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EDUCAR EN NUESTROS DIAS.

“Es el presente el que ilumina el pasado”.


G. Bachelard

Para llegar a un acercamiento con respecto a entender lo que es realmente educar hoy, es
realmente significativo comprender a profundidad sobre las dinámicas sociales y culturales de las
distintos pueblos y sociedades a través de la historia, ya que su comprensión da fundamentos
para interpretar la problemática educativa y la reflexión pedagógica, desarrollando al mismo
tiempo la capacidad de comparación, análisis y critica tanto del pasado como del presente. Lo
realmente significativo está en que la reconstrucción de hechos, modelos pedagógicos y autores
del pasado repercuta en la apropiación de la problemática educativa actual y que al mismo
tiempo se reflexione o se planea acciones para el tratamiento de la misma, de tal forma que tenga
influencia como lo sostiene Fornaca (1978:13) “sobre las alternativas pedagógicas inmediatas,
sobre la experimentación didáctica, sobre la penetración en la génesis de los problemas
educativos actuales”

Dentro de esta reconstrucción se resalta inicialmente el origen de la educación en los pueblos


primitivos, en donde se da inicio a la transmisión de saberes entre los integrantes de una misma
comunidad. Igualmente miramos como los métodos de enseñanza más antiguos se encuentran en
en el Oriente (India, China, Persia, Egipto), así como en la antigua Grecia, en donde parte el
pensamiento occidental a la mano de Sócrates, Platón y Aristóteles. Ya en la cultura Romana,
destacadas por ser una sociedad guerrera, el maestro carecía de reconocimiento y no tenía
derecho a un salario, pero cuando esta cultura pierde su dureza los docentes fueron favorecidos
públicamente, se destaca Quintiliano, el primer profesor oficial. Se evidencia también en el
pueblo Árabe marcadas diferencias entre aquellos individuos que tenían acceso a la educación
(reyes e hijos de los reyes) y los esclavos que no tenían acceso al conocimiento. Dando un gran
salto en la historia, con el ánimo de no extendernos más en este corto recorrido, vemos como
Comenius plantea por primera vez el término de didáctica, ya entrados en la pedagogía
tradicional en donde la escuela era la primera institución social responsabilizada de la educación
en todas las capas sociales. Más adelante con Rosseau se plantean notables cambios que atacaron
a los métodos tradicionales y se abre paso a la escuela tradicional, para Rosseau el docente se
debía caracterizar por tratar a los alumnos de acuerdo con su edad. (Gutiérrez, 1979).
Esta escuela tradicional encabeza de Comenio resalta el papel del docente, quien bebe dar gran
valor a lo que enseña, provocando el deseo de saber y aprender por parte de los niños.
Considerando que la mejor forma de preparar al niño para la vida es formar su inteligencia, su
capacidad de resolver problemas, sus posibilidades de atención y de esfuerzo. Con el tiempo la
escuela tradicional fue cambiando su orientación, convirtiéndose en rutinario sin nada innovador.
Ya para el siglo XX y XXI Jon Dewey con sus fundamentos da paso a la creación de la Escuela
Nueva o Activa que persigue, en sus concepciones teóricas y proyecciones prácticas, garantizar
el logro de una mayor participación de todo ciudadano con el sistema económico-social
imperante, para Dewey era fundamental que la enseñanza se fundamentara en intereses reales, en
donde la vida activa y socilal del niño debía ser el centro alrededor del cual se debían organizar
todo tipo de estrategia educativa. Así mismos Ovide Decroly obtuvo logros perdurables en el
campo de la pedagogía, que se manifiestan en el método global de lectura y en la globalización
de la enseñanza. De esta menera se puede evidenciar como la relación educativa ha variado a lo
largo de los siglos, desde la cultura griega hasta la sociedad contemporánea, vemos como el rol
del docente y las instituciones educativas han sufrido cambios significativos.

