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TEMA 3.

LAS PARTES
TEMA 3- LAS PARTES. 1. Concepto, fundamento y clasificación de las partes
en el proceso penal. 2. Las partes acusadoras. 2.1. El Ministerio Fiscal. 2.2. El
acusador popular. 2.3. El acusador particular; clases. 2.4. El actor civil. 3. Las
partes acusadas. 3.1 El investigado. 3.1.1. Concepto y caracteres. 3.1.2.
Adquisición de la condición de investigado. 4. El derecho de defensa. 4.1.
Concepto, fundamento y nacimiento del derecho de defensa.4.2. La
autodefensa: derechos del investigado. 5. La ausencia del investigado 6. El
responsable civil. 7. Las personas jurídicas. 8. La víctima
1. CONCEPTO, FUNDAMENTO Y CLASIFICACIÓN DE LAS PARTES
En el proceso penal rige la máxima nemo iudex sine acusatore, de suerte que
el proceso tan solo podrá entablarse válidamente a instancia de un sujeto que
ocupa la posición activa frente a otro, que ocupa la pasiva.
Estas partes habrán de mantener pretensiones y/o resistencias opuestas, pues
no cabe acudir al proceso penal, a diferencia del civil, para el reconocimiento u
homologación de una relación pacífica, amistosa o consensual.
Todo proceso penal habrá de estar conformado, al menos, por dos partes: una
parte acusadora, que pretende, pide o procura la tutela penal, en el
entendimiento de que el ius puniendi tan solo corresponde al Estado; y una
parte acusada, que se defiende, resiste o hace frente a esa petición, en pro de
su absolución.
La posibilidad conferida al Ministerio Fiscal, de ocupar la posición activa o
pasiva, en el proceso penal ha sido identificada, por algunos autores, antes con
su característica flexibilidad y ambivalencia, que con su imparcialidad, pues al
fin y al cabo, una vez determinada la posición activa o pasiva, no podrá dejar
de defender la condena o absolución, lo que supone, en todo caso, la ulterior
asunción de una evidenciable “parcialidad”.
Sin embargo, nos parece más preciso afirmar que ocupa, en efecto, una
posición de parte, si bien con tal objetividad, neutralidad o, si se prefiere,
imparcialidad que ello le permite, de inicio, seleccionar cual sea la posición,
activa o pasiva, que debe ocupar, en atención a las concretas circunstancias
del caso; y después, transmutar, transvasar o, de cualquier modo, modificar,
precisamente merced a esa “imparcialidad”, a lo largo de la tramitación del
proceso, su posición, orientada siempre, con plena flexibilidad y ambivalencia,
a la defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés
público tutelado por la ley (ex art. 124.1 CE), que no es otro, en el proceso
penal, que el orientado al éxito de valores tan esenciales como la libertad, la
justicia y la igualdad.
Partes acusadoras:
- El Ministerio Fiscal —por razón de su profesión en procesos por delitos
públicos y semipúblicos (previa instancia del ofendido).
- El acusador popular —en proceso por delito público no ofendido ni
perjudicado por tal delito—.
- El acusador particular —ofendido o perjudicado por delito público o
semipúblico—.
- El acusador privado —ofendido o perjudicado por delito privado—
- El actor civil —perjudicado por el delito—.
Partes acusadas:
- Investigado o encausado —presunto autor del hecho delictivo—.
- El responsable civil —quién deba responder de los daños y perjuicios
ocasionados por la comisión del delito—.

2. PARTES ACUSADORAS
2.1 MINISTERIO FISCAL
Es una institución autónoma del Estado, que tiene por misión, de un lado,
vigilar, inspeccionar, controlar o, si se prefiere, velar por el correcto
funcionamiento de los Tribunales, y de las restantes instituciones del Estado,
así como, de otro, promover la acción de la Justicia, en defensa de la legalidad,
de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la Ley.
Los arts. 3.4 y 5 50/1981 establece que le corresponde al MF “ejercitar las
acciones penales y civiles dimanantes de delitos u oponerse a las ejercitadas
por otros, cuando proceda” y, de otro, “intervenir en el proceso penal, instando
de la autoridad judicial la adopción de las medidas cautelares que procedan y
la práctica de las diligencias encaminadas al esclarecimiento de los hechos”.
Esta actuación del MF es obligatoria, preceptiva, imperativa o necesaria, a
diferencia de la que cabe predicar del resto de acusadores, que son, por el
contrario, facultativas, contingentes o voluntarias.
La obligatoria intervención del MF en la práctica totalidad de procesos penales
no es ilimitada, sino que queda condicionada a su particular y propio criterio de
“procedencia” o “necesidad” (art. 105 LECrim). Además de la acción penal,
también ejerce la civil salvo renuncia o expresa reserva (108 LECrim).
La forma de intervención técnica del MF en el proceso penal es personal y
directa —esto es, sin preceptiva intervención de Abogado ni Procurador, como
es lógico—, así como a través de querella.
Las funciones son (art. 5 EOMF):
- El Fiscal podrá recibir denuncias, enviándolas a la autoridad judicial o
decretando su archivo, cuando no encuentre fundamentos para ejercitar
acción alguna, notificando en este último caso la decisión al
denunciante.
- Igualmente, y para el esclarecimiento de los hechos denunciados o que
aparezcan en los atestados de los que conozca, puede llevar a cabo u
ordenar aquellas diligencias para las que esté legitimado según la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, las cuales no podrán suponer la adopción de
medidas cautelares o limitativas de derechos.
Todas las diligencias que el Ministerio Fiscal practique gozarán de
presunción de autenticidad. Los principios de contradicción,
proporcionalidad y defensa inspirarán la práctica de esas diligencias.
- Transcurrido el oportuno plazo, si la investigación hubiera evidenciado
hechos de significación penal y sea cual fuese el estado de las
diligencias, el Fiscal procederá a su judicialización, formulando al
efecto la oportuna denuncia o querella, a menos que resultara
procedente su archivo.
También, podrá el Fiscal incoar diligencias preprocesales encaminadas
a facilitar el ejercicio de las demás funciones que el ordenamiento
jurídico le atribuye.
A lo largo de la tramitación le corresponde:
- La inspección directa, por parte del Fiscal del Tribunal competente, de
los sumarios de delitos públicos formados por los Jueces de Instrucción.
- La proposición, al Juez que instruya el sumario, de la práctica de las
diligencias que considere oportunas
- La solicitud de prisión provisional del investigado o encausado o su
libertad provisional con fianza
- La petición, al Juez de instrucción, de conclusión de la investigación y
remisión de lo actuado al Juez competente, cuando no haya acusador
privado y el MF considere que en el sumario se han reunido los
suficientes elementos para hacer la calificación de los hechos y poder
entrar en los trámites del juicio oral.
- La solicitud del sobreseimiento de la causa o, en otro caso, de la
apertura del juicio oral y formulación de la acusación.

