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TERCERA FUERZA - HUMANISMO

La perspectiva humanista en la teoría de la personalidad representa una “tercera fuerza”


(Maslow, 1968b), establecida para combatir las tendencias deterministas y fragmentarias
del psicoanálisis y el conductismo. Empezó como una red informal de psicólogos que,
encabezados por Abraham Maslow, intercambiaban documentos mimeografiados en los
que se presentaban ideas que no eran bien recibidas en las publicaciones psicológicas
reconocidas (DeCarvalho,1990b). Varios de esos humanistas sostuvieron su primera
reunión en 1957 y se organizaron formalmente en 1961, fundando la organización que
hoy se conoce como Asociación de la Psicología Humanista (Moustakas, 1986). Entre los
primeros integrantes se encuentran Gordon Allport, Erich Fromm, George Kelly, Abraham
Maslow, Rollo May, Henry Murray y Carl Rogers (DeCarvalho, 1990b; Wertheimer,1978).
Los primeros psicólogos autoproclamados humanistas tenían una cercana afinidad con
los adlerianos. Antes de que se fundara su organización independiente, los humanistas
habían sido invitados a expresar sus ideas en la publicación adleriana, el American
Journal of Individual Psychology, bajo la dirección de Heinz Ansbacher (DeCarvalho,
1990b). Abraham Maslow y Carl Rogers, estudiaron con Adler. Rogers recibió las
enseñanzas de Adler durante su internado en el Instituto de Orientación Infantil en la
ciudad de Nueva York de 1927 a 1928; Maslow asistía regularmente a los seminarios
informales realizados en la casa de Adler en Nueva York durante 1935 (Ansbacher,
1990b). Ambos humanistas reconocieron la influencia de Adler en sus ideas. Lo que más
influyó en los humanistas fue el énfasis de Adler en el holismo, la elección, las intenciones
y la experiencia subjetiva del individuo. Otras influencias significativas incluyen a Karen
Horney y Kurt Goldstein, quien encontró que podía entenderse mejor a los pacientes con
lesiones cerebrales si se les consideraba como organismos que se esforzaban hacia el
todo, más que como colecciones de procesos cerebrales parciales.
Las principales características distintivas del enfoque humanista se derivan de su
compromiso con el valor del crecimiento personal:
1. La perspectiva humanista se centra en aspectos “superiores”, más avanzados y sanos
de la experiencia humana y su desarrollo. Entre ellos se encuentran la creatividad y la
tolerancia.
2. La perspectiva humanista valora la experiencia subjetiva del individuo, incluida la
experiencia emocional. Esto se denomina en ocasiones enfoque fenomenológico.
3. Los psicólogos humanistas ponen más énfasis en el presente que en el pasado o el
futuro.
4. Los humanistas recalcan que cada individuo es responsable de los resultados de su
vida. No hay condiciones pasadas que predeterminen el presente. La capacidad de una
persona para la autorreflexión mejora la elección sana.
5. La perspectiva humanista pretende aplicar sus descubrimientos al mejoramiento de la
condición humana modificando el ambiente en que se desarrolla la gente. Supone que,
dadas las condiciones apropiadas, los individuos se desarrollarán en una dirección
deseable.
Los humanistas describen un “sí mismo verdadero” que contiene el potencial para el
crecimiento óptimo. El alejamiento de este sí mismo verdadero da por resultado una
socialización poco sana, donde otras personas definen lo que uno debería hacer. Esta
visión del humanismo de que uno debería ser guiado por el propio sí mismo verdadero o
“demonio” es una idea antigua, con raíces en la filosofía eudemonista que se remonta a
Aristóteles (A. S. Waterman, 1990). Para muchos, la psicología humanista ha servido más
como ideología que como ciencia (Geller, 1982; M. B. Smith, 1990). Se le ha comparado
con tradiciones religiosas (H. Smith, 1985), incluidos el hinduismo y el budismo, pero para
esos enfoques orientales la autorrealización requiere considerablemente más esfuerzo de
lo que supone el humanismo (Das, 1989). Más cerca de nosotros, el humanismo es
compatible con el individualismo y optimismo de la cultura estadounidense (Fuller, 1982).
En la contracultura de la década de 1961 a 1970 sirvió como ideología para muchas
personas que fueron atraídas por su énfasis en la experiencia y autorrevelación (M. B.
Smith, 1990).
A los humanistas se les critica por subestimar el mal en el género humano. Afirman que la
gente es intrínsecamente buena y recurren a causas ambientales para explicar el mal
(Das, 1989). Algunos críticos sugieren la idea de que la autorrealización alienta el
egoísmo o narcisismo en lugar de promover lo que Adler denominó “interés social” (Geller,
1982; Wallach y Wallach, 1983). Rogers (1982b) se quejó ante esta acusación que
consideraba inmerecida.
A los psicólogos humanistas les interesa más el proceso y el cambio que medir las
diferencias individuales. En los escenarios clínicos, los terapeutas de orientación
humanista prefieren, de ser posible, no hacer un diagnóstico (por ejemplo, Munter,
1975a). Al hacer hincapié en las metas de la conducta más que en los mecanismos por
los cuales ocurre el comportamiento, los humanistas son teleológicos (orientados al
futuro) en oposición con el determinismo. La teleología busca el diseño global o propósito
hacia el cual se desarrollan las cosas. En contraste, la filosofía predominante de la
ciencia, el positivismo lógico, insiste en el determinismo, es decir, la explicación en
términos de causas pasadas o presentes, no futuras. Para el humanismo el desafío es
poder ser rigurosa y científicamente teleológico (Rychlak, 1977).
Fundador del Humanismo
Abraham Maslow denominó como La Tercera Fuerza a esta nueva psicología que nacía
antes de la década de los sesenta, siendo considerado el padre de la Psicología
Humanista ya que fue el primero en teorizar en el ámbito de la academia una nueva teoría
del potencial humano. (Riveros, 2014)
Biografía
Abraham Maslow nació el 1 de abril de 1908 en Brooklyn, Nueva York. Sus padres eran
inmigrantes rusos, pobres y sin educación, pero con la esperanza de algo mejor para su
hijo. Su padre era tonelero (fabricante de barriles). Abraham, el mayor de siete hijos,
creció en la única familia judía del vecindario y “no siempre estaba seguro de tener
comida al día siguiente” (Maddi y Costa, 1972, p. 159). Describió la experiencia como de
soledad: “Crecí entre bibliotecas y libros, sin amigos” (Maslow, 1968a, p. 37).
Maslow era intelectualmente sobredotado. La medición de su CI arrojó un sorprendente
195 (Maslow, 1954/1987, p. 36). En la universidad empezó a estudiar leyes, como
deseaba su padre. Sin embargo, esto no lo atraía y lo abandonó después de dos
semanas. Cambió a un curso más amplio de estudios en Cornell y en 1928 se trasladó a
la Universidad de Wisconsin para estudiar psicología. Mientras estaba en la universidad
se casó con su novia de la escuela Bertha, cuando ella tenía 19 años y él 20.
