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para
motivar a
mis
alumnos
Idea #1: Tú y tu familia son tu
prioridad
Un maestro en paz transmite paz. Un maestro frustrado y con ansiedad transmite frustración.
En el mundo actual es imposible establecer prioridades según el tiempo que dedicamos a cada
cosa. Es decir, la gran mayoría de personas con un empleo dedicamos más tiempo al trabajo
que a la familia, y eso no quiere decir que ése sea el orden de prioridades necesariamente.
Cuando como maestros perdemos el equilibrio emocional, fácilmente podemos explotar ante
nuestros alumnos por un coraje, dar una clase sin entusiasmo, quejarnos todo el tiempo y un
largo etcétera.
La primera idea para motivar a nuestros alumnos que te comparto no tiene tanto que ver con
nuestros alumnos, sino con el docente mismo: recuerda que tú y tu familia son tu prioridad (si
eres creyente, también tu relación con Dios).
¿Qué significa esto? Ponte límites claros de horarios, establece tiempo de calidad con tu familia,
no califiques ni planees a las 10 de la mañana de un domingo. Si tienes hijos, recuerda darte
espacios para disfrutarlos y verlos crecer.
Al contrario de lo que podemos llegar a pensar, no por trabajar en exceso nuestras clases
mejorarán; si trabajamos sin límites, la calidad de nuestras clases se reducirá porque estaremos
estresados, frustrados o desvelados.
No es lo mismo pensar “mis alumnos están desmotivados” que “mis alumnos no están
enviando sus tareas”.
Entonces, en tu cabeza te dirás: ¿Cómo le hago para que entreguen más tareas? En vez de:
¿Cómo le hago para motivarlos más?
Esto tiene dos ventajas. Por un lado, se atienden problemas específicos con estrategias
específicas; por otro lado, se le quita el misterio y lo desgastante al concepto “desmotivación” y
lo convertimos en piezas más pequeñas por resolver.
Ya no tendrás que atacar la desmotivación, sino la conducta concreta. Siguiendo uno de los
ejemplos anteriores, tendrás que solucionar que tus alumnos no están enviando sus tareas.
Pide a tus alumnos que realicen un Folleto de la esperanza. Es una idea muy general que
puedes llevar a lo concreto de muchas maneras.
Se trata de hacer saber y sentir a los alumnos cómo pueden afectar en positivo a otras personas.
También podrás adaptarlo a tu materia como prefieras.
Si estás en una escuela que tenga niveles desde preescolar hasta bachillerato, a los alumnos
más grandes les puedes pedir que el folleto esté dirigido a los alumnos de primaria. “Jóvenes,
los chiquitos de primaria están desesperados por el encierro. A ustedes los admiran, los ven y
sueñan con el día en que estarán a su nivel, ustedes pueden llevarles esperanza.” Si la actividad
es con alumnos de primaria, un Folleto de la esperanza para sus abuelitos. Hay muchas
maneras de adaptarlo.
Puede incluir una carta con el tema de la esperanza, un crucigrama, ideas para realizar en
familia durante el encierro, una sección de adivinanzas, un cuento de un personaje que sale
adelante, etc.
Para nivel preescolar, sería genial incluir fotos de sus trabajos manuales y frases con las que los
chiquitos definan la esperanza.
Suele pasar que como docente nos desesperamos al comparar el esfuerzo que nosotros
imprimimos al estudio “en nuestros tiempos” y una aparente desgana de los alumnos actuales.
El problema está en que cuando los alumnos escuchan varias veces de un mismo profesor
frases como “en mis tiempos, si en mi pueblo se iba la luz, estudiábamos frente a una vela con
tal de aprender”. O “en mis tiempos que no había internet, sí investigábamos en los libros de
verdad”, “en mis tiempos, sí obedecíamos a las autoridades, no que ustedes…”.
