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Adultez Puede tener lugar algún La mayoría de las Continúa desarrollándose el sentido de
Media deterioro en habilidades habilidades mentales identidad; puede ocurrir una transición
sensoriales, salud, básicas alcanzan su cima; la estresante en esta adultez media.
resistencia y en destrezas y experiencia y las
habilidades. habilidades prácticas de La doble responsabilidad de criar hijos y
resolución de problemas cuidar a los padres puede causar estrés.
Las mujeres experimentan son altas.
la menopausia. El crecimiento de los hijos deja el nido
Para algunos, el éxito vacío.
profesional y el poder
económico alcanzan su
cima; pero otros, pueden
sentir agotamiento o
cambiar de carrera.
La inteligencia emocional: «la capacidad para supervisar los sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás,
de discriminar entre ellos y de usar esta información para la orientación de la acción y el pensamiento propios» (Salovey
y Mayer, 1990, p. 189)
La inteligencia emocional permite a una persona aprovechar las emociones para lidiar de manera más eficaz con el
medio ambiente social. Requiere tener conciencia del tipo de conducta que es apropiado en una determinada situación
social.
Sin una brújula moral que oriente a las personas sobre cómo emplear sus dones, la inteligencia emocional puede ser
usada para hacer el bien o para el mal” (Gibbs, 1995, p. 68).
Desarrollo Psicosocial Adultez Joven
desarrollo del yo: combinación de la capacidad de entenderse y entender al mundo, de integrar y sintetizar lo
que uno percibe y sabe, y de hacerse cargo de planear el curso de la propia vida.
Las influencias familiares son importantes.
La adultez temprana ofrece una moratoria, un tiempo de espera, sin las presiones del desarrollo y con
libertad para experimentar diversos papeles y estilos de vida, representa un momento decisivo en el
que se cristalizan de manera gradual los compromisos del papel de adulto.
Recentramiento: proceso que fundamenta el cambio a una identidad adulta. Consta de tres etapas donde
el poder, la responsabilidad y la toma de decisiones pasa gradualmente de la familia de origen al adulto
temprano independiente (Tanner, 2006):
En la etapa 1, el individuo todavía se encuentra inserto en la familia de origen, pero empiezan a
crecer las expectativas de autoconfianza y autonomía.
En la etapa 2, el individuo sigue vinculado con su familia (y quizá depende de ella
económicamente), pero ya no está inserto en ella. Esta etapa se caracteriza por la presencia de
actividades temporales y de exploración en diversas materias escolares, trabajos y con diversas
parejas. Hacia el final de esta etapa, el individuo comienza a establecer compromisos serios y a
ganar los recursos necesarios para mantenerlos.
En la etapa 3, hacia los 30 años, el individuo pasa a la adultez temprana. Esta fase se distingue por
la independencia de la familia de origen (al tiempo que se conservan los lazos) y la dedicación a una
carrera, pareja y, posiblemente, los hijos.
Una sociedad posindustrial fragmentada ofrece pocas guías a muchos adultos emergentes y menos
presión para crecer (Heinz, 2002). Deben establecer el curso de su vida a partir de las oportunidades y
restricciones que se les presentan.
En general, hay un cambio en las metas relacionadas con el proceso de recentración.
la tercera parte de los jóvenes occidentales parecen pasar por lo que Marcia denominó estatus de
moratoria, una crisis en que adquieren una mayor consciencia de sí mismos que los lleva a una resolución.
DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
Es más frecuente que los adultos de edad media, en comparación con los jóvenes y los mayores, sufran
trastornos psicológicos graves: tristeza profunda , nerviosismo, inquietud, desesperanza y sentimientos
de minusvalía la mayor parte del tiempo. Asimismo, los adultos con trastornos psicológicos graves
tienen más probabilidades que sus pares de recibir un diagnóstico de enfermedad cardiaca, diabetes,
artritis o apoplejía y de necesitar ayuda con las actividades diarias, como bañarse y vestirse (Pratt, Dey
y Cohen, 2007).
Cuantos más cambios estresantes ocurran en la vida de una persona, mayor es la probabilidad de que padezca una
enfermedad grave en uno o dos años. El cambio, aun si es positivo, puede producir estrés y algunas personas reaccionan
a él enfermándose.
Resiliencia. Las personas resilientes que sufren una alteración de la vida normal se las arreglan para seguir funcionando
como siempre o casi como siempre. Las relaciones de apoyo, junto con la propia habilidad de la persona para adaptarse
con flexibilidad y pragmatismo a las dificultades, contribuye a la resiliencia (Bonanno, 2005).
El yo en la mitad de la vida
“Ahora soy una persona completamente distinta de la que fui hace veinte años”, dice un arquitecto de 47 años a sus
seis amigos, todos ellos en sus cuarenta y cincuenta, quienes, para demostrar su acuerdo, asienten con vigor.
Muchas personas sienten y observan cambios de personalidad que ocurren en la mitad de la vida.
