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ERIK ERIKSON

Biografía
Erik Homberger Erikson nació cerca de Frankfurt,
Alemania, en 1902. Criado por su madre, quien era
judía y de ascendencia danesa, y su padrastro, un
pediatra judío a quien su madre conoció cuando buscó
atención para Erikson de tres años de edad. Erikson no
supo que fue concebido ilegítimamente y creyó que su
padrastro era su padre biológico y que fue quien le dio
su apellido, Homburger, (Hopkins, 1995). Su padre
biológico, un protestante danés, había dejado a su
madre antes de que él naciera. Erikson no fue aceptado
por completo como judío debido a su apariencia física
que fue el legado de sus padres daneses: alto, rubio y
de ojos azules. Sin embargo, no fue educado para
pensar de sí mismo como danés. De alguna manera,
este confuso bagaje contribuyó a desarrollar su interés
en la identidad, como dijo posteriormente.
Una vez que se graduó en el instituto, el padrastro de
Erikson intentó convencerle de que siguiese sus pasos y estudiase medicina. Sin
embargo, el joven Erik no estaba interesado en este campo, e ingresó a la facultad de arte
para perseguir unos estudios más creativos. Poco después, sin embargo, decidió
abandonar la universidad por completo y pasó algo de tiempo recorriendo Europa.
Cuando todavía trabajaba en la escuela de Burlingham, Erikson conoció a la que más
tarde se convertiría en su mujer, una instructora de baile canadiense llamada Joan
Serson. La pareja se casó en 1930, y a lo largo de su vida tuvieron tres hijos juntos. Poco
después, en 1933, ambos se mudaron a Estados Unidos para escapar del creciente
antisemitismo europeo. Para marcar el cambio de identidad en su propia vida, en ese
momento tomó el apellido de Erikson (hijo de Erik), acaso por identificación con el
descubridor noruego de su país adoptivo, pero también como una insinuación de que él
era hijo de sí mismo, que su identidad era su propia creación..
Murió en un asilo para ancianos en Massachusetts el 12 de mayo de 1994 a la edad de 91
años.
Formación y antecedentes
Erikson estudió arte y se paseó por Europa en su juventud, tratando de convertirse en
artista (Wurgaft, 1976). En un trabajo que encontró por sugerencia de un amigo, Erikson
enseñó arte a los niños del medio ambiente de Freud. Su futura esposa, Joan Serson,
estaba estudiando para ser psicoanalista y lo introdujo al psicoanálisis. Erikson fue
analizado por la hija de Freud, Anna, durante tres años, y fue reclutado como analista, un
“analista lego” debido a que su entrenamiento no era médico.
Aunque no tenía un grado universitario, Erikson se convirtió en analista de niños y enseñó
en Harvard. Allí estuvo afiliado a la Clínica Psicológica de Harvard, bajo Henry Murray (E.
H. Erikson, 1963), y fue el autor del Test de Producciones Dramáticas en el bien conocido
informe de investigación de Murray (1938, pp. 552-82) Exploraciones en la personalidad.
También estuvo afiliado, en varias etapas de su carrera, al Instituto de Relaciones
Humanas de Yale, al Estudio de Orientación del Instituto de Desarrollo Humano de la
Universidad de California en Berkeley, y al Centro de Austen Riggs en Berkshires.
Además de sus estudios clínicos y del desarrollo, su asociación con antropólogos le
permitió observar el desarrollo entre dos culturas indígenas estadounidenses, la de los
Sioux de Pine Ridge, Dakota del Sur, y la de los Yurok, una tribu de pescadores de
California.
En el tiempo en que Erikson fue profesor de psicología y conferencista en psiquiatría en la
Universidad de Berkeley en California, Estados Unidos, estaba pasando por una ola de
interés sobre la infiltración comunista en las escuelas. Los miembros de la facultad fueron
