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Burbi
1º Grado en Derecho
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
Se recoge expresamente en el texto constitucional que la Constitución es la primera norma jurídica, art. 9. Los
ciudadanos están sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico. El Tribunal Constitucional desde
sus primeras sentencias hizo especial hincapié en destacar esta naturaleza normativa; por ejemplo una
sentencia de 1982. Lo hizo ya que en los primeros años de vigencia de la Constitución no se generalizó la
consideración de que la Constitución era la auténtica norma jurídica; había quienes todavía estaban anclados
en ese pasado de que las Constituciones eran meros programas, e incluso, el propio Tribunal Supremo llegó a
negar la naturaleza de norma jurídica de la Constitución.
Forma parte del ordenamiento jurídico. La Constitución es la norma de las normas, lo que significa que
las restantes normas sólo serán válidas si están elaboradas mediante los procedimientos y por los
órganos establecidos en la Constitución. La constitución es la fuente de las fuentes del Derecho.
El efecto derogatorio se recoge explícitamente en la Constitución. La Disposición Derogatoria deroga la Ley para
la Reforma Política y las otras siete Leyes Fundamentales. La derogación se extiende a todas las disposiciones
anteriores que contradigan lo dispuesto en la Constitución y ello sin atención a su rango, lo que significa que
quedan derogadas tanto las normas constitucionales anteriores como cualesquiera otras, sean leyes o normas
de rango inferior a la ley.
Expresas: Suponen la mención expresa de las disposiciones normativas previas que quedan derogadas
con la entrada en vigor de la disposición derogatoria, y por tanto de la norma que la contiene.
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Tácitas: la adopta un juez, que puede dejar de aplicar la norma a un caso concreto. Sin embargo, el
único que puede derogar es el TC. Una derogación o depuración explícita de todas las normas
preconstitucionales colapsaría los órganos.
La necesaria interpretación de todo el ordenamiento conforme a la Constitución. Hay que interpretar las
normas en conformidad a lo dispuesto en la Constitución.
La Constitución se integra con el resto del ordenamiento al publicarse en el BOE. Todos los jueces y magistrados
deben actuar de acuerdo con el ordenamiento jurídico y de acuerdo con la Constitución. No obstante, la
vinculación de la Constitución con los poderes públicos no significa que los cargos públicos tengan que estar
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siempre apelando a lo que diga la Constitución, sino que deben aplicar el Derecho. Por lo tanto, la aplicación
de la Constitución no tiene que ser de forma inmediata en todos los casos. Solamente en ausencia de otras
leyes menores, es cuando el juez o magistrado hace referencia al contenido de la Constitución.
La invalidez de una norma puede ser por motivos formales (dictada por el órgano que no corresponde o porque
se han saltado el procedimiento) o materiales (el contenido va en contra de lo dispuesto en una norma superior).
Una norma no vigente puede ser válida. Es competencia de los Tribunales Ordinarios apreciar el Derecho
vigente, analizar si habían sido o no derogadas.
Pero la Constitución también es norma, y como tal, necesita ser interpretada. El máximo intérprete de la
Constitución es el Tribunal Constitucional, y así se señala expresamente en el art.1.1 de la Ley Orgánica del
En la interpretación de las normas se utilizan una serie de principios de la interpretación jurídica: gramatical,
histórico, teleológico… Y además, principios propios de la interpretación de la Constitución.
a) El principio de unidad. La Constitución debe ser interpretada de forma unitaria, evitando antinomias
entre sus normas. Esta interpretación debe estar orientada a preservar la unidad de la Constitución
como punto de partida de todo el ordenamiento jurídico.
b) El principio de máxima efectividad. A una norma se le ha de dar el sentido que le dé mayor eficacia.
c) Principio de armonización. Supone la necesaria coordinación y combinación de posibles bienes jurídicos
en conflicto o concurrencia, de tal manera que se evite el sacrificio total de unos en relación con otros
siempre. Por ejemplo, el derecho a la libertad de expresión y de intimidad.
