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La prestación de los servicios públicos por parte de la Administración Pública hace posible que
las actividades más importantes tales como educación, sanidad, servicios sociales, seguridad
social, empleo, transportes, suministros de energía, telecomunicaciones, hidrocarburos, aguas,
entre muchos otros, sean garantizadas en igualdad de condiciones a los ciudadanos, que no se
aseguraría si fueran actividades abiertas a la libre competencia.
Sin embargo, las posiciones más liberales critican que estas prestaciones básicas al no estar en
el libre mercado, no solo hace de su gestión mucho más ineficiente, sino también que genera
elevados gastos a las arcas públicas.
Desde finales del siglo XVIII y bajo los ideales de la revolución, Francia adoptó la técnica del
servicio público, con el fin de atribuirle a la Administración ciertos servicios de carácter
asistencial (educación, asistencia sanitaria, y actividades de beneficencia) que antes eran
prestados por la Iglesia Católica.
Con los avances tecnológicos, ya en la segunda mitad del siglo XIX y el siglo XX, se siguieron
marcando nuevas prestaciones (abastecimiento de agua, alumbrado, electricidad, telefonía,
transporte, etc.) siempre a través de la Administración por la fuerte inversión económica que
requerían, lo que creo monopolios naturales y un vasto sector empresarial de carácter público,
sin perjuicio de una eventual participación de particulares por medio de concesiones.
Sin embargo, ya a finales del siglo pasado, los países miembros de la entonces Comunidad
Económica Europea tenían la titularidad estatal de los servicios públicos que presentaban las
principales actividades económicas. Esto impedía la existencia de mercados en estos sectores y
la participación libre de la empresa privada.
Por ende, se adoptó una ideología neoliberal que puso en marcha una política liberalizadora de
la economía, que eliminaba los servicios públicos en las principales actividades económicas, así
como la privatización con la venta al sector privado de sus principales empresas públicas.
La actual crisis económica ha obligado a replantear el papel del Estado en la economía, lo que
ha llevado a intensificar su intervención en la misma.
Sin embargo, siempre que la Administración Pública sea titular del servicios, le va a
corresponder aun cuando la gestión esté atribuida a los particulares, la dirección y control del
servicios, así como el ejercicio de la potestad sancionadora por incumplimientos imputables a
los usuarios del servicio, o en su caso, al particular que lo presta.
Cuatro modalidades:
- Concesión: modalidad contractual en la que un tercero (concesionario) asume a
su riesgo y ventura la organización y prestación del servicio público durante un
plazo establecido, con estricta sujeción a lo pactado en el contrato, y a cambio
éste recibe contraprestaciones económicas.
- Gestión interesada: Una participación de la Administración y el empresario en
los resultados positivos/negativos de la explotación del servicio en la proporción
establecida en el contrato.
- Concierto con persona natural o jurídica: se le encarga a una persona natural o
jurídica que viniera realizando prestaciones análogas a las propias del servicio
público de que se trate.
- Sociedad de economía mixta: la Administración por si misma o por medio de
una entidad pública que dependa de ella, concurre a dicha entidad mercantil. Sin
embargo, la participación pública no puede superar al 50.0% del capital social, ya
que sino sería una gestión directa.
CRITERIOS DE CLASIFICACIÓN
El criterio más común es el económico.
LAS OBLIGACIONES DE SERVICIO PÚBLICO DE LAS EMPRESAS QUE OPERAN EN LOS SERVICIOS
ECONÓMICOS DE INTERÉS GENERAL
El Derecho Comunitario europeo y el legislado nacional denominan obligaciones de servicio
público a las que se imponen a los operadores de dichos servicios, y que se imponen
directamente por el Derecho Comunitario y en otros casos por el legislador nacional, sin
perjuicio de que éste siempre puede imponer obligaciones suplementarias a las previstas por la
Directiva comunitaria.
Las obligaciones de servicio público son:
a) Universalidad. Que supone el deber de tender la demanda de cualquier ciudadano que
requiera la prestación en la que el servicio económico de interés general, o el servicio universal,
consiste, respetando losprincipios de igualdad, trasparencia y no discriminación.
b) Prestación del servicio con regularidad y continuidad. Obligación que también deriva del
régimen clásico del servicio público y que impone al operador del servicio económico de interés
general el deber de prestar la actividad de forma constante o de prestarlo en los tiempos
establecidos por la Entidad pública reguladora de la actividad.
c) Prestación a precio asequible. Precio que puede estar regulado por la Administración o el
Ente público regulador, y que debe garantizar el derecho de acceso al servicio de interés
económico general de los ciudadanos. Precios que, además deben dejar margen, para el libre
juego de la competencia empresarial.
d) Protección específica de los consumidores. Lo que supone que,además de la protección
general que asiste en el Estado de Derecho al ciudadano y al consumidor, el legislador establece
organismos ad hoc para recibir las quejas y reclamaciones por los servicios recibidos o
denegados, estableciendo
procedimientos especiales para su pronta resolución.
LA AUTORIZACIÓN OPERATIVA
Se denomina autorización operativa la que permite el ejercicio de determinadas actividades
calificadas como servicios económicos de interés general, servicios universales o servicios
públicos impropios, en definitiva de actividades reguladas, en los que no rige la libertad de
acceso a dichos mercados, aunque no son sectores declarados servicio público, es decir, si
guen siendo actividades privadas no integradas en el ámbito doméstico de la Administración
Pública, pero su ejercicio está sometido precisamente a la previa obtención de este tipo de
autorizaciones.
Las autorizaciones operativas son actos administrativos, por lo tanto, decisiones unilaterales de
la Administración Pública, del tipo concreto de actos necesitados de aceptación, es decir, que
no se imponen al ciudadano en contra de su voluntad, sino que requieren su conformidad, en
este caso manifestada por la previa solicitud por él de la autorización de que se trate. A
diferencia de las autorizaciones de policía, que tienen carácter simplemente declarativo, las
operativas son constitutivas de derechos.