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1. Son actos de petición a través de los que las partes solicitan la aplicación de una pena para
el acusado con unas alegaciones relativas a su participación en unos hechos delictivos.
2. Los hechos jurídicamente relevantes que las partes introducen en sus escritos de
acusación y defensa conforman el objeto procesal y representan los límites de la decisión
judicial sobre los hechos y la participación en ellos del acusado, de modo que el tribunal no
podrá pronunciarse en la sentencia sobre hechos que no hayan sido objeto de acusación.
3. Los escritos de acusación y defensa delimitan también el objeto de la prueba , solo pueden
proponerse pruebas que versen sobre hechos relacionados con las pretensiones deducidas
por la acusación y con las defensas alegadas de contrario por el acusado.
4. Los escritos de acusación deberán contener también la calificación civil si el perjudicado no
ha renunciado a la reparación del daño causado o no se ha reservado la acción para
solicitar tal reparación en un proceso civil posterior. Si está personado como actor civil, su
escrito versará exclusivamente sobre los hechos determinantes de la responsabilidad civil
y sobre las consecuencias jurídicas derivadas de ellos, consistentes en la restitución,
reparación o en la indemnización de los daños y perjuicios.
5. Tanto los hechos objeto de los escritos de acusación como su calificación y las penas
solicitadas se caracterizan por su provisionalidad, puesto que pueden sufrir variaciones
como consecuencia del resultado de la prueba practicada en el acto de juicio, siempre que
las modificaciones no supongan una alteración sustancial del objeto procesal y que, en el
caso de suponer una agravación de las penas, se ofrezca la posibilidad al acusado de
suspender las actuaciones para llevar a cabo una breve instrucción complementaria que le
permita ejercer su derecho de defensa sin restricciones frente a la nueva acusación (art.
788.4 LECrim). Las partes que deseen modificar sus escritos, dejarán constancia de tales
variaciones en trámite de conclusiones definitivas.
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Aunque el contenido de los escritos de acusación es el mismo en todos los casos, existen
algunas diferencias relativas a su denominación, momento en el que deben formularse y
tramitación procesal que justifican un análisis separado.
Una vez abierto el juicio oral, la Audiencia Provincial dará cuenta de la causa al Ministerio
Fiscal para que, en el plazo de cinco días, formule su escrito de calificación provisional,
denominación que reciben en este ámbito los escritos de acusación y defensa (art. 649
LECrim).
A continuación, se dará traslado a la acusación particular, que dispondrá del mismo plazo y, en
último término, al actor civil si se encuentra personado para que también en el plazo de cinco
días formule escrito de calificación exclusivamente respecto de la responsabilidad civil.
En los juicios rápidos, la acusación se formula ante el juez de guardia una vez abierto el juicio
oral, pero cabe la posibilidad de que el Ministerio Fiscal la presente oralmente en una
audiencia celebrada al efecto si no hay más partes acusadoras personadas. En todo caso, si el
Ministerio Fiscal no presenta escrito de acusación dentro del plazo de dos días, el juez de
guardia requerirá al superior jerárquico del fiscal interviniente para que formule acusación en
un nuevo plazo de dos días y, de no hacerlo, se entenderá que el Ministerio Fiscal solicita el
sobreseimiento libre, que deberá acordarse si no hay más acusaciones personadas (art. 800.2 y
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Las reformas legales operadas en los últimos años en el ámbito de protección de la víctima del
delito han tenido un importante reflejo procesal en materia de personación y ejercicio de la
acusación. A lo previsto por el 110 LECrim, relativo al derecho del perjudicado a personarse en
las actuaciones antes del trámite de calificación y ejercitar la acción civil, se suma desde 2015
la posibilidad de personarse en el mismo plazo y ejercer la acción penal, en el bien entendido
de que su personación no podrá suponer la retroacción de las actuaciones ni la reiteración de
actuaciones practicadas antes de su personación (art. 109 bis LECrim). Tratándose de una
víctima de violencia de género, se le permite personarse en cualquier momento del
procedimiento (incluso iniciado o terminado el trámite de calificación) siempre que no resulte
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afectado el derecho de defensa del acusado y sin que pueda realizar actuaciones ya
practicadas antes de su personación (art. 20.7 de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre,
de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, modificado por Real Decreto-
Ley 9/2018, de 3 de agosto).