2.2 ACUSADOR POPULAR


La acusación popular se identifica con las personas no ofendidas ni
perjudicadas, de manera directa, en su propia esfera vital, por los delitos
perseguibles de oficio, que instan, ello no obstante, ante los Tribunales, el
proceso penal, por un especial compromiso con la sociedad, que se traduce en
el ejercicio responsable de la pretensión penal orientada a la restauración de la
paz social, de la seguridad ciudadana y del orden público, mediante la petición
de condena de los autores de los más graves ilícitos penales.
Mencionado en el 125 CE, su fundamento reside en dos partes.
1) En la conveniencia de promover no solo la acción pública, sino también la
acción popular de la Justicia en defensa de la Ley, instando a todos los
ciudadanos a perseguir los delitos más graves.
2) En necesidad de vigilar, controlar, inspeccionar o, si se prefiere, supervisar
la posible inactividad o dejadez del Ministerio Fiscal, especialmente ante
supuestos de corrupción relacionados con el Poder ejecutivo, órgano que,
como hemos visto en nuestro manual de Introducción, guarda estrecha relación
con el ministerio público, situación esta que podría, en ciertos casos, suponer
un déficit de oportuna investigación, acusación y mantenimiento de la oportuna
pretensión penal.
La acusación popular corresponde, pues, a cualquier persona física o jurídica
quién habrán de formular querella y, al propio tiempo, prestar fianza
proporcionada, graduada y adecuada.
NO podrán ejercitar la acción penal (102 LECrim):
- El que no goce de la plenitud de los derechos civiles.
- El que hubiera sido condenado dos veces por sentencia firme como reo
del delito de denuncia o querella calumniosas.
- El Juez o Magistrado.
No obstante, estos sí podrán ejercitar la acción penal por delito contra sus
personas o bienes o contra las personas o bienes de sus cónyuges,
ascendientes, descendientes, hermanos consanguíneos o uterinos y afines.
Asimismo, tanto el que hubiera sido condenado dos veces por sentencia firme
como reo del delito de denuncia o querella calumniosas, como el Juez o
Magistrado, referenciados en los números 2º y 3º del precepto 102 LECrim,
podrán ejercitar también la acción penal por el delito cometidos contra las
personas o bienes de los que estuviesen bajo su guarda legal.
Tampoco podrán ejercitar acciones entre sí:
- Los cónyuges, a no ser por delito o falta cometidos por el uno contra la
persona del otro o la de sus hijos, y por el delito de bigamia.
- Los ascendientes, descendientes y hermanos por naturaleza, por la
adopción o por afinidad, a no ser por delito o falta cometidos por los
unos contra las personas de los otros.

