Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¿Aprender?, sí, pero antes que todo vivir. Aprender a través y en relación con la vida.
John Dewey
Todo apunta a que el mundo que les toca vivir a las nuevas generaciones va a ser tan dinámico y
cambiante que los marcos educativos estáticos actuales se van a quedar obsoletos con bastante
rapidez. Para anticiparse a estas situaciones, es interesante y necesario desarrollar la capacidad
para mantener actualizados esos modelos con la misma velocidad con la que ellos transitan por
distintas habilidades. Según parece, la mejor habilidad de estas generaciones será la de tener la
capacidad de desarrollar otras habilidades, es decir habría que transformar un currículo que
posibilite a los sujetos que aprenden y se preparan para enfrentar la vida a ser enseñados sobre
cómo pensar, no qué pensar. De esta manera, este currículo del que hablamos deberá ser flexible
y aterrizado a las demandas de una sociedad que constantemente cambia y espera ser
transformada.
En este mundo actual del cual hemos venido hablando se hacen visibles unas demandas que en
muchos casos no están siendo abordadas ni atendidas desde las instituciones educativas, por el
contrario se están quedando estancadas, olvidadas e invisibles. Para contrarrestar esta
problemática, la clave es abordar los retos educativos actuales buscando y aplicando estrategias
para aminorar la distancia entre el saber, el saber hacer y el saber ser, desarrollando al máximo la
capacidad de los estudiantes para movilizar y transferir los conocimientos recibidos. Saber hacer,
usar el conocimiento adquirido, requiere un entrenamiento específico basado en la solución de
problemas, no en la mera acumulación de saberes requiere entonces trabajar “la capacidad de
aplicar con flexibilidad y creatividad los conocimientos y las habilidades adquiridas de manera
significativa, en una variedad de contextos y situaciones.
Nótese que la normatividad establecida desde la ley 115 que hasta el momento rige el
Sistema Educativo ha tratado de dar vida a los principios de descentralización y
autonomía, pretendiendo alcanzar los objetivos y fines planteados para la sociedad,
quizás sin actualizar las expectativas del currículo, en consecuencia con los cambios
sociales, económicos, culturales, políticos y epistemológicos que ha traído el siglo XXI y
que deberían permitir pensar el currículo más allá de la escuela. De este modo, entonces
las instituciones educativas están llamadas a atender aspectos como:
Propiciar espacios para la construcción social y permanente del currículo.
Consolidación del sistema educativo más articulado y con trayectorias educativas
completas de cero a siempre con altos índices de efectividad.
Articulación y flexibilización curricular, real y efectiva en los establecimientos
educativos entre niveles, grupos de áreas obligatorias y fundamentales y temas de
enseñanza obligatoria.
Mejor articulación del Sistema Institucional de Evaluación de Estudiantes con el
Proyecto Educativo Institucional, las propuestas curriculares y los planes de estudios,
otorgando una mayor responsabilidad y funcionalidad a la autonomía escolar y
curricular.
Mejoramiento de la educación para que responda a los intereses de los estudiantes y
necesidades del contexto.
Hasta aquí, se comprende entonces que Colombia necesita cambios profundos en la educación y
en el diseño curricular. Desde luego, frente a esta tarea nuestro país cuenta con la autonomía
desde la norma para hacerlo. Al respecto, la resolución 2343 de 1996 señala los parámetros para
orientar los procesos pedagógicos en las instituciones educativas orientados a brindar el tipo de
educación que necesitamos en el mundo actual y en el que anhelamos desarrollar el potencial
humano teniendo en cuenta las necesidades del contexto y sus posibilidades de crecimiento, de
avance y de transformación.
En la actualidad existen diversos enfoques y tendencias curriculares que siguen presentes en las
prácticas educativas, al igual que coexisten los requerimientos de una sociedad que
constantemente sufre transformaciones, a pesar de esto, se observa que la autonomía curricular
no ha sido asumida en todas las instituciones educativas “como la capacidad de tomar decisiones,
ejercida como una vivencia, un compromiso y una responsabilidad de la comunidad educativa
(...) a través de un proceso secuencial y sistemático que deberá comprender, entre otros, la
conformación de una comunidad pedagógica investigadora y constructora del currículo, el
diseño, desarrollo, seguimiento, evaluación y retroalimentación del mismo y su adopción como
parte del Proyecto Educativo Institucional.”. (Art. 4 Resolución 2343).
Sin embargo, a pesar de querer responder al principio del proceso social de la elaboración del
currículo en el cual se haga visible el resultado de un proceso de construcción ciudadana que
refleje el tipo de sociedad que se aspira a forjar y que responda a la diversidad de las
instituciones educativas y a la de los actores que allí habitan, en ocasiones, resulta complejo y a
veces imposible participar en discusiones para establecer consensos sociales que ayuden a
determinar las finalidades de la educación y sus contenidos, debido al autoritarismo que ejercen
algunos líderes en estos escenarios educativos.
El Currículo en Colombia.