Dada la dirección posterior de su teoría, es irónico que al principio Maslow estuviera muy
entusiasmado acerca del conductismo que estudiaba en la Universidad de Wisconsin. Su
trabajo doctoral fue supervisado por Harry Harlow en el laboratorio de primates en
Wisconsin. (Harlow es famoso por los estudios de la “madre de felpa” que establecieron la
importancia del contacto para confortar a los monos.) La disertación de Maslow fue un
estudio observacional del comportamiento sexual de los monos, el cual, según su informe,
estaba influido por el dominio. Además, al establecer las jerarquías de dominio los monos
se comunican principalmente mediante señales visuales, más que por peleas. Harlow dio
una calificación muy alta al trabajo de Maslow (Lowry, 1973, p. 1).
El conductismo y la psicología animal no mantuvieron el interés de Maslow. Leyó sobre
psicoanálisis, psicología de la Gestalt y filosofía, y esto allanó el terreno para una
conversión experiencial.
Entonces, cuando mi bebé nació eso fue el detonante que cambió las cosas. Miré
esa cosa pequeña y misteriosa, y me sentí muy estúpido. Estaba sorprendido por
el misterio y el sentido de no tener realmente el control. Me sentí pequeño, débil y
frágil ante todo esto. Me dije que nadie que tuviese un bebé podría ser un
conductista (Maslow, 1968a, p. 56).
Maslow fue profesor asociado en Brooklyn College (1937-1951), donde era especialmente
popular entre los muchos estudiantes que provenían de familias de inmigrantes. Conoció
a muchos psicólogos eminentes que llegaron a Estados Unidos para escapar del nazismo,
incluidos Alfred Adler, Karen Horney y Kurt Goldstein. Maslow murió de un ataque
cardiaco en 1970, a la edad de 62 años, mientras disfrutaba de un permiso para trabajar
sobre las implicaciones de la psicología humanista para los valores sociales más amplios.
Aportes
Maslow sostuvo que Freud había escrito un compendio completo sobre la enfermedad
psíquica y que la otra parte que faltaba era construir cómo eran las personas sanas. A
partir de los modelos como Albert Einstein, Kurt Goldstein, Ruth Benedit y Max
Wertheimer, estos tres últimos fueron maestros y amigos muy estimados y admirados por
Maslow. Al tener un cuadro completo del potencial humano, Maslow llegó también a ser
uno de los primeros en escribir sobre el ámbito transpersonal en sus escritos sobre la
dimensión espiritual y los estados evolucionados del comportamiento ético. Siguió los
estudios y escritos antiguos de Lao Tsé, distinguiendo el comportamiento altruista del
desarrollo del potencial humano. De este modo llegó a sus denominadas experiencias
cumbres o sublimes. (Riveros, 2014)
Abraham Maslow creía que la gente se desarrolla a través de varios niveles hacia su
potencial completo. Unos cuantos alcanzan el nivel más alto de desarrollo y se les llama
autorrealizados. No obstante, la mayoría se detiene a un nivel inferior a lo largo del
camino. Maslow no se interesaba tanto en la mayoría como en los pocos que alcanzan un
desarrollo superior. Consideraba a esos pocos como faros que dirigen al género humano
hacia su pleno potencial.
Jerarquía de Necesidades
Maslow postuló que la gente inicia su desarrollo con necesidades básicas (motivos) que
no son perceptiblemente diferentes de la motivación animal. Conforme maduran y se
satisfacen sus necesidades de orden inferior, las personas desarrollan motivaciones más
exclusivamente humanas. Por tanto, la motivación cambia conforme ascendemos por una
jerarquía de las necesidades, o motivos. Esta jerarquía consta de cinco niveles: cuatro
niveles de motivación deficitaria y un último nivel altamente desarrollado a los que se
denomina motivación del ser o autorrealización.
Motivación deficitaria
Los primeros cuatro niveles de la jerarquía de necesidades pueden entenderse como la
motivación para superar el sentimiento de una deficiencia, y por eso se les conoce
colectivamente como motivación deficitaria. En cualquiera de esos cuatro niveles, una
necesidad básica que no se satisface da lugar a un deseo vehemente y dirige la acción
para obtener su satisfacción. Esta satisfacción produce placer. Por supuesto, no sería
posible medir operacionalmente las experiencias subjetivas de “deseo vehemente” y
“placer” en los estudios con animales que constituían la estrategia básica de investigación
de los conductistas con los que estudió Maslow. No obstante, a los seres humanos se les
puede pedir que informen de sus experiencias; y, según Maslow, se les debería pedir que
lo hicieran.
¿Cuáles son esas necesidades básicas? Maslow mencionó cuatro y afirmó que surgen en
un orden particular. Cada necesidad debe satisfacerse, de manera más o menos
adecuada, antes de que el individuo pueda ascender a una necesidad “superior”. “De
manera más o menos adecuada” no es una afirmación tan precisa como uno desearía.
Los mismos eventos pueden satisfacer la necesidad de una persona, pero no de otra.
Maslow ofrece cierta orientación al sugerir que la privación más seria es la que amenaza
la personalidad, un ejemplo es la frustración sexual cuando se interpreta como rechazo o
inferioridad (Maslow, 1941). Sin esas amenazas agregadas a la autovalía, la privación se
tolera con mayor facilidad y supuestamente no interfiere con el progreso en la jerarquía de
las necesidades.
NECESIDADES FISIOLÓGICAS
En el nivel más bajo de la jerarquía de necesidades se encuentran las necesidades
fisiológicas de comida, agua, sueño y sexo. Esas necesidades son esenciales para la
supervivencia humana y animal. Si no se satisfacen, dominan la motivación,
independientemente de que tampoco se hayan satisfecho otras necesidades de orden
superior. “Para el hombre que está extremada y peligrosamente hambriento no existe más
interés que la comida”, afirmó Maslow (1943) (en Lowry, 1973, p. 156).
Los animales inferiores pueden vivir siempre en este nivel, pero los seres humanos, en
condiciones normales, tienen sus necesidades fisiológicas predeciblemente satisfechas.
Si esas necesidades se satisfacen en forma adecuada (aunque no necesariamente
conduzcan a la satisfacción completa), se hace notar el siguiente nivel de necesidad.
