en general (todo tipo de recursos administrativos,
de alzada, de queja, de reconsideración, etc.) constituyen garantías en sentido es-
crito.
Pero la Constitución misma contempla la existencia de remedios procesales
cuyo fin es suministrar cobertura y protección a los derechos subjetivos.
Esos remedios son: acción de amparo, acción de habeas corpus y acción de
habeas data.
Analizaremos cada uno de ellos en particular.
Es aquella que cualquier individuo puede iniciar para pedirle a un juez pro-
tección de cualquiera de los derechos que tiene asignados por el orden
jurídico (menos el de la libertad física, el cual está protegido por el habeas
corpus) cuando su ejercicio pudiera sufrir algún tipo de limitación, restric-
ción o alteración.
Esta garantía ha adquirido reconocimiento constitucional recién en 1994, año
en el que la reforma de la Carta Magna permitió su incorporación en la misma.
UNIDAD XIII- LAS GARANTlAS CONSTITUCIONALES 347
No quiere decir esto que hasta 1994 esta acción no estuviera contemplada en
el derecho argentino. Por el contrario, el reconocimiento del amparo en nuestra le-
gislación fue producto de una larga evolución, la que sintetizaremos brevemente:
Hasta 1957 la Corte Suprema de Justicia de la Nación sostuvo que la pro-
tección de les derechos garantizados por la Constitución corresponde en
última instancia al Poder Judicial, por ser éste quien controla que todo el
ordenamiento jurídico esté de acuerdo con la Carta Magna.
Pero para eso, es necesario que las acciones o recursos tendientes a prote-
ger el ejercicio de esos derechos estén creados por la ley o por la Consti-
tución misma. Caso contrario, los jueces no tienen atribuciones para crear
acciones, puesto que no es su función legislar. Dicho de otro modo, si la
ley no elabora acciones o procedimientos de protección de derechos, dejan-
do así desprotegidos a los mismos, los jueces nada podrán hacer.
Vale la pena efectuar la siguiente aclaración: no debe entenderse que has-
ta 1957 el orden jurídico mantenía absolutamente desamparada a la socie-
dad en cuanto a la protección de los derechos subjetivos de sus integran-
tes. Frente a la imposibilidad de ejercer un derecho, la población tenía a su
alcance toda una batería de acciones legales comnnes y ordinarias, pero
cuya característica es la falta de agilidad. De manera tal que, ante una pri-
vación o limitación en el goce de libertades a los individuos, sólo les que-
daba la alternativa de acudir a procedimientos lentos de protección.
Lo que no existía era una acción rápida, ágil, de amparo de esos derechos.
A esto se refería la jurisprudencia citada, cuando afirmaba que no es atribu-
ción de los jueces crear mecanismos de amparo distintos de los existentes.
Esta rígida posición jurisprudencial cambió a partir del caso Siri, cuya sen-
tencia fue dictada en 1957: ANGEL SIR! era director de un periódico, que
había sido clausurado sin motivo claro y aparente, en 1956, por orden de
la Dirección de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, lo que daba
rasgos de arbitrariedad a dicha clausura. Ante esta situación, SIRI conside-
ró que se cercenaban su derecho a trabajar y la libertad de imprenta, por
lo que solicitó a la justicia una rápida solución a su problema, presentan-
do un habeas corpus (acción expedita que protege sólo la libertad física de
las personas, y que sí estaba reconocida en la Argentina, a partir del arto 18
de la Constitución ya analizado, en virtud del cual "nadie puede ser arres-
tado sin orden escrita de autoridad competente ... ").
Según la posición que venía sosteniendo la Corte, la respuesta debió haber
sido la siguiente: "Este tribunal lamenta mucho que haya Ud. equivocado
el procedimiento. El habeas corpus sólo protege las libertades físicas y no
las que Ud. considera violentadas. Por lo tanto, acuda a los procedimien-
tos comunes y ordinarios que le ofrece hoy el orden jurídico, aunque por
348 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
supuesto demorará el trámite uno o dos años". Sin embargo, la Corte cam-
bió su doctrina y consideró que los derechos individuales existen, y los in-
dividuos gozan de ellos por el solo hecho de estar consagrados en la Cons-
titución, independientemente de las leyes que los reglamenten. Sostuvo,
además, que era suficiente comprobar la lesión a la libertad o derecho (en
el caso Siri, la libertad de trabajo y de imprenta), para que esa libertad o
derecho deban ser reestablecidos por los jueces.
Ahora bien, si en el caso Siri la Corte otorgó una rápida protección a los
derechos subjetivos, sólo se limitaba a los supuestos en los que éstos eran
vulnerados por autoridades públicas, y no por otros particulares.