Esta primera exigencia se refiere a los hechos que integran el supuesto de hecho del tipo penal
por el que se acusa. Aunque el precepto se refiera a los hechos que obren en las actuaciones
sumariales (art. 650.1º LECrim), esta expresión debe entenderse referida al relato de hechos
realizado por el juez instructor en el auto de procesamiento o en el auto de transformación de
las diligencias previas en procedimiento abreviado. En este sentido, se podrá no acusar por
hechos que hayan sido objeto de investigación y que consten en tales resoluciones, pero no se
podrá, por el contrario, acusar por hechos introducidos ex novo o que, habiendo sido
investigados, no hayan sido reflejados por el juez instructor en los citados autos (STS
133/2018, de 20 de marzo).
El relato de hechos punibles debe incorporar también todos aquellos que determinen la
aplicación de circunstancias modificativas de la responsabilidad (eximentes, atenuantes y
agravantes) o de subtipos penales atenuados o agravados (art. 650.4º LECrim).
Es sumamente importante que el relato de hechos sea preciso y exhaustivo, puesto que las
variaciones que se realicen en trámite de conclusiones definitivas no podrán suponer una
alteración sustancial de los mismos.
La acusación debe calificar los hechos de acuerdo con los tipos penales (principales y conexos)
que a su juicio corresponda, incluidas las posibles circunstancias modificativas de la
responsabilidad que se consideren concurrentes (art. 650.2º LECrim). Asimismo, a los efectos
de individualizar posteriormente la pena, se hará constar el grado de consumación del delito y
la presencia, en su caso, de concursos delictivos o de figuras penales como el delito
continuado.
Aunque no es el título de condena el que vincula al tribunal al dictar sentencia, sino el bien
jurídico protegido (art. 789.3 LECrim), una errónea calificación puede dar lugar a una sentencia
absolutoria si la calificación correcta de los hechos exige que en la sentencia se lleve a cabo
una mutación sustancial de bien jurídico no permitida por el principio acusatorio.
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Es preciso, por un lado, individualizar a cada uno de los acusados y, a continuación, indicar su
grado de participación en los hechos enjuiciados de acuerdo con lo previsto en los arts. 28 y 29
CP (art. 650.3º LECrim). Aunque el grado de participación que la acusación estime concurrente
tampoco es vinculante para el tribunal, su inclusión en el escrito de acusación es importante
para posibilitar su conocimiento por el acusado y que pueda ejercitar debidamente su derecho
de defensa respecto de la pena que pueda solicitarse en atención a su grado de implicación en
los hechos.
Se hará constar tanto la pena principal como las accesorias y, en su caso, las penas que se
soliciten alternativamente, que se ajustarán a la participación del acusado en los hechos, a la
calificación de los mismos y a la concurrencia de circunstancias modificativas de la
responsabilidad (art. 650.5º LECrim).
En aquellos casos en los que las acusaciones formulen también la acción civil (o se encuentre
personado el actor civil), a continuación, se hará constar la persona que se considera
civilmente responsable, su grado de responsabilidad (directo o subsidiario) y la cuantificación
de los daños y perjuicios causados o, en su caso la cosa que deba ser restituida (arts. 650 in
fine y 781.1 LECrim). Asimismo, se incluirá en su caso la petición de condena en costas (art.
781.1 LECrim).
El art. 656 LECrim establece la necesidad de solicitar en los escritos de calificación la práctica
de las pruebas de las que las partes pretendan valerse, por cuanto las que no sean propuestas
en este momento, salvo en situaciones excepcionales (como las previstas en los arts. 786.2 o
729 LECrim), no podrán proponerse en otro momento (art. 728 LEC).
A la proposición de pruebas debe acompañarse las listas de testigos y peritos cuya declaración
se pretenda, así como la solicitud, en su caso, del uso de la videoconferencia en los casos
previstos en el art. 731 bis LECrim, sin perjuicio de que tal medida pueda ser acordada de oficio
por el tribunal. Podrá solicitarse también en este momento la práctica de pruebas anticipadas
que no hubieran podido proponerse anteriormente (art. 657 LECrim).