requeridos a firmar un juramento de lealtad adicional, además del juramento que ya
habían hecho de respetar las constituciones nacionales y estatales. Erikson y otros se
rehusaron, lo que resultó en su despido, aunque esto fue revertido en los tribunales.
Puesto que Erikson, ya adulto, se había convertido en ciudadano estadounidense y
conducido una investigación psicológica para el Gobierno durante la Segunda Guerra
Mundial, analizando los discursos de Hitler y conduciendo otros estudios relacionados con
la guerra (Hopkins, 1995), no pudo ser acusado de antiestadounidense por su posición. Al
explicar su acción, Erikson (1951) argumentó que la histeria anticomunista que había
desencadenado el requerimiento de un juramento de lealtad era peligrosa para el rol
universitario histórico en el que la verdad y la razón pueden buscarse libremente y donde
los estudiantes aprenden el pensamiento crítico. Sin lugar a dudas su experiencia con el
nacionalismo alemán bajo los nazis figuró en su posición.
Aunque se consideraba freudiano, Erikson propuso muchas innovaciones teóricas que
pusieron énfasis en el yo y en los factores sociales. Con gran notabilidad, Erikson teorizó
que el desarrollo del yo continúa a lo largo de la vida. En sus ochenta, él y su esposa
todavía estaban activos entrevistando a un grupo de ancianos californianos para aprender
más sobre esta última etapa de la vida (Erikson, Erikson y Kivnick, 1986).
Aunque Erikson no tuvo “ni entrenamiento médico ni un grado académico avanzado de
cualquier clase excepto un certificado en educación Montessori” (Fitzpatrick, 1976, p.
298), sus contribuciones a la psicología han transformado nuestro entendimiento del
desarrollo humano y de la relación entre el individuo y la sociedad. La contribución más
importante de Erikson fue un modelo del desarrollo de la personalidad que se extiende a
lo largo de la vida. El concepto del desarrollo del yo, aunque no exclusivamente de la
contribución de Erikson (cf. Hartmann, 1958; Loevinger, 1966), se ha vuelto mucho más
popular como una consecuencia de su trabajo.
Principales influencias recibidas
Uno de los conceptos clave introducidos por Erikson fue la crisis de identidad, un periodo
desestabilizador, por lo general en la adolescencia o la adultez joven, en el que las
personas buscan el sentido del yo y el significado de sus vidas. En su búsqueda, Erikson
encontró constantemente ecos de su propia crisis de identidad prolongada, que incluía
lidiar con la ausencia de su padre, crecer entre pares que lo consideraban un extraño, dar
traspiés en su ruta profesional a mediados de sus veinte años y luego, a mediados de sus
treinta, establecerse en una nueva tierra y aprender otro idioma.
Los temas de “confusión de identidad” y alienación pueden encontrarse a lo largo de la
historia de vida de Erikson, desde las circunstancias inciertas de su nacimiento.
A los 25 años, fue contratado como tutor de niños en Viena y ayudó a fundar una pequeña
escuela progresista para niños, cuyos padres se encontraban involucrados en el creciente
movimiento psicoanalítico de Sigmund Freud.
Con el tiempo Erik se formó como psicoanalista (aunque carecía de los antecedentes
médicos usuales, pues sólo tenía un diploma de secundaria) y se convirtió en miembro del
círculo de Freud.
Aunque Erikson era psiquiatra de niños por entrenamiento y profesión, sus mayores
aportaciones están relacionadas con sus hallazgos iluminadores acerca del mundo interno
del adulto. Sus propias experiencias de desarraigo e inmigración como adulto joven lo
convencieron de que Freud estaba equivocado al creer que el desarrollo de la
personalidad se detenía en la pubertad. La amplia investigación de Erikson entre
veteranos de guerra estadounidenses, adolescentes normales y perturbados, nativos