2.3 ACUSADOR PARTICULAR; CLASES


La acusación particular se distingue de la popular, por la afectación —directa o
no— del resultado lesivo de la comisión delictiva en la persona que lidera la
pretensión acusadora. La acusación particular se identifica con las personas
concretamente lesionadas, dañadas o de cualquier modo afectadas, por la
comisión delictiva, y ello en su consideración de ofendidas o de perjudicadas,
según los casos.
La existencia de la acusación particular, además de la popular encuentra su
fundamento natural en elementales razones de justicia material, pues las
personas directamente ofendidas y/o perjudicadas por los delitos tendrán,
como es lógico, interés directo, legítimo y cierto en la realización de un proceso
judicial, frente a quién, en hipótesis, les ha causado una lesión en su persona o
patrimonio. Se persona por escrito de personación o querella.
Tenemos diferentes clases
2.3.1 POR DELITO PÚBLICO
El acusador particular por delito público es la persona perjudicada u ofendida,
de manera directa y en su propia esfera, por los delitos perseguibles ex oficio,
esto es, de aquellos que serán objeto de enjuiciamiento a instancia, tanto de
esta persona, como de cualquier otra que no se guarde relación directa con el
ilícito.
Hay que diferenciar al acusador particular por delito público —ofendido o
perjudicado por delitos perseguibles ex oficio— del acusador particular por
delito semipúblico —ofendido o perjudicado por delitos perseguibles a
instancia de parte— y del acusador privado —ofendido o perjudicado por
delito privado perseguible tan solo a instancia de parte—.
La diferencia entre ofendido y perjudicado reside en la afectación directa (en
la propia persona) o colateral (en la persona próxima) de los daños
ocasionados por el delito.
Ofendido único titular del bien jurídico lesionado por el delito y ha de
identificarse, en puridad, de manera exclusiva, con la víctima
Perjudicado se equipara, sin embargo, con sus familiares más próximos o
herederos cuando esta víctima no pudiese ya operar por sí misma,
precisamente por razón del resultado gravemente lesivo del delito.
El acusador particular es el titular o dueño del bien jurídico lesionado por el
delito, pero no puede erigirse a su vez, sin embargo, en titular de derecho
subjetivo alguno a la sanción, penalización o castigo de su presunto autor,
puesto que, como es sabido, el ius puniendi tan solo corresponde al Estado y
nunca a los particulares.
Puede ser cualquier persona, tanto física como jurídica, así como nacional o
extranjera. El particular querellante, por imperativo del artículo 280 LECrim,
prestará fianza de la clase y en la cuantía que fijare el Juez o Tribunal para
responder de las resultas del juicio.
**Quedan exentos (281 LECrim):
- El ofendido y sus herederos o representantes legales
- En los delitos de asesinato o de homicidio, el cónyuge del difunto o
persona vinculada a él por una análoga relación de afectividad, los
ascendientes y descendientes y sus parientes colaterales hasta el
segundo grado inclusive, los herederos de la víctima y los padres,
madres e hijos del delincuente.
- Las asociaciones de víctimas y las personas jurídicas a las que la ley
reconoce legitimación para defender los derechos de las víctimas
siempre que el ejercicio de la acción penal hubiera sido expresamente
autorizado por la propia víctima. La exención de fianza no es aplicable a
los extranjeros si no les correspondiere en virtud de tratados
internacionales o por el principio de reciprocidad.
Los acusadores particulares podrán, asimismo, intervenir en el proceso de
manera ordinaria, personal y directa, esto es, por sí mismos, en primera
persona; o de manera extraordinaria y, en consecuencia, a través de
asociaciones y/o personas jurídicas que les representen.
El acusador particular podrá, asimismo, iniciar el proceso mediante la
interposición de querella o bien mediante ulterior escrito de personación.
Los arts. s 109. I y 761.2º de la LECrim, establecen, al respecto de los
procesos ordinario y abreviado, respectivamente, que el Letrado de la
Administración de Justicia instruirá al ofendido o perjudicado por el delito de los
derechos que le asisten pudiendo mostrarse parte en la causa sin necesidad de
formular querella.
En el procedimiento abreviado, la propia policía judicial, durante la detención,
si la hubiere, ilustrará al ofendido o perjudicado de sus derechos, en particular
del relativo a mostrarse parte en la causa sin necesidad de formular querella. El
LAJ hará lo propio, durante las diligencias previas, cuando previamente no lo
hubiera hecho la policía judicial.
Asimismo, si el Ministerio Fiscal solicita el sobreseimiento de la causa y no se
hubiere personado en la misma acusación particular, entonces, el Tribunal
podrá acordar que se haga saber esta circunstancia a los ofendidos o
perjudicados conocidos, no personados, para que comparezcan a defender su
acción si lo consideran oportuno.
El acusador particular gozará, una vez incorporado al proceso, de plenos
derechos de información, de alegación, de petición de medidas cautelares y
diligencias de investigación, de solicitud de apertura del juicio oral o
sobreseimiento, de formulación de la acusación y, al fin, de participación en la
práctica de la prueba, pudiendo “apartarse de la querella”, esto es, abandonar
el proceso, mediante un desistimiento de su pretensión condenatoria, en
cualquier momento, sin mayor reproche que el de quedar “sujeto a las posibles
responsabilidades que pudieren resultar por sus actos anteriores” (ex art. 274.II
LECrim).
Finalmente, la 4/2015 regula los derechos básicos, mínimos o elementales de
las víctimas, su participación activa en el proceso penal y diversas medidas de
protección ordinaria y reforzada.
2.3.2 POR DELITO SEMIPÚBLICO
El acusador particular por delito semipúblico es la persona perjudicada u
ofendida, de manera directa y en su propia esfera, por los delitos perseguibles
a instancia de parte, esto es, de aquellos que serán objeto de enjuiciamiento
tan solo a su instancia, por ser la única que, en puridad, guarda relación directa
con el ilícito.
Aunque son aplicable lo de para delito público, pero difiere en aspectos tan
relevantes como, de un lado, la necesaria denuncia por parte de la persona
concreta y directamente afectada por el delito o la posibilidad de extinción del
proceso ante la manifestación del perdón de la víctima.
2.3.3 ACUSADOR PARTICULAR POR DELITO PRIVADO
El acusador privado es la persona ofendida, de manera directa y en su propia
esfera, por el único delito privado existente en España en la actualidad, el delito
de injurias y calumnias, perseguible tan solo a instancia de parte, en concreto,
de la parte directamente afectada por dicho ilícito.
Se caracteriza:
- No cabe la iniciación ex oficio, sino solo a instancia del ofendido,
mediante escrito que habrá de revestir, de modo preceptivo, la forma
querella. (215 CP). Así, pues, las calumnias o injurias contra
particulares. Tan solo se inicia de oficio cuando se realiza contra
funcionario, autoridad o agente en el ejercicio de sus funciones.
- Resulta preceptivo el intento previo de conciliación, por así imponerlo
los artículos 278 y 804 de la LECrim.
- Resulta preceptiva la licencia del Juez o Tribunal cuando la hipotética
calumnia o injuria se hubieren vertido en su presencia en juicio, por
imposición del artículo 215. 2º CP
- El perdón del ofendido o de su representante legal, en su caso, extingue
la acción penal (215.3 CP). El perdón habrá de ser otorgado de forma
expresa antes de que se haya dictado sentencia, a cuyo efecto el juez o
tribunal sentenciador deberá oír al ofendido por el delito antes de
dictarla.
En los delitos contra menores o personas con discapacidad necesitadas
de especial protección, los jueces o tribunales, oído el Ministerio Fiscal,
podrán rechazar la eficacia del perdón otorgado por los representantes
de aquellos, ordenando la continuación del procedimiento, con
intervención del Ministerio Fiscal, o el cumplimiento de la condena.
- El ofendido podrá, asimismo, poner término al proceso mediante actos
de disposición de su objeto, tales como la renuncia (106.II LECrim) y la
extinción de la pretensión penal, ante su preterición por otorgamiento
expreso de preferencia de la pretensión civil.