El objeto del proceso penal es, como ha manifestado el Tribunal Supremo de forma muy
gráfica, de concreción o cristalización progresiva: “Se va formateando conforme avanzan las
investigaciones y queda provisionalmente fijado con las conclusiones provisionales, pero es
cuando el Fiscal o las acusaciones elevan sus conclusiones a definitivas cuando estas quedan
fijadas con capacidad para condicionar el desenlace jurisdiccional del hecho enjuiciado” (STS
753/2018, de 8 de marzo de 2019). De ahí que, por un lado, el art. 732 LECrim permita realizar
algunas modificaciones en los escritos de acusación y, por otro lado, que la vinculación judicial
se refiera a la pretensión formulada en trámite de conclusiones definitivas.
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su calificación o a las penas solicitadas. En este momento, pueden optar por alguna de las
siguientes posibilidades:
1. Confirmar sus conclusiones provisionales sin introducir modificación alguna . En este caso,
al ser preguntadas por el tribunal, utilizarán la fórmula “a definitivas”, esto es,
manifestarán que desean convertir en definitivas las conclusiones contenidas en sus
escritos de calificación provisional o acusación.
2. Pueden modificar las conclusiones provisionales en los términos del art. 732 LECrim, esto
es, siempre que con ello no provoquen una alteración sustancial de la pretensión de la que
el acusado no haya podido defenderse o que la acusación se dirija contra quienes no
habían sido acusados inicialmente.
En el caso de que en este momento procesal alguna de las partes acusadoras modifique el
título de condena (sin alterar por ello el bien jurídico protegido) o considere oportuno, a la
vista de la prueba practicada, la agravación de la pena solicitada, la defensa podrá solicitar la
suspensión del juicio oral por un tiempo máximo de diez días durante el que podrá recabar
pruebas de descargo relativas a las nuevas circunstancias introducidas en las conclusiones
definitivas (art. 788.4 LECrim).
Tales modificaciones también pueden ser en beneficio del acusado. Si de la prueba practicada
se desprendiese que el acusado no es el autor del hecho o que el hecho no es delictivo, se
podrá retirar la acusación (lo que motivará que se dicte una sentencia absolutoria si ninguna
parte sigue sosteniendo la acusación), mientras que, si no ha quedado debidamente
acreditada su participación en el delito, las acusaciones podrán solicitar la absolución del
acusado por aplicación de la presunción de inocencia.
Que el proceso debe su existencia al principio de contradicción es algo que no admite duda,
puesto que, como es sabido, se concibe como instrumento o estructura en la que dos sujetos
(las partes) exponen a un tercero que decide (el juzgador), sus opiniones en forma de
controversia. Existirá, pues, proceso “donde exista un Juez con partes justiciables en igualdad
de posturas, por lo que a ataque y defensa se refiere, con derechos y deberes recíprocamente
señalados y teniendo la seguridad del Derecho que se pronuncia”.
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inexcusablemente, con el auxilio de su abogado defensor, llamado al proceso para, dado el
tecnicismo de sus trámites, suplir su eventual impericia y la situación de desigualdad que
padece por la sola sumisión al aparato judicial estatal.
Asegurar que a la acusación técnica que formula en su contra el Ministerio Fiscal pueda ser
opuesta una defensa de ese mismo carácter y reestablecer, así, la dialéctica entre las partes,
hace obligado el refuerzo de la posición que ocupa la defensa integrando en esta al letrado,
que asume el desarrollo de la actividad defensiva, una actividad fundada en normas de
derecho material y procesal cuyo conocimiento este posee y del que el inculpado
generalmente carece, por lo que difícilmente puede, a solas, aprovechar con éxito las
posibilidades defensivas que el Ordenamiento Jurídico le ofrece.