En 1958, la misma Corte se pronunció en el caso KOT S.R.L., en el cual
dicha sociedad, propietaria de un establecimiento textil en la provincia de
Buenos Aires, mantenía un conflicto con sus obreros, quienes ocupaban el
establecimiento, impidiendo el funcionamiento de la misma. La empresa
presentó también un amparo, puesto que se vulneraban el derecho de pro-
piedad (art. 17, CN) y la libertad de trabajo (art. 14, CN).
A partir de este caso, también la Corte brindó rápida y efectiva protección
a todo aquel que se veía impedido de ejercer algún derecho, como conse- .
cuencia del accionar de particulares (en este caso, los obreros).
Estos pronunciamientos judiciales (Siri y KOT S.R.L.) obligaron al Congre-
so a crear una acción rápida, protectora de derechos individuales, nacien-
do así la ley 16.986 de 1966, que dio origen a la acción de amparo.
En 1984, el gobierno nacional adhirió al Pacto de San José de Costa Rica,
en cuyo arto 25 se dispone que "toda persona tiene derecho a un recurso sen-
cillo y rápido ante los jueces competentes, que la ampare contra actos que
violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley
o la presente convención".
Diez años más tarde, en 1994, fue la Constitución Nacional la que incor-
poró esta acción en su articulado. contemplándola de la siguiente manera:
"Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de ampa-
ro, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo
acto u omisión de autoridades públicas o de particulares, que en for-
ma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbi-
trariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos
por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá
declarar la inconstitucionalídad de la norma en que se funde el acto
u omisión lesiva.
Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discrimina-
ción, y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la
UNIDAD XIII- LAS GARANTIAS CONSTITUCIONALES 349
La rapidez implica que la acción debe tramitar en tiempo útil, sin demo-
ras (4), debiéndose reestablecer el derecho conculcado, inclusive en el pla-
zo de horas (5).
También se consagra en este párrafo la subsidiariedad de la acción de am-
paro a la existencia de una vía judicial más idónea.
El problema es determinar el alcance del término "idónea":
Si se ha querido utilizar como sinónimo de "rápida", "expeditiva",
deberíamos señalar que en el derecho argentino no se hallan previstas,
frente a la lesión de derechos subjetivos, vías más idóneas o rápidas,
con lo cual la subsidiariedad referida desaparece.
Si, en cambio, se ha utilizado el vocablo en el sentido de "más apro-
piada aunque menos ágil", entonces la subsidiariedad del amparo
renace. Es esta la posición de QUIROGA LAVIE, quien consagra la impro-
cedencia del amparo cuando hay otra vía judicial más adecuada con-
forme a la naturaleza de la pretensión interpuesta. Por ejemplo, la eje-
cución de un pagaré no puede llevarse a cabo mediante un amparo,
puesto que la legislación contempla para ello un procedimiento espe-
cífico, como es el juicio ejecutivo.
Procede el amparo cuando una libertad o un derecho son vulnerados no sólo
por autoridades públicas (esto es, órgano ejecutivo, legislativo o judicial),
sino también por particulares.
Por lo tanto, es factible interponer un amparo contra actos administrativos y
decretos del Poder Ejecutivo, contra violaciones producidas por leyes, con-
tra las producidas por sentencias judiciales y contra actos de particulares.
Además, no sólo el accionar concreto de autoridades públicas o de parti-
culares puede dar lugar al amparo, sino también omisiones de autoridades
públicas, como, por ejemplo, cuando una disposición constitucional no
puede funcionar por no dictar el Congreso su reglamentación. En este caso,
el órgano judicial podrá intimar a aquél para que lo haga.
Continúa diciendo la norma en estudio que el amparo podrá ser interpues-
to cuando un derecho sea lesionado, restringido, alterado o amenazado.
Una lesión es un daño efectivo, producido a un derecho o libertad indi-
vidual. Ejemplo: cuando la autoridad policial, sin causa justificada, no
(5) Cita de PALACIO, LINO, en "La pretensión de amparo en la reforma de la Constitución de 1994",
rev. La Ley, 7/9/95.
UNIDAD XIII- LAS GARANTlAS CONSTITUCIONALES 351
destacar que la regulación legal es más detallada y es, además, la que contempla el
procedimiento dentro del cual se desarrolla el amparo.
Por razones de espacio, no analizaremos profundamente la ley, pero sí señala-
remos algunas diferencias que presenta con respecto al arto 43 de la Constitución
Nacional:
En primer lugar, la Carta Magna hace procedente el amparo contra todo
acto u omisión emanados de una autoridad pública o de particulares,
que afecten derechos subjetivos.