NECESIDADES DE SEGURIDAD
En el siguiente nivel, la motivación predominante de la persona es garantizar una
situación segura. La familiaridad se percibe como segura, por lo que los niños pequeños
se sienten amenazados cuando ocurren situaciones nuevas (ruidos fuertes, animales
desconocidos, peleas o divorcio de los padres, etc.). Por supuesto, también la violencia
física amenaza la seguridad de niños y adultos. En su mayor parte, las necesidades de
seguridad de los adultos se satisfacen en una sociedad ordenada, y son amenazadas por
emergencias como “la guerra, la enfermedad, las catástrofes naturales, las olas delictivas,
la desorganización social, la neurosis, la lesión cerebral (y una) situación crónicamente
mala” (Maslow, 1943; en Lowry, 1973, p. 160).
Maslow interpretaba algunas neurosis como un intento de garantizar un sentimiento de
seguridad. Los neuróticos compulsivos y obsesivos, en especial, tratan de mantener la
vida predecible, aunque eso impida su funcionamiento a un nivel superior.
NECESIDADES DE PERTENENCIA Y AMOR
Si las necesidades fisiológicas y de seguridad se satisfacen adecuadamente, el siguiente
nivel que se torna prepotente es la necesidad de amor y pertenencia. En este nivel la
persona busca amor y amistad. Maslow incluyó la necesidad de dar amor, así como de
recibirlo. Describió esas necesidades como una fuente frecuente de desajustes en nuestra
sociedad. El sexo participa en este nivel en la medida en que es una expresión de afecto;
pero también puede funcionar a un nivel puramente fisiológico (es decir, el primer nivel de
la jerarquía).
NECESIDADES DE ESTIMA
La siguiente necesidad que emerge en la jerarquía es la necesidad de autorespeto y de la
estima de los demás. La estima debería ser “estable (y) tener bases firmes”, con lo cual
Maslow quería decir que debería ser resultado de habilidades y logros reales. La
reputación basada en falsas premisas no satisfaría esta necesidad. Podemos interpretar
los esfuerzos de logro como manifestaciones de las necesidades de estima, ya que la
sociedad admira a quien tiene éxito.
Cuando esas necesidades no se satisfacen, nos sentimos inferiores. Maslow (1943)
observó que Adler, quien escribió mucho acerca de los sentimientos de inferioridad,
prestó más atención que Freud a las necesidades de estima. Si las necesidades se
satisfacen, sentimos “autoconfianza, valía, fuerza, capacidad y adecuación de ser útil y
necesario en el mundo” (en Lowry, 1973, p. 162).
Motivación del ser
Una vez que las necesidades deficitarias se han satisfecho de manera más o menos
adecuada, la persona funciona a un nivel superior al que Maslow denominó motivación del
ser, en oposición a la motivación deficitaria. Este nivel es el pináculo del desarrollo y el
centro de atención de la teoría de Maslow.
LA NECESIDAD DE AUTORREALIZACIÓN
En esta etapa superior, la persona ya no está motivada por las deficiencias sino más bien
por la necesidad de “realizar” o satisfacer su potencial. “Un músico debe hacer música, un
artista debe pintar, un poeta debe escribir, si es que quiere ser feliz. Un hombre debe ser
lo que puede ser. Llamamos autorrealización a esta necesidad” (Maslow, 1943; en Lowry,
1973, p. 162). Es el deseo “de convertirse en todo lo que uno es capaz de ser” (p. 163).
Subjetivamente, la persona se siente aburrida si se satisfacen las necesidades de orden
inferior, y este aburrimiento motiva y es aliviado por el esfuerzo de autorrealización. Como
los seres humanos tienen potenciales diferentes (en comparación con la similitud de sus
necesidades fisiológicas), las conductas particulares motivadas por las necesidades de
autorrealización varían de una persona a otra. Para Maslow (1968b, p. 33), “la
autorrealización es idiosincrásica porque cada persona es diferente”. Este paso parece
tener la influencia de la descripción que hizo Carl Jung del proceso de individuación en la
adultez (Schott, 1992).
AUTORREALIZACIÓN
Maslow prefería el término autorrealización a términos como salud psicológica (o
enfermedad). Su término se refiere al pleno desarrollo del potencial humano, basado en la
naturaleza biológica. Connota el pleno potencial del ser humano. A diferencia del término
ajuste, no significa ajustarse a una situación cultural particular. Maslow (1968b, p. vii)
sugería que, por lo general, en lugar de referirnos a “enfermedad”, deberíamos hablar de
“disminución o atrofia humana”, al menos en psicología.
Cuando las necesidades básicas de una persona (los primeros cuatro niveles de la
jerarquía de necesidades) han sido cubiertas, la motivación se dirige a la autorrealización,
a la que Maslow (1968b) definía como
la realización continua de potenciales, capacidades y talentos, como el
cumplimiento de la misión (o llámese, destino o vocación), como un conocimiento
pleno y aceptación de la naturaleza intrínseca de la persona, como una tendencia
incesante hacia la unidad, la integración o sinergia dentro de la persona (p. 25).
Maslow (1954/1987) estaba convencido de que era necesario que la psicología estudiara
a las personas más sanas y más desarrolladas para poder aprender acerca del potencial
humano.
Características De La Gente Autorrealizada
A partir de sus observaciones, Maslow identificó una serie de características de la gente
autorrealizada.
PERCEPCIÓN EFICIENTE DE LA REALIDAD
Los individuos autorrealizados tienen “una habilidad inusual para detectar lo espurio, lo
falso y deshonesto en la personalidad y, en general, para juzgar a la gente de forma
correcta y eficiente” (Maslow, 1954/1987, p. 128). Tienen menos probabilidad que otros de
ser engañados por sus propios mecanismos de defensa, deseos, expectativas y
estereotipos.
ACEPTACIÓN
En comparación con la persona promedio, los sujetos autorrealizados de Maslow se
aceptaban más a sí mismos, a los otros y a la naturaleza, incluida la aceptación de su
“nivel animal”; comen bien, duermen bien y disfrutan del sexo. Aceptan lo malo y lo bueno
y son por tanto tolerantes.
ESPONTANEIDAD
Las personas autorrealizadas se comportan de manera espontánea, simple y natural,
aunque por lo general no son en apariencia poco convencionales. Esta espontaneidad se
deriva de estar en contacto cercano con sus impulsos internos y su experiencia subjetiva.
No se ocultan detrás de una máscara social.
CENTRADOS EN LOS PROBLEMAS
La gente autorrealizada se centra en problemas fuera de sí mismos. Se centran en los
problemas, no en sí mismos. Las tareas pueden provenir de un sentido de obligación
social.
NECESIDAD DE PRIVACIDAD (SOLEDAD)
Más que a la mayoría de la gente, a los individuos autorrealizados les gusta la privacidad.
Maslow hipotetizaba que podían tolerar la privación sensorial (conducida por psicólogos
experimentales) con más facilidad que los demás. Son capaces de niveles más altos de
concentración y piensan por sí mismos en lugar de permitir que otros tomen decisiones
por ellos.