Las posiciones que el acusado puede adoptar frente a la acusación que le viene formulada en
contra son diversas y pueden sintetizarse como siguen:
1. No contestar
Se le permitirá al inicio del juicio oral aportar prueba para su práctica en él, incluso, siempre
que lo haga con antelación suficiente a la fecha del juicio, interesar que se libren las
comunicaciones u oficios precisos para posibilitar que llegado este, la prueba pueda ser
practicada (art. 784.1 III).
2. Proponer excepciones
3. Negar, en todo o en parte, los hechos y, de ese modo, la responsabilidad penal que se le
atribuye
Es la más frecuente de las posturas que adopta el acusado frente a la acusación que se le
dirige, y consiste en la negación, total o parcial, de los hechos y/o de cada una de las
afirmaciones contenidas en el escrito o escritos de calificación provisional formulados por las
acusaciones, cuando no en la introducción de hechos impeditivos o el extintivo único que
representa el perdón del ofendido en los supuestos en los que el Código Penal le atribuye ese
efecto.
El acusado puede negar parte de los hechos y, en consecuencia, admitir el resto de los
contenidos en el escrito de acusación, que no quedan por ello exentos de prueba y que
acompañará de valoraciones o consideraciones jurídicas de claro sentido exculpatorio.
El acusado puede admitir abiertamente los hechos o hacerlo negando, sin embargo, su autoría,
u ofrecer una versión distinta de los hechos y/o articular una coartada alegando la
concurrencia de elementos o circunstancias que la sostengan para, sin negar la existencia del
hecho o hechos, excluir su participación en ellos o en la forma en que se afirman acaecidos.
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Esta relación, en cualquier caso, no ha de entenderse exhaustiva; son muchas otras y diversas
las posibles posturas del acusado frente a la acusación, difícilmente resumibles en estas
páginas.
5. Calificar la causa
Contestar a la acusación en los términos en los que esta viene formulada es una de las
posturas que con mayor frecuencia adopta el acusado, a través del cauce que le ofrece la
formulación de los llamados “escritos de calificación provisional”, en el marco del proceso
sumario u ordinario (art. 652 LECrim) y, bajo distinta denominación, los “escritos de defensa”
en el seno del procedimiento abreviado (784.2 LECrim) y en el procedimiento que se sigue
ante el Tribunal de Jurado (art. 29.2 LOTJ). Todos ellos siguen la misma estructura y contenido
que los formulados por la acusación (art. 655 LECrim), a los que suele responderse de forma
correlativa, con especial incidencia en aquellos aspectos que resulten favorables a la defensa.
a. Prestar conformidad con la pretensión acusatoria (arts. 655 LECrim y 784.3 LECrim), en el
sentido que se estudia luego.
b. Limitarse a negar la existencia del hecho , su calificación y oponerse a la responsabilidad
penal y, en consecuencia, la responsabilidad civil ex delito.
Esta fórmula resulta empleada con frecuencia por las defensas por reportar la ventaja de no
revelar al Fiscal o resto de acusaciones, elementos valiosos para el éxito de la defensa, con
anterioridad al acto del juicio oral. Sin embargo, se ignora que una calificación concreta,
debidamente fundamentada ofrece al juzgador argumentos para, cuando menos, dudar acerca
de la culpabilidad del acusado, además de criterios con arreglo a los que resolver la admisión
de las pruebas a practicar en el acto del juicio oral.
3. LA CONFORMIDAD
3.1. Introducción
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Fiscal y resto de acusaciones al que prestan su adhesión el resto de partes en ese mismo acto.
La apuesta decidida por este instituto vino de manos del legislador de la reforma operada,
fudamentalmente, por LO 38/2002 y, fruto de esta, del art. 801 LECrim que acoge una fórmula
de conformidad que permite al acusado obtener el innegable beneficio que representa una
rebaja de la pena que, en concepto de responsabilidad penal, pueda imponerse y, en paralelo,
la rebaja de la responsabilidad civil exigida.