americanos e hindúes en India, así como sus estudios de las vidas de Martin Luther King
y Mahatma Gandhi, lo condujeron a dar más importancia a las influencias de la sociedad y
la cultura que Freud, cuya teoría psicoanalítica se conformó a partir del trabajo clínico con
una limitada clientela vienesa. En sus últimos años, Erikson, con la creencia de que el
desarrollo continúa a lo largo de la vida, buscó una comprensión más profunda de la
adultez media y la vejez, a diferencia de Freud, quien no consideró trabajar con ancianos
en absoluto
Concepto de personalidad
Cada persona se desarrolla dentro de una sociedad en particular, la cual, a través de sus
patrones específicos culturales del cuidado del niño y de las instituciones sociales, influye
profundamente en cómo la persona resuelve los conflictos. El yo está interesado no sólo
en los temas biológicos (psicosexuales) sino también en los interpersonales, a lo cual
Erikson llamó psicosocial. Su énfasis en la cultura fue la contribución fundamental de
Erikson al psicoanálisis.
En contraste con el énfasis de Freud sobre la sexualidad, Erikson (1968) propuso que la
motivación principal del desarrollo es social:
La personalidad... se puede decir que se desarrolla de acuerdo con los
pasos determinados en la preparación del organismo humano para ser dirigido
hacia, estar consciente de, e interactuar con un radio amplio de individuos
significativos e instituciones (p. 93).
Muchos psicólogos consideran que los determinantes sociales son importantes. Quizás
eso explique la amplia popularidad de la teoría de Erikson del desarrollo psicosocial.
Conceptos fundamentales de su teoría
Erikson (1959) basó su entendimiento del desarrollo en el principio epigenético: “que todo
lo que crece tiene un plan fundamental y que de éste emergen las partes; cada parte tiene
su tiempo de ascensión especial, hasta que todas las partes hayan emergido para formar
un todo funcional” (p. 52). Este principio se aplica al desarrollo físico del feto antes del
nacimiento (donde es fácil visualizar el surgimiento gradual de partes cada vez más
diferenciadas) y al desarrollo psicológico de la gente a lo largo de su vida. En un todo,
para que se desarrolle un yo sano, varias partes deben desarrollarse secuencialmente.
Estas partes son las fortalezas del yo que identificó Erikson y se desarrollan en ocho
etapas.
Erikson reinterpretó las fases psicosexuales elaboradas por Freud y enfatizó, según
Engler los aspectos sociales de cada una de ellas en cuatro aspectos principales:
a) Incrementó el entendimiento del ‘yo’ como una fuerza intensa, vital y positiva, como una
capacidad organizadora del individuo con poder de reconciliar las fuerzas sintónicas y las
distónicas, así como de solucionar las crisis que surgen del contexto genético, cultural e
histórico de cada individuo.
b) Explicitó profundamente las etapas de desarrollo psicosexual de Freud, integrando la
dimensión social y el desarrollo psicosocial
c) Extendió el concepto de desarrollo de la personalidad para el ciclo completo de la vida,
de la infancia a la vejez
d) Exploró el impacto de la cultura, de la sociedad y de la historia en el desarrollo de la
personalidad, intentando ilustrar este estudio como una presentación de historias de
personas importantes. (Bordignon, 2006)
En la formulación de la teoría del desarrollo psicosocial de Erikson, Cloninger, destaca los
siguientes aspectos:
a) Diferencias individuales: los individuos difieren en cuanto a las fuerzas internas;
hombres y mujeres presentan diferencias de la personalidad debidas a las diferencias
biológicas.
b) Adaptación y ajustamiento: un ‘yo’ fuerte es la llave para la salud mental; deriva de una