2.4 ACTOR CIVIL


El actor civil es la persona perjudicada, en su propia persona y/o bienes, por el
hecho delictivo, cuando limita su actuación, en el marco del proceso penal, a
sostener exclusivamente la pretensión civil, dejando, en su caso, que sea el
acusador público —MF— quién formule y mantenga hasta el término la
coherente y coetánea pretensión penal.
El actor civil se regirá, en su actuación, por las normas generales del proceso
civil y el consiguiente despliegue de efectos característicos del principio
dispositivo.
El art. 100 LECrim indica todo delito nace la acción penal para el castigo del
culpable y puede nacer también la acción civil para la restitución de la cosa, la
reparación del daño y la indemnización de perjuicios causados por el hecho
punible.
Todo delito nace la acción penal para el castigo del culpable y puede nacer
también la acción civil para la restitución de la cosa, la reparación del daño y la
indemnización de perjuicios causados por el hecho punible.
Caben las siguientes opciones:
- Renuncia a la pretensión civil, por voluntad expresa del perjudicado,
que producirá la cosa juzgada y, en consecuencia, la imposibilidad de
instar un proceso civil ulterior.
Esta renuncia ha de ser clara, inequívoca, contundente y expresa,
como es lógico (110.II LECrim).
- Reserva de la pretensión civil, por voluntad expresa del perjudicado, que
habrá de esperar a la completa conclusión del proceso penal, para instar
su proceso civil correspondiente.
Sin perjuicio de la imprescindible conclusión del proceso penal antes de
instar el civil correspondiente, conviene advertir que la absolución
penal no conlleva la automática absolución civil, con la sola
excepción de la inexistencia del hecho, pudiendo perfectamente ser
condenado en vía civil quién, ello no obstante, no obtuvo reproche penal.
- Ejercicio simultáneo de la pretensión penal y civil. Esta tercera
opción puede, a su vez, gestarse sin instancia previa o por petición
expresa de la parte.
 Ejercicio simultáneo sin instancia previa
Si nada se indica al respecto, por parte del ofendido y/o perjudicado,
y en ausencia de renuncia o reserva, el MF sostendrá ambas
pretensiones: la penal y la civil (108 LECrim).
112 LECrim “ejercitada solo la acción penal, se entenderá utilizada
también la civil, a no ser que el dañado o perjudicado la renunciase o
la reservase expresamente para ejercitarla después de terminado el
juicio criminal, si a ello hubiere lugar”.
 Ejercicio simultáneo por petición expresa
El sujeto pasivo del delito podrá sostener la pretensión civil, sin verse
al tiempo obligado a sostener la penal, y por tanto, con
independencia de esta última —que será mantenida, en su caso, por
el MF— (110 LECrim).
112.II LECrim “si se ejercitase solo la civil que nace de un delito de
los que no pueden perseguirse sino en virtud de querella particular,
se considerará extinguida desde luego la acción penal”.

3. LAS PARTES ACUSADAS.


3.1 EL INVESTIGADO (IMP)
3.1.1 CONCEPTO Y CARACTERES
Se denomina investigado o encausado a la parte pasiva del proceso penal;
aquella contra la cual se dirige la pretensión penal y se solicita, pues, la
imposición de una pena o de una medida de seguridad, pudiendo también, si
en su persona se reúne la cualidad de responsable civil, exigírsele la restitución
de la cosa, la reparación del daño causado o la indemnización de los perjuicios
derivados del hecho punible.
Ha de gozar de capacidad. Pero, la capacidad para ser parte pasiva en un
proceso penal no coincide con aquella que se exige para la imputabilidad de
derecho material, limitándose a requerir la aptitud necesaria para participar de
modo consciente en el proceso y comprender sus actos.
De esta manera, la mayoría de edad penal se establece en los 18 años (art. 19
CP). Si se trata de un enajenado mental, la declaración de su incapacidad
exigirá la celebración del juicio oral con peritaje de médico forense, toda vez
que el internamiento en un Centro Psiquiátrico puede resultar más gravoso que
la misma privación de libertad en Centro Penitenciario.
Si a lo largo la tramitación del proceso el acusado termina padeciendo una
enfermedad mental; si fuera patología definitiva, juicio para internamiento; si
fuera transitoria, se suspendería el proceso.
IMPORTANCIA EN EL PROCESO PENAL
El investigado, en el proceso penal inspirado por principios inseparables del
respeto a la dignidad humana.
Por ello, no puede ser considerado el imputado un medio del que extraer datos
tendentes a investigar los hechos que le afectan negativamente. Ni es el
imputado, principalmente, un objeto de investigación de modo que haya de
procurarse obtener su confesión por cualquier medio, ni la autoridad pública
debe centrar su investigación en los conocimientos que este puede
proporcionar.
Su posición ha de ser contemplada desde esta perspectiva constitucional, de
manera que cualquier duda al respecto habrá de ser resuelta en favor de tal
derecho fundamental (es titular del derecho de defensa).
Está en posición superior al resto de partes, porque no existe el derecho a la
seguridad colectiva (en contraposición con el de defensa).
DENOMINACIONES OTORGADAS
- Investigado Es aquella persona sospechosa de haber cometido una
acción criminal y frente a la cual se ha operado alguno de los actos que
el art. 118 de la LECrim considera hábiles para otorgar esta condición.
No obstante, cabe decir que esta denominación puede utilizarse con
carácter general y omnicomprensiva.
- Procesado quien ha sido formalmente imputado en el procedimiento
ordinario por delitos en virtud de haberse dictado frente a él el auto de
procesamiento al que se alude en el art. 384 de la LECrim.
A veces, coloquialmente, se llama procesado a la persona frente a la
cual se ha dictado el auto de transformación de las Diligencias Previas
en Procedimiento Abreviado.
- Encausado aquel frente a quien se haya ordenado abrir el
procedimiento abreviado. Esto es, la persona a la que se refiere el caso
anterior y que, no obstante, se denomina frecuentemente procesado.
- Acusado persona frente a la cual se ha formulado una acusación en
sentido estricto. En el procedimiento ordinario por delitos, el escrito de
calificación provisional (art. 650); en el abreviado, el escrito de acusación
(art. 781); en los juicios rápidos, también el escrito de acusación (art.
800.2).
- Condenado ha sido declarado culpable en sentencia penal.
3.1.2 ADQUISICIÓN CONDICIÓN INVESTIGADO
La atribución de esta condición procesal es esencial para garantizar el derecho
de defensa, ya que el mismo nace desde que se adquiere esta cualidad, por lo
que cualquier retraso afecta gravemente.
La adquisición de la condición de investigado, pues, en lo que se refiere al
ejercicio del derecho de defensa, no puede verse supeditada a resolución
judicial o fiscal alguna, sino que ha de ser automática y dependiente,
simplemente, de la existencia de una sospecha aunque esté escasamente
fundamentada. Ha de servir de base al nacimiento del derecho de defensa y
nacerá de todos y cada uno de los actos establecidos en el art. 118 LECrim,
debiendo interpretarse extensivamente y a favor de la vigencia de tal derecho
fundamental.
(ASENCIO El legislador debería, pues, considerar la imputación delictiva
desde una doble perspectiva. Como garantía del derecho de defensa,
inmediata y sin necesidad de resolución judicial que atribuyera formalmente
dicha condición. Y como presupuesto para limitar derechos del investigado,
siempre previa su determinación formal a través del correspondiente auto).
El art. 118 LECrim establece el nacimiento de la imputación delictiva a efectos
del ejercicio del derecho de defensa en la forma que se ha comentado, pues no
hace depender su nacimiento de resolución judicial alguna que haya de
retrasarse hasta su comprobación, sino de la presencia de situaciones
objetivas de las que deriva una situación que califica a quien se ve expuesto a
ellas como sospechoso.
La resolución judicial debe dictarse en todo caso, salvo que se acuerde el
archivo de las actuaciones, sin ordenar investigaciones previas tendentes a la
comprobación de los hechos y sin atribuir al investigado su condición y los
derechos que el art. 118 relaciona.
El art. 118 indica que se adquiere la condición de investigado:
1) Desde que una persona es sometida a cualquier medida cautelar,
especialmente, y por ser normalmente la más inmediata, la detención.
Si, como se verá, la detención puede ser adoptada en caso de comisión de
cualquier delito si hay motivos bastantes para creer que una persona ha sido su
autor o ha participado en el hecho, aún en caso de no proceder a la detención
por estimar la inexistencia de riesgo de fuga u otros análogos, la persona
sospechosa ha de ser considerada imputada a todos los efectos y ha de
procederse en consecuencia
2) Desde la admisión de la denuncia o la querella.
Art. 269 LECRIM, la decisión de no desestimar de plano la denuncia ha de
suponer la constitución del denunciado en imputado. De igual forma el 312 si
se trata de querellas.
3) Desde que se comunique a un sujeto la existencia de un procedimiento
en marcha.
Ante la más mínima sospecha se ha de comunicar al sospechoso el hecho de
la incoación del procedimiento y abstenerse de toda investigación sin su
intervención salvo los casos urgentes que la Ley autoriza.
4) Desde que se pronuncie frente a él auto de procesamiento en el
procedimiento ordinario por delitos.
Ante la sospecha de comisión de un delito de los que dan lugar al
procedimiento ordinario por delitos graves debiera decretarse el auto de
procesamiento sin esperar para ello a la terminación de las diligencias previa.
5) Desde que se produzca cualquier actuación procesal en la que se impute
un delito a persona o personas determinadas.
Una actuación encuadrable en este numeral sería, por ejemplo, la declaración
de un testigo que manifestara que un tercero no imputado criminalmente aún
fue el autor del delito. Ej., STC 137/89 permite que el Juez de Instrucción
puede retrasar la atribución de la imputación hasta, mediante las oportunas
investigaciones, valorar la credibilidad o entidad de la atribución delictiva.