De este concepto pueden extraerse como notas características de esta institución, las
siguientes:
1. Es un acto unilateral que corresponde a la defensa, entendida esta como parte dual,
integrada por dos sujetos razón por la que precisa de la concurrencia de la voluntad de
ambos
2. Aunque no pueda afirmarse un acto o “negocio jurídico procesal” fruto del acuerdo, su
regulación ha ido incorporando notas que la asemejan a la transacción penal toda vez
que, en la práctica, la conformidad actualmente resulta de una negociación previa entre la
acusación (o acusaciones) y la defensa, a la que reporta cierta ventaja de carácter punitivo.
3. Es acto que encierra una declaración de voluntad consistente en la aceptación por la
defensa de la más grave de las penas solicitadas por la acusación o acusaciones, en caso
de ser varias, con la intención de poner fin de este modo al proceso penal.
4. Es un acto de naturaleza procesal que genera, como principal efecto, la finalización del
proceso obviando la celebración del juicio y, en consecuencia, el desarrollo de la práctica
probatoria.
5. Se configura como un claro acto de disposición del derecho de defensa o una renuncia al
derecho a la presunción de inocencia, que exime a la acusación de la carga de probar la
culpabilidad.
6. No equivale a la confesión, no se exige al acusado que, al prestarla, se confiese autor del
delito, sino que asuma la autoría y la responsabilidad criminal que esta conlleva. Es un acto
de disposición de la pretensión al que se asocia la asunción como ciertos de los hechos
que recoge el escrito o escritos de acusación. Ello explica y permite que, en ocasiones, la
voluntad del acusado de conformarse responda, no a la afirmación de ser autor del hecho
criminal, sino a legítimas razones de otra índole, como la intención de obtener una rebaja
punitiva o evitar la publicidad que entrañaría la celebración del juicio oral.
3.3. Presupuestos
La conformidad es un acto procesal para cuya validez y plena eficacia ha de observar siguientes
requisitos:
1. Ha de ser absoluta o completa , esto es, no sujeta a condición, plazo o término, y abarcar el
contenido íntegro de la acusación formulada en contra, esto es, el hecho y su calificación
jurídica, y la responsabilidad penal y civil exigida.
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2. Ha de ser expresa. La conformidad se traduce en una explícita manifestación de voluntad,
que no puede ser deducida de la conducta del acusado de quien, contrariamente, se exige
una contundente respuesta afirmativa a la pregunta que, en este sentido, le formula el
Tribunal.
3. Ha de ser prestada personal y voluntariamente por el acusado . No puede, en
consecuencia, apoderar a sujeto distinto que la preste en su nombre, ni hacerlo
personalmente sin un pleno y efectivo conocimiento de las consecuencias o efectos que
este acto comporta, esto es, la condena por el delito acusado y la exigencia de
responsabilidad penal y civil que a este corresponda.
Así, y con el claro propósito de asegurar que viene prestada por el acusado sin mediar engaño,
amenaza, coacción, en definitiva, sin vicios en el consentimiento que comporten su nulidad, el
legislador adopta las debidas cautelas al exigir, de una parte, no solo la voluntad coincidente
del defensor sino su necesaria presencia junto al acusado en el momento de prestar
conformidad, y de otra parte, que el acto de prestarla se desarrolle ante el juez quien, según
dispone el art. 787.2 LECrim, debe previamente oír al acusado acerca de si lo hace “libremente
y con conocimiento de sus consecuencias” e, incluso, informar al acusado de cuáles son las que
asume, antes de que preste formalmente dicha conformidad (art. 787.4 LECrim).
En atención a diversos criterios, resulta posible establecer cierta tipología de esta compleja
institución.
1. En atención al sujeto que la presta cabe distinguir entre conformidad “total” o “propia” si,
existiendo una pluralidad de acusados, es prestada por todos ellos, y “parcial” o
“impropia” si, en ese mismo supuesto, alguno y no todos los acusados manifiesta su
voluntad de prestarla. Mientras la primera evita la celebración del juicio, la segunda carece
de esa virtualidad, debiendo abrirse juicio oral, que se entenderá con todos ellos; ello, sin
perjuicio de la eficacia que, a efectos probatorios, pueda recibir el eventual
reconocimiento de los hechos efectuada en el acto del juicio por el acusado que hubiera
manifestado su voluntad de conformarse.