La Constitución es un conjunto de normas sumamente heterogéneas y de muy diversa naturaleza que tienen
por ello diferente operatividad o eficacia jurídica dentro del sistema. No obstante, coinciden en un tipo de
eficacia común: todas ellas son condición de validez y sirven como criterio de interpretación de las restantes
normas de rango inferior. Por supuesto, también encontramos preceptos que formulan deseos, aspiraciones,
principios y valores, o pautas para el buen funcionamiento del sistema.
Así pues, la Constitución es auténtico Derecho integrado en el ordenamiento jurídico y que ha de ser aplicado
como tal según el propio contenido y carácter de cada uno de sus preceptos. En principio, todas las normas de
la Constitución son aplicables por todos los tribunales y vinculan tanto a los ciudadanos como a todos los
poderes públicos. No obstante, es evidente que no todos los preceptos constitucionales son iguales ni vinculan
a todos por igual.
Los preceptos constitucionales se pueden clasificar en varios tipos, desde dos puntos de vista:
A) Desde el punto de vista de la eficacia que tienen en el ordenamiento, nos encontramos con varias clases
de artículos:
o Aquellos que sí que exigen de modo inexcusable un desarrollo legislativo para que se puedan
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aplicar. Se trata de preceptos que también están reconociendo derechos sociales, pero dichos
derechos precisan de una profundización legal para su pleno ejercicio.
Esto se ejemplifica claramente en el art. 20.1. o en el art. 19.
o Aquellos que pueden tener un desarrollo legislativo, pero que sin él ya son de aplicación.
Algunos preceptos son de aplicación inmediata sin necesidad de tener un desarrollo legal, pero
que, aun así, lo tienen.
El ejemplo más claro es la garantía de los derechos y libertades fundamentales de los
ciudadanos recogidos en el CAPÍTULO II y, en especial, en el CAPÍTULO III del TÍTULO I. El art.
53* establece la diferencia entre ambos.
B) Desde el punto de vista del contenido de las normas constitucionales. Esto llevaría a cuestionarnos que
La Constitución no es una mera norma formal, sino además, una norma de contenido material. Nuestro Estado
democrático, establecido gracias a estas normas programáticas, se sustenta en el reconocimiento de la libertad,
la igualdad, la justicia y el pluralismo político.
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dentro del ordenamiento jurídico. La teoría normativa de Kelsen se construye gráficamente en una imagen
piramidal: las normas del sistema jurídico se ordenan de manera jerárquica con una relación de supra y
subordinación entre ellas. Kelsen define el ordenamiento jurídico de una forma aséptica, alejado de la ideología,
con un sistema lógico de interrelación jerárquica entre las normas.
La Constitución es la piedra angular de dicho sistema, la ley superior del ordenamiento; ocupa la cúspide de la
pirámide y hace que no se desmorone. A partir de ella, se crean el resto de normas. Esto puede llevar a
plantearnos una cuestión de Teoría Constitucional: si todas las normas tienen a su vez una norma por encima
de ellas, ¿sobre qué norma se sustenta la Constitución? Por encima de la Constitución habrá una norma lógica
trascendental, y presupuesta por todos. Kelsen llamó a esta ‘norma’ el hecho fundante básico.
Para nosotros, esta norma presupuesta y que se halla por encima de la propia Constitución es, por ejemplo, la
voluntad política del pueblo. El pueblo, mediante sus representantes y su capacidad decisoria en referéndum,
Otro elemento esencial de la Constitución como norma primaria es que, con su aprobación y entrada en vigor,
depura todo el ordenamiento jurídico. No permite que haya otras normas que la contradigan. Como es la norma
superior, toda la legislación que esté por debajo de ella debe estar en conformidad a lo que establece: aquello
que esté en concordancia con la Constitución, seguirá vigente; aquello que sea contrario a ella, quedará
inmediatamente derogado. Este mecanismo para la anulación de normas contrarias se declara en la
DISPOSICIÓN DEROGATORIA TERCERA de la CE: ‘Quedan derogadas cuantas disposiciones se opongan a lo
establecido en esta Constitución’. Gracias a esta disposición, también se pone de manifiesto la eficacia
derogatoria propia de toda ley posterior (la ley posterior deroga la anterior).