La ley 16.986, en cambio, sólo autoriza la interposición de esta acción
contra actos u omisiones provenientes de una autoridad pública.
En segundo lugar, la Constitución Nacional dispone que la acción puede ser
interpuesta cuando se afecten derechos reconocidos en la misma, en una
ley o en tratados internacionales. Mientras tanto, la ley 16.986 determi-
na que sólo procede el amparo cuando el derecho afectado está recono-
cido en la Constitución.
En tercer lugar, la Constitución legitima, para presentar la acción, al defen-
sor del pueblo y a las organizaciones cuyo fin sea la defensa de dere-
chos o intereses difusos. La ley 16.986 nada menciona al respecto.
Por último, la Constitución Nacional autoriza al juez interviniente a de-
clarar la inconstitucionalidad de la norma que provoca la afectación del
derecho en cuestióu. Mientras tanto, la ley regulatoria dispone que si para
invalidar el acto agresor, el juez necesita declarar la inconstitnciona-
lidad de la norma en la cual dicho acto se basa, no procede la acción
de amparo.
Las diferencias indicadas no deben confundir al lector, a quien le señalamos y
recordamos que siendo la Constitución Nacional la Ley Suprema, es ésta la que pre-
valece por sobre la ley 16.986, la cual se mantiene vigente en todos los aspectos en
los que no colisiona con aquélla.
Así como "habeas corpus" significa "tendrás tu cuerpo" (léase "tendrás tu cuer-
po en libertad"), "habeas data" significa "tendrás tus datos", o bien, "tendrás dere-
cho a conocer los datos existentes sobre tu persona".
Efectivamente, se trata de una acción procesal (garantía) que todo individuo
puede interponer, a fin de solicitarle a un juez que ordene a entes públicos o priva-
dos, cuyo fin sea proveer informe, para que:
a) informen al requirente acerca de datos que sobre él posean,
b) imponen la finalidad de su guarda o tenencia, y
c) eventualmente los obligue a modificarlos, eliminarlos o actualizarlos, si es
que resultaren ser falsos, incompletos o des actualizados.
Se trata de una garantía nueva y novedosa en el derecho argentino. La reforma
constitucional de 1994 la incorporó en el articulado de la Ley Fundamental, no re-
gistrándose antecedentes en punto a su existencia.
Es una especie o variante de la acción de amparo, pero tiende a "proteger la
intimidad y buena imagen de las personas".
Conviene señalar para evitar confusiones que el derecho a la intimidad fue con-
sagrado constitucionalmente en 1853, al disponer el art. 19 de la Ley Suprema que
"las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la
356 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
(7) SABSAY. DANIEL y ONAINDIA, JOSE M., La constitución de los argentinos, Ed. Errepar, Buenos
Aires, noviembre de 1994, pág. 153.
UNIDAD XIII- LAS GARANTIAS CONSTITUCIONALES 357
(8) BIDART CAMPOS, GERMAN, Tratado elemental de derecho constitucional, t. VI, Ed. Ediar, Bue-
nos Aires, 1995, pág. 322.
2. PROTECCION INTERNACIONAL DE
LOS DERECHOS HUMANOS
(11) AMA DEO, MARlO, Política internacional, Ed. Instituto Argentino de Cultura Hispánica, Buenos
Aires, 1970, pág. 411.
UNiDAD X/II- LAS GARANTlAS CONSTITUCIONALES 359
nos Estados, se suprimía la esclavitud, era ello un tema interno, que no impedía la
existencia de la servidumbre en un Estado vecino.
Debieron transcurrir muchos años para que esta posición se modifique. Recién
a mediados de este siglo, concretamente en 1948, las Naciones Unidas, u Organiza-
ción de las Naciones Unidas (organismo internacional creado apenas finalizada la
Segunda Guerra Mundial por los países aliados) dictó la Declaración Universal de los
Derechos Humanos.
Al tener esta declaración carácter de universal, evidentemente tornaba obliga-
torio, por lo menos, para los países signatarios, el respeto a los derechos humanos.
De cualquier modo, muchos de los países firmantes de la declaración siguieron
considerando que el tema de los derechos humanos era interno y que, por lo tanto,
las Naciones Unidas no tenían atribuciones para adoptar medidas contra los Estados
miembros que no cumplieran con las disposiciones contenidas en aquélla.