buena resolución de las ocho fases de desarrollo del ‘yo’, con predominancia de las
fuerzas positivas sobre las negativas (confianza sobre desconfianza, etc).
c) Procesos cognitivos: el inconsciente es una fuerza importante en la formación de la
personalidad; la experiencia es influenciada por modalidades biológicas que se expresan
por medio de símbolos y juegos.
d) Sociedad: modela la forma con que las personas se desenvuelven (de ahí el término
‘desarrollo psicosocial’); las instituciones culturales dan soporte a las fuerzas del ‘yo’ (la
religión da sustentación a la confianza y a la esperanza, etc).
e) Influencias biológicas: los factores biológicos son determinantes en la formación de la
personalidad; las diferencias de sexo en la personalidad son fuertemente influenciadas
por las diferencias del ‘aparato genital’.
f) Desarrollo del niño: se hace a lo largo de cuatro fases psicosociales, cada una de ellas
contiene una crisis que desarrolla una fuerza específica del ‘yo’.
g) Desarrollo del adulto: los adolescentes y los adultos se desarrollan a lo largo de otras
cuatro fases psicosociales; también ahí cada fase envuelve una crisis y desarrolla una
fuerza específica del ‘yo’.
Cada etapa involucra una crisis y el conflicto se centra en un tema distintivo. Una crisis
puede ser pensada como el punto crucial del desarrollo (E. H. Erikson, 1964). Como,
biológicamente, corazón, brazos y dientes se desarrollan con más rapidez en diferentes
momentos, así es con las fortalezas del yo de esperanza, voluntad, propósito, etc. De
cada crisis emerge un yo fortalecido o “virtud” que corresponde específicamente a esa
etapa (E. H. Erikson, 1961). Entonces la fortaleza se vuelve parte del repertorio de
habilidades del yo a lo largo de la vida del individuo. Cada fortaleza se desarrolla con
relación a un polo opuesto o negativo. La fortaleza de la confianza se desarrolla con
relación a la desconfianza, la fortaleza de la autonomía con relación a la vergüenza y así
sucesivamente. En el desarrollo sano, existe una proporción mayor de fortaleza que de
debilidad. Además, estas fortalezas se desarrollan en relaciones con gente significativa,
empezando con la madre y expandiéndose más a lo largo de la vida.
Cada una de estas etapas debe ser considerada no simplemente desde el punto de vista
del individuo sino también desde el social. La identidad del adolescente se desarrolla en
relación con los ideales y valores de la generación mayor. Los otros Significativos, como
miembros de la sociedad, están involucrados intrincadamente en cada etapa. El desarrollo
infantil no sólo implica las necesidades del niño sino también la necesidad
complementaria de la madre de alimentarlo (E. H. Erikson, 1968; Erikson, Erikson y
Kivnick, 1986). La teoría de Erikson ofrece una razón para promover los programas que
incrementan el contacto intergeneracional (ReVille, 1989).
En el curso de la historia, la humanidad trata de universalizar las tendencias humanas
simpáticas en ritualizaciones específicas para cada edad y adecuarlas a los estadíos.
Pero siempre que el ‘yo y el ethos’ pierden su interconexión viable, estas ritualizaciones
amenazan en transformarse en ritualismos. En este sentido, hay una afinidad dinámica
entre las perturbaciones nucleares individuales y los ritualismos sociales (Bordignon,
2005).
Por tanto, cada ser humano recibe e internaliza la lógica y la fuerza de los principios de
orden social y desarrolla la prontitud para seguirlos y transmitirlos en condiciones
favorables, o de vivenciarlos como crisis individualmente no resueltas, o como una
patología social de la descomposición ritualista.
Las Ocho Etapas Psicosociales
Etapa 1: confianza versus desconfianza - esperanza (niño de 0 a 12-18 meses)