INDEPENDENCIA DE LA CULTURA Y DEL AMBIENTE (AUTONOMÍA)
Las personas autorrealizadas no dependen de otra gente o del mundo para satisfacer sus
necesidades. Son “autocontenidas” y resistentes ante las dificultades. Como la persona
autorrealizada está motivada por necesidades internas, en lugar de responder al mundo
externo, dicha persona siente más “libertad psicológica” (Maslow, 1968b, p. 35).
FRESCURA DE LA APRECIACIÓN
El sentido de asombro y admiración en la vida permanece siempre fresco en los
individuos autorrealizados. Esto puede provenir de experiencias estéticas, encuentros
sociales u otras fuentes.
EXPERIENCIAS CUMBRE
Probablemente la característica mejor conocida que Maslow describió es la capacidad de
tener experiencias místicas a las que denominó experiencias cumbre. Maslow
(1954/1987) las describe como:
sentimientos de horizontes ilimitados que se abren a la visión, el sentimiento de
ser al mismo tiempo más poderoso y también más desvalido que nunca antes, el
sentimiento de gran éxtasis, asombro y admiración, la pérdida de la ubicación en el
tiempo y el espacio con, por último, la convicción de que ha sucedido algo
extremadamente importante y valioso, de modo que el sujeto es en cierto grado
transformado y fortalecido por esas experiencias incluso en la vida diaria (p. 137).
Una variedad de sucesos pueden desencadenar esas experiencias. En ocasiones ocurren
en respuesta a la naturaleza; a veces son experiencias religiosas; a veces ocurren
durante la meditación; otras veces son incluso encuentros sexuales. Sin embargo, no
todas las personas autorrealizadas tienen estas experiencias cumbre; quienes las tienen
son más poéticos, musicales, filosóficos y religiosos. Las personas que no las tienen son
más prácticas, trabajan en el mundo social a través de la reforma, la política y otras áreas
del mundo real. Maslow parecía tener más admiración por quienes tenían experiencias
cumbre, a quienes llamaba “trascendentes”, que por los que no las tenían, a quienes
denominaba “meramente sanos” (p. 138).
RELACIÓN HUMANA
Los individuos autorrealizados se identifican con los seres humanos en general y tienen
una sensación de relación con la raza humana. Como se identifican con todos los seres
humanos y no sólo con un grupo particular, no están prejuiciados.
HUMILDAD Y RESPETO
La gente autorrealizada es humilde y siente que puede aprender de muchas personas
distintas, incluso de las que son de clase o raza diferentes. Es democrática más que
autoritaria y no insiste en mantener su estatus sobre los demás.
RELACIONES INTERPERSONALES
Los individuos autorrealizados son capaces de “más fusión, mayor amor, identificación
más perfecta, más desaparición de los límites del yo de lo que otras personas
considerarían posible” (Maslow, 1954/1987, p. 140). Sin embargo, discriminan y buscan a
otras personas autorrealizadas, por lo que tienen relaciones profundas con unas cuantas
personas más que muchas relaciones superficiales.
ÉTICA Y VALORES
Las personas autorrealizadas tienen fuertes estándares éticos, aunque éstos no son
normas convencionales del bien y el mal. Sus valores emergen de la aceptación de la
naturaleza humana y de su propia naturaleza, incluidos sus potenciales únicos.
DISCRIMINACIÓN ENTRE MEDIOS Y FINES
Los sujetos de Maslow estaban claramente centrados en los fines o metas de sus
esfuerzos y subordinaban los medios al fin. No obstante, podían apreciar el placer de los
términos medios.
SENTIDO DEL HUMOR
Los autorrealizados tienen un sentido del humor que no es hostil, no se ríen a expensas
de otras personas. Su sentido del humor es más filosófico que el de la mayoría de la
gente y se ríen de la condición humana. No obstante, en conjunto los sujetos de Maslow
eran más serios que graciosos.
CREATIVIDAD
La creatividad es la característica que según Maslow está presente, sin excepción, en
todos los sujetos autorrealizados. No entendía la creatividad en el sentido en que otros lo
hacen. No necesariamente implica algún producto creativo como una obra de arte o
música, a lo que Maslow (1954/1987, p. 160) denomina “creatividad de talento especial”
en contraste con la “creatividad de autorrealización”. La creatividad de una persona
autorrealizada surge naturalmente de las otras características: espontaneidad, resistencia
a la enculturación, eficiencia de la percepción, etc. Es una capacidad presente en todos
los niños, pero muchos la pierden a medida que la neurosis y lo que los psicoanalistas
llaman proceso secundario desplazan la creatividad anterior (Maslow, 1958).
RESISTENCIA A LA ENCULTURACIÓN
La gente autorrealizada no se “ajusta” a la sociedad a expensas de su propio carácter,
sino que más bien “mantiene un cierto desapego interno de la cultura en la cual está
inmersa” (Maslow, 1954/1987, p. 143). Es convencional cuando es más fácil o menos
problemático serlo, pero esto es una adaptación superficial que con facilidad cede el paso
a su naturaleza autónoma. En otros momentos no es fácil influir en ella.
RESOLUCIÓN DE LAS DICOTOMÍAS
La gente autorrealizada no ve en términos de y/o como sucede a menudo con personas
menos sanas. Maslow (1954/1987, p. 149) ofreció varios ejemplos de dicotomías que las
personas autorrealizadas no ven así, por ejemplo, razón contra emoción, egoísta contra
generoso, serio contra jovial, activo contra pasivo y masculino contra femenino. En lugar
de ver conflicto entre lo que es bueno para el individuo y lo que sirve a los otros, ambos
operan juntos con “sinergia” (Maslow, 1964).
Maslow aclaraba que los individuos autoactualizados a los que había estudiado no eran
perfectos; algunos de ellos, incluso, tenían defectos bastante obvios. El compromiso
inquebrantable que suelen contraer con su profesión y sus valores hace que las personas
autoactualizadas se conduzcan a veces de manera inexorable, todo en aras de conseguir
sus objetivos; en tales casos, su obra puede gozar de precedencia sobre las necesidades
o el sentir de los demás. Por añadidura, los autoactualizados pueden llevar su
independencia de espíritu hasta los extremos. Por ello, no es de extrañar que estas
personas tengan que enfrentar los problemas que también aquejan a la gente común:
culpa, angustia, tristeza, conflictos, etcétera.
Carl Rogers
Ha ejercido una influencia indeleble sobre la psicología y la psicoterapia, así como sobre
la educación. A él se deben la creación y la promoción de la terapia centrada en la
persona, la puesta en marcha del movimiento de los grupos de encuentro, la fundación -
junto con otros eminentes psicólogos- de la psicología humanista y, por último, la
dirección de los primeros grupos centrados en la persona dedicados a la resolución de
conflictos políticos internacionales.