Actualmente, todos los paíse;:; integrantes de las Naciones Unidas entienden que
los derechos humanos son principios de validez universal y que el organismo está
facultado para intervenir cuando algunos de ellos no cumplen con las normas por él
dispuestas. Digamos, por ejempltJ, que el art. 41 de la Carta Organizativa de las Na-
ciones Unidas enumera algunas de las posibles medidas que podría adoptar con al- .
gún miembro díscolo, como instar a los otros integrantes de la organización para que
interrumpan total o parcialmente las relaciones de cualquier tipo con dicho Estado,
o para que rompan relaciones diplomáticas.
La concientización que la comunidad internacional desarrolló acerca de los
derechos humanos fue la base sobre la cual comenzó a tejerse toda una red de pro-
tección interestatal de los mismos. Es ésta la cuestión que debemos estudiar a la luz
del. título que estamos analizando; preguntarnos, en definitiva, cómo se estructura
internacionalmente la protección de los derechos humanos.
Como primera medida, y a modo de generalización, debemos señalar que des-
de que el derecho internacional público ha incluido en su campo al estudio de los
derechos y las libertades del hombre, ha dado origen a una rama que recibe el nom-
bre de "derecho internacional de los derechos humanos" ( 2 ). Esto nos permite veri-
ficar la existencia de una red normativa, cuyo fin es dar protección a los mismos.
El punto de partida tal vez debamos situarlo en 1948, año en el que, como ade-
lantáramos, tuvo origen la Organización de las Naciones Unidas.
(12) BlDART CAMPOS, op. cit. en nota (8), t. III, pág. 280.
360 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
Por la extensión de esta obra, nos sería imposible abordar el estudio de cada uno
de los referidos tratados, pero consideramos necesario detenernos en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, más conocida con el nombre de "Pacto de San
José de Costa Rica" (por haber sido suscripto en la ciudad de San José, ubicada en
Costa Rica).
Esta convención tuvo lugar el 22 de noviembre de 1969, habiendo la Argenti-
na adherido a ella por la ley de marzo de 1984 y ratificado por el Poder Ejecutivo
Nacional en setiembre de ese mismo año, oportunidad en la cual se dispuso que "el
presente pacto se interpretará en concordancia con los principios y cláusulas de la
Constitución Nacional" (conf. "Instrumento de ratificación").
Este pacto tiene carácter regional (abarca el ámbito americano) y comprende una
serie de derechos (humanos), para cuya tutela y protección se creó una jurisdicción
supraestatal (es decir, órganos supraestatales), que la Argentina, por haberlo ratificado,
ha aceptado.
Nosotros, a continuación, intentaremos:
UNIDAD XIII- LAS GARANTIAS CONSTITUCIONALES 361
PREAMBULO
PRIMERA PARTE: DEBERES de los ESTADOS y DERECHOS
PROTEGIDOS .
Capítulo l. Obligación de respetar los derechos.
Capítulo 11. Derechos civiles y políticos.
Capítulo 111. Derechos económicos, sociales y culturales.
Capitulo IV. Suspensión de garantfas, interpretación y aplicación.
Capítulo V. Deberes de las personas.
SEGUNDA PARTE: MEDIOS DE PROTECCION
Capítulo VI. Organos competentes.
Capítulo VII. Comisión interamericana.
Capitulo VIII. Corte interamericana.
Capítulo IX. Disposiciones comunes.
TERCERA PARTE
Capítulo X. Firma, ratificación, reserva, enmienda, protocolo y denun-
cia.
Capítulo XI. Disposiciones transitorias.
El arto 33 del Pacto de San José de Costa Rica indica que, para conocer en los
asuntos relacionados con el cumplimiento de los compromisos contraídos por los
Estados partes en la convención, son competentes:
362 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
Es'Un organismo que se compone de siete miembros que deberán poseer "una
alta autoridad moral" y una "reconocida versación en materia de derechos humanos"
(art. 34, Pacto de San José de Costa Rica).
La principal función del ente es "promover la observancia y defensa de los
derechos humanos", para lo cual se podrán formular recomendaciones a los gobier-
nos de los Estados miembros, en punto a la adopción de medidas tendientes a la pre-
servación de los derechos humanos, atender las consultas que al respecto planteen los
Estados miembros, pedir informes acerca del cumplimiento por parte de aquéllos
sobre las medidas que se adoptan en cuanto a la protección de los derechos huma-
nos, etc: (art. 41, Pacto de San José de Costa Rica).
Asimismo, el arto 44 dispone que cualquier persona, grupos de personas o en-
tidades no gubernamentales legalmente reconocidos, residentes en cualquiera de los -
Estados miembros, pueden presentar, ante la comisión, denuncias por violación a los
derechos humanos por parte del Estado al cual pertenecen. También puede efectuar
dicha denuncia un Estado con respecto a violaciones a los derechos humanos perpe-
tradas por otro Estado parte.