4. DERECHO DE DEFENSA
4.1 CONCEPTO, FUNDAMENTOS Y NACIMIENTO
El derecho de defensa constituye un derecho fundamental, de carácter
irrenunciable, reconocido en el art. 24.2 CE, correlativo a la acusación y
basado en el carácter dialéctico del proceso, cuya finalidad es la de hacer valer
la libertad de toda persona sujeta a un proceso penal.
Por un lado y en lo referido a la defensa formal, tiene su razón de ser en el
carácter técnico del proceso, de las normas que lo disciplinan y en la
necesidad, pues, de respetar el principio de igualdad entre las partes.
NACIMIENTO
Es sabido que en el proceso penal se adoptan medidas restrictivas de
derechos desde el primer momento en el que surge la imputación delictiva; de
igual modo y por la necesidad de asegurar aquello que tiene la naturaleza de
irrepetible, se practican desde el inicio actos de investigación y pruebas
anticipadas que han de tener posteriormente reflejo claro en la sentencia que
se dicte; por último y también de forma inmediata, se ordenan actos privativos
de la libertad del investigado.
Todo ello hace que el derecho de defensa haya de nacer y reconocerse con
anterioridad al momento de la formulación de la acusación.
DEFENSA FORMAL
Se designa con el nombre de defensa formal a la asistencia de Letrado que se
dispensa a toda persona investigada, encausada o procesada.
A) Nacimiento del derecho de defensa formal con carácter voluntario
Todo investigado, encausado o procesado puede, desde la imputación,
designar Letrado o solicitar su designación de oficio (118.3 LECrim). La
voluntad del investigado dará lugar a una preferencia en orden a la designación
del profesional deseado.
Cuestión distinta es el momento en que la defensa formal voluntaria termina. A
tal efecto hay que distinguir dos supuestos: uno, el de la renuncia del Letrado;
otro, el de su terminación por finalización del proceso.
a) La renuncia
- Si el Abogado ha sido designado por el propio investigado, en tanto la
relación que surge es de derecho privado, puede acabar en cualquier
momento en que el Letrado renuncie a su cargo
- Si, por el contrario, el Abogado ha sido designado mediante el turno de
oficio —gratuitamente o no—, la renuncia solo está permitida si el
Abogado se excusa de la defensa alegando un motivo personal y justo
apreciado por el Decano del Colegio de Abogados
b) Finalización de la defensa
- La defensa formal del Letrado designado de oficio se prolongará hasta la
terminación del proceso en la instancia en la que se nombró dicho
profesional, y en su caso, su caso, hasta la ejecución si la misma se
produce dentro de los dos años siguientes a la resolución judicial dictada
en la instancia dicha.
B) Nacimiento de la defensa formal con carácter obligatorio
La naturaleza irrenunciable del derecho de defensa penal, la necesidad de
garantizar el contradictorio en este procedimiento, así como la obligación del
Estado de asegurarla en todo caso, dan lugar a que, en aquellas situaciones en
que el imputado no designe Letrado, deba el Estado proceder a su
nombramiento.
Si el investigado se encuentra detenido el nombramiento es obligatorio desde
el momento de la detención y el designado se mantendrá en adelante (dcho
defensa desde la condición imputado). Si no, tenemos más problemas.
Art. 118 LECrim establece el momento de la defensa obligatoria a partir de la
adquisición de la condición de investigado, pero supeditado a que “la causa
llegue a estado en que se necesite el consejo (de Abogado) o haya de intentar
algún recurso que hiciese indispensable su actuación”.
Art. 767 LECrim dispone la obligación de la Policía Judicial, Ministerio Fiscal o
autoridad judicial de nombrar Abogado a toda persona desde el momento de la
imputación delictiva, esté o no detenida, sin supeditación a requisito alguno de
necesidad valorable al efecto (proc. Abreviado).
Art. 796.1 LECrim dispone la obligación de la Policía Judicial, Ministerio Fiscal
o autoridad judicial de nombrar Abogado a toda persona desde el momento de
la imputación delictiva, esté o no detenida, sin supeditación a requisito alguno
de necesidad valorable al efecto. (juicios rápidos).
Del conjunto de las normas citadas cabe concluir, no obstante lo dicho y las
dudas expresadas, que la obligación estatal de designar Abogado surge, en el
procedimiento abreviado y en los juicios rápidos, en el momento mismo de la
imputación delictiva aunque el investigado no sea objeto de detención. No
parece que pueda ser aplicada la regla general dispuesta en el art. 118 y
reinterpretar las nuevas disposiciones a la luz de esta última.