Durante el primer año de vida, el lactante desarrolla la confianza básica y la desconfianza


básica. La primera es el sentido de que los demás son confiables y que proporcionarán lo
que es necesario, como también el sentido de que uno en sí mismo es de confiar (E. H.
Erikson, 1968, p. 96). Se basa en la buena paternidad (tradicionalmente, Erikson puso
énfasis en la buena maternidad), con una adecuada provisión de alimento, cuidado y
estimulación. El lactante se acerca al mundo de un modo incorporativo, tomando no sólo
leche y comida sino estimulación sensorial, mirando, tocando, etc. Esto inicia de manera
relativamente pasiva al principio, pero su vuelve cada vez más activa en la infancia
posterior. Esta etapa es de mutualidad, no simplemente receptiva; el lactante busca el
cuidado de la madre y busca explorar el ambiente de manera táctil, visual, etcétera. En la
medida en que el lactante no encuentre el mundo con respuestas a sus necesidades en
esta etapa, la desconfianza básica se desarrolla. Alguna desconfianza es inevitable
puesto que la crianza de los padres no es tan confiable como la conexión umbilical. El
mundo que el individuo enfrentará después de su infancia no será siempre confiable y la
capacidad de la desconfianza será requerida para una adaptación realista. En una
resolución sana de la crisis entre la confianza básica y la desconfianza básica, la
confianza debe predominar, proporcionando la fortaleza para un desarrollo continuo del yo
en las etapas posteriores. En la vida adulta, la habilidad para confiar en los demás, aun
cuando pudieran traicionar la confianza, es una cualidad importante que contribuye al
ajuste y a la felicidad (Jones, Couch y Scott, 1997).
Etapa 2: Autonomía versus vergüenza y duda – Autonomía (Infancia: de 2 a 3 años)
Durante el segundo año de vida, el niño desarrolla un sentido de autonomía. Este periodo
incluye el entrenamiento para ir al baño, en el cual Freud puso énfasis, pero también
aspectos más amplios del control de la musculatura en general (volverse capaz de
caminar bien) y controlar las relaciones interpersonales. El niño experimenta con el
mundo a través de los modos de agarrarse y dejar. Él o ella requieren del apoyo de los
adultos para desarrollar, gradualmente, un sentido de autonomía. Si la vulnerabilidad del
niño no es apoyada, se desarrollan un sentido de vergüenza (de exposición prematura) y
un sentido de duda. Como en la primera etapa, un alto grado del polo positivo (autonomía)
debería prevalecer, pero algún grado de vergüenza y duda son necesarias para la salud y
para el bien de la sociedad.
Etapa 3: Iniciativa versus culpa y miedo - propósito (Edad preescolar: de 3 a 5 años)
Los niños de cuatro y cinco años enfrentan una tercera crisis psicosocial: iniciativa versus
culpa. El niño puede tomar opciones acerca de qué clase de persona ser, en parte sobre
la base de las identificaciones con sus padres. Erikson estuvo de acuerdo con Freud en
que el niño a esta edad está interesado en la sexualidad y en las diferencias de sexo y
está desarrollando una conciencia (superyó). El niño joven actúa de un modo intrusivo,
entrometiéndose física y verbalmente en el espacio de los demás. El niño se acerca a lo
desconocido con curiosidad. Para el niño, esta intrusión es congruente con la percatación
temprana de la sexualidad, descrita en la fase fálica de Freud. Para la niña, la conciencia
de la diferencia de su aparato sexual es significativa en esta etapa, de acuerdo con
Erikson, quien sostuvo que los niños reflejan estas diferencias en la sexualidad en su
juego. Si la etapa es resuelta positivamente, el niño desarrollará más iniciativa que culpa.
Etapa 4: Industria versus inferioridad - competencia (Edad escolar - Latencia: de 5-6
a 11-13 años)
El resto de la niñez, hasta la pubertad, está dedicado a la tarea de escuela-edad de la
etapa 4: el desarrollo de un sentido de laboriosidad. El polo negativo es inferioridad. El
niño en esta etapa “aprende a ganar el reconocimiento al producir cosas” (E. H. Erikson,
1959, p. 86). Un niño que trabaja todas las tareas hasta su término logra la satisfacción y
desarrolla la perseverancia. La calidad del producto importa. Si el niño no puede producir
un producto aceptable o fracasa en obtener el reconocimiento de ello, entonces