Es común atribuir los cambios en la personalidad y estilo de vida que se producen entre los 40 y 45 años a la crisis de la
mitad de la vida, un periodo supuestamente muy estresante que es desencadenado por la revisión y revaloración de la
vida personal.
Algunas personas de edad media pueden experimentar crisis o confusión, pero otras se sienten en la cúspide de sus
capacidades.
La revisión en la mitad de la vida puede ser un momento de inventario, que arroja nuevos conocimientos sobre el yo y
estimula correcciones a mitad del recorrido sobre el diseño y trayectoria de nuestra vida.
Que un punto decisivo se convierta en una crisis puede depender menos de la edad que de las circunstancias
individuales y los recursos personales. La gente con alta puntuación en neuroticismo es más propensa a experimentar
estas crisis (Lachman, 2004).
De acuerdo con la teoría de los procesos de identidad (TPI) de Susan Krauss Whitbourne (1987, 1996; Jones, Whitbourne
y Skultety, 2006: Whitbourne y Connolly, 1999), la identidad está compuesta por la acumulación de percepciones del yo.
Las características físicas, las habilidades cognoscitivas y los rasgos de personalidad percibidos (“Soy sensible” o “Soy
obstinada”) se incorporan en los esquemas de identidad.
Las personas interpretan sus interacciones con el ambiente por medio de dos procesos: la asimilación de la identidad y
la acomodación de la identidad.
La asimilación de la identidad es un intento por mantener un sentido coherente del yo ante las nuevas experiencias que
no concuerdan con un esquema existente.
La acomodación de la identidad es el ajuste del esquema para dar cabida a nuevas experiencias.
Lo más saludable es el equilibrio de la identidad, que permite que una persona mantenga un sentido estable del yo a la
vez que ajusta los esquemas del yo para incorporar nueva información, como los efectos del envejecimiento
Una identidad más fuerte y estable les permite resistir los estereotipos personales negativos, buscar ayuda
cuando la necesitan y enfrentar el futuro sin pánico o ansiedad excesivos (Jones et al., 2006).
Generatividad
De acuerdo con la teoría del desarrollo de Erik Erikson (1950), la generatividad es el reto al que la persona se enfrenta en
la mediana edad. Se define como el interés por guiar y asegurar el bienestar de las siguientes generaciones y, en último
término, por dejar un legado que nos sobreviva. La generatividad se puede expresar a partir de actividades como la
crianza de los hijos, el cuidado a personas dependientes, la formación de los jóvenes, la producción de bienes y servicios
o el compromiso social y la participación cívica y política. En cualquier caso, implica contribuir al bien común de los
entornos en los que las personas participan (la familia, la empresa, la comunidad, etc.)
La salud mental no sólo es la ausencia de enfermedad mental. La salud mental positiva involucra una sensación de
bienestar psicológico que va de la mano con un sentido saludable del yo (Keyes y Shapiro, 2004; Ryff y Singer, 1998).
Este sentido subjetivo de bienestar, o felicidad, es la evaluación que hace la persona de su vida (Diener, 2000).
Después de los sucesos muy felices o angustiantes, como el matrimonio o el divorcio, por lo general se adaptan y el
bienestar subjetivo regresa o se acerca al nivel previo (Lucas et al., 2003; Diener, 2000). El apoyo social —amigos y
cónyuges— y la religiosidad contribuyen de manera importante a la satisfacción con la vida (Csikszentmihalyi, 1999;
Diener, 2000; Myers, 2000). Igual que ciertas dimensiones de la personalidad —extroversión y escrupulosidad (Mroczek
y Spiro, 2005; Siegler y Brummett, 2000)— y la calidad del trabajo y las actividades de tiempo libre (Csikszentmihalyi,
1999; Diener, 2000; Myers, 2000).
Carol Ryff : dimensiones múltiples del bienestar Carol Ryff y sus colaboradores (Keyes y Ryff , 1999; Ryff , 1995; Ryff y
Singer, 1998) desarrollaron un modelo que incluye seis dimensiones de bienestar y una escala de autorregistro, el
Inventario de Bienestar de Ryff (Ryff y Keyes, 1995) para medirlas.
La gente psicológicamente sana tiene actitudes positivas hacia sí misma y hacia los demás. Toma sus propias decisiones y
regula su conducta, además de elegir o dar forma a ambientes compatibles con sus necesidades. Tiene metas que dan
significado a su vida y se esfuerza por explorar y por desarrollarse con tanta plenitud como sea posible.
REFERENCIAS.
D. Papalia, H. Sterns, R. Feldman, C. Camp. (2009) Desarrollo del adulto y vejez (3ra ed.) Mcgraw-Hill/Interamericana
Editores, S.A. DE C.V.
D. Papalia, R. Feldman, G. Martorell. (2012) Desarrollo Humano (10° ed.) Mcgraw-Hill/Interamericana Editores, S.A. DE
C.V.