A lo largo de su vi a profesional, aun cuando sus intereses se enriquecieron al extenderse
no sólo a la psicoterapia individual y la terapia de grupo, sino también a los sistemas
educativos, sociales y gubernamentales, los conceptos filosóficos de Rogers siempre
conservaron el optimismo y el humanismo que los caracterizó desde el principio.
Biografía
Carl R. Rogers nació en Oak Park, Illinois (cerca de Chicago), el 8 de enero de 1902. Fue
el cuarto de seis hijos. Su padre era propietario de parte de un exitoso negocio de
contratos e ingeniería civil. La atmósfera familiar valoraba el trabajo duro y el cristianismo
fundamentalista, adhiriéndose a estrictas reglas de conducta. “No bailábamos, no
jugábamos cartas, no íbamos al cine ni fumábamos, bebíamos o mostrábamos algún
interés sexual” (Rogers, 1967, p. 344).
Rogers siempre disfrutó de la lectura. Cuando ingresó a la escuela leía a un nivel de
cuarto grado; mientras crecía, e incluso después, le encantaba estar solo, para leer.
Como era de esperar, sus calificaciones siempre fueron altas.
Sus experiencias en la Universidad de Wisconsin resultaron significativas y gratificantes.
"Por primera vez en mi vida fuera de! ámbito familiar descubrí el sentido de la cercanía y
la intimidad auténticas" (1967, p. 349). Desde el segundo año en la universidad inició sus
estudios sacerdotales. Al año siguiente, 1922, viajó a China para as istir a una conferencia
de la Federación Mundial de Estudiantes Cristianos en Beijing. Al poco tiempo, realizó una
gira por el oeste chino y otros países asiáticos, donde pronunció numerosas alocuciones.
Este viaje sirvió para temperar sus actitudes religiosas fundamentalistas, lo cual
representó la primera oportunidad para conseguir cierta independencia psicológica. ''A
partir de este viaje establecí mis propias metas, mis propios valores y mi propia filosoffía,
sin recurrir más a los conceptos que defendían mis padres y que hasta entonces tenía por
irrenunciables" (1967, p. 351 ).
Rogers se graduó de la universidad en 1924 con el grado de bachiller en historia (había
perdido el interés en la agricultura). Irónicamente, sólo llevó un curso de psicología como
estudiante no graduado. Ese verano se casó con su prometida de casi dos años, Helen,
una artista comercial, aunque su familia objetaba que sería mejor esperar a terminar sus
estudios de posgrado. Helen renunció a su trabajo como artista comercial y se trasladaron
a la ciudad de Nueva York, donde ambos ingresaron en la escuela de graduados. Rogers
estudió en el Seminario de la Unión Teológica, continuando su interés religioso que fue un
tema importante en su vida. También tomó cursos en el Colegio de Maestros de la
Universidad de Columbia y decidió hacer el trabajo de grado en psicología.
Durante varios años después de terminar sus estudios de graduado en 1928, Rogers
trabajó con niños. Su primer puesto fue en la Sociedad Rochester (Nueva York) para la
Prevención de la Crueldad con los Niños, donde trabajó con jóvenes delincuentes y
pobres. En 1940, después de 12 años en Rochester, Rogers se mudó con su esposa y
sus dos hijos a Ohio, donde recibió su primer nombramiento académico: profesor titular en
la Universidad Estatal de Ohio. Es sumamente inusual que un miembro del profesorado
empiece en la cima del rango académico, pero Rogers acababa de publicar un libro
importante Clinical Treatment of the Problem Child. En sus lecturas, llegó a darse cuenta
de que sus ideas sobre la terapia eran nuevas y las desarrolló en otro libro, Counseling
and Psychotherapy (Rogers, 1942a).
En 1968 formó con otros el Centro para los Estudios de la Persona. En esos años, exploró
los grupos de encuentro y el entrenamiento de la sensibilidad. Algunos de sus proyectos
pretendían alcanzar la paz internacional en áreas de conflicto como Centroamérica,
Sudáfrica e Irlanda del Norte.
A lo largo de su carrera, Rogers encabezó algunas organizaciones profesionales. Fue
presidente de la Asociación Americana de Psicología Aplicada (1944-1945) y de la
Asociación Psicológica Americana (1946-1947). Recibió dos distinciones prestigiosas de
la Asociación Psicológica Americana: el Premio a la Contribución Científica Distinguida en
1956 (American Psychological Association, 1957) y el primer Premio a la Contribución
Profesional Distinguida en 1972 (American Psychological Association, 1973). Fue el
primer (y hasta 1987, el único) psicólogo en recibir ambos honores (Cain, 1987). Rogers
murió de un ataque cardiaco en 1987, a la edad de 85 años.
Aportes
De importancia fundamental en las obras de Rogers es la idea de que las personas se
definen a través de la observación y la evaluación de sus propias experiencias. Su
premisa básica es que las realidades constituyen asuntos privados a los cuales solo
pueden acceder las personas mismas. En su obra teorica más importante, Rogers (1959)
define los conceptos que conforman la parte medular de su teoría de la personalidad, de
la terapia y de las relaciones personales. Estos constructos primarios establecen un
marco dentro del cual los individuos erigen y modifican la imagen de sí mismos.
La Esfera De La Experiencia
Hay una esfera propia de cada individuo que contiene “todo lo que sucede dentro de la
envoltura del organismo en cualquier momento y que encierra la posibilidad de acceder a
la conciencia” (1959, p. 197). Esto comprende los sucesos, las percepciones y las
sensaciones de las cuales la persona no tiene conciencia, pero podría adquirirla si se
concentrara en esos datos empíricos. Se trata de un mundo personal y privado que
corresponde o no a la realidad objetiva y observada.
Tal esfera de la experiencia es selectiva, subjetiva e incompleta (Van Belle, 1980). Está
sujeta a limitaciones tanto de tipo psicológico (aquello de lo que quisiéramos tomar
conciencia) como biológico (aquello de lo que podemos tomar conciencia). Aunque desde
el punto de vista teórico nuestra atención está abierta a cualquier experiencia, se centra
en las preocupaciones o intereses más inmediatos, con exclusión de casi todo lo demás.
Cuando tenemos hambre, nuestra esfera de la experiencia se colma de pensamientos
relacionados con alimentos y con la forma de obtenerlos. Cuando nos sentimos solos,
nuestra preocupación se vincula con la mejor forma de mitigar la soledad. Esta esfera de
la experiencia es nuestro mundo real, aun cuando no se parezca al mundo real que
perciben las demás personas.