2. Por razón de la naturaleza de la pretensión a la que alcanza, la conformidad puede
entenderse “plena”, cuando se extiende tanto a la pretensión penal cuanto a la civil
formulada por la acusación y “limitada” si es prestada únicamente en relación con la
pretensión penal. Esta segunda modalidad carece de la virtualidad de evitar el juicio, que
ha de abrirse para conocer exclusivamente de la pretensión civil.
3. En el plano procedimental, es amplia la tipología apreciable, distinguiéndose:
Resulta posible tanto en el proceso sumario u ordinario, de acuerdo con lo dispuesto por el art.
655 LECrim, cuanto en el procedimiento abreviado (783.4 LECrim), y se resuelve en la
aceptación de la pena más grave solicitada por las acusaciones. Este tipo de conformidad ha de
entenderse como manifestación de la voluntad espontánea del acusado, que acepta la más
grave de las calificaciones y penas formuladas por la acusación. En el marco del procedimiento
abreviado el acusado y su defensor pueden igualmente prestar su conformidad con el escrito
de acusación del Fiscal.
• La conformidad prestada en el acto del juicio oral (art. 688 y 793.3 LECrim).
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Al inicio de las sesiones del juicio oral, y tras ser preguntado por el Presidente del Tribunal si se
reconoce o no autor del hecho, puede el acusado responder afirmativamente y, siempre con la
voluntad acorde de su defensor, mostrar conformidad con la acusación formulada en su contra
(Art. 688 y ss. LECrim).
A pesar de lo positivo de sus efectos, es innegable que la conformidad prestada al inicio del
juicio genera cierta distorsión en el discurrir de la sesión o, cuando menos, hace que pierda
sentido las actuaciones procesales llevadas a cabo para asegurar la presencia en ese acto de
cuantos sujetos han de intervenir en él, desde las propias partes a los testigos y peritos que
han de deponer en el acto del juicio, con un alto coste económico y personal para todos ellos,
por no mencionar el tiempo y esfuerzo que representa para la Oficina Judicial.
Los efecto son evitables si, con anterioridad a la fecha de celebración del juicio, las partes dan
forma al acuerdo de conformidad que no precisaría más que ser ratificado por ambas ante el
juez o Tribunal al iniciarse la primera y la que sería, pues, única sesión del juicio, con la que
finalizaría.
Si durante el desarrollo de las diligencias previas, por propia iniciativa “reconoce” los hechos
que son objeto de imputación, y estos, no escapan del marco que delimita el art. 801 LECrim el
procedimiento, iniciado como abreviado, se transforma y continúa su tramitación a través de
los cauces de un juicio rápido.
Las diligencias previas son convertidas en urgentes, siendo el Ministerio Fiscal y las demás
partes personadas convocadas de forma inmediata ante el Juez de Instrucción para la
celebración de una vista en la que habrán de manifestar si formulan escrito de acusación con
la conformidad del acusado.
Junto a este primero, relativo a la necesaria reducción de la pena, son de aplicación, con las
adaptaciones precisas, el resto de presupuestos y efectos que señala el art. 801 LECrim.
De acuerdo con lo dispuesto por el art. 787.1 LECrim puede la conformidad operar sus efectos
“si la pena no excediere de seis años de prisión”, en el bien entendido de que se trata, no de la
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pena in abstracto atribuida al tipo penal objeto de acusación, sino la efectivamente pedida por
el Fiscal o, si son varias las acusaciones, la más alta de las solicitadas por estas, se insiste,
nunca superior a los 6 años de privación de libertad impuestos por el legislador como límite.
Excepción hecha, pues, de la prestada con arreglo al art. 801 LECrim el acusado se conforma
con la pena concreta que, atendidas las circunstancias del caso, interese imponer la acusación.
Si fueran varios los delitos objeto de acusación habrá de atenderse a la pena que para cada
uno de ellos se solicite, y admitir de forma separada o individualizada la conformidad por los
delitos para los que la pena pedida no supere el límite de 6 años de prisión legalmente
impuesto, sin que a ello obste que, sumadas las distintas penas interesadas por la acusación,
ese quantum de penalidad resulte superado.