A pesar de los grandes cambios y de los avances en el campo de la ciencia y la tecnología que
han repercutido notablemente en los últimos años en el ámbito educativo, permanecen aún
marcadas diferencias con relación a las oportunidades educativas, aunque ha transcurrido mucho
tiempo y se han dado cambios significativos y abismales en muchas aspectos, la sociedad aun es
víctima de las marcadas desigualdades, en Colombia se hable de gratuidad y de cobertura en
educación, pero al mismo tiempo es inevitable ocultar las grandes brechas q existen en el campo
educativo, especialmente en cuanto a la calidad de la educación entre el sector oficial y el sector
privado, así como en el ámbito rural y urbano. Con el propósito de abolir esta falta de equidad,
hemos sido testigos en los últimos años de las diferentes reformas educativas pasando de
indicadores de logros a las competencias y ahora a los estándares, las cuales buscan
afanosamente alcanzar una educación con más calidad, generando aprendizajes que comprendan
capacidades y competencias de alto nivel de complejidad, especialmente en los estándares de
lectura, pensamiento matemático, ciencias y la formación cívica y ética.

Esta necesidad de transformar la educación se vale especialmente del rol del docente, teniendo
en cuenta que se pretende alcanzar metas de calidad que solo serán posibles si se da la
transformación en las prácticas educativas. Se debe iniciar con una reflexión y un
cuestionamiento constante de la labor docente. Esto con el fin de que el docente a partir de su
propia autorreflexión propicie acciones de cambio y transformación que lo lleven a optimizar el
proceso de enseñanza-aprendizaje. Es un proceso difícil para la gran mayoría de docentes, ya que
a pesar de tener muchos años de experiencia, nunca contemplaron la posibilidad de autocrítica de
su propio quehacer. Y en su formación como docentes no se les inculco este principio. “En lugar
de aprender a reflexionar sobre los principios que estructuran la vida y la práctica del aula, a los
futuros profesores se les enseñan metodologías que parecen negar la necesidad misma del
pensamiento crítico” (giroux 1997).

Somos testigos de cómo nuestras prácticas de aula y nuestras estrategias de evaluación se


quedaron obsoletas ante el reto de una generación inmersa en la era de la invención e innovación.
Como docentes llegamos hasta la concientización y reflexión pero no actuamos, no tomamos
decisiones que nos ayuden a construir mecanismos que respondan realmente a este tipo de
requerimientos, somos conscientes que los estudiantes aprenden y se comunican diferente,
buscan siempre respuestas inmediatas pero no plateamos un sistema de educación a la par de sus
exigencias y requerimientos. Actualmente los estudiantes son más autónomos en su proceso de
enseñanza aprendizaje y nosotros como docentes en muchos casos ni siquiera los involucramos
en la planeación de las estrategias a utilizar para que ese aprendizaje se dé ni mucho menos los
involucramos en el procesos evaluativos, es más, hay muchos docentes todavía que piensan que
es una tarea que le concierne solo a ellos.

Es así como ningún modelo educativo responde en la actualidad a las necesidades de los
estudiantes de la presente generación, pueda que existan muchos modelos futuristas, pero
conservan aun sus características tradicionales, muchos docentes están enfrascados en seguir
recitando los mismo de siempre mientras que los estudiantes se inclinan por el autoaprendizaje y
la búsqueda de programas que sean afines a sus gustos y dinámicas personales. Por otro lado
mientras nosotros como docentes pecamos muchas veces por individualistas y por ser celosos
con nuestros conocimientos y con las estrategias que utilizamos en nuestras aulas de clase, los
jóvenes se caracterizan por estar en contacto permanente y el compartir es su aliado principal.
Pero más importante aún que el cambio de mentalidad y de actuar del docente, es primordial y
urgente un cambio del sistema educativo, un sistema educativo que responda a la velocidad en
que se desenvuelve esta generación, un sistema con menos brecha digital, un sistema que le
brinde a los niños y jóvenes la posibilidad de avanzar también a través de medios digitales. Bien,
pero mientras todo esto pasa en nuestras manos como docentes está el ir evolucionando para
sacar provecho de esta generación creativa, digitalizada y ambiciosa, ya que de continuar así el
discípulo superara siempre al maestro, pues mientras ellos se actualizan y revisan temas de su
interés en la Web, pasa en muchos casos que tienen al frente un docente que a duras penas sabe
prender el computador, con desconocimiento de las últimas novedades y avances del
conocimiento.
De modo que se sugiere que como agente involucrado en la educación el docente deberá asumir
un rol reflexivo:

“El mundo no sólo requiere maestros que enseñan lo que saben sino también maestros que
sospechan de lo que saben y de la manera como lo enseñan; y que por esa sospecha analizan su
quehacer constantemente. (…) la manera de comunicar el saber, pero, ante todo, la reflexión
crítica, racional y argumentada del mismo es lo que verdaderamente dignifica, orienta y da
sentido a la educación”. (Restrepo, A., 2008).

Pero como no solo con la autocrítica y autorreflexión se generan cambios, es necesario que el
docente tenga un espíritu investigador, preocupado de las problemáticas sociales, que como lo
señala Soubal (2008), debe de ir más allá de simples formas centradas en los contenidos
curriculares y requiere de la actualización pedagógica constante con vistas a ampliar su bagaje
cultural y tener mayores posibilidades de métodos que se opongan a los utilizados en los
modelos clásicos o los utilizados por aquellos docentes cuyas prácticas son puramente intuitivas.
Los procesos de profesionalización deben tener un giro en sus contenidos y procesos, más que
de repasar estrategias, metodologías y contenidos, deben enfatizar el cambio de paradigma y su
fundamentación, para lograr así la comprensión y sensibilización del cambio necesario. Como lo
corrobora Soubal (2008), todos los gestores educacionales estamos comprometidos con la
constante renovación del saber, el saber hacer y el convivir, a comprender al humano y qué es lo
que lo motiva a actuar en un momento determinado.
Esta reflexión y transformación es sumamente importante, ya que es el docente es el mediador y
el diseñador de situaciones de aprendizaje centradas en el estudiante, y como lo cataloga
Torrego (2008), es el tutor del aprendizaje, es quien motiva a los alumnos, genera preguntas,
guía en la búsqueda de soluciones y evalúa adecuadamente el aprendizaje.

Así como las escuelas son fiel reflejo de nuestra forma de pensar, se necesita de un cambio,
donde se involucre un trabajo en comunidad, con logros y objetivos compartidos, con múltiples
rutas para el desarrollo de los proyectos, con unas estrategias claramente definidas de
seguimiento y evaluación. Se requiere igualmente de un sistema educativo que valore más la
tarea de los docentes, ya que hoy por hoy los docentes carecen de prestigio social, y de una
buena remuneración. Se deben generar espacios donde se involucre toda la ciudadanía, y de esta
manera conseguir que la educación preescolar y básica primaria sea prioritarias en la inversión
de recursos, en atención y en centro de interés público.

Es indispensable de esta manera que el docente además de ser crítico de su propia practica de
aula, adopte y construya un modelo de enseñanza, tenga unas bases epistemológicas fuertes que
lo lleven a enriquecer cada día mas su quehacer en el aula.
Referencias

Fornaca, R. (1978). La investigación histórica-pedagógica. Barcelona, Oikus-Tau. p. 13.

Giroux, H (1997). Los profesionales como intelectuales transformativos. En Los Profesores


como Intelectuales: Hacia una pedagogía crítica del aprendizaje Barcelona, Editorial Paidós.

Gutiérrez, Z. I. (1979). Historia de la educación. Narcea, Madrid.

Soubal, S (2008). La gestión del aprendizaje Algunas preguntas y respuestas sobre en relación
con el desarrollo del pensamiento en los estudiantes. Revista Polis, editorial de la
Universidad Bolivariana de Chile, Vol. 7 No. 21. E

Torrego, J.C. (2008). El profesor como gestor de aula, Universidad de Alcalá.

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