El Self Como Proceso
Dentro de la esfera de la experiencia se encuentra el self, una entidad inestable y
mutable. Sin embargo, si se observa en cualquier momento, parece estable y predecible,
ya que, para observarla, solemos "congelar" una sección de la experiencia. Rogers
concluye que "no hablamos de una entidad caracterizada por un crecimiento lento o por
un aprendizaje gradual [ ... ] Es obvio que estamos frente a una Gestalt, una configuración
en la que la modificación del menor aspecto altera completamente el conjunto" (1959, p.
201). El self es una Gestalt organizada y completamente sujeta a un proceso constante de
formación y reformación a medida que cambian las situaciones.
El self de Rogers es un proceso, un sistema que, por definición, cambia constantemente.
En esta diferencia, en este énfasis en el cambio y en la flexibilidad, radica la originalidad
de la teoría rogeriana. A partir del concepto de fluidez, Rogers formuló la idea de que los
individuos no sólo son capaces de conseguir el crecimiento y el desarrollo personal, sino
que estos cambios positivos constituyen una progresión natural y esperada.
El Self Ideal
El self ideal es "el concepto de sí mismo que la persona anhela y al cual le asigna un valor
superior" (Rogers, 1959, p. 200). Al igual que el self, es una estructura sujeta a un cambio
constante, razón por la que requiere una redefinición continua. Cuando el self ideal difiere
significativamente del self real, la persona se siente insatisfecha e inconforme y, por ende,
sufre problemas neuróticos. La capacidad de percibirse con claridad y, al mismo tiempo,
aceptarse, representa un signo de salud mental. El self ideal es un modelo hacia el cual
se dirigen todos los esfuerzos. A la inversa, en la medida en que difiera de la conducta y
los valores reales, el self ideal inhibe la capacidad de desarrollo.
Tendencia A La Autoactualización
La tendencia a la autoactualización forma parte de la naturaleza humana. Esta necesidad
no se circunscribe a los seres humanos, sino que es parte del proceso de todos los seres
vivos: "Es el impulso que se aprecia en todas las formas de vida orgánica y humana:
expandirse, extenderse, adquirir autonomía, desarrollarse, madurar; y es la tendencia a
expresar y activar todas las capacidades del organismo, en la medida en que enriquezca
al organismo o al self" (Rogers, 1961, p. 35).
Rogers señala que en cada uno de nosotros hay una tendencia inherente a explotar
nuestras capacidades y competencias hasta donde lo permita nuestra estrucrura
biológica. Así como un vegetal crece para transformarse en una planta sana y la semilla
posee el impulso germinativo para convertirse en un árbol, el humano se ve impelido a
transformarse en una persona plena, completa y autorrealizada.
Poder Personal
Cuando Rogers desvió su atención de las consideraciones estrictamente terapéuticas, su
reflexión comenzó a dirigirse a los problemas de los individuos en los contextos político y
social. Así, llamó poder personal a la dimensión social del método centrado en la persona.
Dicha dimensión se relaciona con "el lugar en el que se ejerce el poder de tomar
decisiones, es decir, quién toma las decisiones que, de manera consciente o inconsciente,
regulan o controlan los pensamientos, las emociones o la conducta de otros o de sí
mismo [ ... ] Se trata, en suma, del proceso que implica obtener, utilizar, compartir o ceder
el poder, el control, la toma de decisiones" (1978, pp. 4-5). Rogers sostiene que los seres
humanos poseemos, con sólo recibir la oportunidad, una enorme capacidad para usar el
poder personal de manera correcta y benéfica. "Dentro de sí mismo, el individuo cuenta
con vastos recursos para entenderse, para modificar el concepto de sí mismo, así como
sus actitudes y la dirección de su conducta" (1978, p. 7). Lo que impide la realización de
esta tendencia al desarrollo es el control que ejercen otros sobre nuestras decisiones. A
menudo se opone resistencia a esta forma de dominio, el cual alcanza sus consecuencias
más negativas en las dictaduras.
Congruencia e Incongruencia
Rogers no divide a los individuos en adaptados e inadaptados, enfermos o sanos,
normales o anormales; al contrario, prefiere contemplarlos a la luz de su capacidad para
percibir la realidad de sus situaciones.
define el término congruencia como el grado de equilibrio que impera entre la
experiencia, la comunicación y la conciencia. Un grado alto de congruencia implica que la
comunicación (lo que se expresa), la experiencia (lo que ocurre) y la conciencia (lo que se
percibe) son casi iguales. En esta situación, las observaciones propias y las de otra
persona resultarían bastante coherentes.
La incongruencia ocurre cuando hay diferencias entre la conciencia, la experiencia y la
comunicación. Por ejemplo, las personas presentan incongruencia cuando parecen estar
coléricas (puños apretados, gritos, maldiciones), pero no reconocen sentirse así, aun
cuando todo indique lo contrario. También se percibe incongruencia en los individuos que
aseguran divertirse, pese a lo cual parecen aburridos, solitarios o resignados. En términos
generales, la incongruencia es la incapacidad de percibir con precisión o la incapacidad o
renuencia a comunicarse sobre la base de la realidad.
No siempre nos comportamos de la misma forma, y en esto tampoco hay nada inusual ni
patológico. Empero, no reconocer, enfrentar o admitir las contradicciones puede encerrar
síntomas de incongruencia.
Las fuerzas positivas que tienden a la salud y al crecimiento son naturales e inherentes al
organismo. Con base en su propia experiencia clínica, Rogers concluye que las personas
tienen la capacidad de experimentar y cobrar conciencia de sus desajustes. Esto significa
que uno puede experimentar la incongruencia entre el concepto que tiene de sí mismo y
las experiencias reales por las que atraviesa.
Dicha capacidad se acompaña de la facultad de modificar el concepto propio de tal suerte
que, de hecho, concuerde con la realidad. Así, Rogers postula un movimiento natural que
evita los conflictos y busca la resolución. Concibe la adaptación no como un estado
estático, sino como un proceso en el que se asimilan con precisión el aprendizaje y la
experiencia. "Podemos exponer brevemente la hipótesis central de este enfoque: el
individuo cuenta en su interior con vastos recursos para entenderse y modificar el
concepto en el que se tiene, sus actitudes y su conducta consciente" (Rogers, 1984).
Viktor Frankl
Viktor Emil Frankl nació en Viena el 26 de marzo de 1905. Su padre, judío, prácticamente
era empleado del Imperio en el Ministerio de Educación, donde alcanzó el grado de
director. Su madre pertenecía a los Wiener, una familia patricia que desde antiguo se
había establecido en Praga, pero que habían mantenido contactos frecuentes con los
ambientes culturales vieneses. Desde niño Frankl manifestó su deseo de ser médico,
afirmando, sin embargo, que su modo de ejercer la profesión sería distinto, porque no iba
a recurrir demasiado a los fármacos (Bazzi y Fizzotti, 1989). Con la primera guerra
mundial y el hundimiento del Imperio, la familia Frankl sufrió una grave crisis económica.
