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Trastornos de Ansiedad
3. Trastornos de Ansiedad
No todas las personas tienen los mismos síntomas, ni éstos la misma inten-
sidad en todos los casos. Cada persona, según su predisposición biológica y/ o
Ansi.:dad, .:strés y pr;ktic¡¡ médica 37
casi siempre comienza en los adultos jóvenes. No todos los que sufren ataques
de pánico terminan teniendo un Trastomos de Pánico: por ejemplo. muchas
personas sufren un ataque y nunca vuelven a tener otro (Kaplan. Sadock &
Grebb 1996). Sin embargo, para quienes padecen de Trastornos de Pánico es
importante obtener tratamiento adecuado ya que si no se atiende, puede resultar
incapacitante.
El Trastorno de Pánico frecuentemente va acompaiiado ele otros problemas
tales como depresión o alcoholismo y puede ~ngcndrar fobias, relacionadas
con lugares o situaciones donde los ataques de pánico han ocurrido {Belloch.
Sandín & Ramos 1995). Por ejemplo. si se experimenta un ataque de pánico
mientras se usa un ascensor, es posible que llegue a sentir miedo de subir a los
ascensores y posiblemente se empiece a evitar usarlos.
Las vidas de algunas personas han llegado a ser muy restringidas porque
evitan actividades diarias normales como ir al supermercado, manejar un vehí-
culo o, en algunos casos hasta salir de su casa. O bien, pueden llegar a confron-
tar una situación que les causa miedo siempre y cuando vayan acompañadas de
su cónyuge o de otra persona que les merezca con fianza.
Básicamente. evitan cualquier situación que temen pueda hacerlas sentirse
indefensas si ocurre un ataque de pánico. Hablamos entonces de agorafobia.
La padecen al menos una tercera parte ele las personas que sufren ele trastor-
nos de pánico, llegando a tener sus vidas muy restringidas. Recordemos que la
agorafobia también puede aparecer sin historia de trastorno por pánico como
muestran los estudios epidemiológicos sobre población general (Epidemiologic
Catchment Area, ECA, 19H 1). Un tratamiento oportuno al trastorno de pánico
puede frecuentemente detener el progreso hacia la agorafobia.
Se han hecho estudios que demuestran que con un tratamiento integral, o
sea, de psicoterapia cognitivo-conductual, tratamiento psicofarmacológico y
recursos complementarios psicoeducacionales y de autoayuda promueven me-
joría en el 70 al 90 por ciento de las personas con Trastornos de Pánico. Se
puede apreciar una significante mejoría entre 6 a S semanas después de iniciarse
el tratamiento.
Los medios
. .
usados en la terapia coonitivo-conductual
e
enseñan al paciente
a ver las s1tuac1ones de púnico ele manera diferente y enseñan varios modos de
reducir la ansiedad, por ejemplo haciendo ejercicios -ele respiracion o acudiendo
a técnicas que dan nuevo enfoque a la atención. Otra técnica que se usa en la te-
rapia del comportamiento, conocida como terapia de exposición, frecuentemen-
te puede mitigar las fobias resultantes de un Trastorno de Pánico. En la terapia
de exposición, se expone poco a poco a las personas a la situación temida hasta
que llegan a hacerse insensibles a ella.
Es de gran importancia el tratamiento farmacológico, como luego veremos,
para cortar el mecanismo de retroalimentación positiva entre los síntomas cog-
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nitivos y los fisicos (para ello se utilizan las benzodiazepinas), así como para
actuar sobre la predisposición biológica que estos sujetos tienen (para ello se
utilizan los I.R.S.S.).
Es más común en las mujeres que en los hombres y con frecuencia ocurre
en los familiares de las personas afectadas. Se diagnostica cuando alguien pasa
al menos 6 meses preocupándose excesivamente por varios problemas diarios
(DSM IV- TR; 2002).
En general, los síntomas de TAG tienden a disminuir con la edad. Sin em-
bargo lo adecuado es seguir un tratamiento. Este se hará en base a b~nzodia
zepinas, y en ocasiones a I.R.S.S. o antidepresivos duales, y a psicoterapia
cognitiva.
3. 4. Fobia Específica
3. 5. Ansiedad Social
Las personas que sufren este trastorno presentan obsesiones y/o compulsiones.