Por último, esencial para definir el carácter normativo de la Constitución es el papel que juegan los distintos
tribunales a la hora de asegurar que se interprete y se aplique del modo correcto. En términos generales, todas
las normas aprobadas por los órganos legislativos son constitucionales. Pero no siempre es así; en la producción
del Derecho por parte del Parlamento también se pueden aprobar normas que sean potencialmente
inconstitucionales. En tal caso, se declara un recurso de inconstitucionalidad, y el Tribunal Constitucional tiene
que intervenir, al ser el órgano encargado de ejercer el control de constitucionalidad, esto es, un control de la
conformidad de las normas con las previsiones constitucionales. Cualquier órgano jurisdiccional, cuando cree
que una norma que se ha planteado para resolver un caso es inválida y contraria a la Constitución, puede
declarar su inconstitucional y apelar a la Disposición Derogatoria Tercera.
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El control de constitucionalidad garantiza la coherencia del sistema. No puede ser que el Parlamento produzca
normas contrarias a la Constitución, pues viviríamos en un sistema irracional, por lo que se establecen
mecanismos para regular que este tipo de normas que podrían ser aprobadas, queden derogadas en tal caso.
Por consiguiente, y puesto que todas las normas del ordenamiento fundamentan su validez en estar conformes
a los preceptos constitucionales, eso supone que la Constitución sea la que determina el sistema de producción
del Derecho. Regula los procesos de creación y modificación de las restantes normas del sistema, es decir,
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regula las potestades normativas. Una potestad normativa es, en definitiva, el poder atribuido a un órgano del
Estado para dictar normas generales que vinculan a todos los sujetos del Derecho (ciudadanos y poderes
públicos). Pues bien, la Constitución determina cuáles son las potestades normativas del sistema, quién es el
titular de cada una de ellas, y los principales caracteres de las normas emanadas de tales potestades. Entre
éstas, destacan:
La potestad legislativa, atribuida a las Cortes Generales, a las que otorga capacidad para dictar leyes,
normas superiores del ordenamiento únicamente infraordenadas a la Constitución.
La potestad de dictar decretos-leyes, atribuida al Gobierno. La Constitución le autoriza para promulgar,
por razones de urgencia o necesidad, normas provisionales con fuerza de ley, sometidas al control del
Congreso de los Diputados.
3. Es la norma de normas.
El carácter de SUPERLEGALIDAD JURÍDICA que ostenta la Constitución puede ser formal o material:
A) SUPERLEGALIDAD FORMAL: muchos principios del ordenamiento jurídico que antes estaban en otros
códigos legales, pasan a estar formalmente en la Constitución. Los preceptos constitucionales no
pueden ser alterados o reformados mediante los procedimientos ordinarios de creación o modificación
de normas, y en ello se manifiesta su superlegalidad formal.
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igual manera. Esta superlegalidad hace que:
- La CE sea INMUNE A LAS MODIFICACIONES QUE NO VENGAN DE SÍ MISMA, aquellas que se puedan
producir en el resto del ordenamiento jurídico. Nadie puede modificarla salvo ella misma. La ley no
puede, por tanto, alterar la Constitución.
- TIENE EL RESPETO DEL PODER LEGISLATIVO A LA HORA DE ELABORAR LAS LEYES, BAJO RIESGO DE
INCONSTITUCIONALIDAD DE LA LEY. La CE tiene que ser respetada por el Parlamento cuando
elabora las leyes. Si la ley no respeta la Constitución, puede ser declarada inconstitucional. Para
evitar que esto suceda, surge el control de constitucionalidad de la ley.