prevalecerá un sentimiento de inferioridad. Los maestros son especialmente importantes
en esta etapa puesto que mucho del desarrollo ocurre en la escuela.
Etapa 5: Identidad versus confusión de roles – fidelidad y fe (Adolescencia: de 12 a
20 años)
El concepto mejor conocido de Erikson es la crisis de identidad, la etapa de desarrollo de
la adolescencia. En ese momento de la transición hacia los roles del adulto, el
adolescente lucha por lograr un sentido de identidad. Erikson (1968) definió el sentido de
identidad del yo como “la captación del hecho de que existe una mismidad y continuidad
en los métodos sintetizadores del yo, el estilo de la individualidad de uno, y ése es el
estilo que coincide con la mismidad y la continuidad del significado de uno para los otros
significativos en la comunidad inmediata” (p. 50). La tarea es encontrar una respuesta a la
pregunta “¿Quién soy yo?” que es mutuamente agradable para el individuo y los demás.
Las identificaciones tempranas con los padres y otros modelos de roles tienen su
influencia, pero el adolescente debe desarrollar una identidad personal que vaya más allá
de estas identificaciones. Una ocupación es con frecuencia un centro importante de la
identidad y la exploración de las diferentes posibilidades de carrera es parte del proceso
de lograr una identidad.
La confusión de identidad ocurre si una identidad coherente no puede ser lograda.
Ninguna identidad prevalece como el núcleo. Otra resolución no deseable de la crisis de
identidad es el desarrollo de una identidad negativa, esto es, una identidad basada en los
roles no deseables en la sociedad, tales como la identidad como delincuente juvenil.
Cuando los jóvenes delincuentes son encarcelados con los criminales, esto puede alentar
el desarrollo de tal identidad negativa (E. H. Erikson, 1962/1988). La cultura proporciona
imágenes claras de tales identidades negativas, haciéndolas más atractivas a aquellos
que encuentran que una identidad valorada positivamente parece inalcanzable (E. H.
Erikson, 1968).
La sociedad puede asistir a la resolución de esta etapa al proporcionar una moratoria, un
periodo en el que el adolescente es libre de explorar diversos roles adultos sin tener las
obligaciones que vendrán con la adultez real. Tener la oportunidad de estudiar varios
campos, aun cambiar de carrera, en la universidad antes de establecer un compromiso de
carrera proporciona una moratoria. Erikson destacó la importancia de la exploración,
temiendo también que un compromiso temprano hacia una identidad en particular sea
riesgo de una elección pobre. Además, no proporcionaría una oportunidad para
desarrollar la fortaleza del yo de esta etapa: fidelidad, la cual definió como “la habilidad
para mantener lealtades libremente a pesar de las contradicciones inevitables de los
sistemas de valor” (E. H. Erikson, 1964, p. 125). Antes de la resolución de la identidad, las
preguntas y los experimentos del adolescente; después, el adulto “ha hecho sus
compromisos y está luchando por honrarlos” (Newman y Newman, 1988, p. 551).
Etapa 6: Intimidad versus aislamiento – amor (Joven adulto: de 20 a 30 años)
La primera de las tres etapas de la adultez es la crisis de intimidad versus aislamiento. La
intimidad psicológica con otra persona no puede ocurrir, de acuerdo con Erikson, hasta
que se establezca la identidad del individuo. La intimidad involucra una capacidad de
fusión psicológica con otra persona, ya sea un amigo o amante, asegurando que la
identidad individual no será destruida por la unión. La intimidad es selectiva. Erikson
(1959) se refirió al distanciamiento como la contraparte de la intimidad, definiéndola como
“la prontitud para repudiar, aislar, y, si es necesario, destruir aquellas fuerzas y gente cuya
esencia parece peligrosa para la de uno mismo” (pp. 95-96). El adulto que no resuelve
satisfactoriamente esta crisis permanece autoabsorbido y aislado.
La intimidad se incrementa durante los primeros años adultos (Reis, Lin, Bennett y
Nezlek, 1993). Para muchos jóvenes adultos, esta crisis se experimenta a través del rol
social del matrimonio, aunque el matrimonio no es una garantía de que la crisis será
resuelta de manera exitosa. Aún más, la intimidad psicológica no es lo mismo que la
intimidad sexual, y una esposa no es el único otro significativo que pueda representar un
rol para resolver esta etapa.