La comisión recepciona las denuncias, siempre y cuando reúna las condiciones
dispuestas por el arto 45:
Que previamente se hayan agotado, por el denunciante, todos los recursos
internos en el país del que emane la denuncia.
Que la misma se lleve a cabo dentro del plazo de seis meses a partir de la
fecha en la que el presunto lesionado haya sido notificado de la decisión
definitiva que lo perjudica.
Que la denuncia contenga nombre, nacionalidad, profesión, domicilio y
firma de la persona o personas peticionantes.
Cumplidos estos recaudos y declarada admisible la denuncia, la comisión con-
tinúa con los siguientes pasos:
Primero: solicita informes al gobierno del Estado denunciado.
UNIDAD XIII- LAS GARANTIAS CONSTITUCIONALES 363
Es éste un organismo compuesto por siete jueces, los que deberán reunir las
mismas características que los miembros de la comisión (esto es, una alta autoridad
moral y una reconocida trayectoria en materia de derechos humanos). Pero, además,
deberán reunir los requisitos exigidos por el Estado que los proponga como candida-
tos, para ser integrantes de su máximo tribunal de justicia.
En el caso de la Argentina, un candidato deberá estar en condiciones de ser juez
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, para lo cual, según el arto 111 de la
Constitución Nacional, deberá ser abogado, con ocho años de ejercicio, y reunir los
requisitos exigidos a los senadores nacionales (concretamente, tener treinta años de
edad y seis años de ciudadanía en ejercicio).
Estos jueces durarán en su cargo un período de seis años, y pueden ser reelec-
tos una sola vez.
Si a la Corte le corresponde entender en un asunto en el que está involucrado
un Estado del que alguno de los jueces es nacional, el magistrado involucrado podrá
también tomar participación en la cuestión. Pero si se trata un tema que comprende
a dos Estados miembros, el otro Estado (del que el magistrado no es nacional) podrá
364 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
La tercera parte del Pacto de San José de Costa Rica se refiere a lo concerniente
a la firma y la ratificación del mismo.
Al respecto, el art. 74 dice:
"Esta convención queda abierta a la firma y a la ratificación o adhesión
de todo Estado miembro de la Organización de los Estados America-
nos.
la ratificación de esta convención o la adhesión a la misma se efectuará
mediante el depósito de un instrumento de ratificación o de adhesión en
la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos. Tan
pronto como once Estados hayan depositado sus respectivos instrumen-
tos de ratificación o adhesión, la convención entrará en vigor. Respecto
a todo otro Estado que la ratifique o adhiera a ella ulteriormente, la con-
vención entrará en vigor en la fecha del depósito de su instrumento de
ratificación o adhesión.
UNIDAD XIlI- LAS GARANTIAS CONSTITUCIONALES 365
El secretario general informará a todos 10$ Estados miembros de la orga-
nización de la entrada en vigor de la convención."
Nosotros consideramos adecuado, en función de lo allí expuesto, transcribir los
términos de la ley 23.054 (sancionada por el Congreso argentino el 1/3/84, promul-
gada por el Poder Ejecutivo el 19/3/84 y publicada en el Boletín Oficial el 27/3/84),
en virtud de la cual se aprueba dicho pacto:
"Art. 12 - Apruébase la Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos llamada Pacto de San José de Costa Rica, firmada en la ciudad de
San José, Costa Rica, el 22 de noviembre de 1969, cuyo texto forma parte
de la presente ley.
Art. 22 - Reconócese la competencia de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos por tiempo indefinido y de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos sobre todos los casos relativos a la interpretación o
aplicación de esta convención, bajo condiciones de reciprocidad."
Por último, el Instrumento de Ratificación depositado por el gobierno argen-
tino el 5/9/84 expresa lo siguiente:
"RAUL RICARDO ALFONSIN, presidente de la Nación Argentina.
POR CUANTO:
2. PRINCIPIO DE RAZONABILIDAD.
ART. 28 DE LA CONSTITUCION
(1) MARIENHOFF, MIGUEL S., Tratado de derecho administrativo, t. IV, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1975, pág. 672.
UNIDAD XIV - LIMITES DE LOS DERECHOS 371
lado, sino que también las sentencias de los jueces y los actos administrativos deben
contenerlo (2).
Pero no siempre resulta sencillo establecer el límite entre la razonable restric-
ción y la ilegítima supresión de un derecho. Por ejemplo, en el caso de las leyes de
emergencia que prorrogan las locaciones de los inmuebles con el objeto de atenuar
el problema de la escasez de viviendas, no es fácil detectar si cercenan o no el dere-
cho de propiedad del dueño del inmueble afectado.