- TIENE EL RESPETO DEL PODER JUDICIAL Y DEL PODER EJECUTIVO A LA HORA DE APLICAR E
INTERPRETAR LAS NORMAS. Se debe apelar a la Constitución en la interpretación:
utilizando la interpretación de la norma que sea conforme a la CE (art. 53 LOTC). Así, se evitan
declaraciones de inconstitucionalidad de leyes que no tienen por qué ser contrarias a la
Constitución si se interpretan conforme a ella. Las sentencias “interpretativas” del TC reflejan
la importancia de la Jurisprudencia Constitucional en las fuentes del Derecho.
La interpretación de la Constitución
Puesto que la Constitución es la norma básica del ordenamiento y, además, recoge todos los contenidos
materiales y formales del sistema, su valor no se queda en determinar cómo se produce el Derecho, sino que
sus normas deben ser interpretadas y aplicadas. Por esta razón, debemos establecer un sistema de
interpretación de la Constitución.
Para entender cómo se debe interpretar el texto constitucional, tenemos que tener en cuenta las previsiones
del art.1.1 y el art.27 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (LOTC), que reconocen la interpretación el
Derecho de acuerdo con la CE.
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una norma incompatible con la norma suprema, deben buscar una interpretación de la misma conforme
a la Constitución. A ello conducen los principios de conservación de las normas y de seguridad jurídica,
que operan en beneficio de la legitimidad constitucional de las normas.
2. En segundo lugar, implica que, entre varias interpretaciones, todas ellas en conformidad con lo
establecido en la CE, los órganos aplicadores del Derecho deben escoger, en principio, la más conforme
a sus valores y principios. Esto ha de entenderse de manera flexible; si hubiese una interpretación
monovalente de la Constitución, se estaría contradiciendo uno de los principales valores que propugna,
el del pluralismo político, ideológico y social.
La Constitución, pese a tener una aplicación y una conformidad inmediata, precisa de una interpretación que
se puede hacer es de dos formas:
Interpretación jurídica o jurisdiccional. Técnica, profesional y objetiva Es aquella que realizan los órganos
jurisdiccionales, y que trata de resolver los problemas que se pueden producir con respecto a la
conformidad de los preceptos legales con la Constitución, tal como dicta el art.27 de la LOTC. De ello
se encargan el Tribunal Constitucional y demás Tribunales Ordinarios, a través del control de
constitucionalidad.
Formas de interpretación
Según los criterios que se recogen, la interpretación de las normas debe ser:
Auténtica: según la pretensión del autor de la norma. Se apela a la exposición de motivos, en la que el
legislador explica por qué ha decidido regular la materia de esa manera, y con qué fines.
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Usual: la que hacen los tribunales. Se denomina jurisprudencia a la interpretación que realizan los
tribunales.
Doctrinal. La jurisprudencia y la doctrina muchas veces se retroalimentan. La doctrina es la exposición
elaborada por una interpretación académica o científica, que intenta dar la mejor interpretación a la
norma.
Lógica o subjetiva: es la voluntad del legislador, cómo opina desde su perspectiva que se debe
interpretar la norma.
Objetiva: trata de dar una interpretación expresa, de acuerdo con criterios objetivos que se relacionan
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con el sentido de las propias palabras.
Asimismo, a la hora de llevar a cabo la interpretación constitucional, se debe tener en cuenta el ‘bloque de
constitucionalidad, normas impuestas’, en el art.28 (1 y 2) de la LOTC.
Lo que dicta el art.28 se conoce como BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD. Como nuestro país es un Estado
descentralizado y cada territorio tiene unas competencias que les son propias, resulta que hay un subsistema
jurídico de cada región, que complementa al ordenamiento jurídico estatal. En muchos casos, para conocer si
una norma del Estado o de la Comunidad es conforme o no a la Constitución, no vale simplemente con apelar
a la Constitución. Hay que acudir al Estatuto de la Autonomía en cuestión, para conocer la constitucionalidad
de esa cuestión concreta, y donde se establecen las competencias jurídicas de cada Comunidad, y la relación