Etapa 7: Generatividad versus estancamiento – cuidado y celo (Adulto: de 30 a 50


años)
La séptima tarea es desarrollar la fortaleza del yo de la generatividad, “el interés en
establecer y guiar a la siguiente generación” (E. H. Erikson, 1959, p. 97). Una descripción
de un alto nivel de generatividad ha sido ofrecida por los investigadores actuales: “los
individuos generativos están involucrados sobremanera en su trabajo y en el crecimiento
de la gente joven y están interesados con temas sociales más amplios. Son tolerantes de
las diferentes ideas y tradiciones y son capaces de luchar por un equilibrio entre el
cuidado y la consideración del sí mismo y de los demás” (Bradley y Marcia, 1998, p. 42).
La generatividad es con frecuencia, pero no necesariamente, expresada a través del rol
de padres. Ser un maestro o mentor puede ser un sustituto. El fracaso en desarrollar
óptimamente esta etapa deja a la persona con un sentido de estancamiento, no siendo
capaz de estar completamente involucrada en el cuidado de los demás de una manera
que nutra.
Etapa 8: Integridad versus desespero - sabiduría (Vejez: después de los 50 años)
La tarea de la ancianidad es resolver la crisis de integridad versus desesperanza. El
sentido de integridad significa ser capaz de mirar atrás sobre la vida de uno y decidir que
ha sido significativa como se ha vivido, sin desear que las cosas hubieran sido diferentes.
Los periodos de vida cuando las transiciones importantes y opciones fueron tomadas son
prominentes en la reminiscencia. Entre los psicólogos famosos, de acuerdo con los
investigadores que analizaron sus autobiografías, la retrospección se enfoca en la
universidad y en los años de graduación, los cuales lanzaron sus vidas profesionales
(Mackavey, Malley y Stewart, 1991). En ausencia de un sentido de integridad, la
desesperanza ocurre en su lugar, como también la negación de aceptar la muerte.
El rol de la cultura en relación con las ocho etapas
Las etapas por sí mismas, dijo Erikson, son universales, pero cada una de las culturas
organiza la experiencia de sus miembros. La manera como la gente resuelve cada etapa
internaliza las características particulares de la cultura. La cultura no solamente
proporciona un marco en el cual las crisis psicosociales se enfrentan y se dominan;
también proporciona un apoyo continuo para las fortalezas del yo cuando son
amenazadas más tarde en la vida. Cada etapa tiene su propia institución cultural para
apoyar su desarrollo. Erikson (1963) listó estas relaciones y observó que
así como existe una afinidad básica al problema de la confianza básica con la
institución de la religión, el problema de la autonomía se refleja en la organización
política básica y legal y de la iniciativa en el orden económico. De manera similar,
la laboriosidad se encuentra relacionada con la tecnología; la identidad con la
estratificación social; la intimidad con los patrones de la relación; la generatividad
con la educación, el arte y la ciencia; y la integridad, finalmente, con la filosofía
(pp. 278-279).
La influencia tiene dos direcciones. El individuo es apoyado por las instituciones sociales.
Además, “cada generación puede y debe revitalizar cada institución, incluso conforme
crece dentro de ella” (p. 279).
Aplicaciones de la teoría a la práctica educativa
La misión de la educación es el desarrollo integral del individuo, lo cual requiere del
conocimiento teórico y práctico de las etapas evolutivas del ser humano, así como del
manejo de destrezas y habilidades para dirigir y orientar la acción educativa, en función
del desarrollo del potencial humano contribuyendo al pleno desarrollo de su personalidad.
Para ello, se establecen fines centrados al logro del modelo de hombre y de sociedad a
educar, en los cuales están implícitos unos valores y principios. (Martínez, 2012)
Se considera que todo educador en su acción educativa debe partir de un nivel de