4.2 LA AUTODEFENSA: DERECHOS DEL INVESTIGADO.


Consiste la autodefensa en un conjunto de derechos que la Ley concede al
investigado o encausado para que por él mismo pueda hacer frente a los
cargos que se le dirigen.
Se trata, en suma, del reconocimiento de una serie de derechos, todos ellos
con rango constitucional que, por regla general, le asisten al momento de serle
tomada declaración o cuando se sujeta al imputado cualquier acto de
investigación.
DERECHOS CONCRETOS DEL INVESTIGADO
1) Derecho a ser informado de la acusación.
Esta información ha de ser proporcionada con un grado de detalle suficiente
para que pueda ser ejercitada frente a la imputación una defensa eficaz. No
basta, pues, con una mera información inicial escueta, reducida a los tipos
penales que se presumen o solo incorporando hechos que, siendo indicios
aislados, no sirven para integrar plenamente los hechos delictivos que se
imputan.
De la misma forma, el investigado ha de ser informado, a lo largo del proceso,
de todo cambio relevante que se produzca en la investigación y que, por tanto,
pueda afectar a una defensa que debe ser garantizada por encima de cualquier
otra consideración.
Es decir, la defensa exige que se informe de una imputación e imputación es
de un hecho que presenta los caracteres de delito, no del que solo aparecen
elementos parciales o se presumen sin base o soporte fáctico.
El art. 118 LECrim indica que la información ha de ser:
- Ha de ser clara, esto es, comprensible y formulada en términos precisos
y asequibles a una persona sin conocimientos jurídicos
- Idioma que conozca el investigado, de modo que en caso contrario
habrá de proveérsele de un intérprete con cargo al Estado [arts. 520, 2 e
y 771.2ª)]. Este derecho comprende no solo el de la asistencia en las
declaraciones y en el juicio, sino también el de estar presente en las
conversaciones mantenidas por el investigado con su abogado y que
sean necesarias para la defensa (Ley 5/2015).
- Ha de ser completa. Quiere ello decir que no podrá limitarse la
información a determinados hechos guardando silencio respecto de
otros que tengan relevancia para la defensa. De la misma forma, la
información no solo habrá de ir referida a los hechos imputados, sino
que también tiene que extenderse a las razones por las cuales se
considera imputado de un delito al sujeto y las pruebas con las que se
cuenta.
Por esta razón, se tiene derecho a examinar las actuaciones, policiales o
judiciales, con anterioridad a toda actuación que afecte al derecho de
defensa.
- La información ha de ser anterior a la declaración, nunca posterior o
coetánea a la misma.
- Se ha de informar al investigado de sus derechos, ya que solo si los
conoce podrá hacer uso de ellos y decidir correctamente sobre su
conducta.
2) Derecho a guardar silencio
Este derecho no solo consiste en la negativa a declarar totalmente, sino que se
extiende al silencio parcial, esto es, a contestar solo a alguna o algunas de las
preguntas formuladas (art. 520.2-a).
Cualquiera que sea la interpretación que se quiera ofrecer a este derecho
fundamental, guardar silencio no puede significar otra cosa que esta: guardar
silencio.
El silencio jamás, en el marco del proceso penal, debería ser considerado
como una forma de asunción de responsabilidad o de admisión tácita de
hechos. Si el derecho fundamental concede la posibilidad de callarse solo
puede ser ejercitado haciendo uso del silencio, con lo que extraer cualquier
dato de culpabilidad sería tanto como anular la eficacia de un derecho que solo
así puede ser ejercitado.
Tal vez la jurisprudencia debería haber diferenciado y mantenido el silencio
como forma de ejercicio del derecho de defensa no apreciable contra el
investigado y entrado de lleno en el valor que ha darse a su conducta cuando
se trata de apreciar cuestiones prejudiciales no penales integradas en el tipo
penal, que podrían valorarse conforme a las reglas propias de su naturaleza,
así como haber analizado la viabilidad de establecer obligaciones procesales
en el ámbito del proceso penal.
3) Derecho a no declarar contra sí mismo y a no declararse culpable.
Es totalmente lógico que si una persona ha de ser informada de la imputación y
puede guardar silencio cuando es interrogada acerca de ella, de la misma
forma debe preservarse su derecho a no declarar en su contra.
Se distingue del derecho a guardar silencio (solo sería para casos de
inocentes). Aquel que hubiera, en la realidad, cometido los hechos imputados,
si no pudiera ofrecer una versión no adecuada a la verdad, debería limitar su
conducta a guardar silencio o a negar lacónicamente la imputación delictiva.
Por tanto y a pesar de la dificultad que entraña afirmar que exista como tal un
derecho constitucional a mentir, es claro que ese “derecho” debe ser aceptado
en tanto la Constitución y la LECrim no conceden oportunidad alguna al Juez o
al Estado de valorar la mentira en contra del investigado o encausado o de
someterlo a sanción alguna en su caso.
La forma natural de mentir en el proceso penal es ofrecer una coartada, es
decir, una información falsa contrapuesta a la realidad de los hechos. Pues
bien, el descubrimiento de que una coartada es falsa no puede en caso alguno
ser estimado como indicio o prueba alguna de culpabilidad, y ello por dos
razones:
- Vigencia misma del derecho, que ampara la posibilidad del investigado
de mentir.
- Descubrir la falsedad de una versión solo autoriza a afirmar que esta es
falsa, pero no que una contraria es verdadera.
REQUISITOS DECLARACIÓN
1) Condiciones en que ha de prestarse el interrogatorio
- Dispone el esencial art. 389 LECrim, que las preguntas que se formulen
al investigado, encausado o acusado serán directas, prohibiéndose por
ello que se le dirijan cualesquiera capciosas o sugestivas.
- De igual forma, el art. 393 de la Ley procesal penal dispone la
prohibición de todo interrogatorio efectuado en condiciones que no
garanticen la plena idoneidad física y psíquica del sujeto interrogado,
de modo que, si se da una situación de cansancio, fatiga etc.… la
declaración ha de ser interrumpida hasta que cese dicha causa.
2) Métodos prohibidos de interrogatorio.
Entre otros, métodos psíquicos:
- El uso de preguntas capciosas o sugestivas.
- La coacción dirigida a obtener una declaración inculpatoria.
- Las amenazas con medidas procesalmente inadmisibles o
manifiestamente ilícitas.
- El engaño o la utilización de ardides inaceptables en un Estado de
Derecho.
- La promesa de ventajas no previstas legalmente.
Métodos físicos:
- La tortura o los malos tratos físicos.
- El interrogatorio en condiciones de cansancio o fatiga siempre que
afecten a la voluntad del declarante en cualquier grado de intensidad
que reduzca su capacidad de conciencia o autodeterminación. – La
provocación de cualquier abstinencia de forma deliberada y buscada de
propósito (tabaco, alimento, alcohol, drogas etc...).
Métodos técnicos, químicos o psiquiátricos
- El uso de métodos técnicos que mantienen el consciente pero que se
desarrollan sobre la base de interpretar estímulos físicos, tales
como el detector de mentiras.
- El uso de sistemas que afectan al inconsciente y provocan la declaración
bajo este estado, tales como la hipnosis o el llamado suero de la verdad.
- Estos sistemas, desechados por nuestro Tribunal Supremo ya en su
sentencia de fecha 22 de junio de 1982 son inadmisibles en nuestro
sistema procesal, incluso en el caso de que el declarante
voluntariamente solicite su práctica en virtud de variadas razones,
destacando entre ellas:
 La posibilidad de que afecten a la salud del sometido al
interrogatorio.
 La posibilidad de que en su práctica se afecte a derechos
superiores, tales como la intimidad familiar o personal habida cuenta
el riesgo de declaraciones incontroladas.
 Su escasa fiabilidad
Por ejemplo, en el detector de mentiras no se puede afirmar con rotundidad
que el estímulo sea producto de la pregunta formulada, cuando bien pudiera
deberse a otro tipo de razones internas del sujeto deponente.