Las obsesiones se definen por pensamientos, impulsos o imúgenes recurrentes
y persistentes que se experimentan en algún momento del trastorno como intrusos
e inapropiados, y causan ansiedad o malestar significativos. Los pensamientos,
impulsos o imágenes no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre
problemas de la vida real y la persona intenta ignorar o suprimir estos pensa-
mientos, impulsos o imágenes, o bien intenta neutralizarlos mediante otros pen-
samientos o actos, a su vez la persona reconoce que estos pensamientos, impulsos
o imágenes obsesivos son el producto de su mente (y 110 vienen impuestos como
en la inserción del pensamiento), (DSM IV- TR. 2003).
Las compulsiones se definen por comportm~ientos (por ejemplo, lavado de
manos, puesta en orden de objetos, verificaciones) o actos mentales (por ejemplo,
rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter repetitivo, que el individuo
se ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión.
El obj_e,tivo de estos comportamientos u operaciones mentales es la prevención
o red~ICCIOn. del malestar o la prevención de algún acontecimiento o situación
negat1vos; sm embargo, estos comp01tamientos u operaciones mentales o bien
no estún conectados de fom1a realista con aquello que pretenden neutralizar o
prevenir o bien resultan claramente excesivos.
En algún momento. del curso del trastorno la persona ha reconocido que estas
obsesiones o compulsiOnes resultan excesivas o irracionales (Kaplan, Saclock &
Grebb, 1996).
Las obsesiones o compulsiones provocan un malestar clínico significativo,
representan una pérdida de tiempo (suponen más de 1 hora al día) o interfieren
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marcadamente con la rutina diaria del individuo, sus relaciones laborales (o aca-
démicas) o su vida social.
Si hay otro trastorno, el contenido de las obsesiones o compulsiones no se li-
mita a él (por ejemplo, preocupaciones por la comida en un trastorno alimentario,
arranque de cabellos en la tricotilomanía, inquietud por la propia apariencia en
el trastomo dismórfico corporal, preocupación por las drogas en un trastorno por
consumo de sustancias, preocupación por estar padeciendo una grave enfenne-
clad en la hipocondría. preocupación por las necesidades o fantasías sexuales en
una parafilia o sentimientos repetitivos de culpabilidad en el trastorno depresivo
mayor).
Entre los adultos, los hombres y mujeres tienen la misma probabilidad de
estar a rectados, no obstante entre los adolescentes los chicos suelen estar más
afectados que las chicas. La edad ele inicio promedio está alrededor de los 20 años
( Kaplan, Sadock & Grebb, 1996 ).
Debido a la gran cantidad ele pruebas que demuestran que este trastomo está
determinado por factores biológicos, es indispensable el uso de terapias fannaco-
lógicas y conductuales.
3. 8. Integración Clínico-Cognitiva
Sabemos que para que se produzca un trastorno por ansiedad tienen que con-
fluir varios factores, tales como las predisposiciones biológicas, genéticas o adqui-
ridas, el temperamento, el estilo ele personalidad, las experiencias pasadas trans-
formadas en aprendizajes, las creencias, los desencadenantes y la situación actual
del individuo incluyendo su apoyo social percibido. No es el propósito de este
trabajo desarrollar este tema, pero sí mencionar que en distintas etapas de estos
procesos causales interviene el modo específico en que el sujeto da significado a
sus experiencias incluyendo las propias manifestaciones de ansiedad. Desde esta
perspectiva diremos que la ansiedad nom1al, necesaria y adaptativa para el hom-
bre se transfom1a en desadaptativa o patológica cuando es rigicla o exagerada en
intensidad como mencionábamos al inicio de este capítulo. Estos mecanismos de-
sadaptativos dependen de creencias, por ejemplo acerca de los riesgos potenciales
o de la atribución que debe dársele a los sucesos (exceso de atribución interna en
detrimento de la externa) 0 al tipo de conducta que debería aplicarse. Pero también
dependen de aprendizajes relacionados con el modo de procesar la información
percibida. Es decir, la persona con algún trastorno de ansiedad produce un sesgo
en alguna etapa del procesamiento descripto en el capítulo l.
En la ansiedad generalizada el sujeto anticipa escenarios potencialmente pe-
ligrosos y la persona necesita a la vez ejercer una buena dosis de control sobre
los sucesos de su vida. Esta combinación es vivida como funcional por el sujeto,
pero, cuando ya no está en condiciones de realizar las prevenciones deseadas.
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