La jurisprudencia de la Corte Suprema registra casos donde se decidió que el
poder reglamentario era procedente por ser razonable y otros casos en los que se
sostuvo que era irrazonable. Veamos. Se declaró razonable una ley de la provincia
de Buenos Aires que disponía la clausura de los saladeros situados en el Riachuelo
de Barracas, debido al peligro que significaba para la salud pública la actividad de
los mismos. En esa oportunidad, la Corte Suprema sostuvo que:
"... Ios saladeristas de Barracas no pueden por co;-¡siguiente invocar ese
permiso para alegar derechos adquiridos, no sólo porque él se les con-
cedió bajo la condición implícita de no ser nocivo a los intereses genera-
les de la comunidad, sino porque ninguno puede tener un derecho adqui-
rido de comprometer la salud pública, y esparcir en la vecindad la muer-
te y el duelo con el uso que haga de su propiedad, y especialmente con
el ejercicio de una profesión o de una industria" (C.S.J.N., Saladeristas
Podestá y otros c. Provincia de Buenos Aires s/daños y perjuicios, mayo
de 1887, Fallos, 31 :273).
En otro importante fallo -de ] 960- la Corte declaró razonables las disposi-
ciones de la ley 14.226 que imponía a los propietarios de salas cinematográficas la
obligación de incluir espectáculos artísticos vivos de variedades en los programas de
sus salas, con el fin de asegurar adecuados niveles de ocupación a las personas que
se dedicaban a la representación de ese tipo de números, debido a la escasez de sa-
las teatrales.
Nuestro máximo tribunal sostuvo en ese caso:
"... no es una novedad la imposición legal de cargas que no son impues-
tos ni tasas, de la que sería un ejemplo la derivada de la ley 14.226 para
los empresarios de las salas de cinematógrafo, cuya constitucionalidad
estaría condicionada, por una parte, a la circunstancia de que los dere-
chos afectados fueran respetados en su sustancia y, por la otra, a la ade-
cuación de las restricciones que se les impone, a las necesidades y fines
públicos que los justifican, de manera que no aparezcan infundadas o
arbitrarias, sino razonables, esto es, proporcionadas a las circunstancias
que las originan y a los fines que se procura alcanzar con ellas. [... ] Que
(2) LINARES, JUAN FRANCISCO, Razonabilidad de las leyes, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1970, pág. 109.
372 INSTITUCIONES DE DERECHO PUBLICO
4. PODER DE POLICIA
4,1. CONCEPTO
4,2. ALCANCE
Existen dos criterios diferentes en lo que hace al alcance o extensión de esta facul-
tad reglamentaria de los derechos individuales. Uno es restringido, yel otro, amplio:-
1. El primero es el que se conoce como criterio "europeo" y se caracteriza por
legitimar las restricciones a los derechos únicamente por razones de segu-
ridad, salubridad, moralidad e higiene públicas.
2. El criterio amplio es el llamado "americano" y permite que los derechos sean
reglamentados en función de cualquier objetivo que persiga el bienestar ge-
neral de la comunidad. Esta concepción termina confundiendo el poder de
policía con el fin último del Estado, que es el de lograr el bienestar gene-
ral de la población.
Con la aplicación del criterio restringido, se puede determinar fácilmente cuándo
una norma reglamentaria es ilegítima, ya que bastará analizar si la restricción del
derecho se limita a alguno de los tres motivos señalados en el apartado anterior. En
cambio, con el criterio americano, esa objetividad se pierde, ya que el concepto de
bienestar general como parámetro de legitimidad es mucho más elástico, impreciso,
y entonces, cualquier motivo que a criterio de legislador apunte a conseguir ese bien-
estar legitimará cualquier restricción a los derechos. Aunque, sin perjuicio de esta afir-
mación, vale la pena tener presente en este caso lo dicho en otros párrafos respecto
del principio de razonabilidad.
(4) GONZALEZ, JOAQUIN V., Manual de la Constitución argentina, Universidad Nacional de Córdo-
ba, C6rdoba, 1964, pág. 89.
UNIDAD XIV - LIMITES DE LOS DERECHOS 375
Esta cuestión surge de los términos de los artículos de la Constitución que re-
parten las competencias entre las provincias y la Nación. En este sentido, debemos
tener presente en primer lugar la regla general del arto 121 (anterior 104):
"Las provincias conservan todo el poder no delegado por esta Constitu-
ción al gobierno federal y el que expresamente se hayan reservado por
pactos especiales al tiempo de su incorporación."