Esta regla, que impone como límite los 6 años de prisión, es de aplicación en el marco de los
diferentes procesos penales, esto es, tanto el proceso ordinario, como en el abreviado y en el
procedimiento que se sigue ante el Tribunal de Jurado, y opera únicamente si la pena que lleva
aparejada el delito es privativa de libertad, de suerte que, sin ese límite cuantitativo, puede la
conformidad prestarse si la pena es de otra naturaleza, con independencia de su duración o
cuantía.
La segunda de las exigencias que impone el citado art. 787 LECrim es la necesidad de que
observar la doble exigencia consistente en ser legalmente correcta la calificación aceptada y la
pena que, con arreglo a esta, procede imponer (art. 787.3 LECrim); y, a estas ha de sumarse
como presupuesto, la voluntariedad a la hora de prestarla y el efectivo conocimiento por parte
de quien lo hace de las consecuencias que de ello se derivan.
El art. 787 LECrim faculta al juzgador para realizar un control de legalidad de la conformidad
prestada, de suerte que resulta vinculado por esta, no de forma completa, sino únicamente en
lo que atañe al relato fáctico aceptado por las partes y no necesitado de prueba no así
respecto de calificación jurídica y la pena concreta que se interesa.
Singulares son el ámbito de aplicación y los presupuestos exigidos para la válida celebración de
la conformidad que el art. 801 LECrim permite prestar en el marco del procedimiento
abreviado y, especialmente, el de los juicios rápidos.
Los presupuestos que, de acuerdo con lo dispuesto por el citado art. 801 LECrim, han de
observarse para que la conformidad que acoge despliegue tales efectos son, en resumen:
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2. Que la pena privativa de libertad de que se trate, reducida en un tercio, no supere los dos
años de privación de libertad.
3. Que la pena pedida sea de multa, cualquiera que sea su cuantía, o de otra naturaleza, en
cuyo caso, su duración no ha de exceder de diez años.
La conformidad del art. 801 LECrim es prestada, pues, ante el Juez de Guardia, que puede
controlar su validez examinando si la calificación efectuada por el Fiscal y la pena que, en su
virtud, solicita, son correctas y ajustadas a los límites a los que ha de contraerse de acuerdo
con lo dispuesto por el art. 801 LECrim.
La sentencia de conformidad se dicta in voce y en el mismo acto puede ganar firmeza si, a
pregunta del juzgador, las partes manifiestan su voluntad de no recurrirla. También en ese
acto pueden las partes interesar la suspensión del cumplimiento de la pena privativa de
libertad impuesta, de acuerdo con lo dispuesto por los art. 81 y 87 CP, siempre que la misma
no supere los dos años de privación de libertad y el penado se comprometa a satisfacer la
responsabilidad civil derivada del delito o, en caso de ser drogodependiente, a seguir un
tratamiento de deshabituación en institución habilitada al efecto.
Con todo, es innegable que la suspensión en la ejecución de estas penas cortas de privación de
libertad, es un claro incentivo que favorece extraordinariamente la celebración de
conformidades hasta el punto de ser su obtención, en ocasiones, el elemento velado del que la
defensa hace depender su voluntad de conformarse, a pesar de que certidumbre en cuanto a
su concesión no puede tenerse hasta tanto se dicte sentencia, devenga esta firme y el tribunal
sentenciador, la acuerde.
La sentencia de conformidad, una vez firme, genera los efectos propios de la cosa juzgada.
Si, de acuerdo con la distinción o tipología antes señalada, la conformidad que se presta es
plena tales efectos operarán tanto sobre el fallo o parte dispositiva penal, cuanto el
pronunciamiento relativo a la responsabilidad civil que deriva de la comisión del delito.
Si, en cambio, la conformidad prestada por el acusado es limitada y únicamente versa sobre la
pretensión penal, el efecto de cosa juzgada atañe únicamente al fallo de este carácter,
mientras el juicio oral ha de abrirse para conocer de la pretensión civil debatida y que
resolverá el juez o Tribunal en su sentencia, una vez finalizado el acto del juicio.
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