Eso produce en los estudiantes una sensación de que el profesor o la maestra no empatiza con
ellos, no los entiende. “¡Mejor váyase a dar clases a sus tiempos prof.!” podrían llegar a pensar.
Compararte con tus alumnos y, además, ponerte como ejemplo de estudiante idea ante ellos,
es una forma de mostrarte auto-referencial.
Más últi resultará que la referencia sean los tiempos y el contexto que tus alumnos viven: sus
intereses, las redes sociales que manejan, los cantantes que admiran, sus preocupaciones.
Cuando un docente se desespera por la apatía de un grupo, comienzan a aparecer frases como:
“niños, se los ruego, pongan atención, créanme, es por su bien.”
Este tipo de expresiones dejan ver que el maestro en realidad se está quedando sin estrategias.
El problema está en que el hecho de que un profesor diga “es por su bien” no produce que un
alumno piense: “¡Ah! La miss dice que es por mi bien, así sí le voy a echar ganas”.
Lo que podría ser una frase con muy buena intención que intenta expresar empatía, en la
práctica no genera un cambio de mentalidad en los estudiantes. Esa buena intención, más bien,
habríamos de canalizarla en otro tipo de expresiones empáticas.
Más de una vez he recibido la siguiente pregunta cuando comento que soy un psicólogo
dedicado al apoyo emocional a docentes:
“Maestro Juan, tengo un grupo muy desmotivado; por ejemplo, hay un alumno que ya perdió
tres de sus cuadernos y que me ignora cuando me dirijo a él.”
En realidad, ese docente me está consultando sobre dos problemáticas diferentes. Es necesario
distinguir esto, porque no es lo mismo planear estrategias para cambiar una conducta de un
grupo que para cambiar una conducta de un alumno.
Con un alumno se puede hablar a solas, dedicar 10 minutos a hablar con él sobre temas no
escolares, simplemente conocerlo. Quizá intentar conocer su contexto familiar para
comprenderlo.
Con un grupo tal vez deba cambiar mi forma de presentar las actividades, tal vez hacer más
concursos o menos concursos, tal vez usar una ruleta, tal vez organizar 15 minutos de juegos al
día.
Sin importar la edad de tus alumnos, resulta buena idea entrevistar a un exalumno de la escuela
donde laboras.
Dirige la entrevista de tal forma que la conversación sea relevante para tu grupo. Una idea de
cómo lograr esto son las siguientes preguntas:
Ten cuidado en presentarlo de forma relevante para tu grupo. Por ejemplo, si la entrevista será
frente a primaria, no leas el curriculum del invitado de la siguiente manera: “Esteban es doctor
en neurociencias por la Universidad Tecnológica de Texas con Magna Cum Laude. Su tesis
Análisis del desarrollo de la corteza frontal en la infancia: una aproximación sociológica recibió
el premio “Doctor fulanito de tal” de la Comunidad Americana de Psiquiatría.
Pienso como ejemplo en una recolección de fondos para comprar una silla de ruedas para un
niño que la requiera o una recolección de fondos para comprar croquetas para un refugio de
perritos abandonados.
Es muy importante, por supuesto, que ellos puedan atestiguar, por lo menos en video, el
resultado de su esfuerzo (la entrega de la silla de ruedas o un agradecimiento del director del
refugio con fotos o videos de los perritos).
Ser docente es un trabajo desgastante y resulta realmente sencillo perderse entre hábitos
perjudiciales como: trabajar sin pausas y por las noches, comer comida chatarra para intentar
mitigar el hambre o hablarle a los alumnos sin empatía porque “ya hice todo lo que podía y no
entienden”.
Me gusta mucho repetir que la felicidad es de quien la trabaja. La pasión por el aprendizaje se
contagia, los alumnos lo perciben y se nutren de las actitudes de sus maestros.
ESCUELA
PARA MAESTROS
¿Has escuchado sobre las Escuelas para padres, donde se les brindan recursos y estrategias
para manejar mejor sus emociones y la de sus hijos?