La excepción, entonces, corresponde al gobierno federal cuando expresamen-
te se la otorga la Constitución.
La Corte Suprema ha reafirmado en varias ocasiones este principio:
"Dentro del régimen federativo de nuestro sistema institucional, semejante
al de los Estados Unidos de América, el poder de policía corresponde a
las provincias o Estados, y la Nación lo ejerce dentro del territorio de las
mismas sólo cuando expresamente le ha sido conferido o es una forzosa
consecuencia de otras facultades constitucionales. [... ] La doctrina, la le-
gislación y la jurisprudencia argentinas concuerdan con la interpretación
norteamericana: la policía y las funciones que desempeña son de carác-
ter local, conforme al principio de que el gobierno nacional, creado por la
Constitución, es un gobierno de poderes limitados por la delegación que
menciona el arto 104, y nunca se entendió que correspondiese a la Na-
ción intervenir en la vida propia de las provincias para la debida regula-
ción del orden, salud, bienestar, etc., salvo los casos extraordinarios de
los arts. 52 y 62 , Y la jurisdicción superior de esta Corte en los casos del
arto 14 de la ley 48." (C.S.J.N., Fallos, 154:14.)
4,4. LIMITACIONES
Hay quienes sostienen que bajo el rótulo del ejercicio del poder de policía se
pueden disimular un sinnúmero de restricciones ilegítimas a los derechos individuales
y cometerse, por parte de los órganos competentes, violaciones a las garantías consti-
tucionales. Vale en este punto -limitaciones al poder de policía- remitirse a todo lo
dicho sobre los principios de razonabilidad y legalidad de los párrafos anteriores.
legislación indispensable para armonizar los derechos y garantías individuales con las
conveniencias generales, de manera de impedir que los derechos amparados por esas
garantías corran el riesgo de convertirse en ilusorios por un proceso de desarticula-
ción de la economía estatal, el que además, y frente a la grave situación de perturba-
ción social que genera, se manifiesta con capacidad suficiente para dañar a la comu-
nidad nacional toda. Aun en situaciones de grave crisis o de necesidad pública, fren-
te a la invocación de derechos subjetivos o agravios concretos dignos de la tutela
judicial, corresponde a los jueces controlar si los instrumentos jurídicos implemen-
tados por los otros poderes del Estado no son contradictorios con la normativa cons-
titucional.
Consideró, además, la Corte Suprema de Justicia que atento a que los derechos
declarados por la Constitución no son absolutos y están sujetos, en tanto no se los
altere sustancialmente, a las leyes que reglamentan su ejercicio, las limitaciones im-
puestas para superar o atenuar una solución de crisis pueden ser mayores en épocas
de emergencia, pues la obligación de afrontar sus consecuencias justifica ampli<fr
dentro del marco constitucional las facultades atribuidas al legislador, al punto que
la dilación en el pago de créditos y retroactividades puede diferÍrse con la razonabi-
lidad que surge de los temas en examen (Fallos, Femández, Encamación Pilar c.
Secretaría de Seguridad, del 4/5/93).
(5) GONZALEZ, JOAQUlN V., Manual de derecho constitucional. Universidad Nacional de C6rdoba,
Córdoba, 1964, pág. 130.
UNIDAD XIV - LIMITES DE LOS DERECHOS 385
res necesarios para hacer frente al enemigo y poner fin a la lucha. Los constituyen-
tes también tuvieron presentes las ideas de ALBERDI, y el arto 23 determina que pue-
de declararse el estado de sitio en los siguientes casos:
1. Conmoción interior (tumulto, levantamiento, alteración de una provincia
o pueblo).
2. Ataque exterior, que es toda agresión, armada o no, por parte de una na-
ción extranjera, de un organismo internacional, de un grupo revoluciona-
rio subversivo, etcétera.
En ambos casos, nuestra Carta Fundamental reza: "... que pongan en peligro el
ejercicio de esta Constitución y de las autoridades creadas por ella ... ".
El estado de sitio se puede dictar como una medida preventiva, en el caso de
que las autoridades conozcan la inminencia de un levantamiento o una alteración
del orden y la paz públicos; para evitarlos, adoptan medidas de prevención, o bien,
de represión, cuando el hecho se produce, y deben actuar con toda energía para so-
focarlo.
6,1. DECLARACION
BIDART CAMPOS sostiene que esta es la primera sentencia que dicta la Corte
después de vigente la ley 23.098, que hace judiciable la legitimidad de la declaración
del estado de sitio; en ese sentido, había que interpretar si juzgar la legitimidad era
juzgar el acto mismo de la declaración, incluido el examen de su causa real --con-
moción interior o ataque exteríor-, y de su existencia concreta.