conocimiento de la etapa de desarrollo en la que se ubican sus educandos, de modo que
le permitan planificar las actividades apropiadas para la educación y el desarrollo del
potencial humano, así como el empleo de las habilidades o competencias para el manejo
de las “crisis” o conflictos como las denomina Erickson (Martínez, 2012). Para este autor
las personas viven en las distintas etapas de su crecimiento, desde lo biológico (cuerpo,
mente y corazón), psicológico (pensamientos y sentimientos), social (la necesidad de
interrelacionarse y comunicarse con sus semejantes), espiritual (la necesidad de
transcender como ser humano), son cualidades de la persona que el maestro en su rol
como educador ha de ponerlas en práctica en su quehacer cotidiano al interactuar con
sus semejantes y en particular sus educandos orientando su proceso de crecimiento y
desarrollo, promoviendo de esta manera un nivel de calidad de vida, acorde con su etapa
de desarrollo.
¿Qué consecuencia puede acarrear el desconocimiento de esta teoría por parte del
docente en los niveles educativos? Un docente de educación inicial, por poner un
ejemplo, que no considera en su quehacer como educador la importancia y las
características que reviste esta etapa psicosocial para el desarrollo del educando, puede
contribuir con su omisión a generar un conflicto que repercutiría en el desarrollo positivo
de la personalidad del niño. (Martínez, 2012)
De allí, la relevancia del manejo de habilidades por parte del docente para detectar
debilidades en las diferentes etapas del desarrollo, esto implica, el conocimiento de las
mismas para contribuir a la educación y reeducación de la persona de acuerdo al nivel
educativo en que se ubica.
La clave está en reeducar por completo la estructura de la personalidad inadecuada,
cuando se presentan conflictos profundos debido al manejo inadecuado de algunas de las
etapas del desarrollo psicosocial en la persona produciendo inadaptación social. De otra
manera no será posible la reconstrucción del hombre nuevo y el rescate de su calidad de
vida. El objetivo de esta etapa es lograr el dominio de las emociones, enfatizando la
identidad integral, asertividad, laboriosidad y empatía. (Martínez, 2012)
La reeducación en el ser humano, tras evaluar su desempeño en la sociedad, lo habilitará
para interactuar con sus semejantes e involucrar a la familia en el proceso de educar y
reeducar al ser humano, promoviendo el cambio integral en todos sus miembros.
(Martínez, 2012)
Concluyendo este apartado y de acuerdo a lo analizado la importancia de la aplicación de
esta teoría al ámbito educativo se centra en el conocimiento del entorno, comunidad,
familia, y mediante ello desarrollar planeaciones que ayuden a mejorar el proceso
enseñanza- aprendizaje tomando en cuenta que el alumno es un ser formado no solo por
mente, también por una parte biológica y una social y que todo esto influye en su
formación.

Referencias
Bordignon, N. (2005). El desarrollo psicosocial de Eric Erikson. El diagrama epigenético

del adulto. Revista Lasallista de Investigación, vol. 2(2) pp. 50-63

https://www.redalyc.org/pdf/695/69520210.pdf

Cloninger, S. (2003). Teorías de la Personalidad (3ra ed.). Pearson Educación

Martínez, M. (2012) El Desarrollo Psicosocial Del Ser Humano Y La Calidad De Vida.

Revista de Postgrado FACE-UC. Vol. 6 Nº 11 http://arje.bc.uc.edu.ve/arj11/art7.pdf

Papalia, D., Sterns, H., Feldman, R., y Camp, C. (2009). Desarrollo del adulto y vejez (3ra

ed.). Mcgraw-Hill/Interamericana Editores

Pérez, G. El Desarrollo Del Ego. Sus Ocho Etapas Según Erik Erikson.

http://files.uladech.edu.pe/docente/32906377/psicologia_del_desarrollo_enfermeria/

sesion05/peccleculiacan_mazatlanpri_lec_21.pdf

Rodriguez, A. (2021). Erik Erikson. https://www.lifeder.com/erik-erikson/

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