Desde la adolescencia empezó a interesarse por las ciencias naturales y las
concepciones filosóficas que para él definían el modo de entender y afrontar la vida. Esto
le fue evidente ante el hecho de la muerte de un compañero del Instituto donde estudiaba,
quien se había suicidado con un libro de Nietzsche entre las manos (Bazzi y Fizzotti,
1989).
Frankl ingresa a la Escuela de Medicina de la Universidad de Viena, y movido por la
lectura de Soren Kierkegard, decide que tiene las cualidades necesarias para hacerse
psiquiatra. Mientras desarrolla su doctorado en Medicina entra a las filas del Partido
Socialista y de la Psicología Individual de Alfred Adler, quien ya en ese momento lideraba
un maduro movimiento. Y es precisamente en el momento en que ya hace parte del
movimiento adleriano cuando irónicamente tiene su primer encuentro personal con Freud.
Un encuentro que Frankl calificaría como casual y tardío, ya que por ése momento estaba
publicando su segundo trabajo científico en la revista de Adler.
En 1930 Frankl se gradúa y posteriormente consigue la especialización en neurología y
psiquiatría (1936) y gracias al trabajo independiente (en cuanto a escuelas terapéuticas se
refiere) que realiza en ese tiempo tanto en la Clínica Neurológica de la Universidad de
Viena como en el Hospital Psiquiátrico de Viena, puede Frankl diseñar y poner a prueba,
ya en la práctica, los lineamientos de su nuevo estilo de psicoterapia. El término
logoterapia lo utilizó por primera vez en 1926 en una Asociación de Psicología Médica,
cuando aún era un investigador teórico (Bazzi y Fizzotti, 1989).
En 1937 Frankl abre su consulta privada, y continúa comprobando sus ideas. En 1938
Hitler invade Austria y empiezan las persecuciones raciales sobre la familia Frankl. A
principios de 1942 se casa con Tilly, una joven judía que conocía desde hacía tiempo.
Pero para noviembre de 1942 sobrevino el apresamiento por parte de la SS (APA Monitor,
1997). Sólo su hermana se salva por haber obtenido el visado para ir a Australia, Es
separado de su esposa y recuerda que en los momentos más duros de la deportación
evocará el amor por TilIy como una inmensa reserva de significado (Bazzi y Fizzotti,
1989).
El período de cautiverio duró dos años y medio. Con el número de matrícula 119104
Frankl, privado de toda identidad, conocerá los horrores de Theresienstadt, Kaufering,
Türkheim y Auschwitz. Sus padres, su esposa y su hermano murieron. Este fue el
acontecimiento que maduró plenamente las convicciones filosóficas y psicológicas que
había ido conquistando. Había llegado el momento de verificaren sí mismo la validez de
su tesis principal, esto es, que el hombre para vivir tiene sobre todo necesidad de sentido.
En la firme convicción de que una persona permanece siempre y en cualquier
circunstancia responsable, afrontó la tiranía absurda de los campos de exterminio,
intentando dar día adía un sentido incluso a aquella existencia imposible.
Su reinserción a la vida normal no fue fácil. Decidió volver y quedarse en Viena donde
posteriormente fue nombrado como jefe del Departamento de Neurología del Policlínico
Vienés. Uno de los motivos para otorgarle ese cargo se debió al enorme éxito de su
primer libro publicado: Artzliche Seelsorge escri 10 en los primeros meses de 1946,
reelaborado los apuntes estenografiados en el barracón del campo de concentración. La
primera edición se agotó en tres días y la segunda en tres meses.
Escribió 31 libros que han sido publicados en más de 24 idiomas, incluyendo japonés,
chino y ruso, además de numerosos artículos en diversas revistas científicas. Fue invitado
por más de 200 universidades a dictar cursos y conferencias en los cinco continentes.
Entre 1970 y 1995 recibió 29 títulos de “Doctor Honoris Causa”. Su última clase la dictó en
la Universidad de Viena en 1995 y concedió al año siguiente la última entrevista ante un
numeroso público de especialistas con motivo del Primer Congreso Mundial de
Psicoterapia en Viena.
Viktor Emil Frankl murió a causa de un paro cardíaco el 2 de septiembre de 1997 a la
edad de 92 años y su vida se constituyó en un ejemplo para la humanidad; además, su
amplio legado científico ha enriquecido profundamente la Medicina, la Psicología y la
Filosofía.
Aportes
La logoterapia comenzó así a darse a conocer en distintos lugares del mundo; se le
conoció como «la tercera escuela vienesa de psicoterapia» (las dos primeras son el
psicoanálisis y la psicología individual). La logoterapia de Frankl, como estructura teórica
partió del psicoanálisis, pero, a diferencia de la pulsión sexual freudiana o de la voluntad
de poder adleriana, Frankl sitúa en primer plano «la búsqueda del sentido», Para él la
necesidad fundamental del ser humano no es la satisfacción sexual ni la afirmación de sí,
sino la búsqueda del sentido de la vida. El neurótico se encuentra ante un vacío
existencial, se pregunta por el sentido de la vida, debe responder, con sus actos, a las
preguntas que plantea la vida y asumir la responsabilidad de su existencia (Marc, 1993).
La logoterapia hace parte del movimiento de la psicología existencial. Como Misiak y
Sexton (1966) califican: está inspirada en la filosofía existencial, concentrándose en el
hombre como un ser individual que es-en-el-mundo. Desde esta perspectiva la explicación
y comprensión del hombre va más allá de los campos de la física, la química o la
neurofisiología. La psicología existencial, en general y la logoterapia en particular,
complementan (más que remplazar) estas orientaciones en psicología. (Rozo, 1998)
Voluntad de sentido
La búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y
no una "racionalización secundaria" de sus impulsos instintivos. Este sentido es único y
específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo; únicamente
así logra alcanzar el hombre un significado que satisfaga su propia voluntad de sentido.
(Frankl, 1991)
Frustración existencial
La voluntad de sentido del hombre puede también frustrarse, en cuyo caso la logoterapia
habla de la frustración existencial. El término existencial se puede utilizar de tres maneras:
para referirse a la propia (1) existencia; es decir, el modo de ser específicamente humano;
(2) el sentido de la existencia; y (3) el afán de encontrar un sentido concreto a la
existencia personal, o lo que es lo mismo, la voluntad de sentido.
La frustración existencial se puede también resolver en neurosis. Para este tipo de
neurosis, la logoterapia ha acuñado el término "neurosis noógena", en contraste con la
neurosis en sentido estricto; es decir, la neurosis psicógena.
Neurosis noógena
Las neurosis noógenas no nacen de los conflictos entre impulsos e instintos, sino más
bien de los conflictos entre principios morales distintos; en otras palabras, de los conflictos
morales o, expresándonos en términos más generales, de los problemas espirituales,
entre los que la frustración existencial suele desempeñar una función importante.