5. AUSENCIA DEL INVESTIGADO


La Ley de Enjuiciamiento Criminal, consciente de la importancia de la actuación
del investigado o encausado ha previsto situaciones diversas en orden a evitar
en todo caso el desarrollo de un proceso no contradictorio y por tanto ineficaz
para el descubrimiento de la verdad.
La norma básica se encuentra recogida en el art. 840 LECrim, según el cual,
será posible llevar a efecto la fase de instrucción en ausencia del sometido a
proceso penal, pero no el juicio oral el cual, en todo caso, requiere la presencia
del acusado. En resumen, como regla se prohíbe en el proceso penal el juicio
en rebeldía.
Razones tendentes a asegurar la defensa de aquel, así como públicas y
referidas a la necesidad de asegurar el proceso, lo cual se consigue forzando la
presencia del acusado en el juicio oral, comportan que el Estado, ante la
ausencia del investigado, haya de llevar adelante una actividad dirigida a su
búsqueda.
Para ello se habrá de dictar la llamada requisitoria, previa la oportuna
declaración de rebeldía, la cual no es otra cosa que una orden judicial emitida a
los efectos de localización del investigado ausente
AUSENCIA EN PROC. ORDINARIO POR DELITOS
Conforme con lo establecido en el art. 842 LECrim, si hay dos o más
procesados y alguno de ellos está presente, podrá celebrarse el juicio respecto
de este, suspendiéndolo y aplazándolo en relación con los ausentes siempre
que estos últimos hayan sido declarados en rebeldía.
No obstante y aunque la norma se limite a establecer como único requisito el
de la declaración en rebeldía, no cabe duda de que, además, el Tribunal habrá
de comprobar y asegurar que el enjuiciamiento de los diversos acusados es
posible por separado sin merma tanto para la investigación, como para la
defensa.
AUSENCIA EN PROC. ABREVIADO
Lo regula el art. 786.1 LECrim:
- Que el investigado, en su primera comparecencia, fuera requerido a los
efectos de designar un domicilio para notificaciones o una persona
que las recibiera en su nombre, siempre y cuando hubiera sido advertido
de que la notificación hecha en tal domicilio o en aquella persona ha de
ser bastante para autorizar su enjuiciamiento en ausencia (art. 775).
- Que la pena solicitada no fuera superior a dos años de privación de
libertad o seis si es de otra naturaleza (art. 786.1).
- Que en todo caso, el juicio se desarrolle en presencia del Abogado del
ausente designado voluntariamente o de oficio (art. 786.1).
- Que, en todo caso y aun dándose los anteriores requisitos, soliciten el
enjuiciamiento en ausencia las partes acusadoras y se oiga
previamente a la defensa la cual podrá, evidentemente, oponerse a ello
alegando tanto la no verificación de las exigencias previstas, cuanto la
falta de elementos suficientes para celebrar el juicio sin la presencia del
acusado (art. 786.1).
CELEBRACIÓN INEXISTENCIA COACUSADOS.
Al igual que sucede en el procedimiento ordinario por delitos, el art. 786.1
autoriza la celebración del juicio para los acusados presentes, si hay varios,
suspendiéndolo y aplazándolo para los ausentes, con la única exigencia de que
la incomparecencia no se deba a un motivo legítimo y se oiga al respecto a las
partes.
6. RESPONSABLE CIVIL
Cuando el delito produce un daño de naturaleza civil, un daño, pues, previsto
en las normas civiles, aparece una responsabilidad civil que debe ser asumida
por los causantes de dicho daño o aquellos que han aceptado
contractualmente o extracontractualmente tal responsabilidad (arts. 100 LECrim
y 116 CP).
SUJETOS RESPONSABLES
1) RESPONSABILIDAD DIRECTA
- Son responsables directos los autores y cómplices en la comisión del
delito productor de daños civiles (art. 116.1 CP).
La responsabilidad de estos será solidaria entre los de su clase y
subsidiaria respecto de la de la otra clase (art. 116.2 CP)
Significa ello que los autores entre sí son responsables solidarios por las
cuotas que derivan de sus acciones y los cómplices igualmente lo son
entre sí. Pero, los autores lo son subsidiarios de los daños que proceden
de los cómplices y viceversa.
- La exención de la responsabilidad criminal no supone la de la civil en
todos los casos a tenor de lo establecido por el art. 118 CP.
2) RESPONSABILIDAD SUBSIDIARIA
Art. 120 CP:
- Los padres o tutores por los daños producidos por sus hijos mayores de
18 cuando concurra dolo o culpa grave.
- Las personas titulares de los medios de difusión por los daños derivados
de los delitos o faltas cometidos en sus medios.
- Los titulares de establecimientos por los delitos o faltas en ellos
realizados si han infringido las normas que disciplinan la actividad en
orden a la seguridad y medidas de policía.
- Los titulares de empresas por los delitos o faltas cometidos por sus
empleados en el desempeño de sus obligaciones o servicios.
- Los dueños de vehículos susceptibles de crear riesgo por los daños que
produzcan.
3) RESPONSABILIDAD DEL ESTADO
121 CP responsabilidad del Estado, diferente pero incompatible con supuestos
de doble indemnización, en los casos en que el mismo produzca daños
calificables de civiles. Surge:
- Por hechos cometidos por la Autoridad, agentes, contratados o
funcionarios en situación de relación de dependencia de la
Administración.
- Que los hechos hayan sido cometidos en el ejercicio del cargo o función.
En caso alguno si se produce en situaciones ajenas a la prestación del
servicio.
PRETENSIÓN CIVIL ACUMULADA A LA PENAL
Dispone el art. 100 de la LECrim que del delito (de su sospecha obviamente)
nace una pretensión de naturaleza civil dirigida a obtener una satisfacción a
causa de los efectos que ha provocado el delito en la esfera de los derechos
privados.
Del delito no nace acción civil, sino penal. La civil surge de hechos que generan
ese tipo de consecuencias conforme a las normas civiles. Que sean delictivos
da lugar a que la acción civil y penal se enjuicien conjuntamente dada la
identidad del hecho, pero no a que la acción civil pueda considerarse
dimanante del delito. En España la accesoriedad es procesal, pues solo cabe
condena civil si se condena penalmente, sin que la absolución permita entrar a
resolver sobre la acción civil.
En definitiva, la idea de acumular ambas acciones al proceso penal tiene la
única finalidad de preservar una supuesta economía procesal. El único
inconveniente —de escasa entidad—, consiste en la necesidad de conocer en
un mismo proceso de dos pretensiones que se rigen por principios
radicalmente opuestos, ya que la civil es dispositiva (es renunciable), mientras
que la penal no lo es por regla general.
La pretensión civil se reconduce a la petición de tres consecuencias jurídicas,
no siendo posible, pues, ejercitar todas las pretensiones civiles posibles.