Si esto era así, por supuesto, la ley 23.098 discrepaba con la inveterada juris-
prudencia de que la declaración del estado de sitio es cuestión política no judiciable.
Es bueno señalar que ahora la Corte dice dos cosas muy importantes:
a) que tal disposición debe interpretarse a la luz de su jurisprudencia sobre los
alcances del arto 23;
b) que el control judicial de legitimidad de la declaración del estado de sitio
no debe versar sobre las características de la situación en la que se procla-
m~ el estado de sitio, ni sobre los hechos determinantes del acto.
Si bien la generalidad de las medidas de ejecución del estado de sitio está su-
jeta al control de razonabilidad conforme lo señalado en el caso Sofía, Antonio, es
irreversible la facultad del Poder Ejecutivo de arrestar o trasladar personas, salvo que
se transgredan los límites impuestos por el art. 23 de la Constitución Nacional.
El acto de arresto o traslado de personas es personalísimo del presidente; debe
estar fundamentado, no puede ser delegado, y a partir del caso Timmerman se ha
admitido el control de razonabilidad de los arrestos dispuestos por el Poder Ejecuti-
vo durante el estado de sitio.
La ley 23.098 regula el habeas corpus y dispone expresamente que procede
durante la emergencia.
El arresto debe cumplirse en lugares distintos de los destinados a alojar a con-
denados o procesados según lo determinan la ley y la jurisprudencia de la Corte Su-
prema.
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Los arrestados y trasladados pueden ejercer el derecho de opción para salir del
país, y su denegatoria es contraria al arto 23.
La opción debe ejercerse ante el Poder Ejecutivo, y éste no puede fijar el lugar
donde elija ir el arrestado o trasladado; además, debe contribuir para que el ejercicio
del derecho se haga efectivo.
Habiendo optado el arrestado o trasladado por salir del país, puede posterior-
mente volver a ingresar. Si el estado de sitio continúa vigente, debe contar previa-
mente con la autorización del Poder Ejecutivo. Si ha cesado, no es necesaria ningu-
na autorización.
b) Los límites
vo, y no una mera falta de voluntad política de éste para dar tratamiento a
determinada medida.
2. Imposibilidad del Poder Ejecutivo para emitir esta clase de decretos sobre
cualquier materia. Aparecen en la norma cuatro obstáculos importantes: las
materias tributaria y penal, y, por otra parte, las relativas a los sistemas
electorales y el régimen de los partidos políticos. En los dos primeros ca-
sos, opera con firmeza el principio'de legalidad de los arts. 17, 18 Y 19 de
la Constitución, y en cuanto a los dos últimos, se protege el libre desenvol-
vimiento de los partidos políticos y del juego electoral, fundamentales para
el funcionamiento del sistema democrático, como se proclama en los arts.
37 y 38.
Los límites de forma surgen del nuevo trámite al que deben ser sometidos los
decretos leyes antes de entrar en vigencia.
En el acuerdo general de ministros que deben refrendar los decretos del presi-
dente de la Nación, la Constitución también prevé la intervención del jefe de gabi-
nete, tal como está dispuesto en el arto 100, inc. 13.
La intervención de la Comisión Bicameral en el trámite de los decretos de ne-
cesidad y urgencia surge como consecuencia de los fines que inspiraron la reforma -
de 1994, esto es, la atenuación-de las prerrogativas del Ejecutivo en pos de una ma-
yor presencia del Congreso en las grandes decisiones que hacen al gobierno de la
Nación.
El plazo de diez días para que el jefe de gabinete someta a consideración de la
Comisión Bicameral el proyecto de decreto de necesidad y urgencia es apropiado para
poner en marcha una operatoria de control formal del reglamento, toda vez que pue-
de darse el caso de que muchos legisladores se encuentren fuera del territorio de la
Capital, por ejemplo.
El segundo plazo de diez días es el que le servirá a la comisión para estudiar de
manera acelerada la medida y elevarla luego a los plenarios de ambas cámaras. Cada
una de ellas recibirá simultáneamente los dictámenes de la Comisión Bicameral. Es
necesario aclarar en este punto que el Congreso debe expedirse expresamente tanto para
la aprobación como para el rechazo del decreto (según lo dispone el arto 82).
Por último, cabe señalar -como surge de la norma transcripta- que se ha
dejado en manos del Congreso la sanción de una ley que regulará el trámite y el al-
cance de su intervención.
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