Noodinámica
La salud se basa en un cierto grado de tensión, la tensión existente entre lo que ya se ha
logrado y lo que todavía no se ha conseguido; o el vacío entre lo que se es y lo que se
debería ser. Esta tensión es inherente al ser humano y por consiguiente es indispensable
al bienestar mental. No debemos, pues, dudar en desafiar al hombre a que cumpla su
sentido potencial. Sólo de este modo despertamos del estado de latencia su voluntad de
significación. Considero un concepto falso y peligroso para la higiene mental dar por
supuesto que lo que el hombre necesita ante todo es equilibrio o, como se denomina en
biología "homeostasis"; es decir, un estado sin tensiones. Lo que el hombre realmente
necesita no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que le merezca la
pena. Lo que precisa no es eliminar la tensión a toda costa, sino sentir la llamada de un
sentido potencial que está esperando a que él lo cumpla. Lo que el hombre necesita no es
la "homeostasis", sino lo que yo llamo la "noodinámica", es decir, la dinámica espiritual
dentro de un campo de tensión bipolar en el cual un polo viene representado por el
significado que debe cumplirse y el otro polo por el hombre que debe cumplirlo. (Frankl,
1991)
El Vacío Existencial
El vacío existencial es un fenómeno muy extendido en el siglo XX. Ello es comprensible y
puede deberse a la doble pérdida que el hombre tiene que soportar desde que se
convirtió en un verdadero ser humano. El hombre tiene que elegir; pero, además, en los
últimos tiempos de su transcurrir, el hombre ha sufrido otra pérdida: las tradiciones que
habían servido de contrafuerte a su conducta se están diluyendo a pasos agigantados.
Carece, pues, de un instinto que le diga lo que ha de hacer, y no tiene ya tradiciones que
le indiquen lo que debe hacer; en ocasiones no sabe ni siquiera lo que le gustaría hacer.
En su lugar, desea hacer lo que otras personas hacen (conformismo) o hace lo que otras
personas quieren que haga (totalitarismo). (Frankl, 1991)
El sentido de la vida
No deberíamos buscar un sentido abstracto a la vida, pues cada uno tiene en ella su
propia misión que cumplir; cada uno debe llevar a cabo un cometido concreto.
En última instancia, el hombre no debería inquirir cuál es el sentido de la vida, sino
comprender que es a él a quien se inquiere. En una palabra, a cada hombre se le
pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia
vida; sólo siendo responsable puede contestar a la vida. De modo que la logoterapia
considera que la esencia íntima de la existencia humana está en su capacidad de ser
responsable. (Frankl, 1991)
La esencia de la existencia
Este énfasis en la capacidad de ser responsable se refleja en el imperativo categórico de
la logoterapia; a saber: "Vive como si ya estuvieras viviendo por segunda vez y como si la
primera vez ya hubieras obrado tan desacertadamente como ahora estás a punto de
obrar." Me parece a mí que no hay nada que más pueda estimular el sentido humano de
la responsabilidad que esta máxima que invita a imaginar, en primer lugar, que el
presente ya es pasado y, en segundo lugar, que se puede modificar y corregir ese
pasado: este precepto enfrenta al hombre con la finitud de la vida, así como con la
finalidad de lo que cree de sí mismo y de su vida.
La logoterapia intenta hacer al paciente plenamente consciente de sus propias
responsabilidades; razón por la cual ha de dejarle la opción de decidir por qué, ante qué o
ante quién se considera responsable.
El sentido del amor
El amor constituye la única manera de aprehender a otro ser humano en lo más profundo
de su personalidad. Nadie puede ser totalmente conocedor de la esencia de otro ser
humano si no le ama. Por el acto espiritual del amor se es capaz de ver los trazos y
rasgos esenciales en la persona amada; y lo que es más, ver también sus potencias: lo
que todavía no se ha revelado, lo que ha de mostrarse. Todavía más, mediante su amor,
la persona que ama posibilita al amado a que manifieste sus potencias. Al hacerle
consciente de lo que puede ser y de lo que puede llegar a ser, logra que esas potencias
se conviertan en realidad. Un tercer cauce para encentar el sentido de la vida es por vía
del sufrimiento.
El sentido del sufrimiento
Cuando uno se enfrenta con una situación inevitable, insoslayable, siempre que uno tiene
que enfrentarse a un destino que es imposible cambiar, por ejemplo, una enfermedad
incurable, un cáncer que no puede operarse, precisamente entonces se le presenta la
oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo, cual es el
del sufrimiento.
Uno de los postulados, básicos de la logoterapia estriba en que el interés principal del
hombre no es encontrar el placer, o evitar el dolor, sino encontrarle un sentido a la vida,
razón por la cual el hombre está dispuesto incluso a sufrir a condición de que ese
sufrimiento tenga un sentido.
La neurosis colectiva
Cada edad tiene su propia neurosis colectiva. El vacío existencial que es la neurosis
masiva de nuestro tiempo puede descubrirse como una forma privada y personal de
nihilismo, ya que el nihilismo puede definirse como la aseveración de que el ser carece de
significación. Por lo que a la psicoterapia se refiere, no obstante, nunca podrá vencer este
estado de cosas a escala masiva si no se mantiene libre del impacto y de la influencia de
las tendencias contemporáneas de una filosofía nihilista; de otra manera representa un
síntoma de la neurosis masiva, en vez de servir para su posible curación.
En primer lugar, existe un riesgo inherente al enseñar la teoría de la "nada" del hombre,
es decir, la teoría de que el hombre no es sino el resultado de sus condiciones biológicas,
sociológicas y psicológicas o el producto de la herencia y el medio ambiente. Esta
concepción del hombre hace de él un robot, no un ser humano. El fatalismo neurótico se
ve alentado y reforzado por una psicoterapia que niega al hombre su libertad. (Frankl,
1991)
Cierto, un ser humano es un ser finito, y su libertad está restringida. No se trata de
liberarse de las condiciones, hablamos de la libertad de tomar una postura ante esas
condiciones.
El ser humano no es una cosa más entre otras cosas; las cosas se determinan unas a las
otras; pero el hombre, en última instancia, es su propio determinante. Lo que llegue a ser
—dentro de los límites de sus facultades y de su entorno— lo tiene que hacer por sí
mismo. En los campos de concentración, por ejemplo, en aquel laboratorio vivo, en aquel
banco de pruebas, observábamos y éramos testigos de que algunos de nuestros
camaradas actuaban como cerdos mientras que otros se comportaban como santos. El
hombre tiene dentro de sí ambas potencias; de sus decisiones y no de sus condiciones
depende cuál de ellas se manifieste. (Frankl, 1991)

Referencias

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