7. PERSONAS JURÍDICAS.
Frente al clásico axioma societas delinquere non potest el CP, por medio de la
LO 5/2010, de 22 de junio, ha establecido la responsabilidad penal de las
personas jurídicas. Esta es exigible por los delitos cometidos en nombre o por
cuenta de aquellas por sus representantes legales o administradores de hecho
o de derecho o, en el ejercicio de actividades sociales, por quienes estén
sometidas a su autoridad y hayan cometido los hechos por falta de debido
control (art. 31 CP).
Razones han sido varias, entre otras ROIG ALTOZANO:
- La frecuencia con la que se cometen delitos en el ámbito societario
originados por la vida económica que somete a las empresas y a sus
directivos a una gran presión
- La necesidad de involucrar a los socios y directivos en la prevención de
delitos en el seno de la empresa
- La obligación estatal de incrementar la eficacia del proceso penal, dado
que la mera responsabilidad personal impide en muchos casos poder
imputar claramente el delito a una persona física, siendo así que el delito
existe y ha podido producir graves consecuencias económicas a
terceros.
Solo es exigible respecto de aquellos delitos en los que expresamente se
prevé, no en todos los previstos en el Libro II. Se extiende la responsabilidad a
las sociedades en formación o las devenidas irregulares. Las sociedades que
absorban o resulten de transformación, fusión o escisión asumirán la
responsabilidad penal de las originarias, no obstante lo cual podrá moderarse
la pena a imponer en función de la proporción que tenga en la nueva sociedad
la persona jurídica responsable inicialmente.
La responsabilidad penal no se extingue cuando se produzca una disolución
encubierta o meramente aparente, lo que el CP identifica con la continuación
de la actividad económica y el mantenimiento de la identidad de los clientes,
proveedores y empleados o una parte relevante de todos ellos.
Las penas que pueden imponerse a las personas jurídicas son las establecidas
en el art. 33 CP, que nunca tienen carácter personal o implican privación de
libertad, siendo la pena principal la de multa que puede venir acompañada de
medidas, tales como la disolución de la persona jurídica, la suspensión de sus
actividades, la clausura temporal de sus locales y establecimientos etc...
RÉGIMEN PROCESAL DE LA INTERVENCIÓN PROCESAL DE LAS
PERSONAS JURÍDICAS.
Régimen es el siguiente: Cuando se presente la necesidad de imputar a una
persona jurídica será esta citada en su domicilio social, requiriéndola para la
designación de un representante, así como de Abogado y Procurador.
Si no procede a nombrar Abogado y Procurador, se le designan de oficio. Si no
procede al nombramiento de representantes, se tendrán por tales a todos los
efectos a los profesionales designados, aunque lo hayan sido de oficio (art. 119
LECrim).
A partir de este momento, todas las diligencias se realizan con el representante
especialmente designado. Así, será este el que asista a las diligencias de
investigación en las que puede participar (art. 120 LECrim), el que será
interrogado en representación de la persona jurídica, conservando los derechos
propios de todo imputado (art. 409 bis LECrim), el que comparecerá al juicio
oral (art. 786 bis LECrim), el que podrá prestar conformidad (art. 787.8
LECrim).

8. LA VÍCTIMA
La víctima, debe decirse, a diferencia de otros ordenamientos jurídicos, ya
recibía protección en nuestro proceso penal, que siempre ha aceptado su
consideración como parte querellante y civil y, de este modo, con los derechos
inherentes a esta condición.
Tal vez, lo único novedoso sea el derecho de acceso a la justicia restaurativa,
especialmente a la colaborativa mediante la mediación penal y la posibilidad de
intervenir, siendo oídas en el proceso de ejecución penal en relación con el
régimen penitenciario del autor del delito.

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