Evaluación donde nos menciona el carácter polisémico del concepto: “Para hacer algo
conocer, no la naturaleza del Curriculum per se, sino más bien el contexto de cada
institución” (Correa Zamora, Lira Ramos, & Castro Rubilar, 2004, pág. 22) dicho esto,
podemos decir que para entender el currículo en Colombia debemos tener en cuenta la
historia del país y poder identificar las mutaciones que a lo largo den tiempo ha sufrido
también los recursos humanos, académicos y físicos para poner en práctica las políticas
(1810 - 1819) se dio una autonomía provincial en contra del centralismo y se crearon los
estatutos provinciales que permitieron el uso del primer si se quiere currículo educativo:
En la Gran Colombia (1819 -1830) se inicia el modelo que sienta las bases a la educación
técnica con un modelo de enseñanza mutua de Joseph Lancaster, se inicia con el plan
suponía que los estudiantes más avanzados, denominados monitores, transmitirían a los
demás los contenidos que les había enseñado el profesor. De esta manera, un solo
docente podía garantizar la educación de una gran cantidad de niños” (De Natale,
2018). Se hace la organización metódica del plan de estudios y se fundan las primeras
pública y de allí la distinción entre la escuela pública y la privada, se crean también las
escuelas primarias para adultos, escuelas para infantes, para este tiempo el currículo se
1886) incluye el desarrollo armónico de las facultades del alma, los sentidos y las fuerzas
del cuerpo; por su parte en la Republica (1903 -1927 ) se introdujo una reforma al
profesional y artística.
Entre 1930 y 1950 “se introdujo el concepto de libertad de enseñanza, pero bajo
dieran los conocimientos cultura les y el enriquecimiento del espíritu y unas bases
sólidas intelectuales, morales y éticas.” ( Pineda Rodríguez & Loaiza Zuluaga, 2017, pág.
154)
Así mismo expone Lafrancesco (1998) que durante este período se hace una fuerte
incorpora el concepto de educación básica, los planes y programas de estudios son más
carencias como la falta de investigación, poco desarrollo socio cultural, baja atención en
1875 a 1990, se crea el código Nacional de Educación. “La educación ocupa un lugar de
especial y etno-educación” ( Pineda Rodríguez & Loaiza Zuluaga, 2017, pág. 156)
El currículo en Colombia hoy sigue marcado por la ley 115 de 1994; además, en los
Cabe anotar, que es oportuno evaluar y medir el alcance del aprendizaje escolar en relación a
criterios como estándares, objetivos y competencias, pero también se deberían tener en cuenta
otras disciplinas del conocimiento que podrían ayudar a valorar la calidad y riqueza del
aprendizaje y no dejar esta valoración solo en manos de las asignaturas básicas como lenguaje o
matemáticas.
Otro aspecto que sigue causando controversia es el hecho de generar discusión en torno a la
centralización y descentralización tanto en la definición como en la aplicación del currículo. Es
bastante frecuente que las autoridades educativas se interroguen sobre qué tipo de decisiones que
tienen que tomarse a nivel central y las que en cambio hay que dejar en manos de las escuelas y
de las comunidades educativas locales, lo cierto es que tanto las instituciones educativas como
los docentes que hacen parte de ella cuentan con la autonomía y el compromiso de participar
directa y activamente en comunidades pedagógicas e investigadoras con el ánimo de construir,
adaptar y adecuar el currículo a las necesidades observadas en sus estudiantes y en el contexto.
Como se ve, el rol del docente resulta vital tanto en la construcción como en la implementación
del currículo porque resulta ser el instrumento de trabajo que fija el horizonte de sus prácticas
pedagógicas en el aula, así mismo cotidianamente los docentes tienen que cohabitar con las
inconsistencias y tensiones que atraviesan las propuestas curriculares, además de verse saturados
de funciones y responsabilidades que van más allá de lo pedagógico, llamados a resolver
problemas sociales de toda índole. Abrumados por listados interminables de estándares de
desempeño y objetivos a alcanzar, el trabajo del docente puede verse deslegitimado porque
puede perder su horizonte haciendo a un lado el verdadero sentido de su labor, poder responder a
la responsabilidad de educar y formar a los ciudadanos del mañana.
Se comprueba de este modo, que los desafíos de educar y aprender en el siglo XXI pueden
generar tensiones y posturas escépticas en cuanto a la aspiración de asegurar una educación de
calidad para todas y todos, así mismo idealizar el hecho de construir sociedades más justas y
garantizar el acceso equitativo a un aprendizaje pertinente y eficaz. Ante este panorama, es
necesario resaltar la importancia de las posturas y decisiones que tomen las instituciones
educativas haciendo uso de su autonomía y el rol activo que desempeñe el docente desde su labor
pedagógica, desde una reflexión profunda y continua sobre el propósito de la educación que hoy
necesitamos, además de la voluntad clara de poner las tareas y el rol de los estudiantes en el
centro del proceso de aprendizaje.
Referencias
Pineda Rodríguez, Y., & Loaiza Zuluaga, Y. (2017). Un análisis del trayecto histórico del
currículo en Colombia Segunda mitad del siglo XX. Revista de Investigaciones UCM,
mod_resource/content/3/Curriculum%20y%20Evaluaci%C3%B3n.pdf
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/7428796.pdf
del-curriculo-en-colombia-679f64b5-38ad-4fd8-bf66-78ceac3